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La Globalización y sus efectos



Partes: 1, 2, 3


    Capítulo I. La realidad
    sociocultural a fines del milenio

    I.1 Identidad y
    postmodernidad

    Que entendemos por identidad
    cultural.
    La búsqueda de identidad
    colectiva.
    I.2 La globalización:
    apertura de las fronteras

    Posibilidades que brinda.
    ¿Dependencia o dominación?
    Capítulo II. Los medios de
    comunicación en el centro del debate

    II.1 ¿Quienes
    son los dueños de la
    comunicación?

    II.2 Los medios de
    comunicación social como agentes
    socializadores

    II.3 Como inciden los
    medios de comunicación en la identidad de una
    sociedad

    La
    Televisión y la Sociedad.
    Impunidad o libertad.
    II.4 Los medios de
    comunicación y el consumo: publicidad y
    propaganda

    Capítulo III. La sociedad del
    consumo

    III.1 La sociedad
    actual

    El consumo.
    III.2 El comportamiento
    del consumidor

    Disparadores psicológicos.
    III.3 El consumo sirve
    para pensar

    Conclusión
    Bibliografía

    Introducción

    En las últimas décadas del siglo XX
    asistimos a un conjunto de transformaciones
    económicas-sociales y culturales cuya vertiginosidad y
    complejidad no admite precedente y nuestro país no se
    encuentra ajeno a ello. Caen rápidamente todo tipo de
    muros y barreras entre las naciones al mismo tiempo que se
    amplía la brecha en el nivel de desarrollo
    humano al que acceden los distintos pueblos.

    El mundo se ve invadido por formas de producción y consumo, una
    preocupación por el deterioro incontenible de los recursos
    naturales, el avance de la pobreza; sin
    embargo, se hace referencia a un nuevo fenómeno que ha
    llegado a convertirse en un paradigma para
    los países en desarrollo.

    La globalización engloba un proceso de
    creciente internacionalización del capital
    financiero, industrial y comercial, nuevas relaciones políticas
    internacionales y el surgimiento de nuevos procesos
    productivos, distributivos y de consumo deslocalizados
    geográficamente, una expansión y uso intensivo de
    la tecnología sin precedentes.

    Es por ello que intentaremos en el transcurso del
    trabajo plasmar una conclusión integral de un tema en
    particular para lo cual tendremos que apoyarnos en investigaciones,
    análisis y conjeturas propias, tratando de
    mantener una visión de la realidad como un todo. En otras
    palabras buscamos sortear el aislamiento de diferentes
    disciplinas que tratan este mismo tema para lograr una influencia
    mutua arribando así a una respuesta conjunta. Llegando de
    este forma a una verdadera comunicación entre nuestras diferentes
    especialidades.

    Tomando como tema principal a la identidad, trataremos
    en el desarrollar en la monografía
    la siguiente hipótesis
    grupal
    .

    La identidad cultural de los diversos pueblos en la
    actualidad se va homogeneizando o generalizando según
    ciertas pautas comunes en marcha hacia una cultura
    estandarizada. Este proceso es
    propiciado por los poderes generadores de nuevas necesidades de
    consumo, que manejan a su vez los medios de
    comunicación social y la producción ofrecida.

    Teniendo en cuenta la nueva escena sociocultural
    que se presenta ante nuestros ojos en este fin de siglo, dentro
    de la cual desfilan ciertos procesos
    reveladores del cambio, como
    ser una creciente "… pérdida de peso de las instituciones
    públicas locales y nacionales en beneficio de los
    conglomerados empresariales de alcance transnacional…", "… la
    reformulación de los patrones de asentamiento y
    convivencia urbanos…", "… la reelaboración de lo
    propio,
    debido al predominio de los bienes y
    mensajes procedentes de una economía y una
    cultura
    globalizadas sobre los generados en la ciudad y la nación
    a las cuales se pertenece", "la consiguiente redefinición
    del sentido de pertenencia e identidad…" de los pueblos y "el
    pasaje del ciudadano como representante de una opinión
    pública al ciudadano como consumidor
    interesado en disfrutar de una cierta calidad de
    vida", cabe cuestionarnos acerca del impacto negativo que
    éstos provocan sobre diversas realidades culturales de los
    pueblos, en particular sobre sus respectivas identidades,
    aceptando como un hecho ineludible la marcha hacia la aldea
    global
    , como paradigma de
    constitución del mundo con miras a la
    homogeneización del planeta en lo político, lo
    económico y lo social.

