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Los movimientos populistas en el cono Sur Americano (página 2)




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Partes: 1, 2

4. Experiencias en el cono sur
americano

Argentina

Las corrientes ideológicas del proletariado europeo
le viene a los argentinos, de la tradición inmigrante, que
ya desde fines de siglo se patentiza en su naciente clase obrera,
artesanado y población trabajadora rural. De este modo,
anarquistas, social demócratas, socialistas y comunistas,
pusieron pie en el puerto de Buenos Aires y se
expandieron por todo el país (3).

Más adelante, "La Internacional", que abanderaban
las columnas obreras, fue borrada por una nueva canción de
música
pegadiza, que daría lugar a una de las historias
más significativas del populismo
americano: el peronismo.

Juan Domingo Perón
(1895-1974), asumió el poder de la
República Argentina en
1946, apoyado por los trabajadores que, comandados por su esposa
Eva Duarte, le reeligieron en 1952. A grandes rasgos, su gobierno
introdujo los derechos del trabajador, el
voto de la mujer y la
función
social de la propiedad.

La formación de las diferentes organizaciones
políticas, su evolución y su importancia, nos permiten
delimitar en cuatro fases el primer gobierno
peronista:

1. de 1943 a 1945, cuando se prepara el estatismo como
orden político.
2. entre 1946 a 1949, en que se impone y reafirma.
3. entre 1949 a 1951-52, que significa el triunfo y crisis del
sistema.
4. de 1952 a 1955, en que el estatismo cede lugar a otro tipo de
organización política.(4)

El primer período presidencial de Perón,
eliminó a la oposición del sector
liberal-democrático. Esta situación
respondía a un determinado concepto de orden
político, especialmente común entre los militares.
El gobierno consideraba que los derechos y garantías
individuales eran un peligro, y por tanto, secundarios, ya
que podían ser utilizados como pretexto para acciones
subersivas, poniendo en riesgo la
seguridad
nacional.

Enumerar aquí cada una de las medidas tomadas contra
los grupos liberales,
nos tomaría mucho tiempo y nos
desviaría del tema principal. Lo cierto es que existe una
gran cantidad de información relacionada con los llamados
Actos de Limpieza, que comienzan en 1951 y que perduran durante
todo el régimen:

"Es necesario llevar este proceso a toda
la Administración
Pública, de forma que no reste un único
funcionario o un único empleado que no comparte total y
absolutamente nuestra manera de pensar y de sentir, en lo que se
refiere al orden institucional, administrativo y de gobierno"
(discurso
pronunciado por Perón, durante una conferencia con
gobernadores de provincias, insitándolos a exigir una
adhesión incondicional de todos los funcionarios
públicos).

Perón esperaba alcanzar sus objetivos a
través de la difusión de su "doctrina", y para
ello, ésta comenzó a ser enseñada en
cursos especiales
en horas de trabajo ( 1952, Resolución Nº389 del
Ministro de Comercio Exterior
A.F. Cofiero: "en cumplimiento de las directrices de
difusión doctrinaria de los organismos del Estado, se
considera necesario y conveniente la creación de cursos de
doctrina peronista…").

Además, a partir de 1951, el gobierno traza un
plan de
acción anual que tiene por objeto disminuir la influencia
de la oposición. Muchas de ellas afectan a los
militares.

La actuación posterior de Perón, contra los
promotores del orden político, es decir, Administración Pública, militares y
la Iglesia,
dará lugar a una segunda división del peronismo: antes
y después de 1949.

Lo que realmente interesa al régimen es una
estructuración del pueblo en unidades de fácil
control. Al
frente de la estructura
interna de la nación
se encontraba el Estado, y
por Estado se
comprende Perón, encargado de tomar las decisiones
importantes y el único que actúa
políticamente.

Sin embargo, el intento de organización general, se ve modificado en
la medida en que la preocupación por organizar todos los
sectores, es superada por formas de participación
entusiasta. Por otro lado, este esquema necesitaba llegar a las
instituciones
opositoras, lo que significaría un elemento de
tensión para el sistema, y ambos
serán decisivos para la transición de
1951.Asimismo, la interdependencia de los diferentes problemas
nacionales, requerían de una solución
homogeneizadora, y por lo tanto, el único capaz de
resolverlos era el
Estado.

De esta manera, el gobierno militar intentará
proteger tanto la industria
naciente como a los trabajadores, favoreciendo a estos
últimos, lo que permite la integración de las clases bajas a la
comunidad
nacional.

Sin embargo, el gobierno de Perón fue derrocado en
1955. Pero durante su exilio, continuó al frente del
movimiento
justicialista. Precisamente, el triunfo del Frente Justicialista
de Liberación en las elecciones de marzo de 1973,
permitieron el regreso del líder,
quien resultó nuevamente electo Presidente de la
República en septiembre del mismo año.

El retorno del peronismo abrió un proceso
político lleno de tensiones que culminó en marzo
del '76, con la intervención de las Fuerzas Armadas. Pero,
¿qué es lo que lleva a un segundo derrocamiento del
sistema populista?.

El segundo regreso de Perón aparece como definitivo,
el peronismo ha ganado las elecciones el 11 de marzo y
Héctor J. Cámpora ocupa el gobierno en nombre de
Perón.

Sin embargo, el peronismo ha evolucionado desde la
década anterior. La lucha entre la derecha y la izquierda
peronista, por el control del
"espacio político", alcanza precisamente su mayor
expresión, al regreso del líder.
Varios enfrentamientos se sucedieron, produciendo muertos y
heridos innumerables.

Perón desplaza el antiguo sistema de
eliminación de la oposición, por una suerte de
derecho individual. Estar o no estar de acuerdo con la doctrina
peronista, no es una cuestión ideológica, y por
ello, no altera en nada la igualdad de
todos ante la Patria.

De este modo, algunos de los temas ideológicos del
peronismo se modifican sensiblemente a lo largo de la historia
argentina. Así, la asociación típica en
el discurso
peronista hasta 1951, entre la entidad del "pueblo" y el
colectivo "trabajadores", desaparece durante el período
'73-74.

La muerte del
general Perón el 1 de julio de 1974, provoca un
vacío político, en la medida que el sistema ha sido
creado por y para él. El país se hunde
rápidamente en una crisis sin
precedentes. La presidencia es asumida por Isabel Perón,
segunda esposa del general, cuya inexperiencia e incapacidad
política
llevará a una actitud de
absoluta prescindencia por parte de las Fuerzas Armadas.

Esta búsqueda de participación y legitimidad
militar, por parte del Estado, llevará a una segunda
crisis aguda en 1975, preludio a la caída del poder
civil.

