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Cámara Testigo (página 3)



Partes: 1, 2, 3, 4

 

Habla acerca de la
Comunicación masiva.

LA COMUNICACIÓN DE MASAS(1)

Los medios de
comunicación de masas

La palabra "medio" identifica a la empresa
informativa caracterizándola, sobre todo, como un
intermediario. En palabras de McQuail: "La institución de
los medios de
comunicación es esencialmente intermediaria y
mediadora"(1).
No obstante, este carácter de entidad intermediaria no cabe
ser identificado, de ningún modo con la neutralidad. Se
refiere, por el contrario, a lo siguiente:

a) Se interponen entre el receptor y la experiencia
origen del mensaje, de la que sólo comunican su
formalización informativa. Realizan, pues, una función de
"filtro" de contenidos y de mensajes.

b) Median entre el receptor y otras instituciones
o personas, proporcionado un vínculo entre
ambos.

c) Son canales para que terceras personas y organizaciones
contacten con el receptor (publicidad).

d) Contribuyen a crear en nosotros impresiones e
imágenes de otras personas y entidades que
condicionarán nuestra comunicación posterior con
ellos.

Así, y en resumen, el medio puede actuar como
mediador, transmisor, canal o controlador. No obstante,
cualquiera que sea la faceta que desarrolle en cada
ocasión, se convierte siempre en un "definidor" de la
información pues, a la vez que la hace
posible, la limita y condiciona(2).
Como destaca Doelker(3),
el mundo que captamos a través de cinco sentidos sufre,
por la intervención mediática, una reducción
del campo perceptivo. Los medios se
dirigen a exclusivamente uno o, como mucho, dos de nuestros
sentidos. La experiencia se distorsiona para convertirse en
unisensorial(4).

Esta simplificación es necesaria. No se trata de
transmitir la realidad, sino lo que ésta tiene de
significativo, su quintaesencia informativa. Frente a la amplitud
y dispersión de las percepciones sensoriales primarias, la
información proporciona un concentrado simbólico de
la realidad. Se dirige a nuestros sentidos más
importantes, es directa, contundente y, sobre todo, completamente
humana o, si se prefiere, artificial.

Por otra parte, la naturaleza del
medio hace referencia, en parte, al aspecto tecnológico de
la actividad de comunicación(5)
y será, precisamente, este factor el que nos
permitirá en el capítulo siguiente definir la
Industria de
la Cultura y,
dentro de ésta, los distintos sectores industriales de
entre los que la Prensa es
uno.

Los medios, en una primera distinción
fundamental, pueden ser clasificados en dos grandes
grupos(6):
a) medios de comunicación de masas y b) medios
interpersonales.

Para completar la distinción anterior, tal vez
excesivamente esquemática, incorporaremos aquí una
nueva clasificación, algo más amplia, que propuso
Deutschmann(7).

Figura 5. 2. Clasificación de las formas
comunicativas.

En ella, los tipos de
comunicación de carácter interpuesto son los
que precisarían del auxilio de los medios. No obstante,
sólo aquellos que tuvieran, además, las
características de público y disperso
necesitarían del concurso, específicamente, de los
medios de comunicación de masas.

Realizadas estas precisiones pasemos ahora a profundizar
en el concepto que nos
ocupa especialmente, el de los medios masivos de
comunicación.

En una hermosa comparación, Schramm afirma: "El
medio es, en efecto, un órgano sensorial de la comunidad, un
sistema nervioso
central y un sistema
muscular comunicador"(8).
Así, los medios se han convertido en auténticas
instituciones sociales(9).

Enumeramos, a continuación, sin ambiciones de
exhaustividad, los rasgos que caracterizan a los medios en cuanto
instituciones sociales:

1. – Se ocupan de producir y distribuir
información..

2. – Proporcionan canales para relacionar a unas
personas con otras.

3. – Operan casi exclusivamente en la esfera
pública y constituyen una institución abierta en la
que todos los individuos y grupos pueden
participar como receptores y, en determinadas condiciones,
también como emisores.

4. – La colaboración en ellas es (en cuanto a
formar parte del público receptor), voluntaria, sin
compulsión ni obligación social (de ahí la
vinculación esencial de esta institución con el
ocio).

5. – Están ligadas a la industria y a su mercado a
través de su dependencia del trabajo, la
tecnología
y la necesaria financiación. Éste es el origen del
conocido problema de la "industrialización de la
cultura"(10).

6. – Suelen estar vinculadas, de una u otra forma, al
poder estatal
a través de mecanismos jurídicos e ideas
legitimadoras que varían según las sociedades.

Por otra parte, los medios tienen varios condicionantes
o dimensiones que los individualizan y definen. Los principales,
en nuestra opinión, serían(11):

1. – Las circunstancias y la forma de producción, distribución y recepción de los
distintos medios. Esta es la dimensión técnica,
fundamental al afectar a la condición de "medio" o "canal"
de comunicación.

2. – La dimensión organizativa.
Independientemente de la forma y circunstancias en que se
realizan las funciones del
punto anterior, cada medio basa su actividad principalmente en
una de las siguientes áreas: contenido, producción
o distribución.

3. – Los valores
culturales y sociales que promueven. McQuail especifica tres
subdimensiones: realidad-ficción, moral-inmoral,
fines serios-ocio y una cuarta, de alguna forma englobadora, que
permite referirse a sus producciones como arte o no
arte.

4. – Las relaciones sociales que origina: entre emisor y
receptor o receptores entre sí, etc.

Incluimos al final de este epígrafe, por su
carácter clarificador, un resumen del análisis de los medios efectuado por
McQuail en función de los parámetros anteriores y
de algunos otros de menor importancia. Esta clasificación,
aunque el paso del tiempo haya
hecho discutible algunas de sus valoraciones, nos proporciona un
marco útil para clarificar los medios, sobre todo desde el
punto de vista de "productos
portadores de información" y a ella habremos de referirnos
en capítulos posteriores.

Una vez analizado el fundamento de la empresa
informativa, constituirse en medio y canal para la
difusión de la información socialmente relevante, y
comprendidos los condicionantes generales que derivan de su
naturaleza de "medio de comunicación de masas", estamos ya
en condiciones de entrar a analizar la forma en que los medios se
configuran como industria. Y esta es la tarea que nos proponemos
realizar en los siguientes epígrafes.

1. McQuail (1985): 39 y SS.

2. Una característica importante de los medios es
su condición de señalizadores, o sea de dirigir la
atención hacia facetas o elementos
escogidos de la realidad. Como más tarde tendremos
ocasión de resaltar, actúan como filtros de la
información, más que como ventanas a la
realidad.

3. Doelker (1982): 71 y SS.

4. No es otro el efecto del Arte. La creación es,
en la totalidad de los casos, recreación, reproducción de una realidad mediatizada y,
por tanto, de alguna forma distorsionada por el
artista.

5. Lee Thayer establece, al menos, cuatro niveles o
planos comunicativos:

        1. – El nivel
intrapersonal: Referido a la conducta
individual, comprende sobre todo procesos de
recogida y reelaboración de información por el
individuo.

        2. – El nivel
interpersonal: Es el relativo a la intercomunicación y se
centra no en cómo una persona es
afectada por la comunicación (propio del nivel de
análisis intrapersonal) sino en los sistemas de
comunicación en sí mismos.

        3. – El nivel
organizacional: Se ocupa de las redes de sistemas de
datos e
información que unen a los miembros de las organizaciones
y posibilitan que éstos se coordinen y relacionen con el
mundo circundante.

        4. – El nivel
tecnológico: Hace referencia a la tecnología
necesaria para el uso de la información en una sociedad
desarrollada. Véase: Thayer (1975): 53 y SS.

6. Schramm (1982)

7. Citado por Schramm (1982).

8. Schramm (1982): 165

9. McQuail (1985): 39 y SS.

10. Si verdaderamente existe un problema y, en su caso,
cuáles serían las características de
éste son cuestiones que abordaremos en los
capítulos siguientes con la debida profundidad.

Otro Libro FILOMED
Filosofía Crítica
Materialista y Medios de Comunicación .

(Filomed es una sección específica de
asincro (asociación internacional de filosofía
política)
que se centra en la crítica filosófico materialista
de los medios de comunicación inmersos en el presente
político económico y social)

La sociedad política funciona como un cuerpo y
sigue siendo el concepto clave, frente a quienes defienden que
existe una sociedad civil que puede ( y debe, casi en
términos éticos) corregir , por diversos mediso d
epresión,el rumbo que los dirigentes de la política
dan a tal sociedad política y , según algunos, al
civil.

