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La Anorexia Nervosa (página 2)




Enviado por Felix Larocca



Partes: 1, 2

Nosotros conocimos a una monja Carmelita
que, hace veinte años se diagnosticó de la anorexia
restrictiva, siguiendo los métodos establecidos por
Feighner y sus colegas.

Esta mujer fuera la misma quien se hiciera
"famosa" por repudiar la comunión por miedo a las
calorías contenidas en la hostia. Evitando aún
tragar su propia saliva.

El ayuno y ser delgado

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El asceta por Pablo Ruiz
Picasso

En la tradición Judeo-Cristiana la
inanición auto-impuesta tiene un origen oscuro aunque su
historia sea venerable. La última siendo el narrativo en
muchas obras dedicadas al estudio de las escrituras
sacras.

Para una discusión académica
y exhaustiva, el libro que aquí recomendamos es,
PsychoBible por Armando Favazza.

La Dieta como Enfermedad

En nuestra concepción, y en acuerdo
con las conclusiones del grupo de Peter Beaumont en Australia, la
dieta restrictiva, en todas sus formas, es una enfermedad que,
por razones, no lo suficientemente esclarecidas, puede resultar
en otras disorexias, especialmente en la anorexia y la bulimia
— y aún en la obesidad.

La enfermedad misteriosa de la
inanición auto-impuesta ni es nueva ni es novedosa. Casos
habiéndose reportado en la literatura médica y
religiosa por miles de años.

La anorexia nervosa, contiene en sí
una paradoja de la nomenclatura; porque ni es anorexia —
abolición del apetito — ya que los pacientes reportan
sufrir de hambre intensa — ni es nerviosa — sus
víctimas no se sienten ansiosas.

Veamos una síntesis de la
presentación diagnóstica

La paciente, generalmente es mujer joven
— existen casos masculinos, pero éstos son infrecuentes
y se consideran atípicos — de 9 a 15 años de
edad, bien ajustada, aparentemente feliz, de "buena"
disposición, generalmente viviendo entre padres cuyo
matrimonio se considera estable. Esta niña, por razones
propias, decide el comienzo de una dieta rígida y rigurosa
para perder de peso. La dieta típica consiste, casi
siempre, y de modo exclusivo, en comidas que carecen de toda
grasa y poco azúcar y con muy escaso contenido nutritivo.
Logrando de este modo perder, a veces por encima del 25% peso que
tuvieran antes del inicio de la dieta, o de alcanzar el peso
esperado, para su edad, si era muy joven.

A medida que el proceso continúa,
las cosas se deterioran. La apariencia de la muchacha se torna
cadavérica y, para los familiares, alarmante. Lo que
representa no obstáculo para que la niña se sienta
que aun está gorda y que necesita perder libras
adicionales. La paciente sufre de una distorsión peculiar
del esquema y de la imagen corporal — viéndose obesa,
aunque esté emaciada.

Los períodos menstruales, si han
llegado cesan (amenorrea secundaria), o si no han llegado no
comienzan (amenorrea primaria).

Una peculiaridad diagnóstica
consiste en que, a veces, los períodos cesan
antes de que la dieta comience y de que la
pérdida de peso sea evidente.

Habiendo perdido la protección
natural de la grasa subcutánea, la mujer se queja de
frío y usa abrigos en sitios en los cuales la temperatura
no es baja, desarrollando el crecimiento de un pelo felpudo que
recuerda los vellos fetales llamados "lanugo". Períodos de
actividad física exagerados para lograr perder aun
más peso son comunes, resistiendo las amonestaciones, los
ruegos y también las amenazas de los seres cercanos para
que pare de perder, o para que recupere, el peso
perdido.

El pulso, a menudo, se torna muy lento, lo
que se diagnostica como bradicardia.

La curva normal de la glucosa
sanguínea se aplana, la piel se reseca y se agrieta, el
pelo del cuero cabelludo se cae, la paciente se queja de
estreñimiento, y a veces abusa de los laxantes y enemas
para eliminar más libras — en ocasión pueden aun
comer de manera voraz, provocándose el vómito para
evitar engordar. A pesar del aspecto físico de desgaste
total, estas pacientes demuestran una resistencia sorprendente a
las enfermedades del entorno que a otros afectan, como pueden ser
simple catarros invernales.

