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La mujer noble germana




Enviado por ferhevia



Partes: 1, 2


    1.
    Introducción


    2. Los
    Inicios

    3. Las
    Mujeres


    5.
    Bibliografía

    1.
    Introducción

    Al iniciar este seminario se nos
    propuso trabajar sobre una fuente primaria que estuviera
    relacionada con el mundo germánico, ya fuera romana o
    netamente medieval. Ésta debía estar enfocada hacia
    un tema de nuestro interés,
    en mi caso, la historia de
    género.

    Para empezar, la "Germania", de Cornelio Tácito,
    es la primera fuente de estos nuevos pueblos en la frontera del
    Imperio Romano,
    en el año 98 D.C. Texto
    sintético, elaborado, informativo, es -entre otras cosas-
    un texto etnográfico y sociológico muy detallado de
    la temprana sociedad
    germánica.

    Dicho texto no sólo nos habla de estas tribus,
    sino que también reflejan la sociedad romana en la cual se
    encuentra inmerso el autor. Este detalle nos ayuda a comprender
    el porqué de una detallada descripción de la
    indumentaria, trabajos, comportamientos, relaciones y sexualidad
    femeninas. Habla con admiración y suspicacia de otra
    cultura.

    Pero la Germania es el punto de partida.
    ¿Qué pasó con las mujeres a través
    del tiempo?
    ¿De tantos cambios drásticos en su sociedad?
    ¿De las nuevas influencias, de Roma, de la
    sedentarización, del cristianismo?
    ¿Qué importancia tienen las mujeres en su
    sociedad?

    Mi tesis es la
    siguiente: la sociedad germana que 'emigró' a Europa era
    fundamentalmente guerrera. Esto produce, en las relaciones de
    género, una situación especial en el reparto de los
    roles. Como el hombre
    utiliza todo su tiempo en el aspecto bélico, la mujer
    -especialmente las de condición noble- debe
    desempeñar funciones
    diversas, que en tiempos de paz (después del siglo X) les
    serán quitadas lentamente. Analizando su actuación
    en distintas áreas, quisiera demostrar que este rasgo, la
    flexibilidad de las mujeres para asumir roles, es un elemento
    germánico que se presentará en las sociedades
    europeas posteriores. Estas funciones, que siempre se
    entremezclan, se pueden dividir en las siguientes:

    Rol Económico, en la administración de casas, tierras,
    cultivos.

    Rol Religioso, en la conversión,
    transmisión y difusión del cristianismo.

    Rol Político-Reproductivo, en cuanto las alianzas
    matrimoniales, los lazos familiares, y la procreación de
    herederos van estrechamente unidos.

    Rol Medicinal: en cuanto las mujeres conservan y
    transmiten conocimientos curativos y de cirugía,
    incluyendo los ginecológicos.

    En este estudio me referiré a las mujeres de
    condición noble, pues son las únicas a las cuales
    se tiene acceso documentado. Sólo de ellas han quedado
    rastros escritos, en este período crítico y
    formativo de la nueva sociedad europea, que surgirá con
    los reinos bárbaros. El marco cronólogico se
    extiende desde el siglo I A.C., con la composición de la
    "Germania", hasta los testimonios del siglo IX, sobre la vida de
    Santa Liutberga.

    La importancia de esta investigación radica en el desconocimiento
    general sobre las mujeres en este período. Los rastros que
    hay sobre ellas son pocos y están desperdigados. Y se ha
    escrito poco. Los vacíos documentales hacen más
    difícil la exploración en esta primera
    época. Además, el enfoque de género es un
    trabajo nuevo para mí.

    El principal problema, entre el siglo I y el VI
    especialmente, son las fuentes.
    Primero, en un principio son todas masculinas, hasta muy entrado
    el milenio. Segundo, los que escriben tienen prejuicios e
    intereses en juego. Si son
    romanos, escriben con angustia sobre un mundo que se derrumba y
    desaparece bajo el empuje de los "bárbaros". Si son
    germanos, intentan justificarse, y utilizan la escritura como
    un instrumento de poder, al
    dejar un registro de sus
    historias nacionales, y a la vez unirse al mundo romano que
    admiran.

    En cuanto a las fuentes de segunda mano, o
    bibliografía, todo lo que pude encontrar está
    incluido al final. Esto incluye libros,
    artículos, internet y enciclopedias. El
    gran aporte a este trabajo fue hecho por la "Historia de las
    Mujeres", en cuanto a la información y el trato de los datos. Las obras
    clásicas sobre la Edad Media, si
    no están al final, es porque arrojan pocas luces sobre un
    tema tan específico como el mío.

