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Psiquismo y elementales (página 6)



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CARNIVORISMO

Muchos científicos, médicos,
nutricionistas, especialistas en mercadeo y
ventas,
recomiendan el consumo de la
carne a la que añaden sus valores
proteínicos. Además, desde la antigüedad se
viene cultivando y fomentando las ganaderías para suplir
la demanda. No se
desconoce que gran parte de la humanidad tiene como base
alimentaria a la carne, la que aparece desde el momento de su
humanización, cuando se inclinó por la caza y la
pesca para
sobrevivir, y posteriormente tecnificó la cría de
aves y
peces como
nueva cultura para
su alimentación que en la actualidad cuenta
con un amplio desarrollo. Lo
que en la antigüedad constituyó la actividad de la
cacería y la pesca como subsistencia, hoy no pasa de ser
un deporte
más, o un medio de recreación.

Por la ausencia de Evangelio y principios
morales, el hombre es
hoy por hoy, uno de los mayores depredadores del
planeta.

Me avergüenza manifestar que, durante años
comercialicé carnes rojas y elaboré salsamentarias,
. Sobre esta actividad muchas cosas comentaré, por cuanto
fui testigo de las irregularidades observadas en los mataderos,
expendios y plantas de
procesamiento de productos
cárnicos. Me acompaña aún el remordimiento
por haber promovido el carnivorismo, pero a la vez
satisfacción por haber conocido de fondo el problema
organoléptico, microbiológico y de salud proveniente del
consumo de la carne. Esta experiencia se convirtió en una
verdadera escuela, que me
dio la oportunidad para elaborar detalladas observaciones, lo que
propició que paulatinamente abandonara el consumo de las
mismas.

Tenemos la certeza del cambio que se
operará en el hombre, cuando
despierte su conciencia y tome
dirección espiritual su existencia.
Gradualmente se armonizará con la Creación para
tornarse vegetariano.

Sobre este particular haremos dos reflexiones.
Primeramente, sobre la manipulación, procesamiento y
comercialización.

Generalmente, los mataderos operan en horas de la noche,
cerrados para el público y únicamente, algunos
comerciantes y ganaderos en casos fortuitos tienen acceso a esos
lugares. Aquí, comienza la odisea.
Operarios sudorosos cargan y descargan los canales o presas, de
los vehículos transportadores del lugar de sacrificio
hacia los expendios. En éstos, las presas de carne son
colocadas sobre mesones unos y otros colgados en ganchos para su
exhibición. Mientras se aproxima la hora para la
comercialización (6:00 AM), durante este tiempo,
animales como
perros y gatos
hacen su festín y los despostadores y picadores de hueso
hacen su tarea. Este es el ambiente de
las plazas de mercado y los
expendios populares. A quienes desempeñan estas labores no
se les hace ningún control
sanitario, son en su gran mayoría alcohólatras,
carentes de ética y
escrúpulos. Otra parte de la masa cárnica es
colocada sobre el antihigiénico piso en el área de
movilización del expendedor, porque allí y durante
la manipulación los operarios expectoran, como
consecuencia del licor, el cigarrillo o la gripe, lanzando
colillas y pavesas de tabaco. En
oportunidades, mesones y pisos no son higienizados para la
actividad del siguiente día, por carencia de agua o por
negligencia del propietario. Al abandonar su faena, perros y
gallinazos pasan a incursionar en estos sitios. Aparte de lo
anterior, quien comercializa el producto
manipula a la vez, carne y dinero. Y de
paso, quien la va a adquirir manosea y hasta pellizca
exquisitamente las partes del animal que desea comprar, o en su
defecto, con desagrado, las que no le apetecen.

Que no se engañen los que compran este producto
en lugares elegantes y vistosamente presentados. El comprador,
desconoce cómo fue tratado el animal, la calidad del
mismo, dónde se sacrificó, el procedimiento
higiénico para el corte técnico de cada uno de los
componentes del ganado mayor o menor y la manipulación
posterior hasta su exhibición en decorados y atractivos
frigoríficos.

Amerita decir que, muchos de los ejemplares que llegan a
los mataderos públicos y clandestinos, presentan enfermedades
infectocontagiosas tales como, brucelosis, carbón
sintomático, septicemia hemorrágica, fiebre aftosa y
otras tantas que los profesionales de la veterinaria en
su momento no detectan, porque al llegar los animales al matadero
y entre su posterior sacrificio no presentan la
sintomatología. Otro aspecto afectivo a estos ejemplares
es el demorado transporte de
los mismos y los cambios bruscos de temperatura
que deben soportar, lo que les ocasiona afiebramiento.

En el área de la salsamentaria, encontramos
repulsivas escenas que el lector carnívoro se
resistiría a creer y aceptar, ya que el gusto por las
carnes se sobrepone al escrúpulo y la
razón.

En cierta ocasión, viajé a Bogotá
para visitar una salsamentaria de bastante producción cuya mercancía se
colocaba a precios muy
bajos. Observé, que un buen número de carros,
hacían fila esperando el turno para ser cargados con la
variedad de productos allí elaborados. Me
sorprendió, además, un buen número de
personas que hasta allí llegaban para ofrecer en venta carnes de
muy mal aspecto y olor, quienes vendían estas carnes, a
precios irrisorios, eran simplemente indigentes. En el
área destinada para la compra, a las personas no se les
preguntaba sobre el origen y clase de carne
que ofrecían, ni la procedencia de la misma. El requisito
era el de estar libre de huesos. Estos
asiduos vendedores de fragmentos cárnicos, en ocasiones se
dedican a la cacería de perros vagabundos, asnos, caballos
o cualquier otro animal cuyo dueño descuide.

En estas plantas procesadoras, se abastecen
además, de los retales del descarne de las pieles,
entrañas y de residuos de toda naturaleza que
como sobrantes quedan de los animales sacrificados. Esto no se
desperdicia por cuanto los habilidosos y voraces están a
la zaga para apropiarse de ellos y proceder a su
comercialización. También a las mencionadas
plantas, procedentes de pequeñas fincas y parcelas llegan
animales que por accidente, vejez o
enfermedad mueren y cuyos dueños no se resignan a perder.
Es lamentable que el Estado a
través de sus entes controladores no acometa acciones de
vigilancia y castigo para quienes bajo la clandestinidad y la
noche, llevan a cabo esta siniestra y peligrosa actividad. Por la
prensa,
la radio y
la
televisión se han hecho denuncias sobre este asqueroso
y repudiable tráfico. Pese a ello, el psiquismo de los
carnívoros es tan dominante que se traduce en ansiedad, la
que los conduce hasta las carnicerías y ventas de
salsamentarias para la adquisición de fragmentos
cárnicos y sus derivados. ¿Será esto
carnivorismo enfermizo, antropofagia o canibalismo? Muchos de
estos seres humanos alimentan y contribuyen para el festín
a espíritus vampirizadores.

No quiero dejar de lado las acciones de muchos
avicultores y porcicultores que sin conciencia ni recato,
introducen al mercado animales muertos por epidemias, igual que
pescadores sin escrúpulos, lanzan sus redes en los colectores
finales de alcantarillado que desembocan en ríos y
lagunas. Otros expenden pescado viejo que embetunan con sangre de res
además de aplicarles formol para que se conserven y se vea
fresco y seductor. Tengamos en cuenta que las carnes a las que
hemos hecho referencia no son aptas para el consumo humano y
pueden acarrear trastornos orgánicos de impredecibles
consecuencias para la salud física.

Sé del pronunciamiento de algún sector de
la ciencia
afirmando que, aunque la carne sea de conocida procedencia, de
excelente calidad y en buen estado de
conservación, conlleva a corto o largo plazo problemas de
salud. Es de anotar que el hombre moderno día tras
día pierde capacidad para ingerir carnes por cuanto su
vida se va tornando más sedentaria y además porque
genéticamente en los humanos producen cambios de
generación en generación.

Lo antes relacionado se dirige a aquellos que se acogen
a conceptos puramente materialistas.

