Monografias.com > Sin categoría
Descargar Imprimir Comentar Ver trabajos relacionados

Revolución Industrial (página 3)




Enviado por Milagros Galbiatti



Partes: 1, 2, 3

Formación de
nuevas clases sociales

Burguesía

Con la industrialización en Inglaterra se
desarrolló una sociedad
más compleja pero, sobre todo, se creo una estructura
social nueva y más dinámica.

La Revolución
Industrial provoca que la sociedad inglesa deje de estar
constituida por estamentos, grupos cerrados
determinados en gran medida por el nacimiento y con una función
prescrita todavía por la tradición feudal, para
convertirse en una sociedad integrada por clases
sociales, grupos abiertos determinados por una actividad
económica y los ingresos que
ésta les otorga. El dinero
llega a ser un elemento esencial para ubicar a las personas en
los diferentes niveles de la sociedad.

El predominio creciente de la burguesía
industrial y comerciante reafirmó la creencia en el
espíritu de empresa que
impulsaba a los ingleses a invertir capital en el
progreso industrial, con el propósito de obtener ganancia
lucrativa. La idea central se refiere al espíritu
innovador que debe tener el empresario
para satisfacer las necesidades de la sociedad, e incluso para
crear nuevas necesidades, y debe procurar el más alto
nivel de modernización y calidad, con el
objeto de que sus productos
puedan competir éxito
en el mercado.

La burguesía rica, culta y emprendedora
había dado impulso a la revolución
técnica y continuaba acumulando grandes
fortunas.

En el nuevo mundo industrial, los empresarios, los
banqueros, los grandes propietarios agrícolas, en resumen,
la burguesía, se convirtió en la nueva clase
dominante, en la elite del cuerpo social. De este grupo social
surgió la inmensa mayoría de las elites
científica: Los ingenieros, los jefes de las instituciones
y las empresas,
constituyéndose auténticas dinastías
familiares en cada uno de los países.

Este grupo de nuevos privilegiados monopolizó el
podes económico. Estaban plenamente representados en los
gobiernos de los países en los que se implantó el
capitalismo, y
el sufragio
censatario permitirá que los diputados y los dirigentes
políticos surjan esencialmente de esas nuevas elites
originadas de la alianza entre la vieja aristocracia y la nueva
burguesía. Asimismo disponían del poder
cultural, controlaban la prensa y
fabricaban una opinión
pública favorable a los nuevos valores
dominantes: la exaltación de la propiedad, el
triunfo de los negocios, el
valor del
esfuerzo y del ahorro.
Impusieron una moral basada
en el triunfo del individualismo sobre la solidaridad y en
el mantenimiento
del orden sobre el avance de la igualdad y la
justicia
social.

Su enorme riqueza les permitirá una brillante
vida social.

Alrededor de las elites burguesas nació una
importante clase media. Al lado de sus representantes
tradicionales, las clases medias agruparon a toda una serie de
categorías sociales que fueron adquiriendo importancia con
el desarrollo
industrial. Este grupo social, que no ejercía trabajos
manuales,
intentó diferenciarse de los obreros y campesinos en sus
vestidos y sus costumbres. Muchos de los ellos hicieron estudiar
a sus hijos, como método de
ascenso social, e imitaron los modelos
familiares y culturales burgueses.

Proletariado:

La zona de la civilización, zona europea, y zona
de reductos migratorios, tubo una época en que la
uniformación de la civilización ha alcanzado un
grado y un sesgo hasta entonces desconocidos, sea justamente las
teorías
multilineales de la civilización las que han sido
profundizadas de tal manera y las que han encontrado un eco tan
vivo; que en realidad es la paradoja, que el eco es mas
pronunciado en los países de vanguardia que
en los atrasados.

Los trabajos que conciernen a la renta nacional, al
standard de vida, a la productividad, al
capital output, la acumulación de bienes, al
reclutamiento
y la movilidad de la fuerza obrera,
es decir los trabajos de indagación acerca de los problemas cuyo
conjunto forma la investigación científica de la
industrialización.

Las quejas de los pioneros de la industria por
la pereza y el trabajo a
disgusto de los obreros recién reclutados, son bien
conocidas en la metrópolis en otros tiempos, recientemente
en los países coloniales y semicoloniales la dificultad de
enrolar obreros, de inculcarles el habito del trabajo
regular, de combatir la inestabilidad del personal, son
permanente preocupación a los patronos en los
países atrasados. También es sabido que muchas
veces en la vida práctica se han hecho esfuerzos para
explicar estos fenómenos por medio del factor racial, sin
tener en cuenta que los antepasados de los patronos actuales
lucharon con las mismas dificultades durante el proceso de
industrialización de Inglaterra, de Francia o de
Alemania,
cuando educaban profesionalmente al candidato obrero ingles,
francés o alemán.

En los trópicos disminuye el esfuerzo y trabajo a
medida que aumentan los salarios. En
Trinidad, durante la última guerra, los
obreros comenzaron a trabajar dos días por
semana.

En el "primer capitalismo", es decir, el capitalismo
inglés
se critica que la enclosures preparen por adelantado un
"ejército de trabajo" completamente listo para la
industria futura. Los empleadores pasaban mucho tiempo en
busca de nuevas fuentes de
mano de obra, en la enseñanza de métodos
nuevos a sus obreros, y mediante la violencia o
estímulo a llevarlos a someterse a un trabajo controlado.
La industrialización, y en consecuencia la
formación de la clase obrera, esta forzosamente unida a la
discolociación de un sistema en el
cual la vida de una mayoría aplastante de la sociedad se
vuelca en el cuadro de pequeñas comunidades en las que
todo el mundo se conoce, y al advenimiento de un sistema nuevo,
sobre una familia en
principio poco numerosa aislada en una gran aglomeración.
Es decir, la oposición entre un grupo pequeño, un
pequeño espacio, bienes, inmuebles de posesión
personal y transmitido por herencia, y
grupos numerosos, vastos espacios y una gran movilidad. Estas
evidentes verdades, comprobadas por la ciencia en
millares de casos respecto a innumerables sociedades
completas en el tiempo y en el espacio, no son apreciadas en su
justo valor, se subestime la envergadura de las desventajas
sociales que este proceso impone a los interesados.

