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Apuntes de criminología (página 3)




Enviado por Luis Cristaldo



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LECCIÓN XII

INFLUENCIA DE LA FAMILIA Y
LA RELIGIÓN EN LA CRIMINALIDAD

12.1. Breve comentario de la familia

Una visión sociológica de la familia ha de
contribuir necesariamente al enfoque de los problemas que
tiene planteados.

En primer lugar hemos de considerar que la familia es
una institución natural; nace de manera espontánea
donde quiera que haya hombres. No espera para aparecer a que
el Estado le
asigne un estatuto jurídico. En un principio, en la
mayoría de las sociedades la
familia existía sin intervención alguna del
Estado y se
regía tan sólo por las costumbres
tradicionales.

Hemos de tener en cuenta que mucho antes de que las
sociedades civiles se construyeran, y que el Estado y los
gobiernos se identificasen con la vida de la humanidad, los
hombres se reunieron en sociedad, en
pequeños grupos,
constituyendo la familia, como embrión de toda norma
social. Esta primaria significación, es puesta de
manifiesto por la doctrina dominante cuando señala que:
"La familia en todos los tiempos ha sido y es la verdadera
célula de
la sociedad y piedra angular del ordenamiento social; no
sólo porque constituye un grupo natural
e irreductible, que tiene por especial misión la
de asegurar la reproducción o integridad de la vida
humana, sino porque, además en su seno se forman y
desarrollan los sentimientos de solidaridad,
tendencias altruistas y virtudes que ha desempeñado un
papel importante formativo del hombre, en
orden a su ulterior desarrollo
ultrafamiliar, en el ámbito social.

Hacemos este comentario porque indiscutiblemente la
familia tiene unas funciones
indispensables para el desarrollo armónico de las personas
humanas que se pueden manifestar desde múltiples puntos de
vista. Incluso en el campo de la mujer, no
puede dejar de reconocerse que, desde el punto de vista
simplemente biológico lo mismo que desde el punto de vista
psicológico, la familia es indispensable para el
desarrollo del ser humano. Las investigaciones
efectuadas en materia de
delincuencia
demuestran ampliamente como el sentimiento de inseguridad,
consecuencia de la falta o insuficiencia en la vigilancia
afectiva de la primera infancia, es
un potente factor determinante en el individuo. Las
estadísticas y también las
investigaciones sociológicas han puesto de relieve la
influencia del ambiente
familiar en la delincuencia
juvenil como el factor primordial de ésta tiene su
base en la inestabilidad familiar y de ahí es donde
proviene este tipo de delito
(violación) que es el tema que nos ocupa.

La familia como un grupo sociológico y en
consonancia con la gran importancia funcional que tiene para el
Estado y la sociedad, ha sufrido en el transcurso de los
últimos siglos un cambio
estructural de gran importancia.

El hombre, en contra posición al animal, cuando
se encuentra en presencia de un fin, abstrae de las cosas que
conoce, el carácter común de medios para
conseguirla y aún, entre los medios mismos atrae y elige
aquellos más eficaces para alcanzar el fin
propuesto.

Este es el fin que persigue la humanidad.

El fin para ser tal, debe ser alcanzable mediante el
concurso de la comunidad, y se
necesita además, que exista para alcanzar el mencionado
fin, una voluntad común que quiera los medios que mejor
conduzcan a él.

Esto es, lo que constituye la razón de que la
sociedad exista.

La naturaleza
misma de la
personalidad humana, las propiedades intrínsecas del
ser racional, como animal social que es, al decir de Arist6teles,
exigen e imponen al hombre como ley ineludible y
natural, el hecho de vivir en sociedad.

Augusto Comte estableció claramente la naturaleza
social del hombre. "El conglomerado social no tiene por base al
individuo sino a la familia, pues toda célula tiene que
ser homogénea con el organismo del cual forma parte. El
individuo no puede ser el embrión de la sociedad. Este es
la familia". Al respecto, Leopoldo Baeza y Aceves afirma que el
creador de la palabra sociología y pontífice del positivismo
(desconoció las investigaciones sociológicas
modernas que han demostrado que no es la familia el punto de
partida de la evolución social, sino que cuando la
humanidad ha llegado a la
organización familiar es porque ha recorrido ya otras
muchas etapas que revelan un mayor atraso en su organización colectiva) Pero sea cual fuere
la primera de las formas de la convivencia humana es hoy verdad
aceptada Por los sociólogos más distinguidos que la
naturaleza del hombre es eminentemente social; es decir, que
desde que el hombre
aparece sobre la faz de la tierra,
aparece ya en el seno de alguna sociedad por rudimentaria que
quiera suponerse. La existencia del hombre aislado es hoy en el
mundo moderno, una de tantos mitos
olvidados por la
ciencia.

Así pues, considerando a la familia como la
sociedad más antigua, y la única natural, se
infiere la existencia de derechos y obligaciones
mutuos, que no le fueron otorgados por poder
extraño alguno, sino que se deben a la misma naturaleza.
Es evidente que la familia no podrá por sí sola
satisfacer las necesidades de la persona humana;
la sociedad capaz de satisfacer esas necesidades es la sociedad civil,
ya que es la única que puede disponer de los elementos
necesarios para cumplir satisfactoriamente su cometido. Es este
un elemento tan indispensable para la existencia del Derecho
social, como lo es de las otras ciencias
sociales, y que tiene además dos consecuencias
trascendentales: la primera consiste en que la sociedad distingue
al hombre del animal, y la segunda en que la sociabilidad es
indispensable para alcanzar los fines de la vida humana. Fines
que al nacer de los pueblos emprenden fatigosa marcha a
través de las edades, por alcanzar un puesto preferente en
el gran concierto de la sociabilidad humana, fines que van
adquiriendo como dijera José Manuel Puig Casauranc,
aspectos sucesivos al atravesar fases evolutivas diversas y
marcando cada etapa que recorren con señales
indelebles, de barbarie unas, de progreso otras.

Y estas señales, que como un legado fatal
trasmiten los pueblos a la historia que los ha de
juzgar, son en todos los casos, bajo formas múltiples,
manifestaciones de un estado social, de una intelectualidad y de
un nivel moral.

12.2. Función
socializadora de la familia
. Para el recién nacido en
necesario para preservar su vida como para adaptarlo a la
sociedad en la cual ha de desarrollar sus actividades. En el
consiguiente proceso de
adaptación, los primeros pasos y los llamados a tener
más profundas repercusiones, los dan los niños y
el adolescente, en el seno de la familia. La familia está
destinada a cumplir una finalidad estrechamente relacionada con
la naturaleza y de forma de desarrollo del ser humano.

En resumen, podemos decir que la familia es el elemento
necesario para la socialización del niño, apartando o
anulando las influencias perniciosas.

12.3. Causas que destruyen o aminoran las influencias
familiares positivas
.

Las causas de las crisis son
numerosas y no todas tienen su origen en tiempos recientes,
algunas, desde hace siglos, seguidamente se puede ver como
repercuten en el aumento de la criminalidad.

Entre las razones de la crisis están los
siguientes:

  1. La familia es menos unida que antes, frecuentemente
    por divergencias de intereses entre los esposos, por la
    tendencia a hacerlas desempeñar, en aras de una igualdad
    conyugal mal entendida. Idéntico papel en el
    hogar.
  2. La vigilancia educativa de los padres sobre la
    familia se ha relajado, sus miembros pasan cada vez menos
    tiempo
    juntos sobre todo porque las actividades de cada uno que
    desarrollan dentro de horarios que divergen de los
    ajenos.
  3. El divorcio,
    que si bien fue instituido con el pretexto de que
    serviría de remedio sólo a situaciones extremas,
    se ha extendido hasta convertirse en un problema
    social.
  4. Los niños pasan mucho tiempo fuera del hogar,
    no sólo en la escuela,
    sino en las calles, los clubes y los de centro de recreo, sin
    la necesaria vigilancia.
  5. Los hijos se emancipan prematuramente, lo que sucede
    principalmente cuando, como resultado de urgencias
    económicas, el niño o joven se inicia
    tempranamente en el
    trabajo.
  6. Malas condiciones materiales
    del hogar, sobre todo miseria, suciedad y estreches que
    provocan promiscuidad e impulsan hacia la calle a los
    niños.
  7. Impreparación de los padres para cumplir la
    tarea educativa.
  8. Las generaciones de huérfanos de uno o ambos
    padres.
  9. A veces no se trata sólo de que los padres
    sean incapaces de educar debidamente, sino que ellos son
    inmorales y su inmoralidad se trasmite a los hijos.

