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Aspectos geomorfológicos y potencial turístico de la cuenca alta del río Asisa, Estado Amazonas (página 2)




Enviado por Jesus Santiago



Partes: 1, 2

METODOLOGÍA

Durante las labores de campo llevadas a cabo por CVG
Tecmin en la zona (años 1989 y 1992), se hicieron dos
frentes de trabajo, uno
de cuatro y otro de cinco días de estadía en un par
de campamentos: el primero en San José de Asisa y el
segundo a orillas del río Parú. Con el auxilio de
un helicóptero Ranger, se llevó a cabo un toque
técnico sobre la meseta Boco y se hizo, además, un
vuelo de reconocimiento sobre la mayor parte del macizo
Parú-Euaja.

En el levantamiento de campo se hicieron recorridos a
través de los cuales se atravesaron cierta variedad de
relieves. A lo largo de estas caminatas se midieron distancias,
altitudes, pendientes y se tomaron notas sobre aspectos como los
procesos
erosivos, materiales
superficiales, forma del perfil, etc.

El mapa base del presente estudio ha sido la
orto-imagen radar
7029-II, escala 1:50.000,
producida mediante la aplicación de técnicas
de rectificación digital, a partir de imágenes
de radar aerotransportado. Fecha de toma de la imagen: octubre de
1988 a febrero de 1999. Fue elaborada por el Instituto
Geográfico Venezolano Simón Bolívar;
primera edición: año 2001.

Los bloquediagramas que acompañan el texto del
presente trabajo fueron realizados por el autor a partir de la
observación del relieve en la
imagen de radar NB-20-13 y en la orto-imagen correspondiente. La
terminología sobre los tipos de relieves y procesos
erosivos es en su mayor parte la empleada por A. Zinck (1994,
citado por CVG-Tecmin) en sus estudios
geomorfológicos.

GEOMORFOLOGÍA

  1. Según la hipótesis planteada por el suscrito,
    durante el Precámbrico superior, en una corteza
    terrestre más delgada que la del presente, se
    emplazaron gigantescos cuerpos graníticos, sobre los
    cuales, y debido a la inestabilidad tectónica, se
    abrieron paso a través de fallas profundas,
    voluminosos flujos magmáticos que recubrieron buena
    parte de la superficie terrestre, dando lugar a extensos
    paisajes volcánicos. Al cesar la fuerte actividad
    volcánica, grandes extensiones de terreno, que en
    aquel entonces formaban los niveles de base de las cadenas
    montañosas circunvecinas, hicieron las veces de
    gigantescos recipientes o cuencas donde se captaban enormes
    cantidades de sedimentos.

    La abundancia de materiales producto
    de la erosión de las elevaciones
    aledañas, fue posible gracias a la
    desprotección vegetal de las vertientes; porque
    todavía no había surgido la vida vegetal sobre
    la faz del planeta. Por lo tanto, ante el ataque de intensas
    lluvias torrenciales, eran acarreados ladera abajo espesos
    mantos de detritos. En el estudio sobre paleocorrientes
    efectuado por Ghosh (1985), se pudo constatar que en el
    área del Asisa (miembro inferior de la secuencia
    sedimentaria), los cuerpos de agua
    discurrían hacia el ESE y hacia el WSW,
    principalmente; suponiéndose que las fuentes
    provenían desde el WNW y desde el ENE,
    respectivamente. En el macizo Parú-Euaja, Ghosh asigna
    a las rocas de
    la provincia Roraima un espesor aproximado de 1.100 metros
    (Fig. 2).