El primer acto del drama es el problema de la ruptura
del individuo con
la pequeña comunidad rural,
o la descomposición completa de esta comunidad. Es
clásico el caso de las enclosures inglesas. La primera
variable, el caso del individuo que se desligó de la
pequeña comunidad rural, abre todo un linaje riquisimo de
problemas
sociales y culturales. El desconocimiento de las condiciones,
de las posibilidades y de las dificultades frena aquí con
frecuencia, y algunas veces considerablemente.

Los factores que retienen al individuo en el cuadro de
su comunidad tradicional no son negativos, sino positivos.
Porque, esta razón, es que con frecuencia si deja su aldea
es porque los factores positivos yo no son validos, porque con el
tiempo se han vuelto negativos. Del mismo modo, el aldeano va a
trabajar en la industria, no encandilado por posibilidades de
mayor ganancia, sino forzado a hacerlo por la imposibilidad de
ganarse la vida en el campo. No es atraído a la ciudad por
la perspectiva de un salario
más ventajoso. Es expulsado del campo por el
hambre.

El individuo se defiende hasta al último momento
de la expulsión "de su comunidad tradicional". Estas
comunidades aseguran un estándar de vida frecuentemente
miserable, pero proporciona seguridad local y
un status de honorabilidad social. Muchísimas veces la
industria naciente que no puede hacer lo mismo por sus adeptos
recién alistados.

El primer acto del drama es el problema de la ruptura
del individuo con la pequeña comunidad rural, o la
descomposición completa de esta comunidad. Es
clásico el caso de las enclosures inglesas. La primera
variable, el caso del individuo que se desligó de la
pequeña comunidad rural, abre todo un linaje
riquísimo de problemas sociales y culturales. El
desconocimiento de las condiciones, de las posibilidades y de las
dificultades frena aquí con frecuencia, y algunas veces
considerablemente.

Los pequeños propietarios se vieron obligados a
vender sus posesiones, porque carecían de medios para
cercar las propiedades los campesinos más pobres, que solo
tenían cabezas de ganado y vivían trabajando las
tierras de otro, al cercarse las tierras, perdieron la
posibilidad de mantener sus animales y
tuvieron que venderlos. Emigraron entonces a las ciudades. La
población rural que comenzó a vivir
en las ciudades se transformo en mano de obra libre y barata para
las industrias de la
ciudad. Con esto, la industria pudo contar con gran cantidad de
brazos para su trabajo.

Puesto que la nueva sociedad industrial tiene que surgir
de la antigua tradicional y agrícola, el problema
fundamental, que permite comprender la revolución es
económicas pasadas, y preves del desarrollo
económico futuro es el de la compresión
histórica, económica y sociológica de la
sociedad antigua, su estructura,
sus funciones, el
lugar que ella ocupa el individuo.

La otra variante, la destrucción de todo lo
colectivo comunal, de lo que se encuentran ejemplos en algunas
"enclosures". El uso de la fuerza era entonces de corta
duración.

El segundo acto del drama es la suerte de los individuos
arrancados de medio tradicional y períodos e el vasto
mundo desconocido.

Otro hecho asombroso es la coexistencia, en los primeros
estadios de la industrialización, del gran número
de individuos inestables, ya desvinculados del medio tradicional,
de lo colectivo comunal y de la falta de mano de obra para la
industria naciente.

Por los caminos pululaban mendigos y vagabundos, pero
preferían la oscuridad al trabajo. En todas partes la
autoridad toma
medidas enérgicas para reducir su número, y al
mismo tiempo beneficiar a las nuevas industrias con esta mano de
obra. El fenómeno tiene un carácter universal en el primer periodo de
industrialización. La destrucción de las
comunidades rurales tradicionales era ya un hecho consumado. El
reclutamiento de la fuerza obrera para aquella se torna, no una
movilización de elemento que ya han roto sus lazos con el
campo, si no una destrucción de los lazos colectivos de la
comunidad.

Los rodeos del proceso de industrialización tanto
en el pasado como en nuestros días constituye una amplia
gama, desde los "poor laws", las casas de trabajo forzado para
los vagabundos; hasta los ensayos de
transferir al trabajo industrial por lo menos parte de la fuerza
obrera todavía vivía en el cuadro tradicional del
campo.

Cuando no se sabe introducir intereses nuevos en el
surgimiento de las necesidades de la población y se fuerza
al individuo a buscar trabajo mercenario, se alienta la esperanza
de que la presión de
los impuestos lo
arreglará todo al forzar a la gente a ganar en dinero
efectivo por lo menos la suma que debe pagar como impuesto.

La ruptura del lazo entre el individuo y el campo que
provoca la industria es siempre difícil, a menudo ineficaz
y, más a menudo todavía y por largos años,
solamente parcial, los obreros que llegan a la cuidad para ganar
allí una cierta suma, destinada desde ya a un cierto fin,
vuelven al campo cuando la han ganado.

