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Curso de lingüística general




Enviado por Christian Lago



Partes: 1, 2

    1. Naturaleza del signo
      lingüístico
    2. Primer principio: lo arbitrario
      del signo
    3. Segundo
      principio: carácter lineal del
      significante
    4. Clases
      de significado
    5. Características
      del signo lingüístico
    6. Relaciones entre el
      significado y el significante
    7. Inmutabilidad y
      mutabilidad del signo
    8. Ley
      sincrónica y ley diacrónica
    9. Consecuencias de la
      confusión de lo sincrónico y de lo
      diacrónico
    10. Conclusiones
    11. Bibliografía

    INTRODUCCIÓN

    A lo largo de nuestra vida, hemos utilizado una
    diversidad de signos, que
    están presentes en todos los lugares en que podamos estar.
    Dichos signos nos ayudan a comprender nuestro entorno, es por
    ello que el siguiente trabajo
    monográfico está basado en el estudio de los
    signos, principalmente en los signos lingüísticos,
    del cual estudiaremos su estructura.

    Los signos lingüísticos comprenden los
    conceptos de significado (concepto) y de
    significante (imagen
    acústica), de los cuales estudiaremos sus
    características y daremos a conocer los tipos que existen;
    y todo lo necesario para entenderlos.

    Por ello decimos que el signo lingüístico
    une no una cosa y un nombre, sino un concepto y una imagen
    acústica. Es así que en el presente trabajo
    expondremos los principios del
    significado y el significante, luego presentaremos la
    inmutabilidad y mutabilidad del signo y también
    presentaremos las leyes
    sincrónica y diacrónica. Finalmente daremos algunas
    conclusiones del trabajo.

    MARCO
    TEÓRICO

    1. NATURALEZA DEL
    SIGNO LINGÜÍSTICO

    SIGNO, SIGNIFICADO, SIGNIFICANTE

    El signo lingüístico une no una cosa y un
    nombre, sino un concepto y una imagen acústica. Esta
    última no es el sonido material,
    sino la psíquica de ese sonido, la representación
    que de él nos da el testimonio de nuestros sentidos; esa
    representación es sensorial. El carácter físico de nuestras imágenes
    acústicas aparece claramente cuando observamos nuestro
    propio lenguaje. Sin
    mover los labios ni la lengua,
    podemos hablarnos a nosotros mismos o recitarnos mentalmente un
    poema.

    El signo lingüístico es por tanto una
    entidad psíquica de dos caras, que puede ser representada
    por la figura: Estos dos elementos están
    íntimamente unidos y se requieren
    recíprocamente.

    Busquemos el sentido de la palabra latina arbor o
    la palabra por la que el latín designa el concepto
    «árbol», es evidente que sólo las
    comparaciones consagradas por la lengua nos parecen conformes con
    la realidad, y descartamos cualquier otra que pueda
    imaginarse.

    Esta definición plantea una importante
    cuestión de terminología. Llamamos signo a
    la combinación del concepto y de la imagen
    acústica: pero en el uso corriente este término
    designa, generalmente, a la imagen acústica sola, por
    ejemplo, una palabra (arbor, etc.). Se olvida que si
    arbor es llamado signo, es sólo porque lleva en
    sí el concepto «árbol», de tal suerte
    que la idea de la parte sensorial implica la de la
    totalidad.

    La ambigüedad desaparecería si se designara
    a las tres nociones aquí presentes mediante nombres que se
    impliquen recíprocamente al tiempo que se
    oponen. Nosotros usaremos la palabra signo para designar
    la totalidad, y reemplazar concepto e imagen
    acústica respectivamente por significado y
    significante;
    estos últimos términos tienen la
    ventaja de señalar la oposición que les separa,
    bien entre sí, bien de la totalidad de que forman parte.
    En cuanto a signo, si nos contentamos con ese
    término es porque, al no sugerirnos la lengua usual
    ningún otro, no sabemos por cuál
    reemplazarlo.

    2. PRIMER
    PRINCIPIO: LO ARBITRARIO DEL SIGNO

    El lazo que une el significante al significado es
    arbitrario, o también, ya que por signo entendemos la
    totalidad resultante de la asociación de un significante a
    un significado, podemos decir más sencillamente: el
    signo lingüístico es arbitrario.

    Así, la idea de «soeur» [hermana] no
    está ligada por ninguna relación interior con la
    serie de sonidos s-ö-r que le sirve de significante;
    también podría estar representada por cualquier
    otra: prueba de ello: las diferencias entre las lenguas y la
    existencia misma de lenguas diferentes: el significado
    «boeuf» tiene por significante b-ö-f a un
    lado de la frontera y
    o-k-s (Ochs) al otro.

    El principio de lo arbitrario no es impugnado por nadie;
    pero con frecuencia es más fácil descubrir una
    verdad que asignarle el lugar que le corresponde. El principio
    enunciado más arriba domina toda la lingüística de la lengua; sus
    consecuencias son innumerables. Cierto que no todas aparecen al
    primer golpe de vista con la misma evidencia; sólo se las
    descubre tras muchas vueltas, y con ellas la importancia
    primordial del principio.

    Se ha empleado la palabra símbolo para
    designar el signo lingüístico, o más
    exactamente lo que nosotros llamamos el significante. Hay
    inconvenientes para admitirlo, debido precisamente a nuestro
    primer principio. Lo característico del símbolo es
    no ser nunca completamente arbitrario; no está
    vacío, hay un rudimento de lazo natural entre el
    significante y el significado.

    El símbolo de la justicia, la
    balanza, podría ser reemplazado por cualquier otro, por un
    carro, por ejemplo. La palabra arbitrario exige
    también una observación. No debe dar idea de que el
    significante depende de la libre elección del sujeto
    hablante; queremos decir que es inmotivado, es decir,
    arbitrario en relación al significado, con el que no tiene
    ningún vínculo natural en la
    realidad.

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