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Freud: Un Hombre para todas las épocas (página 2)




Enviado por Felix Larocca



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Sir Thomas More

Pero, aunque parecieran yertos, las
influencias de ambos pensadores palpitaban bajo el efecto
perdurable y tangible de sus principios
terapéuticos.

El psicoanálisis y los
psicoanalistas ca. 1960s

Para los psiquiatras estadounidenses,
deseosos de obtener entrenamiento psicoanalítico a
mediados del siglo XX, esta ambición se tornaría en
empresa espinosa. Los institutos acreditados eran escasos y las
distancias entre ellos enormes.

Para los candidatos de Saint Louis y de
Cincinnati habían dos posibilidades: Denver y Chicago.
Chicago sería el preferido por disponer de la facultad
más prestigiosa, encabezada por Heinz Kohut.

El entrenamiento era difícil por sus
demandas extremas de orden pedagógicas.

Pero otras dificultades existían.
Para los candidatos sería arduo, sino imposible,
justificar a sus colegas, entrenados en facultades de tendencia
organicistas, que los sacrificios que hicieran para ser analistas
no eran por motivos de religión sino de ciencia — lo que
casi todos, escuchándolos, dudaban.

Los embates

Mientras tanto, encabezados por el
controvertido psicoanalista renegado; egresado de Chicago, Thomas
Szasz, y con la comparsa rítmica y sincrónica de
Percival Bailey, neurólogo distinguido y psiquiatra de la
Universidad de Chicago; se formaría un mariachi
cacofónico dedicado a escribir artículos y libros
cuyas miras derogatorias eran hacia el psicoanálisis —
para todos — y, para Szasz, el inconformista: el
psicoanálisis y la psiquiatría en
todas sus permutaciones.

Para los candidatos, a veces se
volvería difícil aceptar el dilema de defender el
psicoanálisis — obligación desagradable para la
mayoría de quienes yo conociera — ya que no había
nada para nadie "defender".

Crisis existencial, como Erikson nos
diría.

Para todos sería como si estuvieran
pasando por una rebelión de adolescencia, donde se
anhelaba justificar a los padres — aun venerados — pero,
queriendo, al mismo tiempo, alejarse de ellos, sin renunciar "al
grupo".

Tarea muy difícil, de
veras…

Muchos desistieron del entrenamiento,
concluyendo que el análisis era bueno, pero no
tan bueno…

Sin embargo, detalles surgirían
en nuestro entendimiento que serían difíciles de
ignorar.

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Giulia Farnese

Veamos

Los profesores más contumaces en la
defensa de la psicofarmacología y en su oposición
hacia el psicoanálisis — por ellos considerado una
actividad marginal — cuando necesitaran terapia para ellos
mismos, sus dependientes y seres queridos — escogerían
invariablemente a los psiquiatras que tuvieran orientación
psicoanalítica.

¿Por qué? nos
preguntábamos a nosotros mismos

Entonces, el otro aspecto más
palmario. El aspecto del éxito
terapéutico.

Nuestros casos, tratados con
técnicas derivadas del psicoanálisis, eran
más exitosos, en su desenlace final, que los de los
demás; los que así no fueran tratados.

La razón por el éxito se
compendiaba, cuando nos preguntaban, usando una muletilla sin
significado especial: "asuntos de la técnica".

"Asuntos de la técnica". La
posibilidad de acudir, en momentos difíciles, a un cuerpo
de conocimientos teóricos que clarificaba la esencia del
proceso. Uno de los logros mayores del genio de Freud.

Técnica. Algo que, todos quienes
intentan practicar la terapia, desconociéndola, no pueden
lograr exitosamente.

Con el psicoanálisis, yacida por
Freud, una estructura existía que más adelante se
reflejaría en otros sistemas terapéuticos pero, no
siendo monopolio de ninguno.

La doctrina psicoanalítica
demostraría que era versátil. Lo que hizo que se
adaptara a todo nuevo sistema de terapia, de los muchos que
fueron y son:

A la terapia cognitiva, a la terapia de la
teoría de la comunicación, a la de Rogers y
asimismo a muchos otros métodos que encontrarían
sus bases en el alejamiento; el acercamiento; o en la
adaptación de sus principios a los dogmas
psicoanalíticos — como asimismo nosotros
hiciéramos, con el self-help, cuando se aplica
como método terapéutico.

Pero, nunca faltarían más
razones o razones nuevas, para que los momentos difíciles
persistieran, ya que algunos de nuestros colegas psicoanalistas,
a menudo, se empecinaban en lucir absurdos en sus comportamientos
públicos.