Aquellos cuyo trabajo en la ciudad es lucrativo y
estable, vuelven al campo en el momento en que se realizan los
trabajos más urgentes. La inestabilidad de la masa obrera
es una pesadilla que persigue a la industria naciente siempre y
en todas partes. El reclutamiento de obreros para la industria es
difícil porque el campesino es
esencialmente poco móvil. Pero una vez alistado, una vez
desligado de su comunidad tradicional, se hace móvil en
exceso. Fácilmente hastiado por su trabajo, encandilado
siempre por las ventajas, verdaderas o falsas, de una nueva
contrata, está siempre pronto para cambiar de lugar. Las
pérdidas que sufrirían las industriales como
consecuencia de este estado de
cosas eran enormes, por lo tanto lucharon y lucharon contra esta
situación por todos los medios disponibles,
compulsión declarada, endeudamiento, propiedad de bienes
inmuebles, derechos de
jubilación, hasta la competencia por
medio de condiciones de trabajo mas o menos
ventajosas.

No es fácil reemplazar el lazo una vez roto; ello
no sucede nunca durante la vida de una sola generación. El
desarrollo dinámico de la sociedad industrial moderna
impone otra manera de resolver la cuestión: el lazo local
debe ser reemplazado por la aptitud permanente para la
movilidad.

La plaga de la desmoralización de la clase obrera
en vías de formación pasa por una pequeña
comunidad, en donde el simple lazo social es al mismo tiempo un
lazo de control social,
un control indagador, que husmea por todas partes, sin reparos de
ninguna clase, aveces cruel, siempre eficaz. En una
pequeña comunidad todo el mundo se conoce, todos se
mezclan en los asuntos de todos, cada cual sabe que su vecino se
mete en lo suyo. La buena conducta de las
jovencitas, la aptitud de los muchachos para el trabajo, son
discutidas por todo el mundo. Esta presión de la
opinión pública forma desde la infancia al
miembro de la comunidad, llevado de golpe a una gran
aglomeración donde no conoce a nadie ni nadie lo conoce,
se siente libre de toda constricción social.

El proceso de industrialización suministra
numerosos ejemplos positivos y negativos de estos ensayos. El
tercer acto del drama es la resistencia que
opone el obrero de reciente data al trabajo sistemático,
continuo, regular, a menudo monótono.

Con lo que más lucharon los pioneros de la
industria manufacturera en Inglaterra fue con la dificultad de
desacostumbrar a los seres humanos del trabajo desordenado,
improvisado, sin continuidad, y de inculcarles la regularidad
inalterable de una autómata complicado.

Lamentablemente penetra en el espíritu humano la
noción de tiempo asalariado, completamente "vendido" junto
con la fuerza de los músculos, el pensamiento,
la atención, la iniciativa del individuo, la
libertad para
disponer de actor y gestos, de un tiempo en el que ya no hay
derecho a los sentimientos, las penas, los sueños, las
reflexiones propias. El "ignorant and phlegnatic man" no lo
adopta fácilmente.

El proceso de formación de la clase obrera en la
aurora de la industrialización que tomamos como ejemplo,
demuestra la reiterabilidad de los fenómenos.

La desintegración de pequeñas comunidades
rurales es inevitable, lo mismo que el aumento de la movilidad,
el hábito del trabajo en el tiempo destinado
únicamente a tal fin, separado del resto del día de
un trabajo sistemático e intenso.

La seguridad
social y aun material que a menudo da a sus miembros una
comunidad rural en la sociedad tradicional. El sentimiento de
aislamiento que siente el individuo separado de su pequeño
grupo social, en el que todo el mundo se conoce personalmente, y
transplantado una gran aglomeración, es incomprensible en
una sociedad altamente industrializada en la que aparecen obras
sociológicas tituladas "La muchedumbre solitaria", en la
que el problema de la desintegración social del individuo
perdió en la

muchedumbre despierta interés
general y es calurosamente discutido en los medios intelectuales
al día.

En la sociedad industrial el obrero también
"trabaja para vivir" y aún cien veces más que su
predecesor. Nunca el reparto de las horas del día en
"work" y en "leisure" ha sido tan riguroso como en la sociedad
industrial, y es precisamente ese reparto lo que el candidato
obrero de la sociedad preindustrial, en los comienzos de la
industrialización.

El
desempleo, el
trabajador pobre.

Tres posibilidades se abrían al pobre que se
encontraba al margen de la sociedad burguesa y sin
protección efectiva en las regiones inaccesibles de la
sociedad tradicional. Podía esforzarse en hacerse
burgués, podía desmoralizarse o
rebelarse.

Lo primero era técnicamente difícil y
desagradable.

El rico solía tratar al pobre con caridad, y el
pobre vivía sencillamente, pues en aquellos días
los órdenes más bajos necesitaban menos que
hoy.

Pero incluso ese modesto lugar en el orden social
parecía que iba a serles arrebatado. La sociedad burguesa,
siempre unida a la inhumanidad. Como procedimiento de
aliviar la pobreza, la
caridad cristiana era tan mala como inútil, en los Estados
Pontificios, en los que abundaba.

En Gran Bretaña, un abismo dividía a los
paladines de las sociedades de socorro mutuo de la clase media,
que veían en ellas una forma de ayuda individual, y a los
pobres, que las consideraban como verdaderas
sociedades.

Había trabajadores que hacían los posible
por unirse a la clase media y por seguir los preceptos de
austeridad, de ayudarse y mejorarse a si mismos.

Enfrentados con una catástrofe social,
empobrecidos, explotados, hacinados en suburbios en donde se
mezclaban el frío y la inmundicia y en los pueblos
industriales, en donde el trabajador se hundía en la
desmoralización.

Privados de las instituciones y guías de
conducta, muchos caían en el abismo de la existencia
precaria. El alcohol era la
salida más rápida de Manchester. El alcoholismo en
masa se extendía por toda Europa.