La existencia de un instrumento para aportar
información sobre la propia sociedad política a sus
miembros es algo que siempre ha existido, al menos en las
sociedades que han llegado a organizarse en ciudades. Ese
instrumento fue durante siglos , la institución
religiosa

En el presente la institución religiosa ha sido
desplazada(no ha desaparecido obviamente, pero su relevancia en
cuanto a lo relativo a la información es mucho
menor)

La economía de las
sociedades políticas
del presente juega unpapel central en todo lo relacionado con la
información, cuyas instituciones, en su mayor parte
gestionadas por empresas
privadas, se alimenatn de la tasa publicitaria procedente de
empresas que son en su mayor parte bancos y otras
que pproceden de la industria del automóvil y el
petróleo principalmente, además de la industria
de las comunicaciones
telefónicas en todas sus vertientes actuales

Este entramado que relaciona empresas con
información y gasto publicitario, está
íntimamente ligado con las capas políticas del
Poder , que son en gran parte quienes aportan la
información, ya que son los políticos los que
originan las noticias por
algo tan sencillo como el hecho de que ellos son quienes detentan
el ejecutivo y el legislativo, pero del mismo modo podemos decir
que en los asuntos más relevantes en mismo poder judicial
depende del ejecutivo

La importancia, por lo tanto, de establecer una
crítica filosófica de los medios de
comunicación parece clara. Dicha crítica la
emprederemos desde una filosofía no idealista, para lo
cual nos moveremos dentro de las coordenadas filosóficas
del Materialismo
Filosófico

    1. Eliseo Rabadán
      Fernández
  1. Y acerca de Marshall McLuhan

Crítica en torno a las ideas
del autor de Understanding Media.
Algunas cuestiones sobre El Hombre de la
Galaxia Electrónica

«Formulado por pseudo-pensadores, y popularizado
en todas las formas posibles, se ha generalizado el
convencimiento de que la civilización es privilegio de una
élite, y que el hombre de
la masa es sólo un medio para realizarla. Al mismo tiempo
la ayuda espiritual a que tienen derecho les es negada a esos
hombres que deben librar una dura lucha para conservar su
naturaleza
humana (…). El hombre ahora tiene que afirmarse solamente
contra las circunstancias que encuentra, y ya no más
contra sus semejantes también.» Albert Sshweitzer,
Kultur und Ethic, Munich 1923 (traducido al español
como Civilización y Etica, Sur, Buenos Aires
1963.)

«El alma tiene
aversión a imaginar lo que disminuye o reprime su potencia o la del
cuerpo.» (Benito Espinosa, Etica, demostrada
según el orden geométrico,
Parte III,
Proposición XIII, Corolario.)

El propósito que persigue este trabajo consiste
en analizar los problemas de
los llamados medios de comunicación, que presentan
situaciones que han llevado a algunos especialistas
(profesores e investigadores de Facultades de Ciencias de la
Información, o en ocasiones llamadas Facultades de
Ciencias de la Comunicación
Social, o de Ciencias y Técnicas
de la Información) a plantear la necesidad de organizar
racionalmente, desde los criterios de la Ciencia,
en tanto ésta sería garante de la
objetividad y verdad de nuestros juicios al
respecto una Ciencia
encargada de estudiar los fenómenos de la
Información y de la Comunicación.

Este trabajo sería, posiblemente, poco
creíble para aquellos que, como especialistas o
técnicos o simplemente profesionales de los
llamados medios de comunicación, en tanto que
pudiese ser considerado por ellos como un intruso el autor
de este trabajo, teniendo en cuenta que su profesión es la
de profesor de
filosofía y ética en
un instituto de bachillerato. Simplemente quiero comentar dos
cosas al respecto de esta posible crítica:

1º) Mi interés
por los medios de comunicación (considerando como tales la
TV, la radio, la
prensa y revistas escritas, el cine y el
vídeo, pero también el ordenador, vídeo
interactivo, internet, &c., y claro
que aunque algún lector de McLuhan pudiese haberse cegado
por la novedad del llamado hombre electrónico,
sigue habiendo un medio de comunicación que es el libro)
viene de tiempo atrás, ya que hace aproximadamente
veinticinco años comencé a estudiar una carrera
universitaria que me hubiese llevado a poder trabajar en el cine
o la
televisión, pero que por causas que no viene en este
momento al caso, cambié por los estudios de
filosofía oficiales. Quiero decir que aunque no he
sido nunca periodista (sí he escrito artículos en
prensa, sin percibir dinero a
cambio) pude
haberlo al menos intentado o más aun lo que especialmente
me interesaba en esa época de juventud (a
los veinte años): dirigir películas de cine. Por
otra parte, la propia legislación no exige un
título universitario para ejercer profesionalmente, por
ejemplo, como director de cine, &c.

2º) Considero que dado que cualquier ciudadano de
la Aldea Global (en el sentido de McLuhan), aunque no sea
emisor de mensajes, sí es receptor, y como tal, cualquier
ciudadano de esa inmensa aldea electrónica, en cuanto ésta es,
digamos, un sistema de
comunicación, puede participar o al menos debiera tener
posibilidad de hacerlo. Si realmente la comunicación, para
ser eficaz, en tanto mecanismo de adaptación al medio
ambiente, implica la retroalimentación (o en
inglés
feed-back), en cuanto ella implicaría el intento de
equilibrar (en el sentido de la termodinámica) el mensaje a través
de la información, en cuanto que el sistema busca (como
causa final) mantener el orden, en tanto éste
supone la garantía de mantenimiento
de entropía negativa,
es decir, que sirve para mantener el orden, frente al
caos.

La participación en el análisis de esta
problemática, por lo tanto, no puede ser considerada como
exclusiva de algunos expertos en medios, sino que
afectaría a los diversos especialistas que tengan algo que
ver con lo que genéricamente se llama El Hombre, o
el Ciudadano, ahora bien, ello supone que habrá
diversas maneras de considerar la cuestión que nos ocupa,
y lo que parece primeramente pertinente es establecer unas
coordenadas desde las que quede claro al menos dónde
situamos nuestro estudio.
Vamos a considerar dos cosas muy
sencillas, pero fundamentales en este trabajo, a
saber:

a) Consideraremos el estudio de la información y
comunicación en la Galaxia electrónica (por
contraposición a la Galaxia Gutenberg, en el sentido
expuesto por McLuhan) desde la perspectiva de la filosofía
crítica, una alternativa que supone que consideramos
necesario partir de los saberes de nuestro tiempo que tienen
relación con el problema que abordamos, y además
será una filosofía materialista y no
idealista.{2}

b) Partiendo de la base mencionada en a), planteamos la
necesidad crítica de utilizar, para una mayor
fertilidad de nuestro análisis, el concepto de
espacio antropológico, ya que nos permite
ver con mayor claridad el problema de los medios,
en tanto que éstos y su actual desarrollo
(vinculado, como es bien sabido, a la industria y las finanzas,
dentro del llamado neocapitalismo, y por supuesto, a los
intereses políticos y militares) no pueden ser
considerados, nunca (so pena de incurrir en análisis que,
por decir medias verdades, o verdades a medias, al dejar fuera
cualquiera de los elementos del sistema en tanto que forman
una red
interactiva de carácter permanente) como aislados, en el
sentido de funcionar autónomamente.

Me refiero en este momento al caso de un artículo
publicado en la revista El
Basilisco,
titulado «Filosofía y
comunicación: de la polis a la
telépolis».{3}
El artículo, firmado por Eugenio Moya Cantero (que
no debemos olvidar que fue presentado como ponencia en un
Congreso de Filosofía celebrado en Granada, España, en
septiembre de 1995 bajo el tema general: ¿Para
qué Filosofía?
) plantea tres
hipótesis o, como él las denomina,
conclusiones. La primera consiste en afirmar que la
filosofía surge a partir de los textos escritos como una
reflexión sobre ellos y a partir de dicha interpretación, se habría dado el
surgir de la filosofía como interpretación de las
cosas a que dichos textos harían referencia.

La segunda conclusión de Moya Cantero
sería que al surgir la imprenta, el
individuo podía ya ilustrarse al leer por sí mismo
el libro escrito por el sabio elegido por el lector, sin
necesidad de esperar que alguien se lo leyera en voz alta. El
progreso engendrado por la época de la Galaxia Gutenberg
sería debido, además de al progreso de la
técnica y las ciencias, al esfuerzo por ilustrar,
es decir, por alfabetizar a los ciudadanos.

La tercera conclusión es que «(…) es la
pérdida del libro impreso como soporte de la cultura y su
sustitución por medios
electrónicos lo que amenaza hoy tanto con la deriva
tecnológica de la conciencia
moderna como con convertir a la filosofía en una actividad
anacrónica y disfuncional (…)».

No quiero entrar en discusiones acerca de cuestiones
defendidas por el autor del citado artículo, muy
discutibles, como son: la afirmación de que la escritura
alfabética trae consigo una progreso en cuanto que las
culturas anteriores (pensamiento
pre-lógico) fueran más atrasadas respecto a su
capacidad de pensamiento lógico. Por cierto, el
propio McLuhan plantea la cuestión en el libro
póstumo La aldea global, a mi juicio de manera
más convincente que Claudio Lévi-Strauss o Luciano
Levy-Bruhl.{4}

Afirmaciones como la de que el homo typographicus
sería un pensador solitario, tal como plantea Moya
citando a Apel, nos parece absurdo, ya que dicha
afirmación olvida que el libro era ya desde los primeros
años, un modo de comunicar las ideas de su
autor.

Por ejemplo, la lectura de
Rousseau en el
México del
siglo XVIII influyó en los hombres que harían del
movimiento
revolucionario de independencia
que el nuevo modelo
político, educativo, afectase al modelo alternativo, en el
cual la Iglesia era
considerada la monopolizadora, por ejemplo, de la educación de los
ciudadanos. Los filósofos, como Locke, no eran solitarios
sabios que parían modelos
políticos
en sus paseos matutinos o vespertinos, sino
que eran partes de un todo en el que había implicados
intereses de diversos grupos o clases
sociales, de los que en un momento dado podían llegar
a ser una especie de portavoces, en cuanto serían,
podemos decir, forjadores de opinión
pública,
al estilo de los periodistas en la
actualidad.

