Elementos Esenciales del Psicoanálisis: el Inconsciente y el Narcisismo
I.- Sobre el
Inconsciente
"Todo lo reprimido tiene que
permanecer inconsciente…
lo reprimido es una parte de lo
inconsciente."(Freud,
XIV:161)
Hablar de Inconsciente me remite a pensar que, desde el
nacimiento hasta la muerte, se
tiene una vida mental e interior que es dinámica, con fuerzas psíquicas que
están en constante movimiento y
que intentan salir hacia fuera, proyectándose en la vida
de cada día. Nuestro comportamiento, claro está, como seres
humanos, es condicionado por experiencias, motivaciones y miedos
que no siempre conocemos, ni controlamos, en ese
sentido:
"Hay cosas que se olvidan
precisamente para conservarlas de por vida".
Y desde allí, desde ese lugar de saber,
construido con olvidos, gobiernan parte de nuestras vidas. A ese
lugar Freud lo llama inconsciente, memoria de
nuestra satisfacción libidinal que puede retornar en el
síntoma. Desde el principio hasta el final de su
elaboración teórica Freud concibe el síntoma
como una solución de compromiso entre una fuerza que
exige satisfacción y otra que se opone. Por eso no es tan
fácil que los síntomas por los que una persona consulta
a un analista, desaparezcan porque están formando parte de
su economía
libidinal.
El inconsciente no es un baúl de recuerdos de
hechos y sensaciones vividas y olvidadas, sino que es un conjunto
de fuerzas dinámicas que directa o indirectamente dirigen
nuestro comportamiento. En el mundo interno de la persona existen
pulsiones y fuerzas dinámicas desconocidas, así
como emociones y
sentimientos que fueron rechazados al inconsciente sin que la
persona tuviera conocimiento
de ello.
Reconocer y aceptar la existencia del
inconsciente, y que éste condiciona nuestra
conducta y forma
de pensar, es una herida para el narcisismo humano que cree
dominarlo todo. No todo nuestro actuar es objetivo, ni
coherente, ni del todo razonable. Existen muchas decisiones y
formas de actuar que son incomprensibles, como la
manifestación externa de un mundo interior desconocido que
está siempre activo y que no controlamos.
Pondremos unos ejemplos de situaciones que no tienen una
explicación racional y lógica
y que encuentran su razón de ser en el
inconsciente:
- Tener lapsus, olvidos no deseados, totalmente
involuntarios. - Reaccionar de una manera violenta ante ciertas
personas y situaciones, sin que uno sepa por
qué. - Tropezar una y mil veces con la misma piedra, y no
poder
hacer nada para evitarlo. - Tener miedos, temores irracionales y sin sentido, y
no poder librarse de ellos: Miedo a viajar en avión, a
los perros, a la
oscuridad, a los espacios cerrados, etc. - Creer que una persona es buena y todo lo hace bien,
aunque mucha gente te demuestre lo contrario, o al
revés, sientes una gran antipatía por una
persona que no conoces. - Ser muy sensible a cualquier broma o comentario,
aunque sea sin mala intención. - El inconsciente siempre intenta liberar tensiones y
buscar el máximo de satisfacción, sin tener en
cuenta lo que está permitido personal y
moralmente. Una persona puede comerse muchos dulces aunque
sepa que le hacen daño. - No tiene en cuenta ni el tiempo ni
el lugar. En los momentos más inesperados podemos
tener sentimientos de ansiedad, de miedo o de celos; sin
saber por qué, ni de dónde vienen. Uno de los
ejemplos más claros son los sueños, donde se
mezclan hechos y experiencias pasadas sin relación
alguna entre ellos. - No hay principio de contradicción. Una
persona puede amar y odiar a la vez a una misma cosa o
persona. Ejemplo. Admirar a una persona por su coraje y
entrega a los demás y rechazarla por ser tímida
y antipática. - En nuestro mundo inconsciente no existe la duda, y
difícilmente se puede modificar con razonamientos
objetivos
aquello que internamente se vive como una gran
certeza. - El inconsciente es indiferente a la realidad
externa. Un ejemplo aproximativo sería distraerse y
pensar en las vacaciones precisamente en el momento del
trabajo. - En nuestro mundo interno hay muchas experiencias y
afectos relacionados con hechos ocurridos hace tiempo, y que
la persona no recuerda en absoluto. Pero, a pesar de ello,
pueden aflorar repentinamente en la memoria
sin que uno sepa cómo ni por qué.
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