Las ciudades y zonas industriales crecían
rápidamente, sin plan ni supervisión. Faltaban abastecimientos de
agua, sanidad
y viviendas para la clase trabajadora. La consecuencia de este
abandono fue la reaparición de grandes epidemias de
enfermedades
contagiosas. El desarrollo urbano fue un proceso de
segregación de clases, que empujaban a los nuevos
trabajadores pobres a grandes concentraciones de miseria alejadas
de los centro del gobierno y
negocios.

La bebida no era la única muestra de
desmoralización. El infanticidio,
prostitución, suicidio y
desequilibrio mental han sido relacionados con aquel cataclismo
económico y social. Tanto el aumento de criminalidad como
el de violencias, eran una ciega afirmación personal
contra las fuerzas que amenazaban con destruir a la
humanidad.

Todas estas desviaciones de la conducta social
tenían algo en común entre ellas. Eran tentativas
para escapar del destino de ser un pobre hombre
trabajador, o algo al menos para aceptar u olvidar la pobreza y la
humillación.

La alternativa de la evasión o la derrota era la
rebelión. Para el proletario la rebelión fue casi
obligada. La verdadera pobreza era peor en el campo. La miseria
en zonas industriales en donde los pobres se extenuaban menos
pasivamente y menos inadvertidamente. La situación general
de los pobres en las ciudades era pavorosa.

Grandes masas de poblaciones permanecían al
margen de las nuevas industrias, como un sustrato constante de
pobreza y desesperación.

La fase inicial de la revolución industrial no
impulsó a todos los trabajadores hacia las
factorías mecanizadas. Por el contrario, en torno a los pocos
sectores mecanizados y de producción en gran escala, se
multiplicaba el número de artesanos
preindustriales.

El nuevo proletariado fabril estaba mejor. No era libre,
estaba bajo estricto control del patrono. Tenían que
trabajar las horas y en las condiciones que les impusieran,
aceptar castigos y multas, a la vez q los patronos aumentaban sus
beneficios.

En la década de 1830-1840 puede afirmarse que la
situación material del proletariado industrial
tendió a empeorar.

El trabajador era explotado y empobrecido por el rico,
que se hacia más rico mientras el pobre más pobre.
El mecanismo social de la sociedad burguesa era cruel, injusto e
inhumano. <No puede haber riqueza sin trabajo>. El
trabajador es la fuente de toda riqueza.

El movimiento
obrero proporcionó una respuesta al grito del hombre
pobre. Lo nuevo en el movimiento obrero de principios del
siglo XIX era la consciencia de clase y la ambición de
clase. No era el pobre el que se enfrentaba al rico, la clase
trabajadora, obreros o proletariado, se enfrentaba a patrones o
capitalistas. La revolución industrial imprimió en
ella la necesidad de una movilización permanente. Se
requería la vigilancia continua y actividad del
<movimiento>: sindicatos,
sociedades mutuas y cooperativas,
instituciones laborales, periódicos,
agitación.

La novedad y rapidez del cambio social
que los absorbía, incitó a los trabajadores a
pensar en los términos de una sociedad completamente
distinta, basada en sus experiencias e ideas opuestas a la de sus
opresores. Sería cooperativa y
no competidora, colectiva y no individualista. Sería
socialista.

En este sentido, la conciencia de la
clase trabajadora no existía en 1789.

En Inglaterra, los intentos de reunir a todos los
trabajadores en sociedades generales de obreros empezó en
1818.

En la década de 1830-1840 ya existía la
conciencia de clase proletaria y las aspiraciones
sociales.

La conciencia jacobina, o sea, la serie de aspiraciones,
experiencias, métodos y actitudes
morales que la revolución
francesa infundió en los confiados pobres.

Las conciencias proletaria y jacobina se complementaban.
La experiencia de la clase trabajadora daba al trabajador pobre
las mayores instituciones para su defensa de cada
día.

Los proletarios se mantenían unidos por el hecho
de que trabajar juntos en gran número, colaborar en la
tarea y apoyarse los unos en los otros era toda su vida. La
solidaridad inquebrantable era su única arma.

Bajo la clase trabajadora yace el sustrato del
motín o protesta pública ocasional de gentes
desesperadas, la destrucción de las máquinas,
las tiendas o las casas de los ricos, expresaba el hambre o los
sentimientos de los hombres irritados por las circunstancias.
Como en las oleadas de destructores de máquinas que
periódicamente arrasaban las declinantes industrias
manuales amenazadas por la máquina.

El movimiento obrero de aquel período fue un
frente común de todas las fuerzas y tendencias que
representaban a los trabajadores pobres, pero desde la
revolución francesa la clase media liberal y radical le
proporcionaba inspiración y jefes.

Tanto el rico como el pobre trataban de asimilarse a la
gran masa, o sea, el proletariado o clase trabajadora.

Los primeros sindicatos (Trade Unions) los formaron casi
invariablemente impresores, sombreros, sastres, etc.

Los hombres que adoptaron las doctrinas cooperativas de
Owen eran, en su mayor parte, artesanos, mecánicos y
trabajadores manuales.

Sólo en Inglaterra los nuevos proletarios
habían empezado a organizarse. Fuera de Inglaterra, los
trabajadores de las fábricas y las minas eran
todavía en gran parte más víctimas que
agentes.

El movimiento obrero era una organización de autodefensa, de protestas,
de revolución. Pero para el trabajador pobre era una norma
de vida. El movimiento les exigía uniforma de vivir
diferente.

La unión en general de 1834-1835 fracasó.
Lo que mantenía firme el movimiento era el hambre, la
desgracia, el odio y la esperanza. Y lo que lo derrotó,
tanto en Inglaterra cartista como en el continente revolucionario
de 1848, fue que los pobres carecían de la
organización y la madurez capaz de hacer de su
rebelión algo más que un momentáneo peligro
para el orden social.

