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Identidad (página 2)




Enviado por Paula Fassari



Partes: 1, 2

EL
NIÑO

Su nombre: Podemos comenzar a trabajar esta
noción partiendo de los nombres de los niños y
preguntarnos sobre la importancia de los mismos. Debemos aclarar
que el nombre es una palabra trascendente que será
asociada a nosotros aún cuando no estemos presentes y su
valor
fundamental reside en el modo en que fue elegido: nuestros padres
lo han puesto con amor y
seguramente pensaron en lo grato que nos iba a ser
escucharlo.

Desde la Psicología
comprendemos además que el nombre es más que eso;
implica también una carga de expectativas que nuestros
progenitores depositan en nosotros. Es decir, en muchas
oportunidades un niño o niña recibe el nombre de
un/a bailarín/a porque los papás del bebé lo
admiran y de esa forma (aunque inconscientemente), esperan que su
hijo/a sea una persona inclinada
hacia el arte o la
danza.

Otro claro ejemplo lo vemos hoy en día cuando
muchas niñas levan el nombre del personaje de una
telenovela y con eso sabemos que sus papás esperan que sea
una muchacha buena, honrada, bonita, fuerte, que lucha por lo que
desea (como ese personaje). Y hasta no hace mucho tiempo se
usaba mucho ponerle a los niños el mismo nombre que a su
madre o su padre (o un/a abuelo/a por ejemplo) deseando que ese
hijo se parezca a ese ser querido. Esto es una pequeña
muestra de que
el nombre que recibimos es muchísimo más que una
simple palabra. Es el reflejo del deseo de nuestros progenitores,
aunque este sea inconsciente, y conlleva una gran carga
afectiva.

Tal es así la importancia de nuestro nombre que
aún si somos adoptados lo conservamos tal cual es (solo
cambia el apellido).

Reflexionando sobre estos aspectos con los niños
podemos arribar a la conclusión de que el nombre es un
aspecto identificador tan importante que merece muchísimo
respeto. Es una
buena instancia para trabajar en valores dado
que es frecuente escuchar en la escuela que los
alumnos se descalifican poniendo apodos ofensivos a los
compañeros o burlándose de sus nombres. Debemos
ayudarlos a comprender que hacer esto es una falta de respeto y
que los apodos son bien usados cuando se ponen con afecto y a la
persona le agrada (aunque nunca reemplazarán el verdadero
nombre). De lo contrario no se le estaría dando el valor
que se merece la identidad de
ese niño y se generarían indeseables problemas de
convivencia.

Su familia:
Forma parte importante de su identidad porque es quien le ha
proporcionado valores, amor, protección, una serie de
costumbres y da un aporte enorme a la configuración de
la
personalidad del niño.

Su historia: Todas las
cosas que el niño ha vivido van conformando una huella que
marca su
personalidad.
Aquí englobamos sus recuerdos, sus vivencias, sus deseos,
etc.

A partir de todo lo antedicho llegamos a la
conclusión de que todos estos factores constituyen lo que
llamamos personalidad (que es única e irrepetible
para cada persona) y, como dijimos antes, se constituye en el
sello de la identidad de cada uno.

La identidad es un tesoro único del ser humano
que debe cuidar y respetar. Nuestro papel como docentes es
enseñarles el camino para que sean capaces de reconocerse
y valorarse y ser capaces de realizar la misma mirada hacia los
demás.

LA
FAMILIA

Como antes mencionamos la familia
aporta una parte importante en la construcción de la identidad del
niño ya que es la encargada de proporcionarle valores,
formas de pensar y actuar y ha modelado poco a poco su forma de
ser. Podemos mencionar en este punto que cada familia, a su vez,
posee una identidad particular porque no hay dos
iguales.

¿Y qué las hace particulares? En primer
lugar las costumbres que posean, también los roles que
cada persona desempeña dentro del grupo
familiar, las normas de
conducta que
manejen y la escala de valores
que tengan. Es bueno trabajar con los niños estos aspectos
haciéndoles notar cómo no hay familias buenas ni
malas, sino simplemente diferentes. Y aquí es fundamental
enseñar el respeto por las costumbres ajenas en las
más diversas situaciones (como cuando van a jugar a la
casa de un amiguito y deben ajustarse a las normas de ese hogar
aunque no sean las mismas que en el suyo).

El trabajo sobre
los roles que cada uno posee en el núcleo familiar
también es un aspecto relevante. Podemos destacar
cómo la
organización en cuánto a quiénes
harán las tareas y cuándo las harán ayuda a
mantener un equilibrio y
orden muy buenos. De lo contrario unos se recargarían y
otros no harían nada perjudicando la convivencia. A su vez
la familia (al igual que el niño) posee un compendio de
tradiciones, anécdotas, objetos que valora por su
historia. Y todo eso es también parte constitutiva de la
identidad familiar.