    2. Los
    Inicios

    El primer y más importante informante sobre los
    germanos primitivos es Cornelio Tácito (¿55? – 117
    D.C.), un historiador romano. Se le conoce por autoreferencias en
    sus escritos, y por las cartas que le
    enviaba a Plinio el Joven. Durante su carrera ejerció -al
    parecer- los cargos de cuestor, pretor, cónsul y
    procónsul (gobernador), mientras iba escribiendo sus
    obras. Éstas son:

    Obras Cortas

    Diálogo de Oradores (Dialogus de Oratoribus), una
    descripción de la educación
    romana.

    Vida de Agrícola (De Vita Lulii Agricolae), una
    biografía
    de su suegro, el general y hombre de
    Estado, Gnaeus
    Julio Agrícola.

    Germania (De Origine et Situ Germaniae), una
    etnografía exhaustiva de los pueblos germanos.

    Obras Largas

    Historias (Historiae), una historia del Imperio Romano
    entre el año 69 A.C. al 96 D.C. De los 14 libros se
    conservan 4 y parte del 5.

    Anales (Annales), probablemente llamado Ab Excessu Divi
    Augusti, 'desde la Muerte del
    Divino Augusto'. Es una historia de los emperadores julianos
    desde Tiberio hasta Nero, entre el 14 A.C. al 68 D.C. De los 16
    libros llegaron hasta nosotros 9 y algunos fragmentos.

    La "Germania" fue escrita, probablemente, entre los
    años 98 a 100 D.C., siendo contemporánea -pero
    posterior- a la Vida de Agrícola. Tácito
    vivió en la Galia Bélgica, donde pudo recabar
    información directa entre las tribus germanas que
    allí habitaban, lo que se complementaría con la
    información suministrada por militares y mercaderes.
    También utilizó fuentes escritas, como Posidonio,
    Aufidio Baso, Salustio, Tito Livio, Plinio el Viejo y Julio
    César. A lo largo del texto resalta el sentido moralista y
    político de Tácito, al admirar las 'buenas'
    costumbres de los germanos, en oposición a la corrupción
    y decadencia de Roma.

    La intención y el carácter de la obra es
    dividido en tres vertientes, según los
    expertos:

    "La Germania" era un esbozo, un ejercicio, para escribir
    sus Historias.

    Es un apéndice a dicha obra.

    Es una obra independiente. En ese caso,
    ¿Qué pretende?

    3.1) Advertir a Trajano del peligro germano para Roma
    (la 'virilidad' y fuerza)

    3.2) Es una obra de salón, un entrenamiento.

    3.3) Es un tratado con intenciones descriptivas
    étnico-geográficas.

    ¿Qué pueblos nos muestra
    Tácito? Por las investigaciones
    posteriores sabemos que los germanos pertenecen a la rama
    lingüística indoeuropea. Esto quiere decir, en
    nuestro caso, que en un principio todas las tribus hablaban un
    idioma similar, que con el correr del tiempo fue
    diferenciándose. Haciendo una extrapolación,
    podemos decir que tienen un acervo cultural común, el
    cuál también va evolucionando,
    complejizándose y diferenciándose. En este estado
    los describe Tácito.

    El autor informa de diferentes estados de evolución en las diversas tribus que
    describe. Así, las más cercanas al Imperio
    están introduciéndose en el régimen
    monetario, mientras que las lejanas viven mediante el trueque.
    Tienen regímenes políticos distintos: los catos
    eligen a sus jefes, mientras que los gotones tienen un
    régimen monárquico, y los sitones son gobernados
    por una mujer. En general adoran a los mismos dioses, pero hay
    variantes entre las preferencias y las prácticas. Algunos
    pueblos adoran preferentemente a deidades guerreras, como
    Wotan/Odín/Mercurio, mientras que otros a las divinidades
    de la fertilidad, Nerthus/Isis/Madre Tierra.

    En todo caso, se puede describir a las tribus germanas,
    en tiempos de Tácito, como sociedades guerreras
    seminómadas. Algunas están empezando un proceso de
    sedentarización, como los batavos, al entrar en contacto
    con el Imperio; mientras que los fenos, en tanto, no han iniciado
    este proceso.

    El texto es claro en cuanto a la división de los
    roles. Los hombres "Cuando no guerrean, se dedican algo a la
    caza, pero pasan la mayor parte del tiempo sin ocuparse de nada,
    entregados al sueño y a la comida."

    . La guerra, sus
    combates, son la ocupación del género masculino,
    junto con la adivinación y el sacerdocio. La mujer toma
    parte en esta ocupación: en las batallas son sus testigos
    y acicates. "Tienen a su lado a sus seres queridos y pueden
    oír el ulular de sus mujeres y los llantos de los
    niños; estos son los testigos más sagrados
    …"

    Además, la mujer guarda las armas, que ha
    recibido de su esposo, al cual también ella le regala
    armamento en su boda: "… la mujer, quien, a su vez, regala a su
    hombre algunas armas; a su juicio, éste es el mejor
    vínculo …"

    Por último, Tácito advierte: "Para que la
    mujer no se considere ajena al valor militar
    y a los avatares de la guerra, bajo los auspicios del incipiente
    matrimonio se
    le advierte que pasa a ser compañera de penalidades y
    peligros; que ha de soportar y arriesgarse a lo mismo tanto en
    paz como en guerra."