El mundo
rural

Los sistemas
tradicionales
La formación de las aldeas fue especialmente activa en
Europa durante la Edad Media. El
emplazamiento se elegía en función de la
cercanía a las vías de comunicación y, generalmente, a los cursos
de agua. Deforestado el bosque, las tierras cultivadas se
extendían alrededor de la aldea, formando un anillo,
más o menor regular, condicionado por el relieve del
terreno. Divididas en parcelas, se sembraba en ellas cereal y
legumbres fundamentalmente, base de la alimentación
campesina. Más allá de los campos de cultivo, se
extendía un segundo cinturón formado por montes,
donde pastaba el ganado, y el bosque, fuente muy importante de
recursos, del que
se obtenían leña y madera, miel y
cera, frutos secos y la caza. Este segundo anillo –montes y
bosque- constituía las tierras comunales, que eran
explotadas colectivamente por toda la aldea, de modo que el
terreno no estaba parcelado.
En los cultivos predominaba la agricultura de
temporal, puesto que la de regadío, especialmente
importante en los países del sur, se reducía a las
zonas inmediatas a los ríos. La explotación
requería el acuerdo de los vecinos y se hacía de la
manera siguiente: se dividía todo el terreno cultivable en
grandes espacios llamados hojas y en cada una de ellas cada
vecino debía tener, al menos, una parcela. En una de estas
hojas se sembraba cereal en invierno (trigo o cebada), en otra
cereal en primavera (avena o centeno), quedando la tercera sin
cultivar, es decir en barbecho. Recogida la cosecha de trigo en
agosto, se introducía el ganado de la aldea en los
campos.
Allí pastaba aprovechando los tallos secos del cereal
cosechando (rastrojos), y abonaba el terreno. En la hoja donde se
había sembrado en primavera (avena o centeno) se sembraba
en invierno (trigo), ya que la tierra no
había sufrido tanto desgasto. Para completar el
círculo, en los campos que habían descansado se
sembraba en primavera. De este modo, trigo, barbecho y avena iba
rotando, alternándose en las tres hojas. Esto
permitía por una parte, regenerar el suelo y, por
otra, complementar la dieta al añadir productos ganaderos
(leche y
grasas, sobre
todo).
Como consecuencia de este tipo de explotación
(rotación trienal) las parcelas estaban situadas de manera
dispersa y eran de tamaño reducido tras las sucesivas
divisiones de generación en generación.
Además, el rendimiento de la tierra era
bajo, puesto que cada parcela daba sólo dos cosechas cada
tres años.

La reforma
agraria y la revolución agrícola
A partir del primer tercio del siglo XVIII, los sistemas de
explotación tradicional fueron modificándose como
consecuencia de la aparición paulatina de innovaciones
técnicas y de cambios en la distribución de la propiedad. Estas
novedades se experimentaron por primera vez en el este de
Inglaterra (en el condado de Norfolk) y se difundieron
después a los países de mediterráneos, las
innovaciones fueron más tardías y consistieron,
sobre todo, en una mejora, diversificación y
ampliación de los regadíos.
En la Europa septentrional, el barbecho fue sustituido por la
rotación de cultivos complementarios. Los
tubérculos (nabos, papas) y los forrajes (trébol),
para alimentar el ganado, podían ser introducidos en las
rotaciones sin agotar la tierra, intercalándose con el
cereal, según el siguiente ciclo:
trigo-nabos-cebada-trébol. De este modo, la tierra se
regeneraba sin necesidad de dejar de producir.
Junto con la papa, otros productos originarios de América, y ya conocidos con anterioridad,
se difundieron en este periodo. Es el caso del maíz,
empleado como forraje, o los pimientos, cultivados en
huertas.
La supresión del barbecho supuso la desaparición
del sistema de explotación colectiva, basada en la
división de hojas, y también del ganado que pastaba
en los rastrojos. Éste fue sustituido por la ganadería
en establos, alimentada ahora con el forraje cosechado.
Simultáneamente, se produjo una reforma de la estructura
de propiedad de la tierra. En Gran Bretaña, el parlamento
aprobó las leyes de
crecimiento ("Enclosure Acts", por las que se legalizaron
múltiples apropiaciones realizadas por los grandes
terratenientes ("gentry") en las tierras comunales – montes
y bosques– para su presunta mejora o puesta en cultivo. En
Francia o España,
las tierras de la Iglesia fueron
expropiadas, subastadas y adquiridas por la nobleza y la
burguesía (venta de bienes
nacionales o desamortizaciones). Se produjo así una
concentración parcelaria, que permitió ampliar el
tamaño de las parcelas y hacer rentable de este modo la
mecanización de las explotaciones.
La sembradora de Jethro Tull (17301 permitía ahorrar
semillas y mano de obra. La segadora de Mackormirck (1830),
tirada inicialmente por caballos, realizaba el trabajo
equivalente de un elevado número de personas provistas de
las tradicionales hoces y guadañas. La trilladora de
Turner (1831) quitaba el trabajo a decenas de jornaleros,
separando eficazmente la paja del grano. Su introducción en los campos ingleses
provocó en la década de los 30 unas series de
revueltas campesinas que, entre otras ocasiones, llevaron a la
destrucción de estas máquinas.
El conjunto de innovaciones perjudicó notablemente a los
campesinos, sobre todo a jornaleros y pequeños
propietarios. Suprimidas las zonas comunales de pastos, reducido
el bosque, incapaces de hacer frente a la competencia de las
máquinas, sus posibilidades de subsistencia eran
mínimas. En muchos casos, la única solución
posible era la venta de propiedades a los terratenientes y el
éxodo rural hacia las ciudades, es decir, su
proletarización. Éste fue el precio de la
modernización de las explotaciones.
Los campesinos eran conscientes del perjuicio que les acarreaban
los cercamientos y presentaron quejas a los tribunales de
justicia, que no fueron admitidas porque las leyes del parlamento
defendían los intereses de los grandes propietarios.
Encontramos un ejemplo de ello en 1797 en la aldea de Raunds, en
el condado de Northampton, situado a unos 70 Km. al norte de
Londres.
La figura del propietario se asimilo a la de un empresario rural
(burguesía agraria) al invertir en la compra de tierras,
la mecanización o la mejora de los terrenos, como por
ejemplo el drenaje de zonas pantanosas. El resultado fue el
aumento de la producción (rendimiento) y la
producción (rendimiento) y la productividad (menor
número de trabajadores y mayor volumen de
cosecha), la especialización de los cultivos, cuyo precio
se abarato notablemente, y la orientación de la
producción hacia el mercado, en lugar del
autoabastecimiento tradicional. Por último, la libertad de
contratación hizo descender el salario de los jornaleros,
en tanto que el importe de los contratos o
arrendamiento se debía pagar en metálico y no en
especie como antes, con lo que los campesinos se vieron atrapados
por la caída de los precios, que
les impedía reunir el dinero suficiente para hacer frente
a la renta fijada.

