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La doctrina Social de la Iglesia como disciplina moral (apuntes) (página 2)



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El fundamento
antropológico de la DSI.

Hemos dicho que la DSI es una disciplina
teológica y como tal se basa en la fe y en la
profesión de la Palabra de Dios. La humanidad ha sido
penetrada por la presencia efectiva de un Dios encarnado que
cuanto hombre se ha
convertido en sujeto de esta humanidad sin dejar de ser Dios.
Mediante la Encarnación, Dios ha dado a la humanidad y a
la vida humana la dimensión que "quería dar al
hombre desde sus comienzos."

Jesucristo se une a la humanidad otorgándole un
impulso para superar sus propias limitaciones terrenales. Este
"hombre nuevo"
se erige en pos de este Cristo que vive en él, encarnado
pero elevado por la fe. La acción
del Espíritu promueve una nueva creación en
el hombre,
mientras que la trascendencia cristiana busca la verdadera
liberación de toda la humanidad.

En este sentido la antropología cristiana integra cuerpo y
espíritu de manera armónica siguiendo la promesa de
aquél que ha surgido de entre los muertos y llama al nuevo
hombre para que encare su cotidianeidad como hijo de Dios en
todas sus dimensiones.

Dicho de otra manera, Jesús ha motivado al
cristiano a discernir el problema del hombre hijo de un Dios que
se hizo hombre para la Salvación universal. De esta manera
el sentido de la persona humana en
el mundo esta iluminado desde el misterio de la
Encarnación.

La Doctrina Social de la Iglesia,
encuentra en esta Buena Noticia la verdad sobre el hombre y arma
el fundamento de su enseñanza. No cabe duda por qué,
entonces, existe un fundamento antropológico en el planteo
de la DSI.

¿Puede un no cristiano adherir a la DSI y
buscar su aplicación?

Una persona que no comparta las creencias cristiana
puede efectivamente adherir a los principios
formulados por la DSI. Este se explica fácilmente si se
tiene en cuenta el enfoque práctico de esta disciplina en
lo que respecta al tratamiento de los problemas
humanos y su moral.
Efectivamente si compartiese con la DSI el enfoque moral y si
estuviese inmerso en la realidad que la DSI intenta transformar
mediante la aplicación de principios y valores
evangélicos no le serían ajenos los objetivos de
la DSI. El no cristiano que persiga fines humanizantes y valores
que enaltezcan al ser humano como tal y lo dignifiquen
podría adherir a los juicios y las intenciones de la DSI
– aun cuando profesara otras ideologías y corriera
el riesgo de
absolutizar visiones parcializadas de la realidad humana y su
problemática. Tal vez, la dificultad de su análisis radicaría precisamente en
no contar con la ventaja universalista que la doctrina de la DSI
otorga al planteo del hombre.

Los Derechos Humanos
en la declaración de las Naciones Unidas y
en la DSI.

No es ajena la Iglesia a las transformaciones que se
producen constantemente en las estructuras
sociales, políticas
y económicas de la humanidad, lo que la coloca en una
posición comprometida frente a la necesidad de trabajar en
pos de la justicia
denunciando los atropellos que sufren los más
desprotegidos. Como el hombre, sujeto de derechos, es el centro de la
sociedad,
constituye también su fin. Para la DSI la dignidad de la
persona humana radica en el hecho de ser creado a imagen y
semejanza de Dios. Asimismo esta dignidad se integra en la
tríada inteligencia
conciencia
libertad y se
ilumina por la fe otorgándole verdadero valor a la
vida humana mientras que esta asociada al misterio de la
Encarnación y Redención de Jesucristo.

La DSI se compromete con la reivindación de los
derechos del hombre, defendiendo y promoviendo un verdadero
trabajo de
sensibilización y concientización sobre ellos,
explicitándolos en cuanta forma lo crea
oportuno.

Ahora bien, mientras que para la DSI los derechos y
deberes del hombre son "manifestaciones de un orden impreso por
el Creador en lo más intimo de la Persona" cuyo
único origen es Dios que con este proyecto
trasciende a la naturaleza
humana, mientras que para las declaraciones de Derechos
creadas por el hombre como la de las Naciones Unidas la fuente y
el origen de los derechos humanos es la simple adhesión de
voluntades detrás de una enunciación de principios.
Precisamente en el origen y fundamento del derecho radica la
diferencia entre los dos planteos explicitadores de los
derechos.

La solidaridad en la
DSI y en la concepción biológica o
naturalista.

Es propio del ser humano la necesidad de comunicarse y
compartir experiencias con sus semejantes, necesita en-contrarse
con el otro. Es "ser" humano "entre humanos". Y este encuentro es
imprescindible para su subsistencia. Hasta tal punto es
importante esta dimensión horizontal de la existencia
humana que no podría concebirse ningún crecimiento
social o personal sin
acudir a esta interrelación constante.

