La relevancia técnica de la Teoría
de la
Comunicación y de su aplicación a las ciencias
conductistas
Las ciencias del pensamiento,
tradicionalmente, tratan de explicar nuestras aflicciones
emocionales y nuestras miserias incomprensibles por medio de
teorías
que, siendo lógicas en apariencia, a menudo,
explicándolo todo, terminan explicándonos
nada.
La esquizofrenia,
los trastornos bipolares, los esquizofreniformes, las
conversiones histéricas, la hipnosis, los sueños,
las curas "milagrosas", los trastornos neurológicos —que
nos asombran con sus apariencias dramáticas y, a menudo
inexplicables — no son nuevos — como tampoco son nuevas las
teorías que hacen todo lo posible para encontrar
explicaciones plausibles y lógicas a todo lo que no
entendemos.
La evolución abreviada del estudio del
comportamiento
humano como ciencia.
En el principio era el hechicero, luego el curandero,
seguido por el sacerdote, quien se trasformaría en el
hipnotista y más adelante en el terapeuta adherente del
psicoanálisis, con un paréntesis
esencial para poder admitir
al proponente del self-help con sus libros,
grupos y
rituales iterativos.
Pero, como a nadie en la ciencia le
agrada el status quo, otras explicaciones y otras doctrinas
psico/filosóficas nacerían de vez en cuando, para
determinar por qué sufrimos trastornos físicos,
emocionales o en combinación — y, más importante,
aún, para darles cura.
Una de las razones de importancia para el estudio de las
comunicaciones
entre seres humanos, como en este artículo veremos, es que
éstas son tangibles, observables y
descriptivas.
Nada más solitario que el destino de un terapeuta
novicio que no sabe cómo responder — porque no las
entiende — a las revelaciones que su paciente le hace en el
proceso de
querer ayudarlo en sus problemas.
Nada más frustrante para un paciente que anhela
poder resolver los obstáculos que su pareja presenta
cuando ambos tratan de negociar aspectos de su relación, y
la intransigencia que, del otro, lo impide.
Nada peor, cuando el paciente a quien me refiero, no se
siente, por su terapeuta, entendido.
Mi querida maestra Helen Beiser lo llamaría:
fallo de la empatía.
Para mí, en mi trabajo, el
uso de la Teoría de la Comunicación ha sido valiosísimo
porque suministra un cuerpo teórico empírico,
fácil de transmitir al paciente y basado en factores
prácticos ajenos a teorías
esotéricas.
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