El peronismo se enfrentó, durante este
período, con prácticamente todos los sectores
empresariales de la sociedad argentina. Las
iniciativas de los grandes propietarios rurales, jugaron un
papel decisivo
en el desplazamiento de la
administración peronista.

Otra causa fundamental de su caída, fue la
coalición política entre el gobierno y el FREJULI
(5), que sostenían una serie de reivindicaciones
programáticas, que chocaban con las diferentes posturas
del gobierno. Como resultado, el Estado perdió en parte su
unidad interna, y con ello la eficacia de sus
intervenciones se encontró relativamente
deteriorada.

La negativa de los partidos a exonerar a la presidenta,
llevó a una intervención "constitucional" por parte
de los militares, apareciendo como una de las formas más
sutiles de intervencionismo.

Sin embargo, el ciclo del peronismo no se ha cerrado.
Continúa siendo la corriente mayoritaria en el aspecto
político argentino, y sobretodo en el seno de la clase
obrera.

Bolivia

El primer esquema de gobierno populista boliviano, surge con
David Toro (mayo 1936-julio 1937), en donde se formaliza una
alianza de la alta burocracia minera
con núcleos reformistas de la pequeña
burguesía, bajo la dirección de un grupo militar
más politizado, dando origen a un "socialismo
militar."

Precisamente este nuevo sistema de socialismo
militar, sirve de experiencia pedagógica para encauzar un
verdadero populismo en la
década del 40. Los consorcios mineros tuvieron por
respuesta, un incremento de las fuerzas productivas y el
proletariado urbano iniciaría su historia de clase, sin otro
antecedente que las luchas cotidianas.

El aumento de la participación de la clase obrera,
junto con el reaparecimiento de pequeños partidos
políticos burguses, les dieron a los centro urbanos un
mayor peso político. La ciudad, orientada por movimientos
populistas, se mantuvo activa por el papel de las
clases
sociales inquietas e impugnadoras de la hegemonía
tradicional.

En estos años, se organizaron dos partidos de masas: el
Partido de la Izquierda Revolucionaria (PIR) y el Movimiento
Nacionalista Revolucionario (MNR). Así, los
fenómenos sociales se expresan en la
organización de potentes movimientos de masas,
principalmente urbanas, para el planteamiento de conquistas
sociales, económicas y políticas.
Ambos partidos, reflejan esa política.

Frente a ello, los partidos tradicionales (liberal,
republicano y otras ramas menos relevantes) formaron la
Concordancia, alianza política con que la
oligarquía enfrentó a las nuevas organizaciones de
masas. En este cuadro organizacional, comienza el desarrollo
populista boliviano, para cumplir dos ciclos de poder:

1. de 1943 a 1946.

2. el ciclo que corresponde a los doce años iniciados
con la insurrección popular de 1952.

El primero, corresponde al gobierno de Villarroel, surgido en
1943. Sus objetivos eran
la reubicación del Estado en el campo de la economía, realizar
reformas políticas y sociales en beneficio de los sectores
asalariados y la apertura de una independencia
económica, sin la necesidad de introducir cambios en la
estructura
social.

El hecho clave, es que el PIR, viéndose rechazado por
el gobierno, formó una alianza con los partidos de la
Concordancia en un denominado Frente Democrático
Antifascista. A este nuevo grupo le
importaba poco la filiación ideológica y los
métodos
represivos; lo significativo para su dominación era la
alternativa de cambio, que
comenzaba a tomar forma a través de hechos como: la labor
parlamentaria piristas, la promulgación de leyes
modernizadoras de signo populista, la abolición del
trabajo gratuito en el campo y el gran desarrollo del
movimiento obrero.

Así, gobierno y partidos populistas se ubicaban en una
necesidad de cambio, en la
perspectiva de unirse por encima, o al margen de sus direcciones
sectarias. Hasta 1946, el populismo en Bolivia tuvo
un desarrollo discontinuo, caracterizado por lapsos cortos de
ejercicio del gobierno, compartiendo el poder con fuerzas de
diferente signos.

El segundo ciclo, se refiere al ascenso al poder del MNR,
gracias a una inserrucción popular el 9 de abril de 1952.
Esta insurrección reveló una característica específica del
populismo: el proletariado urbano y los trabajadores mineros no
actuaron por un interés
concreto de
clase social, sino con la amplitud policlasista orientado a
cambiar el statu quo, y que no planteó tareas
específicas de la clase obrera.

Junto a ello, se promulgó el voto universal (21 de
julio, 1952), se nacionalizaron las minas (31 de octubre, 1952) y
se decretó la reforma
agraria (2 de agosto, 1953). Estas medidas representaban un
triunfo del populismo de masas (6). Además, por su parte,
el MNR introdujo políticas distributivas que no afectaban
a las relaciones de producción.

De este modo, las conquistas logradas con la victoria de abril
abrieron el camino de una revolución
populista, revolución
política, y no de otro tipo, es decir, que no plantea la
necesidad de revoluciones sociales, como tampoco traduce un
cambio en las relaciones de producción.

La alianza de clases tomó un sentido original para el
proletariado. Los trabajadores se organizaron en la Central
Obrera Boliviana (COB), considerada como un parlamento obrero al
cual concurrían los diversos partidos de gobierno, en
especial el MNR. Surge así, lo que se denominaría
"cogobierno MNR-COB", que subordinó el movimiento obrero a
la dinámica del régimen populista:
Estado-partido-sindicato.

Pero la realidad económica planteaba un sentido
distinto al original. El populismo, incapaz de desarrollar una
burguesía nacional como fuerza propia,
abría los brazos a la inversión extranjera, creando un nuevo tipo
de dependencia nacional. En 1964, año de la caída
del MNR, Bolivia se
afirmaba en un capitalismo
monopólico.

Los doce años que duró el régimen,
iniciaron un proceso de coherencia nacional y social. Las clases
explotadas se sienten nacionales, participan de los problemas del
país y cuestionan los problemas de Bolivia con una
conciencia
crítica.

Brasil

La historia del
populismo en Brasil, comienza
con la revolución de 1930 en la que la llamada
"República Velha" llega a su fin (7). De esta manera, la
disidencia oligárquica, la burguesía industrial y
los nuevos grupos urbanos,
llegan al poder a través de Getulio Vargas.