    Para dar una visión más detallada de lo
    expuesto anteriormente, y lograr el alcance correcto a los
    términos utilizados en la hipótesis, nos basaremos en ciertas
    definiciones para poder explicar
    básicamente lo que entendemos por ellos.

    La identidad de un pueblo está dada por
    "lo que un sujeto se representa cuando se reconoce o reconoce a
    otra persona como
    miembro de ese pueblo. Se trata de una representación
    intersubjetiva, compartida por una mayoría de los miembros
    de un pueblo, que constituirían un sí mismo
    colectivo."

    La homogeneización es un proceso
    según el cual dos o más elementos se van
    configurando según pautas comunes, hasta adquirir la misma
    naturaleza o
    género.

    Adhiriéndonos a la definición expuesta por
    el Magisterio de la Iglesia
    mediante el Documento de Puebla, "con la palabra cultura
    se indica el modo particular como, en un pueblo, los hombres
    cultivan su relación con la naturaleza, entre
    sí mismos y con Dios. Es el estilo de vida común
    que caracteriza a los diversos pueblos, por ello se habla de
    pluralidad de culturas. Es decir, es el conjunto de valores que lo
    animan y de desvalores que lo debilitan y que al ser participados
    en común por sus miembros, los reúne en base a una
    misma conciencia
    colectiva."

    En sentido general, el concepto de
    estándar deriva del que tiene en el lenguaje
    corriente particularmente en la producción de bienes: un
    elemento, una pieza que es lo suficientemente extendida,
    generalizable, común como para constituirse en
    típica y universal.

    Los grupos de poder, a nuestro entender, son una
    unidad social constituida por un número de individuos que
    poseen un estatus y unas relaciones mutuas estables, y que tienen
    un conjunto de valores o
    normas que
    regulan su conducta. Estos
    tienen las relaciones, bienes o elementos (políticas,
    económicas, sociales, etc.) suficientes para llevar a cabo
    sus logros e influir sobre el resto de los grupos y la
    sociedad por
    todos los medios
    posibles valiéndose de un hábil manejo de sus
    recursos. Ellos
    crean nuevas necesidades de consumo, que "son un impulso
    irresistible que obliga a obrar a las causas infaliblemente en
    determinado sentido".

    Partiendo de esta base intentaremos desarrollar el tema
    de la identidad, enfocada desde el punto de vista que le hemos
    dado en la hipótesis grupal, teniendo como objetivo
    poder dar un
    panorama concreto sobre
    ello.

    Este trabajo será abordado desde distintos
    enfoques, tales como el cultural, sociológico,
    económico-político, intentando así, cumplir
    con la interdisciplinariedad planteada anteriormente.

    Basándose en todo lo expuesto anteriormente, se
    plantea la siguiente hipótesis
    individual
    :

    Los medios de
    comunicación social y el proceso de
    globalización influyen en el consumo de los individuos y
    por medio de éste, en la identidad colectiva de un pueblo,
    ya sea creándoles nuevas necesidades, ya sea
    haciéndolos dependientes a los objetos de consumo y
    generándoles, de esta manera, el hábito del
    consumo. Dentro de este contexto, sin embargo, no se borran ni
    disminuye la posibilidad de los individuos de optar entre las
    alternativas que ofrece el gran mercado, por
    aquella que mejor le satisfaga sus necesidades.

    A través de este trabajo se intentará, en
    primer lugar dar una caracterización del tipo de cultural
    que se está forjando a fines del milenio y como
    ésta nos afecta no solo como individuos de una sociedad,
    sino también como consumidores.

    Con el paso del tiempo los
    hábitos de consumo se van modificando, así como
    también, la forma de poner el producto en
    contacto con la gente es distinta a la que existía hace un
    par de años atrás. Los adelantos
    tecnológicos en materia de
    producción y distribución de bienes y servicios,
    hacen posible que hoy en día se pueda conseguir un mismo
    producto en la
    Argentina que en
    Japón.

