- Introducción: Mitos
poéticos y mitos filosóficos - ‘La
Atlántida’: Contenido manifiesto del mito
platónico - El punto de
vista antropológico - Conclusiones:
Ciencia oficial y ‘paraciencia’ en torno a un
mito - Bibliografía
(Un mito
filosófico)
INTRODUCCION:
Mitos
poéticos y mitos filosóficos
José Ferrater Mora, en su ‘Diccionario de
Filosofía’, da una definición
clásica de ‘mito’: "Relato algo fabuloso
que se supone acontecido en un pasado remoto y casi siempre
impreciso", que puede estar referido a hechos más o
menos históricos o a meros fenómenos de
índole natural. Añade lo siguiente con respecto a
su posible imterpreta-ción:
- "Puede creerse de buena fe, y hasta literalmente, en
el contenido de un mito, o tomarlo como relato
alegórico, o desecharlo alegando que todo lo
mítico es falso".
Ferrater, haciéndose eco de lo ya enunciado por
David Friedrich Strauss en 1835 (el mito como idea metafísica
expresada en forma de relato imaginario y fantástico),
ve dos aspectos en la interpretación alegórica de los
mitos:
- Elemento ficticio (lo que dice el relato
mítico no ha ocurrido en la realidad)
- Elemento real (de algún modo lo que dice
el relato mítico responde a la realidad)La dialéctica entre ambas constantes ha
presidido, según Ferrater, toda la historia del
pensamiento humano desde los
presocráticos, que descartaron el
‘mythos’ en nom-bre del ‘logos’,
haciendo, sin embargo, crecer el segundo en un suelo
previamente abo-nado por el primero, hasta nuestros
días. Fueron, efectivamente, los sofistas,
según él, los que decidieron separar
radicalmente la razón de lo mitológico. Similar
a la opinión de Ferrater es la de Marcel Detienne.
Este autor detecta la primera mención de la pala-bra
mythos en la obra poética de Anacreonte, quien
la emplea refiriéndose a los nobles de Samos que se
rebelaron contra el tirano Polícrates el año
525 a.d.C.), abrazando el partido de los pescadores.
Anacreonte los denomina, efectivamente,
‘mhythetai’ (v.gr., gentes del mito),
probablemente con intenciones satíricas.
También subraya el hecho de que, al contrario que los
filósofos ‘jónicos’,
los pensadores griegos de las colonias ita-lianas desde
Jenófanes hasta Empédocles, pasando por
Parménides, al escribir sus res-pectivos poemas
filosóficos, adoptaron de manera consciente la forma
tradicional del ‘Mythos’ para expresar su
‘logos’, enfrentándose así
abiertamente a la mitología homé-rica, que
describía unos dioses ladrones,
mentirosos y adúlteros, en unos relatos,
desde luego, poco edificantes para la juventud.
La susodicha actitud
crítica de los intelectua-les griegos
del siglo VI frente a Homero,
texto
básico de la
educación moral
hasta en-tonces, se tradujo, con la democracia
ateniense del siglo V, en el movimiento
de la so-físti-ca, cuya línea de
pensamiento queda delimitada en esta frase atribuida de
Protágo-ras de Abdera,:"EL HOMBRE ES
LA MEDIDA DE TODAS LAS COSAS"Para Protágoras no existía un
conocimiento absoluto, fijado ‘per saecula
saeculo-rum’ en los escritos homéricos. Todas
las opiniones humanas eran respetables, y sólo se
trataba de saber convencer a los demás. Esto
venía a significar:- Negación de principio de
contradicción.
- Identidad de lo verdadero y lo falso
- Valor práctico de la
sabiduría, que depende en definitiva del grado o
nivel de educación
- Negación de principio de
- Agnosticismo (no creer en nada que no
esté empíricamente demostrado).
La revolucionaria actitud adoptada por los
‘sofistas’ permitió a los pensadores griegos
del momento abordar la Historia desde un nuevo punto de vista,
totalmente crí-tico con respecto a los mitos, El primer
historiador que merece ese nombre, Hecateo de Mileto, maestro del
gran Herodoto, aunque su actividad consiste en
‘mytheitai’ (v.gr., hablar), se proclama a sí
mismo logopoiós (= fabricante de relatos), y no
‘mythopoiós’, como habían sido Homero y
Hesíodo. Platón,
por su parte, ya distingue claramente, en su República
ideal, entre lo que es mitología (arte de
‘contar historias’) y lo que es di-daché
(enseñanza). Su postura es claramente
crítica con respecto a los poemas épicos
homéricos, por las razones arriba aducidas: no aportan
gran cosa a la educación de los
‘guardianes’, y su lectura les
puede incluso llegar a ser perjudicial desde un punto de vista
moral. No obstante, Platón
reconoce que el mito puede también resultarle
aprove-chable, a saber, como modo de expresar ciertas verdades
que escapan al razonamiento ; es por eso que procede a intercalar
en sus Diálogos diversas leyendas de su
propia cose-cha, redactadas ex profeso, y Detienne comenta al
respecto:
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