Como una actividad interesante los niños pueden
recolectar en sus casas objetos de valor por su
significación familiar y compartirlos con el grupo. Pueden
también averiguar el origen de su apellido e indagar la
historia de la familia a la que pertenecen; si eran inmigrantes
cómo fue que llegaron a nuestro país, etc. Esto
posibilitará también la comprensión de
algunas costumbres familiares (como, por ejemplo, reunirse toda
la familia a comer pasta los domingos y tener un apellido
italiano). Es importante destacar que el
conocimiento de mi historia familiar es un pilar
básico que no debo ignorar si realmente deseo conocer mi
identidad.

LA
COMUNIDAD

Como seres sociales estamos incluidos en diversos
grupos. Como
ya vimos la familia es uno de ellos, pero llegado a este punto
podemos pensar con los niños cómo todas las
familias juntas forman un grupo aún mayor: la comunidad.
Podemos dar una recorrida por el barrio y veremos que hay muchos
lugares que ellos visitan con regularidad, tal vez
acompañados de sus padres o hermanos (como puede ser por
ejemplo una plaza pública). En ese lugar incluso pueden
encontrarse placas conmemorativas que narran hechos del pasado de
nuestra comunidad y esos son, sin duda, constitutivos de la
identidad colectiva. Aquí es muy positivo un estudio de
los orígenes (¿quiénes llegaron
primero?¿Cuáles eran las características de
la zona?, etc.) y de este modo se estaría posibilitando un
entendimiento del presente. La entrevista
a pobladores antiguos de la comunidad es un buen
recurso.

Es fundamental también destacar que (al igual que
en la familia), aquí también hay roles definidos:
unos son comerciantes, otros se encargan de la limpieza de las
calles, otros forman comisiones barriales, y así un sin
fin de tareas. Sin esta organización no sería posible una
buena convivencia y la comunidad no funcionaría como tal.
Ahora bien ¿cuál es el papel del niño?
Debemos otorgarle un papel protagónico destacando su
responsabilidad de respetar el espacio de todos al
no destruir propiedad
pública rayándola o rompiéndola ya que
cuidando las cosas de todos está teniendo
participación en la comunidad; desarrollando actitudes
solidarias con sus vecinos ofreciéndose a ayudar si es que
lo necesitan (por ejemplo hacerle los mandados a una persona
mayor que esté sola) y así trabajaremos
también en valores.

De modo que lo medular en este punto es demostrarles a
los niños que los mismos mecanismos de funcionamiento de
la familia se repiten en la comunidad; y así como un grupo
de personas conforman una familia con identidad propia, un grupo
de familias conforman una comunidad que también posee su
identidad que la distingue de otras comunidades, que la hace
única. Pero esto solo es posible gracias a que cada
sociedad
mantiene una serie de costumbres, de tradiciones, de formas de
ser, de maneras de organizarse, de pautas referidas a lo deseable
y lo que no lo es. Y solo de este modo obtiene su identidad, solo
así de particulariza. De igual forma que ocurre en la
familia, en la comunidad las personas también poseen
sentido de pertenencia y aquello de "la unión hace la
fuerza" debe
ser un postulado de jerarquía superior para que todos
colaboren y propendan a la armonía social.

Una buena actividad con nuestros alumnos puede ser, por
ejemplo, transformarse en detectives e investigar cuáles
son las costumbres que particularizan a nuestra comunidad (puede
ser alguna fiesta anual que se haga, o actividades que todos
realizan en los fines de semana, o comidas típicas de la
zona, o encontrar actividades que no se hacen en otra parte, y
así podrían hallar un sin fin de elementos que nos
sirvan para pensar). Como motivación podemos establecer esta tarea
como competencia
premiando al detective que más tradiciones "cace", pues de
esa forma se entusiasmarán e involucrarán mejor en
la tarea.

El desafío mayor al momento de encontrar esas
cosas que son habituales en el grupo social, para analizarlas,
consiste en poder tomar
distancia de ellas. ¿Por qué decimos esto? Porque
cuando estamos inmersos en una comunidad y poseemos costumbres
colectivas, las realizamos en forma naturalizada (y hasta
bastante automáticamente) por lo que estudiarlas requiere
desnaturalizar lo naturalizado. Pero este es un buen ejercicio
del pensamiento
que permite identificar claramente todos aquellos elementos que
constituyen nuestra identidad colectiva. Es fundamental destacar
aquí que la comunidad también aportó mucho a
la formación de la identidad de cada uno de nosotros y que
somos, en gran parte, el reflejo de ella.

LA
NACIÓN

Realizando el mismo camino inclusivo que hasta ahora
hicimos podemos destacar que muchas comunidades o grupos
sociales constituyen nuestra nación.
Una definición de nación
es esta: "Comunidad de individuos de un mismo origen
étnico que generalmente hablan un mismo idioma y tienen un
conjunto de tradiciones en común".

