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Proyecto Genoma Humano




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Partes: 1, 2


    1.
    Introducción

    2. El
    genoma humano

    3.
    Cartografía y secuenciación



    5. Genoma humano –
    etica

    6. ¿Derechos de propiedad
    comunitarios?

    1.
    Introducción

    Proyecto Genoma
    Humano: es un programa
    internacional de colaboración científica cuyo
    objetivo es
    obtener un conocimiento
    básico de la dotación genética
    humana completa. Esta información genética
    se encuentra en todas las células
    del cuerpo, codificada en el ácido desoxirribonucleico
    (ADN). El programa pretende
    identificar todos los genes del núcleo de la célula
    humana, establecer el lugar que los genes ocupan en los cromosomas del
    núcleo y determinar mediante secuenciación la
    información genética codificada por
    el orden de las subunidades químicas de ADN.

    El objetivo
    último de la representación y secuenciación
    del genoma es asociar rasgos humanos específicos y
    enfermedades
    heredadas con genes situados en lugares precisos de los cromosomas.
    Cuando se termine, el Proyecto Genoma
    Humano proporcionará un conocimiento
    sin precedentes de la
    organización esencial de los genes y cromosomas
    humanos. Promete revolucionar el tratamiento y la
    prevención de numerosas enfermedades humanas, ya que
    penetrará en los fenómenos bioquímicos
    básicos que las sustentan.

    La idea de iniciar un estudio coordinado del genoma
    humano surgió de una serie de conferencias
    científicas celebradas entre 1985 y 1987. El Proyecto Genoma
    Humano ganó impulso en Estados Unidos en
    1990 con la ampliación de la financiación de los
    Institutos Nacionales de Salud (NIH) y del
    Departamento de Energía (DOE). Uno de los primeros
    directores del programa en Estados Unidos
    fue el bioquímico James Watson, que en 1962
    compartió el Premio Nobel de Fisiología y Medicina con los
    biofísicos británicos Francis Crick y Maurice
    Wilkins por el descubrimiento de la estructura del
    ADN. Muchos países tienen en marcha programas
    oficiales de investigación sobre el genoma humano como
    parte de esta colaboración informal, entre ellos Francia,
    Alemania,
    Japón,
    Reino Unido y otros miembros de la Unión
    Europea. El coste de la parte del programa que se realiza en
    Estados Unidos es de 3.000 millones de dólares a lo largo
    de 15 años, hasta el 2005.

    Estructura del ADN

    El elemento más importante del cromosoma es la
    molécula continua de ADN. Esta molécula de doble
    cadena con forma de escalera retorcida está formada por
    compuestos químicos enlazados llamados nucleótidos.
    Cada nucleótido consta de tres partes: un azúcar
    llamado desoxirribosa, un compuesto de fósforo y una de
    cuatro posibles bases: adenina, timina, guanina o citosina. Estos
    componentes están enlazados de manera que el azúcar
    y el fosfato forman los lados paralelos de la escalera de ADN;
    las bases de ambos lados se unen por parejas para formar los
    travesaños; la adenina se enlaza siempre con la timina, y
    la guanina siempre con la citosina.

    El código
    genético viene determinado por el orden que ocupan las
    bases adenina, timina, guanina y citosina en la escalera de ADN.
    Por lo general, cada sección de esta escalera tiene una
    secuencia única de pares de bases. Como un gen no es
    más que una de estas secciones, posee también una
    secuencia única, que puede utilizarse para diferenciar
    unos genes de otros y fijar su posición en el
    cromosoma.

    2. El genoma
    humano

    Se llama genoma a la totalidad del material
    genético de un organismo. El genoma humano tiene entre
    50.000 y 100.000 genes distribuidos entre los 23 pares de
    cromosomas de la célula.
    Cada cromosoma puede contener más de 250 millones de pares
    de bases de ADN y se estima que la totalidad del genoma tiene
    aproximadamente 3.000 millones de pares de bases.

    El ADN analizado en el Proyecto genoma humano procede
    por lo general de pequeñas muestras de sangre o de
    tejidos
    obtenidas de personas diferentes. Aunque los genes del genoma de
    cada individuo están formados por secuencias de ADN
    exclusivas, se estima que la variación media de los
    genomas de dos personas distintas es muy inferior al 1%. Por
    tanto, las muestras de ADN humano de distintas fuentes
    presentan muchas más similitudes que
    diferencias.

