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Breve ensayo sobre el afecto, amor y amistad (página 2)




Enviado por Jorge Antonini



Partes: 1, 2

El papel de la afectividad es un elemento fundamental en
la formación de nuestra personalidad
porque nos integra de una forma especial, en nuestra
relación con nosotros, con los demás, en nuestra
sexualidad, en
nuestro trabajo o
profesión, cultivando relaciones sociales amistosas.
Podemos considerar la madurez afectiva como requisito
indispensable para el óptimo funcionamiento de nuestra
personalidad.

El tema es muy amplio. Me gustaría, en este caso,
orientarlo en la línea afecto-amoramistad; sin ser
específicamente estricto en ninguno de estos temas en
particular sino hacer un pantallazo general del asunto dejando
sólidas algunas ideas fundamentales.

4.
Definición

Para abordar un tema me parece necesario recurrir a su
definición, a los conceptos que se tienen en algunos
campos para dicho tema.

El hilo primordial de la investigación será el
afecto.

La psicología lo define
de muy variados modos. Puede equivaler a sentimiento,
afección, estado de
ánimo, comprendiendo los diversos elementos de la
afectividad. Se entiende frecuentemente en el sentido de estado
de emoción, sentimiento intenso y relativamente corto; en
sentido amplio, es afecto todo proceso
afectivo. También destaca las expresiones afectivas como
movimientos y actos de causa afectiva y que tienen
relación con los reflejos.

La filosofía lo define como emoción en un
sentido muy similar a sentimiento. En ocasiones se distingue
entre "sentimiento" y "emoción", considerándose la
emoción como una especie de sentimiento. Los sentimientos
pueden ser corporales, como cuando se siente frío. Las
emociones,
aún si se consideran fundadas en procesos
corporales, no necesitan describirse en términos
corporales. Así, se estima que sentir alegría,
temor, amor, etc.,
son emociones.

"Ahora bien, para la mayoría de los autores, los
sentimientos, afectos, emociones y pasiones, comprenden no
sólo unas determinadas "sensaciones", o unas
modificaciones de la conciencia, sino
que habitualmente comprenden o implican ciertas alteraciones
orgánicas, determinados deseos, un modo de conducta
más o menos típico, etc., relacionados todos con un
objeto específico."

Me parece destacar la concepción del hombre como
unidad substancial y referir esto a que cuando sentimos no es una
parte de nosotros la que siente, sino la integridad de nuestro
ser. Lo que sentimos en nuestro interior, también lo
siente y lo manifiesta nuestro cuerpo. Por este lado vamos a
encauzar el tema de los afectos.

Edith Stein, explicando los fenómenos ejemplifica
que "el sentimiento requiere según su esencia una
expresión.(…) Entre el sentimiento y la expresión
existe una dependencia de esencia y de sentido, no de causa."
Este sentimiento y esa expresión están
inexorablemente unidos. Si bien uno es la manifestación
del otro, el uno sin el otro es como que pierde bastante su
sentido. Si tengo un sentimiento, de alguna manera lo manifiesto
y, si expreso algo, es porque algo siento. "Por ejemplo, en la
risa, en la que se exterioriza mi alegría a modo de
vivencia, se me da simultáneamente como un estiramiento de
mis labios; en este caso yo soy consciente de mí en mi
totalidad, no sólo de la alegría o de la
risa.

Dentro de los afectos, también hay varios
niveles.

El amor lo tenemos como en un primer nivel, como algo
inmediato, como un "apetito primario" o "concupiscible" como lo
llamaban los medievales. También el deseo y el placer o
gozo, aversión y dolor o tristeza.

En un segundo nivel, como "apetito mediato", como
consecuencia del bien o evitación del mal tenemos la
esperanza y la desesperación, el temor, audacia y la ira.
Muchos afectos aunque están encuadrados en una
clasificación, no por eso quedan excluidos de otros, pues
se prolongan en estratos más profundos y se integran a la
vez con otros.

Hasta aquí, me parece tener una definición
y una idea simple y concreta.

Ser Con Los Demás

Ahora bien, recién hablábamos del afecto
como una necesidad natural, necesidad del otro, de la
relación interpersonal con el otro, el amor del
otro, el reconocimiento, etc.. Es propio del hombre la
relación interpersonal. No fuimos creados ni para ser ni
para estar solos. Nadie crece ni se forma solo.