Trabajando sobre esta definición podemos destacar
la importancia de las tradiciones y de una historia común
a nivel nacional. Estas son comunes a las personas de un
país y por eso pueden tener un sentido de pertenencia al
mismo. Los criterios de identidad, como ya hemos visto, exigen la
continuidad en el tiempo y la diferenciación con respecto
a los otros. En el caso de las naciones, la identidad se da a
través de un conjunto de experiencias que se extienden a
lo largo del tiempo y que están ligadas por un significado
común, algo que solo los miembros del grupo pueden
entender. Una cultura
compartida y la unidad de significado son las fuentes
principales de una comunidad nacional. Debemos hacer notar al
niño que no solo por haber nacido en Uruguay
él forma parte de esta nación; sino que hay un
compendio de otras cosas que ayudan a que sienta que éste
es su lugar: costumbres, estilos al vestirse, formas de hablar,
ritos, gustos, formas de esparcimiento, comidas típicas,
fiestas tradicionales, personajes, música tradicional y
muchas cosas por el estilo que podríamos seguir
enumerando. La identidad es el producto tanto
de las memorias como
de los olvidos de un grupo.

A su vez nuestro país tiene sus héroes
nacionales ¿cuáles son? (pueden investigarlo);
posee una larga historia de sucesos que llevaron a que logremos
nuestra identidad
nacional presente y creó símbolos con los que todos podemos
sentirnos identificados (como el pabellón nacional y el
escudo uruguayo). Los símbolos nacionales ocultan la
diversidad interna y transforman las diferencias en apariencias de
similitud, de esta manera revisten a la comunidad de una cierta
integridad ideológica, lo que explica la capacidad del
nacionalismo
para unir personas de diferentes niveles culturales y
orígenes sociales. Todas estas cosas pueden ser retomadas
en clase y ser
destacadas. Podemos analizar el efecto de estos símbolos
comunes imaginando que estamos en un país lejano, sin
poder volver a nuestra patria, y vemos una bandera uruguaya
¿cómo nos sentiríamos? Podemos pensar
también que es tan importante la identidad nacional que
aún cando estamos en el extranjero viviendo, por ejemplo,
añoramos las costumbres y lo típico de nuestro
país a tal punto que buscamos relacionarnos con otros
uruguayos de ese lugar, para tener con quien compartir esas cosas
comunes tan importantes y, de ese modo, estar un poquito
más cerca de nuestra patria.

Ya desde los comienzos la gente de nuestra nación
luchó por la igualdad
(aún cuando la conformaran personas de los más
diversos orígenes y condiciones sociales), afrontó
unida miles de dificultades con optimismo y salió airosa
de ellas, fue alegre y disfrutó de las fiestas y la
música, luchó por la soberanía del pueblo y pujó por
conservar las tradiciones. Y actualmente todas esas cualidades se
mantienen en los uruguayos y, en parte, nos caracteriza a cada
uno de nosotros.

Todos los uruguayos vivimos una realidad parecida y
compartimos muchísimas cosas. Como docentes nuestra tarea
se dirige también a destacar la importancia de que cada
uno de nosotros realice pequeñas acciones que
aporten a la construcción de un país mejor, de que
nos sintamos parte y tengamos la necesidad de participar ya que
esto es un deber y un derecho inherente del ser humano. Pero
¿participar cómo?: opinando, interviniendo,
decidiendo sobre todo aquello que tiene que ver con la
nación y nos afecta a todos. Debemos rescatar la
importancia fundamental de la democracia y
del sufragio que
ella promueve, ya que solo de ese modo es posible la libre
expresión de los pueblos y la toma de
decisiones sobre su destino.

Y ahora, casi sin darnos cuenta, llegamos al punto de
partida de este desarrollo
cuando hablábamos sobre la identidad individual del
niño. Esa identidad no sería tal si ese niño
no fuera uruguayo, si no perteneciera a una comunidad
específica, si no tuviese a la familia que, perteneciente
a esta nación también, le proporcionó todos
los valores y
las pautas de conductas y le enseñó a disfrutar de
nuestras tradiciones como comer tortas fritas, jugar al fútbol,
disfrutar de los carnavales,
tener asado a la parrilla algún fin de semana, tomar mate
y así un sin fin de cosas.

De modo que la identidad individual nunca está
aislada ni es tan individual, pero como docentes, aportar a la
construcción de la misma con un sentido de pertenencia a
nuestra nación y de respeto hacia lo nuestro es un gran
desafío. Desafío que no puede esperar a ser
conversado en clase solo en fechas patrias sino que el ideal es
que esta secuencia presentada sea objeto de discusión y
reflexión a lo largo de todo el año conjuntamente
con el trabajo en
valores permanente, que genera formas de convivencia muy
positivas. Recordemos que autores como Emile Durkheim
afirmaron que los pequeños grupos sociales, como es un
grupo de escolares y su maestro, son una micro-sociedad, porque
allí se dan procesos que
también ocurren a escala nacional. De modo que si nuestro
objetivo es
generar actitudes deseables y positivas, no debemos minimizar
nuestra acción
ya que todo lo bueno que logremos ahora con nuestros niños
también se verá reflejado a futuro.

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Autora:

Paula Fassari

Partes: 1, 2
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