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Auge del imperialismo




Enviado por lauracademia



Partes: 1, 2

    1. Marco
      histórico
    2. Generalidades del
      Imperialismo
    3. "Auge del
      Imperialismo alemán"
    4. Francia: Encuadre
      del siglo XIX
    5. El
      Imperio británico
    6. Conclusión
    7. Glosario
    8. Bibliografía

    Capítulo 1

    Introducción

    El porqué de nuestro trabajo

    El objetivo de
    esta monografía es demostrar las causas y
    consecuencias de las rivalidades entre los estados-nación
    europeos con el propósito de conseguir nuevos mercados para su
    desarrollo
    comercial. Analizaremos el marco
    teórico e histórico, en el que los principales
    imperios se manifestaron, tales como Inglaterra,
    Alemania y
    Francia.
    Cerraremos nuestro trabajo con
    una conclusión.

    A partir de 1870 y hasta 1914 Europa, y en
    menor medida Estados Unidos y
    Japón,
    extienden su dominación colonial por África,
    Asia y
    Oceanía. A esta etapa de expansión
    colonial se le denomina "Imperialismo", y
    coincidiendo con años cruciales en las relaciones
    internacionales caracterizados por la tensión entre
    las principales potencias europeas que desembocarían en la
    Primera Guerra Mundial.
    Desde el punto de vista cultural, es un periodo con una destacada
    actividad y creación literaria y
    artística.

    El autor liberal británico J. A. Hobson,
    citado por Hobsbawm en su libro La
    Era del Imperio
    , define al imperialismo
    "al movimiento
    más poderoso del panorama político actual del mundo
    contemporáneo"
    . En un mundo imperialista los
    países "avanzados" dominaron a los "atrasados".

    A fines del siglo XIX Marx
    apuntó que el imperialismo era la tendencia del capitalismo a
    expansionarse y romper los límites
    nacionales, anunciando que ello significaría un creciente
    proceso de
    concentración monopolista de capitales.

    Al período transcurrido entre 1875 y 1914, se los
    puede calificar como la "era del imperio" porque en
    él se desarrolló un nuevo tipo de imperialismo
    donde los gobernantes se autotitulaban emperadores. El nuevo
    imperialismo tenía sus raíces económicas en
    una nueva fase específica del capitalismo que
    conducía a "la división territorial del mundo
    entre las grandes potencias capitalistas
    "

    Es decir que, a finales del siglo XIX, el desarrollo
    capitalista y la necesidad de las grandes potencias de exportar
    productos,
    capitales y hombres, dio origen al imperialismo.

    Para nuestro objetivo, que es el de abreviar los
    aspectos del imperialismo contemporáneo mas destacados
    será suficiente entender al imperialismo como esa política de conquista
    y expansión colonial que se genera a partir de 1870
    – 80, cuando se inicia la carrera por la repartición
    del mundo, fundamentalmente en formas de colonia o esferas de
    influencia. Nos centraremos por citar el marco histórico
    en que se desarrolló este auge. Se analizará las
    diferentes causas, consecuencias y características de
    imperialismo británico, alemán y francés,
    para terminar con una conclusión.

    Capítulo 2

    Marco histórico

    El origen del imperialismo se remonta a la
    antigüedad y ha adoptado distintos modelos a lo
    largo de la historia, siendo algunos de
    ellos más frecuentes que otros dentro de un periodo
    histórico concreto. En
    el mundo antiguo la práctica del imperialismo daba como
    resultado una serie de grandes imperios que surgían cuando
    un pueblo, que generalmente representaba a una determinada
    civilización y religión, intentaba
    dominar a todos los demás creando un sistema de
    control
    unificado. El imperio de Alejandro
    Magno y el Imperio romano
    son destacados ejemplos de esta modalidad.

    Por el contrario, el imperialismo europeo de comienzos
    de la era moderna (1400-1750) se caracterizaba por ser una
    expansión colonial en territorios de ultramar. No se
    trataba de un país que intentaba unificar el mundo sino de
    muchas naciones que competían por establecer su control
    sobre el sur y sureste de Asia y el continente americano. Los
    sistemas
    imperialistas se estructuraron de acuerdo con la doctrina del
    mercantilismo:
    cada metrópoli procuraba controlar el comercio de
    sus colonias para monopolizar los beneficios
    obtenidos.

    A mediados del siglo XIX apareció otra variante,
    el imperialismo del librecambio. Esta modalidad perduró en
    este periodo pese a que el mercantilismo y la creación de
    imperios oficiales estaban disminuyendo de forma significativa.
    El poder y la
    influencia de Europa, y sobre todo de Gran Bretaña, se
    habían extendido de manera oficiosa, esto es, haciendo uso
    de vías diplomáticas y medios
    económicos, en lugar de seguir canales oficiales como la
    creación de colonias. Sin embargo, el imperialismo basado
    en el librecambio desapareció pronto: hacia finales del
    siglo XIX las potencias europeas habían vuelto a practicar
    el imperialismo consistente en la anexión territorial,
    expandiéndose en África, Asia y el
    Pacífico.

    Desde que terminó la II Guerra Mundial
    y la mayoría de los imperios reconocidos se disolvieron,
    ha prevalecido lo que podríamos calificar como el moderno
    imperialismo económico, donde el dominio no se
    manifiesta de manera oficial. Por ejemplo, Estados Unidos ejerce
    un considerable control sobre determinadas naciones del Tercer
    Mundo debido a su poder económico y su influencia en
    algunas organizaciones
    financieras internacionales, tales como el Banco Mundial
    y el Fondo Monetario Internacional (FMI). Del mismo
    modo, las potencias europeas han seguido interviniendo de forma
    significativa en la vida política y económica de
    sus antiguas colonias, por lo que han sido acusadas de practicar
    el neocolonialismo, que consiste en ejercer la soberanía de una nación
    sin que exista un gobierno colonial
    oficial.

    Entre 1800 y 1878, los territorios colonizados por los
    estados europeos ocupaban 16.385.000 km2; en los años que
    procedieron a la Primer Guerra Mundial, esa cifra alcanzó
    los 23 millones. Occidente venía desarrollando políticas
    colonialistas desde el siglo XVI, pero la adquisición de
    territorios, a partir de la segunda mitad del siglo XIX,
    adquirió una nueva dimensión, de carácter universal, que fue promovida de
    manera sistemática por los centros de poder
    político y económico de las
    metrópolis.

    La competencia
    imperialista se planteó en términos de
    autoafirmación nacional y poderío militar.
    Arrebatar territorios a las potencias rivales, además de
    reportar beneficios materiales,
    alimentaba el orgullo patrio.

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