12.4. Número, orden de nacimientos y sexo de los
hijos.

  1. El Primogénito; estadísticas
    antiguas ya mostraban que el hijo primogénito es mucho
    más delincuente que su hermano que le sigue.
  2. El Hijo Único; en general, la
    delincuencia del hijo único es proporcionalmente mayor
    que la de los niños que tiene hermanos.
  3. La Familia numerosa; en general, los hijos de
    familias numerosas y más cuanto más numerosas,
    muestran mayor delincuencia que los hijos que integran hogares
    pequeños.
  4. Sexo de los hijos; es un hecho que los varones
    dan, en términos generales, mayor delincuencia que las
    mujeres.

12.4. El hogar desecho. Para cumplir su
función socializadora, el hogar debe contar de padre y
madre, el primero, al menos idealmente, como factor disciplinario
y como sostén económico; lo segundo como elemento
conservador, esencialmente hogareño, al que los hijos
pueden acogerse en busca de cariño y de
comprensión. Si alguno de los padres falta, la capacidad
educativa del hogar queda determinada. Puede darse tres
situaciones distintas según la razón que
llevó al rompimiento.

  1. Muerte de uno o de ambos padres: Esta
    situación se traduce en falta de cariño y de
    disciplinas familiares, desequilibrio emocional y aun
    biológico, crisis económica, etc.
  2. Abandono o deserción: El hecho puede
    ser voluntario, como cuando resulta de la falta de
    comprensión entre los padres y la vida familiar se torna
    intolerable, pero también puede deberse a causas ajenas
    a la vida intrahogareña.
  3. El divorcio: Esta separación legal en
    vida de los cónyuges ha sido justamente casa de provocar
    gran cantidad de delitos,
    corrientemente los hijos tienen conciencia
    de lo poco que significan para los padres, pues lo común
    que sean los intereses de éstos y no los de aquellos los
    que determinen la separación.

12.5. Hogares no bien integrados. Para cumplir su
función socializadora, si hogar debe estar no sólo
material sino también espiritualmente integrado. Cuando
esto no sucede la situación se presenta, por ejemplo,
cuando existen conflictos de
cultura que
dificultan la comprensión entre los miembros de la familia
los hijos tienen mayor cultura que los padres, a quienes
desprecian o desobedecen; los matrimonios se realizan entre
personas sumamente dispares por su cultura, sus ideales o su
naturaleza de donde surgen continuas discrepancias.

12.6. El hogar criminal. Cuando tratamos el tema
de las familias criminales, ya hicimos notar la influencia que el
hogar en que existe un ambiente delictivo. Las investigaciones
modernas han probado plenamente la importancia del contagio de
conductas delictivas, contagio que no sólo proviene de los
padres, sino que también procede de los
hermanos.

12.7. Indisciplina familiar. La disciplina
familiar adecuada está lejos de ser la regla, al
imponerla, los padres se atienen a su leal saber y entender,
cuando no a sus instintos ciegos. Burt encontró que el 25%
de los dementes juveniles ingleses por él estudiados,
existía el antecedente de disciplina hogareña
laxa;; en el 10% de disciplina demasiado estricta.

12.8. El estado civil. Se ha intentado
también determinar la importancia que el estado civil
pueda tener en la delincuencia. Sea que en la criminalidad
general el porcentaje menor corresponde a los casados, siguen los
viudos, luego los solteros para darse la criminalidad más
alta en los divorciados.

Sin embargo, no hay que descuidar el hecho de que el
estado civil se combina sin otras condiciones sobre todo de edad,
para dar por resultado cierto de conducta.

12.9. Religión y
delincuencia
. Nadie está libre de sentir la
tentación de llevar a cabo conductas que, deben ser
realizadas, continuarán delito, por tanto, pueden
reforzarse los frenos de origen externos: aumentar las leyes, darles
eficaz vigencia, crear una fuerte opinión social,
acrecentar las fuerzas morales y religiosas.

Debemos consignar tres posiciones:

  • la de quienes creen que la religión ayuda a
    disminuir la criminalidad;
  • la de quienes piensen que contribuye a aumentarla y
    la de quienes consideran que en realidad y de modo
    general,
  • la religión es indiferente en el campo
    criminal.

12.10. Religiosidad de los delincuentes. Uno de
los medios más adecuados para descubrir las relaciones
entre la religión y el delito consiste en investigar los
porcentajes de personas religiosas que existen entre delincuentes
y no delincuentes.

Las estadísticas formadas por Kalmar y Weir,
ellos comprobaron que mientras sólo 40% de la población total de EE.UU. se halla
registrada como perteneciente a una religión.

Los autores citados comprobaron que muchos que se
declaran católicos en realidad no lo eran; de entre tales
supuestos católicos, una décima parte no
había sido siquiera bautizado, otra décima parte no
había recibido la primera comunión, más de
un quinto no había recibido la
confirmación.

12.11. Criminalidad por afiliación
religiosa.
Hay que averiguar si algunos grupos religiosos,
por ser tales o cuales se inclina más a la delincuencia,
por lo menos a ciertos tipos de delincuencias.

Los estudios realizados en Europa, tienden a
demostrar la mayor delincuencia de los católicos, una
intermedia de los protestantes. En Europa los católicos
pertenecen a naciones germanas, sajonas escandinavas, los
primeros viven en regiones más montañosas, los
segundos en regiones llanas, templadas y hasta
fríos.

Los católicos abundan más en los sectores
económicamente pobres, mientras los protestantes arguyen
que los católicos no tienen mayores escrúpulos en
cometer delitos ya que la confesión los liberará en
su momento, de la carga del pecado.

Los católicos, por su parte, explican las mayores
cifras de delincuencia de protestantes, por la falta de
confesión.

12.12. Forma en que la religión pude influir
en la delincuencia
. Por ejemplo: sectas africanas e
hindúes que exigen sacrificios humanos, sin embargo el
propio cristianismo
puede dar lugar a que el número de delitos aumente, a
través de algunos mecanismos indirectos que pueden
reducirse esencialmente a tres:

  1. Creación de formas penales: Las
    concepciones culturales de un momento dado, influidas por las
    creencias religiosas, por ejemplo si hoy se declara delito la
    blasfemia a la inasistencia a misa los domingos, es seguro que
    habría más delincuentes, pero no porque hubiera
    aumentado el número de actos criminales sino porque
    antes era penalmente irrelevante si la califica de otra
    manera.
  2. La superstición: La religión no
    es siempre bien entendida por sus adeptos, sobre todo la
    religión occidentales que tiene bases teológicas
    generalmente fuera del alcance del común de los fieles.
    De la religión malentendida resulta a la
    superstición y el fanatismo, fuentes de
    numerosos delitos, podemos pensar, por lo que nuestro
    país toca, en las borracheras que se desencadenan con el
    pretexto de festividades religiosas.
  3. Ejercicio del culto: Con frecuencia, en los
    últimos tiempos se declaran que el ejercicio de la
    religión, bajo ciertas circunstancias, constituye
    delito.

El cumplimiento de su deber religioso acarrea
así a los fieles, el calificativo de
criminal.

12.13. Moral y religión. Las iglesias,
sobre todo cristianas, han insistido de manera permanente en los
aspectos sexuales de la conducta, el catolicismo llega inclusive
al carácter sagrado.

La carencia de educación
sexual entre niños adolescentes,
suelen suceder que éstos comentan falta; se producen
tensiones emocionales en la conciencia del culpable.

12.14. Asistencia social. Fuera del beneficio que
significa un freno fundado en la moral y la
religión estos ofrecen otros modos de prevención
del delito. Así por ejemplo, las parroquias formadas como
es debido crean de la vecindad y de la ayuda mutua, tal el caso
de los orfanatos y asilos para ancianos y personas desvalidas,
colegios, casas de reposo momentáneo, asistencias
hogareñas y ayuda económica a los
padres.

12.15. Conclusiones. En cuanto al método, es
claro que cualquier investigación futura debe tener en cuenta
la religiosas auténtica y nos meras declaraciones de los
integrados. Sin embargo, puede servir de quía el
método seguido por Kalmer y Weir; el de indagar por el
cumplimiento de ciertas normas religiosas
y comparar su grado entre criminalidad y no
criminales.

LECCIÓN XIII

EL
FACTOR ECONÓMICO Y LA CRIMINALIDAD

13.1. La Economía en Nuestra
Cultura (277 Huascar)
– El tipo de valor que se
coloca en el trono, dominado a los demás, varía
según el momento cultural en que se vive; si lo religioso
ocupó el centro de la vida individual y social en la
Edad Media y
si lo estático fue lo más altamente apreciado en
ciertos momentos del Renacimiento, hoy
lo económico se ha convertido en eje de la vida, sobre
todo social, fuente de polémicas teóricas y de
contraposiciones prácticas.

