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Violencia familiar




Enviado por musicantecba



    Tratar de delimitar un campo de trabajo dentro de la
    problemática de la Violencia
    Familiar, no es tarea fácil. Como toda
    delimitación, tiene algo de arbitrario y brinda
    posibilidades y limitaciones. En general Predomina un criterio
    Jurídico y Asistencialista, como el de Víctima de
    Delito. Este modo
    de pensamiento,
    como brillantemente expone en su trabajo el Dr. Ezzat Fattah ()
    marca
    claramente el problema del voluntarismo de la Psicología
    Conciencialista y militante. Esta militancia ha tenido
    importancia desde el feminismo o el
    diferencialismo, fundamentalmente en promover la relevancia,
    frecuencia y gravedad del problema. Ha facilitado también
    la empatía hacia el mismo. Pero no ha hecho aportes
    sustanciales a la comprensión de las diversas modalidades
    de formaciones de Conflicto,
    desde una perspectiva del trabajo de Lo Inconsciente. Las
    aproximaciones a la Violencia
    familiar, dice Fattah se caracterizan por un enfoque centrado en
    el Trabajo
    Social.

    El problema que esto plantea es el dejar de lado la
    Investigación desde perspectivas en las que
    se pueda cuestionar el pensamiento
    militante. Este orden dogmático a nivel del conocimiento
    limita la posibilidad de Investigación. Se expresión
    más frecuente y agresiva es la exigencia en la inmediatez
    pragmática de los resultados de la investigación,
    como si esto fuera posible en un ámbito tan poco
    conocido.

    Cuando me refiero a Investigación incluyo la
    posibilidad de elaboraciones teóricas, posibilidades de
    elaboración de hipótesis, aún inventar
    hipótesis.
    Recordemos que las mediciones de las estadísticas, son en la realidad la
    medición del constructo teórico elaborado por un
    investigador acerca de lo que se quiere "medir". Esto no implica
    una crítica a las estadísticas en sí, en tanto aportan
    información, según el modo en que
    sean interpretadas.

    Las ideas teóricas, aún las intuiciones
    pueden constituirse en hilos organizadores de tácticas y
    estrategias
    terapéuticas y, fundamentalmente, de prevención. De
    cualquier manera esto no resuelve el problema de la
    heterogeneidad de situaciones que se plantean y que ponen en
    tensión el Dispositivo Institucional elaborado para
    prestar un servicio, que
    se organiza además, en torno a la
    demanda
    asistencial. El trabajo
    inter o multidisciplinario se encuentra favorecido cuando se
    parte de los problemas, de
    las Prácticas y desde ese lugar se interroga a las
    Teorías. El problema de mayor dificultad
    consiste aquí en las particularidades y exigencias del
    Discurso
    Jurídico, su concepto de
    "prueba", de hechos, es decir su modo de considerar la verdad.
    Esto es particularmente notable en las posiciones del positivismo
    extremo. Como discurso de un
    orden dogmático la creencia, la credibilidad no se
    sustenta en la coherencia – consistencia lógica
    de un discurso, sino que se basa particularmente en los hechos,
    en las pruebas, en lo
    observable. Esto se manifiesta en la manera de evaluar las
    lesiones en las mujeres que reciben golpizas, que luego de
    numerosas denuncias sigue considerándoselas como
    víctimas con daños leves. Aquí consideramos
    importante poder insin
    poder incluir
    la noción de riesgo
    repetición. Como característica fundamental del proceso. Por
    otra parte en lo relacionado con el abuso de niños es
    particularmente difícil, si no hay lesión
    anatómica, poder proteger al niño del abusador. Es
    cierto que pueden existir falsas acusaciones de abuso, pero un
    indicador importante para confirmar un diagnóstico es la existencia misma de
    violencia, de
    la cual el abuso es una forma más de expresión,
    abuso hacia los mayores o los pequeños. Otra de las
    características del discurso de un orden
    dogmática es el tema de la temporalidad. Los tiempos
    procesales no se corresponden a los tiempos que implican la
    posibilidad de evaluar las características de un problema
    y llevar a cabo el tratamiento. Esto es a veces inocentemente
    medido como número de entrevistas o
    tiempo
    transcurrido. Otro problema grave consiste en la evaluación
    de los resultados, que no necesariamente se "muestran" puesto que
    pueden corresponder a cambios en las posiciones subjetivas, que
    no se acompañan de "hechos" en el sentido común del
    término. En este sentido resulta imprescindible considerar
    que ninguna profesión da una formación adecuada
    para impartir justicia, al
    menos en el ámbito de Minoridad y/o Familia.