    Estos cambios no solo incidieron en la economía de un
    país, sino también en las costumbres y tradiciones
    del mismo; por ello abordaremos en el primer capítulo los
    problemas de
    la identidad, lo que sucede cuando se la pierde o se encuentra
    sometida; y relacionado con esto se verá en que consiste
    la
    globalización, que efecto tiene en nuestras vidas, los
    beneficios que ésta trae, así como también
    los perjuicios que ocasiona, especialmente en los países
    subdesarrollados que no cuentan con los recursos
    necesarios y adecuados para enfrentar estos cambios que se vienen
    dando a nivel mundial.

    En un segundo capítulo se determinará cual
    es la incidencia de los medios de
    comunicación en la sociedad, como llegan a influir en
    la identidad de un pueblo y también en los hábitos
    de consumo. La gente quiere estar "al día", quiere poseer
    "lo último", con el paradójico resultado, por lo
    demás, de que cuando ha adquirido lo "último", lo
    "nuevo" ya ha salido al mercado.Vivimos
    inmersos en programas breves,
    en el perpetuo cambio de las
    normas y en el
    estímulo de vivir al instante: el presente se ha erigido
    en el eje principal de la temporalidad social.

    Y por último se tocará el tema
    específico del consumo. Como actúan los individuos
    frente a una opción de compra, es decir que actitud
    adoptan cuando tienen que elegir el modo de satisfacer sus
    necesidades; y relacionado a este tema como influye el consumo en
    la identidad del individuo. Además podemos decir que los
    cambios en el consumo modifican la identidad de la sociedad;
    nuevas costumbres, nuevos hábitos desplazan a los antiguos
    produciendo una constante renovación y continuo cambio de
    los gustos.

    I- La realidad
    sociocultural a fines del milenio

    I.1 La identidad y la
    posmodernidad.

    Que entendemos por identidad cultural.

    Dar una repuesta correcta a este interrogante, significa
    emprender un arduo proceso; el tema de la identidad es rico y
    complejo.

    "Los individuos están inmersos en una realidad
    social, su desarrollo
    personal no puede disociarse del intercambio con ella, su
    personalidad
    se va forjando en su participación, en las creencias,
    actitudes,
    comportamientos de los grupos a los que
    pertenece. Esa realidad colectiva consiste en un modo de sentir,
    comprender y actuar en el mundo y en formas de vida compartidas,
    que se expresan en instituciones,
    comportamientos regulados; en suma en lo que entendemos por una
    cultura. El problema de identidad de los pueblos remite a su
    cultura".

    Para los antropólogos, la cultura es, en primer
    lugar, un todo integrado, una totalidad en la que se encuentran
    orgánicamente articuladas diferentes dimensiones de la
    vida social que hacen posible la identificación, la
    comunicación y la interacción entre los
    individuos.

    Santillan Güemes, en su obra "Culturas,
    creación del pueblo", define a la cultura como el cultivo
    de una forma integral de vida, es decir, aparece como el medio
    creado por la humanidad para entablar su diálogo
    con el
    universo.

    Este nuevo fenómeno de carácter
    internacional: la
    globalización planetaria, tiene efectos opuestos, como
    los de homogeneización y fragmentación cultural;
    estos efectos han derrumbado las identidades tradicionales. A
    través de los mecanismos de: desterritorialización
    y la deshistorialización.

    "Debemos comprender que el proceso de
    globalización, al impulsar el movimiento de
    desterritorialización hacia fuera de las fronteras
    nacionales, acelera las condiciones de movilidad y "desencaje".
    El proceso de mundialización de la cultura engendra, por
    lo tanto nuevos referentes identitarios".

    La globalización impacta en los procesos de
    identificación de la gente porque pone delante de ella a
    otros individuos que actúan como modelos para
    asemejarse o diferenciarse. Es decir que, "…las nuevas
    sensibilidades y estilo de vida, la crisis de
    los sentidos,
    valores y creencias instituidos, el creciente privativo,
    neonarcisismo y hedonismo, en fin, las transformaciones
    culturales de la sociedad contemporánea, plantean la
    acción política cuestiones
    cruciales que afectan tanto su dimensión ética como
    institucional, entre ellas, la necesidad de reconstruir la
    identidades colectivas."

    La identidad no está dada de antemano: se
    construyen, se aprenden, evolucionan. No es algo que nace de una
    vez y para siempre.

