La Obesidad del
Niño. El Caso de Francisco José
De acuerdo con reportes recientes suministrados por el
Gobierno
Norteamericano, en los Estados Unidos la
incidencia de la obesidad juvenil ha crecido más de un 60
% desde el año 1973. En la República Dominicana, un
análisis informal de la población representativa de tres escuelas
privadas en la ciudad de Santo Domingo, soporta la hipótesis tentativa de que la obesidad es
muy común entre las clases pudientes dominicanas, lo que
puede relacionarse con el hecho aparente de que, aun en las
clases pobres, la obesidad infantil puede ser hallada en
números alarmantes y crecientes.
La obesidad juvenil está relacionada con su
continuación en la vida adulta y, asimismo, con
complicaciones médicas como los son una alteración
de los niveles sanguíneos de la hormona del crecimiento,
disturbios de la secreción de la insulina, intolerancia de
los carbohidratos,
y en algunos casos, el comienzo de la hipertensión arterial.
Ya hemos discutido en estas mismas páginas, la
pubertad
precoz, la que significa la maduración sexual prematura,
coincidente con la inmadurez emocional para parir un bebé
y criarlo.
El problema, en nuestro medio, parece ser complicado por
el fervor con el cual se defienden los estilos de comer que no
corresponden al plan designado
por la Naturaleza
para el ser humano. Por ejemplo, durante el embarazo, se
acostumbra a tratar de mimar a la mujer encinta
y se le refuerzan positivamente todas las actividades que
conlleven a la satisfacción de todos sus "antojos". Dicho
sea de paso que mientras está encinta, ninguna mujer se antoja
de apio o de zanahorias, sino de comidas altamente ricas,
gustosas y de alto contenido calórico. Esto, casi siempre,
resulta en incrementos netos de peso por encima de la norma para
la madre y para el bebé.
Luego, durante el primer año de la vida, se
observan "concursos" familiares y privados por medio de los
cuales la familia y
el servicio
casero observan con fruición manifiesto el gano de peso
progresivo de un bebé al que se le ofrece comida en
demanda. En algunos casos que hemos observado, el bebé
(quien no podía ponerse de pie o voltearse debido al
sobrepeso) se exhibía como un "espécimen" digno de
recibir un premio en un concurso para los nenes "saludables".
Simultáneamente, comienzan a apreciarse las satisfacciones
vicarias que se relacionan al modo con que el niño dispone
de los manjares y de las abundantes golosinas que se les ponen a
su disposición — he aquí la paradoja y el dilema
que confrontan a todos: se reconoce superficialmente que el
niño pesa demasiado — que es gordísimo. Entonces,
se menciona la posibilidad de una dieta, y se soluciona el
problema con la justificación simple y sencilla de que el
niño "es sólo un niño" (como si algo
más pudiera ser).
Las complejidades de los problemas
psicológicos que se relacionan a la obesidad juvenil
están superpuestas íntimamente con la
vulnerabilidad características de la inmadurez de los
recursos
emocionales de este período de la vida, compuesto, por el
hecho de que poner a un niño a dieta debe de tomar en
consideración el dato de que el período del
desarrollo
donde el nene se encuentra es asunto de la mayor
importancia.
En un orfanato en el cual fuéramos voluntarios,
tuvimos a varios niños
en tratamiento, cuya obesidad fue el resultado de estrategias
nutritivas que se pasaron del "comer para vivir" y que se
volviesen "comer para gozar" (o "vivir para comer"). En esta
situación especial, hemos podido confirmar la
impresión de que los grupos de apoyo
mutuo, por medios de los
cuales se fomenta la
motivación al cambio, poseen
un valor decisivo
en el manejo de este delicado problema.
En niños de clases más privilegiadas, la
situación se complica, ya que la indulgencia
"gastronómica" se resuelve con la adquisición de
comidas (substitutos) dietéticas de precios (a
veces) muy altos, y de utilidad
incierta. He aquí, donde a veces encontramos la
situación paradójica de ver a figuras en autoridad
contradiciéndose a sí mismas, cuando tratan de
apoyar el abandono, tan frecuente como subrepticio, de la dieta a
la cual se ha asignado al niño. En estas circunstancias
típicamente el adulto se entromete en nombre de disminuir
el estrés que
al niño causan las privaciones asociadas con actividades
que requieren un poco de buen juicio y de autodisciplina — lo
que son las dietas. Los resultados de estas actitudes
desalentadores pueden tener resultados devastadores para el
desarrollo armonioso y emocional de cualquier
niño.
Finalmente, existe otro aspecto importante a los
esfuerzos a tratar de encontrar una solución (cualquier
solución) a este problema: Como es el uso de los servicios de
un "spa". Veamos, en el ambiente de un
"spa", las estadísticas del Gobierno Estadounidense,
suministran muy poco solaz con que consolar a los que se adhieren
a estos sistemas, ya que
se reporta un porcentaje muy alto de recaídas y existen
casos documentados de "spas" cuyos dirigentes han sido sometidos
a la Justicia, por
haber hecho afirmaciones fraudulentas y engañosas, para
atraer clientela.
Recientemente, la prensa
norteamericana asimismo reseña el incremento de las
cirugías gastroplásticas en la juventud y en
los niños… Lo que ellos hacen sin pensar nada
más que en facultar el cuerpo para comer
más.
En resumen, parece ser, que igualmente que sucede con la
obesidad del adulto, sucede con la del niño; los riesgos son
muchos, la calidad (y
aún la duración) de la vida están
comprometidas y el tratamiento (cualquier método de
tratamiento que se escoja) está lleno de
incertidumbres.
La prevención, vía la educación, resulta
siendo la mejor (sino en la única) de todas las
opciones.
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