    Las mujeres tienen otros roles, propios a su
    género. La función económica, es decir, el
    cultivo de la tierra, la
    administración de los productos, la
    alimentación y la preparación de
    festines, y el cuidado del hogar recae en ellas: "Los más
    valientes y belicosos entregan el cuidado de la casa, el hogar y
    los campos a las mujeres, ancianos … La mujer y los hijos
    realizan las restantes tareas de la casa …"

    Tambien eran responsables de la fabricación de
    las telas, para producir ropa y objetos de uso
    doméstico

    Respecto al rol religioso, algunas mujeres eran
    respetadas como sacerdotisas y profetisas, como expone
    Tácito: "Es más, piensan que hay en ellas algo
    santo y profético, por lo que no desprecian sus consejos
    ni desdeñan sus respuestas. Vimos, en el reinado del
    divino Vespasiano, a Veleda, considerada por muchos como una
    deidad, y en otro tiempo veneraron a Aurinia y a muchas otras, no
    por adulación ni por divinizarlas."

    Esto explicaría, junto a la adoración a
    Nerthus, la "presencia de un sacerdote con atavío
    femenino"

    entre los naharvalos, y quizás el reinado
    femenino entre los sitones, probable rastro de un antiguo
    matriarcado. Esta actitud
    femenina de participación activa en la religión se
    unirá, más adelante, a la corriente de vigorosa
    presencia en la Iglesia de las
    mujeres en los primeros tiempos cristianos

    Las alianzas matrimoniales, junto a la
    reproducción, eran muy valoradas, pues proporcionaban
    redes de
    parentesco, en una sociedad en la que estos lazos son esenciales
    para las relaciones
    humanas y políticas.
    Los matrimonios se concertaban en los banquetes, a juzgar por
    esta cita: "Pero en los banquetes también deliberan sobre
    … el establecimiento de alianzas familiares …"

    Los lazos de sangre son los
    más fuertes, especialmente en la guerra: "Algunos estiman
    este lazo de sangre más sagrado y estrecho y lo prefieren
    a la hora de recibir rehenes, pensando que ata con más
    fuerza el ánimo y afecta a más miembros de la
    familia."

    Es conocida la buena impresión que dejaron en
    Tácito las costumbres sexuales de los germanos: la
    castidad de las mujeres, los duros castigos al adulterio, la
    entrega de la dote a la novia (al revés del mundo romano),
    y la belleza física. Explica que,
    en general, los germanos son monógamos

    , con excepción de los hombres bien situados
    (nobles, reyes, capitanes) que practicaban la poligamia, a
    quienes las novias les eran ofrecidas.

    "Acuden con sus heridas ante sus madres y esposas; ellas
    las repasan y examinan sin atemorizarse y llevan a los
    combatientes alimentos y
    ánimos"

    Nada dice Tácito sobre deidades curativas, aunque
    se supone que los dioses de la fertilidad como Nerthus/Madre
    Tierra debían tener algún poder secundario en esta
    área. En todo caso, la salud en general estaba en
    manos femeninas. Ellas curan, cosen, recetan, tratan las heridas
    y enfermedades de
    los hombres, y las propias. Es probable que de estas
    prácticas provengan las asociaciones medievales entre los
    brebajes mágicos y la brujería, con las
    mujeres.

    3. Las
    Mujeres

    El Imperio Romano, la gran civilización del
    mediterráneo, cuyas estructuras
    internas empezaron a debilitarse más o menos desde el
    siglo III D.C., ya tenía muchos problemas
    cuando los germanos se aparecieron en sus fronteras,
    atraídos por la civilización romana. Con la
    caída formal del imperio, y el ininterrumpido movimiento de
    los germanos por el continente, se creó un clima de
    hecatombe, de crisis, de
    tragedia. Era como 'el fin de los tiempos'. Luego del ir y venir
    de las tribus germánicas, que duraron hasta el siglo V,
    más o menos, vinieron las segundas oleadas: los vikingos,
    los normandos, los magiares, y los sarracenos, entre
    otros.

    Podríamos decir que hasta el siglo X Europa
    estuvo en un peligro constante, un estado de guerra -interno y
    externo- latente. El movimiento asiduo de guerreros, de luchas
    entre tribus y reinos, de peligro permanente, ayudó a
    crear una sociedad en la cual los roles no cambiaron
    sustancialmente desde los tiempos de Tácito.

