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La mujer de los jueves no habla (página 2)



Partes: 1, 2

Observa el piso. Los dibujos de
mármol le recuerdan los de la deslumbrante nave Central de
la Catedral de San Pedro, cuando –en plena niñez- el
tío Adolfito lo llevara de paseo en su carácter de embajador ante la Santa Sede.
El tío Adolfo Luis Alberto de la Fuente Campos, magnate de
los medios; un
anglófilo manifiesto que odiaba a Miguel Ángel y a
Leonardo Da Vencí por igual. No es difícil recordar
la detención en un punto preciso del recorrido, mientras
el Adolfito apuntaba con el índice hacia las
alturas edilicias. La imponencia de la cúpula de San Pedro
se alzaba ante sus ojos y su asombro. "Así como lo ves,
esta maravilla edilicia fue obra de un oscuro arquitecto español
contratado por el Papa de entonces. Pero el hombre
cayó en desgracia por una cuestión de polleras que
los servidores de
Dios no podían aceptar. ¿Moraleja? Miguel
Ángel firmó los planos y se quedó con toda
la gloria. Estos italianos perezosos han inventado el Renacimiento.
¿Y qué es el Renacimiento?
¡La exaltación del ocio! La vagancia al servicio del
arte.
¡Ah!, querido nieto… De no haber sido por Inglaterra, el
mundo aún estaría en la edad media…"

En fin, militares, eclesiásticos, diplomáticos y
terratenientes, en un abanico de profesiones y de poder que
habían cimentado el nombre de la familia
moviéndose en un insólito arco político que
supo cobijar a notorios chupacirios, enconados defensores
de la extinta 1420, cipayos de toda laya al servicio del imperialismo
inglés
a lo largo de los siglos 19 y 20, y hasta un tipo como el viejo
Coronel, un nacionalista enrolado en una guerra antiimperialista
contra SMB. Sin embargo, esa increíble mixtura
ideológica, sabía abroquelarse en forma
práctica a la hora de hacer prevalecer los intereses
familiares.

De pronto, siente deseos de salir a caminar por Alem, a la
altura del campo de golf.

Todo el tiempo ha
tratado de no pensar en ella pero se da cuenta que la
feniletilamina continúa manteniendo activas sus neuronas y
el universo
celular de sus vísceras. Toma el CEL y apunta hacia el
centro del salón. Surge al instante el holograma en el
cuál se destaca una mujer hermosa,
vestida con una deslumbrante bata azul.

"-Quiero saber que pasa fuera- dice sin mirar a la
imagen.

"- Al instante, señor. Temperatura, 2
grados centígrados. Sensación térmica de 5
grados bajo cero por acción de viento del cuadrante sur
sudoeste que sopla a 21 kilómetros a la hora. Los miasmas
de la humedad absorben el 80% y el agua del mar
está contaminada sobre la costa, en una proporción
del 70%. El compuesto radiactivo de la corriente sugiere no
aspirar las emanaciones. A su vez, desde el sudoeste, avanza un
frente de tormenta eléctrica desplazándose en
zig-zag.

"- ¿Anuncio de alguna ácida en el
pronóstico?

"- Nubes con carga de nitrato se mueven velozmente desde el
este. El servicio satelital informa que pasarán sobre el
límite norte de la ciudad sin descarga
líquida.

"- Está bien, está bien– ha quitado del
armario las ropas de abrigo y comienza a ponerse las prendas-.
¿Qué tenemos en Buenos Aires?

"- Su ilustrísima, el Hermano Consejero, ha
participado de una misa en la Catedral en acción de
gracias. Dicha misa está en relación con la
homilía que nuestro amado señor Jesucristo brindara
a la gigantesca concentración nacional de pobres reunidos
en la antigua Plaza de Mayo, durante la noche de la
víspera. Al término de la divina homilía, la
luz Universal
rezó el salmo 136. ¿Quiere usted que se lo
repita?

"- No, no; muchas gracias.

"- Una novedad, señor: Disponemos de nuevos
ofrecimientos de sexo virtual
bajo el lema, Microsoft
atiende sus necesidades…

"-No me interesa.

"- …biológicas y espirituales. Pulse usted Sex
Black
, y la mejor selección
de mujeres de todas las etnias negroides africanas,
desfilarán ante usted para una mejor
elección.