El factor económico ha de tener enorme
repercusión en la conducta humana
general, incluyendo el crimen. Lo mismo sucedía con lo
religioso en la Edad Media, o los nacionalismos del siglo
pasado.

No se trata sólo de teorías. La propia realidad nos muestra ejemplos
de pobreza exagerada
o de exageradas acumulaciones de dinero;
críticas que suelen llegar al terreno de los hechos;
huelgas y represiones frecuentemente conducidas fuera de los
causes de la legalidad;
actividades delictuosas -por lo menos formalmente delictuosas-
contra el estado y las autoridades, para imponer tal o cual
sistema
económico y reemplazar al que se considera caduco e
injusto; crisis más o menos periódicas que provocan
cierres de fábricas, quiebras y desocupaciones
gigantescas; padres que, al no poder sostener a su familia,
pierden autoridad y
provocan la desunión en la misma; procesos
inflacionarios y -raramente- deflaciones; alzas de precios y baja
real de los salarios;
clima de
descontento propicio al desorden y tantas otras condiciones
sociales que sin duda se hallan estrechamente ligadas con el
régimen económico, aunque no exclusivamente con
él.

Sin embargo, aunque importante, el factor
económico no es el único que determina la conducta
humana; a su lado, coactuando, se encuentran otras fuerzas
sociales que, a veces, en el caso concreto,
pesan más que la economía y sus inmediatas
consecuencias; y, desde luego están también las
causas biológicas y psíquicas.

13.2. Pobreza y Delito (278 Huascar)– La
insuficiencia de medios económicos con que cubrir las
necesidades, sobre todo si son elementales, ha sido
comúnmente acusada de aumentar el número de delitos
y de conductas antisociales en general.

La desproporción entre lo que se necesita y la
capacidad para alcanzarlo tiene consecuencias mucho más
complicadas que las que se podría pensar en un primer
momento.

Ya el siglo pasado, Von Mayr creyó descubrir una
estrecha relación entre el precio del
trigo y el número de hurtos; para él cada real de
aumento en el precio del primero se manifiesta en un hurto
más ; y al revés, cuando el precio del trigo
descienda. Si se compara los índices comerciales -que no
depende de un solo dato sino de la combinación de varios-
es hoy posible comprobar una relación proporcional entre
tales índices, por un lado, y los delitos contra la
propiedad, y
la prostitución como por otros.

Por ejemplo, en la primera posguerra, la malta y la
cerveza eran
caras y de mala calidad; por tal
razón, se las consumía menos y se produjo una baja
en la delincuencia causada por el alcoholismo.

En la apreciación de la pobreza y de
la baja de los precios hay que considerar también los
casos de desocupación colectiva; entonces hay
precios bajos; sin embargo sus influencias beneficiosas sobre la
criminalidad son anuladas y hasta superadas porque no se cuenta
ni siquiera con lo necesario para cubrir esos precios
bajos.

Sin embargo, Barnes y Teeters han demostrado que los
delincuentes pobres son también relativamente más
que en la colectividad. Estos datos tienen, sin
duda, mucho peso; pero hay que guardarse de otorgarle valor
decisivo en demostración de la tesis, ya que
los pobres, en general, se inclinan a delitos violentos,
más fáciles de descubrir y probar, mientras las
clases acomodadas tienden a la criminalidad fraudulenta,
fácil de encubrir y difícil de probar.
También existen diferencias notables en cuanto a los
recursos de que
pueden valerse ante los tribunales, sea en cuanto a influencias
que pueden ejercer o a la calidad de la defensa que
sumen.

Burt considera que existe, como causa de delincuencia,
una que podría llamarse pobreza relativa o sea la
insuficiencia de los medios en relación con los deseos y
las ambiciones; así se dan delitos que obedecen al ansia
de figuración , al lujo desmedido, más que a la
pobreza tal como usualmente se la entiende.

La pobreza relativa se da en quienes tienen lo
suficiente para mantener su vida, pero sienten que hay un abismo
entre lo que poseen y lo que desearían poseer; la codicia
es entonces el impulso principal para cometer delitos. Esta
situación es particularmente notoria hoy, en una sociedad
consumista, en que la propaganda
impresiona mucho y en que cada uno quiere tener y aparentar mas
que los otros. Esta pobreza relativa se da, obviamente,
también en las sociedades ricas en que los pobres
constituyen, a veces, una minoría muy
pequeña.

Parmelee destacaba al decir que la pobreza opera a a
través de la mala habitación con todas sus
consecuencias dependientes, de la desnutrición, disgregación de la
vida familiar, carencia de descansos adecuados, pocas
posibilidades de progreso cultural, enfermedades que no son bien
combatidas.

13.3. Crisis Económicas y Delito (281
Huascar)
– Este es otro método para determinar la
relación entre situación económica y delito;
tiene la ventaja de permitir mayores comparaciones, ya que
generalmente las investigaciones abarcan ciclos enteros
influyendo momento de auge y de crisis; así se puede
seguir en verdaderas ondas en la
marcha de la economía y del delito.

Pero no baya a creerse que la incidencia en la mayor
criminalidad sólo se encuentra en los momentos de depresión
y de desempleo; el
auge en el empleo
completo tiene su propia delincuencia.

La depresión conduce directamente al desempleo.
Este, a su vez, produce migraciones internas y externas en busca
de trabajo;
así, la crisis actual a través del aumento de la
movilidad, efectuada en la peores condiciones.

Como consecuencia de la crisis, suele presentarse un
proceso de inflación, frecuentemente exagerada, lo cual
contribuye a la inestabilidad general; se produce la ruina de los
que tenían ahorros, de los jubilados, de los tenedores de
bonos o
títulos de valor fijo, públicos o
privados.

Es natural y explicable que las necesidades primarias
urgentes conduzcan a muchos a cometer delitos de los cuales, de
otro modo, se hubieran mantenido alejados. En relación con
estos fenómenos y tentaciones, hay que observar que parece
más peligrosa que la pobreza continuada, la que se
presenta como consecuencia de cambios bruscos, sobre todo en
sectores sociales enteros que estaban acostumbrados a ciertos
bienestares.

Lugar preferente merecen las repercusiones
psicológicas de la crisis. Los obreros parados se vuelven
nerviosos, irritables, prontos a la reacción violenta o
totalmente abatidos; pero aún en el abatimiento, y a
través de mecanismos fáciles de comprender, suelen
presentarse momentos explosivos; se despiertan sentimientos de
repudio hacia la sociedad; el padre y el marido pierden su
autoridad de tales, toda vez que no pueden cumplir sus funciones
de mantenedores del hogar; los suelen separarse, mientras uno
busca trabajo lejos del hogar; éste se coloca en
vías de deshacerse, porque los hijos se lanzan a la calle,
donde integran pandillas infantiles y juveniles dedicadas a robar
para obtener lo que el hogar no les da.

Dorothy Thomas, en sus investigaciones llegó a
las siguientes conclusiones:

1- No hay ninguna relación estrecha entre la
tendencia de todas las ofensas acusables y los delitos sin
violencia
contra la propiedad, y el ciclo de los negocios.

2- Los delitos violentos contra la propiedad aumentan en
los períodos de depresión.

3- La conexión entre los delitos contra las
personas y el ciclo de los negocios es muy
pequeña.

Otros tipos de crisis que provocan también
grandes cambios en la delincuencia; no se trata tanto de carencia
de empleos, de baja producción o de saturación del
mercado, si no de
cambios radicales en la estructura
económica de la nación.
El último siglo a dado muchos ejemplos siendo el principal
el constituido por la evolución de la económica
agraria poco tecnificada a la gran economía. Se producen
grandes migraciones, las ciudades aumentan su población
desproporcionadamente con respecto a la habitación
disponible, los hijos se emancipan prematuramente, aparecen
nuevos sistemas de ideas
a los cuales hay que adecuarse con quiebra de las
firmes convicciones anteriores; de la competencia
adquiere caracteres de oposición violenta, surgen nuevas
costumbres aptas para producir desadaptaciones sociales y
psíquicas.

13.4. Prosperidad y Delito (285 Huascar)– Desde
antiguo, pudo comprobarse que las condiciones sociales tienen
influencias contradictorias; si a la pobreza, la crisis
periódica, la desocupación favorecen la
aparición de ciertos tipos de delitos, es también
verdad que la prosperidad, social e individual, provocan el
incremento de otros tipos delictivos.

