Indice
1.
Introducción
2. Coincidencias y
divergencias
3. Las cuestiones
previas
4. Decisiones y
consecuencias
5.
Bibliografía
En la entrevista
otorgada a la revista
Caretas en diciembre de 1998 (a propósito del premio
obtenido por su novela
Puñales Escondidos en el concurso organizado por el
Banco Central
de Reserva del Perú), la escritora Pilar Dughi
calificó de "desfasadas" y sin mucho sustento las
aseveraciones del periodista con respecto a lo dicho por ciertos
sectores de la crítica, que insistían en ver en la
escritura
femenina rasgos sexistas y provocadores de apartados
genéricos. Como respuesta, la escritora puntualizó
que el debate se
había planteado a partir de los años sesentas, y
que "guardaba relación con la virtual inexistencia de
escritoras (…) más tarde, una dinámica propia de nuestras sociedades
hizo sentir sus efectos". A lo que se refería, en efecto,
era no sólo a la reciente apertura de criterios
igualitarios en la sociedad
latinoamericana, que tiende hoy en día a aceptar la
naturaleza sui
generis de la escritura
femenina; sino también, y más
específicamente, a aquella "inexistencia literaria" que
tuvo más de aislamiento o exclusión, y que las
escritoras peruanas afrontaron durante las últimas
décadas del siglo XX, y que data desde el siglo
XIX.
En su novela
Puñales Escondidos Dughi acepta una dualidad de planos de
realidad al interior de la obra: el primero, que hace referencia
a las vicisitudes de las personas frente al sistema bancario
y la ingerencia directa que éste ejerce sobre sus vidas; y
un segundo plano, como lo asegura la escritora, que responde "a
un discurso mucho
más personal", esto
último, refiriéndose a la protagonista de la novela: Fina
Artadi, su vida, anhelos, ambiciones y logros.
Evidentemente, parte de Dughi se desprende en el devenir
de estas páginas: su psicología femenina,
su intuición, el modo en que operan los recuerdos y la
manera cómo se va ordenando el rompecabezas de la trama;
la sutileza de los detalles previos a cada evento trascendente en
la novela, así como el descubrimiento de los más
insignificantes pormenores de la narración vienen
envueltos en un aire de misterio
y sensualidad característicos en la escritura de la mujer, muy
distinta de la efectuada por el hombre.
Pilar Dughi coincide con Elaine Showalter, al mostrarnos de
manera muy natural y sin proponérselo, una "profunda
diferencia" entre las literaturas de los dos géneros. Sin
duda alguna, además del hondo contenido social que posee
la obra, Puñales Escondidos trae consigo el mensaje de una
mujer que quiere
ser reconocida por sus propios logros, que se cuestiona
incesantemente el ser dependiente de una sociedad
patriarcal que la va excluyendo a medida que se va volviendo
"obsoleta" como mujer-objeto,
pero que reacciona al encontrar dentro de ella misma un tremendo
potencial aletargado que la dota de una "ética de
trascendencia" y que la sitúa "hésitant entre le
rôle d’objet, d’Autre qui lui est
assigné et la revendication de sa liberté"
(Beauvoir 92).
Si bien es cierto que Puñales escondidos
reúne las características más importantes para
un análisis ginocrítico debido a la
experiencia perceptiva y emocional de su protagonista, el
presente trabajo se orientará más hacia un análisis de dimensión
sociológico, para tratar de establecer como Fina Artadi
equilibró el poder entre
los sexos a través de su mejoramiento
económico.
