- Breve introducción con
biografía - Tres estadios en la obra
filosófica de Vicenzi - El caso
Nietzche: presencia del super-hombre - Cambio y
tiempo - La
concepción del arte - Bibliografía
"En cuanto al verdadero pensador se
refiere,
sabe y a fondo, que no se puede servir
a un
tiempo, a dos amos: a la crítica
del caramelo
y a la busca del logro efectivo. Que es
necesario
ser un buen auto-crítico, con
objeto de no caer
en el regazo de Narciso, donde todo es
morirse
en el cristal de la fuente. No
sustituye el trabajo
por la opinión ajena, de
cualquier clase que
sea."
Moisés
Vicenzi.
BREVE
INTRODUCCIÓN CON BIOGRAFÍA:
Para Constantino Láscaris
"Moisés Vicenzi es… juzgando el conjunto de su
obra impresa, el filósofo más maduro, completo y
original que ha producido Centroamérica; y es ciertamente
más estimable que muchos valores del
continente que han gozado de más amplia caja de
resonancia" (Láscaris, 75: 283-284).
Nació este filósofo costarricense en Tres
Ríos de Cartago. Fue Maestro Normalista, Profesor de
estado,
Licenciado en Filosofía y Letras y Profesor de
Filosofía e Historia en la Universidad de
Costa Rica
(1942-1948). Además fue Profesor visitante en la
Universidad Nacional de México
(UNAM), Director de la Escuela Normal de
El Salvador, Director de la revista "La
Escuela Costarricense", Director del Instituto de Alajuela,
Director de Archivos y
Bibliotecas,
Miembro de la Academia Costarricense de la Lengua,
Presidente de la Federación Costarricense de
Fútbol, y Doctor Honoris Causa por la Universidad Nacional
de Nicaragua (UNAN). En 1962 se le otorgó el Premio
Nacional de Cultura
MAGÓN.
Tanto Constantino Láscaris como Luis Barahona y
Abelardo Bonilla, lo conciben como un Hombre de Letras,
como un escritor. Claro, dentro de los cánones
literarios actuales el término "escritor" no
encajaría en tanto consideremos a Vicenzi,
fundamentalmente, como un pensador. Láscaris entiende en
este caso por "escritor" al "hombre que utiliza el idioma para
decir". Pero, ¿cuál hombre no
utiliza el idioma para decir? Por supuesto, Vicenzi
incursionó en la literatura, especialmente en
la novela:
Atlante (1924), La Rosalía (1931), Pierre
de Monval (1935), La señorita Rodiet (1936),
Elvira (1940); también lo hizo en la poesía:
Las Cumbres desoladas, poesía modernista al estilo
dariano. Sin embargo hoy lo recordamos y lo reconocemos por sus
trabajos filosóficos, especialmente en el terreno de la
estética, fundamentalmente de crítica
literaria y teatral; no por sus narraciones o sus poesías, las cuales, y según el
mismo Láscaris y el historiador literario Abelardo
Bonilla, no llegaron a cuajar por la preponderancia del análisis y de las ideas sobre la
ficcionalización y el fluir de la vida. Son
más cerebrales que emocionales y "el lirismo
está demasiado racionalizado para ser
poesía".
Ahora bien, Moisés Vicenzi dedicó mucho de
su obra a la Pedagogía del idioma y al uso riguroso de
la lengua. Tal vez por ello Láscaris lo celebre como
"escritor". Es importante señalar sus once obras en la
serie La Enseñanza del Estilo (1939), donde no
solo se interesa por la gramática, sino por la lógica
de las estructuras
gramaticales, es decir, por el cómo expresar de buena
manera nuestras ideas y emociones. Pero
es en la crítica literaria y teatral donde el
filósofo va alcanzar sus mayores alturas. Vicenzi
escribió biografías
críticas de autores latinoamericanos, como Froilán
Turcios, José Vasconcelos, Roberto Brenes Mesén,
entre otros. Acá se destaca la tesis de
Vicenzi de que no se puede hacer crítica, o biografiar a
un literato, pensador o intelectual, sin una amplia base
filosófica.
TRES ESTADIOS EN LA
OBRA FILOSÓFICA DE VICENZI:
Constantino Láscaris describe tres estadios de
elaboración en la obra filosófica del pensador: El
primero incluye Mis primeros ensayos.
Prueba de una filosofía personal (1915-1917) hasta
Preceptos (1934), comprendiendo sus libros
Valores fundamentales de la Razón (1919),
Diálogos filosóficos (1921), Mi segunda
dimensión, Principios de
crítica filosófica (París, 1928).
