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Inmigración y literatura: Teatro (1897-2007)



Partes: 1, 2

    1. 1897-1900
    2. 1900-1950
    3. 2000-2007
    4. Apéndice
    5. Notas

    En este trabajo
    compilo información acerca de muchas de las obras
    teatrales argentinas que abordan la temática de la
    inmigración que llegó a este
    país entre 1810 y 1960. En el Apéndice, me refiero
    a una obra con personajes inmigrantes y descendientes de
    inmigrantes que llegaron antes de ese lapso.

    1897-1900

    En Los políticos (1897), "sainete
    cómico-lírico en un acto y tres cuadros, en prosa y
    verso", escrito por Nemesio Trejo, con música de Antonio
    Reynoso, aparece un barbero andaluz que canta: "Con el vito vito
    vito/ con el vito vito va/ no me haga usted cosquillas/ que me
    pongo colorá".
    El se identifica como "Benito Pérez y Ciudad Real,
    barbero, soltero, extranjero, con tres años de residencia
    en el país". Aparecen asimismo un vasco que habla
    dificultosamente castellano -quien
    dice que tuvo que aumentar el precio de la
    leche "Porque
    el Municipalidad hacerme comprar tapos de lata. Si yo casas
    intendente verá que tapos poner; ¡gran siete!", y
    canta "Agurneré biotreco/ amacho maitiá/ laiste
    recorri conaiz/ consola saítea"- y un almacenero gallego
    que pregunta al vasco por qué le está cobrando
    cinco centavos más por litro (1).

    1900-1950

    En Canillita (1902), de Florencio Sánchez,
    aparece un mercero catalán, que pregona su
    mercadería: "¡Toallas, peinetas, jabones, cinta de
    hilera, agujas, camisetas, botones de hueso, carreteles de hilo,
    madapolán, pañueletas! (…) Pañueletas,
    calzoncillos, alfileres, festones, sombreros de paja,
    servilletas, libros de
    misa. (…) Libros de misa, esponjas, corbatas, cortes de
    vestido, tarjetas postales,
    jabón…" (2).

    En ¡Al campo! (1902), de Nicolás Granada
    (1840-1915), aparece Santiago, un criado gallego. El autor lo
    hace hablar en esta forma: "Este señor prejunta por las
    señoras. (…) –Usted dispense; nu lu sabía.
    Que no estaban en casa, esu sí; pero que estuvieran en el
    monte… Si usted quiere que se lu dija…" (3).

    Escrita por Florencio Sánchez, "En familia sube por
    primera vez al escenario del Teatro Apolo, el
    6 de octubre de 1905, animada por la Compañía
    Podestá Hermanos" (4). Uno de los personajes de esa pieza
    confiesa: "Todavía no me doy cuenta de cómo he
    podido amoldarme a semejante vida. Con decirte que yo, tu madre,
    que fue siempre una mujer de orden y
    delicada, ha llegado hasta robarle a una pobre gallega
    sirvienta… (…) Hasta robarle, sí señor; hasta
    robarle a una pobre mujer los ahorros que me había
    confiado" (5).

    En Bohemia criolla (1902), de Enrique de María,
    aparece un Andaluz que canta "San José fue carpintero,/
    según la historia lo anuncia…/ y
    por eso es que los Pepes…/ (no hay regla sin excepción)/
    y por eso es que los Pepes/ ¡suelen ser unos virutas!…".
    Aparecen gallegos. Uno de ellos es José, que dice:
    "Métase uno a hacer servicius…/ Pur defender a esos
    pobres/ amigus de Pata Blanca,/ que para mí son unos
    jóvenes/ buenos… vamos… como el pan/ mi mujer me mata
    a golpe…". Un personaje se presenta con esta indumentaria:
    "Román, sentado sobre un cajón, tiene una libreta
    en la que figura escribir, viste gorra de vasco, un saco viejo y
    un diario (La Prensa) colocado
    como chiripá de mantilla, en vez de pantalones". En otra
    escena, aparecen "Un gallego, un Vasco, un Andaluz, un Criollo y
    Coro de hombres. Traen guitarra, acordeón, bandurria,
    etc., etc."; el vasco canta: "¡Ay, ay, ay!
    Mutilá…/ ¡Ja, ja, ja, ja, ja, ja!/
    ¡Qué lindo es lo que sigue/ en lengua es
    h’aldurriá!/ ¡Ay!… ¡Ay… ay…
    mutilá/ chapela gurriá!…" y finaliza gritando
    "¡Aurrerá nescacha polita!" (6). Aparecen Bachicha y
    el Manisero.

