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La Tierra no es estacionaria. Tampoco es el centro del Universo (página 2)




Enviado por Ricado Stevens



Partes: 1, 2

1.
La tierra como
corazón
de todo

La concepción del mundo como centro del universo
está más que implícitamente dicho en
Génesis. Ni falta hace que se hubiese afirmado
expresamente.

"En el principio creó Dios los cielos y la
tierra". Y
la tierra estaba desordenada y vacía, y las tinieblas
estaban sobre la faz del abismo"…(Gen.1/1-2) Al cuarto
día hizo Dios el sol, la luna
y las estrellas (Gen. 1/14).

    Descontemos la
implicación real de que la Tierra estuviese
desordenada, ya que esto sería contrario a
vacío, que es lo que se dice seguidamente y en
conjunción, ya que el desorden supone necesariamente
existencia de más de un elemento, que están fuera
de un orden esperado: los mangos están puestos de
cualquier manera para la venta, no
están juntados de cinco en cinco, tal como se van a
vender, así están en desorden. Si nunca hubo mangos
o no hay, porque se acabaron, no puede haber desorden de mangos.
En la vacuidad no puede haber desarreglo.

    Asumamos, entonces, que lo correcto
es que la Tierra estuviese vacía; no es un abuso contra lo
expresamente dicho, de que estaba desordenada, era el inicio de
los tiempos; los complementos del mundo se integrarían a
partir del segundo día.

    El cielo, creado el mismo día
primero, estaba de igual modo vacío, aun cuando esto no se
dijera textualmente como en el caso de la Tierra. Pero fue al
cuarto día cuando Dios comandó que hubiera
"lumbreras en la expansión de los cielos"(Gen. 1/14), y
los cielos dejaron de estar vacíos.

    Habiendo sido la Tierra obra del
primer amanecer, y fueron la lumbrera mayor, el sol, para que
señorease en el día y la lumbrera menor, la luna,
para que señorease en la noche, realizaciones del cuarto
del calendario, es evidente la condición secundaria de
estos cuerpos celestes, además de accesorios,
útiles para la obra inicial, hechos a propósito de
ésta.

a) Origen de la idea
geocéntrica

Así dispuestas las cosas, la Tierra era, sin
lugar a confusiones, lo primero del universo. El orden de la
Creación relatado en la Biblia y la condición
subsidiaria del sol y de la luna que allí está
arreglado, fue solamente la reproducción de la manera colectiva de como
los primitivos habitantes del planeta habían asimilado,
como verdad, los hechos de que eran testigos acostumbrados, por
tanto, seguros.

    Erguidos sobre tierra, de cuya
inamovilidad nunca sospecharon, veían asomarse por un
extremo, allá en la distancia, la lumbrera mayor, que se
iba elevando, con giro de curva, que de a poco alcanzaba un punto
máximo, como observándolo todo, como confirmando
que todo estaba en armonía, para luego iniciar un lento
descenso, y finalmente ocultarse por el otro borde de la tierra
vista. La lumbrera menor, con su propio ritmo y modos,
hacía lo mismo.

    Esa secuencia, repetida e
ininterrumpida, habidos los conocimientos de entonces, no
podía ser otra cosa que la representación del rotar
constante de esos astros alrededor de la Tierra.

    Más todavía, cuando
después de siglos, a la Biblia se le hizo decir que las
lumbreras en la expansión de los cielos eran "para hacer
una división entre el día y la noche; y tienen que
servir de señales
y para las estaciones y para días y años. Y tienen
que servir de lumbreras en la expansión de los cielos para
brillar sobre la tierra"(Gen. 1/14-15), se expresaban otros
niveles de estudio y de conocimientos alcanzados por esa joven
humanidad, la ciencia y
la verdad de entonces, no obstante, mantenidos aún dentro
de la concepción que entendía en esos cuerpos una
condición accesoria. Sirven, se dice, como señales
para la guía de los caminantes, en cortos y en largos y
complicados trechos, como siempre a los navegantes, para las
estaciones que ya se reconocieron, para la siembra y la cosecha,
y para contar el transcurso del tiempo en
días y en años, además, lo primero que se
supo, de brillar sobre la tierra.

    Recogida, como lo fue en ese
códice de fe, la Biblia, ese desarrollo de
la conciencia
social, adquirió categoría de Credo, de doctrina de
la colectividad, fue la versión oficial del lugar de la
Tierra en el
universo.

b) Represión de
herejías

Esta concepción, conocida como
geocéntrica, postulada en la Biblia como palabra de Dios,
y La Verdad, no es asumida hoy por nadie, ni siquiera por la
Iglesia. Sin
embargo, la intelectualidad dominante desde el inicio de los
tiempos hasta el siglo XVII, hace menos de cuatrocientos
años, incluidas las duras posiciones de la Iglesia, tuvo
como heréticas las ideas heliocentristas de Nicolás
Copérnico(1473-1543), que postulaban que el sol estaba en
el centro y que la tierra era uno de los cuerpos que giraba en su
derredor, exponiéndolo como un candidato cierto a sucumbir
ante las artes hogueríferas de La
Inquisición.

    Pero fue Galileo(1564-1642), quien
sostuvo que lo de Copérnico no solamente era una hipótesis sino una realidad física, quien fue
condenado el 22 de junio de 1633, mediante decreto de la
Congregación del Santo Oficio, La Inquisición, que
lo "declaraba culpable de haber afirmado absolutamente el
movimiento de
la Tierra y la estabilidad del Sol", ya que la "afirmación
de que ‘el Sol es el centro del universo, que no se mueve
de Oriente a Occidente, que la Tierra se mueve y no es el centro
del mundo’ es contraria a la Escritura e
‘insensata y absurda". Galileo, para preservar la vida,
tuvo que repudiar sus convicciones científicas, y fue
condenado a prisión, de la que se salvó por su
avanzada edad, confinándosele a una región
segregada(1).

    Antes, el 17 de febrero de 1600 en
Campo di Fiori, Roma, fue quemado
Giordano Bruno(1548-1600), luego de un encarcelamiento de casi
ocho años, sin arrepentirse, y la orden de juicio por
parte del Papa Clemente VIII, por los cargos de blasfemia,
herejía e inmoralidad, entre otras razones, por difundir
las ideas heliocentristas de Copérnico.

c) Admisión oficial, 359
años después

En 1758 la Iglesia Católica removió de la
lista de libros
prohibidos aquellos que defendían la teoría
heliocentrista; y no fue sino hasta el 31 de octubre de 1992
cuando el Papa Juan Pablo II manifestó pesar por la manera
como se condujo el asunto de Galileo Galilei,
y oficialmente admitió que la Tierra no era
estacionaria(2).

d) No es verdad

Que el Sol gire alredor de la Tierra, no es verdad,
aunque pensarlo y decirlo hubiese sido considerado contrario a la
Santa Escritura, con riesgo
auténtico de morir en la hoguera. Tampoco es verdad que la
Tierra sea el centro del universo, aunque eso se haya establecido
en Génesis; y no lo fue nunca ni lo será por
más fe que se ponga detrás de la palabra
bíblica. Se podrá minimizar como insignificantes y
de un porcentaje mínimo esos primeros diecisiete
versículos, dentro del conjunto del Antiguo Testamento, y
lo será, pero el hecho es que están allí en
la Biblia y lo que afirman no es verdad.

    En honor a la justicia con
que deben ser expresadas las ideas y las posiciones, debo
subrayar, porque ya lo dije, que los criterios geocentristas no
son postulados ya ni por la Iglesia, y si hay quienes se apegan a
la letra de Génesis, por lo menos, que afirma que la
Tierra es primero, y que todo lo que está dicho
allí es verdad, andan en la orfandad y pecan, en el
sentido más amplio del término, no solamente por
repetir como pajarracos lo que se les ha contado, por no haber
leído por sí mismos los textos y hacerse sus
propios juicios, y, más grave todavía, por no estar
al tanto de la más reciente versión oficial de los
hechos.

2.
De nombres y de aparecidas

La Biblia, examinada sin necesidad de lupa, es
introducida por Génesis como un documento que exalta
marcada e inocultablemente el machismo, el sometimiento eterno de
la mujer y se
aprueba su abuso por parte del hombre, y
después, en otro libro, Exodo,
es ella tenida como bien al que se podía poner precio.

    Esa concepción de la
relación entre el varón y la hembra, no cabe duda,
fue la que correspondió a la época en que se
compuso la Biblia. Sin embargo, puede observarse, no sé
por qué, que esa comprensión dominante en el
texto es
precedida por una modalidad diferente, que es inmediatamente
abolida, cierto, pero que indica la existencia anterior de un
tipo de vínculos en que la subordinación entre los
géneros, en el primer estadio de la humanidad, no
tenía lugar.