La mayoría de entre ellas, son
caucásicas, aunque se han reportados casos de casi todo
grupo o extracción racial.

Se dice que las anoréxicas suelen
provenir de las clases pudientes y que están superdotadas
intelectualmente. Estas aserciones permanecen debatibles. Sin
embargo, lo que sí puede que sea cierto, es el hecho de
que, perteneciendo a familias de clases medias, estas mujeres son
conducidas al tratamiento por sus parientes, a menudo, en contra
de su voluntad — ya que el resultado último de la
"cura", ellas temen, será la gordura aborrecida y
temida.

Lo que definitivamente establece a la mujer
con la anorexia nervosa es: una actitud implacable hacia no ser
gorda (ganar el peso) y un deseo de ser (extremadamente) delgada
que desafía toda razón y
explicación.

Lo que la paciente en realidad
teme…

Hay que recordar que, de hecho, lo que la
paciente teme, no es ser gorda, sino tener el peso
normal…

Ahora bien, aunque la paciente esté
enormemente emaciada y aunque (a veces) aparezcan riesgos
inminentes de complicaciones médicas; la anorexia nervosa
no es enfermedad simplemente física o simplemente
emocional. En sí la anorexia nervosa define de modo
dramático el significado de la medicina
psicosomática — aunque su etiología no haya sido
establecida, ni sea clara.

Muchas teorías, acerca de su
etiología, abundan… sin ninguna de éstas logrando
explicar, de modo conclusivo, las causas y los origines de esta
condición tan extraña.

Las complicaciones inmediatas y remotas de
la anorexia pueden ser severas, ya que la anorexia nervosa en un
porcentaje estimado a estar entre el 10 y el 15% de los casos (en
los EEUU, el Canadá y la Gran Bretaña) puede
culminar en la muerte, con una tendencia triste al estado
crónico.

En este país se han reportado
algunas muertes.

El tratamiento no es específico, y
la duración es larga. Los resultados a veces conllevando a
la frustración y al desencanto. Ya que a veces la
psicoterapia, los medicamentos, los castigos, el aislamiento, la
acupuntura — lo que sea que se trate — aun los llantos de los
padres y de los seres queridos… nada parece hacer bien alguno a
una paciente tan resistente.

El tratamiento, idealmente consiste de lo
siguiente:

  • 1) La educación de la
    paciente y de su familia para ser introducidos a la realidad
    de que esto pasa — porque pasa — y que no se sabe ni la
    razón ni el por qué. Ello disminuye los
    sentimientos de culpa que existan entre padres que se sienten
    responsables, y en los pacientes mismos que no entienden
    cómo es que no pueden cambiar su actitud.
    (Véase mi panfleto, Pautas).

  • 2) La asistencia médica.
    Con énfasis en la restauración temprana de la
    nutrición adecuada para establecer metas reales que
    puedan ser logradas con la menor resistencia y sin ninguna
    pugna con la paciente.

  • 3) Psicoterapia individual, y
    familiar con énfasis en temas de la
    realidad.

  • 4) Hospitalización (de ser
    necesario) para corregir la malnutrición extrema,
    atender a complicaciones médicas, o para crear una
    tregua en caso de que exista una desorganización grave
    en medio del entorno familiar.

  • 5) Medicinas, las cuales deben de
    administrarse sólo y si se necesitan
    específicamente, ya que no existe una causa
    médica o psiquiátrica establecida la cual
    explique esta condición, ni que determine el uso
    específico de ninguna medicina.

  • 6) Y finalmente, para establecer
    sistemas para prevenir o para modificar las recaídas
    (casi, siempre, inevitables).

La "tautología" en el título
de esta ponencia

Aquí no deseamos establecer ideas
ajadas por el desuso y abuso, para escribir y publicar algo
más. Sino explorar alternativas para esclarecer la
etiología — o, si cabe — las etiologías de la
anorexia y de la inanición auto-impuesta.