    La naturaleza
    generalmente desordenada de la sociedad permitía un marco
    de acción más amplia para la influencia personal de las
    mujeres. En los pueblos fronterizos, según Margaret Wade
    Labarg los recursos
    humanos tan escasos tenían que ser utilizados de
    acuerdo con el talento de cada uno, debían fluir
    según las necesidades más urgentes.

    Entre los roles discernibles de la "Germania"
    empezaremos analizando el económico.

    Las funciones económicas

    El desarrollo
    más importante en la historia de las mujeres desde la
    época que escribió Tácito, fue la
    codificación de los derechos
    económicos

    Según Suzanne Fonay, inicialmente las mujeres
    germanas no heredaban y no podían tener propiedad
    alguna. Pero hacia finales del s. V, el precio de la
    novia se convirtió en el regalo a la novia. Así,
    "… los códigos pusieron a la novia germana en una
    situación paralela con el conjunto más favorecido
    de las mujeres romanas."

    El derecho visigótico establecía que en el
    caso de intestados, todos los hijos, varones o mujeres, heredaban
    por igual.

    Hubo naciones que, bajo la influencia romana, hicieron
    leyes
    más restrictivas, como los Códigos Sajón,
    Turingio y Sálico

    Desde los primeros tiempos, las mujeres recibían
    un ajuar de bienes
    domésticos y personales que, para desgracia de
    Tácito, ahora también incluye una gran cantidad de
    joyas y vestidos costosos.

    En la aristocracia, el servicio real
    y de guerra absorbían las energías de los hombres,
    de modo que la supervisión de las propiedades de la
    familia se
    dejaba en manos de las mujeres. Dhuoda

    , la esposa de Bernardo de Septimania, permaneció
    en su casa, en Uzes, y dirigió las posesiones rurales,
    mientras él pasaba el tiempo en la corte como
    chambelán Imperial.

    Nacida en una familia de la alta nobleza a principios del
    siglo IX, la casaron el año 824 con Bernardo, Duque de
    Septimania y primo de Carlomagno. El hijo de ambos, Guillermo,
    nació en noviembre del 826. Poco después
    -exactamente cuándo y por qué no se sabe- Bernardo
    envió a su mujer a Uzes, en el sudoeste de Francia, donde
    parece haber pasado el resto de su vida, separada de su marido.
    Aprendió a vivir sola, a gobernar los campos, a pedir
    préstamos a cristianos y judíos para armar a su
    marido (otra costumbre que conservan). En el 841 nació
    Bernard, a quien el padre se llevó a la Corte al
    niño a toda prisa, sin bautizar. Guillermo estaba en la
    corte de Carlos el Calvo, como prueba de la lealtad de Bernardo
    hacia el rey. Dhuoda, sola en su castillo, le escribió un
    manual de
    educación a su primogénito. En el tratado le
    explica sus ideales religiosos y mundanos, "… se trata de un
    notable retrato de una dama digna y culta, golpeada, pero no
    abatida por las dificultades de la vida."

    El manual expone muy claramente el doble sistema de
    valores que
    Dhuoda deseaba presentar a su hijo: el servicio a Dios, por
    supuesto, pero también la adecuada defensa del ideal de
    una existencia noble en esta vida. Dhuoda insiste en que debe
    actuar noblemente, respetando los rangos y haciendo
    dádiva, pero mostrando también cortesía con
    todos, no sólo con sus iguales. Dhuoda está
    convencida de que esta conducta, cuando
    se combina con la devoción cristiana, le traerá
    tanto felicidad terrenal como la salvación eterna. Su
    libro es un
    notable retrato de la propia Dhuoda con todo su anhelo humanos de
    una vida normal con sus hijos, pero con una auténtica
    devoción religiosa y la dignidad y el autocontrol que se
    podía esperar de una mujer de su alcurnia.

    La reina carolingia supervisaba el palacio, los estados
    reales, y representaba a su marido en ausencia de éste. La
    posición la adquiría cuando era ungida y coronada,
    las concubinas no llegaron a tener este poder. En su Capitulare
    de Villis, Carlomagno declaró que lo que la reina ordenara
    a los jueces, ministros, senescales y escanciadores, debía
    ejecutarse al pie de la letra. En una época en que no se
    distinguía entre el poder privado y público de un
    gobernante, era éste un poder enorme. Hincmar de Reims
    explicó, dos generaciones después, que la reina,
    con ayuda del chambelán, también estaba a cargo del
    tesoro real. Agregó que el rey no podía verse
    implicado en tales trivialidades domésticas. Las reinas
    merovingias también tenían acceso al palacio y al
    tesoro, pero el chambelán ejercía las funciones
    administrativas, que luego pasarán a las reinas
    carolingias.