    En Génesis, en los iniciales
días se describen, se verá, dos creaciones de los
seres humanos; la primera, la de la igualdad de
los sexos, allí el término "hombre" significaba
macho y hembra, y, en la segunda, fue de la desigualdad, donde
"hombre" era el varón, y la mujer, un
apéndice de aquél. Este último criterio es
el que ha prevalecido a través del resto del
texto.

a) Mujer, cuál es tu
nombre…

Luego de Eva, hay una serie enorme de mujeres que, salvo
dos, todas son almas anónimas, no tienen nombres;
aparecen, según algún texto, como «fulano
conoció mujer y engendró a fulanito» o
«zutano tuvo… hijas».

    De las 20 esposas que debieron tener
Adán, Caín y Set, hijos de Adán, Enoc, hijo
de Caín(Gen.4/17), Irad, hijo de Enoc(Gen. 4/18),
Mehuajael, hijo de Irad(Gen.4/18), Matusael, hijo de Mehuajael
(Gen. 4/18), Lamec, hijo de Matusael, que éstas fueron
dos(Gen. 4/18), Enos, hijo de Set(Gen. 5/7), Cainán, hijo
de Enos (Gen. 5/9), Mahalaleel, hijo de Cainán (Gen.
5/13), Jared, hijo de Mahalaleel(Gen. 5/15),Enoc, hijo de Jared
(Gen. 5/19), Matusalén, hijo de Enoc(Gen. 4/18), Lamec
hijo de Matusalén(Gen. 5/25), Noé, hijo de Lamec
(Gen. 5/29), Sem, Cam y Jafet, hijos de Noé(Gen. 6/9),
únicamente se registran los nombre de tres mujeres: Eva,
esposa de Adán, y Ada y Zila(Gen. 4/19), esposas de Lamec,
hijo de Matusael. Todas las demás hembras incluidas las
cuatro que subieron al Arca son anónimas.

    A estos personajes femeninos sin
nombres, hay que agregar las hijas de Adán(Gen. 5/4), las
de Enos (Gen. 5/10), las de Set(Gen. 5/7), las hijas de Enos
(Gen. 5/10), las de Cainán, las de Mahalaleel, y las hijas
de Jared.

b) La esposa de Caín

Uno de los verdaderos misterios de Génesis es la
esposa de Caín. ¿De quién es hija, si es que
tuvo esa condición? ¿Cuándo y dónde
apareció antes de ser esposa de Caín?

    En la creación Dios hizo a
Adán y después a Eva, y de éstos, luego de
coito, Caín y Abel(Gen. 4/1). Tiempo después Set
fue concebido por la mujer de Adán(Gen. 4/25). Hasta Set,
en el mundo de Génesis solamente han existido cinco
personas: Adán, Eva, Caín, Abel y Set. Las hijas y
los otros hijos que engendró Adán, según el
texto, aparecen ochocientos años después de
Set(Gen. 5/4).

    Siendo que todas las criaturas de la
tierra las creó Dios, para tener Caín mujer hubo,
entonces, debió ser, otra constitución simultánea o posterior,
la creación de otros hombres y de otras mujeres de donde
saldría aquella esposa, y también los varones, no
descendientes de Adán, que hubieran podido hallar a
Caín y matarlo luego del destierro por la muerte de
Abel(Gen. 4/14).

    Por estar dentro del marco de un
libro monoteísta, desecho la posibilidad de que esta mujer
que sí existió en Génesis haya sido creada
por otro dios.

    Una posibilidad es que Adán y
Eva hubiesen tenido una hija al tiempo que a Caín y Abel,
no mencionada en el texto, que sería hermana de estos; y
que la esposa de Caín y madre de Enoc (Gen. 4/17), fuese
su hermana. La sugerencia, que sería escandalosa hoy, por
incestuosa, no debiera alarmar, que entonces todavía Dios
no había prohibido descubrir «la desnudez de tu
hermana», eso fue muchísimo tiempo después,
cuando el mundo estaba poblado y diferenciado y existían
los de Egipto y el
éxodo dirigido por Moisés (Lev 18/9).

    Otra circunstancia creíble es
que Adán y Eva no tuviesen otros hijos distintos a
Caín y Abel hasta Set, como no lo menciona la Biblia, y
que la mujer que conoció Caín fue la única
que existía, Eva; relación que tampoco estaba
negada sino muchas generaciones después, como ya
señalé, con Moisés, cuando se
determinó que «la desnudez de tu madre no
descubrirás»( Lev 18/7). Esta posibilidad es
confirmada como probable en los casos de las hijas de Lot, "la
mayor" y "la menor", otras anónimas, quienes tuvieron
sexo con
él y descendencia (Gen. 19/31-36). También
está el caso de Rubén, quien "durmió con
Bilha la concubina de su padre", Jacob, lo que fue sabido por
éste sin que hubiese consecuencias(Gen. 35/22).

    ¿Cuál es el origen de
la esposa de Caín? Ese es un secreto que solamente Dios
sabe.

3. El
programa de
vida del sexto día era comunista

Lo que aconteció después, según lo
que se cuenta seguido al día santificado por el reposo de
Dios, el séptimo, está escrito; no se conocen las
razones, y, por las reglas rígidas en el tratamiento de
estos asuntos, ni se cuestionan: la posterior entrega
únicamente al hombre, al individuo, a
él sólo, la custodia de los bienes del
Edén(Gen. 2/15), ni del porqué de la
representación de la mujer como creada después,
como su "complemento"(Gen. 2/18), un apéndice del hombre,
construida de su costilla, no formada del mismo polvo del que
hizo al hombre, como el día anterior pareció ser, e
hizo que ella fuese su "ayuda idónea".

    De estas razones, de verdad que el
que sabe es Dios, y las dirá si quiere. Sin embargo, este
nuevo curso reviró lo fundamental de lo realizado
justamente el día anterior, en el sexto, cuando macho y
hembra, así los creó, eran uno en el hombre, en
una expresión que significó pluralidad de
géneros e igualdad entre estos en obligaciones y
en derechos sobre la
comunidad de
bienes que era el universo terrestre.

    Lo que se dice, seguido del
séptimo día, alteró radicalmente el orden
social: no se dejó piedra sobre piedra.

a) El sexto día según
Génesis (1/26-31)

«Y Dios pasó a decir: "Hagamos al hombre
a nuestra imagen,
según nuestra semejanza, y tengan ellos en
sujeción los peces del
mar y las criaturas voladoras de los cielos y los animales
domésticos y toda la tierra". Y Dios procedió a
crear al hombre a su imagen, a la imagen de Dios lo
creó; macho y hembra los creó. Además, los
bendijo Dios y les dijo Dios: "Sean fructíferos y
háganse muchos y llenen la tierra y sojúzguenla,
y tengan en sujeción los peces del mar y las criaturas
voladoras de los cielos y toda criatura viviente que se mueve
sobre la tierra".

Y Dios pasó a decir: "Miren que les he dado
toda vegetación que da semilla que está
sobre la superficie de toda la tierra y todo árbol en el
cual hay fruto de árbol que da semilla. Que les sirva de
alimento. Y toda bestia salvaje de la tierra y toda criatura
voladora de los cielos y a todo lo que se mueve sobre la tierra
en que hay vida como alma he dado
toda la vegetación verde para alimento". Y llegó
a ser así.

Después de eso vio Dios todo lo que
había hecho y, ¡mire! Era muy bueno. Y
llegó a haber tarde y llegó a haber
mañana, un día sexto.»

a.1) Unidad e igualdad en el
hombre

Hombre, en este texto bíblico, expresa
pluralidad, específicamente pluralidad de género; es
una palabra comprensiva de "macho" y de "hembra". Hombre,
allí en lo escrito, no es una idea que significa
exclusivamente al varón, y que excluya a la mujer; eso
sería después.

    El sentido plural de la palabra dicha
en singular se manifiesta varias veces.

    Primera ocasión: "Hagamos
al hombre a nuestra imagen… y tengan ellos en
sujeción los peces del mar"…

    Segunda vez: "Y Dios procedió
a crear al hombre a su imagen, a la imagen de Dios lo
creó
; macho y hembra los
creó.

    Más adelante,
otro texto precisa el significado de hombre: "Macho y hembra los
creó. Después los bendijo, y por nombre los
llamó Hombre en el día que fueron creados"(Gen.
5/1-2).

a.2) La comunidad de los bienes de la
tierra

Según el texto de la Biblia, "al hombre", a quien
hizo a su imagen y semejanza, macho y hembra los
creó
, le(s) entregó proindiviso, en
paridad, para que "tengan ellos en sujeción los
peces del mar y las criaturas voladoras de los cielos y los
animales domésticos y toda la tierra".

