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Violencia ? Desde una arista ética



Partes: 1, 2, 3

    1. Los
      orígenes
    2. Las
      grandes religiones monoteístas
    3. La
      violencia macrosocial
    4. Las
      cifras negras
    5. Breve
      historia de la evolución del pensamiento ético
      nacional e inicio de una violencia heroica en
      Cuba
    6. Opiniones
      no conclusivas
    7. Bibliografía

    INTRODUCCIÓN

    Al comenzar una revisión de la violencia
    desde una arista ética, nos
    pareció interesante que generalmente los eventos violentos
    más conocidos de la historia tengan un basamento
    jurídico e incluso un basamento ético.

    Se han creado sistemas
    éticos que de alguna manera han degenerado hasta
    convertirse en el sustento teórico para realizar actos
    vergonzosos y esta situación no se detiene, por el
    contrario amenaza con aumentar desproporcionalmente con
    relación a tiempos pasados.

    Toda vez que estamos viviendo una época de
    cambios sociales y que se requiere aceptar la responsabilidad que tenemos todos de conformar un
    mundo mejor, nos propusimos brindar con un lenguaje
    sencillo y comprensible para todos, un análisis sobre la violencia desde
    posiciones éticas actuales y sobre todo
    aplicativas.

    Acéptese el presente trabajo como
    un modesto aporte a brindar argumentos contra la
    utilización de la violencia, no abstracto ni con una
    complejidad que lo haga indigesto, sino con datos reales y
    comentarios sobre hechos conocidos por todos.

    LOS
    ORÍGENES

    A nuestra forma de ver la violencia y si
    tuviéramos que remontarnos al surgimiento de esta, nos
    veríamos en un serio problema, pues su presencia en casi
    todas las especies animales actuales
    nos hace pensar que ella se ha estado
    transmitiendo como una característica
    filogenéticamente determinada. En este sentido, la
    capacidad para hacer uso de ella ha resultado ser un elemento
    evolutivo de gran peso; incluso entre congéneres de una
    misma camada tienen más posibilidades de sobrevivir los
    que resulten biológicamente más desarrollados y/o
    que estén en mejor disposición de competir por el
    alimento, pero más allá del crecimiento, tienen
    más posibilidades de procrear los que puedan imponerse en
    la competencia por
    la hembra para el apareamiento, sin contar que el sexo femenino
    también selecciona al macho más fuerte y que con
    más efectividad se impone al resto del grupo y esta
    es la arista positiva que le vemos a la violencia en los humanos
    en sus comienzos, pues nos parece evidente que sin recurrir a
    ella nunca hubiésemos aparecido como especie en nuestro
    entorno.

    En esta forma de análisis y para acotar nuestros
    intereses, centrarnos en el hombre
    implica una serie de dificultades reales, los ancestros de lo que
    conocemos hoy por nuestros semejantes aparecen imprecisos, su
    existencia puede solo reconstruirse por restos óseos y por
    utensilios que han resistido el paso de millones de años,
    además de tenerse que deducir la confluencia una serie de
    características que vinieron apareciendo en forma de
    mosaico y que fueron estructurándose hacia nuestra
    morfología actual.

    Sin temor de poder aparecer
    como detractores del conocimiento
    paleoantropológico que se ha venido acumulando hasta
    nuestros tiempos, no tenemos temor en afirmar que el
    conocimiento sobre los orígenes del hombre,
    aún hoy está más plagado de preguntas que de
    respuestas, pero no pretendemos extendernos más que para
    incursionar en algunos elementos que creemos que deben tenerse en
    cuenta para satisfacer nuestros intereses obligadamente
    reducidos.

    Pretendemos comenzar a hablar de nuestros
    orígenes remontándonos al Mioceno (25-5 millones de
    años) cuando aparecen los Hominoideos, grupo al que
    pertenecen tanto el hombre como los simios antropomorfos y cuando
    comienza una real diferenciación apareciendo el primer
    antepasado del género
    humano: el Ardipithecus ramidus que habitaba en la selva y
    llevaba un tipo de vida semejante al de los chimpancés.
    Poco después, hace 4 millones de años, aparece el
    Australopithecus anamensis, un pariente que ya era bípedo
    y frecuentaba ambientes mas abiertos.

