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Un caso de orientación en la homosexualidad femenina




Enviado por sociopsico



Partes: 1, 2

    1. Deslinde e integración
      ética
    2. Una muchacha
      feliz
    3. Deslinde
      diagnóstico
    4. Ego-sintonía
      versus ego-distonía
    5. Carta a una
      madre
    6. Considerando
      el malestar de la persona, si lo hubiere
    7. El compromiso
      en una sociedad de iguales
    8. Paráfrasis
      de las motivaciones
    9. Bibliografía

    Aproximaciones,
    diagnóstico
    y
    entendimiento

    Deslinde e integración ética

    El quehacer profesional no es ajeno al conjunto de
    normas y
    valores que
    rigen la sociedad. El
    profesional se encuentra inmerso, pues, en las vicisitudes de su
    cotidianidad que forman parte de su vida.

    Toda intervención estará transida,
    entonces, por lineamientos deontológicos respecto de lo
    que debe ser
    en relación a lo que es. Pero este
    componente ético si bien necesario, no es suficiente al
    momento de intervenir sobre una realidad concreta, dinámica y compleja como es la vida
    psíquica de un ser humano, al que llamamos
    paciente.

    En efecto, la mismidad y abundancia de los pensamientos
    y vivencias de una persona no pueden
    ser parametrados dentro de normas inflexibles que no le permitan
    la realización personal y,
    así, la felicidad a la que todos por ley natural
    tenemos derecho.

    Esto no significa que la volición humana derive
    en el laissez-faire o laissez passer, sino más bien
    en la orientación de los actos hacia lo mejor e inocuo
    para uno mismo y para los demás.

    Estas dos dimensiones que conforman la individualidad
    socializada son referentes o guías de cualquier conducta y de su
    posterior evaluación.

    El dilema se presenta cuando un acto del paciente -el
    que lo motiva a la consulta profesional- "transgrede" las normas
    tácitas de lo moralmente permitido en el contexto social
    y, en consecuencia, aparece la aflicción por retroalimentación negativa adicionada desde
    el fuero social.

    Uno de los motivos fundamentales de la existencia humana
    es servir al prójimo, ya desde los conocimientos y la
    experiencia de cada quien a partir de su trabajo
    (profesional o no profesional), ya desde la solidaridad como
    valor que
    promueve la cohesión social y que no está
    mediatizada por la compensación o retribución
    económica (material) de la persona solidaria.

    Estos dos componentes pueden coexistir en el trabajo
    profesional y presentarse en la atención de cualquier persona, humanizando
    este quehacer.

    Bien ahora: centrándonos en la búsqueda
    del mayor bien del paciente y su medio, es imperativa la
    solidaridad y la preparación técnica para servir
    mejor a quien demanda
    nuestra ayuda. Aquí el aspecto moral tiene un
    lugar trascendental y debe tenerlo.

    La intervención profesional, en ese sentido,
    está llamada a reconocer estos elementos, priorizando el
    respeto absoluto
    e incondicional por la persona homosexual.

    La reflexión subsiguiente está dada en
    estas formulaciones: ¿hasta qué punto los
    conocimientos alcanzados por la ciencia en
    materia de
    conducta homosexual deben ser entendidos en sí mismos sin
    la mediación de lo moral?, o dicho de otra manera,
    ¿es conveniente que haya o no un tamiz moral en la
    intervención profesional, sobre todo, en el caso de
    homosexualidad?

    Nos encontramos frente a la disyuntiva entre el
    conocimiento científico y el orden moral. En el
    presente estudio trataremos de integrar ambos elementos en un
    corpus de reflexiones que no pierdan de vista al ser
    humano que existe en la persona homosexual y que llega a
    consulta, esperando "alivio" en lo que está
    viviendo.

    Una muchacha
    feliz

    Lorena, ha cumplido 15 años de edad y llega a
    consulta en compañía de su madre.

    El "problema ", según refiere su mamá
    ?a quien llamaremos Laura?, es que Lorena le ha confesado que
    gusta mucho de una compañera de la academia de inglés,
    y que, además, sostienen una relación
    amorosa.

    Laura muy alarmada y con lágrimas en los ojos
    pide ayuda profesional para su hija, pues considera que aquello
    que hace es una aberración, una falta de respeto a
    la familia,
    una falta de respeto a sí misma y una falta de respeto a
    ella, como madre.

    En realidad considera que Lorena la ha defraudado,
    culpándola y culpándose, una y otra vez, por lo que
    ha sucedido.

    "Fui una mala madre, me equivoqué, todo lo
    hice mal… si pudiera regresar al pasado y volver a vivir… no
    entiendo nada… ", la madre se repite constantemente y en
    presencia de su hija.

    Laura tiene la plena seguridad de que,
    con orientación profesional, Lorena "pondrá los
    pies en la tierra",
    asevera que: "siempre fue un poco rebelde… "

    Lorena es hija única y siempre ha mantenido
    una relación amical con su madre, pero no al grado de
    compartir sus vivencias y pensamientos íntimos respecto de
    su sexualidad.

    Madre e hija viven juntas desde los tres años
    de edad de esta última. Los primeros años, la
    adolescente estuvo bajo el cuidado de sus abuelos maternos, pues
    el trabajo de Laura no le permitía estar más de dos
    días semanales con su hija.

    El padre de Lorena se ausentó del hogar
    antes del nacimiento de la muchacha, debido a una oportunidad
    laboral en
    Suecia. La separación fue de mutuo acuerdo con Laura. Y si
    bien ésta asiente que pudo enfrentar con entereza la
    separación, quedó muy dolida por el alejamiento de
    su esposo, sobre todo ante la inminente "llegada" de Lorena. No
    obstante, decide apoyarse en sus padres y trabajar con más
    ahínco, para así brindarle lo mejor a su
    hija.

    Lorena crece con sus abuelos y recibe de ellos una
    formación asentada en principios
    religiosos del catolicismo. La adolescente señala que
    fueron buenos con ella, y les está muy agradecida.
    Recuerda que su abuela le enseñó muchas cosas: le
    preparaba los alimentos, le
    cantaba, la vestía, pero no entiende mucho por qué
    no permitía que su abuelo la acurruque, la acaricie; no
    entiende por qué, a veces, no le permitía hacer
    eso. "Deja a la niña que yo le daré de comer",
    "déjala que ya debe dormir", "yo la peinaré…
    tú no te preocupes", le decía. Asiente, pues, que
    su abuela tenía un carácter dominante y que su abuelo la
    obedecía en todo.

     

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