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El síndrome de Wendy




Enviado por Felix Larocca



Partes: 1, 2, 3

    1. ¿Quién es
      Wendy?
    2. Origen del
      trastorno
    3. El pasado
      emocional y de cómo afecta las relaciones
    4. Bibliografía

    Un trastorno personal basado
    en la necesidad de satisfacer al prójimo

    En esta lección cubriremos dos aspectos del tema de
    cargar el embalaje emocional de satisfacer los demás y
    cómo esta actitud nos
    disminuye la autoestima.

    Miedo al rechazo, al abandono, deseo de complacer a los
    demás y sobre todo a la propia pareja… Estas son
    algunas de las causas que se encuentran tras el llamado
    ‘Síndrome de Wendy’. Una compleja conducta que a
    simple vista no tiene patología alguna y guarda una
    estrecha relación con el más conocido
    ‘Síndrome de Peter Pan’, descrito por Dan
    Kiley en 1983 y que hace referencia a todos aquellos hombres y/o
    mujeres que no quieren, o que no pueden, crecer.

    ¿Quién es
    Wendy?

    Wendy es aquella mujer u hombre que se
    encuentra detrás de un Peter Pan. Y es que, tras un Peter
    Pan siempre tiene que haber una persona, hombre o
    mujer, dependiendo del caso, que se encargue de hacer todo
    aquello que no hace él. Peter Pan no existe si no hay una
    Wendy que le aguante.

    El Síndrome de Wendy se puede definir como el conjunto
    de conductas que realiza una persona por miedo al rechazo, por
    necesidad de sentirse aceptada y respaldada, y por temor a que
    nadie la codicie. En definitiva, por una necesidad imperiosa de
    seguridad. Cuando
    el sujeto actúa como padre o madre en su pareja o con la
    gente más próxima, liberándoles de
    responsabilidades, podemos hablar de Wendy, estas conductas
    pueden darse tanto dentro del núcleo familiar, en los
    roles de padre/madre sobre-protectores, como en las relaciones
    interpersonales, con aquellas personas muy cercanas.

    La madre que despierta todos los días a su hijo para
    que no llegue tarde a la universidad,
    aquella que le haga los deberes, le resume las lecciones o
    subraya los apuntes, la esposa que asume todas las
    responsabilidades domésticas… es una Wendy en el
    núcleo familiar.

    Lo mismo ocurre en la relación de pareja si es ella y
    no él quien toma todas las decisiones y asume las
    responsabilidades, actúa como madre o padre y como
    esposa/esposo o justifica la informalidad de su pareja ante los
    demás.

    Las conductas más significativas que acompañan
    una persona que padece este síndrome los las
    siguientes:

    • Sentirse imprescindible
    • Malinterpretar que el amor
      sólo es sacrificio y resignación
    • Evitar a toda costa que su pareja se enoje
    • Intentar continuamente hacer feliz a la pareja
    • Insistir en hacer las cosas por la otra persona
    • Pedir perdón por todo aquello que, por el otro, no
      ha hecho o que no ha cómo sabido hacer
    • Necesidad imperiosa de cuidar del amante como si fuera un
      niño
    • Convertirse en un padre o madre en la relación de
      pareja

    Para hablar de un verdadero Síndrome de Wendy es
    preciso tener en cuenta que todas estas acciones se
    basan en un terror al abandono, que son inmutables y que
    persisten como tales, con en el transcurso del tiempo.

    Origen del
    trastorno

    Actualmente no existen estudios epidemiológicos que
    arrojen unos datos fiables
    sobre el porcentaje de la población que puede sufrir este
    síndrome, porque el síndrome como entidad
    establecida aun no existe. No obstante, sí se han
    establecido las diferentes variables que
    pueden desencadenar su aparición. Lo primero que hay que
    tener en cuenta es que puede afectar tanto a hombres como a
    mujeres, aunque es cierto que es más frecuente entre
    ellas.

    Esta diferencia entre los sexos puede ser debida, entre otras
    cosas, a la cultura en la
    que estamos inmersos. Queramos o no, todavía sigue siendo
    la figura de la mujer quien
    tiene más peso en el cuidado de los miembros de la
    familia y esas
    ideas que se nos inculcaran en el proceso
    educativo tienen su expresión en la vida adulta.

    Y es que el Síndrome de Wendy no depende de un solo
    factor, sino de un conjunto de variables, entre las que destacan
    el cuidado, de niñas, recibidos, la educación
    absorbida, la personalidad
    propia y las circunstancias que rodean a la persona. No
    obstante, que ninguna de estas variables por separado
    sería la responsable de su aparición.

    Por ejemplo, la educación recibida no
    determina necesariamente este tipo de conductas. En ocasiones,
    tener una madre o un padre sobre protector puede crear en sus
    hijos o hijas un gran deseo de independencia.
    Aunque es cierto que también hay ocasiones en las que se
    perpetúan los patrones de conducta
    adquiridos y vistos durante la infancia y
    adolescencia,
    continuando el ejemplo de los superiores.

    Partes: 1, 2, 3

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