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Teología y Educación: maestros del martillo




Enviado por Luis Eduardo Cantero



Partes: 1, 2

    1. ¿Cómo
      se hace Teología en América Latina? ¿Desde
      qué presupuesto?
    2. ¿Cómo
      se enseña Teología en los
      claustros?

    ¿CÓMO ENSEÑAR Y
    HACER TEOLOGÍA EN AMÉRICA LATINA
    HOY?

    Cuando comencé mi formación
    académica, mi primer grado de licenciatura en
    teología, lo obtuve en un seminario
    denominacional de mi país Colombia, lo que
    pude aprender en este campo fue poco. Eso me llevó a
    estudiar de nuevo la teología, filosofía, en otras
    facultades del exterior, y pedagogía en mi país. Después
    de pasar esta experiencia me pregunté ¿por
    qué en ese seminario no aprendí hacer
    teología?

    La respuesta la halle al comparar los docentes de
    ese seminario con los de otras facultades, el resultado era que
    esos docentes de ese seminario, no sabían hacer
    teología, porque su formación carecía de
    estas disciplinas de las ciencias
    sociales: como la filosofía, la pedagogía y la
    metodología científica de la
    investigación académica. Eran como
    lo expresan los especialistas en pedagogía: Maestros
    del martillo
    , es decir ellos enseñaban a martillazos
    la teología, siempre veía a mis docentes compartir
    las ideas del mismo autor, la clase se
    convertía en un monólogo de lectura
    lineal, no daban lugar a la critica ni mucho menos al taller de
    la imaginación creativa; en cambio los
    docentes de otras facultades, también se quedaban con el
    estribillo de la marginación y la explotación,
    aunque la clase daba lugar al taller critico, pero,
    cometían otro error, nos daban un montón de
    lectura, que en el fondo esas lecturas se perdían en el
    horizonte de la clase.

    En la actualidad esos docentes de ese seminario donde
    comenzaba mis estudios de licenciatura en teología, han
    podido ingresar a una universidad ya
    sea por fuerza mayor o
    por no quedarse fuera del sistema laboral, para
    acreditarse en las disciplinas como la religión u otra, que
    les dé un estatus como profesional. Una mirada cercana
    particularmente del escenario teológico dudará mas
    de estas formaciones rápidas, como suceden con los famosos
    programas
    doctorales que se ofrecen para América
    Latina, que en el fondo son solo empresas para
    comercializar titulillos para los ineptos latinoamericanos que
    por su deseo de alcanzar un titulillo doctoritis, siguen siendo
    campo de misiones, ya no en la evangelización individual
    sino en el campo "intelectual". Es cierto que se necesita del
    titulo; como profesional debo reconocer a todos los que poseen un
    titulo, como perteneciente al campo teológico
    académico solo a condición de permitir una gama de
    miradas, de perspectivas, etc.

    A un frente a esta diversidad, existe una experiencia
    por parte del autor de este articulo compartidas entre quienes se
    dedican hacer teología y los que enseñan
    teología. En efecto, aunque pocas cosas tengan en
    común no es lo mismo todos han vivido largos años
    de escolaridad, en los que han disfrutado de la enseñanza de sus docentes y otros en
    cambio, han vivido en la fauna
    teológica de la sobre vivencia, pasaron por un grupo de
    alumnos. A desgano o gustosos, quienes hacemos teología
    nos encontramos ante los problemas
    propio de enseñar.

    Esta experiencia y dificultades que comparto, surge la
    necesidad de reflexionar y pensar sobre nuestra función
    como docentes: ¿Cómo se enseña
    teología en los claustros? ¿Cómo se hace
    teología en América
    Latina? ¿Desde que presupuesto? Yo
    como especialista en Diseño
    de Ambientes de Aprendizaje
    afirmo que la actividad de enseñar presenta siempre la
    necesidad de plantearse preguntas y dificultades que, aunque no
    resulten resuelto del todo, por lo menos intenta generar pensamiento
    critico propio de la teología latinoamericana.

    Por eso, a la hora de seleccionar contenidos para
    confeccionar programas no resulta fácil elegir que textos
    se ajusta a la realidad que vive cada estudiante de
    teología. Optar por trabajar con problemas o realizar un
    sondeo histórico, distinguir lo significativo, lo
    inevitable, lo imprescindible no es una tarea exclusiva del
    filosofo o del pedagogo, lo es para el teólogo, implica
    posicionarse frente a ella y valorar su legado que han dejado no
    solo la teología que enseña sino las demás
    teologías que han existido y las que están
    emergiendo desde cada cultura, desde
    cada genero humano y
    desde cada opción sexual. A su vez preferir ciertos
    contenidos u otros, adoptar una metodología de trabajo,
    exigir la participación del estudiante y elegir entre la
    infinidad de matices que trae la acción
    de enseñar, acompañada por una estrategia
    pedagógica y filosófica. Aquí el docente
    consciente e inconsciente debe revelar su forma de hacer
    teología sobre que presupuesto basa su teoría
    y sobre que punto mira el objeto de estudio. Esto le
    permitirá al alumno poder seguir y
    proponer su mirada a ese objeto estudiado.

    Al evaluar el docente deberá posesionarse ante
    dificultades que sabe, como son la diversidad de ideas y de
    estilos, como manejar el poder en sus manos de condicionar a sus
    alumnos autorizarlos o desautorizarlos como exponente
    teológico, acreditarlo o desacreditarlo como
    teólogo para un futuro que puede requerir destrezas tanto
    teológicas como de otras disciplinas, imponerse o negarse
    a cuantificar ideas y razonamientos…Enseñar es
    enfrentar cuestiones éticas que no pueden ser ignoradas.
    Si la esencia de la educación es, como
    Sócrates
    la concibió de la función profesional de su madre
    partera que era dar a luz, es decir dar
    vida a un nuevo conocimiento.
    Enseñar implica una fuerte responsabilidad. Ser hospitalarios con los nuevos,
    invitarles a nuestro taller intelectual sin violentarlos a entrar
    en mi forma de ver y hacer teología, es una tarea que
    requiere reflexión y cuidado pastoral. Teniendo en claro
    nuestra función como docente y teólogo
    académico quiero dar una posible respuesta, que no quedan
    de todo resuelta pero quedan abiertas a otras respuestas
    ¿Cómo se hace teología en América
    Latina? ¿Desde que presupuesto? ¿Cómo se
    enseña teología en los claustros?

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