El nuevo gobernante mantiene una política de compromiso
con los grupos cafeteros, y actuará en la dirección del desarrollo industrial del
país. La hegemonía del gobierno anterior es
desplazada por una nueva, en donde el sector industrial
superará al sector agrícola, pero no completamente.
El sistema de poder en esta etapa, engloba conjuntamente ambos
sectores, y los suma a las capas medias urbanas. El Estado
regulará las relaciones de producción,
convirtiéndose en un instrumento directo de la constitución del sistema industrial, pues
ésta crecerá a través de su acción
directa.

En Brasil, y a
diferencia de otros Estados sudamericanos, la clase obrera era
menor, mientras que la masa urbana no obrera y las masas rurales,
eran mayores. Esto condiciona a la creación de una
estructura sindical más bien débil. De allí
que la burguesía industrial alcance un mayor ascenso en el
plano político.

El varguismo, o getulismo, acentuará la defensa de los
humildes, en la cual los valores de
masa tendrán preponderancia sobre los valores de
clase. Sin embargo, la gran reserva de mano de obra
brasileña comprimía constantemente los salarios reales,
por lo que la producción capitalista fue de menor
extensión que en Argentina, por ejemplo, en donde el
ejército industrial de reserva era mucho más
reducido.

En 1937, se proclama la creación del "Estado Novo" en
la que la burguesía industrial impone un compromiso con la
burguesía agraria y mercantil. Ya para entonces, el Estado
se había encargado de reprimir a las fuerzas de izquierda,
agrupadas básicamente en la Alianza Nacional Libertadora,
así como se preparaba para reprimir también a la
extrema derecha facista, La Acción Integralista
Brasileña.

El Estado, para Vargas, es sólo el coordinador y
regulador de los intereses colectivos, la sociedad
organizada como poder, para dirigir y asegurar su progreso. Con
ello, el Estado no reconoce derechos de individuos contra la
colectividad y no reconoce la lucha de clases; las leyes laborales
pasan a ser leyes de armonía social.

El 30 de diciembre del mismo año, se decreta la
reglamentación para la transformación de los
partidos
políticos en sociedades
culturales de beneficencia; en 1938, se nacionalizan las empresas de
seguros
así como los yacimientos de petróleo y
gas naturales.
Además se reglamenta el salario
mínimo y se exceptúa de impuestos las
casas destinadas a los obreros.

Asimismo, se eliminan los partidos políticos, pues el
pueblo ya no necesita de intermediarios para llegar al jefe de
Estado. El Estado Novo, ampliamente nacionalista, revelaba una
heterodoxia en sus diferentes elementos constitutivos, resultante
de las diferentes fuerzas que lo componían.

"… sobre el concepto del
régimen que denominamos Estado Novo o Estado Nacional, me
parece oportuno decirle que, al instituirlo, no tuvimos en vista
copiar este o aquel modelo, sino
apenas, dar forma política a las tendencias sociales y
económicas de la vida brasileña…. Más que
en las palabras y en las convenciones legales de las democracias
parlamentarias, ese régimen atiende a los intereses del
pueblo y consulta sus tendencias a través de las
organizaciones sindicales y asociaciones productoras. Es
más una democracia
económica que política… lo que parece divergencia
ideológica o doctrinaria, en el régimen
brasileño, en relación a los demás Estados
de América
es, solamente, la afirmación de nuestras
particularidades." (8). Las ideas de Vargas tienen como base el
positivismo,
que postulaba el orden como principio y el progreso, como fin; de
igual manera, la necesidad de incorporar al proletariado en el
cuadro político de la Nación.

En 1945 Vargas es derrocado, y el general Eurico Gaspar Dutra,
Ministro de Guerra en el
Estado Novo, asume como presidente. Sin embargo, esto no
significaba una caída de la dictadura
populista, ya que el nuevo gobierno respetó la estructura
sindical corporativa y reprimió duramente a las fuerzas
obreras independientes.

Pero una nueva fuerza
popular, el "queremismo" (cuya consigna era "queremos a Vargas"),
reivindicaba la permanencia de Vargas en el poder. De ese modo,
en 1950 vuelve a la Presidencia de la República. Es
precisamente este período, el cual se considera
auténticamente populista, ya que se establece una
verdadera alianza entre proletariado y burguesía
industrial, contra los viejos sectores agroexportadores y se
afianza un verdadero nacionalismo,
pero en una época de "recuperación" del imperialismo.

Poco a poco, empiezan las concesiones y los retrocesos de
Vargas: la Ley de Seguridad
Nacional, la Prórroga y ampliación del Acuerdo
Militar Brasil-Estados Unidos,
así como el intento por incrementar las exportaciones y
frenar las importaciones.

La campaña de la derecha en su contra, fue creciendo en
la medida en que su política de conciliación lo
aislaba de las masas. El pueblo deja de escucharlo, y la
izquierda inicia otra campaña en su contra, que lo lleva
al gesto extremo del suicidio en 1954,
cuando estaba virtualmente depuesto.

Tras el gobierno de Vargas, asume Juscelino Kubitschek, quien
mantiene el sistema político dominado por el Estado, y
apoyado en una coalición compleja, la del PSD, que
defendía ciertos sectores de la oligarquía, con el
PTB, que canalizaba la participación política de
los trabajadores. De esta manera, el "Estado de compromiso" hace
compatible una inversión elevada, tensiones sociales
reducidas, nacionalismo y
apertura al capital
extranjero; convirtiédose en un Estado nacional popular y
un Estado defensor de sus propios intereses.

Colombia

En Colombia la
experiencia populista se reviste de formas complejas. El
asesinato del líder popular, Gaitán, en 1948
demostró que, sobre determinadas circunstancias, el pueblo
podía ser movilizado con una furia violenta y ciega contra
las autoridades y quienes son considerados representantes de
éstas.

Por otra parte, los partidos políticos pequeños
y algunos grupos de partidos grandes como el Movimiento
Revolucionario Liberal, aparecen y desaparecen del escenario
político, o son absorvidos por los grandes partidos, o
simplemente, disueltos, cuando el entusiasmo y los recursos son
insuficientes.

En las elecciones parlamentarias de 1966, el 57% de los votos
correspondían a dos grandes partidos que apoyaban la
reciente coalición Liberal-Conservadora. En la
oposición, el único partido que tuvo una real
votación, fue la Alianza Nacional Popular (ANAPO), del
antiguo dictador Rojas Pinilla, que recibió el 19% del
total. Si consideramos que las principales fracciones de ambos
partidos, lanzaron 1 candidato apenas como parte del acuerdo de
la coalición, entonces podemos deducir que la
cooperación entre los políticos encontró eco
entre el electorado.

