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La misión del hombre actual (página 2)



Partes: 1, 2, 3, 4

1.
El hombre se
olvidó de sí mismo y se volcó a conquistar
el mundo exterior.

El tiempo se ha
detenido. La humanidad en su conjunto quiere dejar el
egoísmo milenario que la ha caracterizado y, sin
apasionamiento alguno, desea reflexionar sobre todo aquello que
más le convenga al hombre como
especie y como ser. El proceso para
llegar a este punto crucial ha sido tortuoso y difícil,
millones de seres humanos han perecido víctimas de su
propia intolerancia o de la de otros. Cuando el hombre por fin
parece que ha madurado, y ha constatado que con la violencia y
la guerra no
logra nada, decide detenerse a reflexionar; hoy está
dispuesto a repensar la historia de la humanidad
que en su diario transcurrir ha dejado sembrado de
cadáveres los campos y ciudades del mundo. Los males que
la humanidad ha padecido, han sido más fruto de su loco
proceder que de la fatalidad histórica. Concierne al
hombre de hoy ubicarse existencialmente, con sus fortalezas y
carencias, asumir el destino histórico que le
corresponde, como es empezar a construir una nueva familia, una
nueva sociedad, un
nuevo hombre que responda a su genuina autenticidad y se le
valore por lo que de verdad es y no por lo que alguien se
imaginó que podría o debería ser o llegar
a ser.

La compleja y confusa historia de la humanidad,
sólo ha dejado perdedores, ha dejado oprimidos y
opresores, explotados y explotadores, ricos y pobres,
satisfechos y hambrientos, poseedores y desposeídos,
alienadores y alienados, hombres con "dignidad"
humana y hombres sin dignidad, pero al fin y al cabo solo
existen perdedores, perdedores porque el otro, el hermano, el
que está al lado carece de todo, y con su presencia
silente cuestiona la encumbrada humanidad de las élites
políticas, económicas, sociales,
culturales y religiosas. La historia de la cultura de
la humanidad está plagada de errores y de
egoísmo. Los sistemas
económicos, sociales, políticos y religiosos han
obedecido más a intereses oscuros que a servir de faros
para esta humanidad confundida y extraviada. Si fuera lo
contrario, seguro que yo
no estuviera escribiendo estas letras. Los críticos de
diferentes disciplinas, no han llegado al consenso de
qué tiene más validez, si los escritos que
agradan a muchos o aquellos que a no pocos molestan. No me
atrevo a atribuirme ninguno de los dos méritos, porque
si intentara hacerlo caería en el limbo del dilema. No
han sido pocas las disyuntivas existenciales que el hombre ha
tenido que afrontar. Siempre una porción de la humanidad
se embarca en tal o cual proyecto, de
manera errónea o equivocada. La gloria de unos pocos
países se ve opacada por la miseria de la gran
mayoría. La ciencia y
la técnica se han desarrollado hasta niveles
fantásticos y no por eso la humanidad más
vulnerable ha dejado de sufrir. Este hombre carece de buena
memoria, olvida
fácilmente la experiencia de tiempos pasados y vuelve a
caer en los mismos errores. Donde se construyeron grandes
imperios, con el sudor y la miseria de los pobres, las ruinas
imponentes son testigos del absurdo de dicho proceder. Los
grandes países que hoy se ven florecientes, lo son a
costa de los más pobres y miserables del planeta. El
sistema
económico capitalista es un monstruo insatisfecho que
devora a sus más fieles súbditos y
terminará por devorarse a sí mismo. La
motivación que guía, impulsa y mueve al mundo
pareciera ser el deseo de poder, el
poder para aplastar al otro; en fin, los grandes pensadores no
se han puesto de acuerdo al respecto.

Las desigualdades de todo orden, que reinan en el
mundo, hacen que la humanidad no haya progresado, los
efímeros logros que ha alcanzado no compensan los
grandes esfuerzos y sacrificios que se han hecho,
especialmente, en vidas humanas. Para nadie es un secreto que,
hoy por hoy, la humanidad se encuentra desorientada, que
quienes se hacen llamar líderes no están en
capacidad de lograr un consenso en como dirigir los destinos
del planeta. Los sistemas políticos, como por ejemplo la
democracia,
se quedan cortos en la solución de los problemas
elementales, como es, lograr una vida digna para todos, pues
dicho sistema está de parapeto de algo que en principio
es injusto por naturaleza,
como es el sistema económico capitalista y sus
variantes.

Las estructuras
escatológicas que han guiado a la humanidad, lo que han
hecho entre otras cosas es confundir más al hombre,
porque, de una u otra forma, asumen una concepción
parcial o desfigurada del hombre, que ha justificado
injusticias irremediables y perdurables. La humanidad, durante
mucho tiempo, ha aparecido como resignada ante tantas visiones
inapropiadas de ver el mundo, la sociedad y el hombre. Por
épocas muy largas, el hombre se ha sumido en un sopor,
un dopaje que le hace olvidar lo grande que es. Por
épocas parece que los fatalistas tuvieran razón
sobre el destino de la raza humana, en el sentido de que es una
especie condenada irremediablemente a la
extinción.

Cuando un pueblo dedica gran parte de sus esfuerzos a
la producción de armas, en lugar
de saciar el hambre de millones de seres humanos en el mundo,
no sabemos como catalogarlo, si como demente o como irracional.
La superproducción de armas, ciencia y
tecnología, la explotación irracional de los
recursos
renovables ha puesto al planeta al borde del colapso. La
desaparición progresiva de innumerables especies de
flora y fauna, el
deterioro sistemático de ecosistemas,
la tala indiscriminada de millones de hectáreas de
bosques, hace que la vida y la especie humana en este planeta
esté en peligro. A lo anterior, se suma el exceso de
contaminación en todos los niveles, pues
crea situaciones de máximo riesgo y
consecuencias incontrolables.

El sistema capitalista, en su loca carrera contra el
tiempo, ha hecho que se saqueen los recursos
naturales y en su afán de lucro, usura y opulencia
ha arrasado continentes enteros junto con todo lo que
contienen. La avaricia, la ambición y el deseo de
acumulación de bienes,
más de los que realmente necesita en su diario vivir, ha
hecho del hombre un ser insatisfecho consigo mismo, con
más ansias de poder y dominio que en
todas las épocas anteriores, pero su vida sigue siendo
aún más miserable, porque este hombre en su loco
frenesí hace rato que confundió el ser con el
tener, y se ha dedicado a acumular y arrebatarle a los
demás mucho más de lo que humanamente necesita
para vivir. En los últimos siglos, lo que más ha
empeorado la situación del hombre en el mundo es su
inhumanidad creciente y permanente. El sistema económico
ha venido primando sobre las instituciones sociales y políticas, hasta
tal punto que ningún cambio se da
si no está en función
de la marcha de la economía. Los
ideales más sublimes de la humanidad se dejan de lado si
riñen con la acumulación de riquezas o va en
contra de los dogmas del post-capitalismo.
La filosofía del goce, del disfrute, del libertinaje y
en pocas palabras el hedonismo reinante, ha corrompido hasta
los tuétanos absolutamente todo. El hombre de hoy es un
simple títere de una sociedad de consumo
acéfala, ciega y que todo lo infecta, lo inunda y lo
devora. A comienzos de este siglo XXI, podemos afirmar, que lo
que más se ha desfigurado y no se ha perfeccionado ni
evolucionado son los grandes sistemas religiosos, pues para
nadie es un secreto que dichos credos o dogmas religiosos,
perduran en el inconsciente colectivo y han determinado todo
cuanto nos atañe en el día de hoy. La influencia
que han ejercido los grandes sistemas religiosos nadie la puede
negar. Históricamente, está comprobado que hubo
épocas que no se caía la hoja de un árbol
sin el visto bueno de los líderes religiosos. Es cierto
que la caótica situación por la que atraviesa el
mundo ameritaría un diagnóstico exhaustivo, pero este
diagnóstico es casi imposible de realizar por lo
complejo de la situación, no obstante, alguien se
atrevería a hacerlo, pero de antemano dicho proceso
estaría viciado, pues se efectuaría desde un
enfoque específico y por ende, recortado o parcializado.
Me atrevo a decir, que existe un consenso y es este: la
compleja problemática que padece la humanidad de hoy es
un hecho. Las soluciones
propuestas son tan numerosas e incompletas como pensadores se
ocupan de ello.