¿A qué me refiero en este
instante?

Es justo que aquí se describa,
porque para muchos, Freud fue la primera víctima de los
freudianos.

Unos ejemplos servirán nuestro
propósito

Un caso genuino sucedería, cuando un
psicoanalista declarara, a la prensa local, que podía
analizar a cualquier persona basado en qué marca
de cigarrillos fumara. Otro, de lo que fuésemos testigos,
ocurrió cuando un analista insultara a una colega durante
el almuerzo en la cafetería de la clínica. Lo hizo
cuando comentara, con indiferencia al impacto social: "veo que
estás medio resfriada — deben de ser que ha llegado tu
período" — refiriéndose a una descarga nasal que
la doctora tuviera — y cosas por el estilo.

Pero, la que nunca olvidaré, de
entre todas las bobadas expresadas, fue la de mi supervisor,
quien, con tono muy solemne me dijo que mi paciente, cuando
compartiera sus sentimientos en la terapia, estaba verbalizando
memorias intrauterinas, cuando así lo hiciera.

Freud una vez se defendería contra
el dogmatismo de sus seguidores rábidos, exclamando en
francés: "mais, je ne sui pas
freudienne
!"

Para hacer la situación más
incierta, Jastrow y Roazen, críticos fornidos de Freud,
mantendrían el empuje furibundo de sus acometidas
literarias y filosóficas, donde quiera que se les
escucharan — lo que harían imparcialmente contra ambos,
Freud y el psicoanálisis.

Como corolario, Anna Freud, admitió
en público, su aprensión por lo que Roazen
publicara.

A, veces, ambos críticos,
hábilmente, despertaban temas emocionales: el
antisemitismo, putativo, de Jung; la misoginia cuestionable de
Freud, los prejuicios sociales de algunos psicoanalistas, las
sandeces con que algunos se expresaran y cualquier tema que
pudiera alentar y mantener vivas las llamas de la
controversia.

Eran tiempos difíciles para quienes
en el psicoanálisis tuvieran algún
interés.

Para agravar la situación misma, uno
de los allegados más íntimos de Kurt Eissler y Anna
Freud, el distinguido escolar Jeffrey Moussaieff Masson, Director
de Proyectos y Curador de los Archivos de Freud; escribió
un libro contencioso que desató un furor en el mundo,
hasta entonces, sosegado del psicoanálisis, lo
llamó: The Assault on Truth: Freud's Suppression of
the Seduction Theory.

Para muchos el libro sería resultado
de la deslealtad, para otros fue de la envidia; y, para otros
más; un fallo en el desarrollo moral de quien viola la fe
más básica entre los seres humanos — los
últimos, lo considerarían congénere a la
psicopatía.

Pero, Moussaieff Masson, se
aprovechó de su acceso irrestricto a los archivos de
Freud, para hacerse famoso.

Lo que Moussaieff Masson hizo, en el libro,
fue criticar a Freud por retractar su posición en el
asunto de la seducción de sus pacientes durante la
niñez.

Desde su publicación de esta
invectiva, y la de su acompañante Final Analysis;
sabiamente, Moussaieff Masson ha escrito varios libros
más. Pero, éstos son dedicados a explorar las vidas
emocionales de animales de naturalezas tan dispares entre ellos,
como son los gatos, los perros y — ¿dije "dispares"? —
los elefantes.

Como sea, en tiempos recientes, por razones
de coincidencia, sincronía o simetría han aparecido
muchos libros que estudian las vidas de los analistas insignes;
con énfasis en Freud y en sus rasgos personales y
profesionales.

De haber leído, sino todo, mucho de
lo que se ha escrito acerca de Freud. Uno puede resultar confuso
o, por lo menos, desconcertado por las incongruencias de este
genio, en bases de la disonancia de lo que se le imputa y se
conoce.

Bailey, en su libro, haciendo
exégesis de la personalidad de Freud. Lo tilda de mala
paga, de avaricioso, de marido infiel — esto último
porque, se cree que el analista, mantuvo una relación
extramarital con su propia cuñada quien en su casa
viviera.

Bailey continúa al ataque. Acusa a
Freud de ser dictatorial, porque demandaba obediencia y
reverencia sumisa de sus súbditos — perdón — de
sus discípulos.

También lo critica por haber violado
todas las reglas por él impuestas en la técnica y
práctica del análisis clásico, incluyendo
ser el analista de su propia hija, y heredera del
trono.