McLuhan no afirmó (y ello queda bien claro en el
libro La aldea global, el cual por cierto Moya ni siquiera
menciona, lo mismo que sucede con el importante libro posterior a
The Gutenberg Galaxy, titulado Understanding Media)
que los medios trabajaban para acercar a los ciudadanos
de todos los pueblos,
en el sentido que lo plantea Moya. En
todo caso, McLuhan, tal como se plantea en Understanding
media,
temía, en los años sesenta, cuando
publicó ese libro, (quizá fuera influido por el
ambiente cultural y político de esa época),
que el mensaje fuese utilizado como masaje, en su
célebre afirmación de que el medio es el
mensaje,
pero llegó a plantear este juego de
palabras: message is massage, el mensaje es el
masaje.
El planteamiento de McLuhan en Understanding
Media,
no se limitaba a la afirmación de que los
artefactos son prolongaciones de nuestro cuerpo, cuestión
que tendría que ver con la relación entre las Ideas
de Naturaleza y Cultura{5}.
El planteamiento de ese libro crucial, insiste en una
cuestión que no resulta, para el estudio crítico de
la comunicación, secundario, como parece al leer algunos
libros sobre
el tema. Me refiero a la teoría
de McLuhan de que hay medios cálidos y medios
fríos. Los medios cálidos serían
aquellos en los que el receptor del mensaje participa
activamente en la interpretación y
descodificación del mensaje, como sucede en la gente que
lee un periódico
de los considerados no de masas sino de
élites. Un medio de comunicación frío
sería el que supone por parte del receptor del mensaje una
participación decodificadora baja o
prácticamente nula.

Como plantea Jesús Timoteo Alvarez, en el libro
Historia y
modelos de la comunicación en el siglo XX,

habría medios masivos de comunicación y
medios de élite de comunicación.
Según él, un diario como El País, o
el Washington Post, serían diarios de
élite y otros diarios de tipo amarillista
(que venden los escándalos, las imágenes
llamativas
) serían de masas. Lo mismo sucedería
con los programas de
radio o de TV.
Sería el caso, pongamos, de Tele 5, que vende
imágenes, más que dar informaciones serias o
dirigidas a élites de espectadores no
masivos.
Considero que esta afirmación es muy
discutible, porque los medios de comunicación son parte de
intereses políticos, financieros, religiosos, muy
determinados, y no en vano se les ha denominado como el cuarto
poder.
Quiero decir que, aun aceptando que hay ciertos medios
elitistas (o quizá mejor habría que pensar
en medios mixtos, que en ocasiones parecieran dirigir su
mensaje a élites y en ocasiones a la masa)
considero que un diario como el Washington Post o el
New York Times, dirigen sus mensajes a lectores de
élite, pero el lector no siempre está
preparado para manejar o descodificar adecuadamente esa
información, que ha sido cribada porque el diario
está al servicio de
determinados intereses políticos y financieros. Cuando se
ve esto con claridad, es en el caso de la información
sobre política exterior del gobierno de los
Estados
Unidos, tal y como trata de demostrar Noam Chomsky en varios
de sus libros sobre la cuestión.

Volviendo a los planteamientos de Moya, creo que las
teorías
de McLuhan han de ser analizadas desde la perspectiva de la Idea
de espacio antropológico, tal y como lo
intentó (sin ser consciente de que utilizaba ese
modelo de análisis materialista propuesto por
Bueno) el propio McLuhan.

Para McLuhan, resulta muy claro el poder
económico y político de los nuevos medios de
emisión y control de
información. Pone como ejemplo, en el libro La aldea
global,
el poder gigantesco que les da a las
compañías que manejan el flujo de crédito
en los diversos países de la aldea global, al
extremo de que podrían llegar a provocar la caída
de gobiernos. No hay más que recordar el caso de la ITT en
Chile, que buscó por todos los medios
desestabilizar el gobierno socialista de Allende. Pero
eran otros tiempos. Lo que sí está claro es que los
medios electrónicos de comunicación han de ser
considerados como inmersos ellos mismos en un determinado modelo
político y económico y de ninguna manera como
exentos, es decir, que suponen una red de intereses
económicos y políticos de los que forman una parte
mucho más dependiente de lo que se nos quiere hacer ver.
Cuando se plantea la utilización de las autovías de
la información como una posibilidad de lanzar mensajes,
por ejemplo, desde la filosofía, puede resultar ingenuo
pensar que ello es una esperanza más para aumentar
el nivel de libertad de expresión en una sociedad
determinada. Lo que sí puede ser es imprescindible entrar
a esa vía de comunicación, y hacerlo
sabiendo que se trata de un modo diferente al tradicional. Pero
pensar que el libro impreso quede obsoleto es una necedad. La
diferencia entre medios cálidos y fríos no es una
mera metáfora, se trata de una afirmación con base
en experiencias científicas.{6}
Esta cuestión resulta muy importante para analizar
el papel de la filosofía en la enseñanza, en cuanto que cada vez hay
más niños y
adolescentes,
así como ciudadanos en general, que son educados
por la televisión, lo que acaso sea uno de los
motivos del aparente crecimiento en las aulas de los centros de
enseñanza tanto primaria como secundaria, de lo que
algunos sociólogos han llamado analfabetos
funcionales.
Yo propondré aquí el concepto de
ilustrados electrónicos, que supone que cualquier
ciudadano de lo que Marcuse (por ejemplo, en su libro El
hombre unidimensional
) llamaba sociedades
tecnológicamente avanzadas,
está ilustrado en
cualquier cuestión científica, política o
religiosa o sobre ética y
moral, si dedica algunas horas al día a ver la
televisión, que jugaría el papel de
transmitir la Gracia, no ya a través del púlpito y
el confesionario y la oración en común o
solitariamente, sino a través del púlpito
electrónico que sería la pantalla de su
televisión. Cuando un alumno que ya ha sido debidamente
ilustrado por la televisión tiene que someterse a un modo
de ilustración anticuado y
trabajoso como es el estudio de libros, revistas
especializadas, y además argumentar racionalmente sobre,
pongamos por caso, la eutanasia o
el aborto, o
la ingeniería genética o las teorías
políticas defendidas por el Nobel de Economía
Hayek, &c., la labor del profesor será considerada
superflua, ya que el alumno ya ha conocido el tema a tratar en el
aula a través de un debate de
televisión entre expertos en el tema, o a
través de un vídeo o de una serie televisiva, e
incluso a través del telediario o de un
vídeo de campaña electoral realizado por un partido
político, como sucedió en la campaña
electoral de marzo de 1996 en España, en la que ni
siquiera se consideró necesario hacer debates en TV,
bastó con la emisión de imágenes para
influir en la decisión ciudadana de votar.

No estoy de acuerdo con la idea defendida por Moya,
siguiendo en ello al parecer el planteamiento de Derrick
Kerckhove, director del McLuhan Programm, en la Universidad de
Toronto, que mantiene que la idea de McLuhan de aldea
global
electrónica, ya es hoy obsoleta, porque el
sujeto individual es nadie, porque los individuos han sido
desbordados por la sociedad informática. Esa
afirmación de que todos somos nadie me parece que
es orwelliana, en el sentido de que está escrita en
novolenguaje, y hay que traducirla a un lenguaje que
exprese algo entendible tal y como son las cosas:
¿qué significa esta expresión?, a mi juicio,
puede significar que pertenecemos a ese ochenta por ciento de
ciudadanos que son dirigidos por el restante veinte por ciento
(la gente importante que da las órdenes, dice Chomsky al
respecto en su libro Lo que realmente quiere el Tío
Sam)
de controladores del rebaño de los
perplejos,
o del rebaño de los ilustrados
electrónicos.
{7}

Acerca de esta última cuestión, en la
aldea global, McLuhan explica cómo sería esa
sociedad que podemos, en el sentido de Marcuse, denominar como
unidimensional, pero no en su totalidad, sino
atributivamente, se trataría de la unidimensionalidad del
ochenta por ciento de los ciudadanos.

Para McLuhan, el hombre de la Galaxia
electrónica,
que volverá a un modo de vida
mítico, habitará un mundo en el
cual:

«… Se quebrarán las viejas reglas del
fondo de una lógica
punto-por-punto (la cultivada por Occidente a través del
modo impuesto por el
libro impreso, &) Surgirá el holismo como una forma de
pensamiento dominante, gobernada por un grupo
considerablemente más pequeño de una élite
directiva. Del mismo modo que ningún ingeniero puede
concebir una red de costa a costa de los Estados Unidos en otra
cosa que no sea una dimensión de 360 grados, el software(en el ordenador),
se convertirá en sí en una forma de arte, con
firmas humanas individuales altamente reconocibles. Sin embargo,
se pueden falsificar con facilidad las formas humanas. Por lo
tanto, uno de los elementos del pensamiento holístico en
el futuro, será la necesidad de encerrar redes de datos
enteras y sistemas de satélites
para proteger áreas clave de información, sin las
cuales las corporaciones y los gobiernos no podrían
funcionar. Una pequeña élite se convertirá
en guardián de las puertas del
templo(…).»{8}

La manipulación de las masas, a través de
teorías de la ciencia
como el operacionismo de Bridgman en colaboración con lo
que el influyente psicólogo conductista Skinner (ver
su libro Más allá de la libertad y la
dignidad),

es cada vez más eficiente en lo que se refiere al éxito
en conseguir equilibrar libertad y planificación. En este asunto han jugado un
papel crucial los medios de comunicación, sean de
élite o de masas, en el sentido que maneja
esta distinción Timoteo Alvarez. La importancia de los
medios radica en el uso de lo que se ha conocido como
propaganda, ahora llamado eufemísticamente
publicidad, en tanto que ella misma forma parte de
ciencias como la psicología
social o la economía, viendo el asunto desde las
conexiones materialmente dadas entre las llamadas técnicas
de marketing y
las técnicas psicológicas manejadas por los
publicistas.{9}

El título que hemos puesto a este escrito no
implica tanto la importancia de saber a qué tipo de
filósofo pertenecería McLuhan, cuanto a qué
tipo de filosofía pertenecerían aquellos que se
colocaran en su misma línea explicativa cuando tratan de
explicar cuestiones relacionadas con los medios de
comunicación de la Galaxia electrónica (en
tanto que esta supone una etapa superior respecto de la
anterior etapa cultural, la llamada Galaxia Gutenberg). Bien,
según propone Gustavo Bueno (¿Qué es la
filosofía?,
1995), las teorías
filosóficas de McLuhan (en el sentido de que son
críticas, es decir, inmersas y no exentas en los
saberes y las tecnologías digitales del presente, &c.)
¿son una filosofía inmersa, pero adjetiva o
genitiva
?, ¿o se trataría más bien de
una filosofía que pudiera considerarse como efectivamente
crítica?

