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Masculinidades, Sida e ITS



Partes: 1, 2

    1. Resumen
    2. Comprendiendo las
      sexualidades
    3. Epistemologías
      y sexualidades
    4. Sexos,
      géneros, orientaciones sexuales comprendidos(as) desde
      la epistemología sistémica y la ontología
      constitutiva
    5. Conclusiones
    6. Bibliografía

    Una visión desde los sistemas, las
    emociones y el
    lenguaje

    Resumen

    Las explicaciones que damos sobre las sexualidades y de
    estas con relación al sida y las
    Infecciones de
    transmisión sexual ITS, se fundamentan en una epistemología, ya sea desde el
    lineal-positivismo o
    el pensamiento
    sistémico y desde una ontología, que puede ser objetiva o
    constitutiva.

    El texto presenta
    un análisis sistémico, en el que desde
    las emociones como motores de la
    acción
    humana y del lenguaje como
    generador de mundos y a partir de ejemplos resultados de investigaciones,
    plantea que las construcciones sobre las sexualidades, el sida y las
    ITS, se explican, experiencian y emocionan en un@s sujet@s, un
    tiempo, un
    espacio, una cultura y unas
    relaciones sociales, políticas
    y económicas particulares, que poseen un substrato
    común en todo el planeta.

    Dado que cada país y en su interior cada
    región, ciudad, municipio, vereda, tienen sus propias
    construcciones, vivencias y emociones, y que nuestras
    construcciones son particulares y desde ellas generamos unas
    vivencias, actitudes,
    practicas y violencias igualmente particulares frente a las
    sexualidades, el sida y las ITS, entonces se hace necesario
    comprender y redireccionar nuestras comprensiones cuando no son
    ecosistémicas ya que si este tipo de pensamiento no
    logramos comprender que están interrelacionadas,
    interafectadas y son interdependientes.

    Introducción

    La ideología con respecto a lo que significan
    las masculinidades es el mayor obstáculo para que los
    hombres asuman un papel mucho más activo en el cuidado de
    su salud y en la
    promoción de servicios
    hacia las mujeres y ellos mismos, en especial hacia
    aquéllos cuyas identidades de género,
    sexo u
    orientación sexual parecen romper con el "deber ser"
    socializado de lo que se espera del hombre macho,
    masculino, falocrático y heterosexual; a pesar de ello,
    son precisamente algunos de estos hombres transgresores quienes
    han venido vivenciando de manera diferente las relaciones de
    poder y
    realizando los estudios sobre las masculinidades, y como
    resultado demostrando que estas y las relaciones que los hombres
    establecen pueden experienciarse, emocionarse y explicarse de
    manera distinta.

    De acuerdo con Peter Piot, Director Ejecutivo del
    Programa
    Conjunto de las Naciones Unidas
    sobre el VIH/SIDA (ONUSIDA), consideraba que para contener el
    impulso de la propagación del VIH se necesitan cambios
    importantes en las relaciones entre el varón y la mujer, ya que,
    las desigualdades entre los sexos son una fuerza
    impulsora fundamental de la epidemia de SIDA y por consiguiente
    deben abordarse como un elemento central en la respuesta a la
    epidemia", entonces se hace necesario, "estimular al varón
    y la mujer para que
    analicen sus propias percepciones de los papeles sexuales y
    reconozcan los posibles aspectos opresivos de los estereotipos de
    la masculinidad y la feminidad, o mas correctamente de las
    masculinidades y feminidades e igualmente de las relaciones entre
    los hombres.

    Los primeros "estudios en hombres" defendían la
    idea de que la asunción de la masculinidad tradicional
    suponía a menudo un incremento de los riesgos para
    la salud física
    y un empobrecimiento de las vidas emocionales de los hombres
    (Feigen-Fasteau, 1974; Farell, 1975; Brannon, 1976). A mediados
    de los 80 se enfatizó en el sistema
    sexo-género como una manera de entender la sexualidad. A
    partir de los años 90 aparecieron análisis
    feministas críticos del hombre, la masculinidad y la salud
    (Sabo y Gordon, 1995). Estos pensadores, a la vez que desarrollan
    una crítica
    de la estrecha visión de la teoría
    de los papeles sexuales, se centraron en la identidad de
    género, la socialización y la conformidad con las
    expectativas preestablecidas, enfatizando en que son las
    diferencias de poder las que configuran las relaciones entre
    læ(o)s humanos.