    La vida de santa Liutbergaescrita por un monje de
    Halberstadt que la conoció, nos muestra la vida de una
    niña educada por la condesa Gisla para administrar los
    dominios de la familia. La condesa le enseñó a
    manejar las diversas y desperdigadas posesiones. "Gobernaba la
    casa no sólo con palabras sino con el ejemplo de la virtud
    nos dice el monje, por la virilidad de su alma. Viajaba con la
    condesa, practicaba la caridad, ayudaba a los enfermos
    necesitados, daba consejos y estudiaba. Fue canonizada en el s.
    IX , por milagros de curación y resurrección, poco
    después de su muerte.

    Las Funciones Religiosas

    Las mujeres ejercieron un papel
    importante en la conversión de los hombres, especialmente
    las princesas y reinas. En el paganismo sus consejos eran
    escuchados y muchas ejercían la profesión
    sacerdotal. Esto fue de ayuda cuando llego la hora de expandir el
    cristianismo.

    El caso más claro lo presenta Gregorio de Tours
    con la conversión de Clodoveo por la reina
    Clotilde:

    "Gondioc, rey de los Burgundios, del linaje del rey
    perseguidor Atanarico, de quien ya nos hemos ocupado más
    arriba, tenía cuatro hijos: Gondebaudo, Godegisilo,
    Chilperico y Godomer. Gondebaudo asesinó a su hermano
    Chilperico haciendo tirar al agua a la
    mujer, con una piedra al cuello, y exilió a las dos hijas;
    la mayor, que tomó el velo, se llamaba Crona; la menor,
    Clotilde. Con ocasión de una de las numerosas embajadas
    enviadas por Clodoveo a los burgundios, sus enviados encontraron
    a la joven Clotilde. Informaron a Clodoveo de la gracia y de la
    sabiduría que habían constatado en ella y de los
    informes que
    habían recibido acerca de su origen regio. Sin tardar, la
    pidió en matrimonio a Gondebaudo. Este, considerando las
    consecuencias de una negativa, la remitió a los enviados
    que se apresuraron en llevarla ante Clodoveo. Al verla el rey
    quedó encantado y la desposó, a pesar de que una
    concubina le había dado ya un hijo, Thierry.

    Lo primero que se establece es su origen regio, pues los
    parientes y los lazos familiares influyen, positiva o
    negativamente, dependiendo del caso.

    De la reina Clotilde tuvo un primer hijo. Deseando
    bautizarlo, insistía a su marido: "Los dioses que
    tú veneras no son nada, incapaces son de ayudarte, ni de
    atender los deseos de cualquier otro. Son ídolos de
    piedra, de madera o de
    metal. Los ridículos nombres que les das no son nombres
    divinos, son hombres los que los han llevado, lo testimonia
    Saturno de quien se dice que huyó por temor a ser
    destronado por su hijo, lo testimonia Júpiter mismo,
    mancillado con el fango de todos los estupros,
    corrompiéndose con hombres, sin respetar sus propios
    parientes, él, que no se podía contener de
    compartir el lecho con su propia hermana, como ella misma lo
    dijo, hermana y esposa de Júpiter. ¿De qué
    han sido capaces Marte y Mercurio? Esos son unos hechiceros, su
    poder no es de origen divino. El Dios al que hace falta rendir
    culto, es aquel cuya palabra ha sacado de la nada el cielo, la
    tierra, el mar y todo lo que ellos encierran, que ha iluminado
    el sol,
    llenado el firmamento de estrellas, poblado las aguas de peces, la
    tierra de seres vivos, el aire de aves. Es por
    su voluntad que los campos producen las cosechas, los
    árboles los frutos, las viñas las uvas, es de su
    mano que el género humano ha sido creado. Gracias a su
    liberalidad, la creación entera está al servicio
    del hombre, le está sometida y le colma de sus
    beneficios". La reina decía bien, pero el corazón
    del rey permanecía insensible a las exigencias de la fe.
    … No obstante la reina, obedeciendo a su fe, pidió el
    bautismo para su hijo; hizo tapizar la iglesia de velos y de
    tinturas para que el rito incitara a la creencia a quien sus
    palabras no alcanzaban a tocar. Ahora bien, el niño,
    bautizado con el nombre de Ingomer, murió revestido de la
    ropa bautismal (in albis obit). Por ello el rey, irritado, se
    encolerizó con la reina: "Si el niño hubiera sido
    consagrado a mis dioses, ciertamente que habría vivido;
    pero porque ha sido bautizado en el nombre del vuestro, le ha
    sido imposible vivir". A lo cual la reina respondió:
    "Agradezco a Dios Todopoderoso, creador de todas las cosas, que
    me ha hecho a mí, indigna, el honor de abrir su reino al
    fruto de mis entrañas. Mi alma no ha sido dañada
    por el dolor, porque, lo sé, arrebatado de este mundo en
    la inocencia bautismal, mi hijo se nutre de la
    contemplación de Dios". Ella tuvo luego otro hijo que
    recibió en su bautismo el nombre de Clodomir. Habiendo
    éste enfermado, el rey dijo: "No le podía pasar
    sino lo que a su hermano, es decir, morir tan pronto como hubiese
    sido bautizado en el nombre de vuestro Cristo". Pero gracias a
    las oraciones de su madre, el niño se restableció
    bajo la orden del Señor.