    A primera vista, un grupo se
    manifiesta por el simple hecho de que sus miembros poseen en
    común unos símbolos, un territorio, una historia, etc. Sin embargo,
    de cerca, la noción de identidad se vuelve más
    problemática; de hecho, la identidad connota una esencia,
    lo cual implica invariabilidad, homogeneidad, permanencia. Ahora,
    todos saben que las identidades cambian, nacen y desaparecen. Por
    ello, cuando se produce alguna modificación en la
    identidad de un pueblo, éste entra en crisis hasta
    que se vuelven a acomodar las nuevas estructuras,
    es decir, hasta que los individuos acepten y adopten como propios
    los nuevos cambios.

    "Por identidad de un pueblo podemos entender lo que un
    sujeto se representa cuando se reconoce o reconoce a otra
    persona como
    miembro de ese pueblo. Se trata de una representación
    intersubjetiva, compartida por una mayoría de los miembros
    de un pueblo, que constituirían un sí mismo
    colectivo".

    Las identidades son diferentes y desiguales, porque sus
    artífices, las instancias que las construyen, disfrutan de
    distintas posiciones de poder y legitimidad. Concretamente, las
    identidades se expresan en un campo de luchas y conflictos en
    el que prevalecen las líneas de fuerza
    diseñadas por la lógica
    de la máquina de la sociedad.

    El problema de la identidad ha sido quizás el
    problema esencial de nuestra cultura. La identidad es considerada
    como la faceta más importante de ciertas luchas tanto
    pacíficas como violentas. Ha estado
    presente ante el fenómeno de la modernidad y lo
    está ante la posmodernidad.

    La modernidad se
    caracteriza principalmente por la crítica, la racionalidad
    y la utopía; se conforma un "proyecto humano"
    a partir de una manera de ver la realidad y de actuar dentro de
    ella. Al sentido utilitario de los objetos en la modernidad se le
    agrega ahora el sentido transitorio de los mismos en la
    posmodernidad. Nunca como ahora se han descartado las cosas con
    tanta rapidez a causa de lo precario de su duración.
    Mientras más rápidamente se descartan unos objetos
    y más rápida su sustitución por las nuevas
    cosas, mayor es la dependencia de los mismos. Las cosas se
    convierten en "mercancías". Se descree de valores,
    virtudes e instituciones como la familia,
    el trabajo; y
    se valoriza la seducción, la simpatía, la
    espontaneidad. Junto con su gran atractivo, su velocidad, su
    animación y el incesante movimiento de
    gente, se vive la desintegración y la soledad. Como dice
    María Cristina Reigadas en su libro " Entre
    la norma y la forma Cultura política hoy", el
    trastocamiento y multiplicación de mundos diferentes,
    precarios, contingentes, fragmentados, nos coloca ante la
    dificultad de incluir y elaborar la presencia y posicionamiento
    del otro bajo los modos habituales y propios de la modernidad. Y,
    por lo tanto, de elaborar y sostener, a partir del encuentro con
    el otro, nuestra propia identidad.

    Cuando los ritmos de cambio se aceleran, es muy
    difícil establecer posiciones de identidad. Las
    identidades constituidas se deshacen: la crisis de alteridad es
    crisis de identidad, afirma María Cristina
    Reigadas.

    El orden económico mundial exige homogeneizar
    patrones de consumo, y esto no se logra tan sólo mediante
    agresivas políticas económicas ni mediante
    propagandas publicitarias centradas en la oferta de los
    permanentemente renovados productos. Lo
    que se difunde es, ante todo, un modelo
    cultural que genere actitudes y
    motivaciones orientadas a adoptar nuevos estilos y formas de
    vida, más allá e independientemente de las formas
    concretas que unos y otros asuman; lo que se difunde es una
    suerte de "a priori" del consumo incesante y cambiante, que
    instala al ciudadano en el rol eminente, de consumidor. De
    este modo, el deseo de comunidad y de
    participación se encarna en las comunidades
    interpretativas de consumidores que les dan identidades
    compartidas.

    "Nos vamos alejando de la época en que las
    identidades se definían por esencias ahistóricas:
    ahora se configuran más bien en el consumo, depende de lo
    que uno posee o es capaz de llegar a apropiarse. Las
    transformaciones constantes en las tecnologías de
    producción, en el diseño
    de los objetos, en la
    comunicación, vuelven inestable a las identidades
    fijadas en repertorios de bienes exclusivos de una comunidad
    étnica o nacional."