"-¡Dije que no me interesa!

Dónde está el maldito control.
Elevará una queja a la compañía.

Desde que ha conocido a la misteriosa mujer de los jueves,
entiende que sólo pensar en sexo e incluso en sexo
virtual, sería parte de una traición imperdonable,
sobre todo ahora que Martha empieza a tener cada vez más
presencia desde que llegara a la mansión.

Pulsa el botón reality information. Aparece un
hombre
ligeramente calvo. Vestido enteramente de negro, lleva impresa
sobre la parte superior derecha, una cruz en rojo con la
inscripción MRI; más abajo, se alcanza a leer
Microsoft reality information.

"- A mi espalda, vemos parte del complejo social U.S.S.O.,
el gigantesco predio construido por orden del Hermano Consejero
destinado a alojar a los desocupados de Santa Cecilia de Mar del
Plata. Ayer por la noche estalló un violento motín
promovido por bandas de delincuentes subversivos que lograron
infiltrarse en este tranquilo escenario. Aparentemente, algunos
sectores díscolos de la comunidad
sobre todo aquellos emparentados con grupos juveniles
de desocupados -, hicieron causa común con los
delincuentes subversivos que pretenden restaurar al fracasado
país de los argentinos. Estos confesos anticristianos,
fueron prontamente reducidos por tropas de elite G.O.S. en
colaboración con los habitantes decentes del complejo
social. Según fuentes
confiables, el Hermano Consejero habría enviado un mensaje
especial ratificando la confianza en el mando militar del
Complejo Social. Volveremos en unos minutos".

Pulsa el comando y la imagen se esfuma.
Se calza el abrigo y los guantes, y sale a la calle. El viento
parece un abanico de alfileres que se clava dolorosamente en la
cara. Contra su voluntad, huele las emanaciones pútridas
suspendidas en el aire.

Al internarse por Alem rumbo al cementerio de la Loma, se
cruza con una patrulla GOS que hace un saludo con un guiño
de luces. Respira aliviado; cada vez que se topa con una
rondín militar que no lo reconoce, no puede evitar el
fastidioso trámite de que chequeen su tarjeta de ADN, con
parálisis temporaria incluida.

Extrae de entre sus ropas el RTI y se da cuenta una vez
más que el informe de
meteorología no ha acertado. La sensación
térmica ya ronda los 10 grados bajo cero y un intenso y
húmedo frío se cuela a través de sus prendas
de lana, filtrándose en los huesos.

Pulsa el aparato regulador de temperatura
interna.

Como cada jueves de las últimas semanas – a una cuadra
de los links de golf -, se detiene frente a uno de los comercios
exclusivos de la zona. El mismo local que, desde casi dos meses,
viene visitando todos los jueves

En esta ocasión, le llama la atención el tono ligeramente ámbar
de la vidriera. Al fijar su vista sobre la tarima de
exhibición, ve un par de muñecos caminando entre
los diferentes objetos en exhibición.

Siempre se muestra encantado
con las novedades que ella introduce en la vidriera una vez a la
semana. Ahora ha sido sorprendido por los pequeños robots
de sexta generación importados en la década del 20;
en este caso, adminículos tecnológicos
representando a un hombre y una mujer ; de unos
70 centímetros de altura y vestidos a la usanza gauchesca,
se desplazan con absoluta naturalidad. Cualquiera los
podría confundir con verdaderos enanos.

Vagamente, recuerda que en vida de su abuelo, éste le
había hablado en cierta ocasión, que los japoneses
habían logrado reproducir con los humanos, el incomparable
arte del
bonsái; claro que a la fecha no se había podido
comprobar semejante temeridad científica.

De pronto, observa como el hombrecillo se detiene girando la
cabeza hacia la calle. Apenas unos segundos; no obstante,
suficientes para sentir, literalmente, la mirada casi desafiante
del extraño muñeco. Ve también como
éste mantiene firme la mirada antes de introducirse en una
finca de juguete de dos plantas – de unos
dos metros de ancho por cinco de largo -, instalada sobre una de
las paredes laterales del local.