A mi juicio, se trataría de filosofía
adjetiva, en el sentido de que la técnica sería el
sustrato, que al ampliar metafóricamente los supuestos
contenidos implícitos en el saber técnico o
científico, daría lugar a la filosofía
de…
(en este caso de los medios electrónicos de
comunicación) Bueno plantea la cuestión en los
siguientes términos:

«… Acaso pudiera servirnos como criterio el
concepto de intuición social y cultural del
presente,
es decir, un estado del mundo que, a partir
un cierto nivel de desarrollo tecnológico y
científico, experimenta un proceso de
confluencia con otras corrientes sociales o culturales que hacen
posible la aparición de una actitud
crítica(dentro de este estado del
mundo, ocupará un puesto importante el desarrollo del
lenguaje jurídico, científico, técnico,
&c.). Las filosofías adjetivas se oponen, por tanto,
principalmente, a toda forma de filosofía exenta, tanto a
las de índole histórica, por arcaicas, como a las
de índole escolástica, por ideológicas; pero
también a cualquier forma de filosofía
crítica (en el sentido en que la entendemos aquí,
como filosofía crítica que defiende una
sustancialidad, al menos actualística, para la
filosofía)…»{10}

Estas cuestiones son claves porque acaso el
planteamiento de Moya en el citado artículo de El
Basilisco
sigue el hilo argumental propuesto por McLuhan en
su libro The Gutenberg Galaxy, respecto de la inutilidad
de la Filosofía, como un producto de la
cultura impresa, que sería obsoleto, en el sentido
que sistemas del estilo del propuesto por Descartes, por
ejemplo, son obsoletos, podemos decir, porque su modo de pensar,
lineal, queda inutilizado, según McLuhan, por el
modo holístico, de entender el mundo, que es el que
definirá las culturas post Gutengerg. Pongamos a la
consideración de los lectores estas palabras de McLuhan
respecto de la filosofía anticuada de la era de
Gutenberg, para que se comprenda mejor el alcance de la
crítica propuesta por McLuhan:

«… Esta especie de ballet del pensamiento
coreografiado por Gutenberg mediante el sentido visual aislado
está levantado tan filosóficamente como lo
está la asunción del espacio euclideano como a
priori
por Kant…»{11}

No creo que el concepto de cibernautas que
utiliza Moya sea de utilidad para una
filosofía crítica, ya que es excesivamente
vago. Ni considero que la llamada era
electrónica,
o era de la aldea global, sea tan
novedosa en el terreno político o incluso
económico. Quiero decir que, a mi juicio, el uso de las
nuevas
tecnologías de la comunicación no supone la
desaparición de aspectos ya planteados por Carlos Marx, que
hace ciento cincuenta años, se veían venir
por el autor de El Capital.
Me refiero a lo que se denomina ahora
mundialización o globalización de la
economía, que no es otra cosas que lo que Marx dice cuando
habla de la tendencia a la mundialización del capital y a
la monopolización del mismo. Otra cuestión que Marx
apenas insinuara, pero a mi juicio hoy es uno de los factores que
incluso estarían a la base de las crisis
políticas es lo que él llamaba
fetichización de la mercancía. Por cierto,
el ordenador, o el sistema internet, por poner un caso, podemos
verlos desde esa perspectiva dibujada ya por Marx, como
fetiches, en este sentido: se trata de mercancías
que hay que vender, y que no serían en tanto
mercancías para el consumo, sino
meros fetiches. Me explico: en la red internet, (al igual que en
el mundo todavía gutenberguiano de las revistas y
libros impresos) el usuario puede acceder a visualizar de modo en
parte distinto, pero esencialmente semejante, cuerpos de
las mujeres de la revista Play Boy, o acceder a la
información de informes
aprobados como publicables en internet, de la Casa
Blanca o del Pentágono e incluso de la CIA, o de cualquier
otro tema, aunque a una mayor velocidad, y
en teoría, con una mayor posibilidad de retroalimentación o feed-back ;
interactivamente, dice Moya. El problema, desde la
crítica filosófica, estará en el hecho de
que, si se entiende el feed-back como participación
del sujeto que recibe el mensaje de modo que él
también puede influir en la mejora de manejo de los
mensajes, para conseguir una mayor entropía positiva, en
el sentido de mayor posibilidad de mantener el equilibrio
«dinámico» del sistema, resulta claro que los
hechos confirman que el sistema no es como se supone es el
«modelo» del que se nos habla desde las coordenadas
políticas actuales, en las democracias capitalistas. Y
esto es así, porque, tal como ha mostrado contundentemente
Noam Chomsky y otros críticos de este modo, no ya
positivista, cuanto utilitarista, o como dijera Marcuse,
operacionalista, de plantear la situación respecto del
papel que juegan los medios de comunicación.

El peligro, evidente, de la era electrónica,
radica precisamente, en el control (por parte de un sector
social cada vez más restringido; llamémoslo
oligarquía plutocrática) de los medios a
través de los que el mensaje (los mensajes, sería
más adecuado) se emite. Se busca que la capa basal
(productores) de la sociedad, se comporte como el sistema precisa
para su buen funcionamiento. Y no resulta gratuito insistir en
casos como el denunciado por Bueno, cuando el diario El
País
ocultó (controló, en el
sentido de Chomsky, el pensamiento de sus lectores, a
través precisamente de la manipulación; dicho
control fue tan sencillo como no publicar nada sobre la
intervención de Bueno, cuando sí lo hizo El
País
con los ponentes que compartieron mesa con Bueno
el mismo día) la intervención en un encuentro en el
que Gustavo Bueno participó los días 24 y 25 de
noviembre de 1995, en Madrid, en las
Primeras Jornadas de la Sociedad de Historia y Filosofía
de la Psiquiatría, la presentación ante los
asistentes de una conferencia que
denunciaba, precisamente, no la eliminación,
vía reducción de horas de clase en el
bachillerato en cuanto a la enseñanza y estudio de la
filosofía, ya que ésta se mantiene, sino el intento
de silenciar, no ya a la filosofía en general
(conviene incluso mantener esa enseñanza de la
filosofía exenta, adjetiva o del tipo de un
sucedáneo de tipo científico –o
más bien pseudocientífico, por acrítico, en
la mayoría de los casos–, o en el caso de la
Historia de la
Filosofía como optativa de los estudiantes de
letras o humanidades, que quedaría reducida a una
arqueología acríticamente objetiva,
asépticamente neutral en lo político,
&c.). La consigna no es, pues, eliminar la
filosofía, al contrario, hay incluso que hacerle la
debida publicidad, pero cuidando mucho de no permitir que se
desarrolle ninguna semilla del mal crítico, tal como
sucediera hace siglos con el modelo
socrático-platónico. O en modelo propuesto por la
metáfora de El Basilisco.{12}

Los medios de comunicación, que necesitan de
tecnologías tan costosas, han de mantener su
funcionamiento sustentados por un sistema económico, que
sin duda alguna es cualquier cosa menos democrático. Los
usuarios de los equipos internet, por ejemplo, son por decirlo
brevemente, «privilegiados»: empleados y ejecutivos
de multinacionales, industriales y banqueros; profesores
universitarios o investigadores científicos;
médicos, incluso filósofos, como propone Gustavo
Bueno hijo en El Basilisco, nº 19, pero sin duda lo
que puede llegar a ser un camino de liberación al estilo
de la utopía soñada por Marcuse y algunos miles de
jóvenes en 1968, puede llegar a convertirse, si no se
lucha de algún modo contra ello, en una pesadilla al
estilo de la descrita por la novela
1984 de George Orwell. Claro que los medios están
allí como artefactos y no podemos oponernos a su presencia
cada vez más extendida, pero no podemos pensar
inocentemente que hemos llegado, a través la
técnica de esta era electrónica, a «un mundo
feliz» en el que Skinner sería la voz y el
pensamiento del Gran Hermano, porque aunque así fuese,
suponiendo que Fukuyama tuviese razón (no pura,
pero sí práctica, por utilizar
metafóricamente a Kant), si la filosofía
crítica tiene alguna razón de ser, será
precisamente esta: hacer frente a esta sociedad de control del
pensamiento por ser un modelo social plenamente manipulador, que
nos llevaría a un permanente tiempo de silencio,
tal como denunciara Luis Martín Santos y lo reiterara
Bueno en la citada conferencia sobre el libro del psiquiatra
socialista. (Recordemos que Luis Martín Santos no
conoció la renuncia al marxismo del PSOE ni las
posteriores transformaciones políticas.)