    3. Cartografía y
    secuenciación

    Hay dos categorías principales de técnicas
    de cartografía genética: ligamiento o
    cartografía genética, que identifica sólo el
    orden relativo a los genes a lo largo del cromosoma; y
    cartografía física, un conjunto
    de métodos
    más precisos que permite determinar las distancias entre
    genes dentro del cromosoma. Ambos tipos de cartografía
    utilizan marcadores genéticos, que son características físicas o
    moleculares detectables que se diferencian entre los individuos y
    se transmiten por herencia.

    La cartografía mediante ligamiento se
    desarrolló a principios de la
    década de 1900 gracias al trabajo del biólogo y
    genetista estadounidense Thomas Hunt Morgan. Al observar la
    frecuencia con que determinadas características se heredaban unidas en
    numerosas generaciones de moscas de la fruta, llegó a la
    conclusión de que estos rasgos que con frecuencia se
    heredan juntos debían estar asociados con genes
    próximos en el cromosoma. Basándose en sus investigaciones,
    Morgan logró elaborar un mapa aproximado que
    recogía el orden relativo de estos genes asociados en los
    cromosomas, y en 1933 recibió el Premio Nobel de Fisiología y Medicina por su
    obra.

    Los mapas de
    ligamiento humanos se han elaborado sobre todo siguiendo las
    pautas de herencia de
    familias extensas a lo largo de muchas generaciones.
    Inicialmente, estos estudios se limitaban a los rasgos
    físicos heredados, fácilmente observables en todos
    los miembros de la familia.
    Pero actualmente hay técnicas de laboratorio
    muy refinadas que permiten a los investigadores crear mapas de
    ligamiento más detallados comparando la posición de
    los genes diana en relación con el orden de marcadores
    genéticos o de segmentos específicos y conocidos
    del ADN.

    La cartografía física determina la
    distancia real entre puntos diferenciados de los cromosomas. Las
    técnicas más precisas combinan robótica,
    uso de láser e
    informática para medir la distancia entre
    marcadores genéticos. Para realizar estos mapas se extrae
    ADN de los cromosomas humanos y se rompe aleatoriamente en
    numerosos fragmentos. A continuación, éstos se
    duplican muchas veces en el laboratorio
    para analizar en las copias idénticas así
    obtenidas, llamadas clones, la presencia o ausencia de marcas
    genéticas específicas distintivas. Los clones que
    comparten varias marcas proceden
    por lo general de segmentos solapados del cromosoma. Las regiones
    de solapamiento de los clones pueden a continuación
    compararse para determinar el orden global de las marcas a lo
    largo del cromosoma y la secuencia exacta que ocupan inicialmente
    los segmentos de ADN clonados.

    Para determinar la secuencia real de nucleótidos
    hacen falta mapas físicos muy detallados que recojan el
    orden exacto de las piezas clonadas del cromosoma. En el Proyecto
    Genoma Humano se utiliza primordialmente un método de
    secuenciación desarrollado por el bioquímico
    británico y dos veces premio Nobel, Frederick Sanger. Este
    método
    consiste en replicar piezas específicas de ADN y
    modificarlas de modo que terminen en una forma fluorescente de
    uno de los cuatro nucleótidos. En los modernos
    secuenciadores automáticos de ADN, el nucleótido
    modificado situado al extremo de una de estas cadenas se detecta
    con un haz de láser y se determina el número exacto
    de nucleótidos de la cadena. A continuación se
    combina esta información en un ordenador para reconstruir
    la secuencia de pares de bases de la molécula original de
    ADN.