Lo acusa, además de ser timorato,
porque expresara "admiración", hacia la Gestapo. Aunque
concediera, que lo hizo por medio de palabras equívocas,
diciendo, cuando los agentes que lo visitaran solicitaran su
opinión: "yo le puedo recomendar la Gestapo a
cualquiera…"

Pero hay más, Bailey lo tacha de ser
egoísta y cruel, cuando pudiendo; por uso de su
influencia, evitarle internamiento en campos de
concentración y más adelante, muerte, a parientes
cercanos que a él acudieran en
desesperación.

Lo que parece es que estamos confundiendo
el mensajero con el mensaje. Freud yació las bases para el
psicoanálisis — pero, Freud no es el
psicoanálisis encarnado.

Continuemos

Bailey, el neurólogo famoso, y a la
vez psiquiatra, nunca evadió la oportunidad de exponer a
Freud, añadiendo faltas a las que en su libro detallara.
Porque, por la razón que fuera: A Freud, Bailey,
ostensiblemente abominara.

Otros han hecho lo mismo, mientras que
otros más, en el campo de la neurociencia, loan y alaban a
Freud como a una de las mentes más excepcionales que, en
nuestro campo se han destacado.

Por ejemplo refiriéndose, en
crítica elegante, a los pensamientos y conclusiones de
Freud en Beyond the Pleasure Principle:

Aquí sacamos extractos de lo que
Melvin Konner expresara:

"…El resultado fue una de esas
confusas, teorías pseudobiológicas del
propósito de todo en la vida — desde el movimiento de
una ameba hasta la diplomacia de una nación. Una
teoría que explicándolo todo, nada
explica.

"Sin embargo, Freud no pudo escribir un
libro lleno de disparates, sin añadir algo que no fuera de
interés…"

Freud y su nuevo biógrafo: Peter
Kramer

Freud Inventor of the Modern Mind:
Freud
(como) Inventor de la Mente
Moderna

Peter Kramer es un psiquiatra
clínico y un escritor prolífico en comando de un
estilo excepcional donde combina habilidosamente, un narrativo
fascinante con una elegancia simple y erudita a la
vez.

El libro

Cuando recibiera una copia de esta obra
para dar mi revisión, yo no estaba en disposición
de leer ni otra hagiografía ni otra maledicencia acerca
del hombre y sus faltas.

Pero, un libro escrito por Kramer, era algo
promisorio, por esa razón lo abordé.

¿Qué descubrí que para
mí fuera nuevo?

Muy poco

Muchos detalles triviales, emergen en este
compendio biográfico de los que no estaba informado; otros
son de naturaleza polémica y éstos son tan ajados
que sólo para demostrar que uno es versado en Freud,
valdría la pena reconsiderarlos — pero que son
pormenores que para mí no afectan ni el respeto, ni
cambian mi opinión, acerca del genio o de sus logros
científicos e históricos.

Sin embargo, el minucioso esfuerzo, por
Kramer exhibido en su investigación para lograr esta
biografía, es testimonio de sus cualidades de escritor
original.

Hay suicidios entre los pacientes de Freud
y entre los de algunos de sus testaferros y prosélitos.
Kramer insinúa discretamente y, a veces, no tan
discretamente, que estos serían detalles que fueran
quedamente silenciados para evadir crítica — porque, con
toda probabilidad lo fueran. Aunque no me explico qué
hubiese de ganarse reciclándolos, para hacerlos más
sensacionales de lo que ya, de sobra, han sido.

Que Freud fue un gran hombre — un hombre
excepcional, Kramer admite, sin problemas. Pero que era
indiscreto con los secretos profesionales de sus pacientes y que
gozaba en buena medida de la afección natural que muchas
de las mujeres que lo rodeaban demostraran hacia él —
especialmente, la singularmente atractiva, promiscua y leal Lou
Andreas-Salomé.

No muchas novedades nos revela Kramer,
aunque su biografía — por no ser adulatoria — es un
paso en la dirección, destino a la verdad.

Controversias plagan a Freud en su vida,
algo que es inevitable para un hombre que desarrolló un
sistema cuasi religioso de terapia y que lograría entrenar
un ejército de apóstoles para difundirlo — en
otras palabras, un hombre con mucho poder y de singular
influencia sobre sus semejantes.

El dogma

Éste, en esencia, no difiere de la
física subatómica donde se "reconocen" actividades
de partículas de naturaleza invisibles y con
características místicas.

