Indice
1.
Introducción
3. La expresión política de la
democracia
4. La re –
integración
"Esta crisis global
de nuestras sociedades y
que sólo en su globalidad puede ser comprendida realmente
es ante todo política. Esta crisis
política es crisis de la capacidad para resolverse a
sí misma; desemboca en una crisis social, la sociedad no
percibe ella misma de manera coherente y es progresivamente
incapaz de construir su unidad y en una crisis cultural por haber
perdido el individuo sus marcos de referencia y sentirse perdido
en el vasto mundo."
Generando, elevadas dosis de desconfianza cuando no de
rechazo hacia las instituciones
y componentes básicos del sistema
democrático, una preocupante desvalorización de lo
público y una creciente despolitización de la vida
social.
En lo que se puede llamar linealmente
civilización, ha sido benéfico y concurrencial para
el hombre en
su proyección evolutiva, hacerse un imaginario
político ubicado desde su contemporaneidad; es por ello
inevitable para nosotros cuestionar los esquemas políticos
regentes si no es bajo el óptica
de una visión global y a la par postmoderna; con preguntas
retóricas impensables, manifestadas dentro de una
ideología en crisis y justificables a manera especulativa
debido a las aceleradas y amplias transformaciones
consecuenciales que sufre nuestro sistema, el democrático,
consagrado en la constitución, como parte esencial del
preámbulo. Y es precisamente desde este momento que las
interrogantes afloran:
¿Existe democracia en
una sociedad "masificada individualmente" y será que ello
permite la dirección representativa de la misma? ;
¿Son las políticas
privadas las depositarias de la fragmentación
pública del Estado en
tensión con la pluralidad de unos posibles ciudadanos? Y
por último ¿Es posible desde el tejido
sociopolítico pensar en una legitimación o
deslegitimación?
Claro está, las respuestas pueden tornarse
inusitadas, difíciles de dilucidar sin antes
interiorizarlas, sin sospechar la participación explicita
de cada uno y sin entender el protagonismo vital del ciudadano
"material" comprometido; ello en mira de una lozana
interpretación, satisface nuestra importancia
prístina, el despertar conciencia a la
sensibilización del carácter político formal
de la persona frente a
la actual crisis política y perpetuando en la
valoración social de un verdadero esquema de Estado;
configurando así el primer peldaño a una educación
constitucional accesible para todos y no solo para los pocos de
una Facultad de Derecho (¿y ello es
democracia?…)
Con estas iniciativas se esbozará en una primera
parte el lugar de la política vista dentro del marco
societal (sociedad – estado) sin olvidar la directriz
económica que exige la modernización de la modernidad en una
democracia – necesaria en principio – formal; y de esta
forma, si es posible en una segunda parte con las referencias
políticas actuales construir la mal denotada democracia
real en una sociedad fragmentada interiormente e integrada
globalmente.
Para ello, el sustento teórico ha sido
extraído del sabor amargo que deja al leer el texto de Juan
Ramón
Capella "La Fruta Prohibida"; "Estado, gobierno y
sociedad" de Norberto Bobbio; y algunos apartes de Vladimiro
Naranjo en su libro
"Teoría
Constitucional e Instituciones Políticas".
Muchos autores desde la antigüedad, han considerado
con aguda fijeza la inutilidad de separar los conceptos Estado y
Sociedad de la noción democracia, ello debido a la
tradicional idea del hombre como un
animal político y por ende sociable. Pero ahora, donde se
han perdido difusamente las fronteras entre lo público y
lo privado, vale decir, entre la gama dual de lo político,
entendido en su concepción clásica, como aquello
que rige sobre los asuntos públicos, y lo social, como una
institución de interrelaciones privadas (verbigracia:
sociopolítico); se ve la necesidad primigenia de la
disección para entender los límites del sistema
democrático y con esto lograr su movilidad, ya que la
carencia de este elemento lo ha tolerado y fosilizado, a tal modo
que se habla desde varios siglos atrás de su
crisis.
¿Será que el ciudadano tiene certidumbre
de su campo de acción, cuando todo le es posible, hasta la
corrupción
pública?
¿Cuál es entonces el Estado
garantizador de los derechos, tu "buen
vecino"?
En el Estado
En nuestra época, las vicisitudes que afronta el
Estado son producto en
buena medida, de las inconclusas demandas de un factor
poblacional más no social, como secuela del
intervencionismo; convirtiéndolo en un Estado eficaz, es
decir, que no debe ser su obligación sino un interés
correspondiente a aquel sector de la población industrial y en menor
cuantía como necesidad para legitimarse entre los llamados
solidarios. Por lo tanto, para actuar con eficacia el
Estado se tecnifica hasta el punto de la descentralización funcional o dependencia
autónoma, y son en estos nuevos espacios los que
configuran el accionar del aparato estatal.
