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Enviado por alonsos



    Indice

    1. Renacimiento

    2. Siglo de oro

    3. Estructura

    4. Autoría

    5. Relación con la novela
    picaresca

    1.
    Renacimiento

    El espíritu renacentista, amante de la belleza,
    de la exaltación de los valores
    humanos, se materializó de una forma especialmente
    brillante es el campo de las artes.

    Las nuevas técnicas y concepciones
    estéticas acerca del mundo y la sociedad
    iniciaron su desarrollo en
    Italia, pero
    pronto se difundieron por toda Europa dando
    lugar a una serie de corrientes artísticas bien
    diferenciadas.

    El movimiento
    literario renacentista fue iniciado ya en el siglo XIV por Dante
    Alighieri, Petrarca y Boccaccio, que significaron el uso de
    lengua vulgar
    en sus famosísimas obras: "La divina comedia",
    "Cancionero", "El Decamerón" respectivamente, pero fue en
    el transcurso de las dos centurias siguientes cuando
    alcanzó su momento más característico con Baltazar Castiglione,
    Ludovico Ariosto, y Torquato Tasso.

    La literatura renacentista
    estuvo representada en España por
    Fernando de Roja presunto autor de "La Celestina", Garcilaso de
    la Vega (Introductor de las modas Italianas), Santa María
    de Jesús y la novela
    "Lázaro de Tormes"; y en Francia por
    Rabelais y Ronsard.

    Renacimiento Español

    Conocemos con este nombre la época del apogeo
    imperial y artístico de España,
    que va desde el siglo XV concretamente desde 1492 con los reyes
    católicos, el fin de la reconquista y el descubrimiento de
    América, hasta la muerte de
    Felipe II (1598) en lo político, y la de Calderón
    (1681) en lo literario. Este período español es
    también uno de los más prodigiosos de la historia de Occidente. Se le
    denomina tradicionalmente Siglo de Oro.

    Se plantea un problema histórico en torno a la
    existencia de un Renacimiento
    Español. Los españoles Menéndez Pidal (la
    idea imperial de Carlos V), Américo Castro y Federico
    Deonis, entre otros, han demostrado suficientemente la realidad
    de un Renacimiento en
    la península, con las características italianizantes
    (Boscán, Garcilaso) y humanísticas (Fray Luis
    Deleón) del europeo, pero también con las
    peculiaridades que imprime España a toda
    manifestación cultural y humana (novela picaresca
    y poesía
    mística, sublimadas a la síntesis
    Cervantes).

    En efecto, cabe señalar dos etapas en el Renacimiento
    Español:

    PRIMERA: La típicamente europea, al modo
    italiano, que floreció durante el reinado de Carlos I
    (1517-1556), donde se destacó la poesía
    petrarquista de Garcilaso, la novela
    pastoril, la corriente Ersmista y la novela
    "Lázaro de Tormes" que da lugar a las posteriores novelas
    picarescas.

    SEGUNDA: La auténticamente nacional asimilada,
    que coincidió con el reinado de Felipe II (1556-1598) y
    cuyos sazonados frutos fueron de Fray Luis Deleón y
    Fernando De Herrera, las creaciones de los místicos y
    ciertos nombres mayores de la picaresca, como Mateo Alemán
    y el genial Cervantes.

    La poesía petrarquista, primer signo de la
    llegada de las corrientes renacentistas a España fue la
    aspiración de la lírica de influjo italiano. La
    zona mediterránea española fue, normalmente, el
    trampolín de acceso de las formas de civilización
    italiana hacia el corazón de
    Castilla. Sabido es que todo nació en 1526 del encuentro
    en Granada del barcelonés Juan Boscán
    (¿1492?-1542) con el Embajador veneciano Andrea Navagiero,
    durante la luna de miel del Emperador y su prima Doña
    Isabel de Portugal. Aquel ambiente de
    bodas reales, principió al placer de la poesía,
    despertó en Boscán el deseo de adaptar a la
    lengua
    castellana el endecasílabo, toscano, lo que llevó a
    cabo inmediatamente en sus múltiples sonetos y en sus
    poemas Hero y
    Leandro Octava Rima, pero acaso el mayor esfuerzo por italianizar
    las lenguas españolas lo haya hecho
    Boscán.

