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Librecambismo (página 2)




Enviado por Adriana Deligdisch



Partes: 1, 2

  • 1.3. Teoría de la ventaja
    absoluta.

Aquí tenemos la expresión de la
teoría de la ventaja absoluta: se importarán los
bienes que
sean más baratos en el extranjero que en el mercado local y
se exportarán aquellos que sean más caros en el
mercado internacional que en el doméstico. Ahora bien,
Smith estudia también factores no estrictamente
económicos como la geografía, la
desconfianza, la historia y la política, entre
otros. El elemento geográfico recibe mucha atención cuando trata del comercio entre
el campo y la ciudad, pero también al explicar la
condición de Inglaterra como
centro del comercio exterior en base "a la fertilidad de su
suelo, a la
gran extensión de su costa (…) y a los muchos
ríos navegables"; destaca, además, las ventajas del
transporte
marítimo, ilustrándolas con el papel
histórico del Mediterráneo en el nacimiento de la
civilización. Otro factor subrayado por Smith es el
obstáculo que supone para el comercio exterior
la necesidad de confiar en individuos de diferentes culturas e
idiomas, sometidos a leyes distintas y
situados a distancias que en la época debieron parecer
enormes al autor: es el antecesor del concepto actual
de costes de transacción. Smith explica la
aparición de las manufacturas bien cómo "la
criatura del comercio exterior", bien fruto del "gradual
refinamiento de la industria
popular y primitiva", lo que desde luego no resulta demasiado
esclarecedor; también dedica Smith varias páginas a
glosar el papel del comercio exterior y las manufacturas en la
desaparición del régimen feudal.

Las recomendaciones efectuadas por Smith tienen un
componente político muy importante. En la medida en que
surgen del derecho a la "libertad
natural", el elemento normativo que sustenta todo el edificio
smithiano, tales cimientos pueden ser rechazados y descartadas
sus recomendaciones. No obstante, retenemos de Smith el concepto
de agentes económicos atomizados que se interrelacionan en
mercados
competitivos que se ajustan y se regulan por sí solos; esa
doctrina, derivada del "propio interés",
se extiende al ámbito de las naciones cuando Smith propone
que cada nación
vea "las riquezas de las vecinas como una causa y ocasión
probable para acumular riquezas ella misma", lo que
entraña una visión cosmopolita de la
política exterior. En palabras del profesor
Oyarzun: "pese a la permanencia de una visión nacional, la
teoría liberal representaba también un regreso de
la visión internacionalista del mundo y de la economía".

  • 1.4.David
    Ricardo y John Stuart Mill

Son los dos grandes nombres de la economía
clásica, cuyo análisis económico es tributario del
iniciado por Smith, especialmente en lo que respecta al crecimiento
económico, considerado por la escuela
clásica como la interacción de la acumulación del
capital, la
división del trabajo, el
cambio
técnico y el incremento de la población, es decir, tal y como Smith lo
había concebido. En el ámbito de la economía
internacional, la escuela clásica aportó cuatro
novedades al análisis: una teoría específica
de los valores
internacionales, el teorema de los costos
comparativos, la teoría de la demanda
recíproca y una teoría del mecanismo de ajuste de
la balanza de pagos.
Las dos primeras fueron popularizadas por Ricardo, mientras que
la tercera fue establecida por J.S. Mill, quien también
sintetizó las posturas clásicas respecto al ajuste
de la balanza de pagos. David Ricardo fue el primer economista
que estableció el estudio del comercio
internacional como una disciplina
separada del comercio interior. Ello se debe a los
obstáculos que, según Ricardo, encuentran los
factores de producción para desplazarse entre naciones.
La principal aportación de Ricardo a la teoría del
comercio internacional consiste en la teoría de la ventaja
comparativa. Ricardo refutaba así la teoría de la
ventaja absoluta smithiana recurriendo a la misma analogía
que Smith:

"Supongamos que dos hombres fabrican sombreros y
zapatos, y que uno de ellos es superior al otro en ambas
manufacturas; pero al fabricar sombreros, sólo
podrá superar a su competidor en una quinta parte (…) y
haciendo zapatos podrá aventajarle por una tercera parte
(…); ¿no será, acaso, interesante para ambos que
el mejor de los dos fabrique exclusivamente zapatos, y que el
menos bueno haga los sombreros?".

