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La competencia social de los educadores cubanos (página 2)



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Por otra parte, desde el siglo XVIII en el ámbito
jurídico se comienza a utilizar competencia para
aludir a la atribución legítima de un juez o de
otra autoridad para
el
conocimiento o resolución de un asunto. Asimismo, en
la biología
se ha utilizado el término para referirse a la rivalidad
por los medios de
conservación de la vida tales como alimento, vivienda,
pareja.

Una segunda aproximación que tradicionalmente
toma el término, parte del mundo empresarial y laboral, que
desde las acepciones de calificación profesional
intentó referirlo a la capacidad de desempeñar un
conjunto de tareas complejas e interdependientes relacionadas con
un oficio o campo ocupacional.

Dicho término en este caso está asociado a
los de competitividad, eficiencia, y
calidad;
aparece por primera vez en el mundo del mercado en el
pasado siglo, como una necesidad de obtener cada vez más,
mayores y mejores resultados en la explotación de los
recursos
humanos a partir de las demandas del desarrollo
científico y tecnológico.

Cada uno de estos sentidos desde el contexto en el cual
se generan, aportan distintas miradas
teórico-disciplinares sobre la constitución del sujeto individual y
social. Cada una de estas concepciones supone a su vez
definiciones epistemológicas, políticas
e ideológicas distintas y en muchos casos divergentes lo
cual lejos de simplificar la cuestión, la
complejiza.

 

En el análisis de la Psicología General,
el concepto
competencia contiene desde el punto de vista teórico lo
relacionado con la formación y desarrollo de capacidades
humanas, al entenderlas como particularidades psicológicas
individuales de la
personalidad, que son condiciones para realizar con éxito
una actividad dada y revelan las diferencias en el dominio de los
conocimientos, habilidades y hábitos necesarios para ello;
es decir que el ser humano tiene la potencialidad de combinar
características psicológicas de su personalidad,
como condición necesaria y suficiente para el logro de
altos resultados profesionales.

Constituyen antecedentes del concepto competencias, los
términos actividad, sujeto,
personalidad, características del
trabajo y
valores
organizacionales. Por lo tanto, la filiación básica
de los referentes psicológicos se centran en las tesis de
Vigotski y la teoría
del desarrollo de la personalidad según las cuales los
procesos
psicológicos superiores han aparecido y evolucionado en el
ser humano merced al carácter eminentemente social del hombre.
Así pues, el conocimiento
también es un producto
social.

De manera general, a la hora de definir qué son
las competencias existen aspectos que se repiten. Estos aspectos
son: los sistemas de
conocimientos, sistemas de hábitos y habilidades, actitudes,
expectativas, relación con la actividad, solución
de problemas y
toma de
decisiones.

Son muchos los conceptos que sobre competencia existen,
el mismo ha sido muy utilizado en educación a partir de
los años 70 y es amplia la literatura sobre estos
temas.

En artículo ya publicado en esta revista se
analizaron diferentes definiciones a partir de criterios de
autores consultados como (J. Tejada, 1999), (V. González,
2002), (B. Castellanos, 2002), (R. Pla, 2003), los cuales tienen
puntos en común, al considerar las competencias como:
configuración psicológica (porque incluye en su
estructura
conocimientos, habilidades, motivaciones, actitudes); se
manifiesta en la actuación; en el desempeño profesional y en el
contexto.

En este artículo se hace necesario iniciar el
análisis de la competencia social partiendo de
determinados elementos, que nos llevarán a contextualizar
la misma a los educadores cubanos.

En el siglo XIX y parte del XX se destacan las figuras
de educadores de la talla de Félix Varela Morales
(1788-1853), José de la
Luz y Caballero (1800-1862), José Martí
Pérez (1853-1895), Enrique José Varona (1849-1933)
y muchos otros quienes fueron cubanos de vanguardia,
que asumieron la ingente tarea de formar hombres y expresar en
sus ideas la imagen del
maestro.

Según Félix Varela "por buen maestro
entendemos, el que conoce a fondo y comunica con claridad la
materia que
enseña, y tiene por su dignidad,
decoro y juicio un dulce imperio sobre el corazón de
sus estudiantes". (Varela, 1829: 17)

Para Martí
en el maestro se debe dibujar "aquel hombre a quien aman
tiernamente los alumnos que le ven de cerca la virtud; aquel
compañero que en la conversación de todos los
instantes moldea y acendra, y fortalece para la verdad de la
vida, el espíritu de sus educandos, aquel vigía que
a todas horas sabe donde está y lo que hace cada alumno
suyo, y les mata los vicios, con la mano suave o enérgica
que sea menester…" (Martí, 1975: 259).

La política educacional
cubana al triunfo de la revolución, se pronunció porque los
maestros instruyan y eduquen en la escuela, con
amor y que
orienten a los integrantes de las familias y la comunidad en que
ellos conviven, en la estimulación de las potencialidades
y la neutralización de las debilidades que puedan poseer
sus estudiantes.