Humanamente, está demostrado que la virtud de
la humildad es más invocada que practicada, y la
ley de la
imposición ronda inexorable por todas las latitudes. El
hombre actual, con sus respectivas edades, no promete cambio
alguno: por ejemplo, las personas maduras están
preocupadas por mantener su status quo, los niños
y los adultos mayores no cuentan, y la promesa que debiera ser
la juventud, no
aporta nada porque está inmersa en la vanidad, la
diversión y la absoluta indiferencia. Pareciera ser que
algo tan importante y crucial como es buscarle salida a esta
caótica situación no fuera responsabilidad o competencia de
todos. Para nadie es un misterio que las grandes decisiones
sobre el destino del mundo siempre las han tomado unos pocos
"iluminados". En el régimen político de la
democracia con sus virtudes y defectos promete mucho a los
pueblos de la tierra
pero, a la hora de la verdad, todo se queda en el papel,
concretamente en las sociedades
catalogadas como subdesarrolladas. Dicho régimen es
defendido sin vacilación por la inmensa mayoría.
Hay que tener en cuenta que este sistema ha sido superpuesto
sobre estructuras sociales y económicas, que en un
momento dado de la historia se quisieron cambiar pero que a la
fecha siguen intactas con otros nombres y los mismos modus
operandi. Es así, que la injusticia institucionalizada
y, especialmente, la injusticia social reina campante y sonante
en todas partes. La ciencia y la
tecnología que han avanzado hasta niveles
nunca vistos no benefician a la gran mayoría de la
humanidad, concretamente la medicina, ya
que enfermedades
y epidemias de siglos pasados, y que ya se les ha encontrado
cura, siguen haciendo estragos en la humanidad, sobre todo
entre las naciones más pobres. El abismo que separa los
países ricos de los países pobres es
infranqueable y la ventaja que en todo aspecto tienen los
países desarrollados sobre los subdesarrollados es
inalcanzable. El crimen de la deuda externa
contraída por los países subdesarrollados es
impagable y está estrangulando las débiles
economías tercermundistas. Complementando las ideas
anteriores, podemos afirmar que, hoy existe más que
nunca un neocolonialismo en todos los órdenes, presente
y actuante en los países del orbe, especialmente, en el
tercer mundo. La filantropía ha sido
prácticamente extirpada del corazón
del hombre, en cambio, hoy reina la famosa, triste y
célebre sentencia hobbiana " el hombre es un lobo para
el hombre".

El hombre, en su insaciable búsqueda de la
felicidad, lo que a veces ha logrado es ser víctima o
victimario. La felicidad para el hombre y su búsqueda es
un proyecto existencial y vigente. Pero ese hombre, desde la
época de los griegos, se olvidó de sí
mismo y se volcó a conquistar el mundo exterior,
creyendo que poseyéndolo todo iba a ser más
feliz. Es así, que la humanidad ha tratado de avanzar
hacia su perfección, perfección o ideales que en
términos reales no lo son. Los paradigmas
que existieron y aún perduran, responden a una
concepción distorsionada del hombre y que
querámoslo o no, ha embarcado a la humanidad en
catástrofes impresionantes, como la opresión de
unos pueblos contra otros, el hambre, la ignorancia, las
enfermedades, el tráfico de esclavos, y, hoy los
modernos esclavos llamados obreros o asalariados.

Los totalitarismos de toda índole, ya sea
económicos, políticos, sociales y religiosos han
estado al
orden del día, y no han hecho sino confundir más
al hombre y dejarle a la humanidad heridas incurables.
Pareciera, que el último totalitarismo que está
de moda es la
democracia, cuando al servicio del
gran capital se
impone sin misericordia y con todo el poder que da la
superioridad armamentista sobre pueblos cuya tradición
no ha sido propiamente el sistema
democrático.

El deambular de la humanidad, de un lado para otro,
está determinado por las modas o tendencias. La sociedad
de consumo tan presente y tan actuante en el mundo de hoy, como
simbiosis de presupuestos
capitalistas, ha hecho de la vida del hombre un mercado que
se vende al mejor postor y cambia como se modifica el clima o el
ambiente en
las latitudes donde existen las estaciones. La verdad y la
mentira se han confundido en una sola realidad que el
relativismo ético-moral campea
orondo por todos los lados. Los medios
masivos de comunicación
social condicionan la manera de pensar, sentir y vivir, con
modelos
huecos y extraños, que en nada favorecen el crecimiento
personal y el
perfeccionamiento del hombre.

Cuando los griegos trataron de conocer el hombre,
algunos conceptuaron que el fin del hombre era la felicidad,
pero ese hombre, en un momento de la historia, empieza a
identificarla con algo o a buscar la felicidad de manera
errónea. Ya que la naturaleza no ha puesto ningún
límite al perfeccionamiento de las facultades humanas,
la perfectibilidad del hombre es infinita. Pero esa evolución
del hombre hacia la perfección no ha sido
proporcional en todos los campos o dimensiones relativos al
hombre. El hombre, hace mucho tiempo, se volcó a
conquistar el mundo exterior mediante la ciencia y la
técnica, y se olvidó de sí mismo. Se
fijó fines extraños y deshumanizantes. Hace mucho
tiempo confundió el ser con el tener y el parecer, es
decir, el ser con las apariencias; avance cultural y progreso
con acumular, conquistar y destruir. En ese proceso de la
humanidad llamado historia, la humanidad no ha avanzado, al
contrario: marcha hacia el caos, marcha hacia la
autodestrucción. Los líderes del mundo de las
naciones poderosas piensan y creen que los grandes conflictos
que existen en la actualidad se les ha de dar el mismo
tratamiento de siempre, de la misma manera que
históricamente se ha enfrentado dicha situación.
Probado está, que tales soluciones no han sido las
más adecuadas, pues si eso fuera verdad dichos problemas
ya se hubieran erradicado definitivamente desde hace mucho
tiempo.

A comienzos de este siglo XXI, ir en contra de la
democracia es un suicidio, pues
la democracia está de moda. No pretendo impugnar la
democracia, sino enunciar algunos de sus defectos más
escandalosos. Comencemos por decir que la democracia es
incompleta hasta que el 80% del pueblo no participe en los
procesos
democráticos. La democracia no significa nada para quien
no posee nada, está desempleado, sufre de enfermedades y
de hambre, es analfabeta, alienado, excluido en una sociedad
excluyente. Un sistema económico, cuyo dios es el dinero,
es partidario de la democracia mientras que ésta trabaje
para él. La verdadera democracia es directamente
proporcional al nivel de vida de un pueblo. La verdadera
democracia es directamente proporcional al nivel cultural y
progreso de un pueblo. Decíamos anteriormente, que para
un hombre desposeído, ignorado, excluido en toda su
vida, la democracia o los valores
democráticos no pasan de ser una falacia, una vil
mentira, un cuento para
engañar incautos, una estrategia
diseñada y llevada a cabo por las élites
económico-políticas, sociales, culturales y
religiosas para mantener un status quo, que beneficia a unos
pocos y mantiene en toda clase de
miseria a la inmensa mayoría. Miseria que no la podemos
reducir a la simple ausencia de pertenencias o propiedad
privada, miseria en todo el sentido de la palabra y,
especialmente, una de las más crueles: la ausencia de
sueños. Muchedumbres hambrientas de valoración,
de reconocimiento, de educación, de cultura, de un buen nombre,
de ser tenidos en cuenta no sólo a la hora de votar. Las
vicisitudes por las que atraviesa la gran masa de la población a nivel mundial son tan
escalofriantes como los relatos más descarnados que hace
Dante de su legendario infierno. La pobreza, el
hambre, el analfabetismo y las enfermedades son los
crímenes más viles que esta "humanidad" desalmada
se ha acostumbrado a observar y cometer. Los pobres de la
tierra no
tienen dolientes y los medios de
comunicación social hacen excelentemente bien su
trabajo,
como: vender ideas extrañas, modelos foráneos,
decirle a la inmensa población que todo está
bien, para que sus amos sigan viviendo como reyes, como
emperadores.

La profesión de periodista, tan sublime y noble
en sus principios, la
encarnan casi sin excepción seres que olvidan su genuina
misión,
y está integrada por mercenarios que se venden por una
cucharada de lentejas, se conforman con co-existir en la
opulencia, en la abundancia de las migajas que le botan los
epulones poderosos de los gremios políticos y
económicos que, tras bambalinas detentan el
auténtico poder. Dichos comunicadores sociales, profetas
y apologistas del statu quo, serviles por naturaleza,
informadores por oficio, moldeadores y manipuladores de la
conciencia
ciudadana, según el decálogo del sistema
capitalista y de la "todopoderosa sociedad de consumo" Las
anteriores afirmaciones pueden parecer falsas o fuera de la
realidad, pero amigo lector, Ud. que no come entero,
hágase esta pregunta y se la responde honestamente:
¿a quiénes pertenecen los grandes medios de
comunicación social como la
televisión, la radio y la
gran prensa?

