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Mamíferos marinos: las ballenas




Enviado por correodebrujas



Partes: 1, 2

    Indice
    1.
    Introducción


    3. Anatomía General de la
    ballena

    4. Ciclo
    biológico

    5. Sentidos e
    inteligencia

    6. El misterioso canto de las
    ballenas

    7. Las ballenas y los seres
    humanos

    8. Pesca de
    ballenas

    9. El Problema de la
    Contaminación de las Aguas
    Marinas

    10. Acciones de
    GreenPeace

    11. "Decreto 233-96, julio de
    1996 : Ampliación del santuario
    "

    12. Clasificación
    científica

    13. La Ballena
    Azul.

    14. La Ballena
    Jorobada

    15. La Ballena
    gris

    16.
    Orcas

    17. Las manadas y la ley del
    más fuerte.

    18. Adaptaciones de las
    Orcas

    19.
    Bibliografía

    1.
    Introducción

    El crecimiento constante de la población humana mantiene una
    presión en aumento sobre los recursos del
    planeta. Cada vez somos más y necesitamos más
    espacio y más comida, a la vez que producimos más
    desechos y desperdicios. Y en nuestra búsqueda de nuestro
    justo sustento, trastocamos el orden natural prevaleciente
    durante miles y cientos de miles de años, provocando una
    cadena de eventos que van
    desde la variación del clima hasta la
    extinción de especies y desaparición de ecosistemas
    completos.

    La raza humana seguirá creciendo. La tecnología
    seguirá avanzando. Sólo bajo la luz de estas dos
    realidades podemos intentar exitosamente preservar la naturaleza a
    largo plazo. La ciencia y
    el desarrollo no
    son nuestro enemigo. El hombre y la
    civilización tampoco, siendo nuestra creencia que
    sólo la tecnología
    podrá ayudarnos a preservar el medio ambiente
    y el equilibrio en
    el planeta.

    2. Las
    Ballenas

    Ballena (mamífero), nombre genérico que
    reciben los mamíferos marinos que constituyen el orden de
    los Cetáceos. Se diferencian del resto de mamíferos
    en que pasan toda su vida, desde que nacen hasta que mueren, en
    el agua. El
    término cetáceo se utiliza para nombrar de forma
    general a las 78 especies que existen de ballenas, delfines y
    marsopas.

    La investigación científica ha
    demostrado que las ballenas descienden de un animal terrestre con
    cuatro extremidades, tal vez un ungulado primitivo
    (mamífero con pezuñas), que puede haber dado lugar
    a los ungulados modernos. Los primeros restos fósiles de
    ballena conocidos datan de hace 52 millones de años, pero
    muchos científicos estiman que el origen de estos animales se
    remonta aún más atrás, hace 60 millones de
    años. Hace poco se han descubierto esqueletos
    fósiles de cetáceos en Pakistán que datan
    del eoceno y que indican que las primeras ballenas ondulaban la
    columna vertebral para nadar y mover la parte final del cuerpo en
    sentido vertical, arriba y abajo, de modo similar a como lo hacen
    las nutrias modernas.

    La mayoría de las ballenas pequeñas, los
    delfines y las
    marsopas, pertenecen al suborden de ballenas con dientes u
    Odontocetos. Los cetáceos tienen los dientes todos
    iguales, tanto en el tamaño como en la forma, y se
    alimentan de peces,
    calamares, crustáceos y otros invertebrados; una especie,
    la orca, tiene una dieta más variada que incluye aves y
    mamíferos marinos. En general, a las especies mayores de 4
    o 5 m de longitud se les llama ballenas, mientras que las
    especies más pequeñas forman el grupo de los
    delfines y las marsopas. Una ballena con dientes es el cachalote;
    el macho alcanza una longitud de

    18,3 m y la hembra de 12,2 m. Fue una especie
    muy cazada en el pasado; sin embargo, otras especies, se utilizan
    más en las exhibiciones de zoológicos y
    acuarios.

    El resto de especies pertenecen al suborden de las
    ballenas con barbas o Misticetos. Este grupo
    está formado por diez especies todas han sido o son
    cazadas con fines comerciales y se caracterizan porque de la
    mandíbula superior cuelgan una serie de placas
    córneas llamadas barbas. El número de barbas oscila
    entre 160 y 360 en cada lado de la mandíbula y presentan
    en su borde interior un aspecto filamentoso. Las barbas se
    utilizan a modo de filtro para capturar el plancton o el krill
    que constituye la dieta de estos animales; cuando
    se alimentan, las ballenas abren la boca para que penetre la
    mayor cantidad de agua posible;
    después, la cierran y presionan con la lengua hacia
    arriba y contra la franja filamentosa de las barbas para expulsar
    el agua de la
    boca, de forma que el alimento quede atrapado en
    ellas.