Ya Lombroso hacía notar que el buen salario
ocasionaba el que los obreros debieran más y cometieran,
por tal razón, mas delitos violentos. También
observó que la riqueza posee su criminalidad peculiar pues
ofrece determinadas oportunidades y especiales incentivos entre
los cuales no deben descuidarse las mayores probabilidades de
impunidad.

Ya el simple sentido común nos inclina a creer
que las estafas, las defraudaciones, los fraudes en general,
aumentan en los períodos y entre las personas
prósperas; allí se presenta la oportunidad para
cometerlos. Por otra parte, es en las clases
económicamente más poderosas donde se dan delitos
típicamente capitalistas, tales como: destrucción
de materia prima
para lograr alzar de precio, propaganda desleal, trusts y
monopolios, etc.

Barnes y Teeters han demostrado, además, que es
en las etapas de auge cuando florece las pandillas de
delincuentes; eso puede explicarse porque existen más
oportunidades de dinero fácil y menos desconfianza de
parte de las personas que poseen bienes;
confianza que sufre agudos retraimientos durante los
períodos depresivos.

El hecho de que el delito descienda durante las
épocas de prosperidad y se dé en menos
proporción en la clases acomodadas y ricas pueden
corresponder a una tendencia general de la realidad; pero
también se debe, sin duda, en buena parte, a fallas
estadísticas, la que no se refieren a delitos realmente
cometidos si no a los condenados judicialmente; ahora bien: ya
sabemos que la policía y los Jueces son menos estrictos en
épocas de prosperidad; y de los ricos que comenten delitos
difíciles de descubrir y probar y cuentan con defensores e
influencias políticas
que pueden anular la justicia
aún en casos en que la culpabilidad
es clara.

13.5. Delitos Económicos y Causas
Económicas
: Se suelen calificar de económicas
los delitos que vulneran bienes de ese tipo. Pero es claro que,
por un lado, no toda la delincuencia económica tiene su
origen es causa de igual género;
por otro, que la delincuencia no económica s puede tener
causas de este género. Esta verdad deriva necesariamente;
la supresión o alteración de algunos factores
económicos que hoy impulsan a la delincuencia, no
traerá la desaparición de esta sino simplemente su
transformación, disminución y en ciertos supuestos,
su aumento.

Tomemos el primer caso: delincuencia económica no
debida a causa de este tipo; es el caso en que por celos, por
deseo de venganza, se hunde por medios delictivos a un rival, se
incendian sus propiedades, se atentan contra su crédito.

En el segundo -delincuencia no económica con
causas de este tipo- los ejemplos que pueden citarse son
aún muchos más números: delitos contra la
moral sexual pueden deberse a la promiscuidad, derivada, a su
vez, a la pobreza; de manera similar pueden operar causas
económica s en la prostitución y el
celestinaje.

Son más números de los que se cree, los
casos en que la competencia individual y comercial deriva en
delitos contra las personas.

Por eso, como hace notar Exner, resulta ingenuo el
tratar de establecer la importancia criminógena de la
economía, correlacionando simplemente índices de
precios o del movimiento
industrial o comercial, con los de la delincuencia, sobre todo si
sólo se toma en cuenta la que atenta contra la propiedad.
La índole de la causación es demasiado complicada
para que pueda ser aclarada con simplificaciones de éste
tipo.

13.6. Delito y Capitalismo
(287 Huascar)
– Desde hace un siglo, y cada vez con mayor
insistencia, se ha difundido profusamente la idea de que un
cambio radical de la organización económica
capitalista traerá por consecuencia reducciones
también radicales en la delincuencia, cuando no su
desaparición total. Ya no se habla, por tanto, de riqueza
y pobreza, de períodos de auge o de presión,
pero siempre dentro del mismo sistema económico, sino de
algo más profundo como sería la sustitución
del propio sistema capitalista, el cual resultaría
así culpado de todos o casi todos los males por que
tenemos que pasar hoy.

Podemos comenzar comprobando hechos indiscutibles que
demuestran que el sistema capitalista es fuente de muchas fuerzas
favorables a la delincuencia. El capitalista crea ricos y pobres
que lo son extremadamente; condiciona las periódicas
crisis de que padece el mundo entero; es causa de inestabilidad
económica, de quiebras, de despilfarro de riquezas, de
negocios arriesgados, de predominio del ansia de lucro individual
por perjudicial que sea a los intereses sociales; la
división en clases contrapuestas ocasiona frecuentemente
delitos; hay delitos típicos del sistema, como los trusts
y monopolios, así como las bancarrotas. La familia es
minada y hasta destruida. Defectos todos evidentes, como lo son
otros que podría n agregarse sin mucho
esfuerzo.

LECCIÓN XIV

CRIMINOLOGÍA DE LA DELINCUENCIA O
VIOLENCIA JUVENIL

14. Violencia juvenil. Al enfocar el tema sobre
la violencia juvenil conviene mencionar: que la agresividad del
hombre es algo innegable. La agresividad es uno de los
componentes afectivos humanos, se manifiesta más o menos
veladamente.

Durante largo tiempo se pensó que el niño
era una criatura blanda y pura y se minimizaron sus reacciones
agresivas. En nuestro tiempo o en la actualidad sabemos que desde
muy temprano se manifiestan sus pulsiones agresivas.

La agresividad puede considerarse como un periodo
pasajero o como parte de la evolución de la persona, sin
embargo vemos que el ambiente tiene importancia ya que influye en
el comportamiento
agresivo.

Los delitos de violencia parecen haber aumentado en
niños y adolescentes en gran proporción dada que la
tasa de frecuencia de la delincuencia juvenil son a veces
demasiado elevadas en el mundo entero.

Según algunos investigadores este alto y severo
incremento de la delincuencia y violencia juvenil coinciden sobre
todo con los primeros años de las posguerras. La violencia
va íntimamente unida a la delincuencia juvenil y para
comprender este problema tenemos que considerar los factores
sociales, el ambiente familiar y la organización propia
del delincuente. Al hablar de delincuencia juvenil estamos
mencionando un subgrupo de jóvenes cuya conducta no se
guía por unos cauces socialmente aceptados ni sigue la
misma pauta de integración de la mayoría sino que
por el contrario da lugar a un tipo de actividades que los
sitúa en franca oposición con la
legalidad.

Estas actividades o delitos mayores son los asaltos,
homicidios,
violaciones, drogadicción, etc. o delitos menores por
robos, apropiación de vehículos, etc.

La conducta delictiva juvenil suele comenzar hacia los
13 o 14 años y alcanza su punto culminante entre los 17 y
19 años. Que la delincuencia continúa ligada a la
miseria, su práctica se ha extendido últimamente a
los grupos socioeconómicos medios y altos.

Sabemos que los jóvenes se sienten
atraídos por las masas porque al integrarse al grupo
afirman su personalidad a
través de las acciones del
grupo y además logran conseguir lo que quiere ya que en
las masas, confluyen la violencia organizada de los miembros y la
actividad delictiva mas o menos planificada y dirigida a un
fin.

Esta labor con los jóvenes es realmente
difícil ya que la reinserción no será eficaz
si en ella no colaboran todos los estamentos sociales que puedan
aportar ayuda y facilitar la incorporación del joven a la
vida publica.

14.1. Transición moral

Introducción

Al adolescente se le plantea la independencia
como algo que debe conquistar para poder entrar a formar parte
del mundo de los adultos y dejar atrás la etapa infantil.
Un adulto toma sus propias decisiones, elige su vestuario, decide
que quiere comer, cuando ha de dormir y que va a comprar. El
adolescente se preocupa por conseguir que estas conductas
independientes pasen a formar parte de su propio repertorio, con
la esperanza de que le aseguren una posición en el mundo
de los mayores.

Dos son las principales fuentes de esta poderosa
motivación que le inspira la
búsqueda de la independencia: por una parte, las presiones
sociales, y por otra parte, la identificación con la
independencia que observa en los modelos
adultos. Pero sus demandas chocan fuertemente con la arraigada
conducta de dependencia propia del estado infantil,
convirtiéndose en motivo de permanentes conflictos que
hacen que los jóvenes se sientan inseguros y confundidos
ante tan anhelada libertad.
Así pues, aunque la desean fervientemente, no desean menos
conservar la seguridad y la
falta de responsabilidad que va ligada a la
situación dependiente (pero ciertamente confortable en
otros aspectos) del niño.

Tres son las libertades básicas que los
adolescentes exigen a sus padres: libertad de salidas y horarios,
libertad para adoptar y defender una ideología propia y libertad para elegir y
vivir un amor y una
profesión.