Y entonces aparece ella detrás del cristal :
vestida con una falda larga – a tono con la gama
ámbar del salón – la bellísima y
extraña mujer que los días jueves de cada semana
surge detrás de la vidriera como una aparición
virginal, lo mira en silencio como siempre. Treinta, treinta y
cinco años; alta, de cabellera rubia y ojos intensamente
azules, permanece rígida, de pie y con los brazos
cruzados; una rutina única y encantadora.

Jamás han cruzado una palabra.

Como siempre también, siente su mirada penetrante y
turbadora. Inmutable, con cierta impronta glacial de viento
helado, en esos ojos azulinos de reminiscencias nórdicas,
presiente el insondable abismo de todos los sentidos.

Vieja escuela;
romántica incurable; eterno femenino; híper
timidez
; arbitrarios pensamientos que rondan las
últimas semanas por su mente, tratando de auto explicarse
la conducta de la
mujer.

¿Qué pretende acaso? ¿Qué ella de
el primer paso? ¿Acaso que abra la puerta y lo invite a
pasar? Tonterías. El tótem humano seguirá
ahí sin moverse hasta el momento en que gire el cuerpo y
comience a caminar hacia la calle. Es el séptimo jueves;
la séptima semana que repite una impronta que amenaza
asfixiarlo.

El caso es que algo tiene que hacer porque cada vez que embute
su cuerpo en el video molecular,
las células
que secretan los compuestos químicos generados por la
pasión, se agitan de manera incontrolable. Ridículo
confesarlo pero por momentos, suele temer que una
explosión en cadena acabe con toda su gigantesca carga de
ADN

Algo tiene que hacer.

La pierna derecha se alza y da un paso en dirección a la puerta de entrada.

Como un rumiante psíquico, la cinta de la duda se pone
en marcha. ¿Es un acto volitivo independiente o, por el
contrario, se trata de una acción
mancomunada, generada por un determinado cúmulo celular?
¿Libre albedrío, o maquinaria
neurofisiológica predeterminada por la acción de su
propio y gigantesco universo
interior? No hay respuesta aún; tal vez nunca la haya. No
todo lo permite Dios. Abstracciones, pensamientos
patológicos a mitad de camino entre una verdad revelada y
otra oculta. Lo sabe; desde el hombre de
Neardenthal hasta Aristóteles; desde el filósofo
griego hasta el gigantesco cerebro
electrónico universal. Todos los caminos conducen a Dios,
y Dios pareciera conducir a todos los caminos. Sabe
también que las mitocondrias, las lisosomas, los
plastidios y el aparato reticular de Golgi, no son solo parte de
una simple ecuación electro química con nombre de
célula.

Acciona el picaporte. La exquisita fragancia se instala en
algún rincón del cerebro. Vivaldi ha impregnado el
claroscuro del salón con música sacra. El
"Gloria", supone. No es un melómano. Pero qué
importa. Cree que las blancas, negras, corcheas y semicorcheas,
son herramientas
dadas por Dios al hombre para que éste componga
música en su honor. Sin embargo, le parece percibir algo
de pagano en el enrarecido aire.

Ella no se mueve. Apenas ha deslizado hacia la izquierda sus
globos oculares.

"- Buenos días. Alguna vez tenía que juntar
coraje y entrar
.

La mujer de los jueves no habla.

"- Je… llevamos siete semanas viéndonos todos los
jueves sin hablar…

Es inútil; ella se recluye en el silencio. Tal vez
tenga que ir más a fondo. Tomar coraje.

"- Desde que la vi., me siento reconciliado con la vida.
Créame, ya no existen mujeres como usted. Su presencia es
imponente. ¿Sabe? Usted habla sin hablar; se instala en
uno como un inasible fantasma. Dios mío, me digo a veces,
esta mujer me sigue a todas partes colgada a mis
espaldas…

La mujer del jueves no habla pero el milagro se
produce: ve como alarga el brazo derecho esperando ser
tomada de la mano.

Inclina su cuerpo hacia delante; los dedos se enroscan en la
mano que la siente como una frialdad marmórea, pero, a su
vez, con una extraña conjunción sensual; pronto
percibe el erotismo agazapado.

La sorpresa sella la boca. Camina aunque en realidad tenga la
impresión de deslizarse silenciosamente sobre un invisible
colchón de aire.

