Monografias.com > Sin categoría
Descargar Imprimir Comentar Ver trabajos relacionados

Genética, sociedad e infidelidad (página 2)




Enviado por miguel_giron



Partes: 1, 2

6. Capitulo 5

¿Cómo el ser humano puede realizar, en
nuestra actualidad de computadoras,
aldea global y conquista del espacio, cosas tan animalescas como
pedir y extender la mano, defender su territorio o lo sexual con
todas sus variantes?

No es una simple "tradición" que pasa de padres a
hijos, sino que prueban la fuerza de la
genética
en nosotros. Así como soñamos acontecimientos
pasados, deseos y otras cosas, también realizamos acciones
anteriores, sin necesidad que se nos entrene para ello. Todas
estas descripciones las rige el cerebro. Y es
ahí (¡en que lugar más!) donde está
nuestro "inconsciente genético". Dewey et. al. (1965, p.
125) dijo:

"… podemos imaginar que los niveles subcorticales de
ajuste nervioso tengan sus propios sistemas
psíquicos subconscientes…"

No hay que tomar esta afirmación como lo que le
pasó a un sujeto en momento determinado de su vida, sino
lo que le pasa a la especie humana. Sería muy pomposo
suponer que hemos domado al animal que llevamos dentro. Basta una
hojeada a los periódicos serios, y uno se da cuenta que
solamente avanzamos en cuanto a lo material y no en lo
genético.

Otra teoría
que confirma lo anteriormente dicho, es lo que dice Jackson
(1963, tomo 11, p. 180), quien cita al Dr. Fernando
Márquez Miranda:

"…merced al perfecto conocimiento
de las costumbres de los animales y a una
gran astucia y paciencia, como la que despliegan aun hoy, en
parecido trance, algunos aborígenes de África y
América. Pudiera ser que redes, lazos u otros
artificios semejantes comenzaran a usarse en estos lejanos
tiempos".

Las tribus más primitivas, en estos días,
conservan las formas de ganarse el sustento de sus antepasados
porque el progreso (o la buena o mala fortuna) no ha llegado.
Pero el paso de tradiciones de generación en
generación, les asegura la supervivencia. Los hombres
modernos con tecnología de punta,
garantizan la mejor supervivencia, ya que el alimento está
asegurado, por así decirlo. Pero lo que está claro,
es que necesitamos de instrumentos y argucias para conseguirlo,
al igual que el depredador embosca a su presa.

Entonces, si estas afirmaciones son verdad, alguien
podría pensar que por ahí "que bien, si seguimos
siendo animales,
seguiríamos igual que hace millones de años". O
pensaría que no hemos cambiado mucho. Pero los cambios
visibles se deben al proceso de
socialización. Toda la tecnología que hay a
la vista es por este proceso. Pero
no por eso se puede negar nuestra neta forma genética.
Además, las experiencias pasadas se reflejan en acciones de
otros y la información. Las aves hacen
nidos por lo que posiblemente ven. Pero se supone que no tienen
una memoria remota.
Entonces ¿cómo en determinada época del
año, los hacen y desovan? ¿Por qué el
comportamiento
del apareamiento, cortejo, pelea, es del mismo patrón? Los
científicos no dicen "aprendizaje" sino
"instinto". El instinto es llevado por la herencia, es
decir, lo que el padre le da al hijo. Y Majovko et. al. (1964, p.
148) afirma: "La herencia se
refleja tanto en la conservación de lo que existía
antes como en la conservación de lo que ha variado". Los
animales han de seguir con sus regímenes de comportamiento. El hombre lo
ha variado por su poderoso cerebro. La
erección del ser humano fue su mayor logro, ya que
permitió el desarrollo del
encéfalo. En otro momento hablaremos de esto.

Ahora, la herencia, por el transcurso de los
años, siglos, milenios, tiene que cambiar, necesariamente.
Es por eso también que tampoco nos parecemos ya al
orangután o al chimpancé. Majovko et. al. (1969, p.
148) dice:

"… no se da nunca una identidad
completa en las condiciones de desarrollo;
por eso tampoco hay un parecido absoluto entre padres e
hijos…".