Estas consideraciones quiero compartirlas con
espiritualistas y reencarnacionistas, conocedores de la
procedencia del espíritu, sabedores de que los animales
son nuestros hermanos menores y conscientes de la necesidad de la
vida para toda criatura habitante de la Tierra.
Muchos compartirán conmigo la sentencia de que no nos es
dado matar, ni fomentar la matanza y exterminio de seres menores
para satisfacer nuestros instintos inferiores. Esta
posición es un acto de extrema crueldad que entorpece el
plan Divino de
la Creación. Pese a las informaciones sobre la disciplina y
bondades del vegetarianismo, existen personas insensatas e
inconscientes que bajo el soporte de sofismas de
distracción, justifican la necesidad del consumo de
carnes. Sutilmente evitan tocar el asunto y apelan al comodismo.
Hay, los que considerándose muy modernos, civilizados y
cultos, señalan de seudosabios a Mentores espirituales y
médiums que advierten sobre los riesgos y
problemas de carnivorismo,. se rasgan las vestiduras; y lo
interesante, es que todo este asunto ha causado conmoción
y disgusto, desde tiempo atrás. Curiosamente, reconocidos
mentores espirituales como ANDRÉ LUIZ, y ENMANUEL,
muy respetados en la doctrina Espírita, corroboran lo
planteado por el espíritu RAMATIS, quien recomienda
no ingerir las carnes, sobre todo, cuando se llevan a cabo tareas
mediúmnicas y donación de fluidos a través
del pase magnético. Igualmente, otras consideraciones
sobre el tema, son tratadas por ENMANUEL en el libro EL
CONSOLADOR
, psicografiado por Chico Xavier, en la segunda
parte, página 82, por ANDRÉ LUIZ, en la obra
DESOBSESIÓN; por SUELY CALDAS SCHUBERT en su
libro OBSESIÓN Y DESOBSESIÓN; en DIALOGO
CON LAS SOMBRAS
, de HERMINIO C. MIRANDA, ESTUDIANDO
LA MEDIUMNIDAD
de MARTINS PERALVA, y para conocer
más a fondo los inconvenientes del vampirismo,
recomendamos leer el romance APENAS UNA SOMBRA DE MUJER de
FERNANDO DE O; ROMANCE DE UNA REINA, dictado por el
espíritu ROCHESTER; VIOLETAS EN LA VENTANA,
de PATRICIA, psicografiado por VERA LUCIA
MARINEZCK
.

La segunda reflexión es sobre los reparos a la
alimentación carnívora, que han formulado
médiums, escritores, reconocidas personalidades y
doctrinas espiritualistas.

Cabría preguntarnos ¿por qué
comemos carne? La respuesta la encontramos en la obra
FUNDAMENTOS DE NUTRICIÓN VEGETARIANA, escrito por
la Dra. Nelsy de Restrepo: "La única respuesta
verdadera, con el perdón del lector, la consumimos por
ignorancia. Se ha inculcado mucho la idea de que la carne es un
gran alimento y muchos creen que sin ella morirían de
desnutrición. ¿Qué es esto?
Ignorancia es este un concepto
anticuado que la ciencia ha
desmentido planamente. La persona que
consume carne se siente llena por mucho rato y también
siente sensación de fuerza por lo
cual se creyó que era muy nutritiva. La llenura se debe a
que la carne es de difícil digestión. Los juegos
gástricos del hombre no están hechos para digerir
carne, son muy débiles para esta tarea. Además, la
carne va mezclada con grasa pues toda carne, por magra que
parezca, tiene un alto contenido de grasas
saturadas. Estas grasas son muy inconvenientes al organismo, como
veremos, y sólo pueden ser digeridas por la bilis en el
intestino delgado, no en el estómago. Así, que la
llenura que siente no es porque sea nutritiva sino porque es
indigesta. Recordemos que la absorción de los nutrientes
no se hace en el estomago, sino en el intestino
delgado.

"la fuerza que siente al comer carne se debe a la
acción
estimulante de los ácidos
venenosos que contiene. Los alimentos deben
ser primariamente digeridos y transformados en quimo, absorbidos
en el intestino delgado, luego pasarán a la sangre y de
allí a nutrir el organismo. Pero, tan pronto como la carne
cae al estómago se siente la sensación de vigor,
sin haber sido aún digerida. Es la misma sensación
que produce una copa de licor o una taza de café.
Una sensación estimulante. El doctor A. Mcgill
entregó al gobierno del
Canadá, hace algún tiempo, un informe de sus
investigaciones referentes al valor
nutritivo del extracto de carne en el cual hace muy dudoso su
valor, mostrando que en su mayoría las albúminas
que contiene son urea. Estas bases de carne son disueltas en agua
caliente y obran entonces como estimulantes. Escribió un
profesor de
nutrición
de la Universidad de
Yale, U.S.A: "Dos son las objeciones de orden fisiológico
contra el uso común de la carne como alimento. En primer
lugar, al comer carne aumenta mucho la cantidad de proteínas
de la ración nutritiva y de esta manera provoca un
desequilibrio en el régimen, en segundo término, la
carne contiene y produce venenos".

A propósito del tan cacareado argumento, desde
luego, sostenido científicamente, de que los alimentos de
origen animal son poseedores de una proteína completa, la
Dra. Restrepo, sobre este aspecto dice; "Proteína
completa es la que posee una cantidad adecuada de cada uno de los
ocho aminoácidos esenciales para el organismo humano. Los
carnívoros alegan que deben comer carne y además
alimentos de origen animal, pues son casi los únicos que
proveen una proteína completa.

"Es verdad que los alimentos de origen animal tienen
una proteína completa mientras que la proteína de
la mayoría del reino vegetal es incompleta (se conocen
como portadores de proteínas completas solamente la soya y
algunas nueces hasta el momento). Pero esto no es ningún
problema pues afortunadamente las proteínas de los
diferentes productos vegetales contienen distintos
aminoácidos tales como el trigo, la papa, el maíz, el
arroz integral, etc. podemos concluir diciendo que en una dieta
variada donde se ingieran leguminosas y cereales integrales,
nueces, frutas y verduras, no hay ningún temor a que
falten aminoácidos esenciales. Lo comprueba la ciencia y
la experiencia de millones de vegetarianos que hay en todo el
mundo.

En la revista
DELICIAS NATURALES, editada por el Instituto Saraswat de
Estudios Védicos de Bogotá, se encuentra un
maravilloso apunte: "En un ensayo
titulado Acerca de comer carne, el autor romano Plutarco
escribió: "¿Puedes realmente preguntar por
qué razón Pitágoras se abstenía de
comer carne? Por mí parte, más bien me asombro y me
pregunto, por qué gran accidente y en qué estado
mental, el primer hombre utilizó su boca para desgarrar y
llevar sus labios a la carne de una criatura muerta,
tendió su mesa con cuerpos muertos y pálidos y se
aventuró a llamar alimento y nutrición a esos seres
que en un momento se alegraron, lloraron, se movieron y
vivieron… ¿Cómo pudieron sus ojos soportar
la matanza cuando sus gargantas eran cortadas y sus miembros
descuartizados? ¿Cómo pudo su nariz soportar esos
olores? ¿Cómo es que esa contaminación no trastornó su gusto
y pudo beber jugos y cerúmenes de heridas
mortales?… ciertamente no comemos leones o lobos por
autodefensa, por el contrario, matamos criaturas dóciles
que ni siquiera tienen dientes para dañarnos. Por un poco
de carne los privamos del sol, de la luz y de la
duración de la vida a la cual tienen
derecho.

"El biógrafo Diógenes nos dice que
Pitágoras comía pan y miel en la mañana y
vegetales en la tarde. Él a veces pagaba a los pescadores
para que devolvieran los peces al mar. El famoso escritor ruso
León Tolstoy escribió que: "por matar animales para
alimentarse, el hombre suprime innecesariamente su capacidad
espiritual más grande, aquella de simpatía y piedad
hacia las criaturas vivas como él mismo, y por violar sus
propios sentimientos se vuelve cruel" él también
advirtió: "mientras nuestros cuerpos sean las tumbas
vivientes de animales asesinados, ¿cómo podemos
esperar alguna condición ideal en la Tierra?

"Cuando perdemos el respeto por la
vida animal, también lo perdemos por la vida humana. Hace
veintiséis siglos Pitágoras dijo: "Aquellos que
matan animales para comer su carne, tienden a masacrarse a
sí mismos".

Leonardo de Vinci, afirmó: "Realmente el
hombre es el rey de las bestias, porque su brutalidad excede la
de ellas. Vivimos de la muerte de
otros, somos como cementerios andantes".