    Posteriormente a la deposición de los
    sedimentos de Roraima, el substrato cristalino fue afectado
    por intrusiones magmáticas a manera de poderosos
    batolitos; encargándose éstos de deformar la
    secuencia original de los estratos horizontales. Como
    consecuencia, hacia los flancos este y oeste del macizo
    Parú-Euaja los estratos sufrieron una fuerte
    inclinación, quedando hacia los lados sendas
    elevaciones a manera de montañas anticlinales;
    bordeando entre ambas, a la vez, a un amplio valle sinclinal.
    Cabe preguntarse sobre las dimensiones originales de aquellas
    estructuras anticlinales. Según CVG
    Tecmin (1994), se supone que hubo un gigantesco anteclise
    entre el cerro Euaja y el cerro Jaua, lo que significa una
    distancia o longitud de onda de unos 88 km entre los ejes de
    los sineclises. Llama un tanto la atención que gran parte de los grandes
    tepuyes (Duida, Jaua, Guaiquinima, etc.), poseen un eje
    sinclinal orientado hacia el NNE o hacia el NNW. Es probable
    entonces que los plegamientos se deban, además del
    empuje hacia arriba de los cuerpos intrusivos, a esfuerzos
    compresivos de orientación este-oeste.

    El plegamiento dio lugar a numerosas fracturas por
    donde fue más fácil el ataque de los agentes
    externos, como las que controlan en el presente los cursos de
    los ríos Asisa y Parú, entre otros. Al
    profundizarse los valles a lo largo de los ejes anticlinales,
    llegó el momento en que los ríos pasaron a
    discurrir sobre las rocas graníticas, las que, debido
    a su constitución mineralógica (ricas
    en feldespatos), son más débiles que las
    areniscas ante la acción de los procesos de
    meteorización. En consecuencia, se produjo una
    inversión topográfica, es decir,
    que lo que antes era un relieve bajo (una cuenca o depresión), hoy en día se ha
    convertido en la cumbre de una mesa. A través de las
    fracturas más profundas fue posible en un tiempo
    post-Roraima el ascenso de magma básico que dio lugar
    a los diques de orientación NW que ocupan el tope de
    la meseta Boco.

    Fig. 2. Evolución del relieve en el macizo
    Parú-Euaja y sus alrededores. Etapas: 1) Paisaje
    desarrollado sobre rocas graníticas y
    volcánicas, 2) recubrimiento sedimentario, 3)
    deformación de las rocas sedimentarias a causa de las
    intrusiones graníticas, y 4) erosión e
    inversión topográfica.

    El origen de los valles arqueados del alto
    río Asisa y del alto río Parú, tienen
    una estrecha relación con la existencia de estratos de
    rocas blandas, como lutitas y limolitas, las cuales, al
    erosionarse más rápidamente, permiten que los
    estratos de areniscas suprayacentes, cedan ante la
    pérdida de sustentación y se produzcan, aunque
    paulatinamente, caídas de rocas desde los
    acantilados.

    Es de recalcar que, aunque se tengan a mano muy
    claras evidencias
    de ciertos acontecimientos del pasado, el ciclo evolutivo de
    la región pudo haber sido más complicado de lo
    que aquí se supone. La morfología actual del sector sur del
    macizo Parú-Euaja, está representada
    esquemáticamente en la figura 3.

    Fig. 3. Morfología del sector
    sur del macizo Parú-Euaja. La cuenca alta del Asisa es
    la que se orienta hacia el flanco derecho del bloque.
    Nótense las diferencias morfológicas entre las
    rocas sedimentarias y las ígneas.

  2. Evolución del relieve en el alto río
    Parú y sus inmediaciones.
  3. Descripción de los tipos de
    relieves

Las mesas: La mesa identificada en los mapas como meseta
Boco, posee altitudes entre 1.200 y 1.480 m. El perfil de estos
relieves varía de rectilíneo a ligeramente
ondulado, presentando drásticas interrupciones a causa de
los taludes y cañones que los rodean (Fig. 4). Las
pendientes oscilan entre 0 y 4%, aunque cerca de los taludes,
donde comienza a hacerse patente la deformación de las
estructuras, se alcanzan valores entre
8 y 16% . Un rasgo estructural muy particular de la meseta Boco
es la presencia de diques de rocas básicas, que
interrumpen la monotonía de tan extensas cimas. Tienen una
longitud que varía desde los 500 m hasta los casi 7 km.
Deben ser más delgados de lo que se observa en la
orto-imagen, lo que sucede es que hacia sus flancos se han
depositado mantos de detritos o coluviones, producto de la
erosión de las rocas ígneas constituyentes. El
proceso
erosivo predominante es la erosión laminar de modalidad
ligera, lo que se debe principalmente a las bajas
pendientes.