Esto último se aplica al hombre y
simios. Usamos herramientas
para desarrollar ciertas actividades, el simio las usa para
ciertas cosas; el hombre y el
simio (menos en algunos casos) forman sociedades.
Linton (1970, p. 17) dice que:

"Las diferencias más significativas que existen
entre el hombre y los
antropoides no se refieren a la anatomía, sino a la
conducta […].
El empleo de
utensilios, el uso del fuego y, acaso, del lenguaje,
así como la adquisición de cierto grado de la vida
social…".

El hombre y el simio aún tienen características iguales. Como se ve, son
muy pocas las diferencias, si bien estas, son muy significativas
(si no lo fueran, nos estaríamos peleando en este momento,
por la comida y por el territorio). La evolución y la genética se dan por
otro lado: uno es salvaje, mantiene todo su pelambre y su
comunicación se realiza en forma
rudimentaria; el otro es "civilizado" (para nosotros mismos),
somos desnudos y nuestra forma de comunicación se da desde la rudimentaria
(gestual) hasta la interactiva (tecnológica).

Aunque no lo queramos admitir, y me parece que lo he
dicho antes, el hombre todavía es un animal, y el peor de
todos. Traicionamos a la genética al matar a otros
hombres, pero somos fieles a ellas al conservar aún el
deseo sexual, y con ello, la posible infidelidad.

"… las manos al trepar tenían que
desempeñar funciones
distintas a la de los pies, estos monos se fueron acostumbrando a
prescindir de ellas al caminar por el suelo y empezar a
adoptar más y más una posición erecta. Fue
el paso decisivo para el tránsito del mono al
hombre."

Esta cita es nada menos que de Engels (1966, p. 3),
donde destaca el momento de la conversión del mono en
hombre, por medio del trabajo. Es claro. El hombre tiene un
arraigo animal, como se especificó en otras partes.
También se dijo que la genética tiene mucha
fuerza. Blanco
(1925, p. 187) dice:

"…cruzaron diversas clases de conejos de indias,
albinos y negros. […] Posteriormente tomaron una hembra albina
a la que extirparon los ovarios, injertándole los de otra
hembra negra, y en tales condiciones cruzaron esta hembra con un
macho, también albino. En contra de lo que pudiera
creerse, los descendientes, fueron negros, y los hijos de estos,
negros y albinos en la proporción de 3 a 1…"

No es que compare la especie humana con conejos de
indias (ese trabajo hay que dejárselo a los Conductistas),
ni mucho menos, sino que hay una predominancia, una pujanza de la
genética en los animales, que a pesar de querer borrarla,
no se puede.

Es por ello que lo sexual sigue con vigencia entre
nosotros. Aunque tampoco me imagino la forma de hacer una nueva
generación. Existe mucha clase de medios
artificiales para hacer hijos, pero el mejor, el más
eficaz es el embarazo.

Para seguir con las pruebas, de la
descendencia del hombre del animal irracional, cito al gran
Darwin (1986, p.
6) que dice:

"Por los caracteres anatómicos de su cerebro, el
hombre se aproxima más a los monos antropomorfos, que
estos no sólo a ciertos mamíferos, sino a ciertos humanos, como los
macacos."

Nuestros parientes inferiores son parecidos a nosotros,
en las características anatómicas del
cerebro. Además, las características
comportamentales de humanos y animales, en este caso, simios, son
parecidas en muchas situaciones. Para muestra, un
botón. Darwin (1986, p.
7) dice:

"… cazan mandriles poniendo en los lugares que
frecuentan, vasos conteniendo una cerveza fuerte,
con la que se embriagan […]. Al día siguiente parecen
encontrarse sombríos y de mal humos, cogiéndose la
cabeza entre las manos y presentando una expresión
lastimera; se apartan con disgusto cuando se le ofrecen cerveza o vino, y
sólo apetecen el jugo de limón. Estos hechos, poco
importantes, prueban cuan semejantes son los nervios del gusto en
el hombre y en los monos, y cuan parecidamente pueden ser
afectados el Sistema Nervioso
de ambos".