Ludismo

La aparición de las fabricas, en el siglo XVIII,
como consecuencia de la Revolución Industrial, cambio la
vida de los trabajadores que se convirtieron en rehenes de esas
máquinas, que los obligaban a permanecer interminables
jornadas labor, en lugares insalubres por una paga miserable, y
habitando en barrios sucios y contaminados.

Buscaron, a partir de la segunda década del siglo
XIX, un culpable para sus desgracias y hallaron dos responsables:
los patrones y las máquinas. Los que entraron en la nueva
tecnología
aplicada a la producción la causa de sus males, se
llamaron ludistas, por basarse en la ideología del ingles Nedd Ludd, dirigida a
la destrucción de las maquinas, cuando, según la
leyenda popular en 1779, se deshizo de un telar mecánico
que representaba para él, la fuente de sus
desgracias.

Amparados por la oscuridad nocturna, y ocultos tras
mascaras, los obreros comprendieron que sólo luchando
unidos, podrían conseguir ser tenidos en cuenta como seres
humanos, y nos simples operarios generadores de ganancias, para
los patrones capitalistas. Estos debieron soportar
pérdidas que ascendieron aproximadamente a cien mil
libras, en Inglaterra.

El enigmático Capitán Ludd, era quien
firmaba las proclamas y petitorios hacia el gobierno para lograr
reivindicaciones laborales, en una época en que la
expresión "Derechos Laborales", era
utópica.

El progreso y la rapidez que significaba el trabajo
industrial, representaba para los humildes asalariados, una
marcha también veloz, hacia su propia destrucción
moral y material.

Los gremios de artesanos de la Edad Media habían
permitido a los trabajadores, a través de una rigurosa
reglamentación, organizar sus trabajos evitando la
competencia y estableciendo jornadas de labor iguales y
equilibradas, en ambientes familiares.

El movimiento ludista nació en Inglaterra, cuna
de la Revolución Industrial, pero pronto se
extendió por toda Europa, como los sucesos de
Cataluña o la destrucción de los telares de Arcoy,
en España, ocurrido en 1820.

En Nottingham, ciudad del Reino Unido, una
manifestación obrera iniciada el 12 de Abril de 1811, fue
violentamente reprimida, y más de cincuenta
máquinas, pertenecientes a William Cartwright, destinadas
al tejido de medias, fueron destruidas por los trabajadores como
represalia a la brutal acción
contra su reclamo de trabajo, y de hacerlo en dignas condiciones.
En Lancashire, Yorkshire, Leicester, Cheshire, y Derby se
vivieron situaciones similares. Más de diez mil soldados
ingleses, al mando de Thomas Maitland, fueron destinados a
impedir la rebelión obrera.

En 1813, dieciocho miembros del ludismo fueron
ejecutados en la horca por el gobierno, acusados de ser
peligrosos para el estado, por
aplicación de una ley promulgada
por el Parlamento, a la que solo se opuso Lord Byron. Dicha norma
legal había establecido pena de muerte
para los que destruyeran las fábricas, o elementos de
trabajo contenidas en ellas.

El 16 de agosto de 1819, las fuerzas obreras celebraron
un motín en el campo de San Pedro. Las fuerzas de
caballería pusieron fin a la vida de once personas y
cuatrocientas resultaron heridas, pero lograron un éxito:
derogar la ley que impedía las coaliciones
obreras.

Por ese entonces, surgieron los movimientos sindicales
(Trade Unions) y los Partidos Social-demócratas, que
redujeron hasta casi hacer desaparecer el ludismo, que en
realidad no atacaba las causas reales del problema. La lucha
estaría dirigida a partir de entonces, contra los
dueños de las fábricas.

En 1836 se fundó la Asociación Obrera de
Londres, que inició una lucha llamada cartismo, realizado
peticiones al gobierno que fueron rechazadas.

Actualmente se ha puesto en boga el término
ludista, designado a quienes se oponen al gran crecimiento
tecnológico, acusado de deshumanizar a la
población, contaminar el ambiente y
alejarnos de la vida natural.

Trade Unions- Sindicatos

La historia del movimiento
obrero, o historia sindical, comenzó con la
Revolución Industrial y la democracia
moderna, cuando la esclavitud
comenzó a ser abolida legalmente y el trabajo asalariado a
generalizarse.