A Freud se le castiga por ser
extremadamente ambicioso. Yo diría; por ser,
extremadamente sincero en admitir este defecto — si es que,
defecto, lo fuera — ya que es vicio por tantos; tan ampliamente
compartido, y de tanta difusión universal, que el ser
ambicioso como el ponerse a dieta, es la norma.

Kramer asimismo nos informa que Freud se
permitía libertades en la terapia que no toleraría
en otros analistas; como la visita de su perro en las sesiones, o
recomendando divorcio y adulterio en algunos casos — si es que
estos cuentos son ciertos.

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Lou Andreas-Salomé

Paul Roazen, antes que Kramer escribiera,
pasó treinta años de su vida, tratando de
desenmascarar a Freud y de hacerlo transparente para todos — lo
que, en cierta medida, lograra conseguir, para beneficio de
quienes disfrutan la visión del héroe humillado o
del gigante postrado.

Pero aun Roazen en las páginas
finales de su libro Controversies in Psychoanalysis,
admite que quizás existirían razones por las que
sus discípulos y quienes lo conocieran de cerca — y aun
de lejos — adquirirían un respeto por hombre y su genio,
bordeando en lo místico.

¿Neuronas espejo, ToM,
sincronías? ¿Quién podrá
decirnos?

Roazen lo resume así cuando explica
a quienes se dedican al entendimiento y a la práctica del
psicoanálisis. Nos dice que quienes lo hacen, lo hacen
más por razones idealistas que por otras más
prosaicas, como tantos por mí conocidos,
hicieran.

La neurociencia nunca podría
traducir a Freud, como tampoco Freud, por sus aplicaciones
remotas del psicoanálisis, pudo explicar al Presidente T.
Woodrow Wilson y a otras figuras históricas.

¿En la defensa de
Freud?

Lo que podemos tratar de hacer aquí
es algo diferente, lo que sería simple, aunque, no
tanto.

Podremos expresar por qué creemos
que tantos genios han sido atraídos por Freud y sus
doctrinas — Y mientras que así lo hacemos, reafirmar el
mismo respeto, a Jung debido, por sus logros, y su legado.
(Véase mi artículo: La Sincronía y la
Neurociencia Aplicada
).

Freud el hombre y no, Freud, el
mito

Freud nació al final de la era
post-victoriana. Era de la represión sexual. Sus pacientes
— la mayoría mujeres — se embriagarían en vista
de la capacidad, para ellas inédita, de, sentirse
"liberadas" por el líder de un nuevo movimiento; con
promesas de un horizonte fresco, de una nueva perspectiva, y de
un nuevo destino.

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Amalia. La madre de Freud

Freud, como todos sabemos, fue el producto
de la unión entre un hombre de edad avanzada y una mujer
mucho más joven. Su propia madre estaba más cerca
en edad, con su hijo, que con los hijastros mayores.

Su niñez y juventud, como favorito
de esta madre devota, pueden ser sujetas a especulaciones que,
para los propósitos de esta tesis serían, por
ahora, de escaso interés.

Freud en Viena y Freud en Europa

Freud, como Thomas More, vivió en
una era de Utopías. El mundo era nuevo, aunque hubiera
otro nuevo mundo en la híper-realidad, que Humberto Eco
exploraría y describiera después.

Lo que existiera entonces, era lo mejor que
nunca hubiera existido. Para More: "To serve King and
Country
". Para Freud: trabajar y disfrutar de una vida sin
obstáculos y sin ser víctima de
prejuicios.

Freud era judío, y como tal,
sabía, como tantos miembros de minorías entienden,
que para triunfar tenía que ser mejor que quien el mejor
fuera.

He aquí donde sus ideas acerca del
narcisismo fálico serían desarrolladas y propuestas
— ya que todos sabemos que el poder, ejemplificado por el
tamaño — de lo que sea, es de importancia
animal y de que influye el autoestima.

Angustiado por el va-y-ven de las mareas de
sus depresiones y angustias, Freud encontró aliento en la
literatura, el arte, algunas drogas y su auto-examen, lo que
llamara, su autoanálisis.

Pero, lo que lo hiciera popular, fue que
él ya existía en un período de la historia
donde esos eventos eran, circunstancias meras, sin mucha
importancia.

Su mundo estaba preparándose para
librar dos guerras y sus mujeres para ir, a lo que algunos, han
llamado la "Guerra entre los Sexos".