Estas libertades que los adolescentes anhelan dependen
de los límites
que los padres establezcan con sus hijos, de las relaciones
padre-hijo. Que tendrán consecuencias en el desarrollo de
los adolescentes ya sean positivas o negativas de acuerdo al tipo
de límites impuestos.

Objetivos generales:

  • Analizar la importancia de los límites en la
    adolescencia.
  • Analizar la influencia de la familia, amigos, y la
    sociedad en general en el desarrollo del
    adolescente.
  • Reconocer la importancia de los valores
    que se le trasmiten al adolescente para un comportamiento
    adecuado en la sociedad.

Objetivos específicos:

  • Conocer el significado de moralidad
  • Conocer la función de la disciplina en el
    desarrollo moral
  • Conocer las causas de la delincuencia
    juvenil

Moralidad, valores y
dirección propia

La formación de estos tres componentes tiene las
siguientes características:

  1. El adolescente pone a prueba las reglas y los
    limites.
  2. Aumenta su capacidad para pensar en manera
    abstracta.
  3. Desarrolla sus ideales y selecciona modelos de
    comportamiento.
  4. Tiene mas conciencia de sus actos y de los
    demás.
  5. Se experimenta con el sexo y las drogas
    como el alcohol,
    cigarrillos y marihuana.
  6. Los adolescentes varían muy poco con
    relación a lo anteriormente descrito, pero las emociones y el
    comportamiento descrito antes son, en general, considerados
    normales para cada fase de la adolescencia.

14.2. Significado de moralidad

Moralidad deriva de la palabra latina moralis; Quiere
decir "costumbre, maneras o pautas de conducta que se conforman a
las normas del grupo".

En toda edad, se juzga al individuo por el grado en que
se aproxima a las normas del grupo; la mayor o menor conformidad
hace que se lo tilde de "moral" o "inmoral". Las expectativas del
grupo están definidas en sus reglas y leyes; ambas de
basan en las costumbres que prevalecen en el grupo.

Si el adolescente se conforma a las reglas y leyes de la
sociedad, el medio lo considera una persona moral. Incluso cuando
esta en desacuerdo con tales prescripciones, a menudo se adecua a
ellas porque se da cuenta que es la actitud
más cuerda.

La persona inmoral es aquella que deja de conformarse a
las costumbres, reglas y leyes del grupo porque no está de
acuerdo con los estándares de este o porque se siente poco
obligada a su respecto.

14.3. Principios de la
transición a la moralidad
adulta:

La moralidad se desarrollo y puede ser controlada y
dirigida de manera que el individuo adquiera la capacidad de
conformarse a las expectativas de su grupo.

Para alcanzar la moralidad adulta se requiere de dos
hechos esenciales: primero, el adolescente debe cambiar las
actitudes y
valores que componen sus conceptos morales de manera que
satisfagan las exigencias mas maduras de una sociedad adulta. Y
segundo, él mismo, debe asumir el control de su
conducta.

14.4. Cambios en los conceptos
morales:

De sus padres, de los adolescentes y de otras personas
revestidas de autoridad el niño aprende lo que se
considera correcto y lo que se tiene por incorrecto. Los adultos
interpretan para él los códigos morales de la
comunidad y le aplican castigos cuando los viola. Los principales
cimientos de los códigos morales se echan en el hogar, si
bien la escuela y la iglesia
también contribuyen.

No importa cómo se forman los códigos
morales del niño – en el hogar, la escuela, en la
iglesia o en los cursos dominicales -, ellos no son adecuados
para satisfacer las necesidades mas maduras del adolescente.
Deben ser revisados para conformarse a los códigos que
guían las vidas de los miembros adultos de la comunidad.
Esto es especialmente cierto en lo que respecta a los
códigos morales que tienen fundamentos religiosos. Por
ejemplo: el niño aprendió que Dios lo observa y le
dice que hacer y que no hacer, y que luego lo recompensa si
obedece sus directivas y lo castigo si las desobedece, ya no
aceptara este concepto cuando
comience a dudar de sus creencias religiosas
infantiles.

14.4.1. Clases de cambio:

Los conceptos morales de la infancia deben modificarse
de muchas maneras para adecuarse a las necesidades del
adolescente. Entre otras cosas, se espera que el joven generalice
sus primeros conceptos.

La generalización de conceptos morales
específicos y su incorporación a un código
practicable de uso en cualquier situación es un proceso
gradual que continua durante los años de la
adolescencia.

Cuando el adolescente evalúa diferentes clases de
conducta en función de conceptos morales, es probable que
para él algunos tipos sean menos desagradables que otros.
Las cosas que eran malas en sus días infantiles ya no lo
son tanto.

Ahora atribuyen grados de importancia a diferentes
acciones; algunas de las cosas, que cuando era niño,
aprendió a ver como incorrectas, las ve ahora con mayor
tolerancia.

Finalmente, los conceptos morales deben cambiar si han
de adecuarse a las necesidades adolescentes en el sentido de que
debe haber una mayor preocupación por los motivos que
impulsan a una acción.
Los niños tienden a considerar un acto como bueno o malo
sin tener en cuenta a que razón obedece. Ejemplo: Si creen
que mentir es reprobable condenan todas las mentiras y se niegan
a reconocer que en ciertas ocasiones podría justificarse
no decir la verdad.

14.5. Control
interno de la conducta:

El adolescente debe asumir el control de su propia
conducta de modo tal que la disciplina externa ya no sea
necesaria.

Este cambio redunda en beneficios del individuo y
también beneficia al grupo social. Cuando llegue al estado
adulto, el adolescente será considerado responsable de sus
actos; Ya no contara con padres y docentes para
que le digan que hacer y que no hacer. Habrá de decidir
por si mismo y luego actuar de conformidad con su
decisión.

El difícil control de la crisis
adolescente.

La crisis es, ante todo un periodo de inseguridad, una
encrucijada que pone al sujeto en la necesidad de decidirse para
una dirección u otra.

El adolescente vive esta crisis que empieza con una
serie de conflictos, con los padres. No soporta más que se
le trate como a un niño, que no se le tenga confianza, que
no se le dé dinero y libertad. No soporta, sobre todo, que
se le controlen sus amistades, sus lecturas, sus diversiones, su
tiempo libre.

Los padres que quieren prolongar su niñez con
actitudes educativas hiperprotectoras y paternalistas, se
encuentran frente a una resistencia. En
realidad, se ponen en contra de una exigencia de espacio libre.
El adolescente siente que tiene que tomar él las
decisiones sobre su porvenir. La fuerza que le
impide esta libertad aumenta su rebeldía que
terminará por romper las relaciones de sumisión y
dependencia.

Estos adolescentes, a los que no se ayuda a superar un
tipo de vida hedonista y se les abandona a sí mismos
cuando todavía son incapaces de auto controlarse, un
día, al enfrentarse con la seriedad de la vida,
serán incapaces de aceptar autoridades o tendrán
tendencias irracionales hacia los demás, y obraran como si
no existieran normas morales.

En los dos casos en adolescente no podrá
sostenerse y crecer. La pandorga a la que no se le concede el
hilo que pide según el viento que la lleva, empezara a
colear y caerá a pique en el suelo. Si por el
contrario, se le da demasiado hilo, se aflojara incapaz de
sostenerse. Hay que concederle solamente el hilo que necesita de
manera que, sosteniéndola en su empuje, se le permita
ganar altura según el viento.

14.6. Función de la disciplina en el
desarrollo moral:

Disciplina quiere decir enseñanza o instrucción, y su
principal objeto es enseñar al individuo a conformarse a
las expectativas sociales hasta un grado razonable.
Además, le enseña que el mundo responde a sus
acciones personales de una manera ordenada, que ciertos
comportamientos siempre son seguidos de castigos y que otros son
elogiados por la sociedad.

La disciplina ayuda a los adolescentes a controlarse y
dirigirse con el objeto de tomar decisiones prudentes.

14.7. Elementos esenciales de la
disciplina:

Si el adolescente tiene que aprender lo que la sociedad
espera de él, y sentirse motivado a controlar su conducta
para conformarla con las expectativas, la disciplina tiene que
incluir cuatro elementos esenciales: enseñanza de los
conceptos morales, recompensa por la conducta aprobada
socialmente, castigo por actos perversos intencionales y
coherencia de las expectativas sociales.