Las mesas ubicadas hacia la margen sur del
cañón del Asisa, en cambio, poseen
pendientes mayores que en el caso anterior, variando entre 8 y
16% o pudiendo ser incluso superiores. Estas cimas se consideran
como mesas, en vez de cuestas, debido a que están
bordeadas totalmente por taludes. Para el caso de la zona en
estudio presentan altitudes que van desde los 1.600 hasta los
2.200 m, siendo éste el valor
más alto de la zona en estudio. Esta unidad de mesas
presenta una fuerte disección, donde los ríos han
aprovechado el sistema
intrincado de diaclasas orientadas hacia el norte. Sobre estas
mesas no se observan, como en otros tepuyes de Guayana, simas o
depresiones de colapso a causa de la disolución de la
sílice en las areniscas, proceso conocido como
erosión pseudo-cársica (Santiago, 2002).

Fig. 4. Tipos de relieves en la cuenca
alta del río Asisa: 1) Glacis, 2) Talud, 3) Cuesta, 4)
Valle, 5) Mesa, 6) Cañón y 7) Lomas.

La cuesta: Se localiza hacia el norte del
cañón del Asisa. El tope del reverso de esta
elevación, conocida como cerro Parú, alcanza
altitudes que varían entre 1600 y 1760 m. La base del
reverso presenta altitudes entre 900 y 1200 m. Los desniveles
oscilan entre 560 y 700 m. La parte superior de las cuestas posee
pendientes entre 8 y 16%, mientras que en la franja cercana a la
base las pendientes varían entre 16 y 30%. El
microrrelieve presenta frecuentes irregularidades a causa de la
abundancia de bloques de areniscas. La superficie de estas rocas
suele ser irregular debido a la meteorización química, la que le ha
dado una configuración algo ahuecada. Incluso, las rocas
de estos lugares son afectadas por un calentamiento excesivo ante
la incidencia de los rayos solares; debido a esto, los cambios
bruscos de temperatura
someten a las rocas a dilataciones y contracciones sucesivas y
por consiguiente a su disgregación. Sobre las cuestas, las
delgadas capas de suelos y la
abundancia de afloramientos rocosos, implican un potencial
erosivo muy bajo.

Taludes: Estos relieves son los que bordean las mesas y
conforman las paredes de los cañones y los frentes de las
cuestas. Los taludes del lado oeste de la meseta Boco, vista su
configuración en planta, poseen una forma arqueada, debido
esto seguramente a la manera en que se deformaron las rocas
sedimentarias al ser empujadas desde abajo por los cuerpos
intrusivos. Presentan desniveles desde 80 m (los más
bajos), como sucede en algunos escalonamientos que interrumpen la
meseta Boco; y hasta de 1.200 m, como ocurre hacia el noroeste
del cañón del Asisa. Los taludes más
inclinados presentan pendientes mayores de 60%, como por ejemplo
en el frente de cuesta del cerro Parú. Los taludes que
bordean a la meseta Boco poseen pendientes entre 30 y 60%. Cerca
de los bordes de las mesas o cuestas, gran parte de los taludes
exhiben perfiles verticales; en otros casos, el perfil del talud
no muestra sino una
línea oblicua que cae hacia la base. Según
Yánez (1993), en su estudio sobre la morfología del
Auyantepuy, el agua en
abundancia, con un pH de valor 4,
favorece la solubilidad de la sílice, lo que trae como
resultado la formación de sílice coloidal y
ópalo. Este proceso actúa sobre la superficie y a
nivel subterráneo, trayendo como consecuencia la
formación de agujeros entre los planos de
estratificación y manchones de color claro sobre
las paredes rocosas. Al pie de los taludes se aglomeran millares
de bloques de distintos tamaños (derrubios de gravedad),
donde puede desarrollarse una vegetación boscosa o arbustiva.