    Por un destino muy singular, la carta
    prólogo de El Cortesano (1534), dirigida a doña
    Gerónima Palova d´Almogáver, se debe a
    Garcilaso de la Vega (150-1536), gran amigo de Boscán y
    modelos de
    caballeros de la corte del Emperador. Tanto por su vida como por
    su obra, Garcilaso fue un personaje característico del
    Renacimiento y altísimo poeta, adaptó
    definitivamente al castellano el
    endecasílabo italiano.

    2. Siglo de
    oro

    Con los Habsburgos entramos en el segundo período
    más brillante de la literatura, este
    período el largo y rico: se prolonga durante más de
    un siglo hasta los principios del
    reinado de Carlos II.

    Lo dividiremos en tres períodos de los cuales el
    primero se extenderá hasta el reinado de Felipe II, el
    segundo, hasta la muerte de Lope
    De Vega (1635), el tercero hasta la de Calderón
    (1681).

    Estas divisiones que no podrían tener nada de
    absoluto corresponden al comienzo, al apogeo y a lo que los
    españoles llaman Siglo de Oro, expresión bastante
    precisa, cronológicamente, pero que conviene más
    especialmente al segundo de nuestros períodos, el de
    Cervantes y el de Lope de Vega.

    Sábase, sin que sea necesario entrar en detalles,
    el rol preponderante que va a desempeñar España
    durante este período. Dueña de sí misma,
    enriquecida con los tesoros del nuevo mundo, que ella puede creer
    inagotables, lucha en lo sucesivo no para reconquistar su
    territorio natural, o para asegurar su unidad, sino para la
    dominación universal tanto en el orden material cono en el
    orden filosófico; busca imponer por la fuerza su
    ideal religioso y monárquico.

    Debemos destacar la importancia de decreto de los reyes
    católicos (decreto de Isabel). En el mismo se marcaba la
    obligatoriedad de profesar la religión
    católica. La gran población que habitaba la península,
    de origen musulmán o moro debió convertirse a la fe
    cristiana (los "nuevos cristianos") de lo contrario debían
    abandonar España.

    "Siglo", nos marca un
    período de tiempo, y "Oro"
    implica una valoración. Es importante enfatizar el fuerte
    contraste entre la parte socioeconómica (decadente) y la
    parte artística (brillante). El metal precioso llegaba a
    España desde las colonias, por lo tanto no era necesario
    crear industrias o
    fuentes de
    trabajo. La riqueza venía para los nobles sin necesidad de
    trabajar. Como consecuencia de este hecho creció la
    riqueza de unos pocos, y hubo un gran índice de pobres y
    desocupados que se concentraban en los suburbios de las
    ciudades.

    Hay una expresión muy significativa acerca de
    este hecho: "Las venas abiertas de América
    Latina".

    El "Lazarillo de Tormes"

    En 1550, año de especial valor
    simbólico por marcar la separación de dos
    épocas de ambiciones y estilos tan distintos como las
    correspondientes a los reinados de Carlos V y Felipe II, se
    publica la primera edición de "La vida de Lázaro de
    Tormes y de sus fortunas y adversidades", que representa el
    primer síntoma de crisis del
    idealismo
    renacentista.

    De autor desconocido, se la a querido relacionar a este
    con algún judío converso (debido a los ataques de
    la obra contra el clero y los cristianos viejos); y con Diego
    Hurtado de Mendoza (por su caída en desgracia ante el
    Emperador).

    Para la fecha en que se escribe el Lazarillo (así
    llamada la obra popularmente) ya se había producido la
    separación de los luteranos, y las continuas guerras, junto
    con la apremiante situación económica,
    habían hecho nacer, tras el ímpetu inicial, un
    ambiente de
    desencanto y decepción, del que se hace genial
    intérprete esta joya de las letras españolas. Es
    notoria en este sentido su contraposición con el
    "Amadís de Gaula", símbolo de los ideales
    universalistas de Carlos V: Lázaro nace en el río,
    en tanto que Amadís lo había hecho en el mar; si a
    éste le llamaban Doncen del Mar, a este le llamarán
    simplemente Lázaro de Tormes; y mientras Amadís es
    educado por unos sabios maestros, el Lazarillo lo será por
    un pobre y desconfiado ciego; la contraposición el
    evidente.