14.8. Enseñanza de los conceptos
morales:

Muchos adolescentes creen, que cuando uno llega a la
adolescencia ya ha aprendido lo que el correcto e incorrecto y
que no necesita una preparación moral adicional. Esta
opinión esta muy alejada de la verdad. A medida que los
horizontes sociales del adolescente se amplían, los
adolescentes deben conocer cuales son los límites en
muchas nuevas situaciones y hasta donde llega la tolerancia de la
sociedad. La función de las reglas y leyes es la de
instruir al adolescente acerca de esos limites, no solo la de
restringir una conducta indeseable.

Si el adolescente aprende que no se puede fumar dentro
de la escuela, que esta obligado a llegar a su casa antes de las
11 cuando va a la escuela nocturna y que hay cierto limite de
velocidad para
conducir un auto dentro de la ciudad, sabe entonces que es lo que
se espera de él. Es posible que no este de acuerdo con
estas normas legales y que intente violarlas, pero es consciente
de que va a tener que enfrentar algunas consecuencias si lo
hace.

14.9. Recompensa por la conducta socialmente
aprobada:

Las recompensas tienen dos fines: son instructivas,
porque informan al adolescente que su conducta ha tenido la
aprobación social y que se la considera "buena"; y afirman
el yo porque estimulan al adolescente para que continué
actuando de la misma manera.

Algunos adultos creen que las recompensas hacen sentir
vanidosos y otros piensan que las amenazas de castigo, mas bien
que los premios, son una motivación más poderosa para el
mantenimiento
de la buena conducta.

Pero de acuerdo con las evidencias,
las recompensas no traen malas consecuencias, por el contrario,
proporcionan una fuerte motivación para conformarse alas
expectativas de la sociedad. Sin embargo, las recompensas deben
ser adecuadas a la etapa evolutiva.

Las recompensas materiales (ropa, dinero, música, etc) son
aceptables en general para el adolescente si tienen un valor
prestigioso para el grupo de pares. La mejor recompensa para los
adolescentes es el elogio. Muchas veces los comentarios de los
padres y adultos sobre los adolescentes son más
críticos, por lo tanto, una actitud amable es un alivio
para el adolescente. La alabanza no solo afirma al yo sino que
tiene un gran valor educacional.

14.10. Castigo de las malas acciones:

El castigo tiene dos funciones principales: disuade de
repetir acciones socialmente indeseables y muestra al adolescente
que es lo que el grupo social considera una mala acción.
Si el castigo ha de incitar al adolescente a evitar una conducta
que la sociedad no aprueba, el debe considerar el castigo como
justo y merecido. De otra manera, su resentimiento debilitara su
deseo de no reincidir en el futuro. La severidad del castigo,
debe ser coherente con la gravedad de la mala acción, por
ejemplo, el castigo no debe ser tan severo por llegar tarde a
clase como por
cometer fraude.

Con demasiada frecuencia, el castigo es impuesto por un
adulto que esta enojado por la acción del adolescente. En
tal caso, la severidad de la pena refleja más el estado
emocional del adulto que la gravedad de la acción.
Además, los adultos suelen juzgar las malas acciones en
función de sus propios valores (no de los del grupo de
pares) y aplican castigos de conformidad con ellos.

Si se desea que el castigo ayude al individuo a obtener
el autocontrol, entonces debe reunir determinadas
características:

  1. Debe tener relación con la mala
    acción.
  2. Ha de ser cierto y coherente.
  3. Ha de ser limpio y justo a juicio del
    adolescente.
  4. Debe ser impersonal.
  5. Tiene que ser constructivo y llevar al control
    interno.
  6. Debe ser demorado hasta que se comprenda el motivo
    del infractor.
  7. No debe suscitar un indebido acceso de
    temor.
  8. No debe significar la imposición de trabajos
    extraordinarios no relacionados con el acto que provoca el
    castigo.

El castigo se aplica con menor frecuencia a medida que
los adolescentes se acercan a la madurez legal. Los varones de
toda edad sufren más castigos que las chicas y
también tienden a ser más rebeldes que estas
respecto de las normas legales y los reglamentos.

Cuando el adolescente piensa que el castigo es justo y
merecido tienden a aceptarlo y no guarda rencor ni interpreta que
el correctivo es una señal de desamor por parte de sus
mayores, tampoco busca vengarse aunque muchas veces el
adolescente rebelde e inmaduro mientras más se le castigo
más desobediente es.

14.11. Coherencia de las expectativas
sociales:

La importancia de la coherencia en la disciplina reside
en que el adolescente se informa cuales son sus limites y
libertades. Proporciona al adolescente una sensación de
seguridad y elimina la confusión. Le enseña que
existe un ordenamiento moral en el mundo.

La falta de coherencia hace que el joven pierda el
respeto tanto a
quienes lo disciplina como a sus reglas.

14.12. Métodos
disciplinarios:

Los métodos para el control de la conducta
juvenil pueden ser distribuidos en tres sistemas generales: el
autoritario, el democrático, el permisivo.

Difieren por la forma en que tratan de controlar la
conducta y actúan de manera distinta sobre el
adolescente.

La elección de algunos de los sistemas de
control depende en gran parte del empleado cuando el
adolescente era un niño. Ejemplo: Si sus padres estuvieron
convencidos de que el control autoritario era el mejor
método para educar a los niños o también si
concurrió a una escuela donde las normas eran severas, hay
probabilidades de que sea sometido a un control análogo
como adolescente.

Los métodos disciplinarios varían
según el lugar de residencia de la familia, su
composición, su status socioeconómico y muchos
otros factores.

a) Disciplina autoritaria:

Poco o ningún intento se hace de explicar al
adolescente el fundamento de la regla que debe
obedecer.

Se supone que la violación de reglas es
intencional y que el adolescente no tiene oportunidad de explicar
su conducta.

El castigo es casi siempre corporal, a menudo riguroso y
a veces cruel.

No se dan recompensas (ni siquiera palabras de elogio)
por la buena conducta.

b) Disciplina democrática:

Existe el convencimiento de que el adolescente tiene
derecho a saber porque se le impone determinada regla.

Antes de la
administración de un castigo, el adolescente tiene la
oportunidad de explicar porque ha actuado contra la
norma.

La pena tiene relación con el acto cometido y su
severidad iguala la gravedad del acto.

En los casos de buena conducta el adolescente recibe
recompensas, principalmente en forma de elogios.

c) Disciplina permisiva:

Los padres o los docentes no establecen regla alguna; se
permite que el adolescente haga lo que considera
correcto.

El castigo es raro porque no existen reglas que puedan
violarse.

Existe el convencimiento de que el infractor
aprenderá de las consecuencias de su proceder que este es
incorrecto.

No se dan recompensas por las buenas conductas; se cree
que la aprobación social será suficiente
recompensa.

Hacia una moral autónoma y responsable

El adolescente deja de seguir una moral impuesta y
recibida, para llegar a una libre aceptación de aquellas
normas morales que él piensa justas y
necesarias.

Su capacidad de razonamiento y de comprensión,
que le hacen inteligibles las normas abstractas y generales,
permiten al adolescente ser más independientes en sus
juicios.

El proceso de independencia de los padres y de los
adultos hace que asiente sobre nuevas bases, los valores
morales y la conducta correspondiente.

Pero, en correlación con las experiencias
sociales de grupo, el adolescente tiende en los primeros tiempos,
a asemejarse a los amigos o compañeros y a compartir la
escala de valores
que el grupo vive.

Progresando mas, da el paso, de una regla impuesta por
el ambiente social, a una regla interna que brota de la
conciencia autónoma.

La conciencia de obediencia y obligación del
niño, se convierte en conciencia del deber.

El adolescente no llega de improviso a una moral
personal. Tres
son las fases de este proceso:

1. Rechazo de la moral familiar.

2. Conformismo con la moral del grupo.

3. Con su propia escala de valores.

Al desarrollarse la imagen ideal de
sí mismo, el adolescente desarrolla también una
conciencia moral que no se mantiene por el miedo al castigo, sino
que se funde con el deseo de realizar un ideal propio.

Si ha elegido una carrera, sabe que ha de esforzarse
para seguirla, sabe que si falla en esto, está actuando en
contra del estilo de vida
que él mismo ha escogido. El centro de gravedad de la
conciencia moral se ha centrado finalmente en el Yo: "Yo obedezco
únicamente a mi propia conciencia".

14.13. Significado de los valores:

Un valor es parte del comportamiento de la persona que
lo ayuda a portarse bien o mal.

En la vida existen valores como por ejemplo:

  • Lo bueno y lo malo
  • La verdad y la mentira
  • Lo honesto y lo deshonesto, etc.

¿Cómo se forman los valores?

