- Tratados de Libre Comercio y
Derechos Humanos en América Latina - Educar
en Derechos Humanos ¿Para
qué? - Bibliografía
Introducción
Los Derechos Humanos deben entenderse como una
condición de vida, como atributos inherentes a toda
persona que ni la sociedad o el Estado pueden arrebatarle. Los
Derechos Humanos son universales, indivisibles e
interdependientes; no cabe una jerarquización de los
mismos puesto que todos son de igual importancia para preservar
la dignidad de la persona, es decir, no hay lugar a ninguna
separación ni pensar que unos son más importantes
que otros puesto que la negación de algún Derecho
en particular significa poner en peligro la dignidad del sujeto,
por lo que el disfrute de algún Derecho no puede hacerse a
costa de los demás.
Sin embargo, en una realidad donde la
globalización financiera marca las pautas de convivencia,
los Estados Latinoamericanos se han visto incapacitados para
hacerle frente a las transgresiones que vulneran los Derechos
Humanos de la mayoría de los ciudadanos. Algunos
dirigentes políticos han realizado diversos
exámenes en defensa del capitalismo dedicándose a
ensalzar el crecimiento, la modernización, el elevado
grado de desarrollo científico y tecnológico, sin
examinar las graves contradicciones y antagonismos éste
que genera y que se agudizan día a día con mayor
profundidad.
Una de las tendencias históricas señaladas
en la era moderna es el movimiento hacia la globalización.
Ésta puede definirse como el "conjunto de procesos que
conducen a un mundo único". La globalización se
logra entender como la fase superior en que se encuentra el
capitalismo a nivel mundial, caracterizado por la
eliminación de las fronteras económicas permitiendo
la libre circulación de bienes y servicios,
fundamentalmente de capitales, así como el surgimiento de
entidades supranacionales como el Fondo Monetario Internacional,
el Banco Mundial, la Organización Mundial de Comercio,
entre los más importantes, así como el surgimiento
de grupos de hombres y mujeres que piden soluciones inmediatas a
sus condiciones de pobreza, misma que toma dimensiones
inimaginables día con día.
Una de las consecuencias que se han originado al
establecernos en un subdesarrollo capitalista es que los
gobiernos latinoamericanos de las últimas décadas
han promovido la instalación de empresas maquiladoras,
ofreciendo como atractivo la mano de obra barata y calificada
para puestos operativos y técnicos medios. En el Plan
nacional de desarrollo de 1992 se puede leer lo siguiente:
"…en la educación las políticas son
ajustar el sistema educativo mexicano – y
latinoamericano – para dar respuesta a los
requerimientos de la distribución internacional del
trabajo". El mismo fenómeno lo podemos observar en el
ejercicio educativo. Cuando se enaltece en las escuelas la
modernización, la tecnología como recurso para la
enseñanza, cuando se educa para fortalecer la razón
técnica sobre el análisis y la crítica, se
corre el riesgo de convertir a la Educación "en una
ciencia de la instrucción".
Se deben rescatar los espacios escolares – dice
Giroux – para sacar provecho del papel crítico que
desempeña la educación en la reproducción
del orden económico. En este sentido, la tarea del
pedagogo es establecer mecanismos de ruptura del pensamiento
convencional construyendo herramientas que permitan
escudriñar y entender la lógica predominante para
poder ejercer sobre él proyectos de cambio, proyectos que
ante todo salvaguarden los Derechos Humanos de las
personas.
Educar en Derechos Humanos es de igual importancia como
educar en cualquiera de las disciplinas científicas. Los
planes de estudio de las escuelas latinoamericanas deben tener en
gran medida la consideración de involucrar a los Derechos
Humanos en el ejercicio cotidiano de la enseñanza.
Mientras las escuelas sigan adoptando el modelo educativo
neoliberal, sin que de estas emerja ningún
cuestionamiento, los egresados se verán insensibles a la
realidad en que viven e incapaces de construir soluciones ante
los problemas de discriminación, exclusión,
violencia y marginación en que viven las sociedades de
Latinoamericanas.
Tratados de Libre
Comercio y Derechos Humanos en América
Latina
A principios de los ochenta, el alto endeudamiento de
los países de América Latina combinado con el
aumento de las tasas de interés internacionales,
provocó una severa crisis económica que los
obligó a solicitar préstamos al Fondo Monetario
Internacional y al Banco Mundial para hacerle frente a la deuda
externa. Como condicionante para recibir los préstamos
solicitados, los Estados se vieron obligados a alterar sus
políticas públicas de acuerdo a los
‘Programas de Ajuste Estructural’. En dichos
programas se estableció:
- La reducción del papel del estado en la
economía. - Recortes al gasto de gobierno, en especial a los
subsidios y programas de asistencia. - La privatización de empresas paraestatales
como bancos, teléfonos, etc. - La contención de aumentos salariales a los
trabajadores para evitar la inflación. - Una apertura al comercio exterior.
- La flexibilización de la fuerza de trabajo.
Esto es, mano de obra barata.
Dichas medidas son el antecedente de los acuerdos
comerciales como el Tratado de Libre Comercio de América
del Norte, el Área de Libre Comercio de las
Américas, por mencionar los más importantes. Cabe
recordar que en los Tratados de Libre Comercio lo que se promueve
en el mercado no es sólo la flexibilidad de la
importación y exportación de productos, sino
también la inversión directa de capital
extranjero.
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