Este principio de interdependencia persona-sociedad
comprende el entramado de relaciones sociales en todos los
niveles pensables. Desde una postura naturalista consideramos al
hombre como un ser social que necesita de los otros para
subsistir. La solidaridad surge como una natural forma de
comportamiento
frente a los otros miembros de la sociedad.

El hombre, que naturalmente intenta asociarse a sus
congéneres los compromete en una relación de mutua
dependencia señalada por la propia índole social
del hombre que condiciona su desarrollo y
por ende el de toda la sociedad.

Es decir que el desarrollo debe concretarse en las
condiciones precisas de solidaridad y de libertad sin dejar de
lado ninguna de ellas en ningún momento..

El principio de la solidaridad esta asociado, en la DSI
al destino universal de los bienes. Este
principio señala que la propiedad
privada se basa en un derecho legítimo que debe situarse
en el marco más general del bien común. Como Dios
ha destinado los bienes para uso de todos los pueblos y de todos
los hombres, debe procurarse que estos bienes lleguen a todos en
forma equitativa desde una acción justa y bajo el amparo de la
caridad. Sin depender de la forma de la propiedad adoptadas por
la sociedad se debe contemplar el destino universal de los bienes
para que el hombre haga uso de ellos sin considerarlos
exclusivamente suyos. El principio de la solidaridad se opone a
todo individualismo político y social y reafirma la
búsqueda de la libertad de la persona en
colaboración con los demás.

Por último, cuando la caridad – verdadero
distintivo de los cristianos – ilumina a la solidaridad,
ésta alcanza su plenitud.

Los
principios de la DSI y la plena vigencia de la democracia.

He señalado cómo la DSI consagra los
derechos del hombre con un fundamento sólido en la
Encarnación de Jesucristo. Ahora proyectare este planteo
sobre la forma democrática de asociación política. La
verdadera convivencia social se sustenta en el respeto de los
derechos humanos – pilares de la dignidad humana y
constituyentes de un orden impreso por el Creador en lo
más intimo de la persona- que al ser explicitados en los
foros sociales contribuye a su conocimiento y
respeto.

Empero esta proclamación no es garantía
por sí sola de su cumplimiento. En este punto la DSI, que
no se detiene en el mero plano teórico de los principios
se dedica a enjuiciar los comportamientos de las instituciones
con el fin de lograr su transformación en pos de un
desarrollo del hombre en sociedad. Se trata pues de lograr una
verdadera promoción humana ennobleciéndola en
las dimensiones natural y sobrenatural.

Esta preocupación por los hombres y su
promoción contribuye a crear instituciones
democráticas que atiendan a la persona tal cual creatura
de Dios y poseedora de dignidad.

La misión de
la DSI es ofrecer al sistema
democrático una serie de juicios valorativos de la
realidad que permitan adecuar el funcionamiento de las
instituciones transformándolas en entidades capaces de dar
respuesta efectiva a las problemáticas de la sociedad en
el marco del respeto por los derechos esenciales del ser humano
sobre todo en lo que hace a la libertad de su
autorrealización.

La
"opción por los pobres" del magisterio episcopal de
América
Latina.

El misterio de la muerte de
Jesucristo -que se hizo pobre entre los pobres- le da sentido
real a la "opción por los pobres" que propugna la DSI.
Efectivamente Jesús se despojó de sí mismo
tomando no sólo condición humana sino que lo hizo
haciéndose pobre entre los hombres.

Si evangelizar es hacer lo que hizo Jesucristo, es un
camino oportuno la opción por los más
desprotegidos. Esta es precisamente la fundamentación
evangélica que nos mueve a esta elección
incondicional: hacer como Jesús.

En efecto, Jesús nació pobre, vivió
pobre y murió de la misma manera – hasta despojado
de sus vestidos. Durante su vida manifestó una
inclinación a favorecer a los más
desposeídos con los que se identificó y esta
preferencia por los carenciados es acorde con su misión
salvadora.

Es necesario aclarar que los pobres no son sólo
los que no poseen bienes materiales ya
que "cualquier miseria humana atrae la compasión de
Jesús" y lo hace sin sectarismos ni prejuicios. Asimismo
la Iglesia, al optar por los pobres no cae en ningún
particularismo sino que manifiesta la universalidad del ser. Los
pobres constituyen el "sacramento del hombre" donde el
Señor nos revela el designio del amor del
Padre.

 

 

 

Autor:

Fernando Raúl Morro Cruellas

Profesor en Ciencias
Sociales

Profesor en Psicopedagogía

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