En uno de los libros de la
Biblia del antiguo
testamento, en Isaías 63:3 encontramos: "El que
sacrifica un buey es como si matase un hombre"
, y en 1:11
¿para qué me sirve, dice Jehová, la
multitud de vuestros sacrificios? Hastiado estoy de holocaustos
de carneros y del cebo de animales gordos, no quiero sangre de
bueyes, de ovejas, ni de machos cabríos".

Apreciado lector:

A continuación expondremos interesantes
temas sobre las diversas modalidades de vampirismo; para mayor
claridad se hizo necesario encabezar el asunto con una exposición
de la cual en gran parte es bibliografía del conde JW
Rochester.

lo que vamos a exponer provocará, en la mayor
parte de nuestros lectores, una sonrisa sarcástica e
irónica. Aquellos que apenas se interesan por lo
espectacular de los romances viéndolos apenas como ciencia
ficción, pasarán inadvertidos sobre estas
exposiciones: sabemos eso, porque hablar seriamente sobre
vampirismo, en nuestra época moderna y materialista,
infectada de tanto escepticismo, no es tarea fácil. La
ciencia oficial, que a penas quiere conocer lo que su
bisturí puede sondear, niega la existencia de los
vampiros, y los hechos indiscutibles, sucedidos en diferentes
épocas y lugares, pues han sido vituperados, negados o
silenciados, como siempre ha ocurrido con otros fenómenos
no menos reales e interesantes, los cuales, a pesar de eso, se
imponen poco a poco a la atención de los sabios, porque los hechos
son un argumento brutal, que no se pueden eternamente
negar..

Pensamos que es nuestro deber explicar en lo posible
a nuestros lectores, los fenómenos sobre vampirismo, poco
conocidos para muchos, sabiendo a ciencia cierta, que son hechos
naturales, que han existido desde la antigüedad hasta los
tiempos modernos.

Que el cuerpo y el espíritu evoluciona, se
transforma y progresa, es una realidad en las diversas
condiciones de los tres reinos, y desde
luego, en la humanidad.

En la composición química del
periespiritu son encontradas todas las sustancias, el reflejo de
todos los instintos, cualidades y tendencias del ser durante las
innumerables existencias y transformaciones a través del
mineral, del vegetal, del animal y en fin, del hombre, el ser
más perfecto conocido sobre la tierra.

El átomo
indestructible, lanzado por la fuerza creadora en el torbellino
del espacio, viene representando apenas un principio vital, se
reviste inmediatamente de un doble etérico, intermediario
entre el espíritu y la materia – ese
intermediario es el agente principal que pone en vibración
las funciones del
alma, esto es,
la vida del alma se produce sobre ese tejido invisible para los
encarnados constituido de millares de hilos luminosos tenues e
indescriptibles.

De igual manera, que en las células de
la cera se condensa la miel, así, sobre el periespiritu se
condensan los elementos y sus sustancias compuestas; desde que el
espíritu y demás estructuras se
desprenden, del cuerpo físico, este es presa de la
descomposición y se desintegra en sus elementos
primitivos. Así el periespiritu de un molusco solo puede
atraer en su condensación material, sustancias
gelatinosas, y solamente por el trabajo de
la vida, el ser adquiere y se apropia de nuevas fuerzas de
calor
eléctrico, las cuales, en próxima
condensación, tornará al periespiritu del molusco
de otrora, apto para formar un cuerpo más
evolucionado.

Hablamos del calor, ese grande y universal agente de
toda la vida, al cual casi se podía dar el nombre de Dios,
tan potente es su acción, con el cual se proyecta en todas
partes para donde se fijan las miradas. En toda parte,
efectivamente, donde el cerebro del sabio
escudriña, él encuentra el calor, la fuente de
vida: está puesto en las entrañas de la tierra e
incubierto en las nubes. El calor funde en toda materia,
amalgama, solda de manera admirable; el calor une el alma a la
materia y de ella la separa; ese helo es el rastro luminoso e
visible seguido por los sonámbulos
clarividentes.

El gran calor quema tanto cuanto el fuego y el
frío intenso produce la misma sensación de
quemadura; cuanto más calor existe en el cráter
espiritual, más desenvuelto está el alma y el
cuerpo. Todo lo que es pesado, perezoso, carece de calor y
pertenece a un grado inferior de desenvolvimiento; todo ser,
igualmente todo planeta, mejor trabajado por el calor
vivificante, se distingue por un grado superior de actividad y de
desenvolvimiento intelectual.

Ese largo viaje, a través de los tres reinos,
deja profundas señales
en los gustos, necesidades e instintos del hombre, ser
imperfecto, aún bastante próximo del animal que
él, no en tanto desprecia, a punto de negarle un alma, una
inteligencia,
un derecho a su protección. Es que el orgullo de poseer
una voluntad menos restricta, un más largo horizonte,
más amplitud para los vicios, sube al cerebro del hombre y
le hace olvidar que él solo subió un grado de la
escala social de
la creación, que él fue lo que ahora son esos
hermanos inferiores, y que, en la embriaguez y en la
satisfacción de su progreso, el hombre, tan orgulloso de
su libre albedrío y del don de la palabra, retrocede
muchas veces – por los sentimientos – y por los
abusos, yéndose más abajo que el bruto al que
él menosprecia. Sí, olvidado de todas las
semejanzas de estructura, de
necesidad y de sentimientos que lo ligan aún tan
extremadamente al animal, el hombre se considera señor
absoluto de éste. Soberano feroz de esas poblaciones mudas
y sin defensa, entregadas a su merced; el hombre abusa cruelmente
de sus imaginarios derechos sobre ese hermano
más joven, por eso es que la inteligencia de ese es
más limitada y sus instintos más calmados por las
leyes de la
naturaleza.

Tomemos algunos ejemplos: la crudeza, igualmente la
voracidad, del animal que tiene por meta la satisfacción
de una necesidad o de la defensa; una vez saciado cual abrigo de
un ataque, él no procura lucha alguna. Más, ved
aquel refinamiento esos dos sentimientos que conducirán al
hombre! La tortura física y moral, la
avidez insaciable, en cuanto hubiere algo para pillar en su
alrededor. Él también imaginó la
traición, la muerte masiva,
y el asesinato, en cuanto el animal lucha cuerpo a cuerpo; en
fin, si la palabra le falta al animal, para mentir y disimular el
pensamiento,
él no tiene mucho de que quejarse, y pocas virtudes
existen sobre este mundo que el orgulloso ser humano pueda
reclamar por exclusiva distinción.

Sin duda, lo que venimos a decir se aplica a la turba
que ciega de orgullo, imagina ser el centro y el remanente de la
creación, y no las almas más desenvueltas, que
reconocen en la animalidad una fase de su propio pasado y condena
severamente toda crueldad superflua.

Volviendo al asunto que especialmente nos ocupa, le
recordaremos al lector la existencia de un animal llamado
vampiro, que prefiriendo la noche antes que el día, se
lanza a los ganados y también a los hombres, para
succionarles sangre.

Teniendo en cuenta la tenacidad con que los instintos
del animal se conservan en el hombre, este hábito, esta
necesidad de sangre, permanece en estado latente en la criatura,
y si la
educación, y las circunstancias, la comprensión
del mal no llevaren al hombre a dominar el instinto sanguinario,
que aún vibra en su espíritu, la necesidad bestial
resurge y crea seres del género de
los succionadores de sangre de la India, los
cuales son muy conocidos para que se pueda negar su existencia.
Empero, nadie ha buscado profundizar lo que puede inspirar a esa
secta o rito salvaje que ella encubre con un motivo religioso,
cuanto tal origen tiene raíz en un estado particular de la
matriz del
periespíritu MOB , adquirido por el ser en sus existencias
vegetales y animales.

En consecuencia, y por diferentes causas, la
conmoción moral, de los que caen en estado particular de
letárgia, con todas las apariencias de
la muerte, y que son enterrados como si hubiesen fallecido. Un
despertar en condiciones normales no se producen para esas
entidades especiales y la mayor parte perece; empero, a veces, en
condiciones favorables, tales aparentes cadáveres,
aguardan apenas la claridad de la luna para despertar, sobre la
influencia de su luz, para una siniestra actividad. Todos
aquellos cuyo periespiritu conserva alguna disposición al
vampirismo son lunáticos y muchas veces sonámbulos
videntes; sobre la potente influencia de la luz lunar, ese
excepcional estado, se produce en ellos, una mezcla de
lunático y de sonámbulo vidente, más en
grado muy extenso y elevado.