    Es decir, la globalización de la economía
    está definiendo una identidad más vinculada con los
    bienes a los que se accede que con el lugar donde se ha
    nacido.

    La búsqueda de identidad
    colectiva.

    Como dice Villoro Luis en su obra "Estado plural
    y pluralidad de culturas", los pueblos que se encuentran
    sometidos a una relación de colonización,
    dependencia o marginación por otros países, se les
    hace imperante la búsqueda de su identidad.

    La búsqueda de la identidad no está ligada
    necesariamente a situaciones de colonización o
    dependencia. También otras situaciones de
    disgregación social pueden dar lugar a un sentimiento de
    crisis de identidad.

    En los nuevos procesos, se percibe una fragilidad en la
    identidad colectiva y personal, la
    misma está siendo amenazada por los procesos de
    internalización, por el despliegue de una cultura
    homogeneizadora que se impone a través de los medios de
    comunicación y busca, por lo tanto, un sistema de
    garantías que la reconforte, que le dé seguridad. No
    solo el nacionalismo
    exasperado es una respuesta frente a dichos procesos; el
    proteccionismo a la economía regional, la defensa de lo
    propio, la reivindicación de las identidades
    étnicas, son ejemplos de reacciones frente a la
    mundialización de los modos de vida y la
    estandarización cultural del mundo. Se están
    produciendo fuertes desestructuraciones y reestructuraciones,
    creándose nuevas segmentaciones sociales y verdaderas
    subculturas, que fomentan la desintegración de las
    culturas locales.

    La búsqueda de una identidad colectiva aspira a
    la construcción imaginaria de una figura
    dibujada por nosotros mismos, que podamos oponer a la mirada del
    otro.

    Reconocer nuestra identidad es reconocer nuestras
    diferencias: " nosotros los argentinos", pero también es
    reconocer a otros. Ahora bien, ocurre que no sólo
    conocemos las otras culturas sino que, además, recurrimos
    a ellas o a ciertos elementos de ellas.

    La vía hacia la identidad reviste distintas
    formas según sea la situación de que se parte. La
    preservación de la propia identidad es un elemento
    indispensable de la resistencia a ser
    absorbidos por una cultura dominante. Tiene que presentarse bajo
    la forma de una reafirmación, a veces excesiva, de la
    propia tradición cultural, de la lengua, de las
    costumbres.

    La construcción de una identidad cultural debe
    entenderse como un proceso de lucha política entre
    facciones sociales, siempre provisional e incierto, que pasa por
    la defensa y construcción de espacios expresivos y
    reflexivos que den cabida a múltiples manifestaciones
    estéticas y sociales. Las subculturas y contraculturas se
    han construido disputando esos espacios. Es la dinámica propia de su constitución, así genera sus
    vínculos internos y adquiere una identidad
    social.

    En la búsqueda de la identidad, como comenta
    Villoro, se pueden reconocer ciertos rasgos comunes:

    Se trata de oponer a la imagen
    desvalorizante con que nos vemos al asumir el punto de vista de
    otro, una imagen
    compensatoria que nos revalorice. La representación
    revalorizada de sí puede seguir dos vías distintas:
    acudir a una tradición recuperada o seguir otra vía
    más auténtica: aceptar la situación vivida e
    integrarla en un nuevo proyecto
    elegido.

    Esa representación de sí mismo permite
    reemplazar la disgregación de imágenes
    con que puede verse un pueblo, por una figura
    unitaria.

    La representación de una identidad
    nacional o étnica puede no ser compartida por todos,
    corresponder a un proyecto de un grupo
    particular dentro de la sociedad y servir a sus
    intereses.

    Los pilares de la identidad son: conocer la historia propia, reconocer
    nuestros valores, practicar la autoestima y
    la dignidad.

    I.2 La
    globalización: apertura de fronteras

    Posibilidades que brinda

    Es un proceso que todos reconocen como el más
    determinante de la década del noventa, pero que suscita
    opiniones muy encontradas. Si bien no es un proceso nuevo ha sido
    retomado con mayor énfasis en los países en
    desarrollo
    como premisa específica para lograr un crecimiento
    económico y erradicar la pobreza.