Durante más de un siglo, la acción
colectiva de los trabajadores (sindicatos, huelga,
convenios colectivos) fue considerada generalizadamente como un
crimen. Es en Europa y más concretamente en Inglaterra,
donde aparecen los primeros obreros, como el Ludismo conocido por
Nedd Ludd (rompedores de máquinas) (1810-1811).

En 1824, por la fuerte presión popular el
parlamento británico deroga las Combination Acts, leyes
que prohibían las organizaciones
obreras. Más adelante en 1829 Robert Owen, uno de los
fundadores del socialismo
moderno, crea las primeras cooperativas, que eran sociedades
industriales de trabajadores.

En 1830 aparecen las primeras organizaciones obreras
agrupando a los trabajadores según su oficio. En
Inglaterra tomaron el nombre de Trade Unions (literalmente
uniones de comercio) o
simplemente unions, eran asociaciones locales de obreros de un
mismo oficio que trataban de obtener mejores condiciones de vida
y trabajo. Impulsaron una nueva etapa de lucha reivindicativa
protagonizada por trabajadores no cualificados. Movilizó
unos quinientos mil obreros que plantearon huelgas en las
fábricas pero fracasaron ante la intransigencia patronal y
del Estado. Sus principales reivindicaciones eran la
reducción de la jornada laboral, el
aumento de los salarios y el derecho de
asociación.

En 1829 John Doherty fundo la Gran Union de los
Hiladores y Tejedores a Destajo de Gran Bretaña y la
primera central sindical de todos lo oficios de la historia: la
Asociación Nacional para la Protección del Trabajo.
Agrupaba ciento cincuenta sindicatos con cien mil
miembros.

Publicó el histórico periódico
obrero: "La Voz del Pueblo".

En junio de 1836 la Asociación de Trabajadores de
Inglaterra elaboro la Carta del
Pueblo, exigiendo el voto universal y secreto. Se los
conoció como los cartistas. Durante algún tiempo el
movimiento de los trabajadores recibió la influencia de
diversos ideólogos que se ocuparon de estudiar e
investigar la situación de los trabajadores, entre ellos
estaba Federico Engels, que escribió "La situación
de la Clase Obrera en Inglaterra", basándose en los
datos y la
convivencia con el movimiento "Cartista".

A partir de la década de 1840, los alemanes
Carlos Marx y
Federico Engels se instalan en Inglaterra y darán origen a
un particular pensamiento obrero, el marxismo o
socialismo científico, que será seguido en todo el
mundo. Contemporáneamente el ruso Mijaíl Bakunin y
el francés Pierre- Joseph Proudhon, sientan las bases de
anarquismo.

En 1840 se extienden por toda Europa una serie de
movimientos revolucionarios que tienen especial importancia en
Inglaterra y Francia; en ellos se hacen exigencias tanto de
carácter político como social, proponiendo la
protección de los intereses de los trabajadores y el
derecho al trabajo. A esos movimientos se refieren Marx y Engels en
el Manifiesto
Comunista, publicado ese mismo año.

Consecuencias de la
revolución industrial

Desde esta sucia acequia la mayor
corriente de industria humana saldría

para fertilizar al mundo entero. Desde
esta charca corrompida brotaría oro
puro.

Aquí la humanidad alcanza su
más completo desarrollo.

Aquí la civilización realiza
sus milagros y el hombre civilizado se convierte casi en un
salvaje.

Y tanto Gran Bretaña como el mundo sabían
que la revolución industrial, iniciada en aquellas islas
por y a través de los comerciantes y empresarios cuya
única ley era comprar en el mercado más barato y
vender sin restricción en el más caro, estaba
trasformando al mundo. Nadie podía detenerla en este
camino. Los dioses y los reyes del pasado estaban inermes ante
los hombres de negocios y las máquinas de vapor del
presente.

La población del mundo era también mayor
que nunca; en varios casos mucho mayor que toda esperanza y
probabilidad
previas. Las ciudades de gran tamaño se multiplicaban en
todas partes como nunca. La producción industrial
alcanzaba cifras astronómicas.

La ciencia nunca
había parecido más triunfal; los conocimientos
nunca habían sido más vastos. Los inventos
alcanzaban cada año cimas más
sorprendentes.

Pero era bastante amarga la acusación de que la
prosperidad material de los trabajadores pobres no era con
frecuencia mayor que el oscuro pasado y muchas veces peor que en
las épocas de que se conservaba memoria. Los
paladines del progreso intentaban rebatir esto con el argumento
de que los obstáculos que el viejo feudalismo, la
monarquía y la aristocracia seguían
poniendo en el camino de la perfecta iniciativa libre. Unos y
otros coincidían en que la situación era cada vez
más penosa. Unos sostenían que se superaría
dentro de la estructura del capitalismo y otros discrepaban de
esta creencia, pero ambos pensaban con razón que la vida
humana se enfrentaba con unas perspectivas de mejoría
material que conseguiría el control de las fuerzas de la
naturaleza por
el
hombre.

La gran mayoría de los habitantes del mundo
seguían siendo campesinos como antes, aun cuando hubiera
algunas zonas en donde ya la agricultura era la ocupación
de una pequeña minoría y la población urbana
estaba a punto de superar a la rural.

La renta de los nobles dependía cada vez
más de la industria.

