Es una pregunta que nos hacemos ante cualquier
auditorio, casi siempre cuando escuchamos una palabra, giro,
expresión que nos resulta chocante, chabacano o
simplemente y por alguna razón, desconocido. Pero vale
aclarar que a esta pregunta se responde de disímiles
maneras.
Solo mencionaremos, en principio, dos criterios
contrapuestos. Los más puristas le ponen un sello de
vulgaridad e incorrección, casi al instante; se "desbocan"
a decir improperios y la arremeten contra el sector más
vulnerable, por innovador y desenfadado: la juventud.
Los más comprensivos buscan rápidamente
una explicación contundente y se lo achacan "todo" a la
forma de ser del cubano y a nuestra identidad.
Los lingüistas Nuria Gregory y Sergio Valdés
Bernal, ambos del Instituto de Literatura y Lingüística, en numerosos trabajos han
dado razones muy acertadas, que parten de investigaciones y
observaciones de nuestra realidad de lengua y que
explican muy bien este fenómeno del español
hablado en Cuba, pero la
mayoría de las veces en trabajos muy especializados, en
eventos
internacionales que no siempre están al alcance de la
mayoría de la población y también en la
televisión, aunque en menor grado. No son abundantes
los programas que
abordan el
lenguaje.
Se sabe qué es "lo cubano" en la música, la danza, las
artes plásticas, la alimentación, etc. Lo
anterior es conocido y muy bien comprendido por nuestro pueblo,
puesto que se reiteran los programas de los medios de
información con estas temáticas. Sin
embargo, no sucede lo mismo con la divulgación de la
variante cubana de lengua, que ha sido llevada a algunos
programas televisivos y radiales, pero pocas veces a la prensa escrita y
a publicaciones al alcance de todos.
Sin ánimo de primicia, pero con la
intención de aportar una migajita de pan (está
bueno ya de granitos de arena), trataremos de resumir algunos
aspectos insoslayables en el
conocimiento histórico- y lingüístico de
lo que se ha dado en llamar últimamente, "español
cubano".
Aquellos que tratan de explicar las diferencias del
español hablado en Cuba respecto de otras formas de hablar
el español en el mundo, no están muy lejos de la
fundamentación científica del fenómeno de la
diversidad lingüística, pues la lengua (idioma) como
todo fenómeno de la cultura y
además, como históricamente condicionada, es muy
dinámica, caracteriza a un pueblo o
grupo de
pueblos que la enriquecen y a la vez, esa lengua forma parte de
los rasgos que caracterizan a esa cultura o pueblo.
Tradicionalmente, cuando se han querido expresar los elementos
etnodiferenciadores de una comunidad, se
olvida que la lengua ha desempeñado un papel preponderante
en muchas civilizaciones y culturas.
Rolando Zamora (1994) en su trabajo
Cuestiones teóricas sobre la identidad cultural, plantea
una serie de elementos que forman parte de la identidad cultural
del cubano. Entre ellos tenemos: el lenguaje, la
cultura popular tradicional, el mestizaje racial, la religión (popular e
institucionalizada), el pensamiento
cubano (laico y revolucionario), la educación, la
conciencia
colectiva (estereotipo etnopsicológico o formas de ser),
cultura artística, literaria, noción teórica
y conciencia popular, vida cotidiana (empleo del
tiempo),
recreación y tiempo libre. Nótese la
importancia del lenguaje para la identidad.
La lingüista holguinera Hidelisa Velázquez
Prats afirma que la lengua se nutre de la cultura y la historia de un grupo, de una
comunidad, y no solo se nutre y vive de ella, sino que la
expresa. Ahí se fortalece el vínculo entre lengua y
nación,
entre lengua y cultura. La lengua forma parte, por un lado, de la
nación
y de la cultura; por otro, es vehículo de ambas y un
instrumento esencial para unir, fusionar e identificar a cada
hombre con su
grupo. Vemos aquí la función
cultural representativa del lenguaje.
Como en todo siempre hay que hacer un poco de historia,
veamos qué elementos históricos han condicionado
las características particulares de la modalidad cubana
del español, partiendo del propio instante en que llegaron
los conquistadores al Nuevo Mundo.
En 1492 (un año muy importante para la
hispanidad, no solo por el "encuentro de culturas", sino
también porque en él se publica la Gramática de la lengua castellana, de Elio
Antonio de Nebrija, andaluz de nacimiento) llega a América
la primera avanzada de colonizadores que enfrentan su lengua
(castellana aún se llamaba) a las que hablaban los
aborígenes de todo nuestro continente. Comienza, desde
aquel propio momento, la historia del establecimiento de la
variante americana del español. Todos los hablantes
reconocen inmediatamente las muchas diferencias existentes en la
comunidad hispanoparlante (que no es pequeña) y sobre
todo, aquellas características fonéticas
(pronunciación) y léxicas (vocabulario) que separan
a la América de la manera de hablar de los
españoles.
Para entender estas diferencias hay que hablar de los
"conquistadores" y de qué encontraron a su llegada a las
"lejanas tierras con peregrinas lenguas" (Nebrija). En una
apretada síntesis
veremos que en la América precolombina había 123
familias de lenguas, tal era la situación de
estratificación de los sistemas
lingüísticos que se empleaban antes de la llegada de
los conquistadores. En México
había 4, 500 000 habitantes, en Las Antillas la
población era solo de 300 000 habitantes, América
Central, 800 000; Colombia 850 000;
Venezuela, 350
000. Lo anterior demuestra que muchas lenguas estaban divididas
entre pocos hablantes.
Página siguiente |