    Convencido del plan basado en la
comunidad, lo repitió una y otra vez, como para que no
hubiese duda de su entonces voluntad: A macho y a hembra les
encomendó Dios: «Sean fructíferos y
háganse muchos y llenen la tierra». Y, a macho y a
hembra, confirió autoridad para
que «sojuzguen la tierra, y tengan en sujeción los
peces del mar y las criaturas voladoras de los cielos y toda
criatura viviente que se mueve sobre la tierra».

    Y Dios ratificó, al macho y a
la hembra: «Miren que les he dado toda vegetación
que da semilla que está sobre la superficie de toda la
tierra y todo árbol en el cual hay fruto de árbol
que da semilla. Que les sirva de alimento. Y toda bestia salvaje
de la tierra y toda criatura voladora de los cielos y a todo lo
que se mueve sobre la tierra en que hay vida como alma he dado
toda la vegetación verde para alimento».

    Después, satisfecho de su plan
para el hombre, para el macho y para la hembra, persuadido,
admitió que "Era muy bueno."

b) Cantidad de bienes el sexto y el
séptimo días

b.1) En el sexto, toda la
tierra

En el sexto Dios les dio al macho y a la
hembra "toda vegetación que da semilla que
está sobre la superficie de toda la tierra
y todo
árbol en el cual hay fruto de árbol que da
semilla.

b.2) Luego del séptimo, solamente
una parcela en Edén

En el séptimo, luego de "formar al hombre", el
individuo macho, "puso al hombre" en el jardín que
había plantado en Edén, un lugar mucho más
reducido que toda la tierra del día anterior, para que
allí "lo cultivara y lo cuidara"(2/15). Todavía no
se les había ocurrido a Dios ni al hombre la necesidad de
una compañía, y menos de la necesidad de una
mujer.

c) El trabajo en
el sexto y el séptimo días

c.1) En el séptimo

El trabajo,
aquella actividad humana que produce bienes, está
más claramente expresado luego del día
séptimo.

    El séptimo día, que,
como ya se vio, fue bendecido por Dios porque en él
descansaba. Después se cuenta la historia de la
creación y se afirma que "no había hombre que
cultivara el suelo"(Gen. 2/5).
Cultivar es "dar a la tierra y a las plantas las
labores necesarias para que fructifiquen".

    Dios "hizo crecer del suelo todo
árbol deseable a la vista de uno y bueno para alimento";
y, bien pensado, no iba el Señor a estar toda la eternidad
en labranza alimentando la pereza en el hombre, por lo que
sería muy apropiado que este hombre, con su trabajo, como
se señaló, cultivara el suelo (Gen.
2/5).

    Para que ese hombre, el individuo
-hasta allí sin genero, que
sería masculino cuando hubiese femenino-, no continuara
solo, con aquello de la labor de cultivo y de comer
opíparamente hasta quedar satisfecho(Gen. 2/16), se
extenuaría, se me ocurre, que no era bueno, Dios
decidió: «Voy a hacerle una ayudante, como
complemento de él»(Gen. 2/18).

    Así, en esa búsqueda de
ayudante para el hombre, primero, del mismo suelo de donde
sacó el polvo con que hizo a este hombre-individuo sin
sexo, formó "toda bestia salvaje del campo y toda criatura
voladora de los cielos"(2/19), y, cuando luego de ese trabajoso
afán, "no se halló ayudante como complemento" del
hombre(Gen. 2/20), de la costilla del adormecido hombre,
todavía sin identidad de
género ni nombre que no era necesario, que no había
otro de quien debía descollarse, Dios procedió a
construir una mujer, persona, a ojos
vista, distinta al hombre, con lo que entonces éste se
hizo "macho", de género masculino, para distinguirlo de la
recién llegada que sería "Varona", de género
femenino.

    Luego del asunto de la serpiente y la
desobediencia, Dios condenó al hombre, que, además
de género, ya tenía nombre, Adán, a trabajo
forzado: …«maldito está el suelo por tu causa. Con
dolor comerás su producto todos
los días de tu vida»… «Con el sudor de tu
frente comerás pan hasta que vuelvas al
suelo».

c.2) En el sexto

Cierto que en el sexto día no hubo los dramas del
siguiente, y sí que era el paraíso, sin la
limitación del huerto en Edén, que "toda la
tierra", que "toda vegetación que da semilla" que sobre la
superficie de toda la tierra está, y todo árbol en
el cual hay fruto de árbol que da semilla, eran los
confines de ese deleite.

    Empero, ese estado
primitivo y celestial, no se mantendría sin trabajo. El
tener "en sujeción los peces del mar y las criaturas
voladoras de los cielos y toda criatura viviente que se mueve
sobre la tierra"(Gen. 1/28), no se realizaría con
sólo mirar a los peces y demás criaturas;
habría que pescarlos, escamarlos, cazarlos, degollarlos,
pelarlos, cocerlos. Y toda aquella "vegetación que da
semilla que está sobre la superficie de toda la tierra y
todo árbol en el cual hay fruto de árbol que da
semilla" que generosa y magnánimamente les dio Dios al
hombre –macho y hembra- tendría que ser
reproducida en toda la superficie de esa tierra. En fin, en el
sexto día la vida no sería de sólo comer y
holgar; era necesario, para la continuidad de la buena vida, el
trabajo del hombre –macho y hembra- no como
castigo, como se determinó luego de la desobediencia: el
vivir para trabajar, sino como una necesidad vital: el trabajar
para vivir.

    El trabajo del inicio, la pesca, la
caza, el cultivo, comparado con lo que sería
después del castigo, no debió ser doloroso, como
luego lo sentenció Dios por la ofensa de
rebeldía.

d) El paraíso fue en el sexto
día

d.1) Al macho y a la hembra se les
encomendó ser felices

En el sexto día un solo mandato dio Dios al
hombre –macho y hembra-, el de ser felices:
«Sean fructíferos y háganse muchos y llenen
la tierra y sojúzguenla, y tengan en sujeción los
peces del mar y las criaturas voladoras de los cielos y toda
criatura viviente que se mueve sobre la tierra»; y
especialmente significativo, les entregó, sin limitaciones
ni discriminaciones ni prohibiciones, "toda vegetación que
da semilla que está sobre la superficie de toda la tierra
y todo árbol en el cual hay fruto de árbol que da
semilla. Que les sirva de alimento."

d.2) La prohibición fue
después

Es evidente, hubo las reconsideraciones y los
reordenamientos sociales, hubo la ocasión de los borrones
y cuentas nuevas, y
se hizo tabla rasa con el pasado inmediato. Eso ocurrió
cuando se adelantó solamente a una persona, al hombre, que
después sería de género masculino (Gen.
2/7), sin siquiera haberse pensado en la mujer, todavía, y
ni siquiera como primera opción (Gen. 2/20–22). Se
"plantó un jardín en Edén, hacia el este",
en el que "Jehová Dios hizo crecer del suelo todo
árbol deseable a la vista de uno y bueno para alimento, y
también el árbol de la vida en medio del
jardín, y el árbol del conocimiento
de lo bueno y lo malo"(Gen. 2/9), y ordenó al hombre:
«De todo árbol del jardín puedes comer hasta
quedar satisfecho. Pero en cuanto al árbol del
conocimiento de lo bueno y de lo malo, no debes comer de
él, porque en el día que comas de él,
positivamente morirás

e) El hombre en el segundo relato de la
creación

Cuando se reedita la creación, el hombre es, como
dice el texto, un "ser alma viviente"(Gen. 2/7), parecido a nada,
distinto a nada, porque "no se hallaba ningún arbusto del
campo en la tierra y ninguna vegetación del campo brotaba
aún, porque Jehová Dios no había hecho
llover sobre la tierra y no había hombre que cultivara el
suelo"(Gen. 2/5), y "toda bestia salvaje del campo y toda
criatura voladora de los cielos" fue formada después(Gen.
2/19) para compañía del hombre.

    Ese hombre, ser de alma viviente,
igual a nada, diferente a nada, no debió tener sexualidad,
que solamente tuvo posibilidad de identificarse como diferente
cuando Dios hizo a la mujer. Únicamente desde la
creación de la hembra, un ser de alma viviente, a todas
luces distinto al hombre existente, pudo ser ese hombre
varón. Antes su sexualidad no era necesaria ni
útil; el hombre era asexual, se entiende.