    Duplicar el ADN con precisión y
    rápidamente tiene una importancia crítica, tanto
    para la cartografía como para la secuenciación.
    Inicialmente los fragmentos de ADN humano se replicaban mediante
    clonación en organismos unicelulares que se
    dividen rápidamente, como bacterias o
    levaduras. Esta técnica exige mucho tiempo y mucho
    trabajo. A finales de la década de 1980 se
    generalizó el uso de un método revolucionario de
    reproducción de ADN llamado reacción
    en cadena de polimerasa (RCP). Esta técnica es
    fácil de automatizar y puede copiar una sola
    molécula de ADN varios millones de veces en unas pocas
    horas. En 1993, el bioquímico estadounidense Kary Mullis
    recibió el Premio Nobel de Química por idear
    esta técnica.

    Bioinformática

    Cuando esté terminado, el Proyecto Genoma Humano
    habrá generado un catálogo con la descripción de 50.000 a 100.000 genes
    humanos con cierto grado de detalle, mapas de alta
    resolución de los cromosomas, incluidos cientos de miles
    de puntos significativos, y miles de millones de
    información sobre secuencias de pares de bases. Para
    ayudar a los investigadores del genoma a determinar el sentido de
    este aluvión de datos hacen falta
    muchos instrumentos informáticos, como sistemas de
    información y gestión
    de laboratorios, robots, sistemas de
    gestión
    de bases de datos e
    interfaces de usuario gráficas.

    Se ha desarrollado un nuevo campo de investigación llamado bioinformática
    para satisfacer las exigencias planteadas por el programa. Los
    investigadores de bioinformática han creado bases de datos
    públicas conectadas a Internet para poner los
    datos del
    genoma a disposición de los científicos de todo el
    mundo. Así, los resultados de la cartografía de los
    genes humanos se encuentran en la Genome Database, y la
    información de secuenciación del ADN en varias
    bases de datos, entre ellas GenBank del NIH, Base de Datos de
    Secuencias de Nucleóticos del Laboratorio Europeo de
    Biología
    Molecular, DNA Databank de Japón y Genome Sequence
    Database del DOE.

    Situación del proyecto

    A principios de
    1996, el Proyecto Genoma Humano iba ya por delante del calendario
    y por detrás del presupuesto. Se
    han cartografiado más de 4.000 genes al menos en un
    cromosoma específico, se han clonado 1.600 genes de
    función
    conocida, se han asociado 1.000 enfermedades genéticas con
    algún defecto de un gen cartografiado y se han secuenciado
    más de 150 millones de pares de bases de ADN humano. Se
    han publicado mapas de todo el genoma humano con marcas separadas
    por término medio cerca de 200.000 pares de bases. El
    objeto final del Proyecto Genoma Humano es estrechar la
    separación entre marcas hasta aproximadamente 100.000
    pares de bases y secuenciar al menos 3.000 millones de pares de
    bases para el año 2005.

    En años recientes se han identificado los genes
    asociados con enfermedades hereditarias, como la fibrosis
    quística, la distrofia muscular o la enfermedad de
    Huntington. Éste es el primer paso en el desarrollo de
    mejores pruebas de
    selección genética, nuevos
    medicamentos y tratamientos genéticos para combatir estas
    patologías. La capacidad para corregir defectos mortales
    de la herencia genética humana puede alterar
    espectacularmente la forma de enfocar la enfermedad.

    El mayor conocimiento del genoma humano puede tener
    también consecuencias éticas, jurídicas y
    sociales muy controvertidas. Los primeros resultados ya han
    estimulado un debate
    internacional sobre la conveniencia o no de patentar para uso
    comercial secuencias de genes humanos y de poner la
    información sobre genética humana a
    disposición de empresas de
    seguros y
    empleadores, así como de corregir los defectos
    genéticos de forma que podrían transmitirse de
    generación en generación.

    Articulo que salio el Domingo en el Diario
    Clarín

    Domingo 19 de marzo de 2000

    La Guerra De Los
    Genes: Polemica En Los Estados Unidos

    Los intereses que hay detrás del proyecto Genoma
    Humano

    Algunos científicos se oponen a que las empresas privadas
    patenten los genes. Sin embargo, éstos ya se cotizan en
    Wall Street. El primer borrador del mapa genético humano
    se conocerá en setiembre.

    ROBOT GENETICO. Lo usan para descubrir
    genes en la Universidad de
    Wisconsin.