    El mensaje o moraleja no puede ser otro: ni del honor ni
    de la verdad se extrañan los beneficios que el
    engaño y la mentira traen siempre consigo. De esta forma,
    tras los primeros fracasos de la política Imperial,
    Lázaro se convierte en una especie de antihéroe,
    defensor de un antihonor, que permite el amancebamiento de su
    mujer con el
    Arcipreste porque le proporciona una vida desahogada y un
    estómago siempre lleno.

    Sin embargo, esta sublimación del anti-ideal no
    se muestra
    todavía con la crudeza cáustica y la crítica
    mordaz que habrán de caracterizar a la picaresca
    posterior. La sana y humorística ironía de los
    personajes y su lenguaje
    desenfadado, vivaz y espontáneo alcanzan un nivel de
    perfección raras veces igualados por la extensa serie de
    novelas
    picarescas.

    Va mediados el siglo XVI cuando aparece una novela que
    ofrece gran contraste con las conocidas en los últimos
    años de reinado de Carlos V. Es una sorpresa total para el
    lector habituado a las novelas de caballería tan populares
    en aquella época.

    En lugar de héroe invencible protagonista
    invariable de los relatos caballerescos, el lector de la novela
    que aparece con el título de "La vida de Lázaro de
    Tormes y de sus fortunas y adversidades", encuentra como figura
    central a un muchachuelo, casi un niño, que no hace nada
    extraordinario. Su única preocupación es saciar el
    hambre.

    Los escenarios de sus aventuras son lugares que resultan
    familiares al lector: Salamanca, Toledo, y algunos pueblos que
    recorre en otras ciudades. También en estos encontramos
    una gran diferencia con el héroe de la novela
    caballeresca, cuyas aventuras sucedían en diversos y
    lejanos países. Es la primera vez que un personaje tan
    humilde e insignificante, llene las páginas de una
    novela.

    3.
    Estructura

    La novela en cuestión cuenta la vida de un
    pícaro (no en el sentido literal), de un vagabundo que
    pasa por el servicio de
    muchos amos. El mismo narra su vida cuando ya ha vivido los
    hechos, cuando es adulto.

    El Lazarillo está escrito en primera persona, como si
    se tratara de una autobiografía, pero sabemos que no es
    así. El autor era una persona culta y
    no un pícaro, pero escogió la forma
    autobiográfica para darle mayor veracidad a la
    narración, y tal vez porque no parecería razonable
    que un pobre pícaro encontrase un cronista dispuesto a
    narrar tan míseras aventuras.

    El lenguaje
    utilizado es sencillo, sin ningún artificio. Las frases
    son cortas y el diálogo muy vivo. Todo ello hace que el
    relato resulte espontáneo y muy realista. Los personajes
    que presenta están descriptos con pocos rasgos, pero muy
    certeros, y son característicos de la sociedad
    española de la época.

    En cuanto a la estructura
    externa, decimos que se divide en siete "tratados" o
    capítulos. Los tres primeros y el quinto son los
    más extensos, los más valorados y los de mayor
    relevancia. Los otros son más breves pero también
    son importantes.

    Todos los acontecimientos y personajes que aparecen en
    esta obra están enfocados desde el punto de vista de
    Lázaro que es el narrador y protagonista.

    En cuanto a la estructura
    interna, podemos decir que se divide en dos parte. La primera
    parte trata de Lázaro niño, sus andanzas y siempre
    en función del hambre. La segunda parte de la obra
    está dada por el ascenso social y económico de
    Lázaro. Ese ascenso socioeconómico implica un
    descenso moral (debe
    casarse con la criada del Arcipreste para cubrir el romance con
    el patrón, consintiendo el amancebamiento de
    ambos).

