La Hora Santa, el Grupo de Oración y Te Deum Laudamus? Peculiaridades Paratáxicas
- El grupo de oración y la
Hora Santa - Las
contemplaciones - La Neurociencia
de la religión - Mirando dentro
del cerebro - El Vacío
Explicativo
Este trabajo
representa una adaptación de un tema pedagógico,
antropológico, psicológico, neurocientífico
y humano, ya que nos ocuparemos, en parte, de la religión y de los
hábitos culturales.
Para mejor captar la esencia y el propósito de
nuestro ensayo,
algunas definiciones son requeridas.
Empezaremos especificando lo qué son las
distorsiones paratáxicas. Noción ésta que
fuera introducida por el eminente psiquiatra norteamericano Harry
Stack Sullivan (1892-1949) para describir las percepciones
distorsionadas que hacemos de otras personas o del modo como las
mismas impactan en situaciones específicas obedeciendo a
nuestras fantasías inconscientes. La manifestación
técnica más común de esta distorsión
ocurre en la transferencia dentro de la psicoterapia.
Para muchos teóricos del pasado, la percepción
así despertada, además de ser distorsionada es
ilógica, infantil e inconsecuente.
El grupo de
oración y la hora santa
Ahora veamos en qué consisten el grupo de
oración y la hora santa, los que en conjunto con las
novenas, las promesas, y otras actividades religiosas
individuales y de grupo, substituyen en países de
catolicismo arraigado por actividades sociales de naturaleza
secular o profana. Pero que por su parte, suministran a quienes
las practican con devoción, un escape del angst
intolerable de la vida cotidiana.
Acerca de esto último reflexionaremos más
adelante.
Concluimos ahora, con el Te Deum; el cual para
los dominicanos que vivieron los años aciagos de la Era de
Trujillo, era la ceremonia especial con que los dignatarios
eclesiásticos celebraban la llegada del Jefe a los varios
pueblos y ciudades del país. En uno de estos despliegues
de adulación incontenible tuve la sorpresa desagradable de
escuchar a un arzobispo, quien, enardecido por su oratoria
desbocada, para rendir pleitesía al sátrapa, decir
a los feligreses: "¡Mirad y rendid tributo al Nuevo
Mesías!" — seguido por un aplauso ensordecedor dentro de
la misma catedral.
Ahora, hablemos de la religión, como hemos hecho
en otras ocasiones
Esta última es definida por el diccionario de
la RAE de la manera siguiente:
"f. Conjunto de creencias o dogmas
acerca de la divinidad, de sentimientos de veneración y
temor hacia ella, de normas morales
para la conducta
individual y social y de prácticas rituales,
principalmente la oración y el sacrificio para darle
culto."
Otras definiciones existen, pero ésta parece
adecuada para nuestros propósitos. Aunque para otros, la
religión es sólo un mito de la
imaginación humana.
Judíos orando en la sinagoga
por Gottlieb
Para muchos pensadores y teóricos, la
religión, cuando se estudia, se delimita a ser una
práctica exclusivamente humana, que debe su existencia, a
la circunstancia de que somos los únicos seres vivientes
que hemos desarrollado, como capacidad especial, el uso de la
imaginación, de dónde la religión proviene y
en donde ésta reside.
Puede entenderse, de esta manera, que la
religión, para muchos antropólogos, fue resultado
de la evolución adaptiva de nuestro género
para promover relaciones
interpersonales y para establecer y mantener cohesión
social. Pero, para otros como Maurice Bloch de la Escuela de
Economía de Londres, no es así como
opera, como en seguida veremos.
Para quienes piensan de la manera en que Bloch profesa,
para poder ser
religiosos, en primer lugar, nuestra especie tuvo que desarrollar
la arquitectura
cerebral requerida para lograr imaginar cosas que no existen
físicamente, y la posibilidad de que de algún modo
misterioso, los seres que mueren continúan viviendo
después de la muerte.
Facultad que, sin temor a equivocarnos, no existe en ninguna otra
especie.
Entonces, una vez que hubiéramos adquirido la
adaptación antedicha, lograríamos acceso a una
forma de interacción social e intelectual, que
está indisponible a toda otra criatura que habita nuestro
planeta. De esta guisa, únicamente humana,
podríamos utilizar lo que Bloch llama la "trascendencia
social" para solidarizarnos, afiliarnos y unirnos a grupos, como son
las tribus, las naciones y los clanes, y, aún con conjuntos
imaginarios, como son los muertos.
Página siguiente |