Los sueños son productos
espontáneos de la psique. Se nos presentan como un
desconcertante conjunto de imágenes y
sensaciones, que pueden sernos familiares o no, pero que siempre
nos traen consigo una enseñanza. El poder de
comunicación de los sueños es
conocido desde hace milenios: los antiguos consideraban que
tenían la facultad de predecir y de hacer profecías
por medio de los mismos. En Egipto se
creía que los dioses hablaban a los faraones a
través de sus sueños. No obstante, la interpretación de los sueños ha sido
siempre tomada con incertidumbre ya que los mensajes que acarrean
suelen emerger de una forma simbólica bastante
ambigua.
La función de
algunos sueños en el nivel no simbólico
(nivel 1) puede ser tomada tal y como ha aparecido en el
sueño, representando de una forma fácilmente
identificable las experiencias o problemas del
día o de los últimos días; este material
proviene del preconsciente. Los sueños que operan en el
nivel 2 son más profundos, utilizan símbolos para expresar material que en un
principio estaba en el inconsciente. En este nivel, los
sueños relatan las preocupaciones físicas
básicas como la comida, el bienestar del cuerpo y la
salud, las
emociones y un
primer nivel de autoestima
(también llamado necesidad de supervivencia), como
asimismo traducen las preocupaciones de índole sexual,
como la sensualidad, el orgasmo y la dominación o
sumisión — parte del llamado instinto de
preservación de las especies.
Todos estos temas pueden aparecer en los sueños y
frecuentemente son muy excitantes o alarmantes, ya que se
confrontan directamente en la mente, conduciendo en la
mayoría de los casos a que el individuo se
despierte.
El material que se presenta es disfrazado como
símbolos y metáforas, y puede ser, como lo
llamó Freud, el
"vigilante del dormir", posibilitándonos disfrutar de los
beneficios físicos y psicológicos que el
sueño nos brinda. Los sueños de este segundo nivel
son normalmente confusos tanto en su contenido como en su
presentación, reflejando la confusión que
constituye nuestra vida psicológica más
recóndita e inaccesible. Los sueños que operan en
el nivel simbólico más alto (nivel 3) tematizan
sobre nuestro deseo de encontrar un sentido a la vida más
allá del nivel físico, emocional y sexual, y son,
ante todo, consecuencia del inconsciente colectivo. Jung se
refirió a ellos como "los grandes sueños", ya que
traen consigo una poderosa carga emocional, normalmente
inspiradora; y permanecen claros en la mente de la persona que los
ha soñado durante algunos años. En la
mayoría de los casos, estos sueños contienen
imágenes arquetípicas, que son parte del lenguaje
simbólico universal que los antropólogos y
psicoanalistas han identificado en todas las
culturas. (Aquí recomendamos: The Handbook of
Jungian Psychology por R. Papadopoulos).
Normalmente se presentan de una forma clara y como
"dirigidos", como si un director hubiera decidido que el
soñador debía dejar el teatro del
sueño sin confusión en su mente. Se cree que los
sueños del nivel 3 operan con símbolos ya que
están asociados con partes del inconsciente cuyo origen es
anterior a que el ser humano desarrollara el lenguaje y,
por tanto, tiene un funcionamiento prelingüístico. El
contendido psicológico de este material no puede
expresarse en palabras; aunque las imágenes
arquetípicas que contienen pueden hablar durante el
sueño, sus palabras están más asociadas con
aquellas áreas del ego que permanecen activas durante el
sueño más que con los símbolos que expresan
directamente. Es como si el sentido contenido en estos
símbolos fuera reconocido y, en algún grado,
traducido en palabras por la mente, incluso durante el acto de
soñar.
Los sueños tienen una peculiar e
idiosincrásica forma de aportar su material. En los
sueños los símbolos sufren a menudo imprevistas
transformaciones misteriosas. Podemos saltar a la espalda de un
caballo y al momento descubrir que se ha convertido en una hamaca
bajo un árbol. Entramos en una caverna y al cabo de un
momento nos encontramos dentro de la nave de una catedral.
Abrimos un libro y se
transforma en un tablero de ajedrez con
todas las figuras puestas — y así muchas más. A
pesar de que todas estas transformaciones, aparentemente
extrañas, son aceptadas sin cuestionamiento por la mente
que las está soñando; los sueños a veces nos
confunden, porque cualquiera de nuestras facultades
críticas son dejadas atrás cuando se traspasa la
puerta del sueño, o quizás al mismo tiempo
reconocemos que estas transformaciones tienen su propio sentido
para sí mismas.
Página siguiente |