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La vaca




Enviado por Camilo Cruz



Partes: 1, 2

    1. Historia de la
      vaca
    2. Definamos la
      vaca
    3. Algunas de las
      vacas más comunes
    4. Los
      orígenes de las vacas
    5. Cuando nuestras
      vacas han sido regalos de otras personas
    6. Cómo matar
      nuestras vacas
    7. Una vida libre de
      vascas

    CAPÍTULO
    UNO – Historia de la
    vaca

    La historia cuenta que un viejo maestro deseaba
    enseñar a uno de sus discípulos por qué
    muchas personas viven atadas a una vida de mediocridad y no
    logran superar los obstáculos que les impiden triunfar. No
    obstante, para el maestro, la lección más
    importante que el joven discípulo podía aprender
    era observar lo que sucede cuando finalmente nos liberamos de
    aquellas ataduras y comenzamos a utilizar nuestro verdadero
    potencial.

    Para impartir una lección al joven aprendiz,
    aquella tarde el maestro había decidido visitar con
    él los lugares más pobres y desolados de aquella
    provincia. Después de caminar un largo rato encontraron la
    que consideraron la más humilde de todas las
    viviendas.

    Aquella casucha a medio derrumbarse, que se encontraba
    en la parte más distante de aquel caserío
    debía ser –sin duda- alguna de las más pobre
    de todas. Sus paredes milagrosamente se mantenían en pie,
    aunque amenazaban con derribarse en cualquier momento; el
    improvisado techo dejaba filtrar el agua, y la
    basura y los
    desperdicios que se acumulaban a su alrededor daban un aspecto
    decrépito a la vivienda. Sin embargo, lo más
    sorprendente de todo era que en aquella casucha de 10 metros
    cuadrados pudiesen vivir ocho personas. El padre, la madre,
    cuatro hijos y dos abuelos se las arreglaban para acomodarse en
    aquel lugar.

    Sus viejas vestiduras y sus cuerpos sucios y malolientes
    eran prueba del estado de
    profunda miseria reinante.

    Curiosamente, en medio de ese estado de escasez y
    pobreza total,
    esta familia contaba
    con una posesión poco común en tales
    circunstancias; una vaca. Una flacuchenta vaca que con la escasa
    leche que
    producía, proveía a aquella familia con el poco
    elemento de un valor
    nutricional. Pero más importante aún, esta vaca era
    la única posesión material de algún valor
    con que contaba aquella familia. Era lo único que los
    separaba de la miseria total.

    Y allí, en medio de la basura y el
    desorden, pasaron la noche el maestro y su novato
    discípulo. Al día siguiente muy temprano y sin
    despertar a nadie, los dos viajeros se dispusieron a continuar su
    camino. Salieron de la morada y antes de emprender la marcha, el
    anciano maestro le dijo a su discípulo: "Es hora de que
    aprendas la lección que has venido a aprender".

    Sin que el joven pudiese hacer nada para evitarlo, el
    anciano sacó una daga que llevaba en su bolsa y
    degolló la pobre vaca que se encontraba atada a la puerta
    de la vivienda, ante los incrédulos ojos del
    joven.

    Maestro, dijo el joven: "¿Qué has hecho?
    ¿Qué lección es esta, que amerita dejar a
    esta familia en la ruina total? ¿Cómo has podido
    matar esta pobre vaca, que representaba lo único que
    poseía esta familia?

    Haciendo caso omiso a los interrogantes del joven, el
    anciano se dispuso a continuar la marcha, y maestro y
    discípulo partieron sin saber que suerte aquella familia
    ante la pérdida de su única
    posesión.

    Durante los siguientes días, una y otra vez, el
    joven era conformado por la nefasta idea, de que, sin la vaca,
    aquella familia seguramente moriría de hambre.

    Un año más tarde, los dos hombres
    decidieron regresar nuevamente por aquellos senderos a ver
    qué suerte había corrido aquella familia. Buscaron
    la humilde posada nuevamente, pero en su lugar encontraron una
    casa grande. Era obvio que la muerte de
    la vaca había sido un golpe demasiado fuerte para aquella
    familia, quienes seguramente habían tenido que abandonar
    aquel lugar y ahora, una nueva familia, con mayores posesiones,
    se había adueñado de aquel lugar, y había
    construido una mejor vivienda.