En mayo del 1987, participando en una mesa
redonda en Jerusalén, muchos de los cerebros más
destacados en el campo de la investigación de la anorexia,
expusieron sus ideas acerca de las posibilidades causales para
esta condición.

Por supuesto, las ideas del campo
psicoanalítico estuvieron representadas; las que
aquí no serán repetidas, ya que carecen de valor
que no sea histórico.

Las ideas de Hilde Bruch acerca de las
dificultades enteroceptivas de que la anoréxica sufre,
parecerían apropiadas, aunque inexactas, ya que, aunque la
gastroparesis se relaciona muy a menudo, con estas condiciones,
la falta de sensación de saciedad no explica la
obstinación ni la actitud de la mujer que se empecina en
no ganar — sino en perder más peso, a pesar de que muere
del hambre.

Como la gordura empezaba, entonces, a
afincar su punto de apoyo en las culturas occidentales, yo
propuse mi idea, de que quizás la anorexia fuera una
adaptación compensadora, por parte de algunas mujeres,
para impedir el avance inexorable de la gordura mal
adaptadora.

Al final del día, cada quien
partió sin lograr consenso.

En 1984, John Stern y yo habíamos
publicado un artículo en Missouri Medicine, donde
ilustráramos el frenesí de conejillos de indias,
que "intoxicados" por las endorfinas encontraban la muerte, por
no poder interrumpir sus actividades corriendo en una rueda
rotatoria.

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En esta parte, hablaremos de los sistemas
de recompensa que existen en el cerebro, y que forman las bases
funcionales de actividades que, tornándose placenteras,
procuran su satisfacción para asistir en nuestra
supervivencia.

La clave aquí, es lo de la
"supervivencia", ya que cuando pensamos en la actividad de comer,
somos testigos de cómo el placer de comer conduce a la
aberración de la obesidad.

Es posible, que los mismos centros
estimulados por el hambre desproporcionada, participen de alguna
manera en la perpetuación de las actividades
físicas extremadas de algunas anoréxicas, y en el
placer paradójico derivado de la privación de
alimentos.

Entre los factores involucrados en la
modulación del comportamiento humano, intervienen el
sistema límbico, los lóbulos pre-frontales y
algunos neurotransmisores de actividades específicas, que
confluyen en el control de nuestras conductas y de nuestras
emociones.

Basados en estos hallazgos podemos
considerar que los aspectos biológicos en la
etiología de la anorexia y de otras disorexias son muy
poderosos.

Para añadir peso a esta
hipótesis, podemos aplicar conocimientos obtenidos de
estudios animales que nos indican que la inanición
relativa, es fuente de longevidad en algunas especies — la
nuestra incluida, por la evidencia.

Aspectos socio-biológicos, incluyen
la imitación y el deseo de ser como los demás son,
especialmente en etapas del desarrollo, donde la vulnerabilidad
está aumentada, y que pueden ser estímulo para
iniciar comportamientos que, más adelante lograrán
adquirir una "vida propia" e independiente de la
razón.

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En lo ante-dicho, y, sin arrastrar esa idea
más allá de su utilidad heurística, puede
ser conjeturado, que las neuronas de espejo logren tener un rol
— aunque desconocido, en esta proposición.

Nuestros sistemas biológicos
están todos imbricados, con participación de los
centros que forman las bases neurológicas para nuestros
comportamientos éticos y religiosos.

Para muchos, la anorexia es una
"adicción" y para otros una variedad de las tantas, de los
fenómenos compulsivos.

Ken Blum de la Universidad de Texas ha
descrito una condición que él ha llamado, El
Síndrome de la Deficiencia de la
Gratificación.

Su idea es que la falta de recompensas
internas conduce a ciertas personas a medicarse a sí
mismas con sustancias o con comportamientos que son
gratificantes.

La existencia de un centro del placer en el
hipotálamo es un hecho bien conocido, desde las
investigaciones de James Olds, en los años 50s, cuando lo
localizara en el hipotálamo, el septum y el núcleo
accumbens del cerebro.