Los progresos técnicos que introdujo la
Revolución Industrial, en el siglo XIX transformaron todos
los aspectos relacionados con la vida europea.
Surge así, una nueva historia de la civilización
occidental. Económicamente, se imponen la
industrialización y el capitalismo; socialmente, predomina
la burguesía y surge el proletariado; políticamente
se consolida el liberalismo
político bajo la forma de monarquía constitucional;
ideológicamente, prevalecen el racionalismo y
el sentido crítico; la industrialización, se
difundió por los países europeos y los Estados Unidos;
la explosión demográfica, se produce en los
países industrializados, resultado de adelantos
higiénicos y médicos.
El crecimiento de la población benefició a la
industria y favoreció la inmigración hacia otros países.
En la revolución agrícola: Inglaterra
realizó notables progresos; introdujo la siembra de
plantas de origen
americano (maíz, papa), estableció las faenas
agrícolas, aplicó abonos y fertilizantes. Con esta
revolución se permitió garantizar el suministro de
los alimentos y mano
de obra necesaria para las ciudades, se empezaron a usar las
máquinas, la producción de los alimentos fue
creciendo, también para así abastecer a la
creciente población.

En el desarrollo Comercial: el comercio se
intensificó, los países industrializados
vendían mercancías y adquirían materias
primas, se incrementaron el comercio, las comunicaciones
y los transportes.
De forma más general la revolución industrial
provocó: que la industria progresara, y que la
producción se hiciera en serie. Los precios de los
productos bajaron. Se formaron dos clases sociales:
Burguesía: Compuesta por los dueños de
fábricas y grandes comerciantes y los Proletariados:
Compuesta por obreros. Hubo desempleo, porque con las
máquinas no eran necesarios tantos trabajadores, a su vez
aumentó la delincuencia y
algunos obreros culparon a las máquinas de ser la causa de
se desempleo y las destruyeron. Esto se llamó "Ludismo"
porque el jefe de éste movimiento fue Ned Ludd.

La burguesía explotó a los proletariados.
Y para su defensa los proletariados formaron organizaciones
llamadas "Trade Unions" (sindicatos, para defender sus derechos).
Fueron logrando que la jornada de trabajo diario se fuera
reduciendo, que se le pagara un salario adecuado y que se le
diera derecho a huelga.

En la economía hubo un gran
auge porque surgieron los grandes capitales, las operaciones
financieras y los cambios.

Fue un proceso económico continuo y acelerado y,
al mismo tiempo, recíproco ya que la innovación en un sector repercutía a
los demás. Este cambio colocó a Gran Bretaña
a la cabeza de los países industrializados del mundo.
Pronto, los resultados se hicieron notar aumentando enormemente
la producción, abaratando los costes y permitiendo
comercializar más lejos la producción gracias a la
revolución de los transportes.
A mediados del siglo XIX era el mayor productor de carbón
y de hierro,
empleaba las técnicas más avanzadas, tenía
la renta nacional más alta, poseía la red más densa de
ferrocarriles y la Armada más poderosa. El sector
predominante de la economía pasa a ser la industria,
centrándose en tejidos,
siderurgia y ferrocarriles. La lana queda desplazada por el
algodón, hay una renovación
técnica agrícola favorecida por las nuevas
máquinas y las nuevas fuentes de energía
(carbón, hierro) siendo el segundo sector de
crecimiento.

Fue gracias a la tecnología, a la
introducción de las máquinas a la industria, que se
realizó la Revolución Industrial, también
influyó el hecho del crecimiento demográfico,
disminuyó la mortalidad, la gente se empezó a
concentrar en los centros urbanos, y fue así como
surgió el urbanismo.

La producción de bienes pasó de ser una
artesanía, que se producía familiarmente, a una
industria, realizado por más gente, había
más producción de bienes y era más
económico.

Esto sucedió ya que con la fundación de
nuevas ciudades, creció la demanda de los
productos elaborados por los artesanos y con esto la
organización de talleres.

La subida al poder de la burguesía a
través de la revolución económica, social y
política
que efectuó con una creciente conciencia de su papel y de
su fuerza y la formación paralela de la clase trabajadora,
la cual, creada por la actividad industrial de la
burguesía, alcanzó gradualmente las formas y
valores de una clase social al adquirir, a su vez, conciencia de
clase. Aunque coparticipes en el crecimiento de la
economía, la clase burguesa y la clase trabajadora pronto
chocaron por la radical oposición de sus intereses
materiales y
sus conspiraciones sociales, políticas
o culturales.

Los burgueses disfrutaban verdaderos privilegios
sociales y materiales en comparación con el resto de la
sociedad, particularmente con respecto a la masa
campesina.

La situación de las masas de trabajadores fue muy
complicada y necesaria. Las diferencias nacionales, las
desigualdades de un sector industrial a otro y la pasión
surgieron muy pronto, por razones obvias.

La burguesía industrial se convirtió en
una clase en todo sentido de la palabra para resistir la
presión creciente de la clase trabajadora.

Bibliografía:

  • HOWBSBAWM, Eric. La era de la Revolución,
    1789-1848.
    Crítica. Buenos Aires.
    1997.
  • LUCCHINI, Cristina y PFEIFFER, Ana. Modelos y
    Procesos en
    la Historia Económica y Social Contemporánea.

    Ed. Ariel. S/L, S/F.
  • S/A. El Trabajo, su Organización en el
    Tiempo.
    Ed. Santillana. S/L. S/F.

 

Milagros Galbiatti

Partes: 1, 2, 3
 Página anterior Volver al principio del trabajoPágina siguiente 

Nota al lector: es posible que esta página no contenga todos los componentes del trabajo original (pies de página, avanzadas formulas matemáticas, esquemas o tablas complejas, etc.). Recuerde que para ver el trabajo en su versión original completa, puede descargarlo desde el menú superior.

Todos los documentos disponibles en este sitio expresan los puntos de vista de sus respectivos autores y no de Monografias.com. El objetivo de Monografias.com es poner el conocimiento a disposición de toda su comunidad. Queda bajo la responsabilidad de cada lector el eventual uso que se le de a esta información. Asimismo, es obligatoria la cita del autor del contenido y de Monografias.com como fuentes de información.

Categorias
Newsletter