La existencia de estos partidos (Liberal y Conservador) se
explica, porque Colombia es el
único de los grandes países de Latinoamérica, que ha mantenido intacto en
el siglo XX, un sistema político que la mayoría
poseía en el siglo XIX, pero que han modificado,
abandonado o derrumbado mediante el cambio social.

Fuera de ello, la geografía electoral
colombiana revela pocas áreas en donde exista una
división equitativa de apoyo partidiario, esto es, que a
nivel de municipio o de pequeñas ciudades, un partido
suele dominar, llegando a excluir a su oponente.

Por otra parte, la realidad de la sociedad de Colombia, no
muestra un
modelo
simplista de separación de clases. Por ello, los partidos
no suelen ser instrumentos de supresión de las
reivindicaciones populares. La participación, entonces, no
está limitada a las clases populares. El verdadero
conflicto
surge cuando ambos partidos del Estado, entran en competencia;
algunas veces, la solución se ve enfrentada en la alianza
partidiaria, pero en otras, pueden recurrir a la violencia
armada en busca del poder político. Es necesario aclarar,
que ningún partido defiende un determinado grupo social o
a un conjunto de principios.

De este modo, los partidos son canales para acceder al poder
político, aceptando en ellos integrantes de cualquier
ideología, grupo social o religión. Esta
flexibilidad asegura su continuidad. De la misma manera, al no
estar insertos en intereses de una elite social, no adoptan
programas de
reivindicaciones sociales, asociadas a los movimientos populistas
(pero el populismo es mucho más que un conjunto de estas
reivindicaciones, en torno a una
justicia
social).

La historia política de Colombia, por lo tanto, nos
muestra un
continuo hacer y deshacer de alianzas. Inclusive, muchas de estas
asociaciones fueron incongruentes, como por ejemplo, cuando Lopes
Michelsen, líder de la ala izquierda de la fracción
liberal (Movimiento Revolucionario Liberal), buscó una
alianza con el partido del general Rojas Pinilla y con el Partido
Conservador, a pesar de que el grupo fuera, por tradición,
el más férreo enemigo de las libertades de
izquierda.

Con ello, este análisis pretende mostrar que la característica del escenario
político colombiano, subestima ciertos aspectos del
sistema político, ofreciendo una cierta continuidad y
estabilidad propia de una época. La violencia o la
amenaza de ella, constituye parte integrante del sistema y no
necesariamente el anuncio de una revolución social. Por
consiguiente, el proceso político no es monopolizado por
las clases superiores ni por una oligarquía, aún
cuando la participación en los asuntos de la
Nación, sea limitada y diferente a la normalmente asociada
a un sistema democrático.

Es por esto, que las instituciones
tradicionales no precisan, necesariamente, adoptar doctrinas
favorables apenas a una elite, pues pueden ser flexibles y
adaptables, de modo que respondan a un cambio social.(9)

Chile

La opción populista en Chile,
significó una redefinición del campo de alianzas
políticas. La aparición del "ibañismo",
debilitó la representación del centro
político, que hasta entonces había
constituído una de las bases del Frente Popular. Con ello,
produjo un reajuste del campo de fuerzas, sustituyendo la antigua
relación "partidos de izquierda/masas populares" por
"caudillo/masas populares". Por lo tanto, el Partido Comunista
rechazó la opción populista.

Ibáñez, como todo líder populista, se
dejó llevar por el lenguaje
anti-parlamentario y especialmente, anti-partidiario. Con ello,
los comunistas vieron el peligro que esto podía acarrear:
el arrancar a las clases populares de los tradicionales "partidos
revolucionarios".

Sin embargo, el camino de Ibáñez fue ampliamente
preparado por el Presidente anterior, Alessandri. Este,
representó un despertar político en la historia de
nuestro país, integrando las clases medias y bajas a la
política nacional y disminuyendo la discordia existente
entonces, a través de la reducción de la
inestabilidad parlamentaria, la relación Iglesia/Estado, depreciación de la moneda, etc.

A partir de Alessandri, los partidos y organizaciones
identificados con los trabajadores progresaron. En 1922, el
antiguo POS se convirtió oficialmente en el PC de Chile.

A través de la legislación reformista de
Alessandri, las Fuerzas Armadas encabezadas por
Ibáñez y Grove Vallejos, pidieron al Parlamento un
nuevo código
laboral y un
mejor pago a los militares. Obviando la jerarquía militar,
reemplazaron al gobierno de Altamirano por una Junta propia. El
nuevo régimen prometió una ola de reformas,
volviendo a poner a Alessandri en la presidencia.

En 1925, Ibáñez asumió el poder efectivo
tras sellar con las elecciones presidenciales, su legitimidad
popular y constitucional. Puso en ejecución mucho de los
planes de su antecesor, tratando de disciplinar a la sociedad
para su desarrollo
económico, introducción de capital
extranjero, bajos impuestos y
estabilidad.

Al igual que Alessandri, reemplazó a los funcionarios
públicos aristócratas por novatos de los estratos
medios y de
provincias distantes; de hecho, los principales beneficiarios de
la expansión presupuestaria fueron miembros de la clase
media alta pertenecientes a la burocracia y a
los militares.

Por otra parte, Ibáñez fue uno de los primeros
presidentes latinoamericanos que enmarcó a las
organizaciones laborales en un sistema de sindicalización
supervisada por el Estado, de este modo, el sindicato
debía servir tanto a los trabajadores como al Estado.

Sin embargo, la Gran Depresión
de los años '29-30, disminuyó el apoyo
foráneo a Chile, trayendo consigo desórdenes
nacionales, que presionaron al Presidente y destruyeron la
legitimidad de su mandato. Con ello, Ibáñez
renuncia y deja el país en julio de 1931.

Entre los años 1934 y 1935, el Partido Comunista
chileno llamó a la formación de un frente unido de
campesinos y proletariado contra el fascismo, el cual
se denominó Frente Popular y que ofrecía al Partido
una alternativa para superar sus puntos débiles entre los
trabajadores y el electorado. Este Frente Popular, cada vez
más populista, identificó su programa con
intereses multiclasistas chilenos al poner énfasis en la
modernización económica nacional, por sobre el
conflicto
social.

Sin embargo, en las siguientes elecciones, un movimiento
encabezado por Ibáñez, obstaculizó el avance
del Frente. Su triunfo se debió principalmente a que ni el
populismo ni el socialismo puros, consiguieron poder absoluto a
través del Frente Popular, aunque en el surgimiento, apoyo
y programas de
coalición se vieron elementos considerables de ambas
tendencias.