Para terminar este aparte introduzco la siguiente
apreciación: el oficio y función de los
periodistas de ahora, y por ende, de la prensa es igual o
más completa que lo que hacían los grandes
pensadores u hombres de ciencia en y a finales de la edad media,
es decir, lo que llegó a llamarse el "despotismo
ilustrado". Enunciado de otra manera. La función que
cumplen los medios masivos de alienación mental es al
poder económico-político-social-cultural y
religioso de hoy como el que cumplía lo que en aquella
época llegó a denominarse despotismo ilustrado,
es decir, personas de gran prestigio que ensalzaban el dominio
económico-político-social-cultural y religioso,
de sacerdotes, obispos, papas, nobles, reyes y emperadores.
Cuando no es así, en Colombia por
ejemplo, los periodistas son silenciados o
asesinados.

Es al pueblo, y a nadie más que al pueblo, a
quien le corresponde reaccionar, pero los domesticadores se han
percatado muy bien de que las águilas domesticadas, no
se den cuenta, jamás que son águilas.

El proceso de descubrimiento, conquista y periodo
colonial, que sufrieron gran parte de los continentes, a
excepción de Europa,
dejó secuelas y heridas incurables de las cuales no se
han recuperado estas latitudes. El proceso y movimiento
emancipador posterior para alcanzar la independencia
política de los pueblos que dependían de las
metrópolis Europeas no llenó las expectativas
creadas y su situación siguió
prácticamente igual, y en muchos casos peor, que
después de alcanzado dicho objetivo.
Las democracias burguesas que instalaron los libertadores o la
clase política criolla sigue siendo un remedo
de la democracia. Razón, y de sobra, tenía el
libertador Simón Bolívar cuando en el ocaso de su gloria
terrenal exclamó "he arado en el mar", cuando vio que su
magna obra libertaria se eclipsaba bajo el peso de la dura
realidad, como era en aquella época la lucha de los
partidos por el poder, olvidándose del pueblo, para y
por el cual se había luchado. La historia, en el caso de
Latinoamérica, durante los siglos XIX y
XX, fue de revoluciones y contrarrevoluciones, y de
fenómenos de neocolonialismo que han estrangulado su
economía y sumido en la miseria a la gran masa de la
población, países asfixiados por una deuda
externa monstruosa y una corrupción incontrolable. Las demandas
sociales de millones de seres no han sido satisfechas y su
nivel de vida es tan bajo como en la edad media
europea.

En Latinoamérica, después del proceso
libertador, lo único que cambió fue la
élite gobernante: en época de la colonia los
reyes mandaban desde Europa con sus representantes en estas
tierras, después de la independencia mandaron los criollos o
élite criolla, gobernantes que, de una u otra forma,
hacen lo que le indique la potencia de
turno, luego, para el pueblo no cambió absolutamente
nada. La libertad no
significó, en el contexto real, un mejoramiento en el
sistema de vida, es decir, el colonialismo se prolongó
en el tiempo, incluso hasta nuestros días,
situación que ha ido empeorando, pues lo que se pretende
hacer desde el punto de vista socio-político, es
condicionado y determinado por las connotaciones de carácter económico o de
recursos.

Los países del tercer mundo siguen sufriendo el
peso de una historia de privaciones y atropellos de toda
índole, lo que antes era el fenómeno del esclavismo, a
manera de ejemplo, ahora es el de los asalariados u obreros,
con salarios de
miseria o lo que es más cruel, sufriendo la epidemia del
desempleo.
Las reformas sociales y económicas no se han dado, la
concentración del 90% de los recursos disponibles en
menos de un 10% de la población, la pobreza
absoluta alrededor del 60% de la población, hace que el
llamado tercer mundo pareciera condenado por siempre a vivir en
una eterna frustración. El atraso de los países
del tercer mundo respecto de los países del llamado
primer mundo, puede ser desde el punto de vista
cronológico entre 80 y 120 años. El saqueo de
toda clase de recursos naturales renovables y no renovables de
que han sido objeto los países del tercer mundo,
especialmente Latinoamérica, no ha parado desde 1492.
Fue con los minerales
preciosos robados a Latinoamérica que se financió
el desarrollo
del capitalismo moderno naciente en Europa, situación
ésta que no ha sido reconocida ni por los victimarios ni
por las víctimas. Es tanta la obnubilación a que
nos ha sometido el primer mundo, que nos ufanamos y somos
felices con nuestra miseria, atraso cultural y realidad en
general. La humanidad y, especialmente, el primer mundo, que
impávido ve sufrir al resto, no se percata que entre
más hombres hayan insatisfechos en el planeta,
más inhumanos son ellos, y en ese orden de ideas, al
final no habrá ganadores y perdedores, solamente
perdedores.

El sistema capitalista, como opción
única y excluyente, amplía a diario la brecha
entre ricos y pobres. Los sistemas sociales y políticos
están al servicio del gran capital o sistema
económico. Las relaciones de los medios de
producción condicionan los procesos sociales, las
normas y el
funcionamiento de las instituciones. No se da ningún
cambio a nivel social o político si no le conviene al
sistema económico, si dicho cambio no garantiza la
expansión del gran capital está condenado al
fracaso. Pues la actividad económica ha influido y
determinado tanto la vida del hombre que ni siquiera la
dimensión religiosa ha escapado a su corrupta
influencia. Los sistemas religiosos actuales están
condicionados por el aspecto económico y, paralelo a su
misión trascendente de iluminar la vida del hombre a
través de la historia, se han convertido en un negocio
más, en un gran negocio, mucho más ahora que en
otros tiempos. Concretamente, el caso del cristianismo
en cualquiera de sus vertientes, se comporta como un lucrativo
negocio, casi sin excepción; de pronto con más
énfasis, en las iglesias que surgen a partir de la
reforma protestante.

Anteriormente mencionaba, que la humanidad de ahora
está inmersa en el sistema capitalista, o lo que es lo
mismo: el sistema capitalista ha influenciado todos los
aspectos de la vida del hombre, especialmente, al hombre de
hoy, ya que su estrategia metodológica o punta de lanza
es la sociedad de consumo, que hace que todo gire alrededor de
sus principios y postulados. La sociedad de consumo influye en
todo, cosa que no lograría, si no existiera la actual
filosofía de la vida que está de moda como es el
hedonismo: es decir, "la búsqueda del placer por el
placer" que es lo que se respira en cualquier parte del mundo.
Es así que, la sociedad de consumo, auspiciada por el
gran capitalismo, adopta el hedonismo como su estrategia de
penetración y acción, seduciendo, especialmente, a
niños y jóvenes, no con lo que a ellos les
conviene, sino para hacerlos consumidores autómatas,
condicionados, que no piensen y para quienes sus ideales
están determinados por dicha sociedad de consumo; a
partir de ahí, respaldada por un materialismo
científico presente en la ciencia y la técnica,
que ha convertido al hedonismo en filosofía de la vida
para todos los hombres, especialmente, para los jóvenes
que sedientos de placer, distracción y entretenimiento
son sus víctimas predilectas a través de las
modas, la música,
el sexo,
las drogas y
el alcohol,
sumiéndolos en el fenómeno del consumismo,
pensando y decidiendo por ellos. Es así, que los
jóvenes se convierten para la sociedad de consumo en la
población más vulnerable y más
fácil de manipular a partir de sus propios sentidos. Lo
anterior, no sería grave, si no fuera porque es la
niñez y la juventud la esperanza del futuro, un futuro
que es ahora, porque en el mundo de hoy sucede así,
pareciera que el tiempo y el espacio en su relatividad se
contrajeran, es decir, el tiempo transcurre
sicológicamente muy rápido; luego, es la juventud
la predestinada, la elegida, por la fuerza de
las circunstancias, en el mundo de hoy, aunque sea un
pequeño segmento de esa juventud que piense, reaccione y
se decida a actuar para colocar coto a la compleja
situación que padece el mundo actual, pues es en ella
donde radica el potencial cambio que la humanidad necesita.
Teniendo en cuenta que, el sistema capitalista y el
constitucionalismo demoliberal se han convertido en
totalitarismos, a estos sistemas no les interesa en lo
más mínimo que alguien piense y menos que sea
capaz de cuestionar sus principios y postulados; ya en lo que
va de historia, desde que tales modelos existen, han sumido a
la humanidad en la miseria, en función de la opulencia
de unos pocos.