El profesor belga
J. Gevaert dice esto: "El ser con los demás pertenece al
núcleo mismo de la existencia humana." Nuestra existencia
es siempre hacia los demás, ligada, en comunión con
los demás. "El otro está indudablemente presente a
la existencia personal, pero
como uno que afecta a la existencia en sus dimensiones más
personales." También dice: "Antes de toda relación
con el mundo e independientemente de ella, cada uno (el yo) tiene
una relación con el otro (el tú). La
relación con el otro se caracteriza por la inmediatez: el
otro está inmediatamente presente, sin conceptos, sin
fantasías, etc…." No hay razonamientos ni nada que
mediaticen este encuentro, por esto mismo no es algo
"conflictivo" sino más bien una relación de pares,
el uno y el otro en una perfecta reciprocidad. En ese encuentro
soy auténticamente "yo" y el otro es auténticamente
"tú".

De este modo se hace esencialmente necesaria nuestra
relación con el otro. ¿De dónde parte esta
necesidad? Podemos decir que esta necesidad personal primera es
vectorial; esto significa como una flecha, con una dirección. "Yo necesito a una persona con una
intensidad y con una inclinación u orientación muy
precisas. Lo necesito para algo, no lo necesito personalmente
sino por aquello que la persona tiene o lleva consigo; su cuerpo,
su esfuerzo, su destreza, su desplazamiento social, su apoyo…"
Podemos poner el ejemplo de un bebé con su madre: el
bebé, todavía inconsciente, "ama" a su madre porque
la necesita. La tendencia humana se orienta siempre al bien,
aquí al bien sensible. Este apetito natural de cada ser
por su bien sería la forma fundamental y única del
amor.

De todo el campo tendencial de los apetitos humanos
brotan las respuestas al bien o al mal propuestos; estas
respuestas las podemos llamar afectivas. El bien mueve el apetito
inmediato – dentro de los cuales incluimos al amor como motor exclusivo
de la vida afectiva -, es su objeto, ningún ser rehuye al
bien en cuanto bien, sino que todos tienden a
él.

Aquí me gustaría poner como en un acertado
paréntesis un pensamiento de
San
Agustín (Confesiones, XIII, 9). San Agustín
dice agudamente: "Mi amor es mi peso; por él soy llevado a
dondequiera que soy llevado". La imagen del peso
viene en San Agustín de su idea del "lugar" natural de
cada cosa y del ideal del "reposo": "nuestro descanso es nuestro
lugar"; y esto lleva a pensar en el peso del cuerpo; pero
inmediatamente supera esa interpretación inercial: "el cuerpo por su
peso tiende a su lugar; pero el peso no es sólo hacia
abajo, sino hacia su lugar". La idea de San Agustín no
está muy lejos de la idea de vector: el amor es el peso
que nos lleva a uno u otro lugar, en una u otra
dirección.

Seguimos insertando la idea del amor como algo propio
del afecto y viceversa. Gevaert sigue con esta idea: "El amor
concreto
existe generalmente con un color afectivo,
distinto según sea la relación amorosa." Va a ser
muy distinto el amor conyugal al que hay entre padres e hijos y
al amor de amistad. Este
último es el que más me interesa en este caso y nos
detendremos más adelante.

Así podemos afirmar que el otro (el tú)
viene a ser como un "constitutivo formal" del propio yo. No es
que no exista un yo sin un tú: es que el tú mismo
viene a formar parte esencial del propio yo. No basta que el otro
sea un ser real: es además factor esencial de mi
yo.

La unicidad de la persona no se revela mas que en la
comunión interpersonal. La persona es por excelencia el
ser de la palabra y del amor.

La persona manifiesta además un "carácter sagrado" o "metafísico". La
unicidad no queda constituida por el encuentro de personas, sino
que en cada encuentro o comunión se manifiesta y se impone
como una realidad que finalmente no procede ni de mí ni de
ti; una realidad que es anterior a mí y a ti, y que
precisamente es la que hace posible el encuentro y la
comunión interpersonal. En este sentido la realidad de la
persona es la realidad trascendente, la realidad metafísica
por excelencia.