Según Láscaris las obras de este primer estadio
"filosóficamente muestran talento, pero son faltas de
madurez". Les falta el peso de la meditación sosegada
de los grandes maestros, y en conjunto este período
corresponde a una Centroamérica de incubación
filosófica, forjadora de pensadores.
El segundo período se da a partir de 1930, fecha
de publicación de El caso Nietzche. Para Vicenzi
Nietzche no es solo un filosofo a estudiar, sino "un
catalizador violento que exige autenticidad y adentramiento.
Meditar Nietzche es hacer examen de conciencia y
tener que optar entre cerrarlo cautamente y mentirse, o
replantearse acremente el sentido de la radicalidad de la
existencia" (op cit: 287). Acá encontramos ya al
pensador en busca de su propio destino.
A este período pertenecen El Hombre
Máquina (1938) y Marx en la fragua (1939),
ambos de temática político-social. En el primero
analiza la civilización contemporánea y
señala el camino para transitar por la cultura que ha
devorado la técnica de nuestra civilización.
Así la ciencia ha
convertido al hombre en máquina. Lo anterior ha llevado a
la mercantilización del arte, la
subordinación de la pedagogía a la
masificación y la autosuficiencia, en la que no tiene
cabida el hombre
contemplativo, el cual espera la llegada de un "superhombre"
quien superará esa atrofia gracias "al análisis
de la ciencia y a la
síntesis cosmogónicamente emocional,
de la filosofía y el arte" (Ibíd.: 288) En el
segundo critica algunos conceptos centrales de la
filosofía que fundamenta la Economía de Marx,
especialmente el del trabajo,
oponiéndola a una especie de "flujo universal que mueve
al átomo como
a la estrella. El filosofo integralista no busca otra verdad que
la de plasmar la mente humana sobre el cosmos entero. Y es
ésta la batalla que habrá de librar, en definitiva,
el complicado siglo XX (Ibíd. 288)."
El tercer período lo marcan la publicación
de sus dos ensayos sobre el teatro publicados
en 1957: El teatro de H. Alfredo Castro Fernández y
Los ídolos del Teatro, y alcanza hasta 1961 con la
publicación de su obra básica El Hombre y el
Cosmos. Síntesis de una Filosofía. En el
primer ensayo sobre
el teatro, estudia la obra de un dramaturgo costarricense, pero
trascendiendo sus tramas para buscar "sus aspectos superiores:
aquellos en que el espíritu abarca grandes zonas de
expresión dramática" (Ibíd.: 288). Es
crítica de teatro con visión filosófica o si
se quiere filosofía del hombre con ocasión del
teatro. Por eso afirma: "el teatro que no es capaz de sugerir
altas meditaciones, no es perdurable y, por eso mismo, no
interesa a los críticos exigentes". El segundo ensayo
es un acoso del ser ante la obra de teatro. Para Láscaris
este ensayo en el más riguroso de Vicenzi por lo
ceñido al tema y lo sistemático del mismo. Una de
sus conclusiones es la siguiente: "Las grandes obras de teatro
han buscado la expresión perenne de sus motivos, en el
afán de interpretar el mundo dentro de sus más
amplios horizontes. Por eso, han producido un arte perenne que
justifica mi fórmula estética de la eternidad como
denominador común de toda belleza" (Ibid:
289).
Finalmente, El Hombre y el Cosmos.
Síntesis de una Filosofía, dedicada a los
participantes en el Congreso de Filosofía celebrado en
Costa Rica, es una reelaboración de trabajos anteriores
sin llegar a la compilación. Es una sistematización
de su pensamiento.
La primera parte se puede ver como Teoría de la
Naturaleza, y la segunda como una metodología sobre Nietzche, que abre
paso a la "Visión del Cosmos Humano". La
visión de la naturaleza
está centrada en el hombre, es filosofía
antropológica, elevándolo de "microcosmos" al
"cosmos", pero con una libertad
reñida con un sistema cerrado:
"La libertad creadora – contradictoria en esencia, si es
que hay esencias al modo clásico – es un
fenómeno que tiene que ajustarse, de innumerables maneras,
de modo antinómico, a este recuerdo de las viejas cascadas
y los antiguos huertos" (Ibíd.: 289). El
énfasis, como vemos, está puesto en la libertad
creadora, por lo tanto el arte es el verdadero eje de todo
conocimiento
(sobre esto volveremos más adelante).
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