Los valores se van formando desde la niñez paso a
paso hasta llegar a la adolescencia, para eso es necesario
orientar mediante:

* Mensaje a los padres.

* Educación en la
casa.

* Educación en la escuela.

* Relación con los amigos.

El adolescente como parte de su crecimiento y aprendizaje
cuestiona y rechaza algunos valores que padres, profesores y
personas mayores le inculcan y enseñan. Es una forma de
encontrar independencia y es precisamente en esta etapa que trata
de imitar otras formas o modelos de comportamiento que ve en los
artistas, líderes, y donde muchas veces se ve influenciado
equivocadamente. Por tal motivo es que es necesario formar estos
valores desde etapas iniciales de la vida.

La nueva personalidad: intereses- ideales-
valores

¿Que desea, que espera, que sueña el
adolescente? Las esperanzas de los adultos y de la sociedad, el
influjo del ambiente, las oportunidades que se les ofrecen, los
valores e ideales del grupo en que se siente identificado,
explican solo en parte lo que él sueña.

"Durante la infancia el niño actúa
imitando los modelos que se les ofrecen. Mas tarde, asume una
importancia extraordinaria él estimulo que viene de las
recompensas prometidas o esperadas".

Pero el adolescente es capaz de ampliar este estrecho
horizonte. Es él quien se construye ahora otra escala de
valores, se ve distinto de cómo lo ven los padres o
maestros y educadores. Espera hallar un camino que le conduzca a
la conquista de su propia identidad y le
capacite para realizarse según un plan o un
proyecto suyo
propio.

El adolescente quiere ser "él" mismo.

El idealismo es
una cualidad frecuente y elogiable, pero muchos de los
adolescentes son tan elevados que forzosamente han de terminar en
una amarga desilusión.

Cuando sea más maduro, pondrá la imagen o
ideal de sí mismo y sus aspiraciones, más al nivel
de la realidad encontrara el equilibrio
entre lo real y lo ideal, cuando aprenda, de los fracasos y las
desilusiones lo que le es realmente posible.

Hasta los niños en la edad escolar, sueñan
con ser pilotos, exploradores, campeones de fútbol o
capitanes de navío, etc.

Pero, solamente en el adolescente mayor, estos proyectos
empiezan a aterrizar y orientar la personalidad todavía
inmadura.

  1. Causas de la falta o exceso de límites en
    la adolescencia

Las fechorías:

Al final de la infancia y de manera gradual aumenta el
deseo de alcanzar la independencia del control adulto y de
obtener la estima del grupo de pares. Si la autoridad adulta se
hace más estricta, la conducta del joven seguirá
siendo perturbadora.

La mala conducta no obedece a una única
causa.

Al adolescente le importa mucho mas conformarse con los
ideales y normas del grupo, que quedar bien ante los adultos.
Estos están del "otro lado"

Los amigos constituyen para el adolescente, un
válido apoyo porque le ofrecen solidaridad, amistad y sobre
todo apoyo afectivo en los momentos en que sufre por la
separación de los padres.

En el grupo, se comparten los mismos problemas, temores,
aspiraciones y se crean lazos profundos.

Es la edad en que los muchachos hablan mucho entre
sí, confiando pensamientos y estados de ánimo,
ofreciéndose recíprocamente la utilidad de un
desahogo emotivo.

El grupo de adolescentes se forma de manera muy distinta
del grupo de muchachos de la edad escolar. Aquí, lo que
vale no es la vecindad o ser compañeros de estudio, sino
la identidad de ideales, aspiraciones, tendencias y
afinidad.

Es muy propio de estos grupos la discriminación en razón de la clase
social, ideologías políticas, etc.

Con los amigos, el adolescente encuentra y comparte
valores y modelos nuevos de vida, para sustituir a los recibidos
en familia.

Es real el peligro de que el grupo de jóvenes
degenere en la delincuencia o en actitudes antisociales como
la
drogadicción, el desgaste de las fuerzas
físicas por el abuso de bebidas, relaciones sexuales
desordenadas, etc.

Por eso, habría que favorecer la formación
de los grupos juveniles de carácter artístico,
deportivo, social y religioso, cultural o de
investigación. Estos grupos animados por ideales nobles y
elevados, favorecen enormemente el desarrollo de una personalidad
madura.

14.14. Causas de las fechorías
adolescentes:

Ignorancia de lo correcto y de lo incorrecto: La
falta de preparación o la preparación defectuosa en
el hogar o en la escuela causa confusión y lleva a la
comisión de fechorías, especialmente en los
adolescentes jóvenes y en los de grupos
socioeconómicos inferiores.

Frustraciones: las grandes frustración
experimentadas en el hogar o en la escuela llevan muchas veces a
cometer malas acciones "para cobrárselas" los hechos mal
intencionados son comunes entre quienes sufren el rechazo o el
menos precio de sus pares.

14.15. Búsqueda de atención: El
adolescente a quien no se presta la atención que ansía, puede violar
reglas con la esperanza de despertar admiración por su
audacia. Incluso es probable que se canse de sus acciones y
exagere su perversidad.

Deseo de excitación y emoción:
cuando la vida parece aburrida, el joven puede tratar de
conseguir algunas emociones cometiendo actos prohibidos, como la
ingestión de alcohol y de drogas.

Afirmación de independencia: para
convencerse a si mismo y a sus pares de que es independiente, es
probable que el adolescente haga ostentación de autoridad,
a menudo como consecuencia de un desafió interpuesto por
aquellos. En este caso, los actos reprobables se utilizan como
vehículos para magnificar la personalidad y obtener la
estima de los pares.

14.16. Formas comunes de
fechorías:

Las fechorías comunes en la adolescencia se
pueden distribuir en tres grupos, de acuerdo con las reglas que
en cada caso se violen:

A) En el hogar: incluyen la desobediencia
intencional y el desafió a la autoridad
paterna.

Otras acciones objetables son las agresiones verbales a
los hermanos, los estallidos temperamentales, la
destrucción y vuelco de cosas, el tratamiento rudo de
amigos de la familia y de parientes, el hábito de mentir,
hurtos menores en perjuicio de padres y hermanos, lentitud en el
cumplimiento de tareas rutinarias, la evasión de
responsabilidades, la discusión con los padres y la fuga
del hogar.

B) En la escuela: los actos de este tipo
que se registran con mayor frecuencia son: el abandono de la
clase, las llegadas tarde o faltas no
justificadas, la falsificación de la firma del padre en
una nota de excusa, la conversación e interrupción
a otros en clase, el fraude, la falta de preparación de
los trabajos encargados, las amenazas a otros estudiantes en
especial a los de físico o pequeño, a miembros de
grupos minoritarios o buenos alumnos, la rudeza e
insubordinación, fumar, ingerir bebidas
alcohólicas, las peleas, el tirar objetos, la mentira y
los actos sexuales ilícitos.

C) En la universidad, los actos con
similares que en la escuela secundaria.

En la comunidad: la mayoría de estos actos de
inconducta o trasgresión a las normas de conducta tiene
que ver con actividades recreativas y ocurre por lo general
cuando los adolescentes no se encuentran en el hogar ni en la
escuela. A menos que los jóvenes tengan responsabilidades
hogareñas u ocupaciones que los mantenga atareados
después de clase, en los fines de semana y durante las
vacaciones, la abundancia de tiempo libre es propicia para la
comisión de hechos reprobables. En muchas comunidades los
adolescentes se quejan de que no hay nada que hacer, luego, para
lograr cierta excitación intervienen con frecuencia en
hechos enojosos para los demás.

Muchas de las recreaciones de los adolescentes
más jóvenes en especial del sexo masculino son
perniciosas aunque no entren en conflictos con la ley, cosas como
hacer la rabona, fumar, beber, viajar a dedo, ser agresivos con
el sexo opuesto o con miembros de otra camarilla. Se entregan al
juego suicida
de tenderse en las carreteras y la conducción de autos a
grandes velocidades.

14.17. Delincuencia juvenil:

Se llama delincuencia a una serie de conductas que son
condenables por la ley.

La familia y la estructura
social pueden ser los responsables de la violencia. La
delincuencia es considerada más que todo un problema
social y es un fenómeno cada vez más evidente, en
nuestro país, en todo el mundo y en especial en
occidente.

En muchos casos la actividad delictiva comienza a
manifestarse por pequeños robos a los compañeros,
en la escuela, en el colegio o en el supermercado. Luego, se hace
más intensa y se llega a los actos delictivos más
graves. En otros casos, la delincuencia esta en relación
con la situación socioeconómica de la familia y del
país: problemas familiares, como padres
alcohólicos, divorciados, con graves conflictos
conyugales, con trastornos de personalidad, personas con pocas
expectativas para el futuro, con poca preparación
académica, sin trabajo entre otros.