Aunque las relaciones
interpersonales se ofusquen por conflictos y
contrastes (como por ejemplo la injusticia, la muerte…)
el hombre es
constitutivamente un ser con los demás, orientado a los
demás; y realiza su existencia gracias a los demás
y juntamente con los demás.

Esta realidad interpersonal no está separada del
Dios creador que da el ser al hombre. Por eso el encuentro con el
tú es también el camino hacia Dios. La
relación interpersonal está ligada a la
relación con el tú absoluto.

5. Amor, afecto y
desarrollo

Creo que queda claro el tema de la necesidad de los
demás. También quiero destacar aquí la
necesidad de ese reconocimiento, de las manifestaciones
afectivas. Necesitamos "sentir" que el otro nos ama y
también necesitamos manifestarle al otro que lo amamos.
Esto lo manifestamos con nuestro cuerpo. El cuerpo es el campo
expresivo del hombre donde realiza su existencia. En todo
sentido. Y en el hecho de ser para los demás el cuerpo
adquiere otro significado, como presencia en el mundo, como
origen de la instrumentalidad y de la cultura y en
este caso que nos interesa a nosotros, como comunicación con el otro y reconocimiento
del otro.

El lenguaje
táctil es otra forma de lenguaje corpóreo que se da
específicamente en el afecto y en las expresiones
corpóreas de afecto. Continúa Gevaert: "El abrazo,
la caricia, la ternura, el cachete, etc., son un lenguaje cuya
importancia resulta muchas veces decisiva, no sólo durante
los primerísimos años de la infancia, sino
incluso en la vida del hombre adulto, en lo que respecta al
equilibrio
humano y a la posibilidad de comunicar con los demás. La
psiquiatra A. Terruwe observa:

Cuando se ama a alguien, se siente naturalmente la
necesidad de tocarlo. La madre toma al niño, lo aprieta
contra su corazón,
lo mece; el hombre estrecha la mano del amigo, le da una palmada
cariñosa en la espalda; la muchacha camina del brazo,
abraza, besa, acaricia; de este modo hay infinitas formas
táctiles con las que se manifiesta el afecto… La
expresión táctil del amor es la más original
de todas."

El niño que no ha experimentado un amor afectivo
no sólo no llega a madurar en sus sentimientos, sino que
cae en la neurosis. Sin
entrar en terreno psicológico me parece necesario ver este
problema con una dimensión también
filosófica, puesto que afecta al hombre en su ser
más hondo. No sólo psicológica, sino
también humanamente la suprensión del amor afectivo
y las manifestaciones de afecto pueden conducir a una neurosis de
frustración. Esto es algo muy típico en nuestra
civilización moderna.

Otra forma expresiva de afecto es simplemente estar
juntos, aunque no se diga nada. Este silencio puede tener una
gran intensidad de lenguaje.

"La afirmación, contenida en el amor afectivo, es
por eso mismo el fundamento de toda la existencia social del
hombre; es ella la que da al hombre ser lo que es, y al darlo a
sí mismo lo hace capaz de ser para los demás, de
darse a los demás."

El amor recibido de los demás es uno de los
factores más determinantes para el desarrollo y
equilibrio de las personas.

En el contacto con el otro el hombre se percibe a
sí mismo, saliendo fuera de sí. El amor es una
respuesta afectiva también sensible. "Si
quisiéramos ilustrar la importancia del amor afectivo y
del amor en general, podríamos recurrir también a
la imagen negativa: el día que un hombre o una mujer tienen la
impresión de que no hay nadie en el mundo que los aprecie,
caen en la sensación de que el vacío absoluto
inunda su existencia."

Seguimos con la idea de la naturalidad del amor y de los
afectos. Al hablar de que es algo natural decimos que no es algo
adquirido, sino que es idéntico a la naturaleza
misma, que no exige intervención del conocimiento.
Por lo tanto el amor no es una ficción ni algo artificial
ni un fenómeno adquirido por repetición de
actos.

Desde este punto de vista, el amor es un dato natural y
no una fantasía sin relación con el fin natural de
los seres.

Podemos concluir diciendo que no sólo es
necesario recibir amor, sino que también son necesarias
las manifestaciones de ese amor que se nos da. Repitiendo un
concepto que
teníamos antes decimos que entre el amor y las
manifestaciones de afecto no hay una relación de causa y
efecto sino que tienen una dependencia esencial y de sentido el
uno con el otro.