No podemos reducir la función y la influencia
de la sociedad de consumo a través de los medios masivos
de alienación mental sólo a los jóvenes,
también, esta sociedad de consumo manipula la manera de
pensar y actuar de la población en general, de los
niños y amas de casa, que valiéndose de los
medios de comunicación, especialmente, de la televisión, se mete con violencia en
todos los hogares y cambia costumbres, valores,
hábitos, sueños.

La educación, que debiera ser un medio para que
el desarrollo y progreso llegara a todos los hombres, se ha
convertido en un privilegio y en un lucrativo negocio. La
educación de hoy es la mejor manera de reproducir un
sistema que beneficia a unos pocos con el sacrificio de las
inmensas mayorías, pues es auspiciada por el sistema
capitalista, que se preocupa por reproducirse él mismo,
y todo ha de estar en función de él. La
educación actual, como la conocemos, que debiera ser la
oportunidad de generar y afianzar un potencial cambio a favor
de la mayoría de los hombres, no es posible. Lo que
logra la educación actual es, en términos
generales, crear mano de obra barata. Si lo anterior no se
cumple, el sistema económico se encarga de que los
medios masivos de alienación mental desestimulen
aquellos deseos de cambio y que se refuerce el status quo del
sistema dominante. Según lo anterior, no se vislumbra un
cambio, un nuevo derrotero, porque es demasiado arriesgado ir
en contra de la corriente, y a pesar de la inconformidad
reinante, nadie se atreve a cuestionar el sistema en
mención, y aunque existen muchas personas inquietas y
preparadas para hacerlo, prefieren adaptarse y "disfrutar" la
vida.

La despersonalización, que facilita la
masificación, ha caracterizado el trasegar de la
humanidad a través de la historia, y han existido
evoluciones e involuciones en tal sentido. El hombre,
querámoslo o no, no ha dejado de ser victima o
victimario, de toda clase de injusticia, en el transcurrir de
su existencia sobre este planeta. Cuando existen los caudillos,
también existen los acaudillados. La
despersonalización ha reinado por siempre sobre la
tierra. ¿O será que no ha existido? Entonces:
¿de donde salen los ejércitos que marchan
estoicamente hacia la muerte?
¿Cuál es la razón que los hace masas
"disciplinadas", que obedecen ciegamente a un jefe para atentar
contra la humanidad? El obrero, el empleado, el desempleado, la
secretaria, la prostituta, por mencionar algunos estamentos
¿Será que son lo que quieren ser, o han llegado
hasta ahí expulsados por una dinámica histórica, producto de
un sistema económico injusto, que por naturaleza no
valora al hombre y es completamente
despersonalizante?

En el siglo XXI, surgen nuevos paradigmas. La
tecnología de punta aparece todos los días y la
actualización en este aspecto es indispensable. El
atraso educativo-cultural, el progreso-desarrollo, tiene nuevos
ingredientes. Al clásico analfabeta, que hasta la fecha
no sabía leer ni escribir, ahora se le ha de sumar
aquellos que escribiendo no escriben, leyendo no leen, y los
que no manejan tecnología como el computador e
internet;
situación que agranda el abismo entre los países
ricos y pobres y, por ende, el subdesarrollo será más marcado y
la superación del mismo será casi un imposible
metafísico. El avance
científico-tecnológico ha transformado la vida de
millones de seres, lo que antes era, ya no es, la robótica aún en
experimentación parece que será una de las
técnicas que cambiará mucho
más la forma de vida de las personas, especialmente,
cuando a ciencia cierta no hay alternativa actitudinal frente a
la ciencia y la técnica. El avance científico es
inexorable y los relegados serán los mismos, la brecha
entre países ricos y pobres, desarrollados y
subdesarrollados, será, valga la comparación,
más amplia que la era de la máquina y la edad de
piedra. Sin embargo, no podemos ser tan pesimistas al respecto,
ya que si las partes involucradas quieren reducir esta brecha,
se puede llevar a cabo, haciendo uso de la tecnología y
los recursos que en este momento están en pocas manos,
pero para esto se requiere eso sí, una nueva actitud, una
nueva filosofía, una férrea voluntad
política para hacerlo basándose en estudios y
proyectos
viables que existen alrededor del mundo y son ejemplos a seguir
por parte de quienes manejan los hilos del poder y capacitando
científica-tecnológicamente a las sociedades
objeto de estos beneficios. Una razón de peso para la
conveniencia del proceso anterior es que, a mayor cantidad de
personas satisfechas, más justas y más estables
serán las sociedades respectivas, teniendo presente de
antemano, que la situación tal como está ahora,
se caracteriza por una inestabilidad institucional que
prácticamente amenaza todo el orden existente,
especialmente, por el fenómeno de la distribución de recursos, ya que unos
pocos tienen más que suficiente y la gran mayoría
vive con el estómago vacío, y en la miseria que
los ha acompañado históricamente.

La sociedad de mercado tendrá que mostrar con
hechos sus supuestas bondades. La sociedad de mercado, como
última tendencia del post-capitalismo, no puede ser
diferente a las situaciones o realidades anteriores; sistema
que ha tenido éxito
en términos globales, es decir, que por su misma
naturaleza, favoreciendo a unos pocos privilegiados en
función de millones de seres en el mundo, que directa o
indirectamente trabajan para que un reducido número de
habitantes del planeta vivan en la abundancia. Sin ser
negativos, tendremos que esperar a que la sociedad de mercado
muestre un cambio en sus resultados definitivos, como es la
vida con dignidad para todos. El neo-capitalismo actual, no se
diferencia tanto del capitalismo del pasado inmediato. El deseo
de poder, de lucro permanente, los medios y fines que han
orientado su actividad económica, siguen teniendo
validez como principios y estrategias, en
cuanto han dado resultado para los dueños y
manipuladores del capital. El capitalismo siempre ha existido,
a veces pareciera que fuera de origen moderno, pero la verdad
es que algo tan perfecto en su dinámica de
acción, no puede haber tenido un origen tan reciente. Se
le ha criticado al capitalismo su naturaleza y los fines que lo
guían, sin embargo, es una realidad que no podemos
ignorar, no lo podemos reemplazar de un momento para otro, pues
su dinámica expansionista lo abarca todo. Lo que la
humanidad tiene que replantearse en este momento, es si sigue
permitiendo que el hombre y su vida estén al servicio
del capitalismo o que sea lo contrario. El hombre de hoy,
siguiendo el orden de ideas que hemos venido exponiendo, puede
hacer que dicho capitalismo se vuelva más humano, que se
haga más solidario, que no sea tan excluyente, que se
comparta la riqueza, que se socialicen los recursos, que los
márgenes de utilidad y
ganancia sean más justos y, humanamente hablando, se
beneficien más personas, para que exista más
consumo, más comodidad, mayor nivel de vida, y el hombre
sienta que la vida bien vale la pena vivirla.

En el mundo actual, para simplificar las cosas, se ha
llevado a la praxis
aquella sentencia de Protágoras que dice:

"El hombre es la medida de todas las cosas". Para unas
cosas sí, el hombre es la medida de todas las cosas,
pero para otras no. La humanidad ha sido hipócrita al
respecto. Siempre ha empleado diversos modos de ver al hombre.
Especialmente, para las élites políticas,
económicas y religiosas, cada vez que de una u otra
manera necesitan justificar su proceder, toman de las
corrientes filosóficas sobre el hombre, sólo
aquello que en ese momento necesitan. Si el hombre fuera
realmente la medida de todas las cosas, y el concepto o
visión sobre el hombre fuera adecuado, y a partir de
allí se hubiera construido la "civilización", la
humanidad sabría a qué atenerse. Pero ese hombre
menciona dicha filosofía, unas veces para justificar o
para defender puntos de vista según las circunstancias
y, otras, para atacar aquellas ideas o concepciones que le son
contrarias y, lo anterior, depende en gran parte de
quién detenta el poder en ese momento. Al hombre le ha
faltado humildad para reconocer que se ignora a sí mismo
y que, históricamente, ha evadido dicha responsabilidad,
muchas de las veces, matriculándose en totalitarismos,
que nada bueno le han dejado a la humanidad, y en otras, no
pensando en ello. Este hombre, a través de la historia,
ha sido condicionado para que no piense, ha preferido seguir
incondicionalmente a caudillos y líderes que, a veces,
con bondades en sus teorías (los grandes conquistadores de la
historia y la existencia efímera de sus respectivos
reinos e
imperios), pero que cuando llegan al poder y si las llevan a la
práctica dejan mucho que desear, pues en la
mayoría de los casos, la injusticia que querían
corregir se hace más insoportable; la pobreza, la
miseria, las enfermedades y la ignorancia que se querían
erradicar se hacen más inhumanas; el remedio es peor que
la enfermedad.

