- Resumen
- Ciudadanía e
identidad - Democracia y
multiculturalidad: la inmigración como nuevo factor de
desigualdad - Las
políticas para gestionar el proceso de
multiculturalidad - Construyendo
mentes multiculturales - Conclusiones
- Bibliografía
Resumen
Las migraciones de personas desde países pobres
hasta países con un nivel económico mayor, es un
síntoma clarividente de que la
globalización de los sistemas y
recursos
productivos no es disfrutada de igual manera por todos, ya que la
gran mayoría de personas no son beneficiarios directos de
los mismos.
La interculturalidad tiene como propósito
alcanzar una sociedad en la
cual no se vulneren los derechos humanos
y se camine hacia una convivencia pacífica y armoniosa
entre todos los seres humanos.
1.-
INTRODUCCIÓN
Las migraciones de personas desde países pobres
hasta países con un nivel económico mayor, es un
síntoma clarividente de que la globalización de los sistemas y recursos
productivos no es disfrutada de igual manera por todos, ya que la
gran mayoría de personas no son beneficiarios directos de
los mismos.
Dichas migraciones dan como resultado el hecho de que
confluyan multitud de personas de distinta cultura en los
mismos espacios geográficos. Así pues, nadie puede
poner en duda que vivimos en una sociedad multicultural, de la
que forman parte actores con múltiples diferencias entre
sí: diferentes pensamientos ideológicos, diferentes
culturas que poseen distintas costumbres y
tradiciones…
Esto, a su vez, trae consigo el hecho de que algunos
miembros de la sociedad de acogida se sientan confusos, que
están siendo "invadidos", que se les está quitando
"su espacio", etc. La cuestión en disputa gira en torno al papel y
lugar que queremos conceder al otro, al considerado como
diferente dentro de esta sociedad, apareciendo tácita o
implícitamente interrogantes tales como: qué
entendemos por integración, queremos incluir o excluir al
otro, qué derechos tienen esas
personas, somos todos iguales…En definitiva, negamos al otro
volviendo la mirada a esa realidad y desarrollando un mundo
dirigido y dominado por determinados grupos, o por el
contrario abordamos el reto de crear una sociedad más
humana, justa, equitativa, solidaria y
democrática.
La interculturalidad tiene como propósito
alcanzar una sociedad en la cual no se vulneren los derechos
humanos y se camine hacia una convivencia pacífica y
armoniosa entre todos los seres humanos. Esto sólo es
posible afrontando el reto de la inclusión frente a la
exclusión, apostando por la riqueza de la diversidad
frente a la pobreza de la
homogeneidad y reivindicando los derechos de todos, frente a los
privilegios de unas cuantas personas, propiciando de esta manera
un nuevo concepto de
ciudadanía. La escuela es uno de
los agentes de socialización más importantes, con
lo cual debe desempeñar un papel primordial en este
proyecto
multicultural.
2.-
CIUDADANÍA E IDENTIDAD
La ciudadanía es un concepto forjado inicialmente
en la ciudad. Corresponde al estatuto de los hombres y mujeres
libres ("el aire de la ciudad
nos hace libres"). Este estatuto, conjunto de derechos y deberes,
se realizaba mediante las instituciones
de representación y gobierno en el
ámbito local. Los Ayuntamientos, con su asamblea elegida y
el control que
ejercía ésta sobre el gobierno de la ciudad son el
precedente de la democracia
política
europea y americana. El ciudadano era el habitante de "derecho"
de la ciudad. Aun hoy en España se
distingue la población de "derecho" de la
población de "hecho" en cada municipio.
Pero el concepto actual de ciudadano está ligado
a la constitución del Estado
moderno. Es el Estado el
que vincula ciudadanía con nacionalidad.
El ciudadano es el sujeto político. El poseedor de un
estatuto que le confiere, además de derechos civiles y
sociales, los derechos de participación política. Se es
ciudadano de un país, no de una ciudad. Se es ciudadano
porque se posee una nacionalidad,
regulada por un Estado y solamente vale este estatuto en el
ámbito de ese Estado.
En la actualidad este concepto de ciudadanía no
parece suficiente para integrar las nuevas demandas
democráticas. Porque precisamente el concepto de ciudadano
se refiere a una realidad dinámica. La ciudadanía se ha ido
ampliando como resultado del desarrollo social
y civil del Estado democrático. El estatuto de ciudadano
en la segunda mitad del siglo XX es a la vez resultado del
progreso civil (extensión hacia las mujeres y los
jóvenes), social (Estado del Bienestar) y político
(mecanismos de participación y representación
más amplios y eficientes).
En principio parece claro que la realidad de la
ciudadanía, el hecho de saberse y sentirse ciudadano de
una comunidad, puede
motivar a los individuos a trabajar por ella.
Así, podemos ver que en el concepto de
ciudadanía se encuentran dos cuestiones clave: un aspecto
racional, según el cuál una sociedad debe ser justa
para que sus miembros perciban su legitimidad, y un aspecto de
sentimiento en tanto que la ciudadanía refuerza los lazos
de pertenencia, de identidad.
Parece pues, que la racionalidad de la justicia y el
sentimiento de pertenencia a una comunidad concreta deben ir
unidos si queremos asegurar ciudadanos plenos y a la vez una
democracia sostenible.
De acuerdo con lo expuesto, la ciudadanía es un
concepto mediador porque integra exigencias de justicia (derechos
y deberes) a la vez que hace referencia a los que son miembros de
la comunidad.
Entre los factores que cuestionan la ciudadanía
los más importantes son los que resultan de la crisis de los
Estados del Bienestar y del aumento persistente del desempleo. En los
países europeos una parte de la población (que
tiende a crecer) pierde progresivamente sus atributos ciudadanos:
no vota, no tiene trabajo, vive
en zonas marginales, se siente excluida de las instituciones, no
está conectada con el progreso de las redes de comunicación: está "fuera", que es
peor que estar abajo.
Esta situación se agrava porque entre los
ciudadanos con posibilidad de ejercer "sus derechos", el temor a
quedar fuera les estimula los comportamientos corporativos e
insolidarios: la intolerancia y la xenofobia.
Día a día comprobamos como las
posibilidades de acceso a las "comodidades sociales" que existen
en una democracia, están limitadas, o ni siquiera existen,
para aquellas personas que no nacieron en los lugares donde se
supone que la democracia está ya suficientemente
instaurada y consolidada.
2.1.- Cuando hablamos de ciudadanía debemos tener
en cuenta…
La ciudadanía es una identidad necesaria para que
una autoridad
pueda relacionarse con una pluralidad de personas, pero
independientemente del tipo de organización
política.
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