    1. Para dar respuesta ala pregunta cómo deben
      entenderse las sexualidades, se hace necesario comprender
      inicialmente qué se entiende por cuerpo, sexo y
      posteriormente por género.

      Dependiendo desde dónde se le explique, el
      sexo puede ser entendido primero, como definición
      biológica binaria; segundo, como construcción social y cultural; tercero
      como una definición en continuo que imbrica y
      trasciende a las tres anteriores.

      Primero. Si sexo es una definición binaria
      eminentemente biológica, entonces, sexo hace
      referencia a lo que somos genotípica y
      fenotípicamente como hembras o machos de la especie,
      es decir a los rasgos primarios y secundarios físicos
      y biológicos que nos caracterizan y diferencian tales
      como el sexo gonadal, hormonal, el sistema genital externo e
      interno, la estructura
      cerebral, la morfología corporal, la estructura
      ósea, la distribución de las grasas en
      el cuerpo y la distribución del vello púbico,
      entre otras. La definición biológica del ser
      humano concibe la normalidad sexual como inherente y
      exclusiva del coito vaginal con fines reproductivos y que
      cualquier actividad genital diferente a la posibilidad
      pene-vagina debe considerarse perversa o patológica
      siguiendo la tradición judeocristiana de la
      "medicalización del pecado" que se ha orientado
      ideológicamente a sustentar que fuera de estas
      dicotomías y de la práctica con fines
      procreativos no hay salvación.

      Segundo. Si por el contrario sexo es entendido como
      definición social-cultural, se comprende, por ejemplo
      que tenemos un sexo por asignación para lo cual se
      supone que ciertas expresiones externas en lo físico
      determinan las condiciones internas y la coherencia en sus
      funciones
      reproductivas. Social y culturalmente se nos asigna roles
      sexo-genitales que desde el "deber ser" se supone y espera
      son propios de cada sexo; se supone que el macho cumple
      funciones penetrativas y la hembra es objeto de penetraciones
      en la posibilidad coito pene-vagina. Las personas en otras
      orientaciones sexuales diferentes a la heterosexual e
      inclusive quienes asumen ésta, asumen prácticas
      genitales diferentes a la del "deber ser", tales como
      prácticas anales, orales, masturbatorias, u otro tipo
      de expresiones erótico-genitales.

      Tercero. Si sexo es entendido como una
      definición en continuo, entonces, el concepto
      imbrica lo biológico a la dimensión
      psicológica y social de la sexualidad en lo que se
      concibe bajo la denominación de género. Las
      características físicas y biológicas
      colocan al individuo
      en algún punto de un continuo, que tienen como
      extremos a individuos reproductivamente complementarios"
      (McCary & otros, 1996).

      No sólo existen el macho y la hembra; en la
      especie se presentan igualmente "estados intersexuales que
      pueden presentarse en el proceso de
      la diferenciación somatosexual durante el desarrollo
      prenatal, variaciones que a su vez tienen una
      expresión particular en los sexos genotípico y
      fenotípico" (Useche, op. Cit.). Los sexos comparten un
      cromosoma "X", y "hormonas
      ´masculinas´ y ´femeninas´ y hasta un
      cerebro
      que hoy sabemos es bisexual y posee diferentes estructuras y regiones cuya
      masculinización o feminización
      independientemente ocurre no sólo en la vida
      embrionaria y fetal sino a lo largo de todo el ciclo vital
      (Woodson y Gorsky, 2000).

      En este caso ya no sólo se habla de hombre y
      mujer, pensando al primero como masculino y a la segunda como
      femenina, sino que se entiende que existe una gama de
      variaciones sexuales y que cada persona tiene
      una identidad particular de sexo, una identidad relacional de
      sexo y tantas identidades sociales sobre su sexo como sujetos
      en la sociedad
      le identifican.

    2. Comprendiendo
      las sexualidades

    Partes: 1, 2

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