Pese a que Ricardo construyó toda su obra sobre
la teoría del valor-trabajo,
el rechazo de ésta no conduce al rechazo de su
teoría de la ventaja comparativa. En efecto, Haberler
reformuló la teoría de los costes comparativos en
términos de costes de oportunidad. Las implicaciones de
esta teoría, sobre todo en lo que respecta a la
especialización, han sido muy criticadas. Se ha
interpretado que Ricardo, y con él la economía
clásica, propugnaba una especialización completa
(i.e.: los países en desarrollo se
especializarían en productos
primarios y los desarrollados en bienes manufacturados), y de
ahí se ha pasado a rechazar incluso la
especialización parcial. También se ha criticado el
carácter estático que reviste la
doctrina de la ventaja comparativa, así como su
carácter "ahistórico", pese a que Ricardo nunca
negó la posibilidad de que las ventajas comparativas
pudieran evolucionar. Ahora bien, la especialización
ricardiana ocasionada por las diferencias en los costes relativos
es un proceso
reversible, mientras que la especialización smithiana
derivada de la doctrina de la "salida del excedente" no lo es en
la misma medida. Ello implica que un país especializado
mediante un proceso de adaptación de su estructura
productiva para satisfacer exclusivamente la demanda externa
será muy vulnerable a fenómenos como el deterioro
de la relación real de intercambio o cualquier otro tipo
de perturbación exógeno (i.e.: recesión en
los países industriales o aparición de nuevos
competidores). ¿Cómo concebía Ricardo los
beneficios del librecambio y su relación con el
crecimiento económico? La respuesta es sencilla: como un
medio de aumentar la acumulación de capital, la cual era
para él, en última instancia, la responsable del
crecimiento económico. Habiendo establecido previamente la
tendencia al descenso en la tasa de beneficio y el consiguiente
advenimiento de la sociedad
estacionaria, el comercio exterior puede compensar el declive de
la tasa de beneficio y retrasar este proceso. Tres puntos merecen
aquí nuestra atención. En primer lugar, tenemos el
argumento basado en el incremento del capital mediante los
mayores ingresos que
reporta a los comerciantes o por el descenso en el gasto de los
consumidores; el comercio exterior favorece así el
ahorro, el
cual a su vez acelera la acumulación de capital. En
segundo lugar viene el argumento del impulso a la
acumulación de capital a través del aumento de la
tasa de beneficio: si el comercio exterior permite el acceso por
parte de los trabajadores a los productos por ellos consumidos a
un precio menor,
entonces se elevaría la tasa de beneficio de las empresas y con
ella, nuevamente, la acumulación de capital. En tercer
lugar, tenemos el argumento del incremento en la oferta de
bienes, tanto en número como en variedad; Ricardo deja
claro que es el volumen de bienes
y no el valor poseído por el país lo que aumenta
con el comercio exterior.

Ricardo asumió las críticas efectuadas por
Smith al mercantilismo,
el cual "al forzar el capital por canales a través de los
cuales no discurriría de otra manera, disminuyó la
suma total de mercancías producidas". Pero además
del análisis económico desarrollado por Ricardo
para defender el papel positivo del librecambio en el crecimiento
económico, este autor deja traslucir connotaciones
políticas e incluso éticas, en su
defensa del libre comercio,
tal y como había hecho Smith y como habría de hacer
J.S. Mill posteriormente. La transición de los argumentos
económicos a los políticos, o mejor dicho, la
interacción entre ambos, puede apreciarse en un párrafo
tributario, en nuestra opinión, del más
enérgico Adam
Smith:

"En un sistema de
comercio absolutamente libre, cada país invertirá
naturalmente su capital y su trabajo en empleos tales que sean lo
más beneficioso para ambos. Esta persecución del
provecho individual está admirablemente relacionada con el
bienestar universal. Distribuye el trabajo en
la forma más efectiva y económica posible al
estimular la industria, recompensar el ingenio y por el
más eficaz empleo de las
actitudes
peculiares con que lo ha dotado la naturaleza; al
incrementar la masa general de la producción, difunde el
beneficio general y une a la sociedad universal de las naciones
en todo el mundo civilizado con un mismo lazo de interés e
intercambio común a todas ellas".