    Es probable que el animal más grande que haya
    vivido alguna vez sea el rorcual o ballena azul, que puede medir
    hasta 30,5 m de largo y pesar más de 200 toneladas.
    Las ballenas con barbas suelen pasar el verano en las aguas
    polares, donde abunda el plancton y disponen de comida abundante,
    después migran hacia el sur, hacia las zonas templadas y
    tropicales, para pasar el invierno y reproducirse.

    3. Anatomía
    General de la ballena

    La adaptación a la vida acuática de las
    ballenas ha sido de tal magnitud que su apariencia recuerda por
    completo a la de un pez. Las extremidades anteriores han
    evolucionado hasta convertirse en aletas; aunque sus huesos
    todavía muestran reminiscencias de elementos óseos
    articulados terminados en dedos, las extremidades posteriores se
    han perdido por completo y no hay ninguna conexión
    anatómica entre éstas y la cola. La cola es grande,
    dispuesta en un plano horizontal y constituye el principal
    órgano propulsor en el desplazamiento de la ballena;
    además, no contiene hueso sino tejido elástico y
    fibroso que le confiere firmeza y flexibilidad.

    Por otro lado, el cuerpo está cubierto por una
    capa de grasa que ayuda a la flotación del animal, a
    mantener el calor y como
    medio para almacenar energía. La piel de las
    ballenas carece de glándulas sudoríparas, de
    glándulas sebáceas y de pelo.

    Al igual que otros mamíferos, las ballenas tienen
    pulmones. Respiran a través de uno o un par de orificios
    (espiráculos), situados encima de la cabeza y al contrario
    de lo que se cree, no expulsan agua cuando
    exhalan el aire y forman el
    característico surtidor. Éste
    varía en longitud y forma según la especie de que
    se trate; consiste en vapor de agua más una cantidad
    pequeña de agua que queda en la depresión
    situada alrededor del espiráculo y que es lanzada a la
    atmósfera
    cuando la ballena expulsa el aire de los
    pulmones.

    Las ballenas presentan una serie de adaptaciones
    fisiológicas que les capacita para sumergirse a
    profundidades bastante grandes. En primer lugar, tienen un
    volumen de
    sangre mayor
    al de los mamíferos de tamaño y peso similar, y una
    capacidad mayor para almacenar oxígeno en la sangre y en los
    tejidos
    musculares. En segundo lugar, en cada inspiración se
    renueva entre el 80% y el 90% del aire de los pulmones frente al
    10% o 20% de la mayoría de los mamíferos
    terrestres. En tercer lugar, las ballenas presentan cierta
    resistencia a
    acumular dióxido de carbono en los
    tejidos, pues
    es la acumulación de éste, en lugar de la falta de
    oxígeno, lo que desencadena la respuesta respiratoria
    involuntaria de los mamíferos.

    Las ballenas con barbas pueden aguantar la respiración hasta 50 minutos cuando bucean
    y los cachalotes hasta 75 minutos; éstos suelen alcanzar
    profundidades de 460 m para buscar una de sus presas
    favoritas, el calamar gigante. Por último, las ballenas
    son capaces de restringir el riego sanguíneo sólo a
    órganos vitales durante una inmersión profunda, de
    manera que dichos órganos no se dañen por la falta
    de oxígeno.

    4. Ciclo
    biológico

    La reproducción de las ballenas es en esencia
    similar a la del resto de mamíferos. Tras alcanzar la
    madurez sexual, los animales llevan a cabo un cortejo
    después del cual viene la cópula, que en el caso de
    las ballenas tiene lugar en el agua (no se sabe si las parejas
    permanecen después juntas o no). La hembra pare una sola
    cría tras un periodo de gestación que varía
    entre nueve y dieciséis meses según la
    especie.