Freud, como el aprendiz de mago,
encontraría que sus ideas iconoclastas recibirían
la mayor aceptación, por un mundo de intelectuales
ávidos por la controversia y el libertarismo, a pesar de
sus polémicas.

Pronto, el hijo de un hombre sin
educación avanzada se encontraría en medio de las
candilejas sociales y académicas europeas y mundiales,
creyéndose y sintiéndose excepcional.

Cualquier pelotero, cantante mediocre,
dueño de negocio exitoso, o modisto marginal, piensa de
manera idéntica.

La serotonina y las hormonas sexuales se
activarían y, como neuronas espejo, enviarían su
mensaje críptico a las hembras disponibles en el entorno
de Freud, como así mismo lo hiciera con los hombres
recelosos.

Todos pensaban de este coloso intelectual
de nombre tan extraño, como asimismo lo harían con
Porfirio Rubirosa — ¿Qué diablos tiene que lo
hace especial? (Para un estudio breve acerca del dominicano,
véase El Amor como Paradigma de los Sentimientos
Humanos
).

¿Quieren saberlo? Pregunten al
hombre inculto, para una inesperada respuesta.

Muchas mujeres, caerían
víctimas de las feromonas y algunos hombres, Jung entre
ellos — como Freud intuyera con certeza increíble en
Tótem y Tabú — resentirían el
yugo del macho dominante en su individualidad avasallante y
creativa.

Allí nacieron otros renegados: Otto
Rank, Alfred Adler, Sandor Ferenczi y Viktor Tausk —
mencionando unos cuantos — pero todo sería parte de la
simetría, la sincronía y el balance
natural.

También nacieron las feministas de
la era, como Anaïs Nin y otras, las que se subyugaran al
maestro, sin que este mismo lograra; por su parte, entenderlas a
ellas, como a menudo lamentara en público, cuando
expresara: Was wollen Frauen?

Freud, concibió, como Bailey con
certeza dedujera, una teosofía para el judío; y
más que nada para el judío oprimido, por ello la
defendería con todos los recursos a él
disponibles.

Freud, en su entendimiento, nunca vio a la
mujer, como ser inferior en búsqueda de resarcimientos.
Por eso se rodearía de ellas.

Él las vería como algo
especial a quienes él envidiara sin saber por
qué.

Porque Freud se identificó, no con
su papá, a quien apenas conociera — sino con su madre
fervorosa — lo que a mí me parece evidente, cuando nos
dice que esa pasión amorosa proveniente de la madre, es la
marca para el éxito en la vida — refiriéndose al
auge propio.

Dando a luz al psicoanálisis — su
identificación con Amalia concluyó.

El creador se la situación de Edipo,
en su caso, la resolvería de manera
característica.

Freud perdura, persiste y pertenece a la
posteridad… Mientras que, ¿quién a sus
detractores recuerda?

Bibliografía

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    Unserene: A Tragedy in Three Acts
    C. Thomas

  • Szasz, T: (1961). The Myth of
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    . Harper & Row.

  • Szasz, T: (1976. Heresies.
    Doubleday

  • Jastrow, J: (1948) Freud: His
    Dreams and Sex Themes
    Pocket Books

  • Roazen, P: (1967) Brother Animal:
    The Story of Freud and Tausk
    Transactions

  • Roazen, P: (2002) The Trauma of
    Freud: Controversies in Psychoanalysis

    Transactions

  • Kramer, P: (2006) Freud Inventor of
    the Modern Mind
    Atlas

  • Freud, S: (1919h) The Uncanny
    SE
    , 17: 217-256

  • Moussaieff Masson, J: (1984) The
    Assault on Truth: Freud's Suppression of the Seduction
    Theory
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  • Moussaieff Masson, J: (1990) Final
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    Addison-Wesley.

  • Kramer, P: (1998) Listening to
    Prozac
    Diane Publishing

  • Larocca, F. E. F: (2007) La
    Sincronía y la Neurociencia Aplicada

    (III)

  • Eco, U: (1986) Travels in Hyper
    Reality
    Harcourt Brace & Jovanovich

  • Larocca, F. E. F: (2007)
    Déjame que te Cuente Genoma: La Tragedia Errante
    del Hubris Patológico
    en
    Psikis

  • Konner, M: (2003) The Tangled Wing:
    Biological Constrains on the Human Spirit
    Owl
    Books

Nota: Cualquier referencia de mi
autoría, puede obtenerse por solicitud.

 

 

Autor:

Dr. Félix E. F. Larocca

Partes: 1, 2
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