Los sucesos que siguieron en el ámbito internacional,
debilitaron la política nacional; a partir de ello, cuando
se desacreditó la política multipartidista, los
encantos del populismo se volvieron más atractivos para
los votantes. En 1952, reaparece Ibáñez en el
Sillón Presidencial.

Esta vez, el Presidente no pudo evitar los males como la
dependencia del capital extranjero, la inflación, el
estancamiento rural y la pobreza de la
clase trabajadora. Con ello, la popularidad de
Ibáñez perdió terreno, en favor de los
recién nacidos Demócratas Cristianos (DC) y los
resucitados marxistas que ganaron cada vez más adeptos
entre las mujeres, campesinos y ocupantes ilegales de terrenos en
las urbes, así como en la clase media.

Viéndose favorecidos, los socialistas pronto se
divorciaron del gobierno de Ibáñez, una vez que
éste se apartó de las promesas de su campaña
y se ecercó a la derecha.

Pero la historia del populismo chileno, rebasa los límites
convencionales, y aún se encuentra presente entre los
años 1964 a a 1970, cuando la DC asume el gobierno del
país, bajo la tutela del carismático y populista
Frei. Apoyado por liberales y conservadores, Frei supo mantener
durante todo su gobierno el popular tema del "anti-comunismo";
asimismo, promete una "revolución de libertad" pero
no en el sentido marxista y carente de las proporciones de largo
alcance de Allende.

A través de una visión de prosperidad
económica y justicia
social simultáneas, intenta llegar a todos los sectores de
la sociedad, evitando así, una revolución.

Por primera vez en Chile, los partidos marxistas, las fuerzas
conservadoras y de centro, se veían envueltas en una
confrontación polarizada. El programa y
la
personalidad de Frei triunfaron en todos los sectores
sociales del país y en todas las regiones, contando con un
gran apoyo partidista que logró vencer a la izquierda
extrema de Allende.

El tema del sindicalismo,
se solucionó a través de la legislación que
proveía a éstos, de un estatuto legal y financiamiento
para las organizaciones sindicales campesinas que existían
ilegalmente, y que se habían formado en los años
anteriores.

Pero por otra parte, al penetrar tan hondamente en el campo
para reestructurar relaciones sociales y políticas de
antigua data, los democratacristianos provocaron la ira de la
oligarquía rural y de esa manera, precipitaron una
reorganización de las fuerzas políticas de derecha.
Del mismo modo, las políticas de sindicalización
campesina y reforma
agraria, trajeron consigo el aumento de las contribuciones de
bienes
raíces y la modificación de los derechos de
propiedad, con
lo que la derecha se condujo a una profunda alienación con
el centro.

Al mismo tiempo, el apoyo
de los trabajadores rurales y urbanos, organizados y no
organizados, amenazaba a los partidos de izquierda con acabar con
su base electoral histórica. De igual manera, esta
izquierda que se hallaba profundamente afectada por desarrollos
ocurridos en la Cuba
revolucionaria, propagaba el reemplazo del Estado capitalista
burgués por el Estado socialista de los trabajadores.

Ello dio por resultado la unión de los partidos
marxistas con una fracción de los radicales, quienes
formaron la coalición de la Unidad Popular liderados por
el dr. Allende, y que ganaría las elecciones
presidenciales de 1970.

Peru

Veinte años después que el sector radical del
partido aprista intentara derrumbar el gobierno de Bustamante,
las Fuerzas Armadas del Perú tomarán el poder en
1968.(10)

El gobierno de Bustamante, a partir de 1945, fue la primera
experiencia frustrada para conciliar los intereses de las
diferentes clases y sus organismos representativos. El golpe
militar del '68, se inscribía nuevamente en un cuadro
político semejante.

De 1964 a 1968, resultó imposible la constitución de un régimen efectivo
que pudiera unir las diferentes clases
sociales, a fin de condicionar al país, de las
múltiples influencias externas y de sus respectivas
derivaciones nacionales. Así, el cambio operado por las
F.F.A.A. le confieren una nueva tónica que legitimiza su
tradicional papel de tutor del país. Este se manifiesta a
través de la estatización de la International
Petroleum Company, subsidiaria de Standar Oil of New Jersey, que
mantenía una situación ilegal en el Perú; la
restricción en los Bancos en un 25%
la participación de capital extranjero, o la Ley de Reforma
Agraria y del Código de Aguas, que supone una sustantiva
modificación de la estructura social.

Pero estos hechos tienen sus antecedentes, cuando el general
Sánchez Cerro, procuró por primera vez, forjar una
especie de populismo militar, basándose en el apoyo del
pueblo y del sector urbano, compitiendo con el partido aprista.
Con ello, se concilia una alianza entre el Ejército y la
burguesía, que impedía que ésta
última se tornase en una clase dirigente.

En 1945 se constituye el Frente Democrático Nacional,
en el cual el APRA participa con un mayor peso, proponiendo como
candidato presidencial a un "héroe" de la reciente
guerra con
Ecuador, que
también era apoyado por la burguesía y, por
supuesto, por el Ejército.

Con la victoria de FDN, el APRA obtiene un amplio acceso a las
cámaras parlamentarias, colocando al Ejecutivo en una
situación más bien débil. Por un lado, se
presentaba la burguesía impidiendo cualquier tipo de
reformas, y por otro, las masas populares movilizadas por el
APRA, ejerciendo fuertes presiones.

Esto originó la tentativa de aplicar un régimen
que conciliara los intereses clasistas, es decir, un
régimen populista. Sin embargo, la imposibilidad del
gobierno y su incapacidad en la aplicación de una
política redistributiva, simultánea a un control de
las importaciones,
llevó al país a

una grave corriente inflacionaria. La burguesía se vio
amenazada, y los sectores medios y
exportadores presionaron gravemente al gobierno.

Esta situación llevó a que el 3 de octubre de
1948, ocurriera un intento de revolución por el sector
rural de la burguesía, que acaba con el sistema
imperante.

La segunda tentativa populista se produce cuando, el APRA,
apoya al candidato presidencial Prado, ocasionando en 1956 una
denominada "imposible" alianza apro-pradista, que durará
hasta 1962. Sin embargo, la antigua clandestinidad del APRA
llevará a que los jóvenes intelectuales y
profesionales, se agrupen en las filas de nuevos partidos como el
Social Progresivo, la Democracia
Cristiana y la Acción Popular, imposibilitando con ello,
la acción movilizadora aprista.