Amor En Sí

Ahora vamos a detenernos un poco sobre el amor.
¿Qué es? ¿De dónde viene? Vamos a
comenzar buscándole una definición. En su origen
etimológico para algunos deriva de vocablos griegos (que
no los vamos a escribir, sólo su traducción). Una de las traducciones
significa semejante, pues los que se aman son semejantes; otra es
desear vivamente: amor implica un querer intenso y ardiente; otra
significa ligar, conectar, pues lo propio del amor es juntar a
los amantes. "Amor abarca también el espectro
semántico del término caridad, que significó
inicialmente entre los latinos lo que expresa el español
carestía, situación en la que se carece de algo
necesario." Esta riqueza semántica (en el griego) delata un poco la
riqueza de sentido que lleva la palabra amor.

Antes decíamos que el amor estaba incluido dentro
de los apetitos concupiscibles o inmediatos o primarios, como una
"conveniencia". Cruz C. aclara un poco esto así: "No se
debe confundir el amor con el deseo ni con el gozo o
alegría." El deseo va a surgir del mismo amor que nos va a
llevar a gustarlo. El gozo se va a dar en el bien inteligible, el
bien del espíritu; y también en la sensibilidad, en
el cuerpo. Hay una tendencia al goce, un deseo común, al
alma y al
cuerpo. Continúa: "El amor espiritual añade al amor
en general una elección previa; es claro así que el
amor espiritual no se encuentra en los apetitos, sino sólo
en la voluntad y únicamente en la naturaleza racional."
Aquí se hace la diferencia entre ese "amor primero" del
que hablaba cuando ponía el ejemplo de la madre y el
bebé, y cuando ya soy consciente de ese amor, aquí
conozco y amo con libertad.

Por todo esto sería error considerar al amor como
una especia de apetito sensible refinado, como si en lo
espiritual hubieran instintos como en lo corporal. Aquí el
apetito natural es de cada ser por su bien y el amor sería
la forma fundamental y única.

"En la persona del "otro" está el objeto formal
del perfecto amor: se ama algo porque es bueno, porque encarna la
índole del bien: "algo es amado en cuanto tiene
razón de bien". Lo cual no equivale a afirmar la prioridad
del amor interesado y la subordinación del bien sujeto al
amante. Porque el bien no es bueno porque sea apetecible, sino
que es apetecible porque es bueno. Afirmar que el bien es el
objeto formal del amor es fundar no sólo el
carácter extático o desinteresado del amor, sino
fundar el amor sin más."

Ahora, ¿cuál es la causa del amor? El amor
que me realiza y perfecciona como hombre no es inmotivado, tiene
causa. Podemos resumir la causa del amor así: es el bien
objetivo y
real de la persona amada. Amar es complacerse en el bien que
existe en el otro. Y ese amor lo puedo descubrir de varias
formas: cuando amo a alguien: es una experiencia activa e
inmediata, el objeto directo del amor es el otro; cuando observo
el amor en otras personas que se aman: es una experiencia
mediata; y la forma más especial es cuando yo soy amado:
es una experiencia pasiva e inmediata y el objeto del amor soy yo
mismo; al ser tocado por el amor de otra persona advierto que el
contenido del amor se me aproxima de modo único. Todas
estas experiencias ayudan a comprender lo que es el amor:
afirmación afectiva o complacida que un ser humano hace de
la existencia del otro.

El amor es una respuesta afectiva; y puede ser tanto
sensible como espiritual.

"En el plano ontológico esencial, o desde el
punto de vista de la interioridad objetiva, el amor ha quedado
definido como el principio radical de la dinámica afectiva cuyo término es la
propia plenitud. Pues bien, desde el punto de vista de la
conciencia, el amor es la captación de la plenitud y
perfección de otra persona en tanto que susceptible de ser
realizada por uno mismo y en tanto que en la realización
de esa plenitud va implicada la propia autorrealización,
de modo que ésta pueda alcanzar una plenitud antes
insospechada. Dicho brevemente, el amor es la captación de
un tú, de cuya plenitud depende la propia, y de tal modo
que ese tú despierta lo mejor que hay en el yo. Desde esta
perspectiva, el amor es un sentimiento y una
tendencia."