Los cañones: Son valles en forma de garganta o en
"V". En el cañón del río Asisa convergen
otra serie de cañones que conducen las aguas que fluyen
desde el sur. Poseen profundidades máximas hasta de 1.200
m, como sucede hacia la parte inferior del cañón
del Asisa; y profundidades menores de 40 m en las cabeceras.
Dicho cañón posee en su parte superior una anchura
cercana a los 1.500 m, mientras que en el sector medio se
aproxima a los 3.000 m, y posee un gradiente longitudinal de 62
m/km. Los cañones tributarios del Asisa, ubicados hacia el
sur de dicho río, exhiben anchuras que varían entre
400 y 1.900 m, y se separan unos de otros por medio de crestas
rocosas de perfiles agudos. El fondo de estas gargantas suele ser
altamente rocoso, con numerosos rápidos y saltos. Las
pendientes transversales poseen pendientes superiores al
60%.

Las lomas: Vistos en planta, son relieves lobulares y
algo sinuosos, separados por vegas de entalle. Tienen su
ubicación tanto en el sector noroeste como en el sector
sureste, justo donde las litologías corresponden a rocas
graníticas. Poseen desniveles que varían entre los
40 y los 200 m. Por lo general poseen perfiles convexos o
plano-convexos. Las vertientes son de perfiles rectilíneos
o irregulares donde el acceso es interrumpido por afloramientos
rocosos a modo de bloques redondeados. Las pendientes
predominantes oscilan entre 16 y 30%, con localidades de
pendientes inferiores. La constitución mineralógica
de la roca, mas la abundancia de precipitaciones, han hecho que
se forme una profunda capa de saprolita y suelo, donde se
sustenta una vigorosa vegetación boscosa. La
erosión laminar ligera se asocia a un continuo manto de
raicillas y hojarasca. En vertientes de mayor inclinación
hay vestigios de reptación dada la curvatura de los tallos
arbóreos. Al pie de las vertientes se forman
pequeñas acumulaciones de coluviones. Las vegas pueden
consistir en canales rocosos, muchas veces sin mantos de
aluviones.

Los glacis: Se localizan al pie de los taludes y de los
reversos de cuesta, en transición hacia las partes
más bajas como los valles y los lomeríos, formando
franjas hasta de aproximadamente 2.000 m de anchura. Los glacis
hacia el oeste de Boco poseen desniveles de 40 m, mientras que
los ubicados cerca de la parte inferior del cañón
del Asisa poseen desniveles próximos a los 300 m.
Respectivamente las clases de pendientes son de 0 a 4% y de 16 a
30%. El perfil general es rectilíneo, aunque presenta
pequeños accidentes a
modo de salientes rocosos (materiales más duros) y
hondonadas o vegas. La mayor parte de la superficie de los glacis
está recubierta por una capa de coluviones de texturas
variables. En
el contacto con el talud, las partículas suelen ser
más gruesas, disminuyendo de tamaño a medida que se
avanza pendiente abajo. La erosión es por escurrimiento
laminar de intensidad ligera, aunque se estima de mayor grado en
los glacis más inclinados. La pérdida de suelo es
de poca significación considerando la protección
ejercida por la vegetación de bosques y arbustales. Por
debajo de los glacis del lado oeste de la meseta Boco, la
litología predominante es lutítica, sin lentejones
intercalados de areniscas por encima de éstas, lo cual
favoreció el desarrollo de
superficies de erosión recubiertas parcialmente por
coluviones, fenómeno algo parecido al de la
formación de los pedimentos en los paisajes de climas
secos (Derruau, 1978).