2. Coincidencias y
divergencias
Fina Artadi tiene un poder: ella
escribe, y escribe para sí misma. Hace uso de su inteligencia
para referirse a las cosas cotidianas y las documenta en un
diario. Su hábito es placentero para ella, pero peligroso
para aquellos que están en su entorno, pues constituye
más una bitácora de acontecimientos que simples e
inocentes anotaciones. Fina verá que todo intento de
progresar estará condicionado a una educación que nunca
tuvo. Ella no lo sabe aún, pero pronto averiguará
las desventajas de una mujer con instrucción incompleta en
el seno de una colectividad machista y excluyente. Sus
posibilidades de escalar en esa sociedad serán inferiores
con respecto a la de sus otros compañeros de labores, y
esto se manifestará en ella como un estigma personal, tal y
como lo admitiera Virginia Woolf cuando joven: "Virginia Woolf
was herself extremely conscious of the disadvantage she suffered
in not being formally educated, as her brothers had been as a
matter of course" (Barrett 7). Fina nació y creció
en medio de una sociedad parecida a la de Virginia Woolf, cuyo
patriarcado excluyente privilegiaba el acceso a la educación a los
hijos varones, al mismo tiempo que
enseñaba a las hijas mujeres a ser dóciles con su
destino.
La sociedad patriarcal de la que Fina formó parte
la educó dentro de los parámetros acostumbrados de
subordinación de la mujer al
hombre, y si
seguimos lo expuesto por Kate Millett en su libro Sexual
Politics, lo hizo de forma directa en su vida doméstica.
Esta sociedad le proveyó de un marco familiar en el cual
la figura paterna fue de vital importancia en la
confección de las tradiciones familiares: padre italiano,
colegio italiano, banco italiano,
costumbres italianas. Es a través del banco por el que la
señorita Fina empieza su "vida de adulta", y años
más tarde, por intermedio de éste mismo,
revivirá los mejores momentos de su vida.
Paradójicamente, estos recuerdos están cargados de
simbolismos varoniles: para empezar es "el" banco, figura
masculina, que debe transmitir como un buen marido, "una imagen de
seguridad,
poder, éxito y
solvencia" (Dughi 20). La imagen rectora
dentro de los linderos de esa institución es el jefe o los
jefes, los funcionarios del banco, hombres descritos como:
"caballeros de modales educados que trataban a las mujeres con
mucho respeto" (Dughi
19). El mundo de Fina Artadi, durante sus primeros años en
el banco, gira en torno al rol
sexual que le corresponde a cada uno, y la ideología familiar la ayuda a perpetuar esa
actitud un
tanto contemplativa con respecto a sus congéneres
masculinos.
Por otro lado, la convicción de no tener
más la oportunidad de acceder a una instrucción
superior le producirá una sensación de carencia e
impotencia, que la hará forjar una acción
alternativa para cambiar su situación. De este modo, su
sentido de superación la dirigirá hacia la
búsqueda y obtención de otro aspecto de
trascendental importancia en nuestra sociedad moderna, y su
intuición femenina le dictará obrar con cautela,
actitud que de
paso mantendrá al lector al margen de sus verdaderas e
inesperadas intenciones. La señorita Fina sin los
aspavientos y vanaglorias de sus compañeros Rafael Campina
y Pedro Manzanares, muy pronto nos hará descubrir de
manera muy sutil, que existe otra manera de ganarse el respeto, el poder
y la ansiada independencia.
Fina Artadi es invitada a asistir a un círculo
literario, y aunque aparentemente trata de eludir su
participación, hay algo dentro de ella que la promueve a
la lectura "Al
principio tuvo reparos de participar en ese taller literario
porque de literatura no sabía
nada y prefería comenzar con autores peruanos"(Dughi 38).
Tenemos una lectora en potencia y aunque
su campo de preferencia sea limitado, el deseo de leer
está latente en ella. Si bien es cierto que al principio
accederá a los libros de
manera superficial, más adelante veremos cómo estos
talleres de literatura incidirán
en su vida, y de que manera particular a partir de su feminidad
interpretará los textos.