Lo que estaría sucediendo en las sociedades
tecnológicamente avanzadas (en el sentido de
Marcuse) iría en el sentido de lo que Bueno propone en el
escrito Principios de una teoría filosófico
política materialista
{13},
cuando se refiere al concepto de individuo
flotante
:

«… El materialismo filosófico ofrece una
idea que puede desempeñar en muchos casos las funciones
que juega la idea del hombre alienado [concepto, el de
alienación, que por cierto tiene, según plantea
Bueno en el mismo lugar, un formato claramente metafísico
de estirpe teológica]: es la idea del individuo
flotante…
Porque el individuo flotante no es una figura
pensada a partir de una situación metafísica
de alienación, sino a partir de las circunstancias
positivas que moldean la configuración de todo individuo
personal, y
que son circunstancias históricas y sociales. El individuo
flotante, por esta razón, aparece en las sociedades
políticas que han alcanzado un determinado nivel
crítico cuanto a su volumen y
heterogeneidad. El individuo flotante, sin embargo, no es el
resultado formal de la aglomeración ni del descenso del
nivel de vida(las dificultades del individuo que busca trabajo no
producen normalmente la despersonalización sino que, por
el contrario, pueden constituir, dentro de ciertos límites,
un campo favorable parta imprimir un sentido personal a la vida
de ese individuo). Las individualidades flotantes, en el seno de
la gran cosmópolis, resultarían no precisamente de
situaciones de penuria económica, ni tampoco de
anarquía política o social(anomia)propia de las
épocas revolucionarias, sino de situaciones en las cuales
desfallece, en una proporción significativa, la
conexión entre los fines de muchos individuos y los
planes o programas colectivos, acaso precisamente
por ser estos programas excesivamente ambiciosos o lejanos para
muchos individuos a quienes no les afecta que el romano rija a
los pueblos para imponer la justicia
»

Quizá el propio McLuhan, cuando analizaba las
desventajas o como el las llamaba, insatisfacciones
de lo que describía como robotismo global (concepto
de claros ecos fukuyamescos), presintiera esa idea
propuesta por Bueno de los individuos
flotantes
{14}
cuando escribía (La aldea global, 1980)
que:

«… Su cuerpo permanecerá en un solo
lugar, pero su mente volará hacia el vacío
electrónico, estando al mismo tiempo en todos los lugares
del banco de
datos…»

[podríamos añadir nosotros: como potencial
consumidor, como
individuo electrónicamente controlado, por los
vigilantes nocturnos de la era electrónica
del fin de la Historia, por ejemplo, un servidor, Eliseo
Rabadán, que vive en un pueblo del norte de España,
está registrado por en una base de datos
en Dayton, EEUU, porque la aseguradora de su automóvil
tiene allí su sede central, &c.]

«… El hombre descarnado –continúa
McLuhan en su libro póstumo, de 1980– tiene tan poco
peso como un astronauta [¿puede ser el cibernauta de que
nos habla Moya?] pero puede moverse con mayor velocidad. Pierde
su sentido de identidad
privada porque las percepciones electrónicas no
están relacionadas con ningún lugar. Atrapado en la
energía híbrida que despiden las tecnologías
de vídeo, estará ante una realidad quimérica
que abarca todos sus sentidos a un grado de distensión,
una adicción tan adictiva como cualquier droga. La
mente, como figura, retrocede hacia el fondo [ el uso por parte
de McLuhan de las tesis de la
psicología
de la Forma –Gestalt
es constante en su interpretación filosófica de la
cultura de las sociedades electrónicas, lo que
confirmaría nuestra teoría de que su
filosofía es de carácter no crítico sino
adjetivo, o peor aún, sucedánea de la verdadera
filosofía crítica] y flota entre el sueño y
la fantasía. Los sueños tienen una conexión
con el mundo real porque poseen un marco de tiempo y lugar
verdaderos(por lo general en tiempo real); la fantasía no
posee dicho compromiso. En este punto la tecnología se
halla fuera de control…»

Nos preguntamos, ¿del control por parte de los
individuos flotantes, pero no de quienes forman esas
heterías soteriológicas que controlan el
pensamiento,
como propone Chomsky o el propio Bueno en el
artículo citado en la nota 12 de este escrito?
Precisamente la tesis de Fukuyama en el famoso artículo
divulgado mundialmente puede ser interpretada desde esta
perspectiva. Esas heterías, organizadas como
apóstoles y sacerdotes de la Idea del fin de la
Historia
en una Aldea Global (que sería dirigida por
el gobierno de Washington, en colaboración
trilateral con Japón y
Europa
Occidental) ayudarían a trivializar el
artículo del «asesor» de la Casa
Blanca, pues el propio libro de Fukuyama acaso fuera insuficiente
al respecto, ya que no es labor sencilla esa
trivialización, o acaso pudiéramos hablar de
difusión masiva del mensaje, ¡o del masaje!,
por utilizar la célebre expresión de
McLuhan

Podemos plantear la siguiente hipótesis: que el libro El fin de la
Historia y el último hombre,
trivializa (seguimos en
ello el planteamiento de Bueno en Primer ensayo sobre
las categorías de las Ciencias Políticas,

además de su escrito de El Basilisco, nº 11,
2ª época: «Estado e Historia, en torno al
artículo de Fukuyama», 1992) el artículo,
debido a que Fukuyama es incapaz de argumentar
dialécticamente, críticamente, ofreciendo
criterios de verdad aceptables gnoseológicamente,
&c., para demostrar que la tesis del fin de la
Historia,
tesis que nos trataría de convencer de que
el llamado Nuevo Orden Mundial, que supone una organización mundializada de los
asuntos económicos, políticos, según
criterios neoliberales o neocapitalistas. Dicha tesis tiene un
adecuado planteamiento ideológicamente correcto, y
ello sin perjuicio de que al mismo tiempo se mantenga que ya no
se precisa ninguna ideología, porque la tecnocracia (a mi
juicio pseudocientífica, en tanto es
sucedánea de la crítica argumental
dialéctica) ya ha superado la etapa atrasada y
anticuada e inoperante
de las ideologías
modernas. Pero la importancia de la tesis de Fukuyama para
los miembros de las heterías soteriológicas
controladoras del individuo flotante (¿podríamos
relacionar esta idea con la de hombre unidimensional de
Marcuse?) tiene la importancia, como señala acertadamente,
me parece, Gustavo Bueno, de ser capaz de haber puesto a
disposición de un gran público una
teoría a escala filosófica, destinada a
interpretar los acontecimientos macropolíticos,
macroeconómicos y macroculturales de nuestra
época.
Estos acontecimientos no reflejarían,
según Fukuyama y aquellos de quienes es servidor en
Washington, otra cosa que el máximo desarrollo del
Espíritu, en cuanto que éste –al igual que
afirmara Hegel hace ya
casi doscientos años– supondrá el nivel
superior a que aspira la Humanidad en el siglo XX y el XXI ya en
puertas, un nivel tal de libertad, garantizada por Estados Unidos
y su modelo político neoliberal y neocapitalista,
extendido, tras la Segunda Guerra
Mundial y tras la caída del Muro de
Berlín, a lo largo de toda la faz de la Tierra, con
la ayuda de los medios de comunicación, con el dinero que
circula con la rapidez de la luz (las
tarjetas VISA
y American Express
) y claro está, con la ayuda, si se
precisa, de la
Organización del Tratado del Atlántico Norte
(OTAN). El internet, en esta época del máximo
desarrollo del Espíritu (en versión yanqui del
concepto de Espíritu de Hegel), será la
manifestación de la Conciencia de Dios, no ya a
través de Hegel, sino de toda la caterva de
filósofos (de la Etica, del Derecho y de la Ciencia
y la Técnica, &c.) posmodernos.

Cuando una filosofía que, al igual que la
marxista en su tiempo, se opone a este supuesto idealismo del
Espíritu (sea éste moderno –hegeliano–
o posmoderno –fukuyamiano–), que es en realidad un
gran engaño en contra de la racionalidad liberadora de la
razón ilustrada, que a mi juicio no puede estar agotada,
ya que no ha hecho sino comenzar su singladura en medio de
hipóstasis de toda laya, que inclusive parecen renacer con
mayor fuerza en esta
época: se intenta por parte de quienes ven peligrar sus
privilegios (como intelectuales
al servicio de un sistema neoliberal, por ejemplo. Me refiero a
periodistas, profesores universitarios, &c.), mantener
indefinidamente ese tiempo de silencio, aunque acaso no
les sea sencillo lograrlo, porque las condiciones materiales de
cada vez más gente parece estar minando, tanto en el
Primer como en el Tercer mundo, el orden neoliberal.