Entonces es factible que todavía el hombre sea un
animal completo, ya no dicho por observaciones de gestos o
acciones, sino por comparaciones anatómicas y
comportamentales. Para refrendar, cito a Linton (1970, p. 15) que
dice:

"La especie humana procede de antepasados de organización inferior […], el hombre
simplemente es un mamífero y no de los más
especializados".

Hay que bajarnos de nuestra nube de superioridad. No
solamente seguimos siendo animales, sino también, no somos
tan especializados. Es cierto que tenemos gran capacidad de
adaptación a los medios y un
cerebro desarrollado, pero si por uno de esos imponderables nos
quedamos sin uno o ninguno, es seguro que la
especie se extinguiría. Resistimos el frío porque
imitamos artificialmente la piel del oso,
confeccionando abrigos; volamos, porque se inventaron las naves
aéreas, gracias a la observación e imitación de los
pájaros; construimos o cavamos gracias a nuestros
maestros, las termes, abejas y/o topos. Todos estos ejemplos se
deben a la gran capacidad de observación del ser humano. Nos hemos
copiado un poco de todo, y lo hemos reformado, haciendo de cada
cosa imitada del entorno lo mejor. No es casualidad. Al tener el
cerebro la posición actual, permitió que se
desarrolle, no por su volumen (sino, la
orca nos ganaría en inteligencia),
sino por sus características de composición y
desarrollo. A lo anterior se une la alimentación. Una
dieta rica en carnes en los primeros siete años de vida,
desarrolla la mielina, una grasa que facilita el impulso nervioso
a través de las neuronas. El no consumo de
carne puede crear un retraso en el aprendizaje. Y
es fácil comprobarlo: hagan una prueba de cognición
de algo entre un niño que su dieta es rica en carne y de
otro que no la tiene o es pobre y verá los resultados. La
carne está asociada al dinero, y son
las personas acomodadas las que tienen mayor probabilidad de
sobresalir. El pobre no.

Muy bien. Tenemos que pensar algo sobre la
civilización y sus modificaciones. Quien sabe si esta es
la mejor muestra de
nuestra sapiencia y adelanto. Blanco (1925, p. 214) dice al
respecto que: "El hombre de la prehistoria no ha
muerto. Vive todavía. Su civilización rudimentaria
de la época de la piedra ha alcanzado hasta nuestros
días".

Esta última cita es significativa, por todo lo
que conlleva. Aún somos primitivos, a pesar de los
artefactos modernos. Claro que los llamamos adelantos, porque son
cosas que antes no habíamos visto y nos hacen la vida
confortable. Pero éstos pasan de moda y son
obsoletos. Me da la impresión que somos la imagen de lo que
creamos. Al decir obsoleto a algo nos decimos obsoletos a
nosotros mismos. O antiguos. Además, observamos que el
hombre primitivo todavía camina entre nosotros. Y como
tales, tenemos actitudes que
han cambiado un poco, pero en esencia, seguimos igual que el
hombre que se levantó para dejar libres sus
manos.

7. Capitulo
6

Theilard de Chardin (1962, p. 223) dice que: "… sin
duda puede definirse sobre el mapa sin relieve de la
sistemática, como una familia de
primates…".

Estamos en pañales, y el hombre actual
está más cerca del mono antropoide que del hombre
megamoderno. Estamos dando nuestros primeros pinitos, sin
embargo, estamos controlados por el sistema de
hormonas que
hacen que el hombre, a pesar que está con pareja, se
transforme en otra cosa, cuando sale a galantear a otra mujer (u hombre
en el caso contrario). La infidelidad está en un primer
avance, pero la genética entra resuelta para que la misma
se consuma.