"En el amor se produce, pues, la unión de dos
subjetividades de modo que cada una media en la plenitud de la
otra. El amor como sentimiento es la anticipación de la
realización conjunta de dos subjetividades. Por eso,
Aristóteles mantiene que la obra del amor
es la unidad, S. Agustín que el amor es la tendencia a la
unidad y Hegel que el amor
es la unidad de la identidad y la
diferencia, es decir, la unidad en la que dos subjetividades
alcanzan la identificación de una con la otra pero sin que
eso suponga la anulación de una por la otra sino, al
contrario, de tal modo que la diferencia se mantenga."

A todo esto decimos que el amor consiste en la respuesta
de un ser a otro o al bien idéntico al ser.

"Es pues imposible imaginar que nuestra voluntad para
amar, incluso con el amor más puro, sin realizar a la vez
su propia perfección, o sea, sin obtener por el propio
ejercicio del amor del bien, bajo su razón formal de bien
último, el acabamiento para el que ella está
formalmente hecha y para el cual no puede no ser
hecha."

6. Amistad E
Intimidad

Cuando el amor honesto y sincero se hizo hábito
en alguien, se dice que se quiere con un amor de amigo. Al decir
que es un hábito también decimos que se construye,
es una unión que se fragua con el tiempo.

El amor de amistad se coloca decididamente fuera del
ambiente
familiar y se aparta del color sexual. Según Santo
Tomás, el amor de amistad es un amor perfecto. En este
amor perfecto salgo totalmente fuera de mí terminando en
mi amigo amado; yo amo a mi amigo por él mismo. Es un
éxtasis de la intimidad (éxtasis no como algo
sobrenatural, simplemente como ponerse fuera de sí), "la
unión afectiva íntima entre el amante y el amado,
que es el amor, supone la salida del amante de sí mismo y
su persistencia afectiva en el amado, el éxtasis." En ese
éxtasis yo me encuentro a mí mismo en el otro. Es
el acto más encumbrado del amor, es la aprobación
que hace mi intimidad de la intimidad del otro. Esta intimidad no
es un espacio cerrado sino una relación que une por dentro
a las personas. "La intimidad, interioridad relacionada, se forma
o fragua en el curso de la vida personal – el hombre comienza a
descubrir la intimidad en una etapa de su vida -, y podemos
contribuir a fomentarla en el otro: es más, ella no se
profundiza ni se amplía sin el contacto con el otro. Una
intimidad es fuerte en la misma medida en que tiene capacidad de
compartir y de relacionarse creativamente." Por eso esta
interioridad, esta intimidad no es distancia sino que se
convierte en vínculo. No hay otro modo de apertura
personal total que la realizada en la intimidad. El amor de
amistad es siempre íntimo, y en ese amor íntimo
encontramos nuestro bien humano y perfecto afirmando el bien
absoluto. "Si la felicidad de un ser consiste en la
realización de su naturaleza, y si lo propio de la
naturaleza espiritual del hombre es estar referida al bien como a
un absoluto, entonces la felicidad del hombre se consigue
mediante el amor al bien por sí mismo."

Esto va a implicar también un profundo
conocimiento de mí mismo, "…la amistad se refiere a una
relación de intimidad. Por lo tanto, no puede darse en
profundidad hasta que la persona llega a descubrir su propia
intimidad y aprende luego a compartirla con los otros." Esto
también va a implicar un desarrollo de las virtudes, no
puede caber amistad donde falta virtud, es algo imprescindible.
Me parece importante citar algunos ejemplos para mostrar esto.
"La lealtad es la virtud que ayuda a la persona a aceptar los
vínculos implícitos en la adhesión al amigo,
de tal modo que refuerza y protege, a lo largo del tiempo, el
conjunto de valores que
representa esta relación. La generosidad facilita al amigo
actuar a favor del otro teniendo en cuenta lo que le es
útil y necesario para su mejora personal. El pudor
controlará la entrega de aspectos de su intimidad. La
comprensión le ayudará a reconocer los distintos
factores que influyen en su situación, en su estado de
ánimo, etc.. La confianza y el respeto lleva al
amigo a mostrar su interés en
el otro y que cree en él y en sus posibilidades de mejorar
continuamente." Podemos decir que los buenos amigos luchan por
superarse en sus virtudes exigiéndole también al
otro comprensión y ejemplo. Hoy en día se le dedica
poco tiempo a los amigos y esto no es lógico ni
humano.

