- Examinemos de nuevo la
personalidad narcisista que en este relato se
describe - Lo
que se esconde por debajo - Situaciones que
pueden, muy pocas veces, conducir a una mejoría a
través del tiempo - El
comportamiento de los padres o madres puede contribuir al
desarrollo del narcisismo en los hijos - Las
nueve cabezas de la hidra del narcisismo - En
resumen - Bibliografía
Dino, el Marchante del
Puente:
El genio literario de Shakespeare y sus
intuiciones sorprendentes lo colocan como figura universal, no
solo de las letras sino del drama vibrante de la psicología
funcional/intuitiva del ser humano.
Nuestro análisis en esta ponencia se basa en que
todos los caracteres shakesperianos revelan una estructura
mental que trasciende las épocas y que se repiten en sus
manifestaciones en el transcurso del tiempo. Es
como si el bardo hubiese sido iniciado dentro del complejo que
hoy llamamos La Regla del DNA.
Este ensayo es una
obra de naturaleza
ficticia breve o de historia corta. Se basa en
su configuración y en su plan en la famosa
obra El Mercader de Venecia.
La imaginación de Shakespeare entrelaza en esa
narración cuatro argumentos diferentes. El principal de
ellos es el litigio entre el mercader Antonio y el judío
Shylock, por el préstamo que éste le hace para que
Bassanio pueda conquistar a Porcia y el extraño pagaré
que Shylock hace firmar a Antonio, donde se compromete, como
colateral, a entregar una libra de su cuerpo y carne, con el fin
de vengarse finalmente de él, si no paga.
Otro argumento posible es el cortejo de Porcia por
Bassanio y el acertijo de los cofrecillos — como
asignación impuesta por el padre, ya muerto — para que
quien lograra resolver el rompecabezas terminara casándose
con ella.
Los otros dos argumentos finales son los amores de
Graciano y Nerissa y la huida de Jessica, hija de Shylock, con
Lorenzo, un goy.
Las personas cultas en cuyas manos estas líneas
caerán entenderán la trama. Las que no lo son, no
cuentan para los fines.
Examinemos de nuevo
la
personalidad narcisista que en este relato se
describe
La palabra misma proviene de la leyenda
mitológica de Narciso. Quien fuera un joven de gran
belleza a quien todos admiraban. Pero él, lleno de vanidad
y orgullo despreciaba y rechazaba a todos sus aficionados, tanto
mujeres como hombres.
Como, en los relatos mitológicos sucede, la ninfa
Eco estaba perdidamente enamorada de él, y cuando Narciso
la rechazó ella se consumió en su dolor hasta
quedar transformada en una simple voz — de ella recibimos el
eco.
Entonces, un efebo a quien Narciso había
despreciado, del modo que con la ninfa hiciese, rezó a los
dioses implorándoles que Narciso fuera condenado a amarse
a sí mismo por la eternidad.
Amarse a sí mismo, no sería castigo para
alguien que sólo pudiese amar su propia imagen…
Pero existe un proverbio: "No pidas a los dioses, porque tus
peticiones pueden ser concedidas…"
La diosa Némesis escuchó los ruegos e hizo
que Narciso se detuviera a beber en un manantial en la cima del
monte Helicón. Cuando vio su propia imagen reflejada en
el agua;
Narciso, se enamoró al instante de ella, pero no
podía abrazarla porque cada vez que lo intentaba la imagen
se desvanecía con el movimiento
ondulante de las aguas. Incapaz de dejar de contemplarse, se
quedó allí hasta que murió de hambre. Pero
solamente sería su cuerpo lo que pereciera, ya que en su
lugar apareció una flor, por todos conocida — la flor
del narciso.
Némesis por Joe
Bergerson.
El mito de
Narciso se convirtió en una metáfora del amor
desmesurado hacia uno mismo a partir de los escritos de Havelock
Ellis, en 1898. Escritos que fueran adoptados por Freud, para la
técnica del psicoanálisis.
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