Me imagino que el hombre antiguo, el antropoide
olía a la hembra cuando estaba en celo. Le daba un
garrotazo, se satisfacía y se iba. Pero el olor no se
retiraba. Quizá otro antiguo hubiese olido y siguiera
haciéndole sexo a la
hembra, que estaría muy receptiva en esa época. No
se hablaba de parejas, sino de posesión pura. En esos
días, algunos hombres se peleaban entre sí por una
hembra receptiva. Los olores estaban a la orden del día, y
eso exaltaba más a los contrincantes. Habría otros
que miraban de lejos, y que aprovecharían para hacer suya
a la mujer
disputada. Esto lo refrenda Morris (1971, p. 56-57):

"La aumentada receptividad de la hembra no puede
explicarse únicamente en términos de la natalidad
[…], la reiterada consecución de la consumación
sexual, no es, para la pareja, un futuro definido y decadente de
la sociedad moderna,
sino una sana tendencia de nuestra especie, con base
biológica y profundamente arraigada".

Y (p. 66):

"… tenemos una gran cantidad de glándulas
pequeñas; las glándulas apocrinas […]; la hembra
de nuestra especie posee un 75% de glándula apocrinas
más que el macho, y es interesante recordar que en los
encuentros sexuales de los mamíferos inferiores el macho
huele a la hembra más que esta a aquel".

La infidelidad nace cuando un macho fuerte huele a dos o
tres hembras a la vez. Y las hace suyas a todas, ignorando a la
pareja de una de ellas. La formación de parejas fue lo
más novedoso, lo que dictaba la moda de ese
entonces. Pero poco se podía hacer ante un hombre fuerte.
También se ve cuando se comparte a la hembra con el
más débil, haciendo fuerte la posición
social de la tribu. Lo cierto es que la moda se fue convirtiendo
en un mandato, y se tenía una sola pareja. Morris (1971,
p. 55) lo dice:

"… los machos tenían que estar seguros de que
sus hembras les serían fieles cuando las dejaran solas
para ir de caza. Por consiguiente, las hembras tenían que
desarrollar una tendencia a la formación de parejas […];
machos más débiles tenían que cooperar en la
caza, había que otorgarle mayores derechos sexuales. Las
hembras tendrían que ser más compartidas, y
la
organización sexual más democrática,
menos tiránica […]. Además, los machos estaban
ahora provistos de armas
mortíferas y las rivalidades sexuales hubieran resultado
demasiado peligrosas: una nueva y buena razón de que cada
macho se contentara con una sola hembra".

Sin embargo, para cuidar a las mujeres quedaba
algún hombre, que no resistía la gama de olores de
una mujer receptiva,
y la hacía suya, con la complacencia de esta
última. Con el nacimiento del intelecto, estos olores
fueron remplazados con perfumes, colonias, flores y
coquetería. También se puede deducir que por
ahí empezó el bañado del cuerpo. No se
realizaba antes porque el hombre no sabía que era eso, que
se le escurría entre las manos. Antes le tenían
miedo por ser desconocido. Ahora, descubrió que le
refrescaba y le quitaba ciertos olores.

La infidelidad fue proscrita dentro de la sociedad que
descubrió el orden al hacer que se hiciera pareja y no
harenes. Esto último es la muestra del macho dominante y
las hembras sumisas de la antigüedad.

No obstante, el Homo Sapiens ya conserva en sus genes,
mandatos sexuales que se activan con olores. Al ya no existir
estos (en apariencia), se reemplazó con otras cosas, que
ya expuse antes. La fidelidad se tira por la borda al ver una
mujer receptiva, que se adorna para el infiel (o viceversa). Se
les dice a estos infieles "animales" acertando en lo pleno del
hombre. No estoy diciendo con esto que ser infiel es un mandato
genético total, sino que unido con otros factores
psicológico, fisiológico y social, se hace el caldo
de cultivo propicio para tales acciones.