Algunos de los hechos delictivos más comunes son:
robos, estafas, homicidios, intimidaciones, fugas, violaciones,
etc.

Se puede concluir que la delincuencia es el producto de
crisis en el hogar, la escuela y la sociedad.

Los actos delictivos de los jóvenes son
manifestaciones de venganza contra la autoridad, el
egoísmo, la intransigencia.

Esta forma de manifestarse en contra de lo que le parece
injusto se debe a que el adolescente no posee dominio de si, le
atraen las emociones fuertes y el grupo influye poderosamente
sobre él.

El joven generalmente, rechaza los consejos de los
padres y demás adultos por considerarlos anticuados, por
estas en el "viejazo", sin embargo, tiene una gran necesidad de
cariño, comprensión, ayuda y comunicación con sus padres u otras
personas mayores.

14.18. Influencia social en la delincuencia
juvenil:

La delincuencia y sus expresiones violentas se explican,
muchas veces, por el cuadro social.

La sociedad de consumo tiene
una especial influencia sobre la juventud con
el fin de conseguir cosas. El auto, la moto, el equipo de
sonido, ropa
de marca,
teléfonos celulares, son algunos de los productos que
se ofrecen constantemente en el mundo comercial a los
jóvenes. Todo esto sumado a los cambios fundamentales de
las condiciones de vida, los cambios en los valores sociales,
éticos, y morales, la inseguridad sociopolítica y
económica, producen tensiones que facilitan el paso de los
jóvenes a la delincuencia.

Está claro que la pobreza no es sinónimo
de delincuencia pero es más probable que lleve a ella por
necesidades.

14.19. El alcohol y las drogas:

Los adolescentes pueden estar envueltos en varias formas
con el alcohol y las drogas legales o ilegales. Es común
el experimentar con el alcohol y las drogas durante la
adolescencia. Desgraciadamente, con frecuencia los adolescentes
no ven la relación entre sus acciones en el presente y las
consecuencias del mañana. Ellos tienen la tendencia a
sentirse indestructibles e inmunes hacia los problemas que otros
experimentan. El uso del alcohol o del tabaco a una
temprana edad aumenta el riesgo del uso de
otras drogas luego. Algunos adolescentes experimentan un poco y
dejan de usarlas, o continúan usándolas
ocasionalmente sin tener problemas significativos. Otros
desarrollarán una dependencia, usarán drogas
más peligrosas y se causarán daños
significativos a ellos mismos y posiblemente a otros.

La adolescencia es el tiempo de probar cosas nuevas. Los
adolescentes usan el alcohol y las otras drogas por varias
razones, incluyendo la curiosidad, para sentirse bien, para
reducir el estrés,
para sentirse personas adultas o para pertenecer a un grupo. Es
difícil poder determinar cuáles de los adolescentes
van a desarrollar problemas serios. Los adolescentes que corren
el riesgo de desarrollar problemas serios con el alcohol y las
drogas son:

  • Con un historial familiar de abuso de
    substancias.
  • Que están deprimidos.
  • Que sienten poco amor propio o autoestima.
  • Que sienten que no pertenecen y que están
    fuera de la corriente.
  • Falta de límite por parte de los padres y
    otros adultos desde la niñez.

Los adolescentes abusan de una variedad de drogas, tanto
legales como ilegales. Las drogas legales disponibles incluyen
las bebidas alcohólicas, las medicinas por receta
médica, los inhalantes (vapores de las pegas, aerosoles y
solventes) y medicinas de venta libre para
la tos, la gripe, el insomnio y para adelgazar. Las drogas
ilegales de mayor uso común son la marihuana, los
estimulantes (cocaína),
LSD, los derivados del opio, la heroína y las drogas
diseñadas (éctasis).

El uso de las drogas ilegales está en aumento,
especialmente entre los jóvenes o adolescentes. La edad
promedio del que usa marihuana por vez primera es 14, y el uso
del alcohol puede comenzar antes de los 12. El uso de la
marihuana y el alcohol en la escuela superior se ha convertido en
algo común.

El uso de las drogas esta asociado con una variedad de
consecuencias negativas, que incluyen el aumento en el riesgo del
uso serio de drogas más tarde en la vida, el fracaso
escolar, el mal juicio que puede exponer a los adolescentes al
riesgo de accidentes,
violencia, relaciones
sexuales no planificadas y arriesgadas y el suicidio. Los
padres pueden ayudar en la educación a
temprana edad acerca de las drogas, estableciendo
comunicación, siendo ejemplo, modelo y
reconociendo desde el comienzo si hay problemas en el
desarrollo.

Algunas de estas señales de aviso pueden
también ser señales indicativas de otros problemas.
Los padres pueden reconocer las señales de problemas pero
no se espera que ellos hagan el diagnóstico. Una manera eficaz para los
padres demostrar su preocupación y afecto por el
adolescente es discutir francamente con éste el uso y
abuso de las bebidas alcohólicas y de las otras
drogas.

El primer paso que los padres deben de dar es el
consultar con un médico para estar seguros de que
las señales de aviso que descubren no tengan causas
físicas. Esto debe de ser acompañado o seguido por
una evaluación
comprensiva llevada a cabo por un psiquiatra de niños y
adolescentes.

14.20. El medio y la función policial la
problemática Argentina.
(N.R.: A pesar de hablar de
una problemática de la Argentina, no se ha suprimido los
comentarios, por ser coincidentes con la problemática del
Paraguay, el
alumno, deberá analizar e identificar esas consecuencias,
como así mismo, otros que aún no lo tengamos, pero,
indefectiblemente nos acercamos a ellos, y si está a
nuestro alcance, debemos proveerlos)

Los adolescentes de todo el mundo poseen casi
idénticas necesidades biológicas y celulares.
Abarcan hambre, sed, reposo, sexo, regulación
térmica, la evacuación (Orina-defecación) y
el evitar peligros físicos.

Pero es quizás de mayor importancia aún,
la comprensión de sus necesidades sociales y de la
personalidad.

-… "Las necesidades de la personalidad humana
especialmente urgentes durante la adolescencia, son las relativas
al status, la independencia de autorrealización y una
adecuada filosofía de vida, es decir, anhela ser
importante, tener preeminencia en su grupo, ser reconocido como
persona valiosa, ansía alcanzar el status de adulto y
dejar atrás las características de la infancia. Ya
es común ver adolescentes fumando cigarrillos (de
cualquier tipo, tabaco u otro) imitando de modo sofisticado los
gestos del adulto…" Para él es más importante
lograr el status en el grupo de sus iguales, que ante los ojos de
sus padres, es sentirse independiente, aspira liberarse de
restricciones que lo aten.

Todo ello lleva a crear una mayor distancia entre la
autopercepción íntima del propio SER y VALER y el
ideal o pauta modélica del QUEHACER al que aspira, de
aquí es donde comienza a discurrir los polos de la
AMBICIÓN (ideal deseado) y la ANGUSTIA (realidad
actual).

No es raro que el adolescente para evitar caer en la
duda acerca de su propio valor, necesite someterse a pruebas
experimentales, creándose artificialmente situaciones que
demanden un especial esfuerzo para ser resueltas. Mas si por
estas fallas, resulta imposible obtener la
autosatisfacción, existe el peligro de que se busque
autoafirmación en ellas, existe el peligro de que se
busque autoafirmación personal, apartándose
sensiblemente de los caminos que normalmente la consiguen.
Entonces surgirá una actitud negativista y se
presentará una especial obstinación en persistir en
una conducta a todas luces perjudicial, y entonces
invariablemente observará el medio y será
éste quien le dé una respuesta.

-… "Los adolescentes cuyas necesidades ven frustradas,
o que viven en conflicto
experimentan una tensión y disgusto. Se encuentran en un
estado de desequilibrio.

Habrá que realizar en la medida de lo factible
una adaptación para reducir ese estado de hipertensión psicológica y volverlo
tolerable para sí mismo …"

(Extraído de la obra "COMO ES EL ADOLESCENTE" de
MYRS y STEWARS Editorial Paidos)

Existen además para estos casos, situaciones en
que los adolescentes aplican sus mecanismos de defensa ante el
medio, y la situación en particular para cada caso, solo
actúa. Analizamos someramente con casos concretos cada una
de estas evasiones a la realidad, por medio de los mecanismos
típicos de adaptación.

Partes: 1, 2, 3, 4, 5, 6
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