    Un vasco creado por Carlos Mauricio Pacheco para su
    "sainete lírico-dramático en un acto" titulado Los
    disfrazados (1906) dice, por ejemplo: "¿Y no manya ni
    medio?", "No vaya a ser cosa que se retobe el grévano…"
    y "Me han hecho ráir…qué infeliz el gringo
    este…" (7). Varios inmigrantes italianos fueron creados para
    esta obra.

    En Los primeros fríos (1910), de Alberto
    Novión, uno de los actores expresa: "-Ahora me voy a
    conversar con una mucamita que trabaja en la Legación de
    España,
    es galleguita y sin primo, ¿se da cuenta?" (8).

    En ¡Jettatore!, de Gregorio de Laferrere, aparece
    Benito, un criado gallego, de Pontevedra. El inmigrante vive en
    una "pocilga de conventillo" (9).

    En Babilonia, de Armando Discépolo, el
    dueño de casa es un italiano que se da aires, cuando tuvo
    un pasado humilde. Aparecen varios criados españoles. La
    mucama madrileña "es limpia, espumosa en su tualé
    de mucama, bella. Se sienta ante su puerta en silla baja y
    mirándose a un espejo de mano canturrea algo de su
    tierra, su
    cintura y sus muslos inquietos" (10).

    "En Mustafá, sainete que Armando Discépolo
    y Rafael José De Rosa escriben en colaboración, y
    estrenan en 1921, don Gaetano (tano típico del género) se
    entusiasma ante la fusión, la
    ‘mescolanza’, que se logra en las bulliciosas casas
    de vecindad porteñas" (11). Conversando con el turco que
    da título a la obra, acerca del casamiento del hijo del
    primero con la hija del segundo,destaca el clima amistoso
    del conventillo: "E lo lindo ese que en medio de esto batifondo
    nel conventillo todo ese armonía, todo se
    entiéndano: ruso co japonese; francese con tedesco;
    italiano co africano; gallego co marrueco. ¿A qué
    parte del mondo se entiéndono como acá: catalane co
    españole, andaluce co madrileño, napoletano co
    genovese, romañolo
    co calabrese? A nenguna parte. Este e no paraíso. Ese ne
    jauja. ¡Ne queremo todo! (Abrazándolo.)
    ¿Verdá, otomano?… Eso que dicen que turco e
    taliano so como perro e gato, maccanéano.
    (Teniéndolo estrechamente.) Mira un poco. (El turco sigue
    triste, frío, no se levanta de su silla.) Ne tenemo
    afecto, cariño puro, sincero amore. (Parece que se va a
    fotografiar.)" (12) .

    " ‘Mateo’ es la primera pieza teatral, que
    su autor, Armando Discépolo (1887-1971), califica como
    "grotesco" dentro de su producción. Consta de tres cuadros y fue
    estrenada el 14 de mayo de 1923 en el Teatro "Nacional". Dice
    Luis Ordaz: "Don Miguel, el antihéroe de Mateo, es un
    humilde cochero de plaza -de las hasta entonces llamadas
    victorias-, y es el nombre del caballo el que da título a
    la pieza. Don Miguel, con su mentalidad detenida en el tiempo (por
    conformación y hábito), es arrasado por el torrente
    del progreso civilizador, simbolizado en este caso por el ruidoso
    y prepotente automóvil". Don Miguel se ve envuelto en una
    serie de situaciones con exterioridad risible y trasfondo
    dramático. Desde el estreno de "Mateo" a los coches de
    plaza se les dio ese nombre, y por extensión al cochero,
    lo que demuestra la resonancia popular que tuvo esta obra del
    grotesco criollo" (13).