La misma inexistencia de un ser comparable, hizo
innecesario que ese hombre tuviese nombre; bastaba con que Dios
dijese «¡Oye tú!», y no habría
que esperar «Señor, ¿conmigo?», porque
no había otro que respondiese, sino ese hombre.

Luego que se construyó a la mujer de la costilla
del hombre, y Dios sabía que ellos serían el inicio
de otros hombres y de otras mujeres, para evitar confusiones,
seguramente, al hombre llamó Adán, y a él
permitió que le pusiera nombre a su esposa, y éste
la llamó Eva(Gen. 3/20).

f) Ayuda para el hombre

A diferencia del plan original, donde hembra y macho son
realizaciones a la imagen de Dios, producidas a la par(Gen.1/27),
en el recuento, la mujer es construida después del hombre,
cuando Dios se percató de que no era bueno que éste
estuviese solo y emprendió la búsqueda de
acompañamiento, una ayuda idónea, un
complemento(Gen. 2/18).

    Sin embargo, la mujer no fue la
primera opción. Antes, del mismo suelo del que se hizo al
hombre, Dios formó "a toda bestia salvaje del campo y toda
criatura voladora de los cielos"(Gen. 2/19), pero en ellas no se
halló ayudante adecuada (Gen. 2/20). En otro intento, uno
siguiente al fallido, ya no del suelo, de la costilla del
adormecido hombre, se hizo una mujer(Gen. 2/22).

    La condición accesoria de la
mujer descrita en la Biblia no solamente le viene del que fuese
hecha de una costilla del hombre, que fue lo material, se
desprende igual de la intención declarada, para
ayudantía, y de las formalidades posteriores. Fue el
hombre quien decidió, autorizado, obvio, que esa nueva
criatura, de quien tuvo clara conciencia de que era huesos de sus
huesos y carne de su carne(Gen. 2/23), porque Dios se lo hizo
saber, no hubo otra manera, se llamaría
"mujer".

    Después del asunto de la fruta
prohibida, y que a ella la condenó Dios a someterse a la
autoridad del marido, éste volvió a decidir un
nombre para esa mujer, Eva(Gen. 3/20), para la
identificación civil.

    Sostener que "el relato de la
formación de la mujer con una costilla sacada del hombre
quiere destacar la unidad de la naturaleza, la
íntima afinidad entre ambos sexos", hasta allí
pudiera tenerse como consecuente con el texto bíblico,
pero agregar, que lo mismo subraya "la igualdad esencial de
derechos"(3), es una distorsión que atenta clara e
inequívocamente contra lo expresamente dicho, contra el
libreto, contra el contexto todo, contra el hecho cierto de que
para las épocas de la construcción de lo que sería la
Biblia, la mujer efectivamente estaba sometida a la autoridad
totalitaria del varón, y, más grave todavía,
camina contra la capacidad de discernimiento del lector; y lo
único que pretende es atribuirle a la narración un
sentido que no tiene, trata de ponerle una cara bonita, para lo
que seguramente confía en la fe, la ciega.

g) El relato oficial

Puede continuarse afirmando, como se ha venido haciendo
oficial y popularmente, que la creación de macho y la
hembra es una sola en Génesis, y que no hay diferencias en
los capítulos primero y segundo de ese libro; no obstante,
la narración que va de Génesis 1/20 al 30 no es
igual a la que en el mismo libro y seguidamente va del 2/4 al 22,
y solamente forzando la obediencia a una determinada interpretación, serían
complementarias.

Veamos.

g.1) Los tiempos y modos en la
creación

g.1.1) Capítulo primero

En el capítulo inicial, en el quinto día
Dios creó las almas vivientes, primero a las de las aguas
y las que debían volar (Gen. 1/20-23), luego, a los
animales domésticos y las bestias salvajes (Gen.
1/24-25).

    Después de haber hecho a los
animales domésticos y a los salvajes "Dios pasó a
decir: ‘Hagamos al hombre" (Gen. 1/26). En el
versículo veintiséis del capítulo primero,
además de estar ubicado, en orden numérico, en
posición posterior a aquellos en que se creó a los
animales domésticos y los salvajes, dice expresamente que
"Dios pasó a", que, sin lugar a dudas, refiere el
tránsito de un momento a otro, y por la disposición
ya dicha, el transcurso debió ser a un tiempo
siguiente.

    La idea presentada encuentra,
pareciera, sustentación en la conducta de Dios
cuando entregó al macho y a la hembra la hacienda ya antes
creada: los peces, las aves y los
animales terrestres, del quinto día, y la
"vegetación que dé semilla, árboles
frutales que lleven fruto según sus géneros", del
tercer día (Gen. 1/11-13).

"Miren que les he dado toda vegetación que da
semilla que está sobre la superficie de toda la tierra y
todo árbol en el cual hay fruto de árbol que da
semilla. Que les sirva de alimento. Y toda bestia salvaje de la
tierra y toda criatura voladora de los cielos y a todo lo que
se mueve sobre la tierra en que hay vida como alma he dado toda
la vegetación verde para alimento"(Gen.
1/29).

    Con esto terminó
la creación, en seis días, en ese orden temporal,
al final del cual Dios concluyó para sí, que todo
lo que había hecho era muy bueno.

g.1.2) Capítulo segundo

En el capítulo segundo se inicia afirmando que
"Así quedaron terminados los cielos y la tierra y todo su
ejército", y se cuenta que Dios procedió, en el
día siguiente, el séptimo, a descansar. Sin
embargo, al seguir el relato bíblico, en lo que parece ser
un resumen, hecho, pudo ser, por persona distinta a la del
capítulo pasado, se refiere la construcción
inicial, "una historia de los tiempos de los cielos y la tierra
en el tiempo en que fueron creados"(Gen. 2/4), pero en un orden
inverso al ya descrito, y con hechos distintos.

    En este relato, que va a
continuación del descanso en que se dice que se encontraba
Dios, no había vegetación alguna, que, en el
anterior informe, estaba
desde el día tercero; tampoco había animales, que,
como sabemos, en la anterior declaración, estaban desde el
día cuarto.

    Dios procedió, primero, "a
formar al hombre del polvo"(Gen. 2/7). Este hombre, el
allí descrito y por lo que luego se dice, debió ser
asexual, sin género, que no era necesario, porque en ese
momento y por algún tiempo, como veremos, no hubo otro ser
igual o parecido, con el que pudiera distinguirse como
variedad.

    Luego, como se cuenta la historia en
este pasaje, Dios "plantó un jardín en
Edén", donde puso al hombre (Gen. 2/8), y seguido, "hizo
crecer del suelo todo árbol deseable a la vista de uno y
bueno para alimento"(Gen. 2/9). En este relato es primero el
hombre, y después el alimento. En el primer relato, la
vegetación que da frutos es del tercer día y el
hombre del sexto.

    También el orden cambia en
cuanto a la creación de los animales domésticos y
los salvajes, que, según la noticia precedente, fueron
realizaciones del cuarto día. Aquí, Dios, al
constatar que el hombre estaba solo y que eso no era bueno,
decidió hacerle "ayudante como complemento"(Gen. 2/18), y,
para ello, formó del suelo "toda bestia salvaje del campo
y toda criatura voladora de los cielos", y fue el hombre quien
entonces les puso nombre (Gen. 2/19).

    Por último, Dios hizo, de la
costilla del hombre, a la mujer, que en el otro relato ambos
habían sido una obra simultánea.

    Las creaciones descritas son tan
radicalmente diferentes que cada una tiene existencia diferente
en modo, tiempos y lugares. No son un mismo cuento.

4. Las
penas del inicio

a) Destierro

La primera pena impuesta por Dios al hombre, macho y
hembra, fue el destierro, a perpetuidad.

    Se castigó tanto a Adán
como a Eva por la falta de obediencia: «del árbol de
la ciencia del
bien y del mal no comerás»(Gen.1/17), y, se sabe,
comieron.

    Como penas accesorias, a Eva le
estableció tres: uno, multiplicó los dolores de la
preñez, dos, que su deseo fuese para su marido, y el otro,
sumisión al marido (Gen.3/16).

    Adán fue condenado, en
adición, a que su trabajo fuese doloroso, por las
dificultades que le presentará la tierra
(Gen.3/17).

    También la pena de
expulsión fue aplicada a Caín, pero por homicidio, la
muerte
intencional de Abel: «Errante y extranjero serás en
la tierra»(Gen.4/12).