Yo estoy seguro, que si el
animal humano hubiese sido más civilizado de un principio,
es decir, se hubiera quedado con su pareja y no hubiese "olido"
mucho a la pareja del vecino, es casi seguro que la infidelidad
se hubiese visto muy poco. Pero la necesidad moral del
hombre por aparecer recto ante los ojos de los otros, hizo dictar
la orden de no-infidelidad, atentando contra su naturaleza, misma
que ahora es un fenómeno de monta regular. Es un secreto a
voces que hay muchas parejas que se sacan la vuelta.
Lamentablemente no he podido conseguir las estadísticas, pero estas son muy altas. Mas
no hay necesidad de ir más allá. Mire Ud. Los
talk-show o programas
feministas para que se dé cuenta. Y eso que no hablamos de
la infidelidad femenina, que se rige por el mismo principio,
sólo que tiene que recepcionar al varón. Es cierto
que ellas se guían más por el amor, la
ternura, pero también lo hacen, sobre todo cuando pasan la
barrera de los 30 años. En esa edad mandan de paseo al
amor y se
convierten en monstruos sexuales.

Aquí presento esta teoría,
que está enfocado desde un determinado punto de vista,
como se entiende: la infidelidad como un mandato genético.
Pero el hacer este interesante análisis no se podía dejar solamente
en la presentación del escrito. Y es por eso que he
recurrido a los diferentes marcos teóricos que tienen algo
que ver con el hombre antiguo, que al fin y al cabo, son nuestros
ascendientes, y un poquito de ellos, todavía conservamos.
No es en vano que el hombre actual ha surgido del Cro-Magnon.
Somos Cro-Magnon estilizados, modernos, pero todavía
primitivos.

8.
Conclusiones

El hombre para su mejor existencia, se unió a
otros para la realización de actividades, que se dio
cuenta, no podía solo. El hecho del meeting con otros,
suponía que alguien tenía que dirigirlos.
Generalmente elegían al que, en su concepto, era el
más ágil, inteligente, enérgico.
Reunía todas las virtudes que en esa época, se
podía dar. Así comenzó la sociedad. Como
todo fenómeno realizado por el ser humano, nació de
la necesidad de supervivencia de la especie.

El comportamiento animalesco del hombre no había
desaparecido. Los olores de las hembras, unido a la falta de aseo
de ellas, hacían que los hombres se pelearan entre si, y
el más fuerte obtuviera a la mujer. Es
imprescindible que el macho sea mi compañero,
pensaría la hembra. Por eso hubo la tendencia de formar
parejas, siendo la propulsora, la mujer. Se puede notar en la
forma de reaccionar de las féminas ante la traición
sentimental o sexual de su pareja. Aparte, la infidelidad se
lleva a cabo más por el hombre que por la mujer. Cuando
los hombres salían a cazar, es seguro que uno o dos se
quedaban a cuidarlas. Es simple deducirlo. No existía un
solo clan o tribu. El hombre sabía que había otros
como él por ahí. Los cuidadores posiblemente
seducían a las mujeres fértiles y las hacían
suyas. Es posible que ella o ellas cohabitaran con ambos, ya que
su nivel de excitabilidad era muy grande. No olvidemos que los
primeros seres humanos aún eran salvajes.

Con el tiempo y la
supremacía de la sociedad, las costumbres fueron
cambiando. El hombre fuerte deseaba tener una posición
fuerte dentro de la tribu e impedía que su pareja retozara
con otros. El impulso sexual femenino él mismo lo calmaba.
La necesidad de cuidarla más hizo que se hiciera
sedentario, quizá cultivador de tierras, a la que
incorporaría a la mujer. Así ella no sólo
ocuparía el puesto de ama de casa, sino de trabajadora del
campo. Al tener este nuevo papel, el
cansancio sería más fuerte, el deseo sexual
más débil. Los hombres creaban nuevas sub-organizaciones,
creando nuevos puestos, que distraían las ideas sexuales.
No estoy diciendo que toda la
organización social halla nacido de la necesidad de
evitar la infidelidad sino de cómo se empezó a
evitar por otros factores.

Por lo tanto, la infidelidad nace con la sociedad. Era
una necesidad genética ser infiel. Así se
aseguraría que se fecundaría a una hembra en
tiempo de
fertilidad. Si uno fallaba, el otro podía fertilizarla. De
repente, toda la cueva pasaba por una o dos mujeres
fértiles. Hay que recordar que la especie humana
recién comenzaba y era imprescindible su
supervivencia.