Entonces, preguntarnos por el lugar de la
política, es señalar aquellas disciplinas,
obviamente tecnificadas y aún incompletas que han
proliferado en el medio como respuestas mesiánicas entre
la conciencia colectiva, que bien podríamos llamarlas,
especializaciones o profesiones políticas; y en ello la
principal es la administración judicial remplazando a la
gestión
del gobierno central, por ser ésta el último
contacto jerarquizado del Estado para con el ciudadano formal y
la verdadera garantía horizontal de los derechos del
poblador para con aquél. En otros términos la
profesionalización política ha sido un
fenómeno connatural a la judicialización de la vida
social, demostrando de nuevo la infundada mixión
público – privado o más bien privado –
público, ya que aquel constituye entre telones a
éste; por lo cual, la supremacía del escrito
poder judicial
sobre los demás poderes es una tendiente a ser
privatizado. Además el carácter proferido por la
sentencia se ha acentuado como pilar para la conformación
de cualquier comunidad
política, debido a su gran ventaja de adaptabilidad,
temporalidad y en la mayoría de los casos para la parte
fuerte, por su eficacia; características que encajan en la
época postmoderna. Esta es la razón atenuante del
carácter permanente de la ley, perdiendo
con ello su respeto y
así desarticulando la democracia, vale decir, su
interiorización; llegando hasta el caso de apelar a
instituciones extranjeras por la protección de los
derechos fundamentales, supravalorándolas, cediendo con
ello soberanía y generando por último un
nuevo intervencionismo, ahora de políticas internacionales
o tratados
públicos.
Este hecho, constata la crisis política en la
configuración dentro del nuevo orden mundial, en los mega
bloques económicos y en la búsqueda de identidad
nacional de una sociedad masificada; en un Estado, como el
colombiano, en donde es impensable responder a las demandas
"sociales" sin ayuda extranjera, transformándolas en el
fondo en un negocio de Estados y a la postre demuestra que
está desorientada la llamada educación
política porque en una palabra no se atiende al bien
común, a la sociedad.
Claro está, en un país de economía dependiente,
atender a las necesidades de los ciudadanos "tuteladas por el
Estado" como lo son vivienda, salud y educación
exige inversión social y ella está
desbordada, por una parte porque no hay sociedad y por otra
porque aquellas ayudas son para financiar los gastos por rublos
de funcionamiento mal vista por sus usuarios; y si no, es para
aplacar los problemas de
"interés mundial".
El lugar político de la democracia
en el Estado,
lo ha desaparecido de su entitativa
autoridad
abstracta.
En la Sociedad
Paradójicamente mientras en el Estado hay una
profesionalización política, nos encontramos frente
a una despolitización social; puede pensarse una
separación de lo privado con lo público, una
desvinculación de la sociedad con la política; pero
la visión poblacional, masificada no permite analizar en
democracia sino en "montón-cracia", logrando con ello un
efecto contrario, desapareciendo los límites de las
esferas del poder.
Aún más, esa espesa envoltura humana, en la cual se
respira aires neoliberales, ha tipificado excluyentemente la
noción de sociedad a un plano meramente privado, en donde
no encuadra la pluralidad, vale decir, es verdaderamente un
gobierno entre iguales o democracia formal, basada más en
la igualdad
política que económica.
Tal es el motivo de la afirmación que la sociedad civil,
la ciudadanía no existe porque no hay presencia del
Estado, entendida desde la carencia de representatividad
pública, fundamentada en la actual debilidad de los
partidos
políticos al cercenar las prácticas ciudadanas
a una de sus dimensiones: la electoral; vale decir, la
representación como núcleo fundamental de la
democracia está afectada, ya que por un lado
permitió la pérdida de legitimidad estatal y de
identidad
partidista, mientras que por otro, la despolitización y el
"clientelismo".
Pero, hoy en día, la preocupación se torna
hacia la tensión generada al sustituir el centro
político del Estado por la aparente colectividad, viraje
motivado por la deuda externa y
por la transición recíproca público –
privado; reflejándose en la adopción
de un sistema contradictorio, desplazado hacia la sociedad civil
y al mercado
libre.