Me refiero no a meras especulaciones. Podemos recordar
el trabajo
realizado por James Petras en Barcelona el año 1995, en el
que se muestra una
situación social que difícilmente puede hacernos
pensar en una eutaxia (en el sentido de Bueno) que no sea la del
capitalismo
más salvaje con todas sus lacras de sobra conocidas. Claro
que aun en medio de una situación de vocerío
posmoderno reinante en universidades de Europa y Estados
Unidos, permanece una tea encendida en el materialismo
crítico, a pesar de quienes hacen de sacerdotes y
predicadores del sofisma de esa Aldea Global, donde
incluso se definen las guerras y
guerrillas como Realidades virtuales (Me refiero a
Baudrillard cuando afirmaba en 1991 que la Guerra del
Golfo no ha tenido lugar,
porque según él se
trató de una guerra virtual, o cuando el escritor
mexicano Gabriel Zaid afirmaba en la revista Claves de
Razón Práctica
(dirigida, por cierto, por un
periodista del silencio y un filósofo posmoderno del
ruido intelectual entendido como interferencia en el
mensaje; me refiero a Javier Pradera y a Fernando Savater, como
es notorio) que la guerrilla del EZLN en Chiapas era
una guerrilla posmoderna, dando a entender que era una
guerrilla de carácter virtual, lo que, pienso,
puede significar, según Zaid, que es una guerrilla sin
sentido en un momento de la Historia en el cual la Historia se ha
detenido absorbida (genocidio indígena incluido) por el
Gran Hermano, Señor del Espíritu Absoluto
materializado en el altar del FMI (Fondo Monetario
Internacional), bajo el ceremonial secreto de la
Comisión Trilateral.

Para terminar, quisiera resumir con la mayor claridad
las tesis que he pretendido poner a consideración de los
lectores de este trabajo.

En primer lugar, que estoy de acuerdo en que los
artefactos (TV, ordenador, &c.) fabricados por los hombres
son en alguna manera prolongaciones de nuestro cuerpo, que
ayudan a adaptarse al medio para sobrevivir.

Pero, a diferencia de los animales, hemos
desarrollado unas actividades, que hemos llamado siguiendo a
Gustavo Bueno, circulares, que, aun teniendo componentes
etológicos, añaden normas (el
Derecho es característico de los seres humanos, por
ejemplo), &c.

La tecnología forma parte de un complejo militar,
industrial y económico, que supone que la propia
producción y manejo de esos artefactos transformadores
de la cultura a nivel mundial, están fuertemente
relacionados con los componentes de lo que podemos llamar el
poder
(político, económico, militar) y siempre
que se planteen cuestiones al respecto de esos instrumentos (que
nunca pueden ser considerados como neutros o exentos
respecto de los individuos que nunca están aislados sino
que están formando parte de un cuerpo
político
que está sometido a un curso
determinado tanto histórica como culturalmente, de
ahí la dificultad de aceptar sin criticarlo, el
planteamiento de que hemos llegado a una etapa de la Historia en
la cual todo el mundo sería como una gran fraternidad,
semejante a la Santísima Trinidad, en que habría,
no Una sola persona en Tres Naturalezas distintas, sino una sola
persona y casi infinitas personas distintas, es decir, que la
idea de una aldea global electrónica implicaría que
todos somos consumidores satisfechos, o estamos en vías de
serlo, aunque seamos culturalmente diversos. Eso de que la
Coca Cola se
podrá pedir y vender según lo pida el individuo
budista, musulmán o lo que sea a cambio de sentir la
sensación de vivir
libre y feliz, parece que no
está tan claro para muchos aldeanos.

Por último, creo que estos argumentos que hacen
referencia a lo que Chomsky ha llamado necesidad del control
del pensamiento en las sociedades democráticas,

resultan, en sí mismos, críticos, y lo que pide, me
parece, la crítica dialéctica, es tratar de poner
manos a la obra, y desde luego, podría valer la pena
intentarlo a través de las redes del internet, y
ahí está la propuesta lanzada en El
Basilisco,
nº 19 de la segunda época, en el
artículo «Presentación del Proyecto
Filosofía en Español (información, documentación y textos de la
filosofía en español)». Podría ser un
paso interesante para generar una frente anti silencio desde la
filosofía escrita en español, desde la
crítica materialista y dialéctica: un interesante
reto para la verdadera filosofía, que no es otra, creo,
que la crítica{15}
y además inmersa en los saberes del presente, sin
duda alguna, aunque desde luego, sin desdeñar
(sería absurdo, evidentemente) los saberes valiosos del
pasado.

Notas

{1}
Este asunto fue ampliamente estudiado y debatido a
raíz de los libros de Norbert Wiener sobre a
entropía y la cibernética. El Materialismo
Filosófico lo estudió también en el libro de
Gustavo Bueno Ensayos Materialistas (Taurus, Madrid 1972).
Mi artículo «Locura objetiva y Filosofía: el
caso de Telépolis y los señores del aire» que
publicó la revista El Catoblepas hace algunas
referencias a esta cuestión desde las tesis de Bueno en el
citado libro.

{2}
Para una más amplia explicación de esta
cuestión: Gustavo Bueno, ¿Qué es la
filosofía?, Pentalfa, Oviedo 1995. En el ámbito
específico de la televisión hay dos libros de
Gustavo Bueno a mi juicio imprescindibles para llevar a cabo una
crítica de las tesis de McLuhan al respecto. Se trata de
Televisión: apariencia y verdad, Gedisa, Barcelona 2000, y
Telebasura y democracia,
Ediciones B, Barcelona 2002.

{3}
Revista El Basilisco, Oviedo, nº 19 (segunda
época), julio-diciembre de 1995.

{4}
Cfr. para las críticas a este planteamiento
Symploke, de Hidalgo, Iglesias y Bueno, Júcar,
Madrid. Sobre el planteamiento de McLuhan, mencionaré
sólo que su punto de partida plantea la relación
entre el sujeto y el objeto (emisor-receptor, en relación
con la información procesada y codificada), como elaborada
por el hemisferio izquierdo del cerebro, en el
caso del estudio de información a través de textos
impresos en la era de la Galaxia Gutenberg (según McLuhan,
aspecto característico de la «cultura
Occidental» y que define de modo relevante el modelo de
razonamiento lógico de tal cultura), y manejada por parte
del hemisferio derecho en el caso de las culturas
tribales(anteriores a las culturas alfabéticas).
Según McLuhan y su colaborador Powers, en el libro La
aldea global,
en la era electrónica, lo que sucede es
que el hemisferio izquierdo y el derecho se ven obligados a
trabajar en común, y Occidente, según McLuhan y
Powers, estaría en cierta desventaja porque el manejo de
información a la velocidad de la luz(era
electrónica)coincide con el mayor uso del hemisferio
derecho que es el desarrollado por las que él llama
culturas Orientales, en las que incluye los pueblos
indígenas de América
Latina, en tanto que la cultura maya, por
ejemplo, es acústica.

{5}
El análisis que se hace de esta relación
entre la Idea de Naturaleza y la de Cultura, ha sido estudiado
ampliamente por el sistema del Materialismo Filosófico.
Puede consultarse el Diccionario Filosófico de
Pelayo García al respecto en filosofia.org/filomat/df414.htm

{6}
Citando una investigación llevada a cabo por Herbert
Krugman, McLuhan insiste en que la televisión es un medio
frío: «… Herbert Krugman llevó a cabo
estudio de las ondas cerebrales,
comparando las respuestas de sujetos a lo impreso y a la
televisión. Un sujeto estaba leyendo un libro cuando se
encendió la televisión. En cuanto levantó la
mirada, sus ondas cerebrales disminuyeron de manera
significativa. A los treinta segundos, estaba en un estado
predominantemente alfa: relajado, pacífico,
desconcentrado», en Marshall McLuhan, y B. R. Powers, La
aldea global
(Ed. original en inglés 1989),
Planeta-Agostini, Barcelona 1994, pág. 73.

{7}
Para entender mejor mi propuesta de utilización de
la Idea de Espacio Antropológico, explicada por Gustavo
Bueno en «Sobre el concepto de espacio
antropológico», revista El Basilisco, n
º5, 1978, y editado en el libro de Muga y Cabada (Eds.),
Antropología filosófica: planteamientos,
Luna Eds., Madrid 1984. Muy brevemente: no se puede considerar
aspectos culturales aislados tales como los
técnicos o los psicológicos, cuando el problema
implica además componentes políticos y sociales
(eje radial y eje circular del espacio antropológico), y
sin duda componentes religiosos (eje angular del espacio
antropológico). En el caso de los medios de
comunicación y los artefactos
electrónicos(internet, por ejemplo)es notoria la necesidad
de tener presentes estas constantes intersecciones de componentes
de los tres ejes, ya que por la propia naturaleza de
instrumentos inculturadores, los medios
electrónicos suponen una constante influencia e
interdependencia de componentes antropológicos en el
sentido planteado por ese concepto que proponemos como
fundamental para la crítica de los problemas planteados en
el análisis de los medios electrónicos de
emisión y manejo de mensajes.

{8}
Cfr. McLuhan-Powers, La aldea global, págs.
112-113

{9}
Sería interesante al respecto volver a leer algunos
de los planteamientos de Herbert Marcuse al respecto. En El
hombre unidimensional,
Marcuse planteaba el problema en estos
términos: «… Así surge el modelo de
pensamiento y conducta unidimensional en el que ideas,
aspiraciones y objetivos, que
trascienden por su contenido el universo
establecido del discurso y
la acción [subrayo] son rechazados o reducidos a
los términos de ese universo. La
racionalidad del sistema dado y de su extensión
cuantitativa da una nueva definición a estas ideas,
aspiraciones y objetivos…» En pág. 42 de la ed. de
Planeta-Agostini, Barcelona 1993.