Los valles: Son franjas aluvionales alargadas que
bordean los ríos (a excepción del recorrido a lo
largo del cañón del Asisa). Estas franjas poseen
anchuras máximas hasta de 1.500 m. En sí, se trata
de zonas bajas donde confluyen las aguas tanto superficiales como
subterráneas; a estos relieves se les conoce
también como lechos de inundación. Las pendientes
son muy bajas (0 a 4%) y la topografía es plana. Esta serie de
factores, mas la abundancia de aguas de lluvia a lo largo del
año, han traído como consecuencia que el alto
río Asisa haya desarrollado un cauce curvilíneo con
abundantes meandros abandonados. La faja de meandros mide una
anchura que varía entre los 100 y 150 m.

El microrrelieve no es del todo una superficie lisa como
pudiera imaginarse, ya que los lechos inundables de los
ríos suelen estar afectados por la sufusión,
mediante la cual, el exceso de agua subterránea produce un
arrastre subsuperficial, principalmente de las partículas
más finas, creándose entonces una serie de
hendiduras redondeadas de hasta 1,5 m de diámetro en
promedio, de perfiles cóncavos y de menos de 50 cm de
profundidad.

En el fondo de los cauces se observan depósitos
de cantos redondeados que ponen en evidencia las distintas
litologías presentes en las regiones de aguas arriba:
ortocuarcitas blancas y rosadas; areniscas rosadas, marrón
y violeta, atravesadas por vetillas de cuarzo; cantos aplanados
de limolitas y lutitas rojas y grises; cantos esferoidales y
cristales poliédricos de cuarzo. Los afloramientos de
cuarcitas del cauce exhiben un aspecto pulimentado a causa del
efecto abrasivo de la carga de arena en suspensión durante
las crecidas. Sobre las areniscas, menos compactas que las
anteriores, se han desarrollado marmitas e, inclusive, presentan
múltiples hendiduras a modo de colmenas.

POTENCIAL
TURÍSTICO

Por tratarse el macizo Parú-Euaja de un ABRAE,
los usos a los que pueda destinarse estarán limitados por
estrictas normativas ambientales, considerando que los tepuyes
son especies de islas que se han mantenido en esa
condición durante millones de años, lo cual ha
condicionado el desarrollo de hábitats muy particulares,
con especies de vida vegetal y animal únicas en el mundo
(Hüber, 1993). Esto significa la existencia de recursos
naturales dignos de ser protegidos, aunque no necesariamente
intocables. Siempre y cuando se acaten una serie de normas, todos los
ciudadanos del mundo tienen derecho de disfrutar del contacto
directo con estos ambientes.

Es muy cierto que lo más frágil de estos
paisajes, biológicamente hablando, se encuentra en los
topes de las mesas; pero, por lo general, estos relieves son de
difícil acceso, debido a los acantilados o taludes que se
interponen hacia sus bordes. Hay otros aspectos adversos que
impedirían drásticamente que los tepuyes fuesen
destinados a usos intensivos, como es el caso de sus suelos
inútiles para la agricultura
(ácidos,
muy permeables, pedregosos y pobres en nutrientes). Sin embargo,
estos paisajes se caracterizan por una combinación
única de elementos naturales creadora de un derroche
avasallante de bellezas escénicas. Hay aspectos de los
tepuyes muy interesantes que bien pudieran ser aprovechados en
actividades como el eco-turismo o turismo de
aventura. Esto puede implicar actividades como: la mera recreación, el estudio de la naturaleza y
la práctica de deportes extremos. En tal sentido,
aunque se trate de recomendaciones que pudiesen ser aplicadas a
mediano o largo plazo, y de acuerdo a los accesos por tierra que han
propuesto los organismos oficiales (CVG, 1993), en los
alrededores de la zona en estudio (Fig. 5), se están
planteando en el presente trabajo una serie de usos que tienen
como objetivo
principal el aprovechamiento de la zona con fines más que
todo turísticos (Fig. 6).