2.
La tierra es un ser vivo que garantiza nuestra
supervivencia.

En este intento de lanzar hipótesis sobre la misión del
hombre actual, he de enunciar unas cuantas ideas en cuanto al
planeta tierra se refiere. El planeta tierra es la vida, es
sinónimo de vida, es el hogar del hombre y es
aquí donde la humanidad encuentra la garantía de
su supervivencia. En forma irracional, el hombre no ha
procedido consecuentemente con esta realidad, al contrario, se
ha empeñado en explotar y sacar provecho egoísta
de los limitados recursos existentes, auspiciado por un sistema
económico que en la práctica no acepta límites
ni leyes de
ninguna especie.

Es por eso que se necesita una nueva visión de
la tierra, para lograr el rescate ecológico de ella.
Cuando se propagó la visión sobre el hombre, que
era el rey de la naturaleza, de la creación, se le dio,
al mismo tiempo, carta blanca
para que dispusiera de los limitados recursos de la tierra a su
antojo; en ese momento, ese hombre sentenció a muerte
nuestro planeta, con la expansión del capitalismo y, por
lo tanto, con la industrialización y todos los procesos
afines, en el tiempo y el espacio, a través de la
historia. Actuando según lo anterior, en este momento,
para nadie es un secreto, que hemos acabado con los bosques y
por ende, con las fuentes de
agua, hemos
contaminado todo, se ha abierto un inmenso hueco en la capa de
ozono, se ha generado lluvia ácida; la ONU avala el
informe de
más de cuatrocientos científicos de talla
mundial, según el cual, el calentamiento de la tierra va
en aumento y en diez años puede ocurrir una
catástrofe de consecuencias inconmensurables, para la
agricultura,
la flora y la fauna; el clima se ha enloquecido, los polos se
están descongelando y elevando nivel medio del mar, la
anterior situación ha de preocupar a la humanidad. Por
todo lo anterior y por fuerza de las circunstancias la
conciencia del hombre se está despertando frente a esta
situación y su sensibilidad al respecto va en aumento,
es por eso que ahora se abre paso la necesidad de rescatar
ecológicamente a la tierra, como el hogar que garantiza
nuestra supervivencia.

La visión sobre el hombre como rey de la
naturaleza y la visión que el hombre ha manejado sobre
la tierra como despensa inagotable, ya no pueden ser las mismas
en los dos casos. Si las anteriores visiones o concepciones,
nos tienen al borde del colapso o la extinción, las
nuevas visiones que aprehende el hombre, le han de permitir
replantear su papel en el mundo, re-interpretarse a sí
mismo, interpretar todo lo que le rodea desde una nueva
óptica; fijar nuevos derroteros,
replantear sus metas y objetivos a
corto, a mediano y largo plazo; dejar su egoísmo y
ambición sin límites que hasta ahora lo han
caracterizado, y tomar el rumbo que le permita sanear su propio
ser, curar la tierra, y avanzar confiado y sereno en la
búsqueda de su destino, pero con la conciencia tranquila
de que la fuente de todo recurso (la tierra) recibe un
tratamiento digno de su importancia, ya que es un
propósito unánime de toda la
humanidad.

Entre los correctivos que el hombre necesita hacer, es
de primordial importancia una nueva visión del hombre
sobre la tierra, ésta ha de ser vista como un ser
biológico. Sí, durante siglos, la tierra fue
vista como una despensa inagotable, como botín, como
tierra de nadie, en este momento, ese cambio de visión
es imperativo. Es cierto que, a inicios del siglo XXI, la
humanidad ha tomado conciencia del inmenso daño
que el hombre le ha causado al globo. Y, pesar de los golpes de
pecho, el deterioro del ambiente sigue. La
contaminación continúa, la deforestación no se detiene, la
desaparición permanente de especies de flora y fauna es
el pan de cada día, pues la antigua visión del
hombre sobre la tierra no ha cambiado, es decir, casi no se le
ve como es, como un ser biológico, como el único
recurso que tiene el hombre, que si desaparece este recurso, el
hombre desaparecerá con él, ya que la
supervivencia del hombre depende exclusivamente de la
conservación de los recursos renovables y no
renovables.

Por eso, es inaplazable un rescate para el medio
biológico y la biosfera. Si
el hombre no se conoce a sí mismo, mucho menos va a
conocer el medio que lo rodea y tampoco lo va a valorar y
cuidar como tal. Las concepciones que ha manejado el hombre y
lo han guiado en su quehacer histórico destructor, lo
han llevado a donde está en este momento: en peligro de
extinción. Ignorando, siempre, que su supervivencia ha
estado amenazada, pero nunca como en este momento.
Existía la concepción, que los recursos que
había en este planeta eran inagotables, pero un poco
tarde el hombre comprobó que no es así. Por
ejemplo, el agua potable
es limitada, el clima se ha descarrilado, la capa de ozono que
protege de la radiación solar tiene inmensos huecos.
Luego, es imperiosa la necesidad que los 6.000 millones de
seres humanos o más de este planeta, piensen de otra
manera respecto de todo, no solo en lo relacionado con la
tierra, sino en todas las dimensiones y concepciones, so pena
de extinguirse. Pues la superpoblación del planeta, hace
que los recursos naturales renovables y no renovables se
agoten, no tanto por la cantidad de bocas que hay que
alimentar, sino porque los recursos está mal
distribuidos y, además, la forma de explotación
no es la más adecuada, "cayendo en la
irracionalidad".

Es por eso que el hombre necesita aprender más
de la naturaleza y de los demás animales.
Concepciones sobre el hombre como aquella de que es el rey de
la creación le han hecho demasiado mal a la humanidad.
Consciente o inconscientemente, justificándose en ella,
el hombre ha exterminado la fauna y destruido la capa vegetal
de la tierra. El hombre, (¿único ser racional?),
requiere aprender más de otros animales como el castor,
las abejas, las termitas, los peces, los
primates; necesita aprender más de su milimétrica
organización, solidaridad,
laboriosidad, tenacidad, manual de
funciones, del trabajo por objetivos y en equipo, de
cumplir con el deber sin esperar recompensa, de hacer lo que se
tenga que hacer sin preguntar demasiado, de servir a los
demás sin querer con ello ser superior. Necesita
aprender más de la inutilidad de la violencia con sus
congéneres, de la manera de solucionar conflictos como
lo hacen algunos primates. Requiere aprender, que no es
conveniente acumular más de lo que necesita para
subsistir, que los demás también requieren
satisfacer sus necesidades y que cuando cada uno muere no se
lleva nada de este mundo. Es probable, que ese hombre necesite
recapacitar que esta vida es para vivirla y no para desvelarse
por cosas que no tienen demasiada importancia como los lujos,
las modas, las apariencias y la vanidad. Valdría la
pena, que se preocupara más por imitar a los animales y
no por imitar a un dios hecho a su imagen y
semejanza, fruto del egoísmo, la envidia, el odio y, en
sí, de las pasiones que tanto caracterizan al hombre de
hoy como de épocas pasadas.