La primera obra que lee, Escándalo, la enfrenta
con su vida actual. El libro nos
acerca la atmósfera misteriosa
de la sociedad japonesa; el protagonista católico sufre la
incomprensión de su Dios único sin rostro ni forma
dentro de esa comunidad
politeísta de dioses plenamente identificables. Fina
Artadi hace una interpretación del texto algo
personal, pues tiende a hacer paralelos entre el dios
católico inubicuo y su amante. Hasta cierto punto, ella
continúa con su lectura
patriarcal, en la identificación de Dios y su hombre como
deidades en su universo, aunque
cuestionándolos en su esencia evasiva. Humberto va y viene
en su vida dejándole el mismo vacío que siente
cuando piensa que Dios la ha abandonado. En un momento
determinado, sus cavilaciones la llevan a aceptar que Dios,
dentro de toda su grandeza sí que es un dios escurridizo
al igual que Humberto. Pero su determinación va empezando
a perfilarse cuando hace una lectura de su
propia vida a través de los textos, y éstos le van
clarificando su situación con respecto a ella misma, a su
postergación, a su exclusión evidente del
paraíso junto a Humberto y la complicidad de un dios
inubicuo que se ausenta cuando más necesita de él.
Si sus cavilaciones han sido motivadas desde lo profundo de su
ser, es porque la lectura que
ha empezado a hacer responde a una interpretación femenina
de los libros, muy
diferente de aquella que hubiese sido hecha por el mismo profesor
del taller u otro hombre cualquiera. El tema había sido
"el
conocimiento del mundo a través de la literatura"
(Dughi 37), y si pensamos que el mundo de Fina Artadi es aquel
universo
interior que convive con su feminidad y que coincide en cada
mujer, entonces podríamos decir que la
interpretación de Escándalo y por ende, el conocimiento
de su mundo interior, va acorde perfectamente con una comunidad
específica de mujeres. "There is no single way of reading
that is correct or natural, only "ways of reading" that are
extensions of community perspectives" (Pearce 211).
Contrariamente a su participación en el taller
literario, la vida de Fina continúa su rumbo
monótono. La agencia bancaria, las operaciones
financieras, los malabares diarios para contentar a ese monstruo
institucional omnipresente que es el banco en sí la
mantienen ocupada y alejada de ella misma. En sus oficinas, lidia
a diario con una gran cantidad de personas, ancianos en su
mayoría, que ella conoce a fuerza de
verlos por mucho tiempo y que
guardan una estrecha vinculación socio-económica
con la institución. Ella los ha visto llegar uno a uno
durante años, acumular riquezas muy lentamente, mientras
el banco lo hacía rápidamente con el dinero de
ellos. Ellos poseen una cuenta bancaria en soles o
dólares, y aunque sus cuerpos decrépitos proyecten
una imagen desvalida ella sabe que en el fondo gozan del poder
que les brinda la solvencia económica. La
animadversión contra el gran subyugador va empezando a
crecer, no sólo porque medra a costa de personas que han
sufrido para tener esos ahorros, sino también porque a
pesar de la lealtad que ella le ha demostrado, se ha
empeñado en mantenerla en un modesto puesto de
administradora de agencia. Fina sabe que los ascensos
están destinados a sus colaboradores Campina y Manzanares,
quienes sí han tenido una buena educación, son
jóvenes, y sobretodo, son hombres. Ella intuye que, en la
construcción estamental de esa sociedad su
futuro ya no tiene expansión, y que es preciso obrar de
alguna manera para que suceda un cambio que no
sólo la beneficie en lo material, sino que también
reivindique ese estado de
postergación en que vive ella. Fina está dispuesta
a subvertir el viejo discurso
machista por el cual, "sacerdotes, filósofos, escritores y científicos
se han esforzado en demostrar que la posición subordinada
de la mujer viene decidida por el cielo y es ventajosa en
la tierra"
(Selden 154), ella será solidaria con su género en
la medida que logre interpelar a ese sistema.