Fig. 5. Distribución de los accesos en los
alrededores del macizo Parú-Euaja. En el presente trabajo
se propone la creación de una vía entre
Cacurí y San José de Asisa. (CVG modificado,
1993)

La red de carreteras propuesta
por la CVG (1993) no incluye una conexión directa entre
dos importantes comunidades indígenas Yekuanas, como lo
son San José de Asisa y Cacurí, lo cual nos lleva a
proponer una ruta que pase por el borde oeste del cerro
Parú. Desde San José de Asisa puede construirse una
carretera rudimentaria (para vehículos rústicos)
que bordee al río Asisa por su margen derecha. Esta
vía apenas poseerá un largo aproximado de 18 km,
desde San José de Asisa (hacia el oeste de la zona
estudiada) hasta el punto donde se recomienda la construcción de un campamento que sirva
para controlar las actividades de los excursionistas.

La pendiente promedio de esta vía sería de
7%, con un máximo de 9% entre los puntos A y B. Desde el
campamento podrían construirse vías que conduzcan
hacia la cima de la cuesta (cerro Parú) y hacia la meseta
Boco. La cima del Parú puede aprovecharse como un mirador
turístico; ese lugar podría utilizarse
también como punto de lanzamiento con parapentes. El
río Asisa, caudaloso y de perfil quebrado a lo largo del
cañón, puede ser utilizado para la práctica
de canotaje (rafting) y kayak. A partir del punto C, aguas
arriba, el río Asisa se convierte en una
estratégica vía de acceso, si se navega utilizando
pequeñas embarcaciones. Los escarpes más empinados
de la zona (oeste del cerro Parú, cañones del sur
del Asisa, etc.) son lugares ideales para el escalado de
vertientes o montañismo.

Obsérvense al final de este trabajo algunas
imágenes alusivas al potencial turístico de la zona
estudiada (Anexos 1 al 9).

Los saltos del río Asisa pudieran ser
aprovechados para producir electricidad,
útil para mejorar las condiciones de vida de los
habitantes cercanos al sitio. En el fondo de este
cañón, hay partes estrechas donde pudieran
construirse represas. La ubicación recomendada en la Fig.
5 daría lugar a un embalse de apenas 1,5 km de largo. La
poca extensión del lago, y su ubicación lejos de
los ambientes que requieren de una mayor protección
ambiental (mesas), no implicarían un impacto negativo de
mayor importancia.

Fig. 6. Proposición de usos
turísticos e infraestructuras, cuenca alta del río
Asisa.

CONCLUSIÓN

La majestuosidad de los tepuyes, como esculturas
naturales, en combinación con la colorida
vegetación, los ríos caudalosos y el clima fresco, le
dan al paisaje una calidad
óptima como un recurso que debe ser aprovechado desde el
punto de vista turístico, siempre y cuando se establezcan
una serie de reglas que sirvan para controlar la
penetración de personas hacia dichos lugares.

Por esa razón, los organismos competentes deben
llevar a cabo un plan de manejo
que vele por la preservación de los recursos
naturales de la zona, sin caer en el extremo de que estos
monumentos naturales se conviertan en especies de territorios
prohibidos.

AGRADECIMIENTO

A los indígenas Yekuanas de las comunidades de
San José de Asisa y de Cacurí, fieles colaboradores
en las labores de campo ejecutadas por CVG-TECMIN. A los obreros
que nos acompañaron en aquel entonces (1989-1992), entre
ellos: Ambrosio Guayamare, Pedro Yanave, Hilario Bolívar,
Henry Saldeño, Yovani Aragua y Fabián Morillo. Al
personal
técnico: Asdrúbal Oliveros, Guillermo Fuenmayor,
Andrés García, Félix Martínez, Nelson
Rivero, Alfredo Chaviel, Luz Delgado,
Sandra Giner, César Molina y Alejandro Tabata. A los
coordinadores: Manuel Usó y Víctor
Fernández. Al personal de logística: Pedro Mata y Jesús
Hernández. Al asesor técnico Dr. Galo Yánez
y al presidente y fundador de la empresa Dr.
Vicente Mendoza.

