3.
Necesidades Nutricionales
3.1 Energía
el aumento de las necesidades energéticas
responde al aumento del metabolismo
durante la gestación, y el crecimiento del propio feto. Como es
natural cada mujer es un mundo
y sus necesidades energéticas van a depender de factores
como su peso anterior, las semanas de gestación y sus
actividades físicas.
En este sentido, aconsejamos una reflexión sobre
como han cambiado las circunstancias de la mujer como
consecuencia de su incorporación generalizada al mundo
laboral.
Así hasta unos años una buena parte de las demandas
energéticas del embarazo eran
compensadas por al menos actividad física de las mujeres
a medida que aumentaban de peso.
Actualmente se proponen ideas en donde se pone de
manifiesto, que la mujer debe tomar una dieta equilibrada que
satisfaga sus necesidades, llevar una vida todo lo normal que sea
posible y mantener un adecuado control de peso.
Ello debe ser suficiente garantía para un buen tratamiento
dietético de la gestación.
3.2 Proteínas
La necesidad de proteínas
adicionales es obvia, dada la enorme síntesis
de nuevos tejidos materiales y
fetales, especialmente en el último trimestre. Diversos
autores han propuesto un aumento de la ingestión diaria de
proteínas; sin embargo, no hay acuerdo en lo relativo a la
cuantía de dicho aumento que oscila entre 10 y 30 gramos.
No obstante, la dieta occidental media, y por tanto la
española, asegura una buena cantidad y calidad de
proteínas, por lo que, en lo que a este nutriente se
refiere, no debería haber un cuidado especial si la mujer
sigue una dieta suficiente y variada. En nuestro medio se calcula
que el incremento neto de necesidades proteicas es de 4,7
gr/día en las últimas 28 semanas de
embarazo.
3.3 Lípidos
En términos generales, la cantidad y
la calidad de los lípidos
consumidos deben ser las mismas que en cualquier otra
situación fisiológica, aunque debe tenerse en
cuenta una circunstancia extraordinaria durante el embarazo, a
saber, la necesidad de ciertos ácidos
grasos para la formación para la formación del
sistema
nervioso y la retina. De ellos el decosahexaenoico parece el
más trascendental. En condiciones normales de una dieta
variada su suministro está asegurado, pero siempre es
bueno disponer de un mecanismo adicional que garantice su aporte,
lo que es tan fácil como incluir en la dieta de la
embarazada una adecuada presencia de pescado.
3.4 Vitaminas
Las vitaminas son
esenciales para el metabolismo de los tejidos vivos y esto
adquiere una importancia especial durante el embarazo. Conviene
que se trate este aspecto con más detalle, para lo cual se
hará repaso de la función y
necesidades de cada vitamina.
- Ácido Fólico: El crecimiento del
feto y la placenta, junto con la eritropoyesis fetal, originan
un aumento de las necesidades de ácido fólico
hasta casi el doble de las recomendaciones habituales. Se
considera adecuado durante en embarazo una cantidad de 200 a
400 mgr. Una dieta equilibrada suele bastar para atender estas
demandas, no obstante, hay ocasiones en las que es necesario
ayudar con preparados farmacéuticos.
En la actualidad la tendencia es suministrar
ácido fólico a la embarazada como consecuencia de
los resultados de una serie de estudios algo controvertido, que
parecen atribuir a esta vitamina un papel no solo en la
prevención de una anemia
megaloblástica, sino también de posibles
anomalías del tubo neural.
- Vitamina B6: Se recomienda un
aumento de unos 0,6 mg al día de esta vitamina sobre la
cantidad recomendada en no embarazadas. Estas cantidades
adicionales se destinan a satisfacer las mayores demandas
metabólicas de algunos aminoácidos no esenciales,
como la niacina. Parece que algunos de algunos casos de Apgar
no satisfactorios, así como algunos casos depresivos
durante el embarazo, se han relacionado con deficiencias de
esta vitamina. - Vitamina C: Se recomienda una ingestión
diaria de 70 mg, lo que supone un aumento de entre 10 y 20 mg
con respecto a las recomendaciones a no embarazadas. Durante el
embarazo, la placenta transfiere el feto ácido
ascórbico en gran cantidad, hasta tal punto que la
concentración de esta vitamina en la sangre fetal es
un 50% superior a la correspondiente a la madre. Valores
bajos de esta vitamina se han relacionado con rotura prematura
de membranas y con la eclampsia. - Vitamina A: No parece necesario un aporte de
esta vitamina durante el embarazo. Por el contrario, su exceso
su exceso puede tener efectos teratogénicos. Hasta hace
poco se aconsejaba un aumento de esta vitamina en la
gestación, pero los riesgos que
comporta su uso no justifican sus posibles beneficios, salvo,
claro está, en casos donde manifiesta
deficiencia. - Vitamina D: Es necesaria para el equilibrio
del calcio durante el embarazo. Su carencia se relaciona con
hipocalcemias neonatales y y con la hipoplasia del esmalta.