    La heterogeneidad de problemas que abarca este campo,
    implica una posibilidad descriptiva de trabajo y
    reflexión, en la que se utilizan habitualmente niveles de
    diagnóstico que atienden a situaciones de
    crisis
    urgencia, lo que hace al Diagnóstico de Violencia
    Familiar un concepto
    operativo tendiente a tomar medidas de contención,
    protección, en donde la información se articula con frecuencia con
    ambas.

    La importancia en la elaboración de estos
    conceptos se revela en la observación de los Dispositivos
    Institucionales que se m0ontan para llevar a cabo este
    trabajo

    A estos fines ha sido suficiente recurrir a nociones
    dinámicas – descriptivas, bastante singulares de algunas
    versiones psicoanalíticas de la madre patria,
    especialmente las que han mostrado interés
    por los problemas socioculturales, como las que se pueden
    considerar con Erik H. Erikson (1). Consideramos
    así lo que podríamos llamar sus polaridades
    conflictivas en el desarrollo,
    poniendo el énfasis en: Autonomía versus
    Vergüenza y Duda, Iniciativa versus Culpa, Industria
    (productividad
    trabajo) versus Inferioridad, Identidad
    versus Confusión de Rol, Intimidad versus Aislamiento,
    Generatividad versus Estancamiento e Integridad del Yo versus
    Desesperación. En este sentido la Clínica,
    entendida en un sentido amplio, nos enseña la actualidad,
    en las situaciones de Violencia Familiar, de considerar los
    problemas de pérdida de autonomía, sentimientos
    profundos de vergüenza en tanto los "golpes" tocan por
    contacto todos los aspectos más íntimos de la
    persona
    agredida, se siente profundamente expuesta; las dudas,
    sustentadas fundamentalmente en la ambivalencia; el sentimiento
    de culpa, las autoacusaciones que se espejan en él "algo
    habrá o habré hecho" para que me golpeen. Las
    personas pierden la iniciativa, pierden sus trabajos, como parte
    de la estrategia de
    aislamiento del agresor, con lo cual se refuerza notablemente su
    sentimiento de inferioridad, la difícil pregunta sobre su
    papel, puesto
    en cuestión en la familia. En
    la violencia si bien se puede pensar en un estancamiento, en un
    desequilibrio altamente estable, la Clínica nos muestra que lo
    frecuente es el incremento en las situaciones de violencia.
    Resulta adecuado pensar con un criterio preventivo, es decir, que
    estamos frente a algo que se detiene o se incrementa.

    Esta comprensión de la dramática
    implicó una posibilidad de anclaje operacional y
    continúa siendo de utilidad. Pero
    encontramos dos problemas, por una parte es aplicable a cualquier
    problemática psicológica y no abre preguntas acerca
    de la singularización en

    lo que hace a la violencia familiar, se transforma
    así en la práctica en una Técnica de
    intervención útil, aún sofisticada, con
    fines de contención e informativos. Por otra parte, y creo
    que es este el problema más grave, no incluye el tema del
    "otro" y por lo tanto es un modo más de sostener el
    paradigma
    construido sobre la base del prejuicio de la creencia en las
    series: hombre:
    demonio / violento / perpetrador; mujer: sin culpa/
    pasiva /víctima. Paradigmás prejuiciosos,
    maniqueos, que no se corresponden a la realidad, en tanto se
    intenta particularizar las diversidades que presenta cada caso en
    particular.

    Si bien es cierto que vivimos en una sociedad
    fundamentalmente machista, aunque patriarcalmente en franca
    declinación hace ya muchos años, estos prejuicios
    no nos permiten interrogarnos más allá de la
    dramática, sobre dos temás centrales: el de la
    Sexuación (diferencias de sexos) y el de la
    Filiación (diferencia de generaciones), conceptos pilares
    para poder llegar a construir teoría
    desde la problemática de la Violencia Familiar como un
    aporte Psicoanalítico posible y esperable. Los
    interrogantes surgen frente a las dificultades y fracasos en los
    tratamientos, en las tendencias a repetir las mismás
    situaciones de violencia con nuevas parejas; por lo tanto es un
    interés
    sustentado en la posibilidad de implementar herramientas
    de transformación más útiles que las
    actualmente usadas.