Otro aspecto de su vida que pronto sufrirá un
remezón telúrico será el sentimental. La
señorita Fina tiene un amante. Esta situación de
mujer de segunda clase la tiene al borde del paroxismo, pues
aparte de las connotaciones sociales y personales que acarrea
este tipo de relación, está el agobiante
sentimiento de poseer lo ajeno, o dicho de otro modo, de no
poseer nada. A Humberto sólo la ata algunos recuerdos de
un pasado lleno de promesas y tal vez el temor a una espantosa
soledad. Ya se ha cuestionado a sí misma aquella
relación sin futuro, pero ha seguido insistiendo
quizás más por costumbre que por necesidad. Es en
este punto en que Fina Artadi empieza a ver las primeras fisuras
de su relación; obrando grandes cambios en pequeños
detalles, (episodio del vino y el postre), identificando
sutilezas en los comentarios mezquinos de su amante (en el
comentario de la novela La mujer de arena). Fina llega al fin de
ese amor de
cansancio sin pena ni gloria, sólo para corroborar lo
solitaria que fue al lado de ese hombre a quien le dedicó
casi toda una vida, y de quien recibió sólo
humillaciones.
En su libro A Room of One’s Own Virginia Woolf
proponía para la mujer escritora una independencia
económica que le garantizara de igual modo una
autonomía propia. Esta emancipación estaba
orientada hacia la construcción de un respeto irrestricto como
ser humano. Woolf sabía que en tiempos modernos,
sólo el dinero era
capaz de dotar a las personas de cierto status privilegiado con
respecto a los demás, y que, en la posesión de
riqueza, la diferencia de género era nula. Si bien podemos
aseverar que esto lo concibió como una alternativa para
las escritoras de su época, ávidas de un espacio
literario más justo y de una identidad
femenina más acorde con ellas y sus escritos, los
postulados de Woolf se hicieron prontamente universales, ya que
reivindicaron por igual a escritoras y lectoras de todo el orbe.
La idea de una habitación propia, de establecer sus
propios horarios, de permitirse gozar de la vida y viajar
gastando el dinero
ganado con esfuerzo propio fueron premisas que la escritora
pensó a favor de una literatura que no este centrada en la
propia experiencia, y que hiciera a la escritura femenina
más rica y con nuevas perspectivas. El resultado de estas
ideas tuvo fruto inmediatamente, y muy pronto escritoras en todo
el mundo pudieron gozar de sus ganancias, de sus libros sin
parámetros y sobretodo de sus propios nombres, ya que
durante largas épocas ocultaron la autoría de sus
propios textos para evitar una absurda exclusión. El
corolario de todo este movimiento
puesto en marcha por Virginia Woolf tuvo como primer efecto la
liberalización de la mujer a nivel mundial, reclamando su
acceso inmediato al trabajo, al dinero y al
goce de éste, pues como la escritora inglesa lo
preconizó, el dinero también tiene poder
liberalizador.
Fina Artadi no es escritora, pero sí lectora, y
aunque su actividad literaria no ha sido amenazada desde
ningún punto de vista, ella sí esta dispuesta a
utilizar el poder liberalizador del dinero. Para desarrollar este
tema es preciso marcar ciertas pautas importantes para la
comprensión de su conducta. Fina ha
estado
viviendo los últimos años de su vida bajo la
égida de una institución financiera: "el banco". El
banco le ha robado su juventud, su
oportunidad de crecer estancándola en un puesto mediocre.
Luego de años de fiel servicio, y
como irónica recompensa, ha visto a otros subalternos
ascender meteóricamente en los escalafones de la empresa,
haciéndola sospechar que muy pronto ella será
desechada como un accesorio vetusto hacia una jubilación
con un cheque de
caridad. Ese banco que por mucho tiempo constituyó para
ella el símbolo de la solidez y la confianza se preparaba
a asestarle una artera puñalada. La analogía con el
banco es irreprimible: La conducta de
Humberto, en cierto modo, y luego de muchos años
también la había traicionado. Fina se percata por
fin que vive en el seno de una sociedad patriarcal en donde el
valor de una
mujer está resumido única y exclusivamente a su
biología,
y que cualquier intento por demostrar que ella es algo más
que eso no gozaría del respaldo ni la simpatía de
nadie. Por otro lado, está convencida de que el dinero
obtenido por la riesgosa operación, que pondrá en
marcha, actuará como bálsamo que la aliviará
de cualquier dolor antiguo, y que a su vez se constituirá
en el símbolo de su vindicación. Es entonces que se
decide a golpear al banco en su propia esencia; minar su
ambición, usar sus propias armas de usura y
agio para socavar su estructura.