El salón se expande, luego se contrae; madera de
caoba lustrada; alfombra persa con dibujos que
remiten a las mil y una noches; los vitrales de
iconografía religiosa, con un Jesús naif
sosteniendo el símbolo de Microsoft en
su mano derecha. Gentileza de un Bill Gates
convertido en santo.

Abrupto giro hacia la derecha para desembocar delante de una
escalera de nogal ligeramente curva.

………………………………………………………………………………………………………….

El espacioso ventanal es parte de un balcón terraza.
Apenas unos segundos para ver los furiosos relámpagos que
parecen estrellarse sobre la destruida escollera del puerto.
Enseguida, la mujer de los
jueves procede a cerrar la cortina de madera; la
habitación se sumerge en la penumbra.

Cincuenta y pico de años; primera vez que pierde
iniciativa sexual frente a una mujer. Mejor no hablar. No se
atreve a mirarla a los ojos. ¿Podrá ser acaso un
robot? Estos japoneses han hecho cada cosa antes del holocausto
Pero no, no es posible. Escucha la respiración ligeramente entrecortada. Busca
los ojos femeninos. El mármol parece contraerse. La
tráquea se abre para liberar sus cuerdas vocales; como si
leyera sus pensamientos, ella se lleva un dedo a los labios en
clara advertencia de silencio.

Mejor no hablar. Ve que ella pulsa un pequeño
botón rojo que lleva en su mano derecha. Ahora la
habitación se ha transformado en un prado verde festoneado
de flores azules, rojas y amarillas. Los perfumes florales, los
de las gramillas y los húmedos efluvios del arroyo, se
confunden con el intenso aroma a madera del cercano bosque. No es
un dibujo; parece
ser uno de esos paisajes naturales de los que tanto disfrutara de
niño con el abuelo; sin duda, uno de los escasos
hologramas que comercializara a precio de
oro National
Geografic. Agotados por supuesto.

Vivaldi languidece escaleras abajo. Junto con la
irrupción del holograma, la sexta sinfonía de
Beethoven vibra entre el paisaje virtual, en medio de un sonido
increíblemente puro.

Cierto que Esteban le ha conseguido algunos hologramas en el
mercado negro de
Buenos Aires.
Pero este resulta abrumadoramente superior.

Algunas imágenes
lo remiten al recuerdo de un antiguo viaje a Sierra de la
Ventana. Estancia de la familia en
Tornquist, cuándo el viejo país de los argentinos
hacía agua por todos
lados, poco antes que los vaqueros del norte y otro tipo de
gringos – víctimas todos del caos y la
anarquía generalizada – comenzaran a instalarse en la
pampa húmeda.

Mejor no pensar en eso ahora. Con gusto le preguntaría
a ella dónde ha obtenido semejante maravilla.

Encandilado por las imágenes, no se ha dado cuenta que
la mujer de los jueves se ha marchado de la
habitación.

El primer movimiento de
La Pastoral es una invitación para el
espíritu. Mejor caminar sobre el césped bajo sus
pies. Mejor aún, caminar unos pasos hasta uno de los
sauces en hilera, y comprobar in situ la textura
holográfica de las finas hojas a las que puede –
literalmente- tocar y sentir, gracias al revolucionario
proceso de
filmación molecular.

Por unos momentos, se olvida de ella y de las fantasías
eróticas más extravagantes.

Un arroyo cristalino – oye el rumor del agua – baja
ligeramente de un recodo que se pierde hacia las lejanas cumbres.
Sobre el cordón montañoso, una compacta
formación nubosa se mueve velozmente. El viento, que
inclina árboles
y plantas de manera ostensible, ha hecho descender la temperatura
dentro de la habitación. Sorprendente. No es posible.
Alguien esta jugando a ser Dios. Una realidad insertada sobre
otra. Un mundo real clonado hasta el mínimo detalle
podía ser recreado confundiendo la verosimilitud de los
sentidos. ¿Sería la extraña mujer, parte del
juego?

De pronto, algo rompe la armonía de los sentidos. La
puerta del baño en suite se ha abierto. Una nueva
fragancia rompe los miasmas del ambiente
absorbiendo al resto de los aromas imperantes. El nuevo perfume
altera mente y corazón.
Irresistible. Combinación de sándalos y flores
clonados con las mejores esencias artificiales. París sin
duda. Pero París ha muerto. Al menos el París todo
glamour, coto incomparable de aventuras principescas de
bisabuelos y tíos bisabuelos.