    Paula Andalo

    La guerra de los
    genes" tuvo un nuevo capítulo esta semana cuando el
    presidente estadounidense Bill Clinton y el primer ministro
    británico Tony Blair aseguraron que la información
    sobre el proyecto Genoma Humano debe ser de dominio
    público. Pero ambos mandatarios obviaron una parte
    importante del debate,
    más cercana a Wall Street que a un laboratorio: si es
    ético patentar genes.

    El proyecto Genoma Humano, que ya lleva diez
    años, se propone "dibujar" el conjunto de genes que posee
    un individuo y que determina todas las características que
    conforman su herencia, desde sus rasgos físicos hasta su
    predisposición a padecer algunas enfermedades.

    Quien posea esta información tendrá mucho
    poder en el
    futuro. Porque sabrá qué gen está vinculado
    a determinada enfermedad y podrá desarrollar
    fármacos precisos para combatirla. Además, quien
    sea dueño de un gen podrá cobrar derechos a quien quiera
    utilizar esa información. En pocas palabras, los genes ya
    comenzaron a cotizar en bolsa.

    En sus orígenes, el proyecto era exclusivamente
    estatal, financiado por el Instituto Nacional de Salud de los Estados Unidos
    y por el Welcome Trust de Londres. Pero en 1995 entraron en
    carrera empresas privadas como Celera Genomics, que ya
    patentó cientos de genes. Ambos sectores invierten por
    año 600 millones de dólares en esta
    investigación.

    Mientras los logros eran pequeños, la convivencia
    fue tranquila. Pero a medida en que el mapa genético fue
    tomando forma, todos mostraron las garras. Y el debate
    explotó cuando se anunció que el primer borrador
    estará listo esta primavera.

    Ahora, los científicos del organismo estatal
    quieren difundir los resultados del proyecto por Internet y los empresarios
    pretenden que sea de acceso más restringido. Los primeros
    están en contra de "patentar el
    conocimiento" y aseguran que hay que evitar el monopolio de
    los genes. Los segundos creen, sin embargo, que invirtieron
    muchos años y mucho dinero y que
    las reglas del mercado son
    otras.

    El experto argentino Víctor Penchaszadeh es jefe
    de la División de Genética Médica del Betch
    Israel Medical
    Center en Nueva York y
    es miembro del comité asesor sobre pruebas
    genéticas de la Secretaría de Salud
    Pública de los Estados Unidos. En una charla
    telefónica con Clarín, explicó la
    complejidad de este debate.

    "Las palabras de Clinton y Blair respondieron a una
    presión
    de la comunidad
    científica que se opone al patentamiento", explicó.
    A partir de estas investigaciones
    nació HUGO (Human Genome Organization), una organización formada por expertos que
    "luchan porque la ciencia se
    limpie de tanto negocio".

    Penchaszadeh contó que el patentamiento de genes
    no es algo nuevo en los Estados Unidos. "Pero puede ser muy
    peligroso. Pongo el caso del cáncer de
    mama. Una empresa
    descubrió un gen que predispone a la mujer a
    padecer este mal. Lo patentaron y ahora tienen el monopolio
    exclusivo del análisis que detecta la mutación del
    gen que provoca la enfermedad".

    "Además, -contó-, muchas veces se da que
    dos empresas patentan fragmentos de un mismo gen y la pelea por
    quién es dueño de ese gen llega a los tribunales."
    ¿Es lícito este tironeo genético? La cosa no
    es nada fácil. Y concentra intereses cruzados. Por un lado
    están las empresas biotecnológicas (como Celera)
    que secuencian y patentan los genes. Su objetivo es patentar el
    máximo de conocimiento para "venderlo" después a
    posibles usuarios como, por ejemplo, los laboratorios interesados
    en desarrollar medicamentos o métodos de
    detección a partir de esa información. Y
    también están los médicos, que son los que
    prescriben análisis y remedios y que consideran que la
    patente traba y encarece el sistema de
    salud.

    Algo lejos quedó el paciente. Y la naturaleza de las
    cosas. Porque, como bien dicen algunos, patentar un gen es como
    patentar la Luna y después pretender cobrarle al que
    quiera mirarla.