Todos los sentidos de
esos extraños letárgicos son de una acuidad
extraordinaria: oyen, ven, calculan las distancias considerables,
y porque el cuerpo, aún preso al periespiritu,
actúa en una cierta medida y a intervalos más o
menos largos, tiene necesidad de rehabilitarse, el vampiro se
entrega a la pesquisa de una víctima humana, cuya sangre
caliente, sobrecargada de fluido vital, le hará la
nutrición indispensable para las condiciones de
existencia, y al mismo tiempo satisfará los viejos
apetitos.

El ataúd y las paredes no sirven
desgraciadamente de obstáculos para ese fantasma horrendo
y peligroso, porque para él la luna es un auxiliar: ella
adsorbe el peso del cuerpo y facilita la
desmaterialización hasta un grado de expansión que
permite al vampiro atravesar puertas, muros y cualquier cosa
compacta.

La desmaterialización de la materia es un
hecho: los transportes de frutas, flores, y de diversos objetos,
igualmente, de animales, no son raros, y eso en todas las
condiciones de fiscalización deseable. Más, porque
el helo indispensable liga a los tres reinos y al hombre
también una ley rige los
fenómenos; lo que es posible para la flor, el fruto o el
metal es posible igualmente para el hombre, y en, las condiciones
deseadas, puede su cuerpo igualmente atravesar
paredes.

Dejando, pues, el lugar donde está sepultado,
el vampiro se dirige, con infalible precisión, a donde
está la víctima escogida, de la cual, gracias a los
agudos sentidos, identifica, la distancia, la edad, el sexo y la
constitución; jamás atacará a
viejos o a enfermos salvo escasez absoluta
de jóvenes sanos. Llegando junto a la presa, el vampiro se
abate sobre ella fascinándola con la mirada, y,
preferentemente, procura alcanzar al corazón
para succionar la sangre en la fuente; más si la
víctima está vestida o bocabajo, se desviará
para el cuello, casi siempre descubierto, abre la arteria y
adsorbe toda la sangre, al menos que sea impedido. Más si
percibe la aproximación de un vivo, huye porque comprende
perfectamente que su acción es criminal y sigue en la
dirección de donde vino. Guiándose y
sirviéndose del mismo rastro de luz, regresa al lugar de
donde salió, tal cual el lunático retorna
infaliblemente al lecho. Si por nada fuere impedido, entonces
estará suficientemente saciado, recae en la inmovilidad
por un tiempo más o menos largo hasta que, en una noche de
plenilunio, recomienza la homicida
peregrinación.

Los vampiros femeninos en la tipología
descrita son más raros que los masculinos, porque su
organismo, menos robusto sucumbe más fácilmente;
los vampiros masculinos escogen por preferencia como
víctima a las mujeres y niños.
En los casos en que tales seres han sido identificados, el
instinto popular inspiró la idea de desenterrar al muerto
incriminado para cortarle la cabeza o para lanzar el cuerpo en el
fuego. El proceso es
salvaje, igual a todo acto inspirado por pasiones desenfrenadas,
empero en principio, alcanza la meta, porque,
una vez abatido el cuerpo de modo irremediable, los lazos que lo
prendían al periespiritu son destruidos, la letargia cesa,
y el alma, y el cuerpo, retoma a las condiciones ordinarias. Si
la violencia no
interrumpe el estado letárgico, este puede prolongarse por
mucho tiempo, y el vampiro vegetará en estas condiciones
hasta que un accidente venga a aniquilarlo.

En los países fríos, esta modalidad de
vampirismo ocurre con mucha rareza; en los más aproximados
a la línea ecuatorial, en la India principalmente tiene su
verdadera patria, tierra misteriosa y extraña de la cual
muy poco se sondean los enigmas.

Existen otras modalidades de vampirismo, pues hay
muchos vivos que se alimentan casi exclusivamente, de la fuerza
vital de los seres que subyugan.

Esos pobres seres son mirados con espanto y
desdén, pues nadie duda de que sean los clásicos
explotadores abusivos del obrero, del empleado para cualquier
labor, la mujer que
desempeñándose en el trabajo
doméstico o en cualquier otra labor, el esposo cruel y
desconsiderado que explota al máximo y de manera
despiadada a la sometida y abnegada esposa, también
mujeres inconscientes e insensibles que despilfarran, que exigen
dinero en exceso para saciar su instinto vanidoso, lujurioso,
esos hijos exigentes influenciados por la sociedad de
consumo, despiadados que exigen y malgastan con tal de disfrutar
la vida en extravagancias, frivolidades y vicios. El funcionario
que saquea el heraldo publico o privado, el político
demagogo, engañero, el médico interesado solamente
en explotar el dolor ajeno, abogados y jueces de mala fe,
autoridades que prevarican y explotan el soborno, y en fin, todo
especulador bajo cualquier posición social que sea.
.

Toda nuestra existencia es una lucha, durante la cual
buscamos en las tinieblas, el por qué del pasado, del
presente y del porvenir, y sin embargo, repelimos obstinadamente
la llave del enigma que se nos ofrece sobre la forma de diversos
fenómenos inexplicados.

Solamente cuando la muy orgullosa ciencia se aparte
de su obstinado non possummus cuando aborde francamente el
estado de las misteriosas fuerzas del alma, de las cuales el
magnetismo, la
mediumnidad, el hipnotismo son mínima parte, cuando se
descubra poco a poco, las ocultas leyes que rigen el universo, todo
se tornará claro, no habrá más milagro, ni
hechicería y si leyes naturales y hechos de ellas
desconocidos.

Antes de terminar esta nota sobre el vampirismo,
diremos aún algunas palabras sobre los vampiros
inconscientes.. Su origen es el mismo, más en estos, el
instinto voraz motivado por la composición de su
periespiritu, se manifiesta inconcebiblemente, por un fluido
fétido y devorante que exhala y absorbe las fuerzas
vitales de quienes se les acerca. . Tales seres habitualmente,
son pequeños, secos, nerviosos de mirada penetrante, de
actividad febril e incesante, en su alrededor todo se torna
mezquino, débil, enfermizo, y apenas ellos vampiros, gozan
de salud fluorescente. .

UN INTERESANTE TEMA
SOBRE VAMPIRISMO

Tomado del romance Apenas una sombra
de mujer,

Autor, Fernando de la O

Federación Espirita
Brasilera

 

Vamos a transcribir algunos apartes del romance,
especialmente lo referente a vampirismo y otros asuntos
correlacionados con lo anteriormente expuesto sobre
obsesión.

El personaje central, Malaquias, quien en otros
tiempos perteneció a la colonia espiritual ubicada en el
astral inferior llamada (Gordemonio) y que más luego en
condición de espíritu redimido vino cargado de
sufrimientos que supo soportar, debido al conocimiento
Espirita.

Esto nos contó Malaquías:

–Me casé a los veinte años con la mujer
que eligiera como dueña de mi corazón, no siendo
rico ni pobre, tenia algunos bienes
inclusive una casa que heredara de mis padres. Trabajaba como
gerente de una
casa comercial muy acreditada en la ciudad de Pelotas, cuando
conocí a mi pobre Luciana. Malaquías limpió
una lágrima disimuladamente con la punta de los
dedos.

– nos casamos. Después del primer año de
nuestra unión – prosiguió Malaquias — ,
ganamos un hijo. Lo criamos con extremado amor y
dedicación. A temprana edad se reveló como un
espíritu rebelde, turbulento y malo. Como padres
éramos ejemplares–, además sin artificialismos
porque en verdad nos amábamos mucho, Luciana y yo–
éramos de una conducta
irreprensible, para despertarle sentimientos de bondad y
comprensión. Todo en vano Gervasio nuestro primer hijo nos
dio toda suerte de disgustos. Fue expulsado de todos los colegios
que frecuentaba, y solo contaba con diez y siete años,
cuando falleció trágicamente (Malaquías
estaba con los ojos húmedos), no nos habíamos
descuidado de su educación. Le
redoblamos la vigilancia en torno de sus
pasos y de su espíritu enfermo. A los quince años,
falsificó mi firma en un documento de cierta importancia
causándonos regular perjuicio. Fue un día de dolor
para la pobre Lucíana a quien yo no podía ni
debería ocultar los actos de nuestro desventurado
hijo.