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Nuestra experiencia ha sido en que el
entendimiento de la paciente, toma precedencia sobre el de la
enfermedad per se.

Por ejemplo, sabemos que para muchos
pacientes, la decisión de lograr la pérdida de peso
o de libras opresivas y peligrosas para su salud, sólo
puede obtenerse luego de haber estadas envueltas en la
psicoterapia intensiva.

Lo mismo puede decirse de toda enfermedad
emocional, ya que en todas, siempre confluyen los aspectos
somáticos y los del entorno.

Tomemos un caso de colitis ulcerativa,
antes de concluir esta ponencia

Kent, era hombre casado de treinta y dos
años, padre de una hija y empleado en una firma conocida
por su remuneración mediocre, acopladas a demandas
excesivas de sus ejecutivos, a cuyos rangos él
perteneciera.

Kent vino a verme, luego de que su esposa
comenzara tratamiento por un caso de complicaciones
psicológicas de la anemia megaloblástica,
diagnosticado como "depresión paranoica, con anorexia" (lo
último debido a que la mujer rehusaba alimento por miedo
al envenenamiento).

En la terapia conjunta y más tarde,
en la individual, del angustiado esposo, se detectaron problemas
asociados a la muerte de una madre con quien mantuviera una
relación conflictiva, reflejada con la de su
esposa.

Como sufriera de la enfermedad de Crohn,
por la que tomaba esteroides y porque además sufriera de
problemas internalizando la hostilidad hacia sus jefes. La
terapia en su caso se condujo de forma exploratoria e intensiva.
Surtiendo el resultado inmediato de la interrupción de los
tratamientos farmacológicos para la colitis.

Cuando se leen los artículos
descriptivos de tantas acciones humanas que demandan el dolor
como placer estético o como placer religioso. Como nos
indica Favazza en casos de automutilación.

O cuando contemplamos la
automutilación, con todas sus consecuencias nefastas, como
formas de lograr paz interior y placer.

O, cuando siendo testigos de las
cirugías plásticas, siempre deformantes del ego,
nos preguntamos: ¿Cómo es posible?

La respuesta es, que por ser humanos, por
lo que de nosotros mismos sabemos es: ¿Por qué
no…?

Finalizaremos esta ponencia con el resumen
de una vieja contribución que hiciera al
self-help en la universidad de Salamanca.

Cuando ser Delgada Puede ser
Peligroso

En una encuesta llevada a cabo en varias
escuelas secundarias privadas de los Estados Unidos se trataron
de evaluar las actitudes emocionales que poseían las
alumnas acerca de su peso y de sus apariencias físicas.
Los investigadores encontraron, de modo predecible, que la
predominante mayoría de esas mujeres jóvenes
estaban descontentas con sus cuerpos y, especialmente, estaban
muy infelices con el peso que tuvieran. Otro hecho que
también se estableciera fue que la gran mayoría de
las miembros de este grupo vulnerable habían (dentro de
los pasados seis meses) o estado a dieta, o contemplaban comenzar
una dieta, o habían dejado de dietar por no poder seguir
un régimen dietético específico.

Casi todas reportaron experiencias
frustrantes y negativas con las actividades envueltas en torno al
perder de peso.

También fue en los Estados Unidos,
donde hace cuantos años, se desató una tormenta de
controversias cuando un coach le rehusó
participación atlética a una jovencita, hasta que
no perdiera las libras, que él decidiera ella
tuviera de más.

En discusión con colegas que laboran
conmigo en áreas del comportamiento humano, he llegado a
la conclusión de que en un futuro inminente se les
requerirá a mujeres que trabajan en ciertas profesiones
donde las apariencias son de orden primordial; que ellas sean
esbeltas, delgadas y que su peso se mantenga dentro de un nivel
arbitrariamente designado.