    "El acerbo genético de una especie no puede ser
    patentado porque es algo propio de la naturaleza",
    reflexionó Penchaszadeh. Además se está
    sobrevalorando la información. No podemos volver a un
    peligroso determinismo genético. El 90% de las
    enfermedades como el cáncer
    o los males cardiovasculares depende de interacciones mucho
    más complejas que la sola presencia de un gen
    defectuoso."

    4. La guerra por
    patentar genes

    La batalla por patentar o privatizar el genoma humano
    -el mapa de la vida- y la cura de las enfermedades
    genéticas son una cuestión moral y
    cultural y el negocio del siglo XXI, de miles de millones de
    dólares, tan incalculable como si se cobrara el aire.
    Quiénes son los contrincantes de esta pelea.

    ANA BARON. Corresponsal de Clarín en
    Washington
    En el terreno de la genética no podemos perder tiempo. El
    descubrimiento de un solo gen puede salvar la vida de miles de
    personas. Cada minuto que perdemos es de vida o muerte", le
    dijo a Clarín el doctor Craig Venter, un biólogo
    que se ha propuesto derrotar a los científicos apoyados
    por el gobierno de
    Estados Unidos y de Gran Bretaña en la carrera que existe
    actualmente por anunciar primero el genoma humano, el mapa de la
    vida o genético de la especie humana.

    A primera vista el apuro de Venter parece muy altruista. De
    acuerdo a las estadísticas uno de cada 1.000 chicos nace
    con algún defecto genético. Es verdad que una gran
    cantidad de enfermedades fatales son de origen genético y
    que el descubrimiento del gen que las provoca no sólo
    permitirá producir drogas para
    tratarlas, sino que también vacunas para
    prevenirlas. Sin embargo, detrás de las buenas
    intenciones, hay tantos millones y millones de dólares en
    juego que en
    Wall Street llaman a Venter el "Bill Gates" de
    la genética y a su empresa Celera,
    la Microsofot de la industria de
    la biotecnología. Tantos, que es incalculable
    su monto hacia el siglo XXI. Según los corredores de la
    Bolsa en la llamada "nueva economía" las
    empresas biotecnológicas que logren apropiarse legalmente
    de nuestros genes patentándolos atraerán inversiones
    muy superiores a las que están obteniendo actualmente la
    empresas de la informática y de Internet.

    El negocio de los genes y las enormes ganancias que pueden llegar
    a generar ha desencadenado una verdadera guerra
    socioeconómica y ética. Hay
    un grupo de
    científicos norteamericanos y británicos que,
    apoyados financieramente por los gobiernos de Clinton y Blair,
    están trabajando basados en el principio altruista que
    nadie debe apoderarse del genoma humano. Según ellos, todo
    el mundo tiene que poder acceder
    al mapa genético de la vida, porque es un bien que le
    pertenece a la humanidad. En ese sentido, a medida que avanzan en
    sus investigaciones sobre el genoma humano, van publicando los
    resultados de sus investigaciones. En EE.UU. estos
    científicos están trabajando en el Instituto
    Nacional de la Salud bajo la dirección de Francis Collins en el Proyecto
    Público de Genoma Humano (HGP).

    En la vereda de enfrente hay un grupo muy
    pequeño de empresas de biotecnología que también
    están investigando el genoma humano pero se niegan a hacer
    público el resultado de sus investigaciones, porque la
    intención es ir vendiendo la información que vayan
    obteniendo. La empresa
    más conocida en este terreno es Celera Genomics, la empresa de
    Venter, que tiene su sede principal en Rockville, muy cerca de
    Washington.

    Pero Celera no es la única. También esta Incyte
    Phamaceutical, el Human Genome Sciences, SmithKline Beechman, y
    otras. Craig Venter no tiene ningún problema en decir que
    su empresa "no es una empresa sin
    fines de lucro". De hecho, Celera cotiza en Wall Street bajo el
    logo CLR. Esta semana sus acciones
    cotizaron a un promedio de 104 dólares la acción.
    Lideradas por Venter, la ofensiva de estas empresas ha sido tan
    feroz en el último año que el presidente Clinton y
    Blair decidieron hace diez días establecer las reglas del
    juego de lo
    que hoy se conoce como la "guerra de los genes".