Malaquías interrumpió la narrativa y miro
para afuera sumergiéndose en pensamientos
dolorosos.

— después de una serie de actos deshonestos y
reprobables, terminó con la práctica de un robo en
nuestro propio domicilio, violando un pequeño cofre donde
guardábamos algunas economías indispensables para
la cancelación de un débito que
contrajéramos para mejorar las instalaciones de nuestra
casa. Fue así: — cuando cierta noche, habiendo yo salido
hacia la casa comercial donde yo trabajara para realizar el
balance anual, donde mi presencia era reclamada, dejé a
Luciana, en compañía de otro hijito que
habíamos ganado hacía cuatro años
atrás, Mauricito, prometiendo volver tan pronto me fuese
posible. Era la primera vez que la dejaba solita y
confínate en casa. La previne que, en la mesita de noche,
en la gaveta de la derecha encontraría un revolver, con la
cual podría defenderse, en caso de que alguien osase
penetrar en nuestro hogar, para faltarle al respeto o intentar
algún hurto o daño en
nuestra propiedad.
Salí feliz, para el trabajo. Malaquías
interrumpió la narrativa enjugando los ojos nublados, y
continuó: — el resto es apenas deducción.– A las doce horas de la noche,
Luciana oyó movimiento en
mi escritorio. Se levantó sobresaltada, después
abrió sin ruido en la
gaveta de la mesita de noche y empuñó el revolver.
Se dirigió despacito para la sala. Al acondicionarse a la
oscuridad reinante divisó un bulto, que habiendo ya
violado el cofre, henchía los bolsillos de billetes que
retiraba del deposito. Estaba de espalda a Luciana, esta no
podía saber quien era el ladrón. Viendo que nos
habían robado apunto el arma y apretó el gatillo.
El proyectil alcanzó al asaltante en pleno corazón
el cual como que fulminado por un rayo, cayó pesadamente
al suelo. Luciana
iluminó el escritorio y miró el cadáver. Era
Gervasio, nuestro hijo. Loca de dolor, volvió el arma
contra ella y se suicidó cayendo sobre el cuerpo de
nuestro desventurado hijo. En ese momento, llegué a casa y
la escena se me deparó en la brutalidad arrasadora de la
realidad inconcebible. Me lancé sobre los dos
cadáveres e instintivamente, mi mano derecha
aseguró el arma que estaba caída al lado de
Luciana. Y en aquella posición, me encontró la
policía que fue atraída por los dos disparos del
arma doblemente homicida. Preso sobre la acusación de
haber asesinado a la esposa y al hijo me condenaron a treinta
años de prisión, a pesar que en el nombre de Dios
jurase mi inocencia y nunca más supe sobre la vida de mi
pequeño Mauricio que quedara al cuidado de mi suegra. hice
todo lo posible por saber de la vida de mi hijo querido sin
embargo fue en vano,.le escribí a amigos, a las personas
de mis relaciones, pero nadie se compadeció de mí.
Todos querían sustraer a Mauricio sobre el
conocimiento de la espantosa tragedia que según ellos,
era para el bien de mi hijo. Eso fue lo que
comprendí.

–Solo yo que pasé treinta años olvidado
del mundo abandonado, a solas, puede comprender lo que
sufrí.¿ como es que el señor puede vivir
tanto tiempo en la prisión?.

–Dios me enseño a sufrir sin rebeldía y a
reedificarne sin lamentaciones.

De la prisión para lo
desconocido.

Treinta años después, La puerta de la
celda 17 se abrió en aquella mañana triste y
fría de julio, para dar salida al viejo Malaquias, que de
ahí a momentos más tarde, recibía de las
manos del Director de la penitenciaria su documentación, para hallarse más
luego en plena calle de Puerto Alegre solito, por
cancelación de su pena.

Fueron para mejor decir, treinta años de
reclusión, cumplidos integralmente, sin reclamación
ni rebeldía, con una resignación cristiana, a
despecho de repetir, cada vez que lo interrogasen,
invariablemente que no fue culpable, y que fue victima de un
tremendo error. Pues era inocente.

El Juez lo condeno a pesar de su insistencia de no haber
practicado el crimen, por el cual había sido
denunciado.

Fue condenado a la pena máxima. Agotados todos
los recursos legales
sin lograr ser escuchado, resolvió resignarse a la
sentencia proferida por sus semejantes.

El mundo está lleno de errores judiciales—
sentenciaba cada vez que le pedían explicación
sobre su caso.

Cuando el Director le entregó los documentos,
así como la pequeña cuantía que se le
debía por los servicios
prestados como encuadernador en una dependencia del presidio, y
un presente del propio Administrador de
la cárcel.

Malaquias lloraba copiosamente.

Tenia tristeza al recordar sus propias penas que
compartía entre condenados de todos los matices, desde los
impenitentes criminales, hasta aquellos que habiendo sido
sorprendidos en sus delitos, se
humillaran, abandonándose en desanimo y
postración.

En un instante, sorprendido por extraño
fenómeno metapsicológico, recapituló todas
las escenas que se desenvolvieron dentro de los muros de "la casa
maldita", en la cual como permanente espectador, donde sacaba
conclusiones de que hay seres humanos cuyo tropel de pasiones
sórdidas los transforman en verdaderas monstruosidades
morales, a quienes solamente el dolor será capaz de
rectificar el derrotero de los sentimientos y de su mundo
emocional.

Treinta años de prisión le proporcionaran
la oportunidad de conocerse así mismo, en un paralelo
chocante con los demás sentimientos.

La amplitud de los vicios, alimentados por una
legión de reclusos, requintaba a veces, en la bajeza moral
de las más salvajes expresiones, que no sabia el liberto,
donde comenzaba la insensibilidad de la fiera y donde terminaba
la perversidad del hombre.

— Si yo pudiese quedar aquí, trabajando;
Doctor…. Ya soy tan viejo…– ponderó
Malaquias, limpiando una lagrima con las palmas de las manos
callosas.

–No es posible Malaquias, eso va contra el reglamento.
Además no tenemos vacantes en el momento—
Respondió el director, con gran pesar.

— no se para donde ir…Lamentó, mirando
para la calle con los ojos nublados, –El mundo y la libertad, en
este momento, me espanta… Me causa
vértigo.

–Ha de encontrar trabajo, Malaquias! – Lo animó
el interlocutor– ¿no cree usted en Dios?

–No solo creo en Dios, doctor,… Porque él
existe! ¿Pues, será que no hay una razón
para temer al mundo, y al desempleo dentro
de la libertad?

–Temer a la Libertad bien dice el doctor…
pensó para si mismo. La libertad es un bien muy
difícil de ser manejado, y el viejo recluso miró
para el cielo.

–¿Hoy tiene miedo de la libertad, Malaquias?
Preguntó el joven administrador.

–hoy más que nunca. La libertad es un patrimonio tan
grande, que llega a aterrar a los espíritus.

— libertad quiere decir responsabilidad.

Empero la ley tutela la
libertad, agregó el director.

— Más hay una razón para temerla,
Doctor..

–Más una razón para quererla,
diría yo, Malaquias.

–¿Sabremos ejercitarla sin perjuicio a nuestros
semejantes?

–Alude usted. a la condenación de que fui
victima inocentemente en cuanto su juzgamiento?

–No doctor,. Ese episodio de mi vida, yo ya lo
olvidé. Los hombres son frágiles y pobres para que
los acusemos. Como almas somos todos fracasados.

–Entonces a que se refiere usted?

–Yo digo doctor Mauricio, que el hombre, como alma
viviente, aún no sabe valorar la libertad para vivir en
este mundo. Casi siempre abusamos de este derecho,
incesantemente, y a beses criminalmente. Imagine ahora, Doctor,
si yo me ocupase de la libertad del alma, como ser inmortal y
evolutivo!

— Ese viejo es medio "golpeado", Cipriano — comento un
convicto al colega próximo que asistía
también, al acto de entrega de los documentos de
clausura.

–Malaquias era el hombre de confianza del
espiritista

–Dice otro–el que viene todos los meses a
enseñar espiritismo a los presos.