    El joven ballenato puede nadar desde el mismo instante
    en que nace, y subir sin ningún tipo de ayuda hasta la
    superficie para respirar por primera vez. Poco después
    comienza a tomar leche de
    cualquiera de las dos mamas situadas a cada lado de la abertura
    genital de la madre. La leche de
    ballena es muy nutritiva y el ballenato crece muy deprisa. Por
    ejemplo, la cría recién nacida de una ballena azul,
    que mide 7 m de longitud y pesa 1,8 toneladas, dobla su peso
    en su primera semana de vida; cuando tenga siete meses de edad
    medirá 17 m de largo y pesará 22 toneladas. Es
    posible que las crías sean destetadas entre ocho meses y
    dos años después de su nacimiento; sin embargo, la
    edad a la que comienzan a llevar una vida independiente se
    desconoce en la mayor parte de las especies. En algunas, como en
    la orca, parece que los jóvenes siempre permanecen junto
    al grupo familiar, que oscila entre cinco y doce
    individuos.

    Las ballenas alcanzan la madurez sexual entre los seis y
    trece años de edad. La longevidad depende de las especies;
    las ballenas con dientes pequeños como la beluga vive unos
    30 años, las grandes como el cachalote unos 70 años
    y las ballenas con barbas es probable que lleguen a vivir 80
    años. Sin embargo, no todas las ballenas llegan a estas
    edades; enfermedades,
    accidentes y
    ataques de los depredadores (orcas, tiburones y el ser humano),
    impiden que esto suceda.

    5. Sentidos e inteligencia

    El oído es el sentido más importante de
    las ballenas. Se sabe que producen al menos dos tipos de sonidos:
    los que intervienen en su sistema de
    ecolocación y las vocalizaciones. Es probable que ambos se
    produzcan como consecuencia del movimiento del
    aire al entrar y salir de los sacos nasales. Los sonidos de
    ecolocación funcionan como una especie de sonar
    biológico, mientras que las vocalizaciones son las
    conocidas canciones de las ballenas parecen ser más bien
    un medio de comunicación entre los miembros de la misma
    especie.

    Es muy probable que las marsopas, los delfines y las
    ballenas puedan explorar su entorno utilizando
    ecolocación. Gracias a este sistema estos
    animales discriminan con precisión el tamaño o la
    distancia a la que se encuentra un objeto. Para ello, dirigen
    hacia éste los sonidos producidos en una zona de la cabeza
    que, después de rebotar en el objeto, vuelven hacia el
    animal y le proporcionan toda la información necesaria. Como el medio de
    propagación de los sonidos es el agua los cetáceos
    no han desarrollado un pabellón auditivo externo, elemento
    muy útil para el resto de mamíferos terrestres,
    pues ayuda a dirigir los sonidos hacia el interior del
    oído. Es fácil deducir que la ecolocación es
    de mayor ayuda y supone una gran ventaja a la hora de orientarse,
    navegar o capturar presas en la oscuridad o en aguas turbias. Por
    otro lado, esto no supone que los cetáceos tengan una
    visión pobre: por ejemplo, la agudeza visual de la orca
    bajo el agua es igual a la de un mamífero terrestre como
    el gato. La ecolocación ha sido estudiada sobre todo en el
    delfín mular y todavía se discute si la producción de sonidos similares por parte
    de otros cetáceos es un sistema de ecolocación
    verdadero.

    Todas las capacidades y adaptaciones que presentan las
    ballenas han dado lugar a muchas especulaciones sobre su inteligencia.
    Los cetáceos son los únicos animales (con
    excepción del elefante) que tienen un cerebro
    más grande que el del ser humano. El peso medio del
    cerebro de un
    cachalote es de 9 kg, el de un elefante de 4,5 kg, el del
    delfín mular de 1,7 kg y el del ser humano de 1,35 kg; sin
    embargo, todavía no se sabe si hay una relación
    entre el tamaño del cerebro y la inteligencia. En
    cautividad, las ballenas y los delfines muestran una gran
    capacidad para aprender, pero como la observación de los cetáceos en
    estado natural
    es muy difícil, se sabe muy poco de su vida en estado
    salvaje.

    Algunas especies son solitarias la mayor parte de su
    vida, mientras que otras viven en grupos familiares
    o forman grupos de cientos
    de individuos. Las orcas muestran un comportamiento
    de cooperación muy desarrollado cuando cazan, lo que
    indica que debe haber una comunicación muy activa entre los miembros
    del grupo. A pesar de toda la literatura escrita sobre
    el lenguaje de
    los cetáceos y su posible similitud con la
    comunicación humana todavía no hay nada probado
    ni definitivo.