París ya no es el paraíso cosmopolita de
turistas insípidos dejándose llevar sobre un
navío a través de la morosidad del Sena, o buscando
las alturas del horrible adefesio de su torre emblemática;
también ha muerto para los sibaritas e incluso para los
amantes del arte (y del Louvre, claro) espantados, dicen, porque
los grupos raciales y religiosos enfrentados por el control de la
ciudad, se arrogan el derecho de administrar la pinacoteca
señera.

Sabe que París se ha convertido en un gigantesco
burdel, disputado por bandas facinerosas enfrentadas con
cristianos y musulmanes.

¿Dónde obtiene la misteriosa mujer ese perfume,
entonces? ¿Cómo se ha metido en semejante
mansión sin tomar los recaudos mínimos? ¿Y
si fuere casada? Sin duda es la mansión de algún
pez gordo. ¿Pero como había sido tan
estúpido y confiado? Más le valdría que
Esteban no se enterase; estaba harto de sus recomendaciones con
respecto a la seguridad.

"-Estimados televidentes : Este es un documental
sobre el sexo y sus
implicancias sociales y políticas.

Busca a esa otra mujer de la voz, tratando de auscultar en el
paisaje holográfico la realidad viva de la que forma
parte.

Repentinamente, a lo largo y ancho de la pared izquierda -en
medio de un ruido a papel
estrujado -, el holograma muta a clásica imagen
cinematográfica. Precisos instantes en los que, sobre la
pared en la cuál se apoya el respaldo de la enorme cama,
ve la figura de la mujer de la voz, traduciendo
automáticamente las letras impresas sobre un
antiquísimo DVD de
comienzos de siglo: the kamasutra book world. Indian authentic
history.

No hace falta la traducción. ¿Pero que es lo que
pasa? ¿Dónde se habrá metido la mujer de los
jueves que no habla? Tal vez todo es una trampa. Mejor irse.

Oye un clic seco. Voltea la cabeza. La puerta de la
habitación está cerrada. No recuerda haberlo hecho.
¿O tal vez fue ella que la cerró sin darse cuenta?
No, no es posible; ella lo precedía.

No debiera preocuparse. Es rara, claro. Pero previsible; el
holograma que recrea el que fuere el Sur argentino sólo es
parte de un juego exquisitamente amoroso. Serenar el
espíritu; bajar la adrenalina visceral… ¿Por
qué entonces el universo
celular que conforma el corazón, se altera? El clic
onomatopéyico, ¿cómo estar seguro de que se
trata de la cerradura de la puerta? ¿No habrá sido
una confusión? ¿Tal vez el viento que zamarrea las
ventanas y puertas del ala opuesta de la mansión?
¿Ella que está metida en el baño y a la que
se le ha caído algo?

Voltearse de pronto y de una zancada caer sobre la puerta para
cerciorarse si está trabada le parece una actitud casi
irreverente. ¿Que podría pensar ella?
¿Qué clase de
hombre traje aquí? Tonterías. Mejor concentrarse en
las imágenes de sexo explícito del milenario
Kamasutra, y al cabo de unos minutos, frente a la figura de un
hombre de extrema delgadez, prestar atención a la voz en
off.

"Este destacado yogui asegura que el mal de Occidente tiene
raíces de índole sexual. Que detrás del
fermento materialista y consumista atado a continuos y nuevos
deseos posesivos, el mal existencial se agranda. ¿Por
qué? Porque los occidentales no saben hacer el amor.
Porque hacer el amor no es
entregarse a
prácticas sexuales constantes y
consecutivas; hacer el amor no es sólo parte de los
orgasmos compartidos ni tampoco lo es la pretendida libertad de
conciencia para
no fijar límite alguno en las relaciones a través
de fellatios, sodomías o compartidos juegos
sadomasoquistas; nada sirve en Occidente porque el origen hebreo
del cristianismo,
le ha puesto al sexo el sello del pecado. La
divinidad le ha dado al hombre el sexo como camino de
liberación y purificación del alma;
entonces, ¿como ser libre, cuándo se hace el amor
con el síntoma inequívoco del pecado?