BIBLIOGRAFÍA

CVG Gerencia de
Planificación. (1993). La Guayana de hoy y
de mañana. Mapa en dos láminas (escala
1:1.300.000). Ediciones Armis, Caracas.

CVG Técnica Minera, C.A. (1994). Informe de avance
de la hoja de radar NB-20-13: Clima, Geología,
Geomorfología, Suelos y Vegetación. Tomos I y II.
Proyecto
Inventario de
los Recursos Naturales de la Región Guayana. Ciudad
Bolívar.

Derruau, M. (1978). Geomorfología. Ed. Ariel, 2da
Edición. Barcelona. 528 p.

Ghosh, S. (1985). Geology of the Roraima Group and its
implications. Boletín de Geología, Pub. Nº 10.
Caracas. p. 33-50.

Hüber, O. (1993). Notas explicativas sobre el
Decreto de los Tepuyes. Revista
Pantepui, Año 3, Nº 5. Puerto Ordaz. p.
35-43.

Mendoza, V. (2000). Evolución geotectónica
y Recursos Minerales del
Escudo de Guayana en Venezuela y su
relación con el Escudo Sudamericano. Universidad de
Oriente, Escuela de
Ciencias de
la Tierra.
Ciudad Bolívar. 184 p.

Santiago, J.E. (2002). Compendio de geomorfología
de Venezuela. En: monografías.com

Yánez, G. (1993). Geología y
geomorfología del tope del Auyantepuy. Memorias del
II Congreso Venezolano de Geografía.
Mérida. p. 251 –265.

ANEXOS
FOTOGRÁFICOS

Anexo 1. Imagen típica en el borde de una mesa o
tepuy; obsérvese el tope horizontal y el talud o
acantilado vertical de areniscas desnudas. Es común
acá la formación de saltos o cataratas (Fuente:
Google,
2007).

Anexo 2. La erosión pseudo-cársica crea
formas de detalle interesantes en los topes de las mesas. Algunos
geomorfólogos le llaman "penitentes" a estos salientes
rocosos, los cuales vistos desde lejos se asemejan a grupos de
personas (Fuente: Google, 2007).

Anexo 3. En primer plano, poblado indígena
conformado por churuatas o chozas cónicas que construyen
la mayor parte de los indígenas de la Guayana venezolana;
al fondo se observa un espectacular paisaje de altiplanicie
(Fuente: Google, 2007). Los tepuyes forman parte de la mitología que explica el origen de los
Yekuanas.

Anexo 4. Diseño
artístico de una cesta tejida por artesanos Yekuanas
(Fuente: Google, 2007).

Anexo 5. Rostro adornado de una joven indígena
del estado
Amazonas (Fuente: Google, 2007).

Anexo 6. El relieve del alto río Asisa ofrece mil
posibilidades en cuanto a montañismo o escalado de
acantilados (Fuente: Google, 2007).

Anexo 7. Las cimas del cerro Parú presentan
posibilidades muy interesantes como puntos de despegue para el
vuelo en parapentes (Fuente: Google, 2007).

Anexo 8. El río Asisa, caudaloso y con numerosos
saltos y rápidos, es ideal para la práctica de
deportes extremos como el rafting (Fuente: Google,
2007).

Anexo 9. Para quienes prefieren las corrientes
apacibles, el río Asisa posee tramos donde la
navegación en kayak permite una observación
más detenida del entorno (Fuente: Google,
2007).

Anexo 10. El autor de este trabajo (Foto tomada por
Verónica Santiago, 2006).

 

Jesús Enrique Santiago

Geógrafo, profesor
agregado de Geomorfología, Escuela de Ciencias de la
Tierra, Universidad de Oriente. Venezuela

Partes: 1, 2
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