La doctrina Social de la Iglesia como disciplina moral (apuntes)
- Los
Derechos Humanos en la declaración de las Naciones
Unidas y en la DSI - La
solidaridad en la DSI y en la concepción
biológica o naturalista - Los
principios de la DSI y la plena vigencia de la
democracia - La
"opción por los pobres" del magisterio episcopal de
América Latina
La DSI se forma haciendo base en la teología y la
filosofía, así como en las ciencias
humanas y sociales proyectándose sobre los temas
éticos y procurando hacer un juicio moral con los
medios
técnicos adecuados. Tiene en cuenta permanentemente los
cambios de la historia al realizar estos
juicios con criterio moral, aspecto que le permite estar en
contacto con la realidad para llevar adelante la praxis del
evangelio.
La DSI es una disciplina
teológica: la fe y la Palabra le sirven de fundamento.
Pero como no se contenta con el análisis de los conflictos
sino que busca su superación y la transformación de
la realidad social, la DSI se convierte en una disciplina que
incursiona en el campo moral, esto es en el entramado de la
realidad humana donde trabaja por una sociedad
más justa e igualitaria. El hecho de emitir juicio sobre
la realidad y sus conflictos, el hecho de comprometerse con la
realidad humana en el mundo, la convierte en una disciplina que
incursiona netamente en lo moral.
El magisterio de la Iglesia
constituye en un conjunto de principios y
valores
orientados a la acción.
Esta abierto permanentemente a nuevos cuestionamientos de la
realidad que le impone día a día desafíos
cada vez más comprometedores.
Por supuesto que son validos todos los postulados
transhistóricos y transculturales, pero si se tiene en
cuenta la característica humana de ser un espíritu
encarnado no se puede apartar la DSI de la consideración
histórica de los problemas
morales.
Insistimos en que la dimensión práctica
– como en cualquier disciplina – requiere unas bases
teóricas muy sólidas para ser efectiva realmente en
su inserción en la realidad del hombre. El
juicio moral para de la DSI para ser objetivo
requiere una instancia de reflexión recurriendo al
método
del discernimiento.
La DSI pertenece al campo de la teología moral
pero es una disciplina que reflexiona para la acción. Su
sentido práctico le exige una esgrima permanente con la
realidad y su problemática, tal es el caso de la mirada
permanente sobre los más necesitados.
Resumiendo podemos afirmar que la DSI se mueve en dos
dimensiones que resultan interdependientes: la dimensión
teórica – los principios y valores que guían,
conducen e inspiran – y la dimensión práctica
– sin la cual carecería de sentido la
reflexión crítica.
En la praxis sobre la realidad viva esta sentado el
principio y el fin del proceso de
transformación de la realidad personal y
comunitaria del ser humano donde la DSI sirve como tutora
moral.
La misión de
la Iglesia es precisamente anunciar y confesar a Jesucristo, lo
que significa proyectar una serie de principios y valores
fundamentales – a los que llamamos valores
evangélicos – a la acción concreta en el
ámbito de una "interpelación recíproca
permanente" entre la realidad y el Evangelio de
Jesús.
Esta Buena Noticia ilumina los obstáculos de la
vida cotidiana y a la vez tiñe de humanidad el mensaje de
la Palabra haciéndolo verdaderamente práctico y
concreto.
Ahora bien, no se pueden poner en práctica estos principio
sin un adecuado discernimiento de los "signos de los
tiempos" y del verdadero valor de la
interpretación de la realidad a la luz del mensaje
evangélico.
Este discernimiento exige seguir un derrotero permanente
hacia una visión objetiva de la realidad social. Esta
dimensión práctica diferencia a la DSI de las
ideologías ya que a diferencia de ellas la DSI debe
necesariamente integrar las dimensiones histórica,
teórica y práctica. Aunque la DSI no considera a la
ideología como algo negativo de por
sí, reafirma su intención de plantear objetivos
cerca de la realidad para orientar una efectiva praxis
cristiana.
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