–Cuide de esta vida Malaquias porque la otra, es
aún un problema, una hipótesis muy seductora y brillante. A lo
mucho, una probabilidad,
y para la mayoría una ilusión. Cualquier cosa de
absurdo y de incomprensible… El viejo sonrió
indefinidamente.

Miró nuevamente para afuera a través de
las rejas del gigantesco portón de la
penitenciaria

Luego para ser abierto rastrilló igualmente que
cuando en otros tiempos se abrió para dar paso al recluso
que seria conducido al cubículo 17, después
tomó su saco de lona en el que guardaba sus ropas y
utensilios, guardó los documentos en el bolsillo interno
del saco, y volviéndose hacia sus compañeros que
quedaban habló:

–Adiós mis amigos! Sed buenos y resignados.
Nadie sufre en vano ni pierde por ser resignado.

Todos estáis aquí, —prosiguió.
Por necesidad de orden social y espiritual. La prisión es
casi siempre una oportunidad salvadora, principalmente cuando la
libertad perdió, en nuestras manos, el sentido del respeto
y dignidad e la
vida

–Ese viejo tiene sesos, Gerardo — confidenció
al recluso compañero de Cipriano.

— El fue algún Rui Barbosa, en otra
encarnación.

Rieron ambos por la gracia del enunciado. Y en un gesto
de quien olvidara el cumplimiento de indeclinable deber,
Malaquias viró rápido para el Dr. Mauricio, como
quien desea hacer alguna cosa de sorpresa, tomó la mano
derecha del administrador de la cárcel, la besó con
fraternidad y afecto, en un trasporte de gratitud
insospechable.

Cuando el joven director se mostraba admirado con el
acto de extrema y conmovedora humildad del viejo Malaquias,
éste ya se encontraba en plena vía pública,
curvado por el peso de su tula de lona, en camino a lo
desconocido

Mauricio aún quedó mirando para el
portón quieto, inmóvil, en la misma posición
como cuando contempló a la figura de su propio padre, que
un día, niño aún pues tenia poco menos de
cuatro años, viera salir de su casita, en la Ciudad de
pelotas, rumbo a la cárcel acusado sin saber por
que.

Nunca más lo viera… Nunca más
durante todo el correr de los años que lo llevaran a la
edad de los 34 años.

Más tarde supiera del esfuerzo de la familia
para apagarle del corazón triste, el recuerdo del padre
con el que no llegara a compartir como los otros muchachos de sus
tiempos. Su nombre con el tiempo se borró de su memoria; y cuando
por mera curiosidad preguntaba a la abuela que lo criara y
educara con extremada dedicación y amor, pues la información entregada era la de que su
madre había perecido por accidente con arma de fuego—
¿Dónde estaba papá? ¿Para que lugar
lo habían llevado? La respuesta siempre era la
misma:

Tu padrecito murió en un naufragio, entre Pelotas
y Puerto Alegre, hace muchos años. Tu eras tan
pequeño, que tus dientecitos eran como granos de
arroz.

Se hiciese mozo, estudiara, se graduara en derecho. Y
cuando le asignaron el cargo el que en el momento ejercía,
quedó privado de la única criatura que tanto amara
y a quien tanto le debía. — La abuela Miloca, fallecida
de repente talvez de tanto sufrir en este mundo de martirios. Y
sin registrar a los presidiarios que lo miraban curiosos en el
retiro del medio circundante, limpió despacito los ojos
murmurando:

A mi padre también lo vi. un día
así, apartándose de mi , para nunca más
volverlo a ver. Soy un hijo de la tristeza y la
soledad.

Dio algunos pasos para el portón, miró
hacia la derecha y hacia la izquierda, como si quisiese
todavía ver al ex detenido, quien con su gesto de
cariño besándole la mano, despertara en su
espíritu un mundo de enternecimiento, un infinito de
tristezas y de amor, representado hace tantos años en su
corazón… No viéndolo más se voltio
para los presos que continuaban en el mismo local,
diciéndoles con extraña expresión de
tristeza con la voz embargada por la emoción:

–Hoy en homenaje ala libertad del mejor detenido en
esta casa de de dolor y resignación…, podrán
pasar el día en los patios, porque hoy es feriado para
nosotros.

Y sonrió con expresión de la amargura que
se estampaba en su entristecida fisonomía. Más
luego se recogió precipitadamente a su gabinete, para que
no lo viesen llorar como a un niño que le quitasen el
último juguete.

Solo le fue permitido oír los agradecimientos
proferidos por la multitud de condenados.

Llegando al aposento, sintió incontenible
voluntad de llorar.

Y lloró mucho, hasta que un quebrantamiento
inexplicable de sus fuerzas lo hizo adormecer medio vestido sobre
el lecho pobre de su cuarto solitario.

Luego de haberse distanciado del viejo caserón
que le sirvió de encierro durante
treinta
años, El viejo Malaquias, al anochecer se sentó
en la banca de un
parque a pensar en su futuro inmediato. Fue allí donde por
un supuesto acaso se le acercó un joven que atraído
por la venerable figura del viejo, resolvió entrar en
conversación, en la cual se enteró de la real
situación del ex presidiario conmoviéndose por
éste, e invitándolo como huésped de su casa
y a la vez como compañía durante algún
tiempo.

Este hombre de nombre Fabricio, recién
titulado como Médico, hijo de un hacendado,
huérfano de madre. Los habitantes de la hacienda y sus
serviciales, venían de una tenebrosa colonia de
espíritus vampiros, de donde en viejos tiempos
también había pertenecido Malaquias y Genoveva la
nana de Fabricio, esos espíritus que se venían
redimiendo en base a los acerbos sufrimientos.

Un sumergimiento en el pasado.

Media hora después de haberse recogido Malaquias
a la cama, Llegaba el Dr. Fabricio de los lujosos salones del
Club del Comercio,
encontrando a la vieja Genoveva adormitada a la vera de la
mesa.

— Pobre Genoveva! — Lamentó Fabricio.– hasta
cuando quedarías esperando tu niño? Y pasó
las manos por los cabellos ásperos de la negra zamba, en
un gesto de cariño filial.

Ella estremeció, abrió los ojos
refregándolos rápidamente.

–Que vergüenza mi hijo, encontrarme aquí
cabeceando!. Y se levantó.

–No te martirices así, mi vieja. No te cansas de
esperarme tanto?

— tu madre se cansaría de esperarte? Ciertamente
que no.

–Pues yo tampoco. Mira, el baño está
listo, después vas a dormir –y Malaquias? Hace poco se
fue a acostar— conversamos mucho. Es un viejo regular pero con
un corazón de corderito.

–Gusta de el Genoveva? Es un hombre bueno, más
pienso que es un infeliz o un desgraciado.

— Por qué?— No le contó la historia de su
vida?

Si! — Y entonces qué dice de todo aquello? —
Quien sabe —–Genoveva, si el mundo no debe ser así.
¿Como piensa que debería ser?

— Un lugar de sufrimientos, donde la gente viene a
pagar lo que hace de malo en las otras encarnaciones?. — Tal
vez… si… quien sabe? Puede ser — La vida es una
cosa tan difícil de comprender que, en ocasiones le doy la
razón a Malaquias. — Como él sufrió! — Yo
no soportaría tanto, confieso. — Entonces, vas para el
baño y después para la cama.

— Hasta luego Genoveva…y le dio un beso en la
mejilla

— Que Dios te de lindos sueños, mi
hijo.

Y estregó los ojos que se nublaran a la
dócil caricia del "pequeño".

— Como le hiciera bien aquel beso!

Estaba plenamente recompensada de todas las amarguras de
su vida dolorosa. Era la primera vez que el "tutelado" la besaba.
Y pensando en Belatriz, murmuró para si: — Malaquias y
yo habremos de cuidarlo hasta la muerte.

Y lentamente, arrastrándose con los píes
pesados de cansancio y por el sueño, se encaminó
para su cuarto, donde minutos después dormía
profundamente.

Casi a las 10 horas, Malaquias estaba fuera de la cama,
barbeado, metido en su pijama. . Se dirigió para la mesita
de café, al píe de la cual la empleada se
entretenía, surtiendo las tazas, para el
desayuno.

— Buen día, Genoveva. — Buen día,
señor Malaquias. — Pasó bien la noche, mi amiga?
Durmió bien?. —- Diga antes, la madrugada, pues cuando
nos fuimos a acostar, ya los gallos cantaban. Malaquias
sonrió con gusto.