El gobierno apro-pradista intensificará la
urbanización, acelerando el cambio de las relaciones
urbano-rurales y ayudará a

la estimulación de la incorporación del campo a
la vida urbana. Se estimula la iniciativa privada y la
formación de préstamos para la construcción de casas urbanas, sin
participación estatal. Estas medidas fueron tomadas debido
a los problemas de crecimiento urbano y el malestar rural. Se
ayuda además, a los pequeños agricultores en la
elevación de su productividad y
el aumento de sus ventas.

Sin embargo, tales medidas traerán los resultados
típicos de la política populista: aumentos
salariales, aumento de las importaciones, una consiguiente
corriente inflacionaria y una desvalorización de la moneda
nacional. Esto ocurre en 1959.

De allí, que tras las elecciones de 1962, las F.F.A.A.
tomen el poder, argumentando "fraude" en el
sistema eleccionario. El nuevo gobierno, al mando de Porém
decreta una nueva Ley de Reforma Agraria, que no significa un
cambio efectivo de la situación campesina.

Es el mismo Porém, quien llama a elecciones, apoyando
al candidato Belaúnde, que es elegido Presidente en 1963.
De más está decir que, las medidas adoptadas por el
nuevo gobierno, reformas agrarias y tributarias, traen consigo
los procesos de
inflación y déficit fiscal. Las
F.F.A.A. retiran el apoyo dado al gobierno, realizando un segundo
golpe institucional.

El populismo militar intentó satisfacer, al menos
parcialmente, los intereses y aspiraciones de los sectores
modernizantes. Entretanto, la burguesía se vio amenazada,
y los sectores populares y medios, resisten la pasividad a la que
el gobierno pretende someterlos.

Notas

(1) Viguera, Aníbal. "Revista
mexicana de sociología". Cap.I,59.

(2) Touraine, Alain. "América
Latina. Política y sociedad". Cap.III,184. Touraine
señala que la república socialista instalada por
Marmaduke Grove en 1932, y que no duró más que unos
pocos días, fue también un ejenplo de populismo, e
incluso de populismo revolucionario.

(3) Winocur, Marcos. "El Populismo en América
Latina". Cap.II,31

(4) Waldmann, Peter. "Las cuatro fases del gobierno peronista"
in Aports Nº19, jan 1971, citado por Fanny Tabak en
"Ideologias-populismo".

Waldmann aclara que estas fases corresponden a una tesis de la
evolución dialéctica del peronismo,
una ruptura, un mero retorno, que dado un momento se aproxima al
punto de partida.

(5) El FREJULI estaba constituído por el Partido
Justicialista, Movimiento de Integración y Desarrollo, Partido
Conservador Popular, Partido Popular Cristiano, Movimiento de
Izquierda Cristiana, Movimiento de Acción Nacional,
Movimiento Nacional Irigoyenista, Movimiento de la
República Nacional y el Movimiento Socialista por la
Liberación Nacional.

(6) Además de la liquidación definitiva de la
oligarquía feudo-minera, la victoria de abril
planteó la solución de la recuperación del
dominio
nacional, en aquellas zonas en donde se daban las principales
materias primas, con lo cual se conseguía la independencia
económica de la nación; la incorporación de
las mayorías nacionales a la vida institucional y
política; la diversificación de la industria,
etc.

(7) Esta revolución ocurre en los propios ciernes de la
crisis económica de 1929. El Estado, hasta entonces se
encontraba controlado por la burguesía
agraria-exportadora, ligada especialmente a la producción
de café.
Al ocurrir la crisis, este sector se quedó imposibilitado
de mantener el poder del Estado, pero no se alejó
completamente de éste.

Esta revolución marca un ciclo y
el inicio de otro en la economía
brasileña: de la hegemonía agrario-exportadora al
inicio del predominio de la estructura de la base
urbano-industrial.

(8) Getulio Vargas, "A nova política do Brasil", vol.
III p. 285, 297, 298. Citado por Werner Altman en "El populismo
en América
Latina".

(9) Angell, Alan. "Populism and political change: the case of
Colombia" Sociological Review Monographic Nº11, fev 1967.
Citado por Fanny Tabak en "Ideologias-populismo".

(10) La constitución de centros proletarios, en la
primera mitad del siglo, permitirá la formación del
partido aprista así como de organizaciones sindicales, y
la formación del Partido Comunista.

El APRA nace como una alianza de trabajadores, como un sector
de clase media de la región norteña, despojado de
su antigua situación independiente. Su nacimiento se
relaciona con las ideas marxistas de la época.

5. Hacia una nueva concepcion
politica-social

1. El derrumbamiento de la sociedad populista

La vuelta de los militares al poder en las diferentes naciones
sudamericanas, quebró las esperanzas reformistas y
revolucionarias de las sociedades. La
represión pasó a ser el modo fundamental de control
del Estado, con respecto a los logros pasados del pueblo.

El capitalismo,
por su parte, hizo lo propio en las economías nacionales.
Ante el movimiento populista, resurgió un antipopulismo en
manos de los antiguos regímenes militares. Con ello, la
izquierda necesitó un replanteamiento de su estrategia
política, volviendo a los temas de democracia,
reivindicaciones sociales y populismo.

A diferencia de otros sitemas económicos, el
capitalismo trajo consigo una acelerada acumulación de
capital, un incremento de la productividad,
acentuación de la dependencia externa, entre otras cosas.
Ante ello, era predecible una crisis del populismo; al mismo
tiempo, los obreros asalariados crecieron en importancia
numérica y en grado de organización. Reaparecieron
los problemas de clase, pero esta vez con un matiz
político ante los cuales el Estado se mostró
impotente para actuar como agente mediador.

Los últimos regímenes populistas, debilitados y
contradictorios en sus planteamientos, llevaron a una doble
crisis, en donde la forma de acción de las clases
dominantes se tornaron internamente fracturadas y debilitadas en
su capacidad de arbitraje. Y por
otro lado, la crisis de las formas de acción de las clases
dominadas, desde donde surgieron movimentos nuevos de
acción obrera y popular que se opusieron al modelo
concentrador y excluyente en beneficio de un capital derivado del
monopolio de
las transacciones.

Así, surgen movimientos libres de la tutela estatal,
alejándose con ello, del modelo populista. El retorno del
peronismo en Argentina y el gobierno de la Unidad Popular en
Chile, muestran situaciones extremas en donde se ejemplifica la
radicalización profunda de los conflictos
presentes en la sociedad populista.

De esta manera, la capacidad de arbitraje de las
clases dirigentes perdió paulatinamente su poder, dando
paso a una oposición de clases en el campo político
y virtualmente en el económico, esto es, que la brecha
existente entre las luchas políticas y los conflictos
sociales se acortó.