    En la declaración conjunta que hicieron el 15 de marzo,
    Clinton y Blair pidieron a los científicos de todo el
    mundo que publiquen toda la información que tengan
    relativa al genoma humano. "Los datos fundamentales sobre el
    genoma humano, incluyendo la secuencia de todo el genoma del ADN
    humano y sus variaciones, tendrían que ser de libre acceso
    para los científicos del mundo entero", dijeron. La
    identidad
    genética humana tendría que permitir "reducir la
    incidencia de las enfermedades, mejorar la salud en el mundo y la
    calidad de
    vida de toda la humanidad", agregaron.

    Sin analizar bien lo que decía el resto del texto firmado
    por Clinton y Blair, Wall Street reaccionó con la furia de
    un rayo: todas las acciones de
    las empresas de biotecnología bajaron vertiginosamente.
    Según The New York
    Times, las empresas como Celera, ligadas al estudio del mapa
    genético, es decir al genoma, fueron las más
    afectadas. Sus acciones perdieron hasta un 20 por ciento de su
    valor. Pero
    eso no fue todo, el Nasdaq, es decir el indice de las empresas de
    tecnología
    de punta, cayó más 200 puntos en un día.
    El pánico que todo eso creó, obligó al
    vocero de la Casa Blanca Joe Lockhart a explicar que Blair y
    Clinton no estaban en contra de la industria de
    la biotecnología ni de la posibilidad de que registren
    patentes de tipo biotecnológico. Una lectura
    detenida de la declaración conjunta indica que Clinton y
    Blair hacen una distinción entre el descubrimiento de un
    gen y un invento genético. Esto abriría las puertas
    a la privatización de las curas genéticas
    y al verdadero negocio multimillonario.

    El descubrimiento de un gen no es más que el
    descubrimiento de algo que se encuentra en la naturaleza y por
    eso, de acuerdo a la declaración no debe ser patentado.
    Pero una vez conocido el gen, si un científico logra
    descubrir una enferme dad (o mutación de uno o más
    genes) para poder fabricar ya sea una droga para
    tratarla o una vacuna para prevenirla, eso sí
    podría ser patentado.

    "La protección intelectual de las invenciones a partir de
    los genes desempeña un papel
    importante en el desarrollo de
    nuevos productos para
    salud", dicen Blair y Clinton. No es posible pensar,
    ingenuamente, que los secretos del genoma no serán
    aprovechados por las empresas farmacéuticas y de
    biotecnología para el desarrollo de medica mentos.
    También es cierto que empresas como Celera y Incyte han
    hecho inversiones
    enormes para poder avanzar en el
    conocimiento del mapa genético del ser humano. "A
    pesar de la retórica altruista de los principales
    científicos universitarios involucrados en el Proyecto
    Genoma Humano muchos de ellos han invertido en empresas que si
    bien no se dedican a trazar el mapa genético esperan sacar
    provecho a largo plazo de la información obtenida por las
    investigaciones públicas y privadas", escribió el
    profesor de Biología Molecular de
    la Universidad de
    Princeton Lee Silver en el The New York Times. Y agregó:
    "Pero el problema son los límites.
    La falta de legislación en el terreno de la
    biotecnología es un buen indicador de las rapidez con que
    se están produciendo los cambios. Estamos viviendo en un
    momento donde todo está siendo redefinido, desde
    cómo definir el principio y el final de la vida hasta si
    la humanidad debería permitir que un ser humano sea
    clonado".

    Esta corresponsal entrevistó a Venter por primera vez en
    1994, cuando ya había abandonado el Proyecto
    Público del Genoma Humano del Instituto Nacional de la
    Salud donde trabajó durante 10 años y se
    había instalado por su cuenta en una ex fábrica de
    cerámica en las afueras de Washington con
    un objetivo bien preciso: derrotar a sus ex compañeros, y
    ser el primero en publicar el mapa genético del ser
    humano. El objetivo parecía en aquel momento demasiado
    ambicioso, pero actualmente Venter está por lograrlo. En
    menos de seis años, se mudó de la fábrica de
    cerámica a un edificio nuevo donde fundó Celera, la
    compañía que ahora preside. Recientemente Venter
    invitó a la impresionante masión que tiene en Miami
    en South Beach a 1.800 líderes mundiales en
    investigación genética con todo pago. Se calcula
    que ya tiene una fortuna personal de
    más de 300 millones de dólares.