Además, en la madre influye en la formación
prematura de caries dentales por reajustes del calcio. Se
recomienda un incremento diario en la dieta de 4 a 5 mg,
acompañado de una suficiente exposición a la luz solar, como
el cualquier otra situación fisiológica que
consideremos. - Vitamina E: Aunque es rara su deficiencia, se
sugiere un aumento de 2 mg sobre el consumo
diario. Se discute si el aborto
espontáneo que causa su deficiencia en animales es
extrapolable al ser humano. - Vitamina K: Las dietas ordinarias son
suficientes para atender las necesidades de estas vitaminas, no
habiéndose establecido recomendaciones superiores a los
70-140 mg que debe contener de una mujer no
embarazada.
La prescripción sistemática de suplementos
vitamínicos y de minerales durante
el embarazo es más discutible y está desaconsejada,
salvo, lógicamente, que la valoración nutricional
ponga de manifiesto carencia. Hay preparados comerciales seguros, pero
otros son potencialmente peligrosos cuando no son necesarios,
además de que la suplementación con un nutriente
puede interferir en la absorción de otros.
3.5 Minerales
Al igual que en el caso de las vitaminas, es
recomendable estudiar por separado las necesidades de cada uno de
los minerales.
- Calcio y Fósforo: Son
extraordinariamente importantes para la formación del
esqueleto fetal, el cual es capaz de acumular unos 30 gr de
calcio durante el embarazo, en especial en los últimos
meses. Además, la madre debe concentrar en su esqueleto
calcio para suministrar en el momento de la lactancia.
En este sentido, y ya que el problema principal se presenta en
el último trimestre del embarazo, se estima que las
recomendaciones de consumo diario deben cifrarse en unos
1000-1200 mg/día.
Las embarazadas que toman dieta cuya relación
calcio/fósforo está desequilibrada pueden presentar
calambres nocturnos en las piernas, en especial
concentración de los gemelos.
- Hierro: Al igual que ocurre con el calcio, el
hierro es un
elemento indispensable, por cuanto contribuye a la
formación de la sangre del feto y al propio incremento
del volumen
eritrocitario de la madre, que puede estimarse entre un 20 y un
30 por ciento, pero no parece existir un criterio
unánime en cuanto a sus necesidades.
Durante la gestación, las necesidades de hierro
se estiman en unos 0,9 mg/día en el primer trimestre,
aproximadamente 4 mg/día en el segundo y 6 mg/día
en el tercero. Por otra parte es habitual observar anemias por
falta de hierro en embarazadas a partir de los 3 meses de
embarazo por lo cual se recomienda ya en esa época una
ingestión diaria de 30 a 60 mg de hierro, es decir, el
doble delo recomendado a una mujer no embarazada.
- Cinc: La deficiencia de este elemento puede
ocasionar malformaciones fetales de distintos tipos. Por otra
parte, este fenómeno no es suficientemente contrastado
en animales de experimentación. En este sentido se
propone un aumento de 3 mg al día para prevenir problemas de
malformaciones. - Cobre: Se desconoce como puede afectar la
deficiencia de cobre en el
embarazo. Por consiguiente, no se han establecido unas
recomendaciones especiales para la mujer embarazada. No
obstante, debemos señalar que en animales la deficiencia
de cobre tiene efectos teratogénicos, por lo que no esta
de más vigilar cuidadosamente la posible deficiencia de
este elemento. - Sodio: En contra de lo que pueda parecer, el
aumento de líquidos durante el embarazo genera unas
mayores demandas de sodio, por lo que no tiene mucho sentido la
restricción sistemática que se venía
aplicando hasta hace poco. Como regla general, 2 a 3 gramos
diarios suelen ser suficientes para evitar distorsiones del
sistema renal
de la madre e hiponatremias neonatales del
niño. - Magnesio: Para este oligoelemento las cifras
recomendadas son muy variables.