McLuhan planteaba en Understanding Media que los
medios tienen ojos y no ven, oídos pero no
escuchan…,
en el sentido de que eran instrumentos no de
conocimiento
controlados por los usuarios (de la TV pongamos por caso), sino
que el medio los controlaba a ellos a pesar de ser una
extensión de su propio sistema nervioso.
De ahí aquella idea de que el medio es el
masaje.

Skinner necesitaba para su modelo de sociedad
«abierta» (no olvidemos que vivimos
según el modelo neocapitalista de sociedad que tanto
agradaba a Karl Popper o
que tan enconadamente defiende Mario Vargas
Llosa en su polémica sobre la liberación
mercantil
de la llamada industria cultural con Regis
Debray, en especial en el tema de la producción de
películas para el cine y la TV) ingenieros de la
conducta
(esto es: psicólogos conductistas a ultranza)
que hiciesen a los ciudadanos sentirse libres, aunque no
lo fueran, y sentirse dignos, aunque no lo fueran, porque
al igual que en la postura nominalista de Ockam, los Universales
son meros nombres o palabras vacías, que pueden ser, sin
embargo, muy útiles en un momento dado. Por ejemplo,
cuando se invade Panamá en
diciembre del año 1989 para instaurar el sistema libre
y democrático perdido.

{10}
Cfr. Gustavo Bueno, ¿Qué es la
Filosofía
?, Pentalfa, Oviedo 1995, pág.
54.

{11}
Cfr. Marshall McLuhan, The Gutenberg Galaxy, Univ.
of Toronto Press, Toronto 1962, pág. 295. (Hay edición
en español.) Desde las clasificaciones de la
filosofía que propone Bueno podemos manejar esta
cuestión críticamente en el sentido de achacar al
análisis de McLuhan el entender la filosofía como
una actividad cultural exenta, ya que plantear que Kant, o
Descartes resultan obsoletos por ser ignorantes (naturalmente han
de serlo) de la geometría no euclidiana, por ejemplo,
resulta un argumento cuando menos excesivamente grosero.
Si consideramos la filosofía como
doxografía, o como arqueología del
saber,
es decir, como exenta por ser Historia de la
Filosofía,
quizá el argumento de McLuhan o el
que parece deducirse del artículo de Moya, fuesen
verdaderos, pero no lo serían si se plantea la
filosofía como lo hace el materialismo filosófico:
un saber de segundo grado. Por otra parte (y esto es lo que
supone el núcleo de nuestra tesis, frente a la propuesta
por Moya) cuando se plantea la filosofía desde
sucedáneos (como sociología del poder, por
ejemplo) se hace el juego a los sectores más reaccionarios
de la sociedad electrónica, o como dice Moya,
aquellos grupos pertenecientes a un sector social que
estaría situado (en el sentido de Bueno propuesto en su
Primer Ensayo sobre las categorías de las
Ciencias Políticas) en la intersección de
las capas basal y conjuntiva del cuerpo
político):

«Evidentemente [dice Moya, citando a Javier
Echeverría y su libro Telépolis], como se trata de
hacer compatibles (integrar dice Javier Echevarría)
sistemas diferentes (individuos, culturas, modelos valorativos,
naciones, &c.) el Poder, en su acepción más
amplia, lo que tendría que hacer es multiplicar en todos
los ámbitos los mecanismos socio-técnicos de
control flexible. Debería seguir, por decirlo claramente,
el modelo managerial de las empresas: ejercer un control a corto
plazo, flexible, de rotación rápida, pero continua,
capaz de prever y desactivar posibles zonas de conflicto.

También resulta evidente que esta especie de
positivismo impuesto por el papel de mediador que ejerce
el poder tan sólo propicia la búsqueda de herramientas
epistemológicas capaces de circunscribir las zonas de
conflicto y capaces de delimitar soluciones
técnicas. De lo que se trataría, en definitiva, es
de primar los saberes que permitan tecnologizar el comportamiento
colectivo y la toma de
decisiones. Está claro que el papel que, desde esta
perspectiva, habría de jugar la filosofía es, por
decirlo suavemente, limitado. La filosofía en cuanto que
saber crítico-reflexivo, sería no sólo
anacrónica y dispensable, sino a todas luces disfuncional.
Las ideas de Niklas Luhman son un claro ejemplo de este punto de
vista, pues tras su rechazo a la tradición
filosófica occidental y sobre todo ilustrada, se esconde
un auténtico desprecio por la filosofía misma
(…)» Cfr. artículo citado de Moya en El
Basilisco,
pág. 55-56.

{12}
Ver la conferencia íntegra en
filosofia.org/rev/bas/bas22003.htm

{13}
Publicado en internet en el Anuario hispano-cubano de
Filosofía,
por el Proyecto Filosofía en
español filosofia.org/mon/cub/dt001.htm

{14}
Este concepto está desarrollado en el
artículo «Psicoanalistas y epicúreos. Ensayo
de introducción del concepto
antropológico de heterías
soteriológicas», en la revista El Basilisco,
nº 13, 1981.

{15}
El concepto de crítica, tal como es utilizado por el
Materialismo Filosófico es fundamental para lo que
planteamos en este artículo. Ver por ejemplo en el
Diccionario
Filosófico de Pelayo García: Ortograma / falsa
conciencia.

  1. Antecedentes

Antecedentes históricos del objeto de
estudio:

La televisión, TV y popularmente tele, es un
sistema de telecomunicación para la transmisión y
recepción de imágenes en movimiento y sonido a
distancia.
Esta transmisión puede ser efectuada mediante ondas de
radio o por redes especializadas de televisión por cable.
El receptor de las señales
es el televisor.
La palabra "televisión" es un híbrido de la voz
griega "Tele" (distancia) y la latina "visio"
(visión).

El término televisión se refiere a todos
los aspectos de transmisión y programación de televisión. A veces
se abrevia como TV. Este término fue utilizado por primera
vez en 1900 por Constantin Perski en el Congreso Internacional de
Electricidad
de París.
El Día Mundial de la Televisión se celebra el 21 de
noviembre en conmemoración de la fecha en que se
celebró en 1996 el primer Foro Mundial de Televisión
en las Naciones
Unidas.
Historia
Primeros desarrollos
La telefotografía
Los primeros intentos de transmitir imágenes a distancia
se realizan mediante la electricidad y sistemas mecánicos.
La electricidad hacía de medio de unión entre los
puntos y servía para realizar la captación y la
recepción de la imagen, los
medios mecánicos efectuaban las tareas de movimientos para
realizar los barridos y descomposición secuencial de la
imagen a transmitir.

Para 1884 aparecieron los primeros sistemas de
transmisión de dibujos,
mapas escritos y
fotografías llamados telefotos. En estos primeros aparatos
se utilizaba la diferencia de resistencia para
realizar la captación.
El desarrollo de las células
fotosensibles de selenio, en las que su resistividad varía
según la luz que incide en ellas, el sistema se
perfeccionó hasta tal punto que en 1926 se
estableció un servicio regular de transmisión de
telefotografía entre Londres y Nueva York. Las ondas de
radio pronto sustituyeron a los cables de cobre, aunque
nunca llegaron a eliminarlos por completo, sobre todo en los
servicios
punto a punto.
El desarrollo de la telefotografía alcanzó su
cumbre con los teleinscriptores, y su sistema de
transmisión. Estos aparatos permitían recibir
el
periódico diario en casa del cliente mediante
la impresión del mismo que se hacia desde una emisora
especializada.
Hasta la década de los años 80 del siglo XX se
vinieron utilizando sistemas de telefoto para la
transmisión de fotografías destinados a los medios
de comunicación.

Realitys en el mundo:

La hibridización de los formatos televisivos, en
especial, de los reality shows ya es una realidad en la
televisión. A partir del estudio de Gran Hermano, este
artículo retoma la historia de los reality shows,
abordando la cuestión de los formatos televisivos y sus
diferentes nominaciones por los especialistas. También
intenta comprender el éxito de este programa
globalizado que movilizó las audiencias de 22
países a partir de la conversión de la realidad en
un espectáculo televisivo

Antes de empezar a tejer comentarios sobre el programa
Gran Hermano (GH), merece la pena recordar que este formato
híbrido tiene planteamientos similares en la literatura, en el cine o en
la filosofía. El Gran Hermano planteado por George Orwell
(1984), por Peter Weir (El Show de Truman), Ron Howard (Ed TV) o
por Michael Foucault (La
Sociedad de la Vigilancia), en el año 2000 saltó de
la literatura, del cine y de la filosofía a la
televisión (abierta y a cable) y a internet entrando en lo
cotidiano de la gente. Entretanto, más que controlar a la
gente como plantea el libro de George Orwell, el programa
posibilitó que la gente controlara la vida de los
personajes a través de llamadas desde teléfonos
fijos y móviles, fax, e-mails o
internet para expulsar los concursantes indeseados.

El formato, creado por la empresa holandesa Endemol (1),
es una variante de los reality shows y mezcla programa de
concursos, programa de auditorio, talk shows,
confesionario, telenovelas, documental y periodismo, a
través del uso de entrevistas y
reportajes. En esto reside la gran novedad de Big Brother, un
programa que posibilitó a las audiencias participar a
través de cartas, e-mails,
teléfono (fijo y móvil) y
también por internet.