Por un proceso de signo inverso a los años '30 y '40,
la perspectiva clasista de las luchas, según Liliana de
Riz, comenzó a cobrar fuerza frente a la
orientación populista dominante hasta entonces. En las
fuerzas populares, esta situación tomó forma en los
movimientos de clase y especialmente, en las guerrillas.

Las dictaduras militares que sucedieron al antiguo
régimen populista, hicieron desaparecer el espacio
político de negociación de los intereses de las clases.
En esta realidad transformada, la lucha política de las
fuerzas populares, lucha que supone la recuperación de las
libertades democráticas, cobra un significado radicalmente
diferente al anterior sistema.

Con ello, habíamos dicho, que la izquierda enfrenta el
desafío de encontrar nuevas soluciones
ideológicas y políticas, que aseguren una
perspectiva de clase en un ámbito democrático y
nacional, que a la vez, sea capaz de articular esa lucha por la
democracia nacional con la lucha por la sociedad socialista.

Es indiscutible que, junto con la devaluación populista, se produjo la
caída e incluso, la desaparición, de numerosos
partidos y grupos inspirados por el marxismo, y
cobijados por la égida socialista o comunista. La
excepción a ello, es el Movimiento al Socialismo (MAS)
venezolano, que uniéndose al Movimiento de Izquierda
Revolucionaria (MIR), se afianzaron como una autocrítica
de la izquierda, iniciada desde la década de los '70.

De todos modos, la respuesta ante la interrogante que plantea
la caída de partidos y tesis
socialdemócratas y socialistas (vinculadas directamente al
populismo) en América Latina, es más bien larga.
Pero podemos deducir algunos de los puntos más
importantes, como son:

La desproporción de la intervención del Estado,
en las diversas actividades económicas y sociales del
país.
La creciente demagogia y corrupción
de las burocracias en el ámbito de la gestión
pública.
La existencia de una política proteccionista "hacia
adentro", que impide la preparación competitiva en los
mercados
internacionales.
Una amplia protección, tal vez en algunos casos,
injustificada, al sector sindical, cuyos resultados fueron el
freno de la producción y de las inversiones.

2. El concepto Neopopulista

Algunos historiadores definen que, diversas situaciones en el
cono sur americano, hicieron reaparecer el estilo político
populista, despojado esta vez, de toda vinculación con un
proyecto
económico determinado.

Para el estudio de este nuevo sistema es necesario diferenciar
ciertos elementos básicos. Por ejemplo, el elemento
populista reaparece como "estilo político" (un caso de
ello, sería Fujimori), que a la vez pasaría a ser
un "populismo efímero" muy diferente al "clásico"
(en el cual encajan Vargas, Perón y los otros). Las
diferencias entre uno y otro, se deben fundamentalmente a la
realidad actual del continente.

Pero también existen los que invocan al pueblo, lucen
su nacionalismo, confieren al Estado un papel importante en la
economía, apelan a obreros y campesinos, entre otras
cosas, y que se acercan más al populismo tradicional.
Entre ellos, podríamos nombrar a Alan García en
Perú o a Menen en Argentina. Cada uno con sus diferentes
posibilidades de éxito
real o engaño.

La lógica
del análisis, nos llevaría a afirmar que
ciertos personajes políticos ascendieron al Sillón
Presidencial, porque en sus respectivos países, el pueblo
sigue aferrado a la lógica
populista, pues hay rasgos que permanecen en la historia
política a través del tiempo. Sin embargo, fuera de
esa lógica, existen elementos dispares que podrían
ocultar la verdadera transformación que se viene operando
en América Latina, desde hace ya algún tiempo. Por
lo demás, asegurar la participación de las masas en
las políticas neoliberales, parece casi imposible.

La diferenciación entre el estilo y el concepto
populista, debe basarse en la especificación de los
fenómenos a tratar, para no llegar nuevamente a aquellas
definiciones "mínimas" en donde la lista de casos
pareciera incluir un sinnúmero de regímenes.

En Bolivia, la tradición populista se ha manejado en
manos de los socialdemócratas. Durante las últimas
décadas, el gobierno de este país, se ha visto
afectado por numerosos desastres económicos y
políticos, alcanzando límites inconsiderables.
Golpes de Estado y procesos
inflacionarios se vieron frenados por el gobierno del
socialdemócrata Paz Estenssoro, quien puso en marcha
diversas medidas fiscales, que incluían la
reducción del gasto
público y liberación del mercado, entre
los años 1985 y 1986.

Junto a este caso específico, se presentan los
gobiernos de Carlos Andrés Pérez en Venezuela, y
el del peronista, Carlos Menem, quien
adoptó en Argentina un programa que ha denominado
"Economía popular de mercado" en el
que dice aplicar la doctrina social de la Iglesia. Esta
triología sudamericana, es un claro ejemplo de una de las
dos facetas de la devaluación populista: la de los
partidos de corte populista que ganaron las elecciones, y que
sufrieron un retroceso, al implantar medidas tradicionales del
populismo en sus programas de gobierno (la otra sería, la
de los partidos que simplemente fueron derrotados en las
elecciones, por sus adversarios liberales, conservadores o
democratacristianos).

Sin embargo, los gobiernos peruanos de los últimos
tiempos, dejan entreveer la verdadera crisis del sistema
populista, o más bien, del fácil acceso al sistema
para ganar adeptos en las elecciones, y apoyo durante el
gobierno. Después del mandato presidencial de Alan
García, que dejó un país desbaratado por la
inflación y la violencia política, el Presidente
Fujimori adoptó una política orientada a la
visión de las encuestas y
las popularidades a corto plazo.

Los problemas se acrecentaron con la aparición del
Ministro de Economía y Finanzas,
Carlos Boloña, quien fue asesor del Ministro de
Economía Carlos Rodríguez Pastor en el segundo
gobierno de Belaúnde. La drástica política
fiscal impuesta por Boloña, sumió al
país en una profunda recesión. Durante su
período, logró pagar US$ 2.200 millones a la
banca acreedora
internacional, gracias al ajuste severo que aplicó; junto
a ello, bajó la inflación de 4 dígitos a
cerca del 50% para el año 1992; inició el proceso
de privatización de las empresas
públicas y elevó las reservas internacionales a un
valor de US$
1.800 millones, luego de haber sufrido un déficit de US$
100 millones.