Así, distintos autores proponen incrementos del consumo
diario que van desde los 40 mg hasta los 150 mg. Como norma
más prudente, 320 mg diarios suelen ser suficientes y,
además, están ya asegurados con la presencia en
la dieta de leche,
carne, cereales, frutas y verduras. - Flúor: Parece que el flúor
ejerce una especial influencia tanto en la formación de
la dentición primaria, como en la resistencia a
la caries que tendrá la dentición permanente del
neonato. Además, es un factor de primera importancia en
la salud dental de
la madre. Sin embargo, no existen recomendaciones especiales
para el embarazo, aunque se debe tener en cuanta que su exceso
puede producir fluorosis. - Yodo: El consumo propuesto de yodo es de unos
200 mg diarios, es decir, unos 24 mg que las recomendaciones
para la mujer no embarazada. Su deficiencia provoca bocio en la
madre y cretinismo en los hijos, sin poder
descartar otras deficiencias. El uso de sal yodada es una
medida recomendable siempre, pero especialmente en aquellas
zonas geográficas en las que el agua
tiene bajo contenido de yodo.
4.
Antojos, aversiones, náuseas y
vómitos
Realmente está contrastado el hecho de que
la mujer embarazada modifica sus apetencias. Por una parte, desea
compulsivamente alimentos que
antes le eran indiferentes, por otra, rechaza alimentos que
tomaba habitualmente. No hay una explicación clara para
este fenómeno, pero en general, no es perjudicial atender
algún capricho que otro.
4.1 Las Náuseas
Son comunes durante el primer trimestre,
desapareciendo entre la duodécima y la decimosexta semana;
a veces pueden persistir durante toda la gestación. Las
causas no son del todo conocidas, pero intervienen factores
psicológicos, metabólicos y funcionales. En casos
de vómitos
repetidos, podemos llegar a situaciones peligrosas por
pérdida de líquidos, minerales y
electrólitos. Raciones pequeñas, con poca grasa,
con abundantes carbohidratos
y varias veces al día, suelen ser suficientes, aunque a
veces es necesario el uso de medicación. Con frecuencia,
los vómitos remiten hacia la mitad del día por lo
que es aconsejable concentrar la mayor parte de las comidas por
la tarde y la noche.
Desde el tercer mes puede aparecer un reflejo
gasto-esofágico que origina acidez o pirosis, descrita
como "ardor" retrosternal; su incidencia es mayor en el tercer
trimestre por presión
del útero, ya grande, sobre el estómago. Todas
estas causas producen una lentificación del vaciamiento
gástrico y una relajación del cardias, responsable
de la sensación descrita. Las comidas en pequeñas
cantidades y frecuentes, evitar el reposo inmediato
después de las comidas en posición totalmente
horizontal, y la abundancia de leche y yogurt en la dieta suelen
mejorar el cuadro, aunque no es raro tener que recurrir a
antiácidos.
4.2 El Estreñimiento
El estreñimiento y las consiguientes
hemorroides, son padecimientos frecuentes, especialmente en los
últimos meses. El incremento del ejercicio moderado, como
pasear por terreno llano, el aumento de consumo de fruta y
verdura en la dieta y la bebida abundante son medidas que pueden
mejorar el cuadro.
Los fenómenos dispépticos, consistentes en
la acumulación de gases
abdominales, crisis
diarreicas alteradas con estreñimiento, dolor abdominal
postprandial tardío, etc., también son molestias
relativamente frecuentes. El consumo abundante de agua entre las
comidas y de manzana cruda, junto a la eliminación de
alimentos que contengan componentes son capacidad de fermentación como la fécula de
patata o legumbres, y evitar alimentos ricos en azufre, como
espárragos, coles, cebollas o rábanos puede ayudar
a controlar estos síntomas.
4.3 El Alcohol
Afecta a la absorción, metabolismo y
excreción de diferentes nutrientes, el hierro, el cobre o
el magnesio; además, su consumo en las primeras etapas de
la gestación puede provocar malformaciones de cara y
miembros del feto, así como retraso físico y
deficiencia mental. Al no estar establecido un límite de
seguridad de
consumo durante el embarazo, la medida más prudente es no
consumirlo durante la gestación.
Algo parecido ocurre con el tabaco; de todos
so conocidos los efectos comprobados del tabaco sobre el fato,
como la disminución del tamaño, inmadurez e incluso
alteraciones importantes, por lo que es mejor eliminarlo durante
toda la gestación.
5.
La Mujer Lactante
Durante todo el periodo dela lactación también aumentan las
necesidades nutricionales de la mujer y, para algunos nutrientes,
más que en la gestación, como vamos a ver, ya que
se exige un esfuerzo metabólico extra al organismo para la
producción de leche con contenidos
nutrientes necesarios para el recién nacido.