    A partir de Australopithecus anamensis se desarrollan
    dos grupos distintos.
    Uno de ellos, representado por Australopithecus afarensis, se
    especializó en comer alimentos duros,
    desarrollando grandes mandíbulas y dando lugar hace 3
    millones de años a los llamados parántropos. El
    otro mantuvo un aparato masticador menos desarrollado, en un
    nicho ecológico menos especializado. Con el tiempo, este
    segundo grupo dio lugar a otras dos ramificaciones: por un lado a
    Australopithecus africanus, y por otro a un nuevo tipo, con
    modificaciones en el cráneo y la mandíbula, y
    asociados a herramientas
    de piedra. Se trata de Homo habilis; el primer representante del
    género al que pertenece nuestra propia especie.

    Durante más de un millón de años
    varias especies del género Homo vivieron en África,
    continente que compartieron con la rama de los
    parántropos. Éstos desaparecieron hace más o
    menos un millón de años; y para entonces la otra
    rama estaba representada por el Homo ergaster que tenía un
    cerebro mayor,
    además de modificaciones en el cráneo y algunas
    características mucho más próximas a las
    nuestras, como la elevada estatura.

    En el Pleistoceno, la época que comienza hace 1,7
    millones de años y acaba hace 10.000, el clima global
    sufrió oscilaciones, produciéndose periodos
    fríos que conocemos como glaciaciones. Aparecieron
    casquetes de hielo que ocuparon Europa y
    Norteamérica, el nivel del mar subió y bajó,
    uniendo islas al continente y volviéndolas a
    separar.

    Los Neanderthales fueron los primeros en dominar el
    continente europeo hace un cuarto de millón de
    años.

    Mientras los Neandertales vivían en Europa, y los
    últimos Homo erectus en Asia, otro nuevo
    grupo de seres humanos, nuestra propia especie Homo sapiens,
    estaba surgiendo en África. Hace unos 30.000 años,
    los neandertales y los Homo erectus desaparecieron sin dejar
    rastro. Los últimos neandertales conocidos vivieron en el
    sur de España,
    hace unos 30.000 años.

    Luego, hace 10.000 años, el clima entró en
    un periodo cálido. Aquella segunda oleada supuestamente
    africana se diversificó en distintas razas y América
    se pobló (1).

    Para ilustrar que en estos comienzos, la evolución del hombre estuvo marcada
    obligatoriamente por un trayecto de violencia vamos a
    localizarnos en el pleistoceno durante la existencia del Homo
    habilis, este grupo se caracterizó por ser el primero que
    se impone a su entorno con la utilización de herramientas,
    de las que desgraciadamente solo podemos conocer las
    líticas, pues si existieron otras como de cuero o
    madera, estas
    resultaron destruidas con el paso del tiempo. (2). Pero de
    cualquier manera estos guijarros que observamos hoy, lo mismo
    pudieran interpretarse como utensilios de trabajo, que
    también por qué no, como armas
    rudimentarias.

    Para esta suposición nos asiste la interpretación del entorno paleoambiental
    donde existían carnívoros que convivían con
    el Homo habilis y estamos hablando de el lobo (Canis
    mosbachensis), el oso de Deninger, el gato salvaje, el lince de
    las cavernas (Lynx spelaea) el león de las cavernas
    (Panthera -Leo- spelaea), el leopardo, y otros muchos más
    (3) estos cohabitantes mejor dotados biológicamente de
    armas naturales imponen un reto a la supervivencia imposible de
    superar sin recurrir a una lucha desesperada en la que no es solo
    válida la violencia, sino que más aún
    resulta indispensable y de hecho Lee-Throp J., van der Merwe N, y
    Thckeray F. afirman, de acuerdo a investigaciones
    practicadas por ellos, que muchos de estos animales se
    alimentaban de los hominoideos (4)

    El segundo grupo al que haremos hacer referencia es el
    llamado hombre de Neandertal, nombre que recibe del primeros
    especímenes encontrados en las cuevas de esta
    región de Europa.

    Estos seres tienen como rasgo distintivo al que queremos
    hacer referencia, ser los primeros que tienen una noción
    de qué se debe hacer con sus semejantes. En restos
    óseos encontrados de neardertales se puede apreciar
    supervivencia a traumatismos y enfermedades incapacitantes,
    lo que hace deducir un cuidado de los individuos afectados por el
    resto de los sanos dentro del grupo y esto lo interpretamos como
    el rudimento más antiguo de principios
    éticos por decirlo de alguna manera.

    Partes: 1, 2, 3

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