— Más tuve un sueño –
prosiguió ella – pavoroso, señor Malaquias,
me levanté con un dolor de cabeza que hasta ahora me
atormenta. — ¿Entonces fue así tan extraño
tu sueño? — Soñé que un hombre, con la
forma de murciélago, me agarró violentamente, y me
arrastró para la cocina, me hizo comer unos platos
extravagantes, explicándome que estaba con hambre y solo
podría saciarse si tuviese alguien que comiese junto con
él. ¡ay! el señor no calcula como el monstruo
me hizo engullir tanta cosa. Después que no podía
más ingerir un solo pedazo de pan, se rió
descaradamente y dijo que ahora no me dejaría en cuanto yo
no le pagase unas cuentas viejas
que le debía.

Genoveva suspiró, pasó la mano por la cara
y se quejó:

–Me duele horriblemente la cabeza, parece que va a
estallar o voy a enloquecer.

Malaquias la miraba persistentemente, y le
parecía ver a la buena Genoveva envuelta en sombras
enormes, teniendo una forma de mano descomunal sobre la frente
arrugada y triste.

Malaquias no se perturbó, comprendió lo
que pasaba, y tomando una resolución heroica, se
acercó a Genoveva y habló: –Voy a quitarte el
dolor de cabeza, quédate quieta, y tengas fe en Dios,
piensa en él, en su bondad y amor – ella miraba
sorprendidamente, empero no decía nada,
esperó.

Malaquias le colocó la mano derecha a la altura
de la región frontal y se mantuvo en silencio.

Genoveva, por espacios estremecía violentamente.
– Malaquias continuaba en la misma posición
silenciosa y en oración.

Ahora, el ex – recluso comprendía bien el
espectáculo que se desvelaba a sus ojos.

Identificando el murciélago, del que la paciente
le hablara, tuvo la certeza de que la criada del doctor
Fabrício estaba sobre la acción de una entidad
traicionera y vampira.

En aquel instante, como si alguien exhumase del archivo de su
subconsciente viejos conocimientos adquiridos en antiguas eras,
se recordó de gran parte de su pasado distante, precisando
situaciones y ocurrencias en que en esos tiempos se había
envuelto.

Y por un fenómeno metapsicológico,
Malaquias recordó con indisfrasable precisión,
todas las peripecias, con el sueño fantástico del
que tuviera, empero que le tomase al fondo las
características de la flagrante realidad.

Él sabía que el sueño, fue ligero
sumergimiento en el pasado en el que es llamado para la
verificación de los propios valores en el campo de la
compresión inmortalista que edifica situaciones
conciénciales, cuando con el sueño, adquiere
libertad relativa de locomoción en la esfera extra
terrestre peculiar a cada posición evolutiva del
alma.

Si la persona no retiene al despertar, los detalles bien
nítidos y en orden, de lo que vivió como ser
subconsciente, es decir en desdoblamiento, asuntos inherentes al
estado vibratorio del alma— teniendo imposibilidad de
sintonía con las esferas menos densas de las
cercanías de la corteza terrestre, si no sabe retener ni
transportar a los círculos de la carne todas las facetas
del sueño— , debe atribuirse a las lagunas, a las
fallas, a la aparente incongruencia de las escenas y de los
episodios en que se presentan los sueños.

Y Malaquias reconstituyó aquel sumergimiento en
el pretérito distante, con admirable nitidez.

Alguien durante aquel sueño, quien Malquias
identificara como madre desvelada en las noches de los tiempos
perdidos, haciéndolo sentar sobre extraño
árbol de hojas planteadas, a media luz en ambiente
acariciante en el que flagrantes flores perfumaban, le hablaba
como si fuera cariñosa abuelita a entretener el nieto
querido, o una madre dedicada a animar al hijo amado:

–Gordemonio, mi hijo situado en las aproximaciones de
la corteza planetaria, es una basta colonia habitada por almas
desviadas y malhechoras astutas en la práctica del
vampirismo, las cuales dejando la tierra después de la
desencarnación, se sorprenden impotentes para alcanzar
planos menos horribles y tenebrosos debido a su atraso
moral.

Desde tiempos inmemoriales forman como una sociedad, que
tiene por esfera de acción esa extravagante,
extraña e increíble metrópoli del crimen,
como también por escenario, casi todas las regiones de la
tierra. De la misma manera en que opera el Gordemonio, así
actúa en la superficie con increíble ascendencia
moral sobre la mayoría de sus habitantes. La población de Gordemonio poco a poco viene
decreciendo, dada la formación de sociedades
más o menos secretas, infiltradas entre las variadas
camadas sociales que constituyen la colonia, por iniciativa
propia y con el auxilio poderoso de habitantes de otros planos
del infinito, teniendo en cuenta el grado de
espiritualización de los seres que lo habitan, esas
sociedades tienen como esfuerzo no sólo el de encaminar
pobres criaturas atrasadas, más ignorantes que malas;
substraerlas de la voracidad del vampirismo, que se desenvuelve
asustadoramente; infelices espíritus recién
desencarnados, incapaces de huir a la acción nefasta,
deletérea y perversa de los que dominan en
Gordemonio.

Esa organización <<sui – generis>>
de Gordemonio, si así podemos llamar a la
organización de las falanges tenebrosas que asolan a
esa región del infinito, que se basa en una especie de
reclutamiento,
más o menos voluntario, de infelices entidades inferiores.
Aunque parezcan inconcebibles, pues hay verdaderas milicias que
tienen como objetivo la
vigilancia de las <<fronteras>> de la tierra, al
mismo tiempo que jurisdiccionan toda la zona poblada del
globo.

La finalidad principal de esa especie de "policía
– invasora" contingentes alarmantes de espíritus
increíblemente animalizados – son las de arrebatar,
del límite de la sepultura o de la muerte a los
desencarnados que dejan la tierra con su lastre espantoso y
alucinante de vicios y tendencias nefastas.

Vigilan hogares, asilos, hospitales, cárceles,
etc., y montan guardia a la cabecera de los enfermos que vivieron
para el negativismo criminal, como la lujuria, la
rebeldía, el crimen, la mentira, el
engaño, el robo, la explotación, la deshonra y la
corrupción. Todas las metrópolis del
mundo, ciudades, villas, poblados y aldeas tienen sus patrullas
volantes correspondientes a la necesidad de los servicios de
"arrebatamiento".

La colonia dispone de líderes que atienden todos
los frentes de actividad del gordemonio.

Estos líderes cuentan con asesores que, a su
turno, dirigen núcleos más o menos numerosos.
Aquellos que son "secuestrados" por la falange de la colonia en
el momento del deceso, inconscientes de su estado, a consecuencia
de la manera en que desencarnara y de sus actividades en la
tierra se encuentran, a breve trecho, víctimas del
vampirismo que es la más alta expresión existencial
y financiera de los extraños habitantes del
Gordemonio.

Mujeres que en una vida terrena de disolución, de
libertinaje y de desvíos de toda suerte maculó
hasta la medula, son fuentes de
saciedad sexual de los embrutecidos, animalizados y
materializados seres que sienten necesidad de reeditar, para el
gozo de los instintos pervertidos, sus hazañas
terrestres.

Cebadas a las pasiones arrasadoras e innobles, las
víctimas son abandonadas a sí mismas.

Las vemos después, como arrastrándose,
inconscientes y profundamente agotadas por los laberintos de la
colonia, tristes y desgraciadas, a deambular por todas partes,
sin que alguien le dirija siquiera, una palabra de piedad o un
mirar de compasión.

Se abaten en algunos socavones de extraña
topografía regional, o se ocultan entre
arboledas compactas y ahí permanecen, hasta que
socorristas de planos elevados las conducen a puestos de socorro
donde permanecen en tratamiento magnético durante un
espacio de tiempo suficientemente necesario a la
comprensión de su estado y de su posición, frente a
las exigencias del trabajo liberador y santificante. Esa conducta
de los socorristas, entretanto, está adscrita al
merecimiento del enfermo. Urge considerar la misericordia de
Dios, sin dejar de llevar en cuenta, en cada caso, también
la justicia
substancial.