    Los orígenes del fenómeno se remontan a
    las dos décadas posteriores a la Segunda Guerra
    Mundial, en el cual los países industrializados de
    Norteamérica, Europa y Asia alcanzan
    tasas de crecimiento del PBI tres veces superiores que en los 130
    años precedentes, lo que a su vez provoca una
    expansión a nivel mundial de las transacciones comerciales
    de estos países.

    Con el fin de regular las crecientes relaciones
    comerciales, los países en cuestión generaron una
    estrategia
    económica y política de liberar todas las barreras
    al libre comercio,
    implantadas por la Estrategia de
    Sustitución de Importaciones.
    Producto de ello son las negociaciones del GATT, la creación del
    FMI y el BM,
    las áreas de libre comercio
    subregionales, etc.

    Este proceso se vio acelerado por las diferentes crisis
    en que se vio inmerso el entorno internacional en los años
    1971 ( crisis del dólar), 1973 y 1979 ( crisis del
    petróleo) y en 1982 (crisis de la deuda);
    otro elemento que ayudo al avance vertiginoso del mismo fue el
    surgimiento de una teoría
    económica a tono con los requerimientos del
    fenómeno: el Neoliberalismo

    La globalización es un proceso multidimensional,
    aunque hay razones para pensar que es ante todo un proceso
    económico hecho posible por cambios provenientes de
    la ciencia y
    la tecnología.

    "El lazo indisoluble que se genera en el siglo XX entre
    la ciencia y la
    tecnología posibilita acelerar, ampliar y consolidar el
    proceso de globalización, especialmente, en sus aspectos
    económicos y culturales."

    La digitalización de las comunicaciones
    humanas ha revolucionado la producción, el almacenamiento y
    el acceso a la información. Si la revolución
    industrial multiplicó la fuerza del
    hombre, la
    evolución informática multiplica la capacidad del
    cerebro humano.
    Hoy la información se ha democratizado, y
    está al alcance de quien posea una computadora y
    un módem para acceder a Internet.

    En efecto, se puede saber lo que ocurre en lejanos
    rincones del universo. Podemos
    trasladarnos en pocas horas a los más remotos y distintos
    lugares y culturas, y convivir con distintos estilos de vidas.
    Podemos ver la tierra
    desde afuera y desde lejos gracias al avión y a las
    fotos que
    envían los satélites.

    Las nuevas
    tecnologías están creando un mundo donde
    los valores y
    las economías repercuten de en un lado a otro; la cultura
    y los valores
    humanos están siendo modelados por un medio
    electrónico. Nunca antes las sociedades
    habían quedado completamente supeditadas al mercado
    comercial para determinar sus valores y sus modelos.

    Del mismo modo que la globalización económica tiende a
    instituir mercados sin
    fronteras, la revolución
    informática hace posible la
    destrucción de barreras idiomáticas y el
    aislamiento recíproco, ya no existe las fronteras
    nacionales para la información. La TV ha creado una fuerza
    cultural penetrante como nuca antes se había visto, tanto
    en su intensidad como en su alcance.

    ¿Debe verse a la globalización como un
    proceso autónomo que impacta en culturas que pasivamente
    reciben sus consecuencias? Aunque no se lo reconozca, a veces se
    piensa que la globalización es el nuevo nombre del
    imperialismo.

    Paralelamente a la globalización se han
    revigorizado los nacionalismos (etnonacionalismo), se han
    acentuado los esfuerzos de revitalización de identidades
    de grupos étnicos o de su constitución por parte de
    otros sectores culturales en el mundo, han regresado sentimientos
    religiosos, además de fundamentalismos de diversa
    índole.

    Estos procesos de resistencia se
    dan generalmente en los países que dependen más de
    lo económico, lo político y lo cultural; estos
    mismos han activado su potencialidad étnica, es decir, han
    reafirmado su propia identidad, cargando simbólicamente
    aspectos diferenciados de su cultura que han sido convertidos en
    referentes de identidad.

    En la Argentina, por
    ejemplo, volvió a tener auge la música
    folclórica, el tango; estos son
    típicos ejemplos de cómo se trata de reafirmar un
    símbolo cultural, para contrarrestar la continua
    invasión de la música
    extranjera.

    La globalización otorga al hombre
    más posibilidades de conocer la verdad y de acceder a la
    belleza ¿Por qué, entonces, despierta tantas
    prevenciones?¿ Por qué resurgen con fuerza todos
    estos procesos de resistencia?