    Pero en la crisis y
    urgencia presiona la prisa, cuestión que no debe quedar
    sin ser interrogada, puesto que se contrapone, podemos afirmar
    que de manera violenta, a la posibilidad de reflexión. La
    prisa es un importante indicador de la presencia del Imaginario,
    en tanto pone en acción las identificaciones secundarias
    alienantes, la búsqueda de la buena forma o pregnancia
    guestáltica en donde la comprensión se pretende
    sólo fundada en la empatía. Si esto es así
    nada nuevo podrá surgir, ningún descubrimiento
    singular podrá efectuarse y se tomará partido
    inevitablemente, pero no se podrá eludir el conflicto
    entre la seducción (hechizo, encantamiento) y la
    agresividad que caracterizan las relaciones violentas con su
    potenciamiento destructivo. Desde esta perspectiva sólo
    queda como respuesta posible entrar en el juego de
    seducción-agresión ayudando a inclinar la balanza
    en una dirección, con los riesgos que esto
    conlleva.

    Existe, además, una vieja consideración
    Institucional, acerca de que las mismás suelen conformarse
    acorde al problema que intentan resolver. El "acorde " puede ser
    incorporar la violencia al trabajo y en este sentido hay que
    prever el contagio que pueden implicar algunas modalidades
    identificatorias que merecen analizarse, particularmente en los
    modelos
    asistencialistas, en los que se privilegia únicamente la
    prisa. Si bien los réditos políticos inmediatos
    aparentemente justifican este enfoque, resulta ser de alto
    riesgo para la
    Institución porque producen efectos de Neurosis
    Traumática entre sus miembros. En la línea de las
    identificaciones, recordemos por otra parte, que tanto en el
    ámbito de la familia
    violenta como de la "familia"
    institucional las identificaciones tienden a llevarse a cabo con
    las figuras más fuertes, hasta culminar con la
    identificación con el agresor (concepto de Ferenczi). Esto
    se conoce comúnmente como "quemarse", es decir aparecen
    manifestaciones típicas de Neurosis
    Traumáticas, mencionadas anteriormente, en los terapeutas.
    Las secuelas son el rechazo, el abandono y el olvido.

    Las intervenciones en relación con la modalidad
    diagnóstica prevalente, que corresponden a la
    dramática, tienen un corto alcance. Aunque no trabajamos
    con seguimientos,

    resultan notables las consultas que se suceden a
    través de los años, por la persistencia
    (Repetición) de las relaciones violentas o su
    reaparición y desarrollo en
    nuevas relaciones (diversas modalidades de violencia entre los
    adultos y de maltrato y/o abuso sexual
    en los niños).

    A pesar de la prisa y de los innumerables trabajos que
    aportan información (papers), que resultan de utilidad, es
    conveniente recordar que la información es solo un aspecto
    del proceso
    cognitivo, pero es necesario tener en cuenta que es aún
    más importante lo que se juega en su procesamiento y/o
    posibilidades de conceptualización. Corresponden a una
    modalidad de Discurso tranquilizadora, puesto que lo que no
    sabemos terminará haciéndose transparente, es
    decir, llegaremos a saber todo. Esta reducción
    terapéutica a tarea de aprendizaje se
    transforma en algo monótono y repetitivo. No da lugar, no
    deja el espacio para la sorpresa y el descubrimiento en cada caso
    singular. Nos posicionamos como Amos / Maestros, que tenemos
    poder y sabemos, lo cual no es necesariamente rechazable en
    sí, con la salvedad de que podamos interrogarnos sobre el
    lugar que estamos ocupando.

    Pensamos que solamente una adecuada articulación
    Teórico, Metodológica y Técnica
    permitirán intervenciones con posibilidades de
    transformación de estas situaciones violentas, en donde
    "el otro-Otro" es también Sujeto de su propio
    recorrido.

    Tenemos suficientes elementos para trabajar con la vieja
    "sugestión" que renace siempre con un nuevo rostro. Que
    algo de inevitable tiene aún con la Transferencia, con
    nuevos nombres llama permanentemente al engaño. A la
    sugestión la podemos procesar desde las transferencias y
    el trabajo
    inverso no da resultados. Se trataría de una
    cuestión de sometimiento – poder, jugándose en la
    relación terapéutica.