    En La comparsa se despide, escribe Vacarezza: "Un patio
    de conventillo,/ un italiano encargao/, un yoyega retobao,/ una
    percanta, un vivillo,/ un chamuyo, una pasión,/ choque,
    celos, discusión,/ desafío, puñalada,/
    aspamento, disparada,/ auxilio, cana… telón"
    (14).

    "En El conventillo de la Paloma (1929), de Alberto
    Vacarezza, don Miguel, el encargado italiano -enamorado de la
    bella y esquiva protagonista que da nombre al conventillo y
    título al sainete-, dice, por ejemplo: ‘Sará
    carpincho, locura, amore, non só; ma giuro, per la
    ánema de san Genaro, que, ante de aflojare, le prendo
    fuego a lo conventillo’ " (15).

    Una noticia publicada en 2003 anunciaba: "La
    Compañía "María de Marco" del Teatro
    Colonial, dirigida por Adrián Di Stefano, se
    presentará este verano en el "Patio Moreno" de la Manzana
    de las Luces (Perú 272/294), al aire libre con el
    "Sainete" de Alberto Vacarezza: "El Conventillo de la Paloma",
    (…). Vuelve de esta manera a la Cartelera Teatral de Buenos Aires, la
    clásica historia del pintoresco Conventillo de Villa
    Crespo en donde se dan cita los personajes típicos y
    característicos de la oleada inmigratoria de principios del
    siglo pasado, que fueron poblando los barrios porteños
    sumándose a los personajes netamente locales, para dar
    lugar a un paisaje por demás atractivo, pintado con
    singular maestría por uno de los autores más
    significativos del género. Así conviven y se
    entremezclan, un italiano encargado del Patio del Conventillo,
    gallegos, turcos, una percanta, malevos, curiosos y entrometidos
    y por encima de todos la humanidad, la emoción, la
    alegría y el sabor de Buenos Aires guardado en un
    rincón del corazón.
    Integran el elenco: Aurora Floris, Déborah Fideleff, Jorge
    Vizioli, Jorgelina Jasso, Julián Márquez, Leonardo
    Floris, Manoli Ozores Muñoz, Andrés Montorfano,
    Nicolás Heredia, Omar Sellaro, Pablo Vaievurd, Mariano
    Durá, Federico Ventosa Fernández; Vestuario de Olga
    Coronel, Producción Ejecutiva de Daniel Rodríguez
    Viera; Puesta en Escena y Participación Actoral de
    Adrián Di Stefano" (16).

    Doña Pilar es una inmigrante española
    casada con un italiano, ambos personajes de Pájaro de
    barro, de Samuel Eichelbaum. La inmigrante opina acerca de las
    mujeres argentinas: "En este país, las mujeres
    jóvenes no trabajáis. Eso está mal. En mi
    tierra… En mi tierra, cuando las mujeres tienen tu edad, las
    ponen a trabajar en los olivares…" (17).

    Alberto Novión es el autor de El vasco de
    Olavarría (18), comedia en tres actos presentada en el
    Politeama. El inmigrante siente nostalgia; dice la hija:
    "papá, a pesar de que ya está viejo y que ha
    formado en esta tierra su hogar, su fortuna, su tranquilidad;
    viera Ud. cuántas veces lo he sorprendido cantando bajito
    los aires de su tierra natal, y cuántos suspiros,
    mensajeros de muchos besos, han ido desde sus labios hasta sus
    montañas, para morir en los muros de su casa, allá
    en la aldea de la falda".

    En Don Chicho (1933), de Alberto Novión, "Chicho
    y su esposa Regina viven en la más, aparente, extrema
    miseria. Comparten sus días con el abuelo Don Pietro, dos
    hijos (Luciano y Quirquincho) y la novia del mayor Fifina. Chicho
    vive escudándose en su devoto fervor religioso, pero en
    verdad es sólo una máscara que le hace sentir menos
    culpas, porque es un delincuente, un mafioso, que inculca el robo
    en su familia, como forma de obtener dinero para
    vivir mejor. Pero en realidad lo que los otros ganan se lo guarda
    y todo su núcleo no hace más que padecer sus
    propias existencias" (19).

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