La política institucionalmente se sigue
desarrollando en el sistema de partidos y en la expresión
electoral, pero redefiniéndose en nuevas organizaciones de
identidad política no partidista con acciones por
fuera de los canales institucionales representativos, enmarcadas
más por el movimiento que
por la estructura, lo
que significa sus altos grados de flexibilización y
desregulación dentro del ámbito territorial
étnico.
Es así que, la despolitización social
responde a las expectativas políticas del Estado
masificado; con la variante creativa de un ideal
democrático basado en la refundación
política social, yacida sobre la crisis del nuevo orden
político – democrático.
El lugar político de la democracia en la
Sociedad, ha desbordado las concepciones tradicionales sobre el
Estado, despolitizándola con la "masificación
individual" hasta su reinvención en la
multiplicación de centros políticos pluralizados,
indeterminados.
3. La expresión
política de la democracia
"La democracia es el peor sistema
político concebido por el hombre…
con excepción de todos los demás"
Winston Churchill
El nuevo ideal democrático
Es pertinente trazar desde aquel marco societal – la
constitución de la sociedad civil como centro
político – las diversas concepciones sobre la democracia;
pues reclama una renovación de la forma de hacer
política a través de un sistema que consolide y
delimite la trama sociopolítica; valga aclarar su
ordenación cultural como un ideal para su
interiorización y de allí derivar la "responsabilidad ciudadana". Por ello se insiste en
las autonomías, en los autogobiernos, en la
participación ciudadana en todos los ámbitos de la
vida social, en la descentralización del poder y en el
fortalecimiento de las democracias locales y regionales. Se
intenta, desde este propósito democrático, la
transformación de prácticas socioculturales
jerárquicas, verticales y autoritarias, para lograr la
aceptación de las diferencias, la tolerancia y el
respeto mutuo, vale decir, la conformación del Estado
voluntarista.
Este nuevo ideal democrático está ligado
con las estrategias
contractuales pormenorizadas, a través de las cuales se
establecen consensualmente las reglas de juego y los
propósitos susceptibles de generalizarse para lograr
espacios mínimos de convivencia social, en miras a un
proceso de
reintegración.
No se trata ya de tener una idea sustantiva de la
democracia con contenidos fijos o de pensarla como un fin en
sí misma, sino de asumirla como un proceso continuo que
transforma todos los espacios público – privados,
políticos y sociales, en la búsqueda incesante de
identidad propia.
Pero no puede pensarse la democracia fuera de lo que
compone la "aldea común" dirigida socio
céntricamente, en este caso por potencias, la cual
estereotipa la propuesta neoliberal de más mercado y menos
Estado; es decir, la
globalización permite abastecer la idea de una
democracia real en países competitivos, donde
efectivamente todos los asociados tienen las mismas oportunidades
prácticas de los principios
liberales, la cual consiste en satisfacer al hombre sus
necesidades básicas, para que pueda actuar conscientemente
en la vida política y participar en ella de manera
independiente y libre. La otra cara, los países no
competitivos, para que exista una democracia real, para tener
acceso a la igualdad de oportunidades en un plano
económico, se debe buscar primero la educación.
Entonces es prioridad del ideal democrático, a
través de la intervención activa civil, responder
proporcionalmente a la protección de igualdad de
oportunidades, reproduciendo una competencia
voluntaria y equilibrada; resaltando a la vista, la necesidad de
convocar la democracia participativa de la cual deviene un Estado
competente; es desde la sociedad que se debe construir. Valga
aclarar que este ideal democrático no es tan nuevo, sino
que se emplea la palabra para connotar una de sus acepciones, la
renovación, como una constante ya hoy desgastada que se
exige así misma cambiar, porque las democracias en general
están expiadas en fin último por sus integrantes,
como lo diría Tocqueville: "En cambio en las
democracias todos los ciudadanos son independientes e ineficaces,
casi no pueden hacer nada solos, y ninguno puede obligar a sus
semejantes a prestarle sus cooperación. Si no aprenden a
ayudarse libremente, todos caen en la impotencia" y en la
inmovilidad del sistema, en nuestros días abandonado a la
globalización. Lo cual nos da pie para
pensar en una reestructuración de la democracia donde se
demande por la ordenanza de espacios de cooperación
.
El nuevo ideal democrático debe pender de su
democratización
La disposición de espacios de cooperación
donde fluctúe la democratización social, como nuevo
centro de decisión política al cual se congregue
libre e independientemente, dentro de la conformación de
un todo voluntarista que garantice la igualdad de beneficios de
las distintas opciones políticas, a una
participación conciente – programática del
sistema democrático real, con base en un equilibrio
económico; exige una forma de regulación social
entre sus miembros, lo cual permite deliberar en avocar un
sistema democrático de representación directa, vale
decir, un sistema que integre la democracia directa con la
representativa y a la vez consienta bilateralmente con el proceso
de ampliación de la misma, de la democratización
del régimen político y de la sociedad.