    El momento de la prueba, y la conversión, La
    reina no cesaba de rogarle para que conociera al verdadero Dios y
    abandonase los ídolos; pero no pudo sacarlo de esta
    creencia hasta el día en que fue declarada la guerra
    contra los alamanes, guerra en el curso de la cual fue impulsado
    por la necesidad a confesar lo que había renunciado hacer
    voluntariamente. Llegó el momento, en efecto, en que el
    conflicto
    entre los dos ejércitos degeneró en una violenta
    masacre y el ejército de Clodoveo estaba a punto de ser
    exterminado. Viendo esto elevó los ojos al cielo y, con el
    corazón compungido, emocionado hasta las lágrimas,
    dijo: "Oh, Jesucristo, al que Clotilde proclama hijo del Dios
    vivo, tú que ayudas a aquellos que sufren y que le das la
    victoria a aquellos que tienen fe en ti, te imploro devotamente
    la gloria de tu asistencia; si tú me das la victoria sobre
    estos enemigos y si experimento la virtud milagrosa, que el
    pueblo consagrado a tu nombre se dé cuenta que ella viene
    de ti, creeré y me haré bautizar en tu nombre. Yo,
    en efecto, he invocado mis dioses, pero, como ya me he dado
    cuenta, se han abstenido de ayudarme. Creo, pues, que ello se
    debe a que no tienen poder alguno, puesto que no vienen en
    socorro de sus servidores. Es a
    ti a quien invoco ahora, es en ti en quien deseo creer, tanto
    como pongas en fuga a mis adversarios". Apenas dijo estas
    palabras, los alamanes dieron vuelta la espalda y comenzaron a
    huir. Como su rey había muerto en el combate, se rindieron
    a Clodoveo diciendo: "Por piedad, no dejes morir más
    gente, en adelante haremos lo que desees", y él, habiendo
    terminado así la guerra, después de comunicar al
    pueblo la paz contraída, entra y le cuenta a la reina
    cómo, invocando el nombre de Cristo, había obtenido
    la victoria. [Todo esto sucedió a los quince años
    de su reinado].

    Entonces la reina hizo venir a escondidas a San Remigio,
    obispo de la ciudad de Reims, para fortalecer en el rey "la
    palabra de la Salvación".

    El obispo lo llamó en secreto y le instó a
    que creyera en el verdadero Dios, creador del cielo y de la
    tierra, y abandonara los ídolos que no podían serle
    útiles ni a él ni a nadie. Pero este último
    respondió: "Te he escuchado atentamente, muy santo padre;
    sin embargo, hay que considerar que el pueblo que me sigue no
    tolerará abandonar sus dioses; en todo caso yo les
    hablaré conforme a tu palabra". Se devolvió hasta
    donde estaban sus hombres y en el momento mismo que tomó
    la palabra, el poder de Dios se le adelantó y todo el
    pueblo gritó al unísono: "A los dioses mortales los
    rechazamos, piadoso rey; es al Dios inmortal que predica Remigio
    al que estamos dispuestos a seguir". Estas noticias le fueron
    comunicadas al prelado. Este, lleno de gozo, hizo preparar la
    pila bautismal. Las calles fueron cubiertas con guirnaldas de
    colores, la
    Iglesia adornada con cortinas blancas, el bautisterio preparado,
    fueron esparcidos perfumes, fragantes cirios brillaban, todo el
    bautisterio estaba impregnado de un olor divino, y Dios
    colmó de tal manera a los asistentes con su gracia, que
    estos se sentían transportados a los perfumes del
    Paraíso. Clodoveo fue el primer rey que pidió ser
    bautizado por el pontífice. Avanzó, cual nuevo
    Constantino, hacia la pila bautismal, que había borrado la
    enfermedad de una vieja lepra, para limpiar, con agua fresca, las
    sórdidas manchas antiguamente adquiridas. Cuando
    entró para el bautismo, el santo de Dios se dirigió
    hacia él con voz elocuente en estos términos:
    "Despójate humildemente de tus collares (mitis depone
    colla: inclina humildemente la cerviz). Oh, Sicambrio, adora lo
    que quemaste, quema lo que adoraste"."