3.
La religión da sentido a la vida del
hombre.

La vigencia de la religión. ¿Una sola
religión a nivel mundial?. Es probable la existencia de
una sola religión, pero… ¿Cuál?
¿Acaso los sistemas religiosos han cumplido con su
cometido a través de la historia? La religión por
perfecta que sea no puede hacer nada si el hombre como individuo no
cambia. De nada sirve que exista una sola religión si la
mente y el corazón del hombre siguen siendo los mismos.
Si partimos del hecho que hoy la adhesión religiosa es
un fenómeno protocolario, es un componente más
del entresijo social, es una liana más de la selva de
requisitos que debe reunir una persona para
estar al día en una sociedad para la que es muy
importante el qué dirán y la apariencia es una de
sus características fundamentales; donde la esencia de
la religión o su vivencia genuina no tiene la más
mínima importancia y al contrario, lo que existe es un
ateísmo práctico rampante. Cuando se dan diversas
situaciones y una de las más comunes es aquella de que
pertenecer a un credo religioso es cosa del pasado y algo
inaudito en una sociedad post-capitalista; sin embargo el
sistema capitalista y sus variantes, se han cuidado muy bien de
convertir cualquier aspecto o dimensión del hombre a su
incondicional servicio. La economía de mercado ha
invadido todo, ha contaminado todo, absolutamente todo. Tanto
es así, que ha creado su propia religión: la del
hedonismo reinante, que va más allá del simple
ateismo práctico. En otras palabras, son nuevas religiones y nuevos
cultos, especialmente lo último: modas, sexo,
música, drogas,
alcohol, vanidad y apariencia sin límites. Los
anteriores cultos son propios de la juventud; juventud que es
la víctima antes que seres conscientes y responsables de
su propia vida. Dicha juventud ha heredado la mediocridad, la
despersonalización y todo lo que la caracteriza de sus
mayores. Sus adorados padres, en un genuino deseo de hacerlos
felices, les han permitido rienda suelta a todos sus caprichos
y lo que han obtenido en la realidad es hacerlos desgraciados,
que persigan modas fatuas, ideales vacíos, espejismos
deslumbrantes, que se crean autosuficientes, les han agigantado
el ego, los han sobreprotegido, les han colocado una venda en
los ojos para que no se apersonen de su propia vida y se
ignoren totalmente en su auto-conocimiento
para que no sufran, y han hecho de ellos unos pobres seres
vacíos, los han convertido en zombis que deambulan de un
lugar a otro persiguiendo modas; viviendo de apariencias, de
ideales extraños, con una vida rara que no les
pertenece; son seres que en el fondo son niños,
así se crean muy grandes, pero incapaces de ver el
abismo que se abre ante sus pies el eterno infierno en el cual
vive la humanidad. Esta juventud de hoy, lejos está de
haberse levantado en medio de las dificultades y trabajos, con
esfuerzos y sacrificios como lo hicieron sus mayores, y esto ha
hecho que su personalidad
y carácter sea como la cera, pues no son capaces de
tener sus propias ideas, mucho menos enfocarse en una causa y
luchar por ella o defendiéndola para llevarla hasta el
final. La sociedad de consumo nos tiene muy bien domesticados y
el gran capitalismo (la gran bestia de que habla la Biblia),
está orondo por el trabajo y
misión que han cumplido los grandes medios de
alienación masiva o medios de comunicación
social. Es por eso que en este momento no se puede hablar de
una nueva o una sola religión, sencillamente, porque la
niñez y la juventud que son la esperanza, que son el
futuro, están perdidos y primero es necesario sacarlos
del sueño o letargo en que se encuentran, para que
enrumben sus vidas hacia la identidad y
personalización, en la búsqueda de la
perfección y realización personal que ha de
redundar en beneficio de toda la humanidad.

¿Se llegará a dar en un futuro cercano
una fusión
de religiones?
Apriorísticamente podemos decir que la religión
hoy por hoy existe entre otras cosas porque es un negocio; todo
en este mundo es negocio, es decir, el capitalismo está
presente en ellas, pues existen variantes del cristianismo que
son auténticas empresas
multinacionales, que tienen gran cantidad de bienes o
posesiones, algunas son dueñas del alma y los
bienes de todos sus fieles. Dicho sea de paso, que el fanatismo
está presente en estas religiones y por ende, la
intolerancia reina alimentada y aceitada en forma
sistemática por sus respectivos jerarcas o
líderes (que son los únicos ilustrados,
poseedores de la verdad, con servicio de teléfono privado y directo con el
Espíritu
Santo), y seguida por una inmensa masa despersonalizada de
borregos que raya en la más atávica ignorancia;
que a su vez justifica toda alienación y
explotación humana en nombre de la Divinidad.

El Ecumenismo, proclamado a mediados de la segunda
mitad del siglo XX, se ha quedado como todo en este mundo en
meras intenciones. A lo anterior se suma que desde el punto de
vista religioso, la humanidad no ha avanzado, es decir la
dimensión religiosa del hombre actual es igual a la del
hombre de hace 2000 años; este fenómeno es
explicable desde el punto de vista estratégico de los
grandes líderes religiosos, que al igual que los
líderes sociales y políticos piensan y
actúan en función de lo que desean, pues piensan
que a más ignorancia en el pueblo más
fácil es manejarlo y manipularlo para sus intereses
personales y egoístas; traicionando de esta manera el
ideal y la misión para la cual se han comprometido. De
paso, el testimonio que dan dichos líderes
representantes de estos credos especialmente en lo que tiene
que ver con la vivencia de los ideales religiosos deja mucho
que desear, concretamente en lo que se refiere a la humildad y
a la santidad de vida.

A corto plazo no se ve una fusión de religiones
por muchos factores y no es mi objetivo enunciarlos. Lo que si
se aprecia es un despertar del sentimiento religioso,
independientemente de los credos tradicionales o en la mayor
parte de las veces, no matriculados en ninguno;
situación ésta que puede favorecer un cambio
positivo para la humanidad.

Decíamos, que en la dimensión religiosa
es donde el hombre menos ha avanzado sin importar la
educación y el progreso que en los diferentes pueblos y
sus respectivas culturas, se hayan dado. A lo anterior se
agrega una ausencia total de pedagogía religiosa acorde con los
tiempos actuales.

Da la impresión, que la situación
anterior hace que a más cultura y a más
estabilidad económica, en un alto porcentaje, los
hombres se hacen indiferentes desde el punto de vista
religioso, cuando no caen en el ateísmo o se transforman
en críticos acérrimos de los credos religiosos y
de todo lo que con ello concierne.

En esta época, como en todos los tiempos, la
dimensión de la problemática religiosa es
inmensa, podríamos decir que ahora es más grave
que hace 2000 años, pues a pesar de los avances
culturales y tecnológico-científicos, la gran
mayoría de la humanidad se deja tratar desde el punto de
vista religioso como menores de edad; se necesitaría en
este momento no una renovación religiosa propiamente
dicha, sino una especie de ilustración, o movimiento semejante al
que se llevó a cabo al final de la edad media, pero esta
vez, su objetivo sería eliminar las telarañas en
las conciencias de las gentes, para habilitarlas de tal manera
que tomen en sus propias manos sus vidas y abandonen la
epidemia de la resignación que tanta infra-humanidad le
ha causado al hombre en toda la historia. Existen muchos seres
humanos que encuentran en la religión una salida
facilista para las angustias generadas por la propia
dinámica de las circunstancias personales y sociales,
por la ansiedad e insatisfacción creada por una sociedad
de consumo materialista; circunstancias en las que intervienen
los esquemas y paradigmas alienantes de siempre como el
concepto de pecado, culpa, expiación y salvación;
o como dijera mi recordado maestro Fernando González
Ochoa, refiriéndose a la iglesia,
"que ésta estaba edificada sobre el pecado", o lo que es
lo mismo, "que si no existiera el pecado original, dicha
Iglesia no existiría". Como lo digo en otro aparte de
este trabajo, las religiones no han avanzado; en el caso del
cristianismo q tuvo que paganizarse para "triunfar", pues su
espíritu revolucionario y transformacional del hombre,
llegó hasta el siglo I, con las comunidades de los
primeros cristianos; según lo relatan los hechos de los
apóstoles; de ahí en adelante lo que ha hecho el
cristianismo es institucionalizarse, y a más
institucionalización menos mensaje original y verdadero.
Las "grandes" religiones que conocemos hoy en día
nacieron para dar narcóticamente tranquilidad,
estabilidad emocional y sicológica a sus rebaños,
de tal manera que estas huestes humanas no piensen, no
cuestionen, no exijan, y sean practicantes acérrimos de
una serie de ritos externos que rayan en el fanatismo y la
intolerancia religiosa, pero que espiritualmente deja y
convierte al hombre en un primitivo clásico.