    Es desde estos diversos problemas, interrogantes y
    puesta en cuestión de nosotros mismos que nos planteamos
    el retorno a ciertos textos, que seguimos considerando
    fundamentales como aporte a la comprensión de los
    problemas que nos ocupan, para rescatar del "olvido" ciertos
    Conceptos Fundamentales del Psicoanálisis, acerca de los cuales,
    recordamos, principalmente: Inconsciente, Transferencia,
    Pulsión y Repetición. Son considerados los Cuatro
    Conceptos Fundamentales (2).

    La cuestión de la Sexuación y
    Filiación se articulan con modos de pensar lo que llamamos
    Familia que hace al devenir de lo másculino, lo femenino,
    el padre, la madre, los hijos, etc. En este caso desde una
    perspectiva de procesos
    Inconscientes. La sexuación en lo que hace a la diferencia
    de los sexos y la filiación a la diferencia entre las
    generaciones.

    En un trabajo de 1919 (3) Freud formula
    acerca de la familia perspectivas a las que considera en una
    doble vertiente. Intentaremos, en este breve trabajo, poner el
    énfasis en una de ellas: acerca de "Lo Ominoso", "Lo
    Siniestro". Hasta ese momento, en el pensamiento freudiano,
    predominaron ciertos aspectos de La Familia con relación a
    los deseos edípicos, elaborados fundamentalmente en la
    línea del Complejo Paterno, es decir en la constitución de la subjetividad
    másculina. A grandes líneas esto constituye un
    trabajoso descubrimiento en la construcción del concepto de Padre, que
    toca el tema del Padre de la Horda (padre hordálico) que
    prohibe a los hijos pero sin estar sometido él mismo a la
    ley (él
    es la Ley), hasta el
    Padre Edípico, que parte de la problemática de la
    prohibición del incesto pero que transmite una ley a la
    que él mismo está subordinado. Hablar de Edipo es,
    desde el Psicoanálisis, referirse a las
    múltiples formás de organización que llamó Familia,
    considerada como diversos modos de expresiones de Conflicto entre
    Sistemás o Instancias a partir de la cual se funda y
    transmite la secuencia Pulsión, Deseo, Fantasma,
    Narcisismo, Elección de Objeto. Si dejamos, para otra
    oportunidad el rico campo de "los modos previos de la
    elección de objeto", caracterizados por el devoramiento y
    apoderamiento del otro, la posibilidad de Amor implica
    acceso a lo simbólico mediado por las Identificaciones al
    Ideal, lo que se adquiere como posibilidad de ser
    humanos-hablantes, productores de vida y de creaciones
    éticas y estéticas.

    Lo que encontramos como antecedentes, citados con
    frecuencia, respecto de conductas violentas (golpes y otros modos
    graves de manifestaciones de la violencia en la familia),
    refieren en última instancia, siempre a situaciones de
    abandono o graves dificultades en la constitución de la Subjetividad,
    dificultades en la constitución narcisística del Yo
    y de Identificaciones que otorguen una filiación,
    pertenencia y sean marcas de
    diferencias de las generaciones así como de la diferencia
    de los sexos. La heterogeneidad descriptiva que encontramos como
    referencias constantes parecen indicar vivencia de privaciones
    que se vivieron con mucho dolor u horror y no pudieron tener
    registro
    psíquico "inscripciones", en escenas, huellas, etc. Esta
    observación que nos proponemos hacer nos
    permite, entre otras cosas, no adscribir el problema de la
    violencia en la familia a una determinada estructura
    psicopatológica. Pudiendo presentarse en organizaciones de
    tipo neurótico, perverso o psicótico.

    Puede ser conveniente, en este punto, poner el
    énfasis en los que llamamos "Actos Psicopáticos",
    como un paso a la acción, compartidas, hasta casi en un
    50% por la violencia diádica en las parejas
    (4), según trabajos de Meta – Análisis de Investigaciones
    Psicológicas llevadas a cabo en E.E.U.U. de 1941 a 1994.
    En nuestro medio, por razones culturales, es probable que esta
    cifra sea menor. Esto si solamente tomamos golpes en sentido de
    violencia simétrica. La Clínica muestra que no es
    menor, si tomamos conductas agresivas en un sentido amplio de
    parte de los dos miembros de la pareja.