Si ciframos la producción media de leche en unos
800 ml al día, el valor
energético que supone su producción es de unas 550
kcal. Los problemas nutricionales que se pueden presentar durante
la etapa de la lactancia pueden llegar a condicionar la cantidad
de leche producida, e incluso su calidad, a pesar de que
éste tiende a conservarse a expensas de las reservas de
las reservas nutricionales de la madre, lo cual agravaría
su situación, entrando así en un círculo
vicioso.
5.1 Cambios Fisiológicos
Los cambios fisiológicos que se producen
durante el periodo de lactancia pueden resumirse en cinco
aspectos principales, que tienen su repercusión en las
características nutricionales de esta fase:
- Existe una evidente pérdida de peso
inmediatamente después del parto y
pérdidas adicionales más discretas
aproximadamente durante los cinco meses siguientes. - Una parte del peso perdido se debe a la
eliminación de líquido extracelular que se ha ido
almacenando a lo largo de los meses de
gestación. - También en parte consecuencia delos
fenómenos anteriores es que el volumen sanguíneo
materno vuelve a sus niveles habituales. - Ya se ha indicado que durante todo el embarazo existe
una acumulación de tejido graso, el cual se ha ido
utilizando como reserva energética. La última
parte de este cúmulo de grasa se movilizará en
esta etapa, lo que junto a los fenómenos descritos,
contribuye a la pérdida de peso. - Finalmente, la glándula mamaria elabora y
segrega un volumen lácteo con un doble esfuerzo
metabólico, la producción del volumen necesario y
la compleja síntesis de sus componentes.
En líneas generales, los consumos recomendados
son superiores a los de la mujer no lactante, como no
podía ser menos, excepto en el caso del hierro. En
comparación con la gestación, la mayor parte de los
nutrientes presentan los mismos requisitos o algo más,
salvo en el caso del hierro y el ácido fólico, que
son menores.
6. Necesidades
Energéticas
Las necesidades energéticas suponen
aproximadamente un 20% más que las correspondientes a la
mujer no lactante. Cabe señalar que la demanda real
de energía es superior a este cifra, y que la
reducción se debe a la movilización de las reservas
maternas. En relación con las necesidades durante el
embarazo, se admite que el incremento energético deseable,
es de unas 250 kcal más.
Recomendaciones
Si la mujer que está
amamantando observa una dieta suficiente y equilibrada, no
aumentará de peso durante esta época; al contrario,
como ya se ha indicado, el consumo de reservas grasas suele
producir una disminución de peso.
En general, tras 9 meses de embarazo, existe un
afán por recuperar la figura anterior. En condiciones
normales hay que contar con 6 meses para ello y cerca de un
año para recuperar el perímetro de la cintura,
normalmente forzar estos periodos fisiológicos solo
produce riesgos.
La idea que debe primar en este periodo no es la de
emprender un régimen de adelgazamiento, sino la de volver
progresivamente, una vez terminada la lactancia, a una dieta
rica, variada y equilibrada.
En este sentido las medidas que se pueden adoptar son
las siguientes:
- Mantener una elevada ingestión de productos
lácteos
durante algunos meses para asegurar el suministro de
proteínas y calcio. - Recuperar progresivamente el consumo normal de carne
y pescado. - Limitar los alimentos ricos en grasas y adoptar modos
de preparación a base de cocción o
plancha. - Limitar productos dulces y las bebidas
azucaradas. - Durante algún tiempo puede
persistir una cierta retención de agua, cuya
eliminación puede favorecerse mediante la
disminución del consumo de sodio y el aumento de
potasio. Esto se puede conseguir, por una parte, salando menos
los alimentos, utilizando pocos preparados industriales con sal
(aceitunas, quesos fermentados, embutidos, sopas de sobre y
caldos instantáneos), y por otra, aumentando la
ingestión de verduras, de frutas frescas y zumos
naturales. - Reanudar rápidamente, bajo control facultativo
una actividad física o deportiva: marcha a pie, natación, gimnasia
abdominal, etc. - En lo que se refiere a las proteínas, las
necesidades aumentan en un 30% con respecto a las de las
mujeres no lactantes. En nuestro medio, la ingestión
proteica habitual garantiza, en general, la satisfacción
de estas necesidades. Las RDA establecen un total diario de
unos 65 g/día y las recomendaciones españoles un
incremento de 25 g/día sobre el consumo de mujeres no
lactantes. - Dentro de las vitaminas, debe elevarse el aporte de
A, E y C mediante la introducción de alimentos ricos en ellas.
La RDA establecen respectivamente 1300 µg, 12 mg y 95
mg.
José Ramírez
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