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Posicionamiento y satisfacción del cliente



Partes: 1, 2

    El diagnóstico del técnico a
    examen

    Resumen

    La mentalidad paramétrica del técnico lo
    lleva a diagnosticar las situaciones en base a indicadores,
    ábacos y tablas. Se entra con el valor en el
    ábaco,
    se obtiene un resultado que yendo a la tabla correspondiente se
    obtiene el diagnóstico final. Es el protocolo al que
    se aferra, ya que sin él siente que su profesionalidad se
    resquebraja. Esto que es lo correcto en un contexto objetivo, se
    vuelve totalmente improcedente cuando el escenario es
    subjetivo.

    Esto es lo que ocurre con los dos indicadores más
    característicos del marketing, el
    Posicionamiento y la Satisfacción del
    cliente. Darles
    el tratamiento técnico tradicional está llevando a
    diagnósticos erróneos de trágicas
    consecuencias. El nuevo tratamiento ya no es lineal. Primero
    porque se pregunta al cliente qué es lo que tiene en
    cuenta a la hora de valorar a un proveedor, no lo que cree el
    proveedor. Segundo porque se obtiene preguntando a quien es el
    responsable de la adjudicación del pedido y porque se hace
    mirándole a los ojos. Y tercero porque la interpretación es para cada cliente y en
    ese momento. Para que esto sea realidad, el técnico debe
    asumir que tiene que entrar en el mundo emocional en el que el
    cliente vive.

    Pues bien, el artículo contempla las reflexiones
    a las que ha llegado el autor, un ingeniero, después de
    más de 23 años en el mundo comercial ejerciendo
    todo su espectro: ventas,
    marketing, estrategia,
    consultoría e investigación (los últimos 12
    años), con el doble propósito de sensibilizar al
    técnico y de dar el auténtico valor a dos
    indicadores que son imprescindibles para una gestión
    exitosa.

    Posicionamiento y satisfacción
    del cliente: el diagnóstico del técnico a
    examen

    La tendencia que tenemos los técnicos, fruto de
    nuestra formación, a la hora de actuar es la de obtener
    información, tabularla, ir con los valores
    obtenidos a las tablas correspondientes y hacer lo que esas
    tablas digan. Siempre buscamos una aplicación, y cuanto
    más sofisticada más prestigio le damos, que
    entrando unos ‘inputs’ obtengamos unos
    ‘outputs’ concretos que nos permitan llevar a cabo
    unas acciones
    lineales. Unas acciones en las que lo racional y lo
    mecánico eviten la interpretación subjetiva. Nos
    parece poco profesional aquello que tenga tantas posibles
    soluciones
    como personas que intenten resolver una determinada
    situación. Es por eso que damos tanto valor a los
    indicadores convirtiéndolos en los iconos de nuestra
    gestión. Todo lo que no esté sujeto al
    ‘protocolo’ de turno, es decir, todo lo que no sea
    metodología y sistematización lo
    vemos como de segunda división. Lo consideramos
    etéreo y lo ignoramos despectivamente.

    De entre esos indicadores hay dos, el Posicionamiento y
    la Satisfacción del cliente, que tal vez sean los
    más significativos en esto del marketing, dada la
    correlación que se les ha asignado con liderazgo y
    fidelidad. Un buen Posicionamiento hace prever importantes
    ventas, ya que se tiene un cierto liderazgo, y un buen nivel de
    Satisfacción también augura una segura fidelización del cliente. Así, una
    vez que se conocen ambos indicadores, se acude al ábaco,
    palabra más técnica, obteniéndose un
    diagnóstico lineal y las respectivas recomendaciones,
    quedándonos tan tranquilos.

    Pero esta mentalidad, que todo lo ve en un marco
    cartesiano, está empezando a experimentar que sus
    conclusiones cada vez son menos acertadas y que las explicaciones
    que se aducen cada vez, también, son menos convincentes,
    ya que suenan a tópicos. La mentalidad técnica ha
    entrado en crisis y lo
    malo es que nos resistimos a admitirlo. Todavía creemos
    que el contexto en el que estamos operando es el tangible, luego
    mensurable, y el objetivo, luego racional, sin darnos cuenta, o
    sin querer darnos cuenta, que el cliente ha tomado el
    protagonismo y, por consiguiente, lo intangible y lo emocional
    conforman el nuevo escenario. Un escenario en el que la
    linealidad ya no existe y las deducciones son interpretaciones de
    cada profesional. Un escenario en el que quien tiene el mejor
    Posicionamiento no tiene por qué ser el líder,
    como tampoco es sinónimo de cliente fiel el que un cliente
    se sienta satisfecho. Es decir, un escenario en el que todo es
    relativo.

    La dificultad que tenemos los técnicos para
    asumir esta realidad es que tenemos la arrogancia de creer que
    conocemos tan bien al cliente que no nos acercamos donde
    él para preguntarle en qué percibe el valor.
    Todavía estamos convencidos que lo importante es una
    calidad
    excelente a un buen precio. Como
    mucho aceptamos que el servicio y la
    imagen
    también tienen su papel, aunque enseguida ponemos la
    coletilla de "pero no son decisivos".

    Y ahí estamos. Se determina el Posicionamiento y
    el nivel de Satisfacción sin conocer en qué se fija
    el cliente en el proveedor. Las encuestas que
    utilizamos las elaboramos en base a lo que nosotros creemos que
    es importante para el cliente y, además, con un sesgo que
    afecta negativamente. Los vehículos que se utilizan para
    su envío, -correo, internet, e-mail, teléfono…-, tienen una fiabilidad
    que deja de desear. No tenemos conciencia,
    más bien al contrario, de que esos valores no
    tienen ningún soporte que les dé cierta
    credibilidad. Por un lado, al no haberle preguntado al cliente
    qué es lo que desea del proveedor, no se conoce en
    qué se fija ese cliente en él y, por otro, al
    desconocer, primero, quién ha respondido realmente a la
    encuesta y,
    segundo, cuál ha sido el nivel de interés en
    su respuesta, no es exagerado, dado su escaso crédito, afirmar que cualquier
    decisión que tomemos tiene muchas posibilidades de que sea
    errática.

    Partes: 1, 2

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