    Lo que importa, en este caso, acerca del paso a la
    acción es que se trata de una expresión motora que
    sustituye a las palabras. Frente a esta situación nos
    planteamos el interrogante acerca de la posibilidad de trabajo
    interpretativo. ¿Cómo podría ser
    interpretado en relación con una acción
    simbólica?. Este tipo de conductas es conocido en la
    bibliografía Inglesa como "acting" y se relaciona
    estrechamente con la transferencia, en el sentido freudiano del
    "agieren", poner en acto "mostrar", "actuar", en lugar de
    verbalizar algo. Es un hacer en lugar de un decir. Reproduce un
    cliché o guión inconsciente. Pero acerca de este
    hacer, que tiene algo de teatral, puede ser posible llegar a
    hablar, hacer producir asociaciones que conduzcan a una
    interpretación. Este paso a la acción deberá
    ser diferenciado del Pasaje al Acto que indicaría una
    falla en la simbolización. En este sentido la
    Acción en lugar del Lenguaje, es
    lo que le da a la descarga un carácter explosivo, la
    impulsividad que resulta de la ausencia de elaboración
    mental de la pulsión. Esto abriría una línea
    de pensamientos e interrogantes acerca del aporte lacaniano en
    relación con la satisfacción pulsional, el problema
    del goce, más allá del principio de Placer. El
    Pasaje al Acto implica una posición subjetiva que no opera
    como transferencia, la avidez afectiva (urgencia) no constituye
    una verdadera demanda, no
    hay una identificación con el otro que padece. El
    término pasaje al acto, en psiquiatría indica la
    violencia o la brusquedad de diversas conductas que crean
    cortocircuitos en la vida mental y precipitan al sujeto en una
    acción: agresión, suicidio,
    delito, etc.
    Es de un empleo
    peyorativo, sin especificidad Psicoanalítica. Lacan
    (5) ha tratado de delimitarla mejor
    identificándola con una salida de escena en la que, como
    una defenestración o un salto al vacío, el sujeto
    queda reducido a un objeto excluido o rechazado. Esto no excluye
    entonces que haya puesta en acto del deseo del Otro. Pero
    aquí el acto no sería "algo que quiere decir", y
    correspondería a una ruptura del marco del fantasma y a
    una expulsión del sujeto.

    El pensar estos problemas, tomando en cuenta diversas
    modalidades de organización posible de la Subjetividad y
    de las ligazones Inter – Subjetivas, nos permite obviar las
    clasificaciones rígidas, particularmente las que
    guían hacia el camino sin salida de las clásicas
    "Psicopatías". En esta dirección intentamos aportar con nuestro
    trabajo y trataremos de concluir algo al respecto por un
    recorrido que implica rescatar, como habíamos mencionado
    anteriormente, textos fundantes de campos teóricos. Esto
    es lo que llamamos método
    específico de investigación: "trabajo de textos",
    que incluye, entre otras cosas la consideración de los
    con-textos y las implicaciones transferenciales en
    relación con los mismos.

    En el sentido en que estamos trabajando implica romper
    una comprensión circular de Trauma: causa ⇒ efecto.
    Toda situación vivencial humana, con posibilidades o
    potencialidad traumática va a implicar, por lo menos dos
    tiempos: 1) El momento del acontecimiento y 2) El momento de la
    significación, que es siempre "a posteriori". Es decir, el
    tiempo no
    tiene un transcurrir lineal, secuencial o genético, sino
    que impone las propias lógicas de Trabajo del
    Inconsciente.

    Además de lo temporal en relación con el
    Trauma, es necesario incluir lo Pulsional y la cuestión
    del Deseo, particularmente en el sentido de deseo de muerte del
    Otro. Esto lleva al deseo a límites difíciles de
    pensar, aunque una manera posible de representarlo serían
    las numerosas maneras de exclusión social sin
    alternativas, en donde se denomina desde el otro como "marginal",
    "de la calle", "vago", hasta formas más atenuadas de
    discriminación y/o exclusión social.
    Considerar la cuestión desde el Otro – otro, es
    condición necesaria para incluir las ligazones afectivas o
    las disparidades inter-subjetivas en los problemas de violencia,
    agresión. Me refiero a una conceptualización social
    del problema. El otro hace referencia especialmente a lo
    especular e Imaginario en donde se juega esencialmente la
    relación con el "semejante". El Otro introduce la
    dimensión Simbólica del lenguaje, del
    lugar del código, que sostiene al anterior y funda a su
    vez el paso del "semejante" al "prójimo" como otro
    radicalmente diferente.