    Más allá de su aire de playboy
    científico, el éxito
    de Venter se debe a que descubrió un método para
    rastrear los genes en nuestro organismo 1.000 veces más
    rápido del que usan sus colegas. "Nuestro objetivo fue
    desde un principio descubrir la mayor cantidad de genes humanos
    en el menor tiempo posible. Necesitamos esa información
    por dos razones: una, para poder combatir eficazmente las
    enfermedades fatales de tipo genético, y la segunda, para
    poder comprender quiénes somos y de dónde venimos.
    Nuestra historia
    está en los genes", explicó Venter.

    Justamente porque nuestra historia está en
    nuestro mapa genético, cuesta comprender que haya
    científicos dispuestos a patentar nuestros genes para
    poder lucrar con ellos. Venter insiste, sin embargo, con que
    ése no es el objetivo de su compañía. Venter
    quiere en realidad que Celera se transforme en lo que Bloomberg
    es para la comunidad
    financiera. Es decir, el objetivo es que Celera venda
    información sobre cómo interpretar el mapa
    genético humano, pero no el mapa en sí. De todas
    maneras, los problemas de
    tipo ético que plantea biotecnología hoy no
    terminan allí. Como todo descubrimiento científico,
    el mapa genético podrá ser utilizado de una manera
    positiva como también de una manera negativa: se teme que
    el conocimiento genético sea utilizado para la discriminación laboral, como
    arma contra una etnia o para elegir el color de pelo y
    de ojos de nuestros hijos. El tema es tan importante que el 11 de
    noviembre de 1997 se estableció en las Naciones Unidas
    la Declaración Universal sobre el Genoma Humano y los
    derechos
    humanos que pone límites a cualquier tipo de discriminación o manipulación del
    genoma humano.

    Lo cierto es que la sutil diferencia entre descubrimiento e
    invento que surge de la declaración conjunta de Clinton y
    Blair pone en tensión la relación entre ciencia y
    ética y
    entre ciencia y
    sociedad. Y
    entre lo público y lo privado. Los gobiernos creen que
    dejar las claves únicas de la especie humana y de su cura
    libradas a una guerra del mercado es, por
    lo menos, un riesgo y puede
    ser un peligro extremo. La guerra, sin embargo, ya
    comenzó.

    Un cientifico carismatico

    Se lo considera el científico más
    mediático que dio la comunidad y decodifica genes con la
    velocidad de
    un rayo. Hace poco demostró su poder ofreciendo una gran
    fiesta en su mansión de South Beach, en Mia mi, adonde
    invitó a 1.800 líderes mundiales en
    investigación genética, con todo pago. Craig
    Venter, presidente de Celera Genomics, a los 53 años
    quizá sea el Bill Gates de
    la ciencia: su
    empresa puede llegar a concentrar las patentes de gran parte de
    los genes que conforman el genoma de un individuo.

    Muchos se sienten traicionados por este hombre calvo,
    muy americano, que antes trabajaba en el Instituto Nacional de
    Salud y que después formó su propia empresa. Casado
    con Claire Frase, famosa bióloga molecular, Venter asegura
    que la información sobre el genoma debe ser pública
    pero, en la práctica, la Oficina de
    Patentes de los Estados Unidos tiene una lista de por lo menos
    cien secuencias de genes que Celera quiere patentar.

    Como muchos genios, Venter tuvo serios problemas en
    la escuela y un buen
    día dejó todo para dedicarse al surf en el sur de
    California. Mientras su único objetivo en la vida era
    barrenar, lo alistaron para luchar en Vietnam. "La guerra me
    cambió", dijo, simplemente. Y decidió ser el
    protagonista de la tercera guerra mundial:
    la guerra de los genes. "El tiempo es oro, cada minuto cuenta,
    por eso ahora estoy en mi laboratorio muchas horas, para
    descubrir finalmente el misterio del ADN." Venter anunció
    que en la primavera tendrá listo su mapa genético.
    Y ahora todos corren a su ritmo.

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