Con la meticulosidad de un experto de guerra
diseña las estrategias a
seguir, y las lleva a cabo de manera meridiana y sin errores. En
el transcurso de su empresa, ve
cómo Campina y Manzanares en forma abierta y burda van
desarrollando sus propias operaciones
ilegales, mezcladas con actividades de blanqueo de dólares
y apropiaciones ilícitas. Esto le causa malestar, pues
confirma con tristeza que ese par de truhanes son los preferidos
de una institución que a ella margina. Su conducta es en
cierta manera un rechazo a estos dos hombres, ya que en alguna
oportunidad se burlaron de ella, creyéndola una ingenua
(Dughi 136). El banco, su amante, los empleados y esa sociedad
complaciente con los hombres, pero desmoralizadora para con las
mujeres, son su detonante. El desligarse de ese mundo adquiriendo
la autonomía y seguridad que
brinda el dinero forma parte de sus anhelos inmediatos. Como
cualquier mujer tiene abierto el sueño de la
evasión, como ser humano el derecho a la
liberalización, a su propia realidad. Su identidad
estuvo supeditada a la feliz realización de esa prueba de
audacia que por fortuna llegó a buen final, y aunque hasta
el último momento tuvo el acecho de una sombra masculina
que le exigió un cupo por su silencio, como respuesta Fina
Artadi simplemente se dio el gusto de ser mujer.
Obras Citadas
Beauvoir, Simone de. Le deuxième sexe. Bantam Books
New York:
Penguin Harmondsworth.
1974.
Dughi, Pilar. Puñales escondidos. Lima, Perú: Fondo
Editorial del Banco Central de
Reserva del Perú. 1998.
Guich Rodríguez, José. Entrevista
personal a Pilar Dughi. 23 diciembre 1998.
Pearce, Lynne. Feminism and the politics of reading. New York:
Arnold. A member of the Hodder
Headline Group. 1997.
Selden, Raman. La teoría
literaria contemporánea. Barcelona,
España:
Editorial Ariel
S.A. 1985.
Woolf, Virginia. Introducción. Women and Writing, por
Michèle Barrett. New York:
Hartcourt Brace Jovanovich. 1979.
5. Bibliografía
Beauvoir, Simone de. Le deuxième sexe. New York:
Penguin Harmondsworth Inc. 1974.
Dughi, Pilar. Puñales escondidos. Lima, Perú: Fondo
Editorial del Banco Central de
Reserva del Perú. 1998.
Guich Rodríguez, José. Entrevista
personal a Pilar Dughi. Lima, Perú: Revista
Caretas.
23 de diciembre 1998.
Lilar, Suzanne. Le malentendu deuxième sexe. Paris:
Presses Universitaires de France. 1970.
Pearce, Lynne. Feminism and the politics of reading. New York:
Arnold, A member of the Hodder
Headline Group. 1997.
Rodgers, Catherine. Le deuxième sexe de Simon de Beauvoir:
Un héritage admiré et contesté.
Montréal:
L’Harmattan Inc. 1998.
Selden, Raman. La teoría
literaria contemporánea. Barcelona, España:
Editorial Ariel S.A. 1985.
Showalter, Elaine. A literature of their Own. Princeton, New
Jersey: Princeton University Press. 1977.
Woolf, Virginia. Women and Writing. New York: Hartcourt Brace
Jovanovich. 1979.
Autor:
Rafael Rivera-Mundaca
Concordia University
Montreal, Quebec, Canada