Ante ello, la tentación de tomar medidas populistas era
demasiado fuerte, y Fujimori cedió. Su política de
entonces, se redujo a la entrega de zapatos, útiles de
estudio, buzos e inaugurar nuevas escuelas que beneficiaron a
más de un millón de niños.
Prometió a los empresarios, efectivo que pudiera
repotenciar el sector industrial, y echó por tierra medidas
tendientes a liberalizar aún más la
economía. Tales disposiciones tuvieron por respuesta la
renuncia de Boloña, y con ello, el
conocimiento público de la clara inclinación de
Fujimori hacia una política electorera.

El caso del gobierno de la Unidad Popular entre los
años 1970 y 1973 en Chile, ha traído consigo
diversas discusiones al respecto de que si éste
habría o no sido un gobierno de corte populista. Si bien
Allende fue el Presidente electo por diversos grupos de
trabajadores, especialmente mineros y urbanos, segmentos de la
clase media inclusive, más que reflejar cambios
socio-políticos profundos, los inició.

El Partido Socialista denunció explícitamente al
populismo, y puso más énfasis en la
ideología y en la lucha de clases que en el nacionalismo y
el personalismo. Allende rechazaba la política populista
en cuanto ésta era personalista, al igual que el marxismo
dictatorial. Sin embargo, y a pesar que dentro de su primer
año de gobierno, instituyó algunas medidas de tipo
populista de corto plazo, como la distribución del litro de leche a cada
niño chileno desnutrido y la rápida transferencia
del poder consumidor a la
clase baja, no podemos encajonarlo dentro de un movimiento
populista o neopopulista, pues trabajó bajo la
égida de una política socialista en donde los
trabajadores quedaron excluídos del gobierno.

Con el fin de no generalizar hechos, la tendencia actual
tiende al estudio empírico de las naciones
"neopopulistas", a través del "tipo ideal". Este, no
pretende reflejar la realidad, sino abstraer de ella ciertos
elementos para conformar un modelo teórico, cuyo fin es
contrastarlo con los casos concretos para explicar sus
características históricas específicas. Con
ello, los casos no quedarían reflejados por el modelo,
sino contrastado a él para contribuir y definir sus
características.

Por esta razón, resulta difícil incluir a los
nuevos gobiernos contemporáneos, en un determinado
movimiento. Designar un tipo de gobierno, apunta a algo demasiado
concreto como
para ser generalizable. ¿Fue populista Alan García
por su política
económica, o lo es Fujimori, por su estilo
político? La respuesta está en encontrar un
rótulo que tenga utilidad
científica para comprenderlos. Las diferencias
serán siempre, más importantes de rescatar que las
similitudes.

6. Conclusiones

En el caso del populismo sudamericano, la amplitud del
concepto tal como la utilizan los cientistas sociales hoy en
día, resulta difícil de sentar en las bases de una
categoría científica. Es importante, a partir de
ello, que el término tenga un uso limitado a determinadas
formas de apertura política.

Por otro lado, el populismo no puede ser reducido a la
concepción de "manipulación de las masas
populares". La política populista implica la
extensión de un sistema político en el que las
clases medias ocupan un lugar preponderante; junto a ello, es
característico del sistema, el caracter nacionalista o
antiimperialista y la apelación de una cultura o a
unos intereses populares.

En el cono sur americano, el pensamiento
está ampliamente dominado por la separación y la
complementariedad del tema de la Nación y de la masa. El
primero, se nos presenta fuerte, mientras que el segundo lo hace
de manera más débil. A diferencia del pensamiento
europeo, en donde el mismo tema se ha organizado en torno a las
clases, en nuestro continente, la Nación es el espacio de
los ciudadanos; la masa, el modo de existencia de los
excluidos.

Por la misma razón, las categorías populares
sudamericanas, no forman un mundo nítidamente
excluído del sistema político, como podría
suceder en Rusia.

Al observar el desarrollo del movimiento populista en esta
parte del mundo, podemos concluir que toda revolución de
clase, puede perdurar y resultar exitosa sólo y
sólo sí, se sitúa en el interior de un
movimiento nacionalista popular. De otro modo, fracasa
indiscutiblemente.

Del mismo modo, el pensamiento y la acción
política bajo el gobierno de estos movimientos, nunca
suelen ser coherentes. La razón de ello, es la
asociación diversa de elementos que deben realizar, y que
pertenecen a modos distintos de acción. El populismo, a
través de sus políticas nacionalistas, busca
legitimizar las fuerzas que dirigen el crecimiento
económico, de manera que aumente el consumo y la
distribución de los productos
nacionales. Pero generalmente, esta política, reduce la
capacidad de inversión.

Una de las características con que se define el
populismo, es la unidad del régimen en manos del
líder. Así, se incluyen los términos de
"política de masas" y la "personalidad
carismática del líder"; sin embargo, tales
términos explican poco y excluyen la extraordinaria
diversidad de los regímenes nacional-populares, sean estos
militares o civiles, autoritarios o demócratas.

La realidad nos muestra la complejidad de este sistema. Por
tanto, resulta casi imposible suponer la existencia de este
líder "todopoderoso", que impone su voluntad sobre el
pueblo. Insistir en ello, contradice la definición del
término, ya que implica que el Estado actúa
independientemente del sistema político y de los sectores
sociales.

Se hace, por tanto, absolutamente necesario enfrentar la
realidad sudamericana de una manera distinta a como se ha hecho
hasta ahora. Es preciso conocer más y mejor las formas y
etapas de imposición del modo de producción
capitalista en las diferentes fracciones del continente. Con
ello, también se hace necesario el estudio del desarrollo
de las luchas de clase en cada etapa y cada forma social y
cómo reponde el Estado en cada una de ellas.

Resulta insuficiente explicar la crisis del populismo, a
través del desequilibrio que se produce entre las demandas
sociales y la capacidad del sistema político. Esta crisis
se da incluso, cuando las presiones sociales son más bien
débiles. Por lo tanto, proviene del sistema, del
debilitamiento político en el que se asegura.

El caso contrario se da en los actuales regímenes
militares. Si bien es cierto que disuelven la política, no
la anulan totalmente, pues las luchas sociales se politizan y
surgen nuevos contenidos conflictuales de clase que ponen en
cuestión las relaciones de ésta y el modo de
producción.

La América Latina, en general, con sus diferentes
elementos que la componen, debe ser capaz de luchar eficazmente
contra sus propias debilidades. Esto es, movilizar sus recursos tanto
económicos, como políticos y humanos, para
desarrollar un nuevo crecimiento. De otro modo, el sistema
tradicional en donde el parecer cuenta más que el hacer, y
las relaciones personales, más que el cálculo
racional, seguirán manteniendo a los diversos
países del gran continente, en el nivel del subdesarrollo.

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Autor:

Gloria Cortés Aliaga

Partes: 1, 2
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