    La desobediencia y el fratricidio
tienen en el inicio de la Biblia un único castigo
principal, el destierro.

b) Muerte masiva y cruel

Por la corrupción
y la violencia
generalizada, Dios condenó a toda la humanidad de
entonces, salvo ocho personas (Noé, su esposa, sus hijos
Sem, Cam y Jafet, y las esposas de estos) a la muerte:
«Raeré de sobre la tierra a los hombres que he
creado»(Gen.6/7). La expresión hombre, allí
dicha, era la comprensiva de macho y hembra, como se
indicó en el sexto día, ya que no habría
ser, que no estuviera en el Arca, que se salvara del diluvio que
sepultaría a la montaña más alta por quince
codos de agua(Gen.
7/20).

    La versión del diluvio en la
Biblia es una bastante aséptica, de la que se
diluyó el real dramatismo de lo que debió suceder.
La muerte, ésa, sería una condena única,
simultánea, masiva, indiscriminada y cruel, por los
terrores de la inmersión, la asfixia, las angustias y el
ahogamiento, cuerpos trozados por objetos arrojados por la
torrencial fuerza de las
aguas; miles de personas: niños,
ancianos, paralíticos, parapléjicos,
cuadrapléjicos, cojos, mancos, ciegos, sordos, locos,
enfermos, mujeres preñadas y sus nascituros, mujeres en
parto, que
debieron haber muchas en esos cuarenta días de monstruosas
lluvias y emanaciones de aguas, inocentes recién nacidos,
madres y padres locamente desesperados buscando
inútilmente a sus criaturas, las adúlteras, las
castas, los criminales perseguidos, detenidos y condenados y sus
custodios, gente sorprendida en los campos con el arado en la
mano, o en talleres con el mazo sobre las labores, los
sacerdotes, que debió haberlos, gente aplastada por
bestias en frenética e inservible huida, enterrados en los
gigantescos deslaves de tierra, atrapados sin remedio en minas y
cuevas, muertos por paros cardíacos por la terrible
impresión de la enormidad e inmediatez de la tragedia,
mutilados, fracturados en la desesperada y vana fuga, dormidos a
quienes les fue mejor que a ningún otro, nunca
despertaron, mujeres que no abortaron aún cuando el tipo
dijo «Eso no es mío», adolescentes
en juegos del
cuerpo y del espíritu, con esperanzas de días
mejores, poetas, músicos y pintores, famosos trovadores,
carpinteros, panaderos, tal vez decenas de miles o quizás
millones de personas; del número no se llevó
cuenta.

    De las culpas de esa joven humanidad,
solamente está la palabra atribuida a Dios. La maldad de
los hombres era mucha en la tierra(Gen. 6/6), estaba llena de
violencia (Gen. 6/11) y corrompida(Gen. 6/12). Gravísimo
debió ser el estado de
las relaciones de los hombres que el Hacedor se arrepintió
de haberlos hecho(Gen. 6/7).

b.1) No hubo aviso

Fue la matazón más grande que se haya
contado alguna vez. No se tiene registro de que
al diablo se le hubiese ocurrido tamaño exterminio. Otros,
por muchísimo, muchísimo menos, sin importar las
conductas de las víctimas, ya han sido enjuiciados por
crímenes contra la humanidad.

    Cuando niño, recuerdo, en la
escuela
dominical, se nos decía a los alumnos que Jehová,
tal vez, no preciso, pero ciertamente el mismo Noé
avisó en más de una oportunidad a las gentes para
que enmendaran sus modos, pero que no hubo manera, y el final les
llegó. He releído varias veces el texto sobre el
diluvio y no he encontrado una sola advertencia, de uno ni de
otro, nadie dijo «Arrepentíos y
salvaos».

b.2) La madre de las
pesadillas

Las aguas en que navegaba el Arca debieron estar
tapizadas con despojos, millones de cuerpos de hombres, de
mujeres y de animales de toda clase, que
debieron subir a la superficie cuando los cuerpos flotan.
Debió ser una imagen horrorosa, para pesadillas
insuperables.

b.3) Al día siguiente

Cuarenta días y cuarenta noches de lluvias de fin
del mundo, casi; aproximadamente un año de esos de
Noé, desde el seiscientos de su vida(Gen. 7/11) al
seiscientos uno, cuando las aguas se secaron sobre la tierra(Gen.
8/13), luego que "murió toda carne que se mueve sobre al
tierra, así de aves como de ganado y de bestias, y de todo
reptil que se arrastra sobre la tierra, y todo hombre"(Gen.
7/21), millones de cadáveres, debió haber una
colosal e insufrible carroña, como nunca hubo antes ni
después. Dios, porque es Dios, pudo percibir un olor
grato(Gen. 8/21), pero qué de la olfativa de Noé y
la sofocante fetidez, qué de la fortaleza estomacal de su
mujer, de los hijos y las nueras, qué de la de los miles y
miles de animales, dos de cada género, que
repoblarían el planeta. Las fosas debieron ser
descomunales tragaderos de inmundicia, quién las hizo, no
se dice cuándo.

b.4) Curiosidad de ese diluvio

Dios hizo que Noé salvara a "toda criatura
viviente de toda carne, dos de cada clase de carne", macho y
hembra(Gen. 6/6), porque iba a "arruinar de debajo de los cielos
a toda carne en la cual está activa la fuerza de vida"
(Gen. 6/17), por lo que allí debieron ir dos ratas, dos
cucarachas, dos pulgas, dos chitras, dos ladillas, macho y
hembra, dos arañas, dos cocuyos, dos hormigas,
¿cuál es tu sexo?, dos lagartijas, dos moscas, dos
mosquitos, dos avispas, dos grillos, el mundo menudo.

    Sin embargo, los que no fueron
sentenciados, por lo menos no fueron mencionados, y en el Arca no
se instaló una pecera, fueron los peces y demás
seres marinos de toda clase. Pero ciertamente el diluvio no
hubiera bastado para arruinar a esa "carne en la cual está
activa la fuerza de vida". Además, los ámbitos
subjetivos y espaciales de la condena, según el recuento,
fueron precisos: "Todo lo que había en tierra firme, y que
tenía vida y podía respirar, murió"(Gen.
7/22); los peces no están en tierra firme.

c) La muerte de segunda clase

Ya se vio que Caín, aun cuando él
creyó que el asesinato de su hermano podía, ante
los ojos de los demás, merecer la muerte, Dios
prometió castigo de fallecimiento para el que lo matare
(Gen. 4/14-15). En cambio, por
una acción
que nada parece crimen, y si lo fuese, sería menor,
comparado con el fratricidio, Dios condenó a muerte a
Onán, hijo de Judá, por no haber vertido su semen
en la mujer de su difunto hermano, y tirarlo a tierra(Gen.
38/8-10).

    Más adelante, se ordena muerte
para el que hiere, por palabra o por hecho, a su padre o a su
madre(Ex. 21/15), que ha de morir sin remedio la hechicera, el
que se acueste con bestia, el que adore a dios distinto a
Jehová (Ex. 22/18-21), trabajar los sábados,
¡oye!, muerte(Ex. 31/14-15), el secuestrador, muerte(Ex.
21/16) la que aborte, muerte, pudiera ser, mujer estéril,
muerte, pudiera ser(Ex. 23/26), el adúltero, muerte, el
que se acueste con la esposa de su padre, muerte, varón
que se acueste con varón, muerte a los dos, el hombre que
toma a una mujer y a la madre de ésta, deben ser quemados
los tres, acostarse con una mujer que está menstruando,
ambos tienen que ser cortados de entre su pueblo, los
espiritistas y aquellos que se dedican a la predicción,
deben ser lapidados hasta morir(Lev. 20/10-27), prostituta, hija
de sacerdote, debe ser quemada(Lev. 21/9); y así, la
muerte se repartía como castigo, como hoy la
policía reparte boletas por infracciones de
tránsito.

5.
Abraham, la impunidad y la
reincidencia

Abraham, ciertamente es una gran muestra de la
obediencia, pero de la extrema, la ciega. No creo que haya otro
quien acepte, así no más, sacrificar a un hijo en
candela ni de otra manera, aunque se lo pidiese Dios(Gen. 22/23),
que la fe normal no da para tanto. Abraham se encaminó a
cumplir esa sinrazón, sin cuestionar siquiera, ni
interceder por su crío como lo hizo por los corruptos,
abusadores, criminales e indignos de Sodoma, varias veces, seis
veces(Gen. 18/22-32).

    Seguramente ese sometimiento de
Abraham a la voluntad de Dios le mereció espacio en el
Santo Libro; pero más allá, Abraham se
mostró como un maleante y de la peor
calaña.