Cuando este modo, aberrante e
ilógico, de pensar, se arraigue; nosotros seremos testigos
del comienzo inevitable de un brote epidémico de la
anorexia y la bulimia nervosa; siguiendo la pauta del que
arrasó a los Estados Unidos y a algunos países de
Europa durante la sexta década del siglo
pasado.

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¿Modelo? ¿De
qué…?

La aparición de casos de anorexia
nervosa, cuyas víctimas aparentan figuras
cadavéricas; la bulimia con su potencial destructivo
caótico, de las dietas arbitrarias y mal aplicadas, del
abuso de las pastillas para "adelgazar", del uso caprichoso de
hormonas, de laxantes, de supositorios y de diuréticos; y
de la aparición de gorduras paradójicas que le
sobrevendrán a personas cuyos metabolismos las dietas
arruinaran, entonces serán comunes.

No le hace mucho bien a la autoestima
cuando una persona parece fallar en lo que otras tienen
éxito: en ser delgadas.

Y es que el problema no se limita a ser;
que si uno quiere ser esbelto y sigue una dieta prescrita, que el
peso en exceso lo va a perder. No. Hay sistemas en nuestro
organismo que oponen vehementemente la reducción de la
grasa que hayamos acumulado. De acuerdo a algunos investigadores
la grasa es defendida por nuestro cuerpo, ya que nunca antes en
la historia de nuestra especie la comida fue lo suficientemente
abundante para ganar de peso en desproporción.

Además de ello hay otro concepto
teorético que se llama el "termostato" de nuestro
metabolismo, o set point, el cual determina
genéticamente cuanto peso acarrearemos en ésta,
nuestra vida temporal, y cuál será la
distribución final de ese peso en nuestro cuerpo. Este
último concepto se asocia con la noción del "peso
defendido" que parece ser el peso al cual casi siempre uno
retorna cuando cesa de dietar.

Para reducir el peso, y para mantener un
cuerpo saludable uno tiene que obedecer los mandatos de nuestros
sistemas ejecutivos los cuales están regulados para oponer
lo muy bajo y lo muy alto. La anoréxica con su exceso de
energía extrema e interminable sufre de los mismos
trastornos menstruales que sufre la mujer súper obesa
cuyas hormonas, no estando reducidas (como en el caso de la mujer
excesivamente delgada), están "escondidas" en los vastos
depósitos de grasa que ella posee. En ambos casos y, por
razones asociadas, la adquisición de un embarazo es
difícil, el embarazo es complicado, el producto de la
gestación (el bebé) está a riesgo, la libido
sexual está disminuida y la capacidad de evaluar
realistamente la imagen corporal se torna defectiva.

En el caso de la bulímica, con sus
ciclos de "harturas" seguidas por purgaciones masivas; el cuerpo
responde con sensaciones de apatía y lasitud mental
generalizada. Los períodos menstruales se vuelven escasos
o cesan totalmente; ella sufre de calambres (parestesias), la
cara se le hincha porque las glándulas salivares se
agrandan (hipertrofian), el esmalte de los dientes desaparece
bajo la acción destructiva del ácido
clorhídrico, cuya presencia es reservada para la cavidad
estomacal, los ojos a veces están enrojecidos por la
aparición de hemorragias subconjuntivales que son
resultado de la presión producida con el esfuerzo de
vomitar lo ingerido.

Cuando se ponderan estas ideas uno debe de
tomar en cuenta que estamos hablando de mujeres jóvenes,
inteligentes y prometedoras. De mujeres que tienen potencial para
mucho y que, sin poder evitarlo sacrifican sus vidas en el altar
de los dioses de la moda, de las apariencias y de la
esbeltez.

Es necesario que a este segmento de nuestra
población les llegue ayuda en forma de la educación
antes de que llegue la tormenta, y aun, antes de que comiencen
los truenos o caigan los rallos.

Con estas palabras concluimos "la
tautología".

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    FACILITATORS TRAINING MANUAL A PRIMER: THE BASH APPROACH.
    Midwest Medical Publications. (2 editions) 1983 and
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    Pitchstone

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    September 1994.

 

 

Autor:

Dr. Félix E. F.
Larocca

Partes: 1, 2
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