Es así, que en el caso de las grandes
religiones básicamente están como nacieron sin
que se haya dado una evolución; pero lo que si se ha dado a
manera de ejemplo en el cristianismo es la
institucionalización creciente y apabullante que
progresivamente ha acabado con la esencia del mismo, pasando
por la paganización e inquisición. Los altos
jerarcas de la Iglesia viven como reyes y emperadores, y como a
ellos les gusta que se les trate. A las religiones de una u
otra forma los respectivos líderes les han opacado o
desfigurado su misión, no queda otra explicación
o salida que el ateísmo práctico, bienvenido a
buena hora y explotado por el capitalismo, ya que este
ateísmo es una característica de estos tiempos
donde existen grandes masas y dentro de esas masas amplios
sectores que creen en un Dios "pero no se matriculan de hecho
en un determinado credo, o lo que es casi lo mismo, que
perteneciendo a determinado credo religioso, creen en un "Dios"
pero su existencia transcurre como si no existiera ni Dios ni
ley". Este ateísmo práctico es auspiciado y
alimentado por una sociedad de consumo (hija predilecta y
primogénita del ateísmo capitalista), que ve
especialmente en la niñez y en la juventud, a sus
más preciadas futuras víctimas para alienarlas
permanente y sistemáticamente con una publicidad
cargada de hedonismo en todo el sentido de la expresión,
y lo logra a través de los medios masivos de
alienación mental, tales como: la prensa, la radio, la
televisión y la internet. El
ateísmo práctico ha hecho que en todas las
culturas o pueblos y en sus respectivas sociedades se divorcie
la vida del hombre, haciendo que una cosa sea la vida
práctica diaria y otra muy distinta sea la vida
espiritual de las personas. Es así, que no es
extraño observar en oficios religiosos de cualquier
credo a un empresario
muy devoto y muy majo el día de culto, y en el
transcurso de la semana constatar que dicho ciudadano
"ejemplar" explota y abusa de sus empleados
trabajadores.

Pareciera por momentos, que el postulado socialista o
comunista fuera verdad, cuando dicha afirmación dice:
"la religión sólo puede ser vencida por una
transformación revolucionaria del régimen
económico-social de la sociedad", sólo que hoy
por hoy, no se ha dado ninguna transformación
revolucionaria. Lo que se ha venido observando en
términos muy generales es el paso de una sociedad
económicamente agraria a una sociedad industrial urbana;
asediada ésta, por una publicidad que ataca por todos
los lados el carácter y la
personalidad individual para masificar a la
población de tal manera que no piense y, por lo tanto,
le quede fácil cambiar sus hábitos y creencias
para luego de ese proceso alienante imponer la moda, la
vanidad, la apariencia, la comodidad, el espejismo de la vida
placentera y hedonista; vida, que actualmente caracteriza a las
sociedades actuales, donde la inversión de valores, que ha llevado a la
descomposición familiar y social en todos los aspectos,
hace aparecer a la compleja problemática que padece la
humanidad de hoy, como si no tuviera solución, o dicho
de otra manera, no se sabe por donde empezar a buscarle una
salida adecuada. En ese proceso de transformación de una
realidad, la dimensión religiosa juega un papel
importante, porque como lo afirmábamos anteriormente, el
hombre de hoy requiere hacer un replanteamiento en ese aspecto,
porque para nadie es un secreto que el papel que han
desempeñado los sistemas religiosos a través de
la historia, ha ayudado más a perpetuar los sistemas
políticos y económicos injustos que a liberar al
hombre. Por eso es esencial que el hombre se transforme desde
dentro, desde su manera de pensar; para que ese hombre cambie
progresivamente, ya que si no cambia, la realidad no
cambiará nada, entonces repetiremos nuevamente la
historia: es decir, otra oportunidad histórica
frustrada, porque no hicimos las cosas al derecho. Pero
acá vale la pena hacernos la pregunta: ¿Y el
hombre de hoy quiere cambiar? Pienso que sí. Porque no
creo que quiera seguir llevando esa vida superficial y
miserable como ha sido hasta ahora. El hombre a medida que se
hace más auto-consciente, avanza desde el punto de vista
humano y espiritual y, por ende, se perfecciona en la
relación con un ser superior, siempre y cuando su
dimensión religiosa, creencia y vivencia sea genuina,
correcta y auténtica.

Los seudodioses actuales son el oro, el
dinero, el
dólar y el euro. El dinero es la sangre del
capitalismo, es el espíritu del capitalismo, es el alma
del gran sistema capitalista. La humanidad en su larga
historia, historia que ha dejado mucho que desear, ha buscado a
Dios, y no encontrándolo fácilmente (porque
quiere un dios a su manera), en forma progresiva ha ido
fabricando un ídolo (dios) para adorarlo, y ese
ídolo sagrado es el dios dinero; este dios satisface
suficientemente todas las expectativas del hombre, pues le
permite saciar todas las pasiones e instintos primigenios que
él ha auscultado en razón de una supuesta
humanidad. En el camino de esa búsqueda de dios
(dinero), en esa historia, han sucedido muchas cosas; es
probable que la más grave sea que el hombre se haya
alejado de su auténtica humanidad, de lo que realmente
es él; se olvidó que es un animal racional y por
eso constatamos que existe injusticia, hambre, pobreza, y toda
clase de vicios…, así, el hombre no tiene nada de
racional, pues actúa como si realmente no lo
fuera.

Es en la tierna infancia
cuando el niño no tiene total conciencia de sí
mismo, en donde para él es lo mismo la fantasía
que la realidad. Al irse haciendo hombre va adquiriendo su
autoconciencia pero prolonga esta etapa y no quiere renunciar a
la magia del tener y el hacer; para eso la humanidad (el
hombre), inconsciente o conscientemente, inventó el
dinero, pero al fin y al cabo, el dinero como un medio;
sólo que con el transcurso del tiempo el hombre que
entre sus pasiones instintivas lo caracteriza el ansia de
poder, le gusta el poder, quiere dominar a los demás, se
dio cuenta de la potencialidad del dinero como medio para todo,
y entonces, no se sabe en que momento, este dinero dejó
de ser un medio para convertirse en un fin y, por lo tanto, el
hombre supeditó todo al dinero; es ahí, cuando
convierte al dinero en un ídolo (dios), porque el Dios
del Éxodo , que le dijo a Moisés: " Yo soy el que
soy"; el Dios del monte Sinaí, el que dio el
Decálogo, es reemplazado por el becerro de oro (dinero
de hoy), adorado por millones de almas en el mundo y en
última instancia alrededor del cual giran todas las
cosas en este universo
material, incluido el hombre. Fue así como el dinero,
que es el dios (ídolo) que el hombre tiene a mano, que
puede tenerlo cerca, poseerlo, objetivarlo, manipularlo, que le
da tranquilidad material y sicológica (no existen
más dimensiones en el hombre de hoy), progresivamente,
reemplaza al verdadero Dios cuyos preceptos son muy exigentes y
en cambio, este seudo dios es permisivo, complaciente, no
prohíbe nada, no juzga eternamente, está hecho a
imagen y semejanza del hombre, adaptable a todos los gustos,
las reglas de juego se dan
en el aquí y en el ahora, y el máximo mandato es
"conseguirlo todo a cualquier precio" sin
importar los medios, porque lo medios son justificados por el
fin.

En el proceso descrito anteriormente, el hombre llega
a la concepción materialista de todo, y ese materialismo
cambia al hombre en su interior, en su conciencia, sin darse
cuenta del rumbo y de la verdadera dimensión que va
adquiriendo su vida, de lo que está haciendo y de lo que
está llegando a ser. Es así que hoy en forma
permanente, a la juventud le han propuesto bajo apariencias
seductoras (hedonismo), el ideal de una humanidad sin Dios, es
decir, una concepción netamente materialista, propuesta
que se objetiva en forma explícita e implícita
por todos los medios de que dispone un sistema capitalista con
su sociedad de consumo y las demás estrategias de
alienación mental. Concepción materialista que se
lleva a cabo en forma consciente por quienes la proclaman, y en
forma inconsciente por quienes son su objeto, es decir, los
jóvenes, los niños y en sí todos los
alienados.

Dicha caterva de alienadores se han propuesto,
consciente o inconscientemente, enseñar a los hombres el
laberinto de prescindir de Dios y reemplazarlo por algo
más llamativo, emotivo y concreto,
como es el ídolo del dinero, dinero que lo puede todo,
fundamentados en el materialismo de la ciencia y la
técnica, que consideran válido, exclusivamente lo
que puede ser demostrado y lo que no se ajusta a este dogma o
paradigma
carece de interés
y de credibilidad; por lo tanto es falso, está out, sin
más ni más, en una concepción
materialista, una cultura materialista, una religión
atea materialista, un ateísmo práctico galopante
donde se vive de lo momentáneo, de lo inmediato. Lo
anterior nos da pie para afirmar que la ciencia es otro de los
dioses actuales y los científicos con viseras son sus
omnipotentes sacerdotes, que marchan en un lujoso coche
fúnebre, por la autopista de la información y para quienes la
única verdad es lo que tienen frente.