    El hombre colocado en el centro de este proceso, siente
    que ha perdido la protección de las diferentes instancias
    que antes lo contenían. La vieja segmentación entre países tiende a
    ser superada por una nueva segmentación en el interior de
    éstos, por una parte los grupos culturales que poseen los
    conocimientos necesarios para generar riqueza y comunicarse con
    el resto del mundo, y por el otro, los nuevos pobres, excluidos
    de los banquetes de las nuevas oportunidades por carecer de las
    habilidades necesarias para entrar en el mercado de trabajo y
    comunicación.

    "Los llamados procesos globalizadores redundan en la
    redistribución de privilegios y despojos, riqueza y
    pobreza,
    recursos y desposesión, poder e impotencia, libertad y
    restricción. Las divisiones territoriales y segregaciones
    de identidad que imponen y promueve la globalización de
    los mercados e
    información, no reflejan la diversidad de socios en pie de
    igualdad.

    Apenas el 22% de la riqueza global pertenece a los
    llamados países en vías de desarrollo, que abarcan
    al 80% de la población mundial ".

    Los beneficios de la globalización están
    siendo desigualmente repartidos entre las diversas regiones,
    entre los diferentes países y en el interior de los
    mismos, lo cual conlleva severos procesos de fragmentación
    y polarización.

    La globalización les da a los países
    extremadamente ricos nuevas oportunidades para ganar dinero de
    manera más rápida. Estos han utilizado la
    tecnología de punta para desplazar grandes sumas de
    dinero
    alrededor del globo con extrema rapidez y especular con eficiencia
    creciente.

    La globalización es una paradoja: beneficia mucho
    a muy pocos a la vez que excluye o margina a dos tercio de la
    población mundial.

    Como dice García Canclini, en su libro
    "Consumidores y Ciudadanos", la internacionalización fue
    una apertura de las fronteras geográficas de cada sociedad
    para incorporar bienes materiales y
    simbólicos de las demás. La globalización
    supone una interacción funcional de actividades
    económicas y culturales dispersas, bienes y servicios
    generados por un sistema con
    muchos centros, en el que importa más la velocidad para
    recorrer el mundo que las posiciones geográficas desde las
    cuales se actúa.

    La globalización es, siempre,
    "glocalización" (N. García Canclini), que implica
    transformaciones espaciotemporales que afectan los modos y
    estilos de vida concretos de las personas, producto de los
    cambios de escala y de la
    aceleración de los cambios, en especial aquellos debido a
    las innovaciones tecnológicas y a los crecientes niveles
    de complejidad de la vida urbana. Así sé
    reconfiguran los sistemas de
    percepción y representación del
    tiempo y el espacio, que constituyen el entramado básico
    de los mundos de la vida, de la historia concreta de los
    individuos y grupos
    sociales, de sus mitos y sus
    ritos.

    Estas transformaciones se apoyan en una
    aceleración sin precedentes en los procesos
    tecnológicos, tanto en lo que atañe al ritmo mismo
    de las innovaciones como en lo que se refiere

    al lapso que transcurre entre la innovación y su incorporación en la
    producción. Tal proceso se inició en los
    años 70 y ha llegado a ser tildado como la "tercera
    revolución
    tecnológica e industrial". Se ha asentado en la electrónica, la informática, la
    robótica,
    los nuevos materiales, la
    genética y
    la biotecnología.

    Estas son sólo unas de las facetas del mundo
    globalizado. Están además presentes los siguientes
    efectos económicos:

    1. La estandarización de productos y
      servicios: significa que éstos tienen poca o nula
      variación entre los distintos países o regiones
      donde se distribuyen.
    2. Reducción de barreras arancelarias: ha
      introducido el llamado consumo de productos masivos,
      permitiendo que muchos países tengan acceso a
      éstos.
    3. Economía de escala: implica
      hacer los productos más competitivos con una estrategia
      de bajos costos.
    4. La creación de grandes corporaciones e
      integración de las empresas:
      permite un mayor control del
      mercado.
    5. La creciente integración de las economías
      nacionales a los mercados globales, pues de éstos
      últimos depende el crecimiento y la estabilidad de
      aquellas.
    6. Configuración de grandes zonas integradas de
      comercio.