    Las arengas y explicaciones de su mujer son, en este
    relato, esenciales para convencer a Clodoveo del poder de la
    nueva religión. Ella es la transmisora de esta nueva
    verdad religiosa, y lucha contra el paganismo de su marido.
    Insiste y ruega, enseña y suplica. Prepara el terreno para
    los milagros. Luego el rey las pone a prueba con su ruego en la
    batalla, y su plegaria es respondida. Vemos que la Reina manda
    llamar a un obispo para que enseñe al rey los misterios de
    la fe, y al final, es bautizado por el
    Pontífice.

    A través de las alianzas matrimoniales, que
    serán analizadas más adelante, vemos como las
    princesas, que nunca viajan solas, expanden la fe que practican.
    Beda el Venerable

    explica como el rey de Kent, Ethelbert, empieza a
    conocer la doctrina cristiana por medio de su esposa, la princesa
    franca católica Berta, que viaja con el obispo Liudardo,
    para cumplir con su fe.

    Las mujeres que se veían libres de los cuidados
    del matrimonio eran las que escapaban a un monasterio para
    permanecer en la virginidad y la viudedad o las que se quedaban
    en casa como mujeres sagradas de Dios

    Ya las mujeres de los reyes merovingios, lombardos y
    anglosajones habían escogido el retiro a una
    institución religiosa cuando enviudaron. Por ejemplo, la
    reina Clotilde, después de la muerte del rey Clodoveo,
    paso el resto de la vida el la Basílica de San
    Martín. La reina Ansa, lombarda, se unió a su hija
    en el monasterio de San Salvatore en Brescia, después que
    su marido fue destronado por Carlomagno. La reina Eteldreda
    insistió durante mucho tiempo en retirarse de este mundo y
    finalmente obtuvo el reticente consentimiento del rey Egfried
    para que entrara en el monasterio de Coldingham. La mera
    naturaleza del papel de esposa en la familia
    aristocrática, llena de su riqueza mueble, de joyas,
    comida y vestimentas, daba oportunidad a las mujeres para
    establecer alianzas con obispos y abades.

    Además de las mujeres casadas, las abadesas
    también desempeñaron un papel esencial en la
    transmisión de la cultura, a través de la
    cristianización mediante la fundación de conventos
    femeninos, centros de producción y cultura. Entre las más
    famosas se encuentran la reina, y luego abadesa, Radegunda, y la
    abades Hilda de Whitby. Estas eran mujeres de elevado rango
    social, grandes administradoras y devotas religiosas.

    Santa Radegunda (518 – 587) era princesa de Turingia por
    nacimiento. Había sido capturada por Clotario, el hijo
    más joven de Clovis, primer rey cristiano de los Francos.
    La princesa que fue educada en un convento francés en
    Athies, donde se convirtió en una mujer católica y
    culta, que leía el latín con facilidad.
    Según Margaret Wade L. Clotario seguía siendo un
    bárbaro, tuvo por lo menos cinco mujeres. Su matrimonio
    fue un fracaso, sobre todo porque no tuvieron hijos, y al marido
    le incomodaban las actividades devotas, caritativas y
    ascéticas. Según Venantius Fortunatus el
    biógrafo de la reina, éste ejercía los
    poderes propios de una reina en el ámbito judicial y
    administrativo, contrariando a su marido. Después de
    quince años vino el quiebre del matrimonio, Clotario
    mandó a asesinar al hermano de Radegunda. Esta huyó
    del rey y de la corte, logrando convencer al santo obispo
    Medardro, de que le permitiera profesar para defenderse de la
    persecución de su marido. Fundó en Poitiers el
    monasterio de Ste-Croix, que se convirtió en un centro de
    letras, que contaba incluso con un poeta residente, Venantius
    Fortunatus.

    Hilda de Whitby era sobrina nieta del rey Edwin de
    Northumbria. Tenía treinta años cuando
    decidió entrar a la abadía de Chelles, cerca de
    París. Aidan, el santo obispo de Lindisfarne, la hizo
    regresar a su casa, ya que quería su ayuda para
    cristianizar a los habitantes de Northumbria. Hilda fundó
    varios conventos, pero su fama se debe a la condición de
    abadesa de Whitby, uno de los más célebres
    monasterios dobles, esas comunidades insólitas que
    tenían secciones separadas de monjes y monjas, aunque
    unidas por el gobierno de una
    abadesa. Whitby era famoso por su celo religioso y su cultura.
    Participó activamente en el Sínodo de Whitby en el
    año 664, que definió el rumbo de la nueva iglesia
    británica

    Beda le dedicó un capítulo completo de su
    libro IV, dejando constancia de la religiosidad, fama, e inteligencia
    de esta mujer.