Desde ese momento cada cubano comienza a ocupar el
verdadero lugar que le corresponde en la construcción de la nueva sociedad. La
lucha por la igualdad
plena, donde todos tengan igualdad de oportunidades y
posibilidades, todavía no alcanzaba el nivel deseado, las
características heredadas del capitalismo
influían en el desarrollo del socialismo
naciente en la isla y por tanto en la formación del
hombre nuevo,
del que habló Ernesto Che
Guevara.

Una de las problemáticas era el desarrollo de
la
educación, donde las ideas de José
Martí, sobre la conformación desde la base de un
sistema
educacional que permitiera el desarrollo de la sociedad a partir
del conocimiento alcanzado por sus integrantes, constituía
lo más importante en todos los proyectos
educativos emprendidos por la Revolución.

En la formación y desarrollo de las nuevas
generaciones fue la escuela la encargada de brindar al
estudiante, – a través del ejemplo personal que debe
caracterizar al docente y su preparación- ,la oportunidad
de adquirir conocimientos, actitudes y hábitos que
promuevan el máximo aprovechamiento en la misma, cuyo
resultado se verá materializado en la sociedad para la
cual se educó. De esta forma la escuela cubana educa
inculcando las mejores tradiciones de la sociedad.

En Cuba, la
escuela es la institución social a la cual el Estado y el
Partido le han encomendado la misión de
conducir el proceso
docente educativo, que conlleva la formación y desarrollo
integral de las nuevas generaciones, la cual se concreta en el
fin y los objetivos de
la educación.

En las Tesis y Resoluciones del 1er Congreso del Partido
Comunista de Cuba (1975), aparece claramente explicada la
misión social del maestro cubano, donde se plantea que
entre sus funciones
fundamentales tiene las siguientes: ser un trabajador
político activo, ejemplo de conducta ante sus
estudiantes, y colectivos donde se desenvuelve; director del
proceso educativo y aglutinador de los elementos que componen la
comunidad educativa.

Hasta aquí y sin haber hablado de competencia
social, ya se brindaban elementos esenciales sobre la imagen
social del maestro.

En la literatura consultada se encontraron diferentes
definiciones de competencia social, que en muchos casos
están en correspondencia con la cultura
educativa de cada país.

En un caso referido a cualquier profesión "la
competencia social implica saber colaborar con otras personas de
forma comunicativa y constructiva, y muestra un
comportamiento
orientado al grupo
así como un entendimiento interpersonal". (Bunk,
1994: 3) En este caso se hace referencia a la sociabilidad y las
formas de comportamiento.

Otra definición de competencia social para
cualquier profesional, más completa que la anterior
expresa que "las competencias sociales hacen referencia a las
habilidades y estrategias
socio-cognitivas con las que el sujeto cuente en la interacción social, dentro de las
competencias sociales se incluyen las habilidades sociales, el
autocontrol, la autorregulación emocional, el
reforzamiento social y las habilidades de resolución de
problemas, puesto que permiten al individuo
hacer frente con éxito a las demandas de la vida diaria".
(Rojas, 2000: 2).

En la literatura consultada se encontraron dos
definiciones de competencia social referidas al profesional de la
educación.

En un primer caso se define como "la
configuración psicológica de la personalidad y el
constructo que designa la idoneidad del docente para interactuar
en la educación social y ciudadana a través de su
ejemplo y actuación personal y la dirección de los procesos sociales y
comunitarios que posibilitan perfeccionar los contextos en los
que se desarrolla la educación de los alumnos, en la que
se destacan las acciones de
orientación, organización, conducción, control, evaluación, participación,
cooperación y en general de dirección de la
actividad social en función de
la educación". (R. Pla, 2003: 16)

En un segundo caso se contextualiza como "los distintos
recursos
personológicos que integran el mundo psicológico
del sujeto como lo cognitivo, las percepciones sociales, lo
motivo afectivo, el desarrollo de habilidades y destrezas, las
capacidades, el auto concepto del sujeto, la
autorregulación; lo volitivo, lo actitudinal volitivo;
concretado en un desempeño determinado del sujeto en un
contexto y bajo las exigencias y parámetros socialmente
exigido" (E.L. Nieto, 2005: 46)

Los autores del presente artículo sin estar en
desacuerdo total con estas dos definiciones, consideran que
existen elementos con los que no se están totalmente de
acuerdo, como es en el primer caso el de considerar que el
profesor tiene
que dirigir los procesos sociales y comunitarios así como
el de perfeccionar los contextos en los que se desarrolla la
educación y en el segundo caso el de centrarla a las
relaciones
interpersonales de empatía, asertividad y
colaboración.

Los autores del presente artículo consideran que
en ambas definiciones se tienen en consideración los
elementos comunes que se abordaron, al inicio, en cuanto al
término competencia, teniendo en cuenta esto los autores
consideran para su estudio como competencia social del
profesional de la educación "la configuración
psicológica de la personalidad, que incluye conocimientos,
habilidades, motivaciones y actitudes sociales que se manifiestan
en la actuación del profesional y ejercen influencia en
los contextos (escuela, familia
comunidad)] donde se desarrolla la educación de sus
estudiantes."