¿Pero adónde ha venido a parar? El hombre
bonsái de la tecnología japonesa,
la mujer muda; la imponente mansión, el holograma sobre la
perdida naturaleza, y
ahora este alegato en favor del amor…

El largo prólogo filosófico continúa.
"…igual suerte conllevan las prácticas homosexuales o
lésbicas, asumidas en nombre de otra falsa libertad; lo
prueba el hecho irrefutable de que aquellos que se someten a
estas variantes sexuales, no gozan de buena salud espiritual; por el
contrario, la desdicha, la angustia permanente de sentirse
marginados socialmente y una soledad muchas veces no asumida,
están ligados a una permanente escisión del
inconsciente, a una carga atávica milenaria fijada de
manera indestructible en sus códigos genéticos. Lo
que Occidente ignora es que el aparato genital se sirve del sexo
para procrear, pero el sexo es mucho más que una semilla a
fecundar; el sexo es una inmanente materia del
espíritu que permite al hombre participar de la
armonía integradora del cosmos. Parte de los asesinatos,
latrocinios, robos, guerras,
egoísmos y vacíos interiores que conforman el
patrimonio
activo del hombre occidental, tienen directa relación con
una vida sexual que lleva el estigma de la culpa y el pecado. No
puede haber
sexo sin amor ni amor sin sexo; pero entre
ambos, es necesaria la participación activa del alma. Como
dice Mahabharata: el alma es una cosa que la espada no
puede herir, que el fuego no puede consumir, que el agua no
puede macerar, y que el viento no puede secar."

Repentinamente, la película erótica queda en
suspenso; el silencio parece implosionar la sala.

Ella ha vuelto. Sabe que está detrás suyo porque
el perfume parece una sonda suspendida justo encima de su cabeza.
El video del kamasutra se ha esfumado; también el
holograma con la Pastoral, reemplazado por un fragmento de
música sacra.

Ahora la imponente estancia parece un cuadro de
Caravaggio.

Se da vuelta. La mujer lo mira en silencio. Lencería
negra vaporosa; cabellera rubia cayendo sobre el busto;
pañuelo negro de seda transparente que ella desliza entre
las manos como parte de un lúdico ejercicio
erótico.

A un metro de distancia, tiene la impresión de estar
frente a un geiser cargado de perfume. No va a perder la
oportunidad de arrancarle una palabra.

"- ¿Es posible que ahora sí, pueda compartir
tu historia a
través del privilegio de tu voz?

Después del último vocablo, comprende que acaba
de decir una frase vulgar. En silencio, ella lo toma de la mano y
lo conduce hacia la cama.

Satanás profanó a la mujer y se hizo carne en
ella para levantar el corazón del hombre contra Dios.

No sabe porque su cerebro ha sido buscado por el texto sagrado;
pero se da cuenta que hay algo de maldición bíblica
mientras observa las formas femeninas lujuriosas.

No obstante, ciertos temores mantienen sujetos algunos
resortes de su libido: el misterioso clic trabando la
cerradura de la puerta; la supuesta condición de casada de
la dueña de casa; una aventura amorosa sin la
exculpación sacrosanta de la palabra y todo con una
aparente mujer, dado que ni siquiera sabe fehacientemente
si es verdaderamente una mujer. Mal momento para recordar que
antes del desastre, en plena adolescencia,
se aseguraba que los japoneses – que nunca habían olvidado
Hiroshima y Nagasaki -, habrían logrado clonar un
verdadero ejército de geishas, provistas de un software minuciosamente
preparado con fines bélicos. Es consciente que
también se decía, que todo fue organizado
militarmente con meticulosidad y paciencia oriental, y que las
damas del pecado hubieren tenido como propósito
excluyente infiltrarse entre los más notorios dirigentes
norteamericanos. Claro que para ese entonces sobrevino el
holocausto, y nunca se supo que había sucedido. ¿Y
si después de todo, esta supuesta mujer no era mujer?

Como un holograma parido por el temor, Esteban se instala
frente a él recriminándole su falta de
previsión. No olvides que estamos en guerra,
padre
, le dice su hijo debajo del uniforme de
poliéster tipo Star Wars. Tienes que tomar conciencia
que los subversivos cuentan en tu ciudad con la
colaboración de personas con poder
económico; y que ese tal Paradela, convertido en Jefe de
los subversivos en la zona, es un consumado experto en cibernética. Cuando el traidor ése
trabajaba para nosotros, era capaz de poner en marcha todo tipo
de chatarra robótica… Y además…

El holograma mental no resiste. Ha visto a través de la
seda vaporosa el prodigioso culo femenino. No el trasero; no el
lugar dónde la espalda termina. Nada de eufemismos.
Un buen culo tenía que ser nombrado por lo que era: la
parte anatómica femenina que solía hacer volar
la cabeza
de los hombres.

