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El Caso Difícil Número 17




Enviado por Felix Larocca



Partes: 1, 2

    1. La Obesidad del Niño. El
      Caso de Francisco José
    2. La
      psicoterapia de la depresión
    3. Bibliografía

    La Obesidad del
    Niño. El Caso de Francisco José

    De acuerdo con reportes recientes suministrados por el
    Gobierno
    Norteamericano, en los Estados Unidos la
    incidencia de la obesidad juvenil ha crecido más de un 60
    % desde el año 1973. En la República Dominicana, un
    análisis informal de la población representativa de tres escuelas
    privadas en la ciudad de Santo Domingo, soporta la hipótesis tentativa de que la obesidad es
    muy común entre las clases pudientes dominicanas, lo que
    puede relacionarse con el hecho aparente de que, aun en las
    clases pobres, la obesidad infantil puede ser hallada en
    números alarmantes y crecientes.

    La obesidad juvenil está relacionada con su
    continuación en la vida adulta y, asimismo, con
    complicaciones médicas como los son una alteración
    de los niveles sanguíneos de la hormona del crecimiento,
    disturbios de la secreción de la insulina, intolerancia de
    los carbohidratos,
    y en algunos casos, el comienzo de la hipertensión arterial.

    Ya hemos discutido en estas mismas páginas, la
    pubertad
    precoz, la que significa la maduración sexual prematura,
    coincidente con la inmadurez emocional para parir un bebé
    y criarlo.

    El problema, en nuestro medio, parece ser complicado por
    el fervor con el cual se defienden los estilos de comer que no
    corresponden al plan designado
    por la Naturaleza
    para el ser humano. Por ejemplo, durante el embarazo, se
    acostumbra a tratar de mimar a la mujer encinta
    y se le refuerzan positivamente todas las actividades que
    conlleven a la satisfacción de todos sus "antojos". Dicho
    sea de paso que mientras está encinta, ninguna mujer se antoja
    de apio o de zanahorias, sino de comidas altamente ricas,
    gustosas y de alto contenido calórico. Esto, casi siempre,
    resulta en incrementos netos de peso por encima de la norma para
    la madre y para el bebé.

    Luego, durante el primer año de la vida, se
    observan "concursos" familiares y privados por medio de los
    cuales la familia y
    el servicio
    casero observan con fruición manifiesto el gano de peso
    progresivo de un bebé al que se le ofrece comida en
    demanda
    . En algunos casos que hemos observado, el bebé
    (quien no podía ponerse de pie o voltearse debido al
    sobrepeso) se exhibía como un "espécimen" digno de
    recibir un premio en un concurso para los nenes "saludables".
    Simultáneamente, comienzan a apreciarse las satisfacciones
    vicarias que se relacionan al modo con que el niño dispone
    de los manjares y de las abundantes golosinas que se les ponen a
    su disposición — he aquí la paradoja y el dilema
    que confrontan a todos: se reconoce superficialmente que el
    niño pesa demasiado — que es gordísimo. Entonces,
    se menciona la posibilidad de una dieta, y se soluciona el
    problema con la justificación simple y sencilla de que el
    niño "es sólo un niño" (como si algo
    más pudiera ser).

    Las complejidades de los problemas
    psicológicos que se relacionan a la obesidad juvenil
    están superpuestas íntimamente con la
    vulnerabilidad características de la inmadurez de los
    recursos
    emocionales de este período de la vida, compuesto, por el
    hecho de que poner a un niño a dieta debe de tomar en
    consideración el dato de que el período del
    desarrollo
    donde el nene se encuentra es asunto de la mayor
    importancia.

    En un orfanato en el cual fuéramos voluntarios,
    tuvimos a varios niños
    en tratamiento, cuya obesidad fue el resultado de estrategias
    nutritivas que se pasaron del "comer para vivir" y que se
    volviesen "comer para gozar" (o "vivir para comer"). En esta
    situación especial, hemos podido confirmar la
    impresión de que los grupos de apoyo
    mutuo, por medios de los
    cuales se fomenta la
    motivación al cambio, poseen
    un valor decisivo
    en el manejo de este delicado problema.

    En niños de clases más privilegiadas, la
    situación se complica, ya que la indulgencia
    "gastronómica" se resuelve con la adquisición de
    comidas (substitutos) dietéticas de precios (a
    veces) muy altos, y de utilidad
    incierta. He aquí, donde a veces encontramos la
    situación paradójica de ver a figuras en autoridad
    contradiciéndose a sí mismas, cuando tratan de
    apoyar el abandono, tan frecuente como subrepticio, de la dieta a
    la cual se ha asignado al niño. En estas circunstancias
    típicamente el adulto se entromete en nombre de disminuir
    el estrés que
    al niño causan las privaciones asociadas con actividades
    que requieren un poco de buen juicio y de autodisciplina — lo
    que son las dietas. Los resultados de estas actitudes
    desalentadores pueden tener resultados devastadores para el
    desarrollo armonioso y emocional de cualquier
    niño.

    Finalmente, existe otro aspecto importante a los
    esfuerzos a tratar de encontrar una solución (cualquier
    solución) a este problema: Como es el uso de los servicios de
    un "spa". Veamos, en el ambiente de un
    "spa", las estadísticas del Gobierno Estadounidense,
    suministran muy poco solaz con que consolar a los que se adhieren
    a estos sistemas, ya que
    se reporta un porcentaje muy alto de recaídas y existen
    casos documentados de "spas" cuyos dirigentes han sido sometidos
    a la Justicia, por
    haber hecho afirmaciones fraudulentas y engañosas, para
    atraer clientela.

    Recientemente, la prensa
    norteamericana asimismo reseña el incremento de las
    cirugías gastroplásticas en la juventud y en
    los niños… Lo que ellos hacen sin pensar nada
    más que en facultar el cuerpo para comer
    más.

    En resumen, parece ser, que igualmente que sucede con la
    obesidad del adulto, sucede con la del niño; los riesgos son
    muchos, la calidad (y
    aún la duración) de la vida están
    comprometidas y el tratamiento (cualquier método de
    tratamiento que se escoja) está lleno de
    incertidumbres.

    La prevención, vía la educación, resulta
    siendo la mejor (sino en la única) de todas las
    opciones.

    Partes: 1, 2

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