Sin duda, términos como "bienestar universal",
"beneficio general" o "sociedad universal" pueden parecer
máscaras que oculten el bienestar de la sociedad inglesa
(en el siglo XIX) o de los países desarrollados (en el
siglo XX). Pero la fuerza del
razonamiento contenido en el párrafo citado sobre estas
líneas mantiene su vigencia y, tras haber sido puesto en
duda tras la II Guerra Mundial
por numerosos economistas heterodoxos que propugnaron
políticas proteccionistas, parece haberse impuesto en
nuestros días. Sobre todo, por la evidencia
empírica que liga el comercio con el crecimiento, de un
lado, y el proteccionismo con el estancamiento, de
otro.

  • 1.5.John Stuart Mill

Es una de las figuras intelectuales
más interesantes del siglo XIX. Sus obras abarcan
infinidad de campos y cada una de las páginas escritas por
él destila humanismo y
compromiso ético. Este aspecto es muy importante, en tanto
sus convicciones utilitaristas (la mejora de la humanidad)
impregnan su concepción de la "economía
política", tal y como se desprende del propio
título de su principal obra económica: Principios de
economía
política con algunas de sus aplicaciones a la
filosofía social. Es por ello que no debemos perder de
vista en Mill, incluso en mayor medida que en Smith o Ricardo, el
componente ético de su liberalismo
económico y político, que se extiende a su defensa
del librecambio.

J.S. Mill inicia sus Principios arremetiendo contra el
mercantilismo. En ese contexto, rechaza la teoría de la
"salida del excedente" smithiana, considerándola "una
reliquia de la teoría mercantil". Concede gran importancia
a la geografía en la explicación del comercio
internacional. Destaca asimismo que la causa de la riqueza de
Inglaterra consiste en la elevada productividad de
su mano de obra. También trata las economías de
escala al modo
smithiano, considerándolas limitadas por la
extensión del mercado, con lo que para beneficiarse de
aquellas se requiere "o bien una comunidad
populosa y floreciente, o bien la posibilidad de exportar en gran
escala". En lo que hace a su aportación a la teoría
del comercio internacional, la teoría de la demanda
recíproca, ésta supone "una ampliación de la
ley general
del valor, a la que hemos llamado ecuación de la oferta y
la demanda. La "ecuación de la demanda internacional"
completa el teorema de Ricardo, al establecer que la
relación de intercambio en el comercio entre dos
países depende de la demanda recíproca, es decir,
de la demanda de cada país por los productos del
otro.

El nexo establecido por J.S. Mill entre comercio
internacional, librecambio y crecimiento económico puede
estructurarse en tres estratos: el primero estriba en las
implicaciones de la teoría de la demanda recíproca
para la distribución de las ventajas del comercio;
el segundo consiste en las ventajas proporcionadas por el
comercio exterior, directas e indirectas, explicitadas por Mill;
el tercero lo forman las consideraciones que Mill realiza sobre
la política comercial.

En primer lugar, ¿qué paises obtienen
mayores ventajas con el comercio? "aquellos cuyas
mercancías están más solicitadas por los
países extranjeros, mientras su propia demanda de
mercancías extranjeras es muy reducida". De ello deduce
Mill que los que menos ganan son los países más
ricos, pues la relación de intercambio se altera en su
perjuicio, si bien reconoce que al efectuar estos países
ricos un mayor volumen de negocio, sus ganancias totales son
mayores que las de los países pobres. Pero, excepto en el
caso extremo de que uno de los dos países se apropie de
toda la ventaja procurada por el comercio, los dos países
ganarán con él, si bien en distinta
medida.