    Si lo que se cuenta después
del héroe David, Bestabé y el patriota
Urías, es un ejemplo claro de baja pasión y de
abuso de autoridad y poder, que fue
desagradable ante los ojos de Jehová(2 Samuel 11/1-27), lo
de Abram en Egipto tiene todas las trazas de una tele-novela mala:
engaño, seducción y aprovechamiento, pero donde al
final el delincuente quedó en la impunidad.

a) En Egipto

Luego de salir de Harán, de la casa de su padre,
Taré, por instrucciones de Dios, Abram pasó por
varias tierras, entre ellas, Canaán, Siquem y Neguev (Gen.
12/5-9). Hubo hambruna en esas tierras y Abram decidió
irse hasta Egipto (Gen. 12/10), y hacia allá se
enrumbó.

    Ya a la entrada de Egipto, le dijo a
su esposa Sarai «Eres mujer de hermoso aspecto; y cuando te
vean los egipcios, dirán: Su mujer es; y me matarán
a mí, y a ti te reservarán la vida. Ahora, pues,
dí que eres mi hermana, para que me vaya bien por causa
tuya, y viva mi alma por causa de ti»(Gen.
12/12-13).

    Allí, a la puerta del lugar a
donde había ido porque las tierras prometidas eran
infértiles y había hambre, se examinó la
realidad en la nueva estancia, tal cual supuso que sería;
se concluyó que un hombre, en Egipto, por extranjero,
pudiera ser, con una mujer guapa, podría sufrir por la
envidia de los poderosos. Y se acordó engañar, para
que no se supiera que Sarai era su esposa. Abram instruyó:
«Dí que eres mi hermana»(Gen. 12/13), que es
la ocasión donde la mentira es de las buenas, por lo menos
de las saludables, pueden evitar el asesinato. Pero ese aceptable
y justo propósito, no fue el único alcance del
engaño; éste tenía una pretensión
adicional expresa y mezquina: «para que me vaya bien por
causa tuya»(Gen. 12/13).

    Los encantos de Sarai serían
utilizados deliberadamente para seducir y sacar provecho, y
ciertamente resultó, porque se "hizo bien a Abram por
causa de ella; y él tuvo ovejas, vacas, asnos, siervos,
criadas, asnas y camellos"(Gen. 12/16).

    Lo descrito no es, en manera alguna,
una conducta estimulante del buen proceder. Sin embargo, el
engañado, aquél de quien, además, se
aprovecharon, ése fue castigado, él, el
Faraón, y toda su casa, cualquier cantidad de gente, "con
grandes plagas", qué tantas, no se dice, pero fue "por
causa de Sarai, mujer de Abram"(Gen. 12/17), que eso no lo
sabía el que fue dadivoso y, trágicamente,
víctima.

    El Faraón, que fue
absolutamente engatusado, como ido, quiso saber de Abram,
«¿Qué es esto que has hecho conmigo? ¿
Por qué no me declaraste que era tu mujer? ¿Por
qué dijiste: Es mi hermana, poniéndome en
ocasión de tomarla para mí por mujer?»(Gen.
12/18-19).

    Sin exagerar los hechos ni las
consecuencias, puede agregarse a la conducta de Abram, como
agravante, el mal de la codicia, el deseo excesivo de tener
riquezas, que él, a su salida de la casa de su padre, ya
era pudiente, tenedor de bienes y de personas esclavas(Gen.
12/5). La facilitación de un amor, que
él conocía como ilícito, es
alcahuetería, de la que él obtuvo provecho. Eso
también debió ser abominación, me
parece.

    En este pasaje el engaño, la
seducción, el proxenetismo y la estafa, quedaron impunes;
ni siquiera se hizo juicio de esos comportamientos.

b) La reincidencia

Luego del asunto de la concepción y el nacimiento
de Moab y Ben-ammi, hijos de Lot con sus hijas, conocidas como
"la mayor" y "la menor", según la crónica de
Génesis, Abraham, que ahora se llama así, no Abram
(Gen. 17/5), habitó como forastero en Gerar, y allí
repitió que Sara, que tampoco se llamará Sarai(Gen.
17/15) pero es la misma, «Es mi hermana». El
engañado esta vez fue el rey Abimelec, quien "tomó
a Sara" (Gen. 20/1-2).

    Sin embargo, este gobernante no
sufrió lo del Faraón de Egipto porque, antes de
poseer a Sara, que era lo propio, tuvo un sueño en que
Dios le reveló la verdad, y le informó «Es
casada con marido», y que moriría a causa de la
mujer que tomó (Gen. 20/4). Abimelec, siendo rey,
seguramente conocía la ley y
proclamó su honestidad
porque, primero, "no se había llegado a ella" y,
además, había sido embaucado, y preguntó:
«¿Matarás también a un inocente?
¿No me dijo él: Mi hermana es; y ella
también dijo: Es mi hermano?»(Gen.
20/4-5).

    Luego de la charla con Dios en
sueños, el rey confrontó a Abraham, y la respuesta
de éste fue, escuchen, «Dije para mí: Me
matarán por causa de mi mujer»(Gen.
20/11).

c) Problemas en
los relatos

La violencia divina contra la primera víctima de
las artes de Abram, el Faraón, y la evidente tolerancia
celestial de las conductas de Abram y Sarai, obviamente no
pudieron tener ningún efecto disuasivo, todo lo contrario;
y el recurso fue nuevamente utilizado, incluso por una
generación posterior.

    Además, esta Sara, a
diferencia de la Sarai en Egipto, que entonces era joven y guapa,
era vieja, tal vez preservara los vestigios de la anterior
hermosura, pero lo cierto es que era de edad avanzada, a quien
"le había cesado ya la costumbre de las mujeres"(Gen.
18/11).

    Por otro lado, habiendo leído
lo escrito, no entiendo el temor de Abraham por su vida ante el
rey Abimelec. Abram no solamente era rico, como se ha visto,
igual tenía capacidad militar vencedora. Cuando Amrafel,
rey de Sinar, Arioc, rey de Elasar, Quedorlaomer, rey de Elam, y
Tidai, rey de Goim, hicieron guerra contra
cuatro reinos, incluidos
los de Sodoma y Gomorra, siendo estos vencidos, Lot, sobrino de
Abram, quien era residente en Sodoma, fue tomado por los
vencedores junto con sus bienes (Gen. 14/1-12). Enterado Abram de
la suerte de su pariente, dice el texto, juntó una tropa
de trecientos dieciocho, se armó y fue en
persecución de los asaltantes, los atacó, y los
hizo retirar hasta Hoba, al norte de Damasco, "recobró
todos los bienes, y también a Lot, su pariente y sus
bienes, y a las mujeres y demás gente"(Gen.
14/14-16).

d) De tal palo

Isaac, hijo de Abraham en Sara, hizo uso del mismo
ardid, con la misma supuesta razón, con el rey Abimelec,
dijo de Rebeca«Es mi hermana»; pero el rey, que ya
había vivido la experiencia con el progenitor y casi le
cuesta la vida, estuvo con el forastero todo lo pendiente que la
razón demandaba, y pudo prevenir males (Gen.
26/7-11).

e) Sara

Del relato del asunto en Egipto no pude alcanzar a
entender si Sarai, además de haber ingresado al
harén del Faraón, fue o no poseída
sexualmente. Sin embargo, por las razones expuestas de lo
sucedido con el rey Abimelec concluyo que el Faraón
sí poseyó a Sarai en su carne.

    Recuérdese, el rey Abimelec no
fue ajusticiado, precisamente porque "no se había llegado
a ella"(Gen. 20/4) carnalmente, porque, como el mismo Dios
señaló: «Y yo también te detuve de
pecar contra mí, y así no te permití que la
tocases»(Gen. 20/6). De esto infiero que el Faraón,
que también fue engañado, como lo fue el rey
Abimelec, sufrió las plagas por haber pecado contra Dios,
por haber tocado carnalmente a Sarai.

    Sara tiene la condición de
partícipe en las censurables acciones.
Cuando lo del Faraón, se podía alegar en su favor
que ella fue una dócil obediente del marido, a pesar que
algo debió ella hacer para que Abram fuese tan buenamente
favorecido, no habrá sido solamente por los encantos de su
natural belleza. Pero en el caso de Abimelec, Sara le dijo al
rey, «Es mi hermano»(Gen. 20/5), dispuesta a
prostituirse.

    Sara tiene su propio y personal
antecedente. Con el pretexto de que Isamael, el primer hijo de
Abram, el habido con Agar, la sierva dada por la propia Sarai
para que la preñara, se reía de Isaac, su hijo
carnal, Sara exigió la expulsión de la sierva y de
su hijo para que éste no heredara con su hijo, Isaac (Gen.
21/8-10). Consecuencia de la exigencia y, dígase, la
intervención de Dios, Abraham, solamente con "pan y un
odre de agua", que no debió ser mucho, que sobre el hombro
de la madre se pudo llevar la bolsa con el líquido,
echó a la buena de Dios al chiquillo de 14 o 15
años(4) a rodar por el desierto, en lo que, en
circunstancias normales, era una condena a muerte (Gen.
21/13-15), en el entendimiento de Sara.