Y es, a través de estos espacios de
cooperación, por los cuales se debe ejercer una democracia
directa que aliente mediatamente a una participación
activa del individuo o ciudadano "material" comprometido. Pero
esta cooperación es errónea si se considera
más que una construcción plural entre sus miembros,
como una colaboración solidaria; su objeto pues, es la
permisión accesible mediante pactos determinados a la
amortiguación de necesidades políticas – en sentido
estricto – que infieren insuficiencias económicas locales;
propugnado con ello a una desmembración estatal del poder
en la toma de
decisiones, sin corroborar en la escisión
territorial.
Claro está, estos espacios tendrían un
carácter interdependiente, ya que se relacionarían
por una representación en la superficie económica –
en un espacio de cooperación único pero
fragmentado, por medio de la aplicación de la democracia
representativa – condicionada con la redistribución
proporcional a los espacios de cooperación directa; la
idea cede a un control
político territorial de la economía nacional, por
lo tanto la representatividad se daría en macro de las
políticas económicas de los espacios de
cooperación, en el cual confluirán intereses
descentralizados para el progreso de la sociedad en general, es
decir, se logra redefinir la esfera pública pensada desde
la globalización, dejando atrás por una parte, las
nociones pretenciosas de nación y por otra, la
inmovilización de la avanzada privatización social,
mediante el encuadramiento de un ideal de bien común
desarrollado en el mercado.
El lineamiento conjunto se edifica sobre una
gobernabilidad democrática, en la cual los preceptos
económicos adquieran valor real,
respetando la autonomía política de cada espacio de
cooperación.
El nuevo ideal democrático junto al sistema
democrático de representación directa, se acopla en
un neoliberalismo
normalizado, de competencia equilibrada, pues al asentir una
soberanía económica en la formación de
supranacionalidades, que no es ajena a la realidad, trae la
posibilidad de negociar tal soberanía, pues ella no va a
estar concentrada en las manos del particular sino en las de la
sociedad.
Pero esto, no establece una situación definitiva
o casi utópica, sino más bien un potencialidad a
destrabar la economía de la esfera privada, y mostrar una
interpretación de la llamada crisis política
– democrática en el nuevo orden del mundo
globalizado, compleja por el disfraz de parusía de la
postmodernidad.
Nicolás Tenzer. La sociedad despolitizada.
Barcelona, Paidos, 1992. p. 29
Por ello he querido intitular "PREÁMBULO" esta
disertación, pues éste es un rotulo referencial del
modelo
tendencial del Estado Social Derecho que se encuentra en crisis,
como un principio coadyuvador destinado a colapsar.
Puede llegarse a un inequívoco al pretender
señalar una semejanza entre la idea de un Estado
voluntarista con la necesidad de crear nación; conceptos
que corresponden a dos realidades diferentes, pues el
propósito democrático busca más que una
identidad con el Estado, una participación voluntaria de
aceptación social dentro de la idea misma de Estado. Es
posible pensar que la voluntad deba surgir de una
identificación, pero ello está bien ejemplificado
en un proceso de formación cultural como el europeo; para
nosotros ese proceso puede o no darse sin desmeritarlo , ya que
lo esencial no compromete lo tradicional, a pesar de facilitar la
aplicación de una democracia formal, sino la creencia
sobre la garantía de derechos que permita la aquiescencia
del Estado por parte individual. Es necesario deslindar estas
esferas, aún hoy por las llamadas supranacionalidades en
donde se cede soberanía económica, pero la
política en donde quedan nuestros derechos debe estar
definida por voluntad. En síntesis el Estado voluntarista
configura el paso intermedio de la democracia formal a la real y
esclarece lo público redefiniendo sus dimensiones y lo
privado exaltando sus interrelaciones.
Original sin repisar.
Aunque se da una insuficiencia en la comprensión
del concepto de
"espacios de cooperación", en la medida de su
proliferación que será cada vez cerrada, pues se
nos dificulta como problema cultural – de tradición
–
Por esto se habla de re – integración, pues lo novedoso del concepto
es adaptar las propuestas sociales a la tendiente
modernización en todos los aspectos; y no acometer a una
ciudadanía los presupuestos
que encara la globalización
Autor:
Julián Martínez Herrera
Estudiante de Pregrado
Facultad de Derecho y Ciencias
Políticas
Universidad
Pontificia Bolivariana