    ¿Dependencia o
    Dominación?

    Lo que para algunos constituye un proceso de
    integración, ya sea por asimilación,
    endoculturación, o por sincretismo y yuxtaposición,
    para otros puede significar la desestructuración y
    desintegración de sus identidades, fragmentación y
    exclusión, mutación de la identidad,
    transfiguración de la matriz
    originaria. El proceso de mundialización, tal como se esta
    dando en la realidad no genera una sola dinámica sino dos dinámicas
    complementarias y opuestas:

    • La globalización
    • La reafirmación identitaria
      (localización).

    Existe una creciente trasnacionalización del
    mercado de
    capitales, del mercado de nuevas tecnologías y del
    mercado de los productos. Todo ello, unido a una
    desconcentración de la producción, tiene como
    consecuencia que los mercados estén cada vez más
    mundializados. Pero no todo el mercado esta mundializado, un
    elemento central del mismo, la fuerza de trabajo, queda afuera de
    este proceso. Basta considerar las crecientes trabas que la
    Unión
    Europea, Estados Unidos,
    por ejemplo, ponen ante los inmigrantes que van en busca de
    trabajo.

    Los mass medias, las nuevas tecnologías, los
    programas
    informáticos, la música rock, la
    Coca

    Cola, los jeans, las tiendas MacDonald o la
    hegemonía de la lengua
    inglesa, representan ejemplos de mundialización, son
    consecuencia directa de la acentuación del imperialismo
    cultural y de la imposición del "american way of
    life".

    El fenómeno globalizador no se está
    expresando sólo en la economía y en las tendencias
    referidas, ciertamente contradictorias, acerca del
    Estado-Nación, sino también en el plano
    sociocultural. Si bien McLuhan había hablado ya en los
    años sesenta de una "Aldea Global", los adelantos en estos
    últimos años han impulsado todavía
    más las comunicaciones
    entre distintos puntos del globo.

    En lugar que todos estos efectos apunten en la dirección de una única "cultura
    mundial" y una única "identidad planetaria", lo que
    está sucediendo es que, crecientemente, aumenta la
    conciencia de
    las identidades culturales diferenciadas, es decir, como dice M.
    Cristina Reigadas, el descentralismo del sujeto racional moderno,
    la irrupción del multiculturalismo y de la diferencia
    impide, por un lado, afirmar identidades cerradas, fuertes, y
    absolutas, pero, por el otro, no se sabe aún cómo
    evitar que la diferencia sea travestida en "indiferencia"
    sociopolítica, legitimante de la injusticia.

    Las grandes migraciones actuales y la extensión
    del turismo en masa
    no han producido homogeneidad ni globalización cultural,
    sino que han puesto de manifiesto el pluriculturalismo realmente
    existente.

    "La experiencia del multiculturismo es contundente: la
    diversidad estalla, se exhibe, reclama. Los otros están
    entre nosotros. Nosotros somos los otros."

    En todos las dimensiones se puede encontrar elementos
    que están sujetos a una dinámica de
    globalización y otros que responden a la dinámica
    de reafirmación de identidades colectivas
    (localización).

    La crisis contemporánea constituye el caldero
    donde se combinan y recrean creencias, actitudes y estilos que
    darán lugar a una nueva cultura que, como sostiene Alain
    Touraine en su obra "¿Podremos vivir todos juntos?", es
    "de ninguna parte" pero que no por ello será uniforme,
    abstracta, transhistórica o sobreimpuesta, sino que,
    podrá ser, por primera vez en la historia de la humanidad,
    global y planetaria. Construcción común de todas
    las naciones y pueblos. En cualquier caso, las tendencias futuras
    de la globalización dependerán de los modos de
    recombinar lo nuevo y lo viejo, lo propio y lo ajeno, lo
    económico, lo político, lo estético, lo
    igual y lo diferente. El mundo globalizado dependerá
    entonces de los modos concretos y específicos en que los
    individuos y los grupos interactúen, es decir de los modos
    en que toleren y promuevan la presencia y acción del otro
    en la configuración de sus propias identidades. Se
    habrá terminado la pesadilla de la homogeneidad, el
    aniquilamiento de la diferencia. Pero también,
    renacerá el deseo del otro, el deseo de
    comunidad.

    Partes: 1, 2, 3

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