6.
Sobre valores

La Biblia, siendo lo que pretende ser, un instrumento
para "corregir y educar en una vida de rectitud"(5), contiene un
número importante de valores:
amarás a tu padre y a tu madre, no hurtarás, no
matarás, no desearás la mujer de tu prójimo,
etcétera, que no solamente son universales, sino perpetuos
e imprescriptibles, por la justicia en que se fundan. Sin
embargo, registra otros valores, o más bien, anti-valores,
que no niega, que fueron reglas de entonces, como las otras, con
el mismo valor
entonces, pero que ciertamente no son valederos hoy. La esclavitud, como
solo un ejemplo, que hay otros contra-valores no
repudiados.

    La primera anotación de la
esclavitud en la Biblia, si no me equivoco, es la condena que
infligió Noé a Canaán, reducido a esa
condición por una dudosa culpa de su padre, Cam, el haber
visto éste la desnudez borracha de Noé(Gen.
9/21-27).

    Cuando Abrám salió de
Harán (Gen. 12/4), luego de la muerte de su padre,
Taré (Gen. 11/32), y del reparto de la herencia, bien
probable, partió como se lo había indicado Dios
(Gen. 12/1), acompañado por su esposa, Sarai, por Lot, el
hijo de su difunto hermano Harán (Gen. 11/27-28), y todos
los bienes que ellos habían acumulado "y las almas que
habían adquirido en Harán"(Gen. 12/5).

    Abrám, cuando luchó
para rescatar a Lot del cautiverio, "juntó en
formación militar a sus hombres adiestrados, trecientos
dieciocho esclavos nacidos en su casa"(Gen. 14/14).

    La esclavitud descrita no es
solamente el servicio de un
sirviente o de un criado, que se han utilizado como eufemismos
para encubrir el trabajo forzado, es decir, involuntario,
doloroso y gratuito.

    Así lo comprendió Dios
cuando se dispuso liberar a los de Israel porque
indisputablemente vio "la aflicción de mi pueblo que
está en Egipto, y he oído el
clamor de ellos a causa de los que los obligan a trabajar"(Ex.
3/7), "a quienes los egipcios tienen esclavizados" (Ex. 6/5).
Debe tenerse presente aquí, que fue el mismo Dios quien
mandó a la descendencia de Abrám a ser afligida por
cuatrocientos años a tierra ajena(Gen. 15/13);
debió ser una prueba de las que solamente a él,
según lo escrito, se le ocurriría.

    En esto no hay error de
entendimiento, la Biblia registra otra forma de trabajo, el
asalariado. La hija del Faraón prometió paga a la
madre de Moisés por el trabajo de criarlo(Ex. 2/9). Dios
prescribió, como leyes acerca de
la Pascua, normas para el
esclavo comprado con dinero y,
también expresamente, para el trabajador asalariado(Ex.
12/44-45).

    La esclavitud fue la primera forma de
explotación del trabajo ajeno y de apropiación del
producto de ese trabajo ajeno. Ese fue el verdadero origen de las
injusticias en la tierra, la génesis de las riquezas de
los pocos y de la pobreza de los
muchos; y sobrevino cuando sucedió la supresión,
para siempre, de la igualdad original, instaurada el día
seis de la creación.

    La Biblia detalla, como moralidad
aceptada, las reglas de la esclavitud, cuando ese esclavo es, por
ejemplo, hebreo, su liberación luego de seis años
de trabajo, las condiciones para la manumisión o no de los
hijos y la mujer del esclavo, y la venta de una hija como
esclava(Ex. 21/1-11).

a) Usos arbitrarios y abusivos

La Biblia acusa como contra-valores los comportamientos
del hombre que se acueste con varón como uno se acuesta
con mujer(Lev. 20/13), y el aborto(Gen.
23/26); y para los dos hombres de la homosexualidad, como para la mujer del aborto, se
sentencia la condenación, y la pena es la extrema, la
muerte.

    Hoy, los opositores a los derechos de
las parejas de un mismo sexo, y los adversarios a los derechos de la
mujer a decidir sobre su cuerpo, utilizan, los más
fundamentalistas, para llamarlos de alguna manera, los referidos
textos de la Biblia, y concluyen muy razonadamente, que siendo
ese escrito la luz y la verdad,
la palabra de Dios, esas conductas son abominables.

    Esa postura no carece de cinismo en
los que han leído y conocen los escritos de la Biblia, y
de mucha ignorancia entre los que, siguiendo la propaganda de
los primeros, no han leído la Biblia.

    Sucede que en el mismo
versículo donde se dice que en medio de tu pueblo no
habrá mujer que aborte, mátesela, también
ordena, separado por solamente un signo de coma, que en medio de
tu pueblo no haya mujer estéril(Gen. 23/26), con lo que
tanto la del aborto y la infecunda serán muertas. Dios no
ejecutó a Sarai cuando ella era incapaz de procrear, ni a
nadie se le ocurriría asesinar a la mujer que se
esteriliza para no tener más hijos.

    La Biblia es utilizada selectiva y
abusivamente, como instrumento para particulares agendas,
especialmente políticas,
aunque ello se niegue a voces.

    Veamos lo que sigue, que no es otra
cosa que muestras de una doble y conveniente moral.

    Si las condenaciones a la
homosexualidad y al aborto lo son porque están así
marcadas en el texto sagrado, sucede que junto a esas
prohibiciones está igual la de la usura(Ex. 22/25). Los
mercachifles de misa los domingos y confesiones limpiadoras, se
saltaron esta abominación, y se hacen llamar banqueros,
financistas y muy dignificos neoliberales.

    Lo mismo, la Biblia tiene como malo
el lograr animales y vegetales híbridos (Lev. 19/19).
Aquí, en nuestro patio, sin muchas complicaciones, se han
producido naranjas, bananos y mangos híbridos, y hay reses
híbridas. La ciencia de la genética
ha beneficiado al mundo en el rubro alimentario, precisamente con
eso que en la Santa Escritura se tiene como prohibido, y que
consumimos todos, incluso los que debieran no hacerlo por ser
expresamente abominable, por estar así sentenciado en el
texto bíblico. La denuncia de lo híbrido alcanza a
las prendas de vestir, que no deben tener dos tipos de hilos
mezclados juntos(Lev. 19/19); ¿qué del algodón
con polyester?

    El tatuarse está condenado por
la Biblia(Lev. 19/28); el pronosticar está prohibido(Lev.
19/31), lo que hace que los que vaticinan los cambios
climáticos, los especuladores de las bolsas de valores y
los analistas políticos, entre otros adivinadores, sean
delincuentes de la ley santa. Están, igual, penados el
motilarse y el cortarse la barba(Lev. 19/27).

    Trabajar los sábados es
merecedor de la condena a muerte(Ex. 31/14-15). Todo animal de
mar y de otros torrentes que no tenga aletas y escamas es
asqueroso, y el creyente no debe comer carne asquerosa(Lev.
11/10-11). Esto debe excluir de la dieta del creyente las
almejas, los langostinos, las langostas, los cangrejos, el pulpo,
qué demencia.

    Todas estas conductas, entre otras
muchas enumeradas en esa ley santa, así como el acostarse
con varón como uno se acuesta con mujer, y el aborto, son
abominaciones. Sin embargo, evidentemente existe frente a ellas
un tratamiento interesadamente selectivo.

7. El
dueño del mundo

«Yo soy el que soy»(Ex. 3/14). Ese es Dios,
dicho por él mismo; no se debiera necesitar más, ni
identificación ni cartas de
referencia: Adán nunca preguntó
«¿Quién eres tú?», ni
pidió demostraciones. Abraham ciertamente tenía
conocimiento de los antecedentes de Dios y de la durísima
represión de la desobediencia, y cuando el Señor le
pidió en sacrificio la vida de Isaac, su hijo, no
titubeó, no preguntó por qué.

    Al comienzo señalé que
la Biblia pudiera ser, muy probablemente, un deficiente
propagandista del Hacedor, y me ratifico. En uno de los medios de
comunicación modernos, You Tube, por internet, se ha dicho que el
Papa no se ha leído la Biblia, ya que éste
afirmó que Dios es por naturaleza
misericordioso.