En segundo lugar, ¿cuáles son las ventajas
del comercio exterior identificadas por Mill? Estas son
clasificadas en directas e indirectas. Las directas las
proporcionan las importaciones y
consisten en "obtener mercancías que (los países)
no podrían producir" y en "el empleo más eficaz de
las fuerzas productivas mundiales". Hasta aquí tenemos los
argumentos ya aducidos por Smith y Ricardo, respectivamente. Pero
Mill añade tres efectos indirectos, manifiestamente
positivos, que él considera "muy importantes".

(1) "la ampliación de los mercados contribuye
mucho a perfeccionar los procedimientos de
producción" vía mayor división del trabajo,
en la línea de lo argumentado por Smith;

(2) al introducir nuevas necesidades y deseos en un
país "el comercio exterior (…) produce algunas veces una
especie de revolución
industrial en un país cuyos recursos estaban
sin desarrollar por falta de energía y ambición en
la gente";

(3) por último, tenemos los efectos del comercio
en el plano moral e
intelectual que, para Mill, "son aún más
importantes que las ventajas económicas", como no
podía ser menos dada su perspectiva utilitarista, ya
comentada anteriormente; éstos se subdividen a su vez en
tres más, los dos primeros procedentes de sus
Principios…y un tercero contenido en el ensayo
Sobre la libertad:

(3a) los efectos referentes al progreso técnico,
pero también moral, que implica la
comunicación entre los pueblos impuesta por su
comercio exterior1, es decir, algo mucho más amplio que el
argumento actual de la transferencia de tecnología y
know-how;

(3b) el hecho de que la extensión de los
intereses comerciales inhiba las tensiones bélicas,
argumento que ya vimos en Ricardo2;

(3c) en Sobre la libertad, Mill parece concebir el
librecambio como un aspecto particular de la libertad individual,
si bien reconoce que ambos se basan en fundamentos
distintos3.

Esta nube de efectos indirectos inducidos por el
comercio fue rescatada y ampliada posteriormente, hasta abarcar
los efectos del comercio como vehículo para la
movilidad

1 "En el atrasado estado actual
del progreso humano es difícil exagerar la gran
importancia que tiene el que los seres humanos se pongan en
contacto con personas desemejantes a ellos, y con modos de pensar
y de acción
distintos a aquéllos con que están familiarizados.
El comercio es ahora lo que antes era la guerra: la
principal fuente de contacto. (…) Y el comercio es el objeto de
la mayor parte de la comunicación entre las naciones
civilizadas. Tal comunicación ha sido siempre, y lo es
sobre todo en la época actual, una de las principales
fuentes de
progreso".

2 "El comercio fué el que enseñó a
las naciones a no mirar con recelo la riqueza y la prosperidad de
las demás. (…) Y puede decirse sin exageración
que la gran extensión y el rápido incremento del
comercio internacional, siendo la principal garantía para
la paz mundial, aseguran en forma permanente el progreso
ininterrumpido de las ideas, las instituciones
y el carácter de la raza humana".

3 "Conviene repetirlo; el comercio es un acto social.
Todo el que se dedique a vender al público
mercancías de cualquier clase hace
algo que afecta a los intereses de otras personas y de la
sociedad en general; y, por consiguiente, su conducta cae
dentro de la jurisdicción de la sociedad; de acuerdo con
esto, se sostuvo en un tiempo que era
deber de los gobiernos fijar los precios y
regular los procesos de
fabricación en todos los casos que se considerasen de
importancia. Mas ahora se reconoce, no sin haber sostenido una
larga lucha, que la baratura y buena calidad de los
productos quedan más eficazmente asegurados dejando a
productores y vendedores completamente libres, sin otra
limitación que la de una igual libertad por parte de los
compradores para proveerse donde les plazca. Esta es la doctrina
llamada del librecambio, que se apoya en fundamentos distintos,
aunque igualmente sólidos, que el principio de la libertad
individual proclamado en este ensayo. Las
restricciones al comercio o a la producción para fines
comerciales constituyen verdaderas coacciones, y toda
coacción, qua coacción, es un mal". Internacional
del capital y como la mejor política anti-monopolista
posible. Así, junto al argumento estático
ricardiano de la ventaja comparativa completado con la
teoría de la demanda recíproca, Mill introduce un
argumento más dinámico descuidado posteriormente
por la literatura
neoclásica.