    Pienso que los "golpes", al menos las golpizas "reales",
    son formás de lograr algún modo de
    inscripción de la pulsión, en este caso en un
    registro muy
    particular: el "real" del cuerpo del otro. Se trataría de
    un registro diferente, en este caso en el "otro", como "marcas" o
    "escritura"
    visible, continuando con la idea de lo que se muestra, se pone en
    acto, de aquello que resulta del retorno con relación a
    una falla de ligaduras o investimiento de representaciones. Es lo
    que retorna compulsivamente, que "no cesa de no escribirse". En
    el ámbito de la Compulsión de Repetición,
    más allá del Principio de Placer. Recordemos que el
    principio de Placer tiene una función homeostática,
    ligada a la repetición simbólica. Cuando no hay
    inscripción, representación o huella se nos plantea
    esto siniestro que lleva la marca de lo
    "automático", de siempre lo mismo, de lo inevitable.
    Incluso podemos decir que hay situaciones en donde se "provoca"
    su desencadenamiento, porque la expectativa angustiada se hace
    intolerable. Por otra parte en estos períodos de
    intervalos puede primar la "indiferencia" como sentimiento
    primario hostil de rechazo, que puede ser aún más
    intolerable que los golpes. Podemos pensar que hay personas que
    prefieren los golpes a la indiferencia. El decir popular: "porque
    te quiero te aporreo" tiene algo de verdadero, aunque no
    explicita nada sobre estos modos "previos" del amor de
    características muy narcisísticas y ambivalentes.
    Modos de "apropiación" y "consumo" del
    otro.

    Lo Siniestro, que es también lo familiar, es
    entonces la marca de aquello que debería haber permanecido
    en secreto, pero que se devela abruptamente, que no puede ser
    cubierto por un velo. Algo no velado. No representacional, no
    fantasmatizado. Esto se muestra brutalmente y para atenuar lo
    siniestro se deberá volver luego al secreto. En este
    sentido resulta clara la insuficiencia conductual-cognitiva de
    explicar el problema del secreto por el miedo. Si se nos permite
    una analogía diríamos que si hay dictaduras hay
    miedo, pero además "consenso" en el cual se
    sostienen.

    El interrogante acerca de estas modalidades pulsionales
    o deseantes, de lo simbólico o de lo automático de
    la repetición se orienta en el sentido de diferenciar
    conductas que puedan ser interpretables o no puedan serlo. Si se
    trata de acciones
    sintomales (actos sintomáticos), simbólicas, se
    trata de algo de lo inconsciente que puede ponerse en palabras, a
    partir del trabajo del recuerdo, de hacer consciente lo
    inconsciente, aunque esto pueda presentar muchos
    obstáculos. Si se trata de pasajes al acto, del
    automatismo, será necesario recurrir a construcciones, a
    llevar a cabo un entretejido de palabras y de intervenciones,
    muchas veces de inclusión de terceros (policía,
    justicia,
    personajes con influencia en el ámbito familiar o laboral, etc.)
    que puedan posibilitar algún anclaje representacional a la
    conducta
    violenta.

    La Clínica tiende a confirmar estas suposiciones,
    en tanto ya desde la Psiquiatría clásica se
    señala al "golpeador psicópata", como alguien que
    no puede poner en palabras o sentimientos la situación que
    se relaciona con el momento de los golpes, relatando solamente
    sensaciones corporales muy diversas. Las palabras se dan a
    posteriori como justificativo o intento de explicación de
    lo ocurrido. Al mismo tiempo considero que puede ser
    significativo, para diferenciar la conducta de
    golpes como síntoma o pasaje al acto, la
    consideración posterior del daño al "otro" en el
    discurso justificativo o de inútil culpabilización
    posterior. Cuando puede pensarse en el daño ocasionado hay
    un pasaje del Otro al otro, la culpa implicaría solamente
    un juego
    Imaginario, necesario en pequeña medida, "lo suficiente
    como para no ser un canalla" (J. Lacan).

    El Trabajo cotidiano con Víctimas de delitos nos
    plantea innumerables problemas, que se encuentran estrechamente
    relacionados con la perspectiva "Asistencialista" frente al
    problema, que se constituye en un obstáculo excluyente a
    la "Investigación" necesaria que permita articulaciones
    Teóricas, Metodológicas y Técnicas en la
    elaboración de estrategias y
    tácticas asistenciales y preventivas.

     

     

    Autor:

    Ruben E. Musicante

    Profesor Titular Psicoanálisis B. Facultad de Psicología. Univ.
    Nac. de Córdoba.
    Jefe de Departamente, Centro de Asistencia a la Víctima
    del Delito.

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