La sociedad nace y la historia moderna (hace unos
millones o miles de millones de años) aparece. Se prohibe
la infidelidad, es decir, que un hombre que está con una
mujer, esté con otra o viceversa. Se prohibe el incesto y
se lo condena con horror, posiblemente por malos resultados en
cuanto a los hijos. Pero la animalidad del hombre está
latente bajo su piel. La
infidelidad no es un simple chiste para ver quien es el
más vivo, sino que surge de una serie de factores, en el
que está contribuyendo con su granito de arena o su
universo
entero, la genética.

La sociedad arrastra a la infidelidad y la
genética (en ese aspecto) goza. No hay necesidad de
refrenarlo, de impedirlo. Las hormonas
entran en funcionamiento apenas hay una causa mínima: un
perfume o colonia, una mirada y sonrisa, un beso. Los procesos de
socialización exponen a realizar este fenómeno. La
crítica de la sociedad, por una parte y su complacencia,
por otra, hacen de la infidelidad un juego
peligroso y apasionante. Se incentiva a los genes, al mensaje
antiguo a realizar ciertas cosas que ya no son necesarias (por
ahora), como la supervivencia de la especie humana.

Por lo tanto, la infidelidad tiene su carácter
genético, de mando antiguo. Es una necesidad urgente (que
ya no debería ser) de poseer. Y si el "objeto del afecto"
lo permite, se cumplirá el ciclo. Todo esto está
enmarcado en la sociedad, que lo prohibe y lo acepta a la vez; y
es también, una posible solución de épocas
pretéritas, para controlar el salvajismo humano. Algo, que
por su puesto no lo puede hacer. El día que el ser humano
deje de realizar muchas cosas, entre ellas la infidelidad, es
casi seguro que la sociedad será modificada.

9.
Bibliografía

-Blanco, José (1925). La Antigüedad del
Hombre y su Evolución. Buenos Aires:
P.U.C.
-Chapple, Eliot D. (1972). El Hombre Cultural y el Hombre
Biológico. Antropología de la Conducta.
México:
Centro Regional de Ayuda Técnica.
-Darwin, Chales (1986). El Origen del
Hombre. Selección
Natural y Sexual. Lima: Ed. Lima S.A.
-Dewey, J.; Troland, L..T. y otros (1965). Herencia: Conducta y
Motivación. Buenos Aires: Ed.
Paidos.
-Engels, Federico (1966). El Papel del
Trabajo en la Transformación del Mono en Hombre.
Moscú: Ed. Progreso.
-Hoebel A. (1961). El Hombre en el mundo primitivo; Introducción a la Antropología. Barcelona: Ed.
Omega S.A.
-Jackson, W. M. (1963). Enciclopedia Práctica Jackson.
México D.
F.: Inc., Editores.
-Linton, Ralph (1970). Estudio del Hombre. México: Fondo
de Cultura
Económica.-
-Majovko, V.V.; Makarov, P.V. (1964). Biología General.
México D.F.: Ed. Grijalbo.
-Morris, Desmond (1971). El Mono Desnudo. Un estudio del Animal
Humano. Barcelona: Gráfica Guada S.A.
Nietzsche,
Friedrich (1993). El Anticristo. Madrid: Alianza
Editorial.
-Silva Santiesteban, Fernando (1988). Antropología.
Concepto y
Nociones Generales. Lima: Universidad de
Lima.

 

 

Autor:

Miguel Angel Giron Salas

Partes: 1, 2
 Página anterior Volver al principio del trabajoPágina siguiente 

Nota al lector: es posible que esta página no contenga todos los componentes del trabajo original (pies de página, avanzadas formulas matemáticas, esquemas o tablas complejas, etc.). Recuerde que para ver el trabajo en su versión original completa, puede descargarlo desde el menú superior.

Todos los documentos disponibles en este sitio expresan los puntos de vista de sus respectivos autores y no de Monografias.com. El objetivo de Monografias.com es poner el conocimiento a disposición de toda su comunidad. Queda bajo la responsabilidad de cada lector el eventual uso que se le de a esta información. Asimismo, es obligatoria la cita del autor del contenido y de Monografias.com como fuentes de información.

Categorias
Newsletter