En tercer lugar, tenemos las consideraciones sobre
política comercial. Esas consideraciones abarcan (1) los
aranceles a la
exportación y a la importación, (2) los aranceles como medio
de proteger el empleo nacional y (3) las excepciones en que Mill
juzga justificable la protección (por motivos de seguridad
nacional, de abastecimiento alimenticio y de industrias
nacientes). Dediquemos las líneas que siguen a estos
aspectos del pensamiento de
Mill.

J.S. Mill dedica un amplio epígrafe a los
derechos sobre
las exportaciones y
las importaciones: ambos introducen una perturbación en la
ecuación de la demanda internacional que será
beneficiosa o no para el país que los impone en función de
las elasticidades-precio de las demandas del propio país y
de las de sus socios comerciales. En el caso de los impuestos a las
exportaciones, Mill reconoce que "podemos, en determinadas
circunstancias, producir una división de las ventajas del
comercio que sea más favorable para nosotros", pero matiza
que esas circunstancias "son tan difíciles de establecer
que es casi imposible decidir, aún después de
establecido el impuesto, si salimos ganado o perdiendo"; las
circunstancias a que se refiere para que el efecto sea
beneficioso consisten en que la demanda de los bienes gravados
sea muy inelástica (pone como ejemplo el caso del impuesto
a la exportación de opio en China). En lo
que respecta a la imposición de las importaciones,
además de considerar los distintos resultados derivados de
elasticidades de demanda diferentes en forma similar a la
descrita en el párrafo anterior, Mill distingue entre
aranceles protectores (aquellos suficientemente altos para
incentivar la producción doméstica de los bienes
gravados) y no protectores (aquellos que permiten el
intercambio). Los primeros "son perjudiciales tanto para el
país que los establece como para aquellos con quien
comercia", tal y como se desprende del teorema de los costes
comparativos. Los segundos sí reconoce Mill que
producirían "en la mayor parte de los casos una ganancia
al país que los estableciera", pero a continuación
objeta que ese efecto "sería fácil contrarrestarlo
adoptando el otro país un procedimiento
análogo", es decir, mediante represalias, única
forma en que un país puede impedir las perdidas acarreadas
por los aranceles que le imponen otras naciones.

Al igual que sus antecesores, Mill efectúa una
crítica
devastadora al proteccionismo mercantilista, rebatiendo el
argumento, al parecer imperecedero, de que el proteccionismo
proporciona empleo a los obreros del país en
cuestión; para Mill, "la alternativa no está entre
emplear nuestros propios obreros o los extranjeros, sino entre
emplear una u otra clase de los nuestros". Rebate, igualmente,
las tesis
proteccionistas edificadas sobre el ahorro en los gastos de
transporte derivado de producir las mercancías cerca de
donde se consumen. Mill admite tres razones que
justificarían el proteccionismo: por razones de
subsistencia, por motivos de defensa nacional y en virtud del
argumento de la industria naciente. No obstante, introduce
matices que desvirtúan gran parte de la fuerza que
inicialmente parece reconocerles. Respecto a la
justificación en base a la subsistencia, admite la
posibilidad de gravar las exportaciones de alimentos, pero
sólo desde una perspectiva nacional, pues aquí nos
encontramos con la máxima utilitarista de la mayor
felicidad para el mayor número: "cuando se tienen en
cuenta los intereses de todos los países es de desear la
libre exportación". Acepta también la
justificación por motivos de defensa, al igual que Adam
Smith, en concreto
respecto a las leyes de navegación, si bien parece otorgar
a la marina británica la condición de "industria
naciente" en tiempos de Smith, considerando injustificable su
vigencia en el período en que escribía. El
argumento de la "industria naciente" es el que Mill acepta de
mejor grado:

"El único caso en el cual pueden defenderse los
derechos protectores basándose en principios de la
economía política, es cuando se imponen
temporalmente (sobre todo en una nación
joven y progresista) esperando poder
naturalizar una industria extranjera que es de por sí
adaptable a las circunstancias del país".