La competencia social de este profesional debe estar
centrada en los siguientes contenidos:

  • Conocimientos de los elementos esenciales para
    contribuir a desarrollar la competencia social del profesor
    universitario.

Para ello debe tener: conocimiento de la
política educacional de la Revolución. (tesis y
resoluciones del congreso del PCC.); conocimiento sobre la
Historia de la
educación Cubana, entre ello la Historia de la
Educación Técnica; conocimiento de las
características de la escuela, la familia y
la comunidad donde se encuentra; conocer las
características de la empresa o
entidad de los servicios
donde se encuentra el centro; conocimiento sobre la teoría
existente de competencia social; dominio de posibles acciones a
incluir en la estrategia
docente educativa del grupo para sistematizar consciente y
planificadamente las dimensiones e indicadores de
la competencia social.

  • Habilidades para contribuir a desarrollar la
    competencia social del profesor universitario.

Para ello debe: diagnosticar el desarrollo de la
competencia social en los alumnos en formación; saber
establecer las necesidades que tiene el estudiante; independencia
en la búsqueda y asimilación de acciones para
desarrollar la competencia social; orientar a los estudiantes
hacia objetivos colectivos en la escuela, la familia y la
comunidad; organizar y conducir actividades en los diferentes
contextos; saber desarrollar relaciones colaborativas; mantener
relaciones interpersonales educativas en los diferentes
contextos; saber comunicarse y conducirse de manera asertiva en
los diferentes contextos; saber mantener una buena
empatía, adecuada autoestima y
desarrollo moral.

  • Motivación para la adquisición de
    conocimientos y el desarrollo de habilidades para ser
    competente social.

Para ello debe: demostrar disposición por
el estudio de la teoría sobre competencia social;
disposición por orientar a los estudiantes hacia
colectivos en la escuela, la familia y la comunidad;
disposición para organizar y conducir actividades sociales
en los diferentes contextos; sentir orgullo por el trabajo social a
desarrollar; sentir satisfacción por su adecuada comunicación y conducción asertiva;
estar satisfecho por el éxito social de sus estudiantes en
formación; estar motivado para continuar desarrollando su
competencia social en los diferentes contextos.

  • Actitudes positivas que demuestran que es
    competente social.

Para ello debe: que se caracterice por sus
cualidades humanas; personalidad ejemplar determinada por su
conducta social que se manifieste en los diferentes contextos;
actitud en
correspondencia con los intereses y aspiraciones de la gran
mayoría; estar poseído por el amor a
los valores
espirituales.

CONCLUSIÓN

Las ideas pedagógicas de los educadores
más destacados del siglo XIX aportaron los primeros
elementos de la misión social del maestro así como
la política llevada a cabo por la dirección del
Partido, esto nos ha convocado a contribuir a desarrollar la
competencia social del educador cubano, teniendo en cuenta que
debe cumplir su función desde su contexto, en
relación reciproca con las organizaciones
políticas y de masas, la familia y la
comunidad.

 

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    Artículo sobre "La instrucción Publica", en el
    mensajero semanal, t. I, New York, 1829.

 

 

 

Autor:

Lic. Milayda González
Pérez.

Licenciada en Educación en la especialidad de
Veterinaria
con 10 años de experiencia profesional. Se ha
desempeñado como docente en el nivel medio superior, jefe
de departamento en la Educación Técnica y
Profesional y profesora de la Universidad Pedagógica de
Ciego de Ávila, con categoría asistente. Ha
participado en eventos
científicos y cursos de superación postgraduada y
tiene varias publicaciones. Es aspirante al Grado
Científico de Doctor en Ciencias Pedagógicas y
reserva especial pedagógica.

e-mail: 

Dr. C. Ibrahim Arnaiz Barrios.

Profesor Titular y Doctor en Ciencias Pedagógicas
del Instituto Superior Pedagógico "Manuel Ascunce
Domenech" de Ciego de Ávila. Profesor adjunto del
Instituto Pedagógico Latinoamericano y Caribeño
(IPLAC). Director del Centro de Estudio e Investigaciones
de la Educación "José Martí" de la
institución. Investigador en la disciplina
Metodología de la Enseñanza de la Matemática
durante más de 25 años.  Ha participado en
varios eventos científicos de carácter
internacional y tiene varias publicaciones en Cuba y en el
extranjero. Ha impartido cursos de postgrado en Cuba, la
República de Panamá y
la República Bolivariana de Venezuela.
Profesor y miembro del comité académico de dos
programas de
Maestría. Es miembro de varios consejos científicos
 y  de Tribunales de Categorías Docentes.
Dirige un programa
territorial de investigación en Educación y
Pedagogía.

e-mail:

 

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