    6. El
    misterioso canto de las ballenas

    Hace más de cincuenta millones de años, un
    grupo de mamíferos terrestres, denominado Archaeocetos (de
    donde surgen los dos grupos de cetáceos) se
    aventuró en el mar. Pero el regreso al agua,
    implicó solucionar una serie de problemas que
    han sido verdaderos retos evolutivos. Los más importantes
    son el mantenimiento
    de la temperatura
    corporal en un líquido donde la pérdida de calor es
    más rápida; la configuración de un cuerpo
    hidrodinámico para moverse ágilmente en un fluido
    más denso que el aire; la resistencia a una
    presión de muchas más atmósferas que en
    tierra; la
    respiración pulmonar allí donde la
    mayoría de sus cohabitantes extraen el oxígeno
    directamente del agua a través de branquias; el parto y
    alimentación de las crías en un
    medio frío, irrespirable y difícil para el
    amamantamiento; o el desarrollo de
    los sentidos
    donde el tacto y el olfato tienen un papel menor,
    la visión se reduce con la profundidad y la
    comunicación está sujeta a las leyes del
    sonido en el
    agua, donde su transmisión es mayor.

    Las respuestas han sido espectaculares. Convirtieron sus
    extremidades en aletas; hicieron su cuerpo más
    hidrodinámico, adoptando un aspecto fusiforme;
    desarrollaron una capa de grasa y un complicado sistema de
    termorregulación para mantener la temperatura
    corporal y expulsar el calor excedente; desplazaron la nariz a la
    parte superior de la cabeza y adoptaron un sistema de
    respiración voluntaria; escondieron mamas y genitales en
    pliegues de la piel;
    desarrollaron una compleja comunicación; sustituyeron la
    falta de visión por la ecolocación o
    localización por sonidos; redujeron los latidos del
    corazón
    en las inmersiones; incrementaron la absorción de
    oxígeno en cada respiración y su acumulación
    en los músculos.

    Los mamíferos marinos que existen en el mundo se
    dividen en tres órdenes zoológicos: cetáceos
    (ballenas, delfines, orcas, etc.); pinnípedos (focas,
    morsas, leones marinos) y sirenios (manatíes y dugongos).
    En ocasiones, se han incluido especies aisladas de otros grupos,
    como la nutria marina (Enhydra lutris), un carnívoro
    mustélido. Pero, por sus características (animales con aspecto de
    pez, pero de reproducción vivípara, como los seres
    humanos; respiración fuera del agua por pulmones y no por
    branquias; amamantan a sus crías), los cetáceos han
    acaparado la atención de estudiosos y amantes de la
    naturaleza.
    Delfines y ballenas son los más conocidos, pero hay una
    gran diversidad de especies, cuyo tamaño oscila entre los
    poco más de ciento cincuenta centímetros de algunas
    marsopas a los más de treinta metros de la gran ballena o
    rorcual azul.

    Los cetáceos se dividen, a su vez, en dos
    subórdenes. Uno, los mysticetos, comprende a las grandes
    ballenas, excepto al cachalote, que poseen barbas o
    láminas córneas. Otro, los odontocetos, como indica
    su nombre, tienen dientes, aunque, a veces, apenas son visibles,
    y un sólo agujero en el espiráculo u orificio de la
    parte superior de la cabeza. Este no es más que una nariz
    desplazada para facilitar la respiración mientras nadan o
    descansan en la superficie del agua.

    7. Las ballenas
    y los seres humanos

    En la actualidad hay unas cuarenta especies de ballenas
    y de ellas la mitad están consideradas como raras, es
    decir, que no son muy numerosas (puede que nunca lo fueran).
    Muchas de las ballenas de nariz alargada (o pico), entran dentro
    de esta categoría; por otro lado, la mayoría de
    especies con valor
    comercial están consideradas como especies amenazadas;
    entre ellas se cuentan el rorcual o ballena azul, el rorcual
    norteño, el rorcual franco, la ballena vasca, la ballena
    franca o de Groenlandia y muchas poblaciones de cachalote. La
    causa principal de la regresión de estas especies es la
    caza excesiva, que hace que el número de ballenas
    capturadas sea mayor que el de ballenas nacidas. Si la pesca de
    ballenas no se regula, muchas de estas especies
    desaparecerán y, en algunos casos, las poblaciones son ya
    tan reducidas que quizá nunca se recuperen.

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