- Resumen
- Miras
amplias - La
clave es el hombre - El
progreso de la libertad - Pico
hacia el futuro - Lo que
el Derecho significa - La
verdad crea hombres tolerantes - Triunfos
teóricos, fracasos prácticos
Resumen
Pico Della Mirandola fue un filósofo renacentista
italiano muy famoso e influyente en su época. A caballo
entre la sabiduría de la Edad Media y
el resurgimiento de la filosofía antigua, Pico fue un
hombre
excepcional e inquisitivo. Su vida, breve e intensa,
reflejó un ansia de saber insaciable y una fe en el ser
humano optimista y desproporcionada. Su obra más famosa,
"El Discurso de la
Dignidad
Humana", propone la figura de un ser de doble faz, divino y
terreno, capaz de todo y llamado al todo. Ha sido leída
durante siglos y traducida a muchos idiomas. En este
artículo, vamos a exponer algunos aspectos de su contenido
y de la relación de sus ideas con la filosofía
política y
jurídica que se hizo en su tiempo y que
se ha hecho después.
"Me parece que al fin he comprendido por qué
el hombre es
el más afortunado de los seres animados".
Hace más de 500 años, en los comienzos de
la modernidad, un
joven hombre de 22 años concibió un discurso
–destinado a alumbrar una nueva época, aunque nunca
fue pronunciado- sobre la dignidad del hombre. Estas palabras
pertenecen al comienzo de ese discurso. El joven se llamaba
Giovanni Pico della Mirandola. Su discurso fue titulado tras su
muerte
Oratio de hominis dignitate.
Las primeras palabras de un texto son
siempre las más difíciles; mejor dicho, las
más renuentes: se resisten a salir de la manos, y hasta de
la propia cabeza, y no son infrecuentes las ocasiones en que el
autor de un trabajo, como
el autor de una tesis o el
escritor de una novela, se ven
incapaces de encontrar el inicio adecuado del camino.
Pico della Mirandola no tuvo, sin embargo, este usual
problema. Amén de una formación amplia y
sólida en letras latinas y griegas, así como un
cultivo profundo de la filosofía y la teología de
su tiempo, atesoraba un elegante y refinado talento para la
retórica y la literatura. Fue,
quizá como pocos, egregia figura del renacimiento
italiano, paladín de una época de
recuperación de los studia humanitatis,
representante de una ciudad y un tiempo irrepetibles, la
Florencia del siglo XV. Nació en 1463 en el castillo de
Mirandola, junto a Módena, y murió en 1494 en
Florencia. Su vida fue corta, si bien ejemplarmente aprovechada,
y no sólo para la filosofía, que fue sin duda su
principal ocupación una vez llegó a edad de valerse
por sí mismo, sino ante todo para la participación
en ese movimiento
indefinible pero característico que fue el "Humanismo
italiano". Su nombre ha pasado a la historia al lado del apodo
con que cariñosamente lo conocieron sus amigos:
Princeps Concordiae, "Príncipe de concordia" o la
"concordancia".
Y de hecho lo fue. Como filósofo, el proyecto de su
vida consistió en "el amor a la
pura filosofía", como él mismo manifestó,
que se tradujo en una búsqueda universal de la verdad y en
un espíritu abierto a distintas influencias.
Estudió en diferentes universidades italianas,
bebió de fuentes
cercanas y remotas, aprendió de maestros conocidos y
distantes, y tuvo por principal interés y
propósito de su quehacer intelectual lograr la unidad de
las múltiples verdades particulares que pudiese encontrar
en un sistema
único y general. No fue un compilador, ni un
sistematizador, ni tampoco un comentarista. Fue un autor
"sincretista" y de una sed de saberes enorme.
Miras
amplias
Hay algo que destaca por encima de todo lo demás
en este hombre y pensador del Renacimiento Italiano: su
sincretismo. Había estudiado a Platón
y a Aristóteles, sufrió la influencia de
Ficino y era muy versado en las fuentes antiguas del platonismo,
a cuyas doctrinas concedía una importancia cierta, todo lo
cual lo acercó más a la posición de Ficino
que a la actitud media
de los filósofos profesionales de la época.
Sin embargo, a diferencia de éste, nunca pretendió
revivir la filosofía platónica o darle una
posición predominante sobre otras escuelas de
filosofía. Ni siquiera quiso llamarse platónico, y
su principal meta era conciliar y armonizar el platonismo y el
aristotelismo entre sí y con otras varias posiciones.
Por otra parte, a pesar de su amor por la
cultura
clásica, no tenía dudas de que la filosofía
medieval contenía verdades que eran de tener muy en
cuenta. Amaba y cultivaba las lenguas antiguas y las orientales,
pero se atrevía a escribir también en italiano. Era
cristiano, pero manifestaba gran interés en la
Cábala, y a menudo también en la magia y los ritos
paganos de la Grecia
Antigua. Poseía conocimientos extensos de teología
cristiana, pero puede tenérsele por augur de un
antropocentrismo diferente.
En todo esto, sin embargo, participa de un
espíritu común del Humanismo italiano, aunque ya
hemos destacado sus características propias (el
conocimiento profundo y personal de
Aristóteles y la valoración positiva de otras
tradiciones religiosas). Quizá por esto, muchos
historiadores de la filosofía han considerado a los sabios
del Renacimiento como precursores de la filosofía de la
Edad Moderna,
auténticos padres de la tolerancia
intelectual que define al pensamiento
posterior al siglo XVI. Quizá esto no sea del todo exacto,
pero no está en el fondo lejos de la verdad. Precisamente
éste es uno de los objetos de este breve trabajo: la
investigación del sentido de la
"tolerancia" de Pico. Empero, no hay que perder de vista
en este asunto su concepción sobre el hombre, sobre la
libertad y
sobre la verdad. Todas ellas conforman los aspectos que hacen de
Giovanni Pico uno de los filósofos más apasionantes
del Renacimiento Italiano.
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