No obstante, limita el alcance del argumento a los casos
en que haya razones para suponer que dicha industria
"podrá prescindir de la protección después
de algún tiempo" y que la protección sea de
duración limitada y gradualmente decreciente.

Por tanto, la obra de J.S. Mill nos lega
básicamente una teoría para estimar en qué
medida cada país obtiene mayores o menores ventajas de su
participación en el comercio internacional, una
distinción muy fructífera entre los efectos
directos e indirectos, económicos y éticos, del
comercio internacional y un análisis de las medidas
más frecuentes de política comercial. De estos tres
elementos, desarrollados en los párrafos anteriores,
debemos destacar, a efectos de la relación entre comercio
exterior, librecambio y crecimiento, la consideración de
los efectos indirectos/semidinámicos, los cuales han
recibido una gran atención en la segunda mitad del siglo
XX por parte de numerosos autores al considerar que pueden
sobrepasar a los efectos emanados de una mejor
reasignación de recursos, resultando en esa medida sus
análisis tributarios de las sugerencias efectuadas por
J.S. Mill al respecto.

  • 1.6.La escuela neoclásica

Supone una ruptura tajante con su predecesora. Esta
ruptura consiste, principalmente, en la sustitución de la
teoría del valor-trabajo por una teoría del valor
basada en la utilidad de los
bienes y en el modelo del
equilibrio
económico general. En este sentido, la escuela
neoclásica resulta menos rica en sus implicaciones para el
crecimiento económico de lo que puede considerarse la
escuela clásica. La principal aportación de la
corriente neoclásica en el campo de la teoría del
comercio internacional ha consistido, esencialmente, en la
elaboración de un modelo de especialización
internacional: el modelo de especialización en factores de
producción, denominado modelo
Heckscher-Ohlin-Samuelson.

  • 1.7. El teorema de
    Heckscher-Ohlin-Samuelson

El teorema de Heckscher-Ohlin-Samuelson se ciñe
al de la ventaja comparativa ricardiana, pero por distintas
causas a las apuntadas por Ricardo. En breve, estipula que los
países se especializarán en la producción de
bienes que incorporen el factor de producción más
abundante de cada país. Así, los países en
desarrollo, con abundancia de mano de obra y recursos
naturales, deben especializarse en la producción de
bienes intensivos en trabajo y en recursos naturales. Si
observamos la composición de los flujos comerciales,
podemos observar que este teorema explica un fenómeno
contrastado: los países en desarrollo exportan bienes
intensivos en trabajo y recursos (textiles, calzado, productos
agrícolas, productos energéticos y minerales),
mientras que los países avanzados exportan bienes
intensivos en capital físico, capital humano y
contenido tecnológico (automóviles, aviones,
ordenadores y electrónica de consumo, entre
otros). Este fenómeno se aprecia también entre los
propios países ricos: así España
exporta a Alemania
bienes relativamente más intensivos en trabajo y recursos
(por ejemplo, productos agrícolas, vino, componentes de
automóviles, automóviles de gama baja y
electrodomésticos), importando de ella productos con mayor
contenido tecnológico y de capital físico y humano
(maquinaria, automóviles de lujo, material de telecomunicaciones, etc.).