Por de pronto, la supuesta mujer juega a la perfección
el papel: siempre en silencio y en un gesto de refinada
precisión, se ha dejado caer sobre la cama tensando al
máximo las cuerdas de la seducción. Dinero, poder,
lujuria, el trípode de la perdición del hombre,
piensa; las puertas brillantes, la antesala al paraíso de
los sentidos, cuya llave maestra le había sido legada a la
mujer. De tener que elegir entre alguno de los tres, no tiene
dudas que sus propias vísceras optarían por la
lujuria y la concupiscencia; el sexo, el maldito sexo que
había hecho del hombre la víctima propicia del
pecado de la carne. Por eso sabe que ahora no podrá
retroceder. Demasiado tarde. Ni siquiera le importa si ella es al
fin un artilugio de la robótica o una de esas geishas
clonadas por los ceremoniosos japoneses. Su perezosa libido ha
despertado de golpe entre sus piernas y sólo piensa en
penetrar a ese animal sexual que tanto desprecia.

Pero el prometido encanto erótico, se esfuma
repentinamente.

Sobre el respaldo de la cama, se ha prendido una luz roja que
titila sostenida por un agudo chirrido. Es todo tan sorpresivo,
que ni siquiera alcanza a captar el momento en que ella –:
mujer, robot, clon o lo que fuere -, desaparece de su vista.

Por un acto reflejo, observa la luz roja que parpadea
incontrolable.

Sólo en esos momentos toma conciencia de su desnudez.
Instintivamente, gira su cuello a diestra y siniestra y luego es
el tronco que hace un giro de 360 grados. No hay ser humano a la
vista. La otra realidad arroja ramalazos de viento sobre el
empañado ventanal. ¿Pero dónde se
habrá metido la mujer? ¿Y porque se habría
ido? ¿Qué significado podría tener esa luz
roja que arroja brillantes destellos sobre sus ojos?

Mejor vestirse rápido y salir urgente de la casona.

……………………………………………………………………………………………………………..

No sabe cuánto tiempo lleva
en esa postura. De manera confusa, la memoria
dibuja hologramas mentales ambiguos en los cuáles aparece
la mujer de los jueves, dos o tres hombres de inquietante aspecto
persiguiéndole por los distintos ambientes de la casona, y
algunos de los seres diminutos que había visto sobre la
vidriera del local.

Dopado. La palabra se instala insidiosa en el cerebro. Imagina
que alguien le ha suministrado un narcótico que lo ha
dormido vaya a saber durante cuánto tiempo. Eso sí,
por más que se esfuerza en recordar, no sabe como
llegó a ese lugar.

Intenta descorrer el velo. El salón se le antoja
grande, húmedo, y con un fuerte olor a sustancias
químicas o medicinales.

Poco a poco, los objetos comienzan a recuperar las formas
originales en sus retinas. Siente la presión de
los aros de las esposas sobre sus muñecas. Ha sido toda
una trampa. Y bien planeada. El cebo ha sido la mujer
enigmática que miraba hacia la calle. Se lo tiene merecido
por estúpido. Seguramente quienes lo planearon saben que
es un ex empresario
rural importante, y querrán sacarle dinero y valores.

Un robo bien preparado. Y bueno…habrá que saber
perder. Les dará todo lo que quieran. Después lo
llamará a Esteban y todos estos estúpidos
verán entonces con quién se han metido. Claro que
antes tendrá que abandonar la pesadilla en la que se
encuentra. Ahora es el momento de poner en práctica las
viejas enseñanzas del scoutismo: serenidad,
equilibrio y
pensamientos lúcidos.