    ¿Adónde habrían ido a parar aquel
    hombre y sus
    hijos? ¿Qué habría sucedido con ellos? Todo
    esto pasaba por la mente del joven discípulo mientras que,
    vacilante, se, debatía entre tocar a la puerta y averiguar
    por la suerte de los antiguos moradores o continuar el viaje y
    evitar confirmar sus peores sospechas.

    Cual sería su sorpresa cuando del interior de
    aquella casa salió el hombre que
    un año atrás le diera morada en su vivienda.
    ¿Cómo es posible? preguntó el joven. Hace un
    año en nuestro breve paso por aquí, fuimos testigos
    en la profunda pobreza en que ustedes se encontraban.
    ¿Qué ocurrió durante este año para
    que todo esto cambiara?

    Ignorante del hecho de que el discípulo y su
    maestro habían sido los causantes de la muerte de su
    vaca el hombre relató como, coincidencialmente, el mismo
    día de su partida, algún maleante, envidioso de su
    vaca, había degollado salvajemente su animal.

    El hombre continuó relatándole a los dos
    viajeros como su primera reacción ante la muerte de la
    vaca había sido la desesperación y angustia. Por
    mucho tiempo, la
    vaca había sido su única fuente de sustento. El
    poseer esta vaca le había ganado el respeto de sus
    menos afortunados vecinos, quienes envidiaban no contar con tal
    preciado bien.

    Sin embargo, continuó el hombre, poco
    después de aquel trágico día, decidimos que
    a menos que hiciéramos algo, muy probablemente, nuestra
    propia supervivencia estaría en peligro. Así que
    decidimos limpiar algo el terreno de la parte de atrás de
    la casucha, conseguimos algunas semillas y decidimos sembrar
    vegetales y legumbres con los que pudiésemos
    alimentarnos.

    Después de algún tiempo comenzamos a
    vender algunos de los vegetales que sobraban y con este dinero
    compramos más semilla y comenzamos a vender nuestros
    vegetales en el puesto del mercado.
    Así pudimos tener dinero suficiente para comprar mejores
    vestimentas y arreglar nuestra casa. De esta manera, poco a poco,
    este año nos ha traído una nueva vida.

    El maestro, quien había permanecido en silencio,
    prestando atención al fascinante relato del hombre,
    llamó al joven a un lado y en voz baja le
    preguntó:

    ¿Tú crees que si esta familia aún
    tuviese la vaca, estaría donde ahora se
    encuentra?

    Seguramente no, respondió el joven.

    ¿Si ves? Su vaca, fuera de ser su única
    posesión, era también la cadena que los
    mantenía atados a una vida de mediocridad y
    miseria.

    Al no contar más con la falsa seguridad que les
    proveía el sentirse poseedores de algo, así no
    fuese más que una flacuchenta vaca, debieron tomar la
    decisión de buscar algo más.

    En otras palabras, la misma vaca que para sus vecinos
    era una bendición, les había dado la
    sensación de poseer algo de valor y no estar en la miseria
    total, cuando en realidad estaban viviendo en medio de la
    miseria.

    Así es cuando tienes poco. Lo poco que tienes se
    convierte en un castigo, ya que no te permite buscar más.
    No eres feliz con ello, pero no eres totalmente miserable. Estas
    frustrado con la vida que llevas, más no lo suficiente
    como para querer cambiarla. ¿Ves lo trágico de esta
    situación?

    Cuando tienes un trabajo que
    odias, que no suple tus necesidades económicas
    mínimas y no te trae absolutamente ninguna
    satisfacción, es fácil tomar la decisión de
    dejarlo y buscar uno mejor. NO obstante, cuando tienes un trabajo
    del cual no gustas, que suple tus necesidades básicas pero
    no te ofrece la oportunidad de progresar; que te ofrece cierta
    comodidad pero no la calidad de
    vida que verdaderamente deseas para ti y tu familia, es
    fácil conformarte con lo poco que tienes.

    Muchos de nosotros también tenemos vacas en
    nuestra vida, ideas, excusas y justificaciones que nos mantienen
    atados a la mediocridad, dándonos un falso sentido de
    estar bien cuando frente a nosotros se encuentra un mundo de
    oportunidades por descubrir. Oportunidades que sólo
    podremos apreciar una vez hayamos matado nuestras
    vacas.

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