    El Rol Político/Reproductivo

    Se entremezcla mucho con el anterior, pues las mujeres
    religiosas poderosas tenían influencia política. Esta
    unión de los poderes estaba muy acentuada en los primeros
    reinos bárbaros, que usaban al cristianismo como un medio
    de unión y fortalecimiento de las
    monarquías.

    Los germanos descritos por Tácito practicaban las
    políticas de alianzas mediante matrimonios. Esta costumbre
    se mantuvo y fue practicada por reyes de todas las naciones
    germanas. Estos repartieron a sus hijas entre sus aliados, entre
    antiguos enemigos (para sellar la paz), y entre sus iguales
    (otros reyes). Las prácticas del matrimonio obedecen
    también al hecho que no se podían casar entre
    parientes cercanos (hasta el séptimo grado), por lo que
    debían buscar esposas lejos de su patria. Así, se
    intercambiaban conocimientos y prácticas
    distintas.

    Carlos el Calvo entregó a su hija Judith al rey
    de Inglaterra
    occidental, Ethewulfo. Ethelbert, rey de Kent, recibió a
    Berta, otra princesa franca. Sigiberto

    hijo de Clotario y rey franco de Austrasia, quiso
    casarse con otra princesa, esta vez del reino visigodo del sur,
    la princesa Brunekhilda. Su hermano, Chilperico, sigue su
    ejemplo, y se casa con la hermana mayor de la última,
    Gailswintha. Radegunda fue un trofeo de guerra, de sangre real,
    para Clotario. Teodorico el Grande, rey de los ostrogodos,
    casó a sus hijas con distintos reyes francos, burgundios y
    visigodos. Eghinardo, el biógrafo de Carlomagno, le
    reprocha sutilmente a éste que no haya casado a sus
    hijas.

    La práctica de la poligamia entre los reyes y
    nobles fue muy común hasta el siglo IX, cuando la Iglesia
    empieza a elaborar sus estrategias
    matrimoniales futuras

    y a predicarlas. Hasta ese momento, (el de la
    polémica por el divorcio de
    Lotario II, rey de Lotaringia, y su mujer Tetberga.) la Iglesia
    no se inmiscuía mucho en las prácticas sexuales y
    matrimoniales de la población.

    Según Gregorio de Tours entre los reyes
    merovingios cuatro practicaron la poliginia: Clotario I,
    Cariberto I, Chilperico I y Dagoberto I. Dos de las mujeres de
    Clotario, Ingunda y Aregunda, estuvieron casadas con él al
    mismo tiempo. Chariberto dividió su atención entre
    dos hermanas, Meroflea y Marcoveifa, y una mujer adicional,
    Teudegilda. Chilperico practicó la poligamia antes de
    casarse con Glaswinta. Dagoberto se había casado con la
    deseable Nantilda y otras dos mujeres.

    El Rol Medicinal

    Este pequeño punto se refiere a los conocimientos
    medicinales que las mujeres germanas, especialmente las nobles,
    heredaron de antiguo, y aumentaron con la sabiduría
    romana. En un principio curaban a los heridos de guerra, como nos
    cuenta Tácito, pero más adelante esto se
    ampliará. Santa Liutberga

    tenía, entre sus funciones primordiales, el
    cuidado de la salud de todos los seres humanos de la casa de su
    patrona, tanto nobles como humildes. Esto no era sólo
    caridad, era un deber de las damas.

    Según Margaret Wade L. el conde Ekkehard, un
    noble de Borgoña del s. IX, legó un libro de
    ginecología a su cuñada . La autora afirma "era
    perfectamente lógico que el libro de ginecología
    fuera legado a una mujer ya que los alumbramientos y los
    problemas que acarreaban eran competencia de
    las mujeres y una obra de ese tipo bien podía ser
    conservada como libro de consulta por una gran dama".

    Esto sugiere la considerable responsabilidad en la supervisión del
    tratamiento de las heridas y dolencias de los que
    dependían de la gran dama. La medicina de esa
    época se basaba, casi exclusivamente, en el sentido
    común la experiencia y un conocimiento
    de las propiedades curativas de la hierbas.

    Los monasterios de la alta Edad Media tenían
    grandes enfermerías y sus propios huertos de hierbas
    medicinales. Probablemente los mejores médicos
    también. Sin embargo, los primeros cuidados los
    suministraba, generalmente, la señora del castillo. Para
    ella los libros de consulta serían muy valiosos, y
    además le permitirían transmitir la
    información adecuada a los que cuidaban enfermos de las
    clases más humildes.

    En todo caso, la literatura recogerá
    esta función de las damas nobles. En el Romance de
    Tristán e Isolda, ella acude a cuidar al héroe
    herido, en su lecho de muerte.

    Partes: 1, 2

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