Sobre los reality shows

Si Gran Hermano es una variante de los reality shows, se
hace necesario conocer un poco de la trayectoria de este tipo de
formato televisivo, pues los reality show (2) no son una novedad
en el mercado televisivo europeo. Empezaron a aparecer en las
televisiones públicas a finales de los años 60 e
inicio de los 70, en Alemania,
Inglaterra e
Italia, por
ejemplo. Eso significa que la lucha por las audiencias ya
había empezado en aquel período, pero la guerra
aún no era de verdad. Faltaban por llegar los años
90, la década de la desregulación del medio
audiovisual en Europa y de la aparición de los canales
privados, para que los reality show se expandieran como un pulpo
en las distintas franjas horarias buscando nuevas
audiencias.

En 1971, la televisión norteamericana ya
hacía experimentos con
la telerrealidad y pueden ser considerados los pioneros en este
tipo de experimento televisivo. El más importante fue An
American Family, donde una familia real –
la familia
Loud – se sometió a siete meses de filmación
ininterrumpida, de las cuales 300 horas fueron de toma directa
(Rodríguez, 2001:238). Como en Gran Hermano, no
había guión, sino una familia de clase media
norteamericana haciendo vida normal ante las cámaras. El
éxito fue impresionante para la época: 20 millones
de espectadores acompañaron, seducidos, la vida de la
familia Loud, que durante las grabaciones terminó por
separarse.

Se puede decir que los reality show sobreviven a tres
fases distintas de la televisión europea: los años
70, cuando la televisión europea va hacia la gente; los
años 80, cuando la gente empieza a acercarse a la
televisión para contar su vida y sus problemas y en los
años 90, cuando la exigencias de recuperar las inversiones,
de producir programas a bajo costo y aumentar
las audiencias hace que se produzcan cada vez más reality
show, donde la gente expone su vida privada en un espacio
público. Según Lorenzo Vilches (1996:55), como
fenómeno comunicativo, "el reality show representa una
transformación del modo de hacer televisión y
construir programas"(3).

Vale recordar que, en la neotelevisión, los
reality shows aparecieron a partir de la elección de los
aspectos más dramáticos de la realidad cotidiana.
Según Eliseo Verón (4), "la institución
televisión designa como "reality" a aquellas situaciones,
relatos y pasiones que aparecen en la pantalla asociadas a
personas que no tienen con ella (TV) ninguna relación
profesional". Vilches dice que el reality show es un constante
revelador del cambio que se ha operado entre la forma de hacer y
la forma de mirar la televisión. O sea, este género
televisivo tiene un papel importante en la historia de las formas
de espectacularización entre televisión y
audiencias, ya sea a través de la información, de
la ficción o del entretenimiento.

Desde su aparición hasta hoy, los reality show
fueron cambiando de "ropa" y forma, presentando variaciones
más o menos fuertes para la audiencia. Estas variaciones
influenciaron también la formade presentar los programas
periodísticos, que actualmente incluyen (literalmente)
más sangre y violencia a la
hora de la comida. Por un lado son mostradas más
imágenes de violencia y de otro la ficción pasa a
mezclarse con el periodismo. Eso hace con que sea imposible
hablar de géneros puros en televisión.

De acuerdo con la investigadora italiana Milly Buonanno
(1993), la televisión adquiere cada vez más un
interés para el periodismo, de la misma manera las
noticias adquieren cada vez más un interés como
ficción para la televisión. De esta manera, el
"síndrome de realidad" o la "verdad televisiva", como
prefieren algunos especialistas, son expresiones
metafóricas que se refieren al poder con que cuenta la
tecnología de los medios, así como con los
intereses y estrategias de
los medios de comunicación para aumentar la
audiencia.

Vale preguntar entonces, ¿dónde
están las fronteras entre ficción y realidad? Cada
vez más lo particular invade el colectivo y cada vez
más la línea tenue entre ficción y realidad
cae por tierra,
particularmente cuando entre los actores profesionales
encontramos diariamente gente "común y corriente",
formando parte de la "puesta en escena". Se puede decir que el
"discurso de la actualidad" ya no es el mismo.

Para la investigadora argentina Lilia Ciamberlani (1997:
122-123), ya pasó el tiempo de la visión de la
historia como desarrollo lineal, surgida de una idea newtoniana
del mundo en donde el espacio y el tiempo eran equivalentes. La
narrativa fue el modelo para comprender la historia y
también el presente y la separación entre
ficción y realidad era algo considerado
natural.

Hoy en el lenguaje
televisivo hay una forma de presentar el discurso de la
actualidad que se fue convirtiendo en lo que la autora argentina
llama la imagen real de una realidad ficticia. Según el
investigador catalán Doménech Catalá (5), se
puede definir los años 90 como una época donde el
espacio de la casa es sede de lo real. Pero el lenguaje
audiovisual, como el periodismo en general, lejos de describir la
realidad en sí, la recorta, organiza, edita y
ficcionaliza, produciendo una destrucción de la
ilusión ficticia.

Volviendo a la cuestión de
género

¿Es posible comparar Gran Hermano con
algún otro formato ya presentado? Según John De
Mol, en entrevista a
la revista semanal brasileña "Época"(6), el
programa fue pensado a partir de la experiencia del proyecto
científico Biosfera 2
desarrollado en Arizona, EE.UU., en 1991. En él, ocho
científicos se quedaron confinados durante casi dos
años en una esfera de cristal de 12 mil metros cuadrados.
La propuesta era construir una miniatura del planeta, pero el
proyecto fracasó.

Creemos que GH tiene como referente reciente uno de los
programas más interesantes producidos por la cadena
norteamericana MTV utilizando la cámara oculta. El
programa se puso en marcha en 1992 para realizar producciones que
mezclaban la ficción y la realidad (docu-soap). Se trataba
de la serie The Real World, basada en una idea de Mary Bunin y
John Murria, que mostró la vida de siete jóvenes
durante seis meses en un hogar sin puertas (excepto la del
baño), lo que permitía grabarlos casi las
veinticuatro horas del día.

Ya sabemos que GH es un reality show híbrido, que
abrió camino para toda una generación de programas
similares (7) en España. Pero, ¿qué dicen
los investigadores sobre este nuevo formato? Javier Pérez,
en La Televisión ha muerto (2000), afirma que Gran Hermano
nació como un docu-game, pues para él, la
relevancia está en el hecho de que "sea un concurso donde
la mezcla de formatos resulta familiar y al mismo tiempo
innovadora para las audiencias" (Pérez., 2000:196) (8).
Otros investigadores, como la británica Janet Jones
(2000)(9), creen que el éxito de Big Brother se debe al
grado de interactividad que logró con el público
debido al uso de internet y otras formas de comunicación.
En Argentina, donde el programa fue emitido dos veces, el editor
jefe de GH en el canal de pago Telefé, Sergio Vainnman,
afirmaba que "Gran Hermano es una novela
multiplot"(10)

La escuela inglesa
de documentales clasifica, hace por lo menos tres años,
los reality show como Gran Hermano como un docu-soap. En el
artículo Docusoap: Actuality and the Serial Format, Gail
Coles (2000), comenta que el nombre implica la frecuente
hibridización de los géneros televisivos. El
término significa la mezcla entre los dos más
populares géneros televisivos: los reality shows y las
soap operas.

Andy Hamilton, un escritor británico,
utilizó el término como un ejemplo de la
caída de calidad de la
programación de televisión en Inglaterra, pero el
término docusoap pasó a ser utilizado por los
investigadores británicos, particularmente a partir del
trabajo de Richard Kilborn (1997) donde diferencia el documental
del docusoap.

Annette Hill (2001), considera el programa un "factual
enterteinment" y uno de los más recientes ejemplos
populares del documental como diversión. Para ella, el
programa también es un "docugame". Para la investigadora
que estudió la versión británica
entrevistando familias, Big Brother no puede ser considerado
sólo voyeurismo. El investigador alemán Lothar
Mikos (2001) afirma que se trata de un texto
televisivo que borra otros géneros televisivos como los
game shows, telenovelas, docusoaps, talk shows y los noticieros
de televisión. Según Mikos, estos primeros cinco
elementos se alternan entre la ficción y el documental,
como un relato de auto referencia entre la cultura popular y los
medios de comunicación.

Además de los concursantes, las audiencias
también participan del programa, al enviar cartas,
e-mails, al realizar llamadas telefónicas o participar de
los chats y encuestas en
las páginas webs. Con eso y con la elección y
eliminación de los participantes, transforman y reescriben
Gran Hermano semanalmente. El investigador belga, Daniel
Bittereyst, seguiendo este mismo racionamiento, cree que Gran
Hermano no puede ser encarcelado en una sola definición.
"Es un programa abierto, en construcción"(11).

Coincidimos pues que GH no puede ser encerrado en un
único género. Es un formato híbrido que
mezcla programa de concurso, programa de auditorio, talk shows,
confesionario, telenovelas, documental y periodismo, a
través del uso de entrevistas y reportajes, estimulando
así la identificación y la sensación de
familiaridad de las audiencias. Esta es, al fin y al cabo, la
función (general) de los géneros: situar la
audiencia en relación a los distintos programas,
permitiendo su clasificación en modelos, en formatos
reconocibles. Esa identificación ocurre a partir de las
pautas de actuación de cada formato. GH es un formato
híbrido que juega con la memoria de
la audiencia. Es pues un producto "nuevo" que surge a partir de
la mezcla de formatos ya conocidos.

 

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