"La amistad es un amor recíproco que realiza la
unión de dos voluntades, y por ello la de los sujetos
(S.Th. I-II, 28, 1-3). En el orden humano, cada uno de los amigos
considera al otro como a sí mismo, quiere el bien del otro
como el suyo, siente las alegrías y las penas del otro
como las suyas, busca por último la presencia del otro
porque es una alegría igual para ambos." En el amor de
amistad, el amante se ordena al amado como a sí mismo y se
supone una cierta comunión de vida, unidad de pensamiento,
de sentimiento y de voluntad (esto no quita que se puedan tener
amigos con criterios distintos a los de uno). Esto es lo propio y
formal del amor: la unión afectiva del amante con el
amado. Me resulta interesante el modo de definir a los
componentes de una amistad que utiliza Cruz Cruz, amante y amado,
uno que ama y otro que es amado.

La tendencia del amante hacia el amado se orienta hacia
lo que le es semejante. El amor es entre semejantes. Uno ama
aquello que le es semejante. Un modo de semejanza es cuando los
semejantes poseen lo mismo en acto. Este modo de semejanza
produce un amor perfecto. "…Puesto que por lo mismo que dos
seres son semejantes, al tener en cierto modo una sola forma, son
como uno solo en aquella forma, a la manera que dos hombres son
uno en la especie de la humanidad, (…) y por esto el afecto del
amante se dirige hacia el amado como a sí mismo, pues cada
uno – por su identidad ontológica o semejanza sustancial
consigo mismo – se ama a sí mismo con amor natural
perfecto, que es amor íntimo. Un buen ejemplo de esto lo
da San Agustín al hablar de la muerte de su
amigo íntimo al decir que era "la mitad de su alma";
"porque yo sentí que mi alma y la suya no eran más
que una en dos cuerpos, y por eso me causaba horror la vida,
porque no quería vivir a medias, y al mismo tiempo
temía mucho morir, porque no muriese del todo aquél
a quien había amado tanto."

Todos debemos tener (y si no, deberíamos tener)
experiencia de amistad, así que creo que todo esto
sólo define de una manera más fina el concepto de
amistad.

7.
Conclusión

"A la pregunta sobre para qué necesito a alguien,
sólo puedo responder con una historia, con una
porción significativa de mi biografía o con su
totalidad."

Un poco la idea de todo este trabajo, de
esta investigación, era comprobar la necesidad de cada uno
por el otro, por el amor, la amistad, el afecto. Y ciertamente
cada uno responde a esto con su propia historia. Cada uno tiene
su propia experiencia de salir de sí y su modo particular
de necesitar, pero creo que en muchos de todos estos puntos
podemos coincidir.

¿Por qué tengo esa necesidad de salir de
mí, de buscar "algo" en el otro? Esta búsqueda
natural está impulsada por el amor. Buscamos una verdad,
la verdad de nosotros mismos, nos buscamos a nosotros mismos. En
el fondo buscamos a Dios. Quien busca la verdad, aunque no lo
sepa, busca a Dios.

La búsqueda comienza por nosotros mismos, en
nuestro interior. Y automáticamente somos impulsados a
salir de nosotros. No somos seres cerrados que además
somos capaces de ponernos en contacto con otras personas, sino
que en la comunión interpersonal se revela la unicidad de
nuestra persona. Me percibo a mí mismo cuando salgo fuera
de mí, en el contacto con el otro; con el lenguaje
del amor de la otra persona para conmigo tomo conciencia de
mí y de mi dignidad.

Sólo quien se experimenta a sí mismo como
persona, como un todo pleno de sentido, puede comprender a los
otros. Y así nos construimos recíprocamente. Nos
necesitamos para ser seres humanos plenos.

Nuestras acciones han
perdido naturalidad, nuestro trato es incompleto. Y así
ponemos barreras para encontrarnos con el otro y por consiguiente
con nosotros. Hemos perdido transparencia, hemos perdido el
contacto con el otro y es preciso recuperarlo.

Estamos orientados al bien, o sea que naturalmente lo
buscamos. El bien nuestro y el bien del otro. Y esta es la forma
del amor. Y ese amor lo manifestamos, necesitamos manifestar el
lenguaje del amor con expresiones, con nuestro cuerpo.
Decíamos que la expresión táctil del amor es
la más original de todas. Original haciendo referencia a
que es de "origen", como principio.