El hombre que como hombre no puede renunciar a la
trascendencia pero siendo materialista, se sobrentiende que en
dicha concepción la trascendencia no existe; este hombre
que no puede existencialmente renunciar a lo que es. Objetiviza
dicha trascendencia, acumulando cosas y de paso agigantando su
ego; es decir, se complace y goza viendo a los demás
hombres pelearse por las migajas que caen de su opulenta mesa,
luego, la miseria que existe en el mundo que la sufren millones
de seres humanos es motivo de satisfacción para este
hombre idolatrado. Aquí aprovecho para decir, que en ese
proceso de endiosamiento del hombre a través del dinero,
y donde el dinero es un dios y, por ende, el hombre que lo
posee es un dios; le gusta enormemente que se le rinda profano
culto e infinita adulación, que se le adore, se le
venere, sea quien sea, posea la clase de poder que sea, ya de
índole político, económico o
religioso.

Si ha de existir una nueva religión, esta
será la religión del servicio. La persona
más importante será aquella que sirve a los
demás. No existirán más religiones como
las que conocemos en el día de hoy. La religión
que pretende la unión con lo sagrado, lo seguirá
siendo, como tal pero su concepción desde el punto de
vista existencial será determinante. Lo Divino ha
existido, existe y seguirá existiendo, y el hombre que
angustiosamente lo ha venido buscando sin éxito, a
él se le revelará: él se dará
cuenta que es parte integral de Dios. Dios ha sido como
concepción, núcleo de su propia existencia, que
Dios es él mismo , que Dios está ahí, que
el hombre no lo tiene que buscar fuera de sí mismo, que
Dios está en su ser, en su interior, en su mente, en su
corazón y que lo único que está llamado a
hacer es reconocerlo en su propia vida y en los seres que
están a su alrededor; probablemente olvidándose
un poco de los lenguajes absurdos y abstractos de los diversos
credos religiosos, que en la gran mayoría de los casos
lo que han hecho es alejar al hombre de Dios y hacerlo sentir
más solo, más huérfano, más pobre,
más miserable (pecador), más absurda su
existencia, más esclavo, más alienado, más
culpable (de qué?), más ciego (que no quiere
ver), a años luz de la
presencia de Dios, inmerso en una infinitud de rituales
externos y sin sentido como si eso lo acercara a Dios, lo han
hecho sentir en la soledad infinita, impotente, para luego
venderle la idea de una redención a cambio de una
incondicional fe o creencia, que a su vez es la carta blanca
para manipularlo, explotarlo, engañarlo en esta vida y
en la "otra", mientras su propia vida ( la de ese hombre) se
sume más en el abismo del sin sentido y el absurdo. La
verdadera religión, que no se puede hablar de nueva
propiamente, le permitirá al hombre reconocerse como ser
divino que es y como tal, reconocer a los demás, como
seres humanos y divinos, y a la naturaleza como el único
espacio que hace posible la existencia del hombre en esta
dimensión y por lo tanto, esta naturaleza es sagrada y
si es sagrada, debe cuidarla como a sí mismo. En esta
religión, si es que se puede llamar religión, no
existen jerarcas, ni dogmas rebuscados; el único dogma
será el servicio, y de pronto el otro dogma será
el cambio permanente para servir mejor. Con la nueva
concepción de Dios, es decir, Dios es parte de
mí, Dios está en mí, necesito entrar en
comunicación con El, vivirlo, darme cuenta que no lo
puedo encontrar fuera de mí; esta concepción
iluminará toda la vida del hombre y por ende,
modificará la manera de relacionarse con los
demás hombres y con la naturaleza, transformando de esta
manera su caótica existencia.

La vida de este hombre adquirirá sentido en
cuanto sea menos egoísta, vanidoso, envidioso y
ambicioso. Cuando su existencia la ponga al servicio de los
demás, se dará cuenta que su vida vale la pena y
entre más agradable y digna contribuya a hacer la vida
de los demás, más valiosa será su propia
existencia y en esta existencia vivirá valores que no
tiene que esperar hasta que se muera para realizar sus ideales
con una praxis religiosa-humana sin tantos lenguajes
teológicos rebuscados y sin sentido. Esta nueva
concepción religiosa, en ningún momento,
estará exenta de problemas y dificultades, empezando por
el fanatismo que existe en todos los credos y en todas las
culturas, ya que la dimensión religiosa en el hombre es
lo que menos ha cambiado a través de la historia, debido
a múltiples razones, empezando por las jerarquías
específicas en cada cultura y religión, que no
desean que la gran masa de fieles adquiera una cultura
religiosa aterrizada y madura y por otra, el analfabetismo y
los bajos niveles educativos de la inmensa mayoría de la
población mundial que impiden que le llegue la luz a
estas gentes abandonadas sin Dios y sin suerte. No pretendo en
ningún momento llevar a cabo una transformación
religiosa, porque ese no es mi objetivo, pero pienso que unos
cambios al respecto serían muy saludables para la
humanidad, pues la verdad es que esta dimensión
religiosa no se puede ignorar en el hombre y menos cuando
existe la necesidad existencial de un despertar, de una
oxigenación en este aspecto que determina muchas cosas
en la vida del hombre, como se ha probado
históricamente; la otra razón, a nivel de
estrategia, es que si un cambio que se pretenda llevar a cabo
en lo económico, lo político o lo social, choca
con la religión, casi está condenado al fracaso,
eso nos lo dice la historia.

4. El hombre cambia si cambia su manera de
pensar.

¿Se pueden esperar transformaciones sin cambiar
al hombre? Erróneamente el hombre ha creído que
los cambios exteriores de por sí cambian la humanidad, y
eso es falso. La humanidad cree y espera ansiosamente cambios
transformaciones. Históricamente han existido hombres
que de una u otra forma han querido cambios y transformaciones
pero que a la hora de la verdad se quedan en sólo planes
o proyectos. Pretender un cambio está bien, pero para
que ese cambio sea real lo primero que hay que cambiar es la
manera de pensar de cada individuo, cambiar sus hábitos
y virtudes. Es la manera de pensar lo que puede cambiar al
hombre, si ese hombre no se conoce y no cambia la manera de
pensar, no se dará un cambio real. El hombre requiere
cambiar las concepciones de todo, absolutamente de todo. En
forma urgente se necesita el cambio del llegar a tener para
hacer y llegar a ser, por el de llegar a ser para hacer y
después tener. Este cambio es imperativo, si no es
así, todo seguirá igual. Cuando se ha querido
identificar el tener con el ser en la búsqueda de la
perfección del hombre, lo que ha hecho es llenarse de
cosas y seguir siendo el mismo miserable; ya en esta
época no tiene otra opción que buscar el ser,
crecer mental y espiritualmente, para que su existencia
adquiera sentido, y por fin logre darle un norte seguro a su
vida y no se sienta tan vacío, y su existencia tan
efímera.

Dentro de los cambios que el hombre requiere, necesita
desarrollar una adecuada conciencia ética.
En el sincretismo cultural que ha existido y
fundamentándose en la democracia, la humanidad ha
tolerado en términos generales la manera de actuar del
hombre, justificándolo porque el hombre es libre;
auspiciado por un sistema económico capitalista, que no
le interesan los límites, salvo aquellos que benefician
o entorpecen la acción del gran capital, pues el actuar
del hombre se ha enfocado en el lucro permanente y a partir de
allí, el hombre ha establecido sus prioridades, cuando
no es que se las han impuesto.

La nueva visión del hombre arroja luz sobre
todas las dimensiones o aspectos a tener en cuenta en el
desarrollo de él. El hombre asume una nueva
ética, la ética de la alteridad, dicha
concepción de la ética está en
función del otro; que el hombre reconozca al otro como
un ser igual, sujeto con derechos y deberes, y al
que no se le puede ignorar desde ningún punto de vista.
Dicha concepción ética del hombre tendrá
que superar a las demás y, especialmente, aquellas que
han hecho carrera en el mundo actual, una de las más
discutible, pero que al mismo tiempo es la más aceptada
tácitamente, y dice, que la ética y la moral no
deben existir, que no se les ha de tener en cuenta, o que se ha
de vivir como si no existieran, que todo es ético y que
lo que impera es aquel dicho que "el fin justifica los medios".
Y como si fuera poco lo anterior, a veces se argumenta
erróneamente que la ética y la moral, es algo
pasado de moda, que puede coartar la libertad
individual.

Partes: 1, 2, 3, 4
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