Frente a él, un hombre encima de una camilla de
operaciones,
con las manos y los pies sujetos a un aparejo de acero amarrado al
cielorraso. No quiere mirar pero mira. Piensa.
¿Cómo habrá ido a parar ese hombre
allí? Para robarle no ha sido. ¿De qué lo
operaron? ¿Y quiénes? Fija su vista en el
desconocido con detenimiento. No observa signos de
violencia.
Varios tubos de oxígeno; una caja con instrumentos
quirúrgicos y un panel de luz intensiva láser,
similar a las que suelen usarse en operaciones complejas.

¿Pero entonces han instalado en la casona un
quirófano? ¿Pero con qué objetivo?

Siente la presión de la adrenalina. Hay que contar y no
pensar. Serenidad, equilibrio y pensamientos lúcidos.

A través del cristal azogado que se encuentra a su
izquierda, distingue claramente las aguas fermentadas del
océano y la bruma que serpentea a lo largo de la costa.
Hacia el puerto, la niebla es un telón de fondo blancuzco
que cubre a la nueva y a la vieja escollera. Sobre su derecha- y
también a través de otro panel de cristal azogado
-la amplia estancia del negocio, con una variada gama de color
ámbar. Una figura humana domina la escena. De pie, sobre
el mármol blanco de carrara, la mujer de los jueves.
Vestida con una falda larga- a tono con el cromatismo del
salón- la bellísima y extraña mujer que los
días jueves de cada semana surge detrás de la
vidriera como una aparición virginal, mira en silencio
hacia la calle, como siempre.

No se sorprende. Casi hubiera apostado a todo o nada que la
volvería a ver oficiando de señuelo. Ya
sabrá ella también con quien se ha metido.

Serenidad, equilibrio y pensamientos lúcidos.

Pero sí, no hay problema; tengo la caja de seguridad
en mi casa
. Si me acompañan les daré todo lo
que tengo.
Exactamente eso les dirá en el momento que
los ladrones se presenten a reclamar el botín.

Lo peor de todo será el largo sermón de Esteban
– insufrible casi desde que fuera ascendido a
Centurión Mayor del GOS – ; las reiteradas referencias a
la subversión del ERA y al cuidado que debe tener con ese
tal Paradela, el presunto líder
de una de las bandas subversivas. Pero mejor no pensar en eso
ahora.

Una enorme mesa rectangular de madera domina el centro del
amplio salón. Sobre la misma, y dispuestas en hilera, ve
una serie de cajas similares a pequeños ataúdes:
madera pintada de blanco con detalles de fina ebanistería,
todas con las leyendas:
Beings liliputenses of the Argentinean pampas. Human real in
miniature! He/she makes all the tasks of the home. Instructions
for their use (*).

Serenidad, equilibrio y pensamientos lúcidos.

Automáticamente, recuerda al pequeño hombrecillo
que lo había mirado intensamente antes de penetrar en el
local.

Las terminales de las esposas han sido encajadas sobre un
caño que corre en forma perpendicular a la amplia nave. Se
desplaza hacia su izquierda, sintiendo los nudos de metal sobre
la espalda y la columna vertebral. En dos de las pequeñas
cajas distingue a los hombrecillos vestidos con un traje de
gaucho blanco y pañuelo celeste al cuello. La otra caja se
encuentra vacía. ¿Pero dónde
conseguirían estos tipos semejantes robots? De acuerdo al
rótulo, no cabe la menor duda de que son enviados a
algún lugar en el exterior para cumplir tareas de
asistentes hogareños. Caprichos exóticos de amas de
casa acaudaladas. No puede imaginar otra cosa.

De pronto, un movimiento involuntario le hace arquear el
cuerpo hacia atrás. Subrepticiamente, el miedo, al que ha
logrado dominar durante largos minutos, se ha instalado con un
pequeño escozor subiendo por su pierna izquierda hasta el
centro cavernoso del corazón.

Serenidad, equilibrio y pensamientos lúcidos.

Bajo ninguna circunstancia puede aceptar la alocada idea de
que el cuerpo del hombre que se halla tendido en la camilla, se
ha empezado a contraer en forma espasmódica.

(*)Seres liliputienses de las pampas argentinas.
¡Humanos reales en miniatura! Realizan todas las tareas del
hogar. Instrucciones para su uso.

 

José Manuel López Gómez

(Relato de la novela
inédita:"EL DÍA QUE PROFANARON LA TUMBA DE GEORGE
W. BUSH")

Partes: 1, 2
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