El amor es el principio radical de la dinámica
afectiva cuyo término es la propia plenitud.

El amor recibido de los demás es uno de los
factores más determinantes para el desarrollo y equilibrio
de la persona. Y el amor y las manifestaciones de afecto tienen
una dependencia esencial.

El amor perfecto se da en la amistad donde deseo el bien
de mi amigo por mi amigo mismo. La amistad es un hábito
que tiene por objeto las acciones para con los demás bajo
el signo de la gratuidad. Amo íntimamente a mi amigo
simplemente porque es persona. Lo descubro más allá
de lo que cuenta de sí mismo, desde su vocación,
desde su esencia.

Toda amistad se funda en una comunicación de vida
por eso tiene que haber una reciprocidad. Y ahí es donde
voy buscando y encontrando mi plenitud.

Lo que conviene primero y más propiamente al amor
es el amar y no el ser amado. Lo importante en los amigos es que
lo son en cuanto amantes, en cuanto a principio de amor, no en
cuanto son amados. Esto no quita que el ser amado por otro sea
inductor para que yo corresponda al amor que se me da. Dice muy
bien el dicho que amor con amor se paga. También dije que
el encuentro con el otro también es camino hacia Dios, y
en el amor nos vamos asemejando a Él. Amar como Él
es siempre darse, salir de sí, tomar la iniciativa del
amor, amar primero. Creo que si somos capaces de
responsabilizarnos en el amor es ahí donde radica nuestra
plenitud. El amor va a ser el que nos impulse a entrar en
nosotros, a salir de nosotros para encontrarnos con el otro, a
construir vínculos amistosos fuertes, sanos y
libres.

A Modo De Epílogo

Espero humildemente que todo lo tratado brevemente en
estas hojas aclare algunas cuestiones que, como dije antes, creo
que son cuestiones que a todos nos tocan de cerca. Por lo menos a
mí me sirve para ponerle nombre a mis sentimientos, tener
claridad en ellos y moverme en este campo con la mayor libertad
posible.

Creo que la madurez humana y afectiva es lo que hace que
seamos personas equilibradas en nuestras relaciones. Este es el
comienzo de un camino que es costoso; siempre digo que los
conceptos en la cabeza son más fáciles de fijar y
comprender, lo difícil es hacerlo carne en nuestro
corazón porque siempre tenemos una tendencia al desorden.
Tener estas cosas claras en la cabeza ayuda a estar "alerta" en
la manera en que nos relacionamos y amamos
fortaleciéndonos y templándonos.

Pensar en esto y tratar de crecer y madurar en el amor
se convierte en algo fundamental.

Tener amigos con quien compartir la vida es un regalo
precioso que debemos cultivar y cuidar.

8. Bibliografía
Consultada

  • GEVAERT, Joseph. El problema del hombre. Ediciones
    Sígueme. 10ª edición. Salamanca 1995.
  • FERRATER MORA, José. Diccionario
    de filosofía. Alianza editorial. Madrid
    1984.
  • DORSCH, Friedrich. Diccionario de psicología.
    Editorial Herder. Barcelona 1985.
  • MARÍAS, Julián. Antropología metafísica. Alianza
    editorial S.A. Madrid 1983.
  • VERNEAUX, Roger. Filosofía del hombre.
    Editorial Herder. Barcelona 1985.
  • Congregación para la
    educación católica. El celibato sacerdotal.
    Ediciones Paulinas. 2ª edición. Buenos Aires
    1998.
  • STEIN, Edith. Sobre el problema de la empatía.
    Universidad
    iberoamericana. México 1995.
  • CRUZ CRUZ, Juan. El éxtasis de la intimidad.
    Ediciones RIALP. Madrid 1999.
  • ARREGUI, J. Vicente y CHOZA, J. Filosofía del
    hombre. Ediciones RIALP. 3ª edición. Madrid
    1993.
  • SAN AGUSTÍN. Confesiones. Editorial Lumen.
    Buenos Aires 1999.
  • ISAACS, David. La educación de las virtudes humanas.
    Ediciones Universidad de Navarra. 12ª edición.
    Navarra 1996.

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