    4.
    Autoría

    "La vida de Lázaro de Tormes y de sus fortunas y
    adversidades", una autobiografía fingida, o sea que el
    autor finge ser el narrador y principal personaje de la
    obra.

    El autor no firma la obra, por lo tanto es una obra
    anónima. Sabemos que Lázaro no puede haberla
    escrito (como ya explicamos anteriormente).

    ¿Acaso el autor asustado por el atrevimiento de
    haber escogido como protagonista a un pobre pícaro (no en
    el sentido literal) desdeñando las hazañas de los
    grandes caballeros prefirió permanecer en el anonimato?,
    o, ¿tal vez no quiso dar su nombre para poder criticar
    con libertad las
    costumbres y los personajes de la época?

    Serían varias las razones por las cuales el autor
    prefirió el anonimato, por ejemplo las diversas
    críticas que se realizan hacia el clero, hacia el sistema social y
    político de la época. A su vez el Tribunal de la
    Inquisición censuraba este tipo de obras y condenaba a la
    hoguera a los que de alguna forma se oponían al sistema de la
    época.

    Hoy en día la mayoría se inclina por lo
    propuesto por el francés Alfredo Morel-Fatio; seguir
    considerando la obra como anónima, ya que ningún
    argumento de los dados es convincente.

    Anónima, igualmente la obra fue censurada, pero
    logró una rápida y fácil dispersión a
    través de medios
    ilegales; causó un gran impacto en los lectores de la
    época y gustó mucho.

    5. Relación con la
    novela picaresca

    "Lázaro de Tormes", no es una novela picaresca,
    aunque Lázaro es el primer personaje de origen oscuro que
    protagoniza una novela castellana, podemos encontrar en la
    literatura anterior al "Lazarillo" algunas figuras que son un
    claro antecedente del pícaro, como "La Vieja
    Trotaconventos", del "Libro de buen
    amor", y como
    "La Celestina" y los criados que aparecen es esta obra que
    únicamente buscan su provechos, y que como "Lazarillo", no
    se avergüenzan de su conducta, sino
    más bien se sienten orgullosos de su astucia y malas
    mañas, no haciendo nada por rectificar su vida.

    El "Lazarillo", que alcanzó gran éxito en
    su época, ha influido mucho en la literatura castellana
    posterior.

    La figura del pícaro reaparece cincuenta
    años después en otra novela, "Guzmán de
    Alfarache", y toda una corriente literaria (la picaresca) arranca
    en "Lázaro de Tormes". Pero las novelas picarescas
    posteriores son más amargas, hacen una crítica
    más dura a la sociedad en que viven.

    El pícaro literalmente nunca progresa, no avanza.
    Nace y muere en la misma condición socioeconómica.
    Tampoco hay un cambio de
    situación espacial, por consiguiente "Lazarillo" nunca
    puede ser una novela picaresca, ya que Lázaro logra
    progresar socialmente y económicamente a lo largo de su
    vida, aunque no progresa moralmente por los medios poco
    discretos que utiliza para llegar a su meta (ya especificados
    anteriormente).

    A partir de esta novela realista que centra su
    atención en un personaje como Lázaro que no era
    perteneciente a la clase noble, o un héroe caballero,
    surge este tipo de obras como la "Mala Picaresca", que no
    marca un
    progreso los personajes y un lugar temporal espacial
    estático.

    Esta narrativa diametralmente opuesta a la de las
    novelas caballerescas o pastoriles (idealistas), se trata de
    obras realistas, satíricas, y en cierto modo
    moralizantes.

    Mencionemos algunos posibles orígenes de la
    palabra "pícaro":

    "picardía"— lugar de Francia muy
    pobre, las personas debían acudir a su inteligencia
    para sobrevivir.

    "picar"— debe sobrevivir picando, buscando
    comida.

    "pica"— lanza, como forma de salir de situaciones
    difíciles.

    Literalmente "pícaro" es un adolescente que debe
    sobrevivir mediante su astucia, por medios poco discretos y
    tratando de aprovecharse de todo.

    Generalmente es huérfano, y nunca
    progresa.

     

     

    Autor:

    Mauricio Alonso
    alonsos[arroba]adinet.com.uy

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