    Ciertamente aquello de la
misericordia
, como de la naturaleza esencial de Jehová
está negada por los iniciales libros de la Biblia: esos
textos nos presentan a un Dios que no perdonó, que fuese
de piedad hacerlo, la primera falta de los hijos de su
creación, y los condenó para siempre, a ellos y a
sus descendientes. El Dios que retrata la Biblia decidió
raer de sobre la tierra a los hombres que creó(Gen.6/7), a
toda criatura viviente de toda carne, salvo dos de cada clase de
carne, macho y hembra(Gen. 6/19), y lo hizo, arruinando de debajo
de los cielos a toda carne en la cual está activa la
fuerza de vida(Gen.7/11-12), aniquilando incluso a las bestias
salvajes y los animales domésticos, que qué culpas
pudieran tener. El Dios de la Biblia, con azufre y fuego,
avanzó sobre los pueblos de Sodoma y Gomorra, derribando a
esas ciudades y ejecutando a todos los habitantes(Gen.
19/24-25).

    Fue el Dios descrito en la Biblia
quien envió deliberadamente a la descendencia de
Abrám a ser afligida por cuatrocientos años a
tierra ajena, «Puedes saber con seguridad que tu
descendencia llegará a ser residente forastera en tierra
ajena, y tendrá que servirles, y estos ciertamente la
afligirán por cuatrocientos años»(Gen.
15/13), y que cuando decidió redimirla y encomendó
a Moisés hablar con el Faraón para liberar a los de
Israel, se aseguró, desde el inicio y todas las veces, de
que el corazón del gobernante se mantuviese endurecido,
«En cuanto a mí, yo dejaré que él se
le haga obstinado»(Ex. 4/21), para después hacer
caer sobre él, su casa y sobre todo Egipto todas las
plagas, incluso, la atrocidad aterradora, la muerte de todo
primogénito.

    La Biblia describe a un Dios
intolerante, que llama a la agresión y, evidentemente, a
la confrontación violenta contra la fe, las creencias y
los ritos de los otros, cuando no son de su ensimismada
adoración: «Sin falta los echará abajo y sin
falta derribará sus columnas sagradas»(Ex.
23/24).

    El Dios de la Biblia es presentado
como discriminador; a él no pueden servirle, «no
podrá estar cerca de la cortina, y no podrá
acercarse al altar, porque hay defecto en
él»(Lev.21/23), el ciego, el cojo, el de nariz
hendida, el de miembro demasiado largo, hombre que tenga fractura
del pie o de la mano, el jorobado o el delgado o el enfermo de
los ojos, ¡ajá, los sacerdotes miopes!, o el
costroso, el que tenga culebrilla o el que tenga quebrados los
testículos, «porque hay defecto en
él y no debe él profanar mi santuario»(Lev.
21/17-23).

    La capacidad de destrucción
del Dios de la Biblia estaba más que registrada en la vida
de los de Israel, sin embargo, se le relata en permanente
jactancia de su poder, con amenazas terribles contra un pueblo
que anduvo cuarenta años por el desierto:
«Haré con vosotros esto: enviaré sobre
vosotros terror, extenuación y calentura, que consuman los
ojos y atormenten el alma: y sembraréis en balde vuestra
simiente, porque vuestros enemigos la comerán» (Lev.
23/16), «Y pondré mi ira sobre vosotros, y
seréis heridos delante de vuestros enemigos; y los que os
aborrecen se enseñorearán de vosotros, y
huiréis sin que haya quien os persiga»(Lev. 23/17),
«Enviaré también contra vosotros bestias
fieras que os arrebaten los hijos, y destruyan vuestros animales,
y os apoquen, y vuestros caminos sean desiertos»(Lev.
23/22), «Y a vosotros os esparciré por las gentes, y
desenvainaré espada en pos de vosotros: y vuestra tierra
estará asolada, y yermas vuestras ciudades»(Lev.
23/33).

    Si Dios es el de la Biblia, y es
misericordioso, debe haber experimentado un proceso de
rehabilitación, porque el de la introducción bíblica es
brutal.

a) ¿Se hacía o, de verdad,
no sabía?

¿Dónde estás?, preguntó Dios
al hombre(Gen. 3/9). ¿Quién te informó que
estabas desnudo? ¿Del árbol del que te mandé
que no comieras has comido?(Gen. 3/11).

    Estas preguntas que se atribuyen a
Dios me hacen preguntarme, con perdón, qué estaba
haciendo Dios que no se enteró de lo que sucedía en
esa parcelita dentro de Edén; en qué andaba
distraído que no retumbó desde los cielos y previno
«Oye tú, mujer, dije que de ese árbol
no».

    El hombre y la mujer de ese sitio
eran los bebés de la humanidad, dos personitas sin
experiencia en las cosas de la vida y el mundo, que sabían
tanto de bien y de mal y de obediencia, como los bebés de
hoy, y a pesar de que a nuestros hijos les ordenamos «No
comas eso», es nuestra ineludible obligación el
estar pendientes de que no lo hagan, porque ellos estarán
tentados a meterse a la boca todo, incluso aquello expresamente
señalado como prohibido, porque no conocen todavía
las consecuencias. Los buenos papás no pueden
desentenderse de sus criaturas y exculparse con aquello de
«¡Se lo dije!».

    Se ve que con lo de del crimen de
Caín, Dios sí estuvo al tanto de lo ocurrido, a
pesar de preguntar, haciéndose el que no sabe:
«¿Dónde está Abel tu
hermano?»(Gen. 4/9).«¿Qué has
Hecho?»(Gen. 4/10). Se notó enseguida que sí
sabía cuando Dios indicó: «¡Escucha! La
sangre de tu
hermano está llamando a mí desde el
suelo»(Gen.4/11).

    Y ni siquiera pregunto dónde
andaba ni en qué se entretenía cuando
después de anegar a toda la tierra y dejar a la deriva el
Arca del obediente Noé y a sus pasajeros (miles y miles de
animales, dos de cada género) y los tripulantes (la esposa
de él, sus tres hijos y sus esposas), cuando, a las mil y
quinientas, "Dios se acordó"(Gen. 8/1). Pudo haber
ocurrido un amotinamiento, se han visto después casos
así, o encallar la nave con tanto montón de
cadáveres que debieron infestar las aguas.

8. El
«Yo no fui»

El «Yo no fui» es una expresión que
rechaza culpa, y tiene su registro más antiguo en el
Jardín de Edén.

    Cuando Dios reclamó al hombre
«¿Del árbol del que mandé que no
comieras has comido?»(Gen. 3/11), éste
    respondió:«La mujer que me diste
de compañera me dio de ese fruto y comí»(Gen.
3/12). Allí hubo dos direcciones de la culpa, se me
señaló, que la alejaban del hombre: una, "la mujer"
ésa, ella fue; y, la otra, "la mujer que me diste"
tú por compañera. Casi ocurrió el primer
«De ésta lavo mis manos», pero eso
sería después.

    Al cuestionar a la mujer:
«¿Qué es esto que has hecho?», entonces
ella afirmó: «La serpiente… ella me
engañó, y así es que comí»(Gen.
3/13).

    A la serpiente, que podía
hablar, quedó muda desde entonces sin que se le indicara
ese castigo, y era la más astuta de todos los animales
salvajes creados (Gen. 3/1), Dios nada le preguntó;
¿para qué?, tal vez hubiese proclamado «Yo no
fui», y no habría mentido, que es sabido que la
fruta, que no era manzana necesariamente, se la comieron esos dos
desobedientes bípedos.

Citas

1. Enciclopedia Salvat, 2004, Volumen
9.

2. Wikipedia: Galileo Galilei.

3. La Biblia de Estudio, Edición
Misionera, 2005, ps.20-21. Explicación del Capítulo
2 de Génesis, versículo 23.

4. Ismael fue circundado a los trece años, cuando
Abraham tenía 99 (Gen. 17/24-26). Isaac nació
cuando Abraham tenía 100 años de edad (Gen.
21/5).

5. "Valor religioso de la Biblia", en La Biblia de
Estudio, Edición Misionera, 2005, p.4.

 

El autor

Ricado Stevens

Panameño, nacido en la ciudad de Colón,
abogado, profesor
universitario (Universidad de
Panamá)
de Ciencia Política y
Filosofía del Derecho. Autor de los siguientes libros: "Un
año con Martín", crítica
política, 2005; "De la costilla de ella, yo", recuerdos de
su madre, 2005; "El Estado", Ciencia Política, 2004;
"Aspectos generales de la relación individual de trabajo",
Derecho
Laboral, 2003. Ha publicado más de 200
artículos de opinión.

"La Tierra no es estacionaria" fue terminada en
enero del 2008, en la ciudad de Colón, república de
Panamá.

Partes: 1, 2
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