Este enfoque destaca la importancia de una óptima
asignación de recursos (es decir, que los recursos se
utilicen allí donde son más productivos)
según el criterio de la ventaja comparativa. El argumento
apunta, en pocas palabras, que el librecambio produce esa
óptima asignación de recursos y da lugar a la
especialización, es decir, se centran en aspectos
estáticos, dejando de lado los efectos
indirectos/semidinámicos resaltados por J.S. Mill. Sin
duda, la elaboración teórica de los modelos de
especialización es mucho más acabada que la
introducida por Ricardo, pero, en un primer momento, no aportan
nada radicalmente nuevo al binomio librecambio-crecimiento. Las
ganancias del librecambio para la escuela neoclásica
consisten en un incremento del bienestar representado por el paso
de una curva de indiferencia social dada, en la autarquía,
a otra curva situada sobre la anterior en una situación de
libre comercio. Es, en realidad, el argumento clásico de
que el librecambio aumenta el nivel de consumo de la sociedad:
cuando los países se dedican a producir bienes para cuya
producción se requieren factores de producción
abundantes dentro de cada país, se produce una
especialización acorde con las ventajas comparativas
respectivas, aumenta la productividad y, por tanto, la
producción; una vez intercambiados mediante el comercio,
ambos países consiguen un nivel de producción y
consumo más elevado, además de precios al consumo
más reducidos. El carácter beneficioso de la
especialización justifica el comercio libre bajo ciertos
supuestos y condiciones, que pueden resumirse como sigue: (1) los
mercados son libres y competitivos, (2) el análisis
general se basa en consideraciones a largo plazo, (3) existe
pleno empleo, (4) se prescinde del efecto del libre comercio
sobre la distribución de la renta o se supone que
ésta será, bajo el librecambio, tan "buena" o
"mejor" como con protección y (5) existe movilidad
efectiva de empleo de los factores en respuesta a diferencias en
su retribución real.

Por tanto, la economía neoclásica centra
las ganancias teóricas del librecambio en los beneficios
para el bienestar social que ocasiona la óptima
asignación de recursos producida por la
especialización, dejando de lado los aspectos
dinámicos. Pese a este supuesto olvido teórico de
los efectos dinámicos del comercio internacional, debemos
reivindicar aquí la postura de Marshall al respecto. Para
Marshall, "las causas que determinan el progreso económico
de las naciones pertenecen al estudio del comercio
internacional". En palabras de Gomes:

"Desde un punto de vista de política
práctica, por tanto, su defensa {la de Marshall} del libre
comercio se apoya en última instancia no tanto en
términos del modo convencional de razonamiento basado en
la eficiencia
estática de la asignación como en la
necesidad de mantener a un país industrial al tanto del
‘progreso en las artes y recursos de las
manufacturas’, i.e.: cambios en el state of the arts o
avances tecnológicos foráneos"

Marshall, por tanto, incide en la conexión
comercio exterior-tecnología-crecimiento económico,
en tanto la competencia
internacional (1) aumenta la eficacia de la
industria doméstica, (2) crea oportunidades para la
migración de capital y trabajo, (3)
favorece la diligencia de los empleados y (4) ayuda al desarrollo
de una industria a a gran escala. Todos estos argumentos en favor
del librecambio son de caracteres esencialmente dinámicos
y continuadores en gran medida del análisis de J.S. Mill.
No obstante, esta línea de investigación en el campo del comercio
internacional no será retomada a nivel teórico
hasta después de la segunda guerra mundial, cuando
arrecian las críticas heterodoxas al carácter
estático y ahistórico de la economía
neoclásica.

Conclusión

Según las teorías
del librecambismo revisadas en este trabajo de
investigación podemos sintetizar que con el transcurso de
los tiempos las corrientes filosóficas fueron dando
respuestas a los problemas
sociales y económicos a través de grandes
pensadores, con teorías lógicas y convincentes para
impulsar la riqueza y el poder estatal al tiempo que promueve las
empresas privada a organizar su economía y
producción guiándose por estas teorías para
la elaboración de sus productos para el mercado local, y
también tener una información convincente del por que buscar
el mercado internacional. (Para que su producto no se
sature en el mercado local).

Lo bueno sería que nuestro estado se interesara
en estas teorías para progresar en la economía
nacional y poder invertir en nuestro país nosotros
mismos.

Bibliografía

Martínez Sánchez, J. Manuel. ACERCA DE
LAS TEORÍAS DEL COMERCIO INTERNACIONAL disponible
en

Sotelo, Ricardo "Economía internacional".
Edición: 1 Edición – Lima
"Enciclopedia practica de economía".Director Editorial:
Virgilio Ortega. Edición: Ediciones Orbis S.A. 1985
Francisco Mocua. "Principios y aplicaciones". Edición:
Mc.Graw Hill, 2da Edición, 1998

Artículo de Internet.
http://www.aulafacil.com/marketinginternacional/Lecc-1i.htm

 

Adriana Deligdisch

Carlos Dacoud

Paraguay

2007

Partes: 1, 2
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