Nadie escapa al vampirismo avasallador y dominante,
aunque habite la tierra, a menos que se halle inmunizado por la
práctica del bien y del amor. Aquí, en la Tierra
donde te encuentras, mi hijo, ellos vienen en bandos, en
cuadrillas, atraídos, en la mayoría de las veces,
por las vibraciones que se esparcen en sus campos de actividad
mental, emitidas de la tierra por el conducto del pensamiento,
por el estilo de vida
de cierta gente, despertando de ese modo sus deseos,
superlativándolos, elevándolos al máximo de
intensidad – como imágenes
excitantes, tanto como el resonar de campanas de
alarmas.

Las propias vibraciones o imágenes traen en
sí mismas, por un complejo sorprendente de mecanismo
mental, la dirección que los llevará al local del
llamado o de la convocación.

Es muy común que el terrícola pueble su
zona mental de imágenes, de sueños de diagramas
producto visible de sus pensamientos, fuerzas que no se pierden,
en pero energía actuante traducción viva de la degradación
del espíritu, de las pasiones y deseos con que él
invoca al habitante del <<más allá de la
sepultura>> este identifica con tanta facilidad y
precisión, como en la tierra identificamos, por la
indumentaria, al hombre, a la mujer o al niño; por el
color, el negro y
el blanco; por la apariencia, el viejo y el joven; por la
especie, el caballo y el caballero, Así convocados –
ellos los habitantes del Gordemonio, que no conocen nunca la
capacidad de saciedad en el campo del vicio y del deseo –
corren a atender a ese llamado silencioso.

Llegando al local de la invocación o aún,
identificada la criatura por la proyección de sus
diagramas mentales, el vampiro se agarra a la víctima y de
ella hace el instrumento <<material>> de su voluntad
dominadora, y la lleva a la cacería de las presas
preferenciales, en el basto recinto social de las humanas
ocupaciones.

Las tragedias se multiplican el libertinaje se agrava,
se arrastra y se distiende; los vicios asumen aires de
<<cualidades>> en la elegancia mundana de los
comentarios sociales; las infidelidades conyugales se
acentúan y al hombre no le es más posible limpiar
la mente envenenada y de detenerse en consideraciones de orden
espiritual, ante el banquete requintado en que se expresa el
bouquet de las comidas exóticas, de la música vulgar, de la
perversión asombrosa de los instintos y de las pasiones
enloquecedoras. Se satisface el hombre y vibra el espíritu
vampiro, en el aturdimiento de sus emociones
desordenadas. Gozan ambos de los frutos de su animalidad
viciada.

En Gordemonio no viven solo las presas indefensas de los
vampiros desenfrenados, también pululan los que se
adaptaron por su propia naturaleza de sus tendencias
inconfesables.

Es un vivero descomunal de entidades que se mueven en la
sombra y al cual llega, de todas partes de la tierra y campos
subyacentes, a las solicitudes mentales de los desviados de todos
los matices, sin que cualquier haz de luz les indique el
derrotero a recorrer, pues para eso, les basta las propias
antenas de sus
almas para captar los mensajes convocadores al festín de
la carne y del pecado.

Y cuando los hombres, un día comprendan aquel
enunciado evangélico, que la boca inmaculada de
Jesús profirió hace 20 siglos – VOS SOIS
DIOSES
–, el microcosmo será el macrocosmo en la
divina belleza en su expresión y en la gloria infinita de
su construcción y de su destino
eterno.

Entonces, aprenderemos a pensar, valorizar y a movilizar
ese inmenso material de edificación santificante del que
disponemos – pues somos Dioses – para que vivamos en
las eternas construcciones de la vida.

Viviremos el evangelio y entenderemos todas sus
maravillosas palabras, alimentándonos de las profundas
verdades que ellas encierran.

Cuidaremos del templo de nuestro cuerpo, con extremado
cariño, paternidad, como vaso que eres de esa
extraña, infinita y bella partícula de Dios,
nuestra alma inmortal, imperecedera y eterna.

Y la lección olímpica del calvario y la
enseñanza incomparable de la
resurrección se plasmará dentro de la eternidad, en
toda la maravillosa estructura divina de nuestro espíritu,
el gólgota la montaña y el pretorio, la poesía
del sermón y la corona tejida por las manos de la justicia
de Pilatos, despertarán todas las regiones del infinito,
para integrar a la humanidad que se disemina por todos los
continentes y por el Universo, en la
gloria de su inmortalidad y en la belleza de su
perfección. Hiciera ligera pausa en el relato
impresionante después de algunos instantes de
meditación, prosiguió recogiendo conversaciones
tomadas entre desventurados habitantes de la colonia: — Oye hijo
amado, los propios ciudadanos de esa pavorosa región del
plano visible – rincones purgatoriales; en pero
absténgase del trabajo penoso de la identificación
de criaturas que pasarán delante de tus ojos y de tu
espíritu alarmado, arrastrando el acervo de sus faltas. Cuida,
exclusivamente, del sentido de las lesiones suministradas en el
recorrer de la narrativa que el genio de
Alihieri apenas esbozó, y el de Edgard Allan Poe solamente
entrevió.

Que estarían haciendo aquellas sombras,
allí, en el otro lado de la calle en la puerta del
caserón iluminado – indagaba Sostenes, en
espíritu, a sus compañeros de cuadrilla. –
¡Que pregunta! Usted aún está medio recluta
en el servicio de
arrebatamiento – respondió Silvano, quien
parecía ser el mayoral de la falange. –
¿cuántos años hace que dejó la
tierra? — ¿usted piensa que yo se?, hace una eternidad,
juzgo yo!.

— Ni tanto así – rectificó otro
personaje del bando, — cuando lo trajeron para Gordemonio,
aún era de los nuestros el viejo Malaquias, que se nos
escapó como una partícula por entre los dedos,
llevado por la vieja lechuza quien fue su madre
terrestre.

— ¡Maldito Malaquias! – murmuró otra
entidad, en tono feroz. – Ah! Si lo pillase aquí no
saldría más del grutón de
Nirvana.

Y emitió estentórica carcajada, la que fue
acompañada por toda la patrulla.

El horrendo personaje se refería a un lugar para
donde los vampiros conducían almas recién
desencarnadas, en las cuales, allí mismo, se viciaban en
sus instintos repelentes. – Allí –
apuntó para el caserón iluminado débilmente
– está un grupo "de
trabajadores" que esperan arrebatar nada menos, de cuatro
"gozadores" que están por desprender los "cordones"
umbilicales – esclareció el jefe de la
comandita.

Se refería él a los líameles
fluídicos que prenden el alma al cuerpo físico ya
eran altas horas de la noche.

Puerto alegre se aquietara, para el sueño
reparador. Como debe de ser. Los troles ya se habían
recogido.

Bares, cafés, confiterías, restaurantes,
ya habían cerrado sus puertas.

Por lo tanto, las discotecas, casas de juego, etc.,
estaban repletas de clientes
habituales de ambos sexos "aprovechando" la
vida…

Las bendiciones del sueño, tan necesarias que
reclaman la quietud del hogar, eran despreciadas, incomprendidas,
olvidadas por los que nunca entendieran la necesidad de
espiritualizar el momento del reposo nocturno, de la
alimentación, de hablar, de pensar y de actuar, en
cualquier situación.

–¿Por qué en verdad animalizamos la vida
entera?

Vivimos en función de
instintos torpemente alimentados, antes que en función del
alma.

Despreciamos las propuestas inmortalistas, con el
objetivo de olvidarnos de las responsabilidades. Sabemos que
somos almas, entes inmortales, antes que cuerpo; entre tanto, la
certeza de una presentación de cuentas a rigor, en
cualquier plano del infinito, nos asusta, y de ahí la
voracidad con que nos precipitamos en los placeres del mundo
procurando olvidar los compromisos y ahogar los temores, los
recelos y el miedo que sentimos de una vida diferente y eterna,
donde no es más posible la simulación, el engaño, el eludirnos
a nosotros mismos o a nuestros semejantes.

Algunos retardatarios, apresurados metidos consigo mismo
apretaban el paso, para alcanzar su morada distante.

La puerta del caserón iluminado – un
hospital – allí continuaban los sombríos
personajes a que Sostenes se refería de vez en cuando, se
movían de un lado para otro, impacientes; una terrible
pandilla de vampiros carcajeantes descendió por las
escaleras del hospital, conduciendo cuatro criaturas a quien el
miedo, el horror y el espanto de la situación, les
enfrentara; se había transformado de manera inconcebible y
fantástica.

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