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Hígado




Enviado por yeniseyubieda



    Indice
    1.
    Introducción

    2. Vesícula
    Bililiar

    3. Estomago
    4. Páncreas
    5. Bazo
    6. Colon Y Recto
    7. Hematoma
    Retroperitoneal

    8. Vías
    Urinarias

    1.
    Introducción

    En todos los pacientes con traumatismos penetrantes o
    contusos que incluye la parte inferior del tórax y el
    abdomen alto, debe sospecharse una lesión hepática.
    En traumatismos penetrantes y contusos de abdomen, el
    hígado ocupa el segundo lugar. Casi 80% de las lesiones
    hepáticas resulta de un traumatismo penetrante por heridas
    punzocortantes o armas de fuego;
    solo el 15 a 20% de debe a traumatismos contusos. El transporte
    más temprano, exploración temprana,
    reanimación inmediata, antibióticos y selección
    adecuada del tratamiento quirúrgico mejoran la
    supervivencia, la mortalidad promedio es de 10%.

    Clasificación de las heridas

    Grado Descripción de la lesión

    I. Hematoma Subcapsular, no expansivo, < 10% del
    área de superficie

    Laceración Desgarro capsular, sin hemorragia, con
    alteración del parénquima a una profundidad < 1
    cm

    II. Hematoma Subcapsular, no expansivo, hematoma 10 a
    50%; no expansivo
    intraparenquimatoso < 2 cm de diámetro

    Laceración Profundidad en el parénquima
    < 3 cm, < 10 cm de largo

    III. Hematoma Subcapsular, > 50% de área de
    superficie o en expansión;
    hematoma subcapsular roto con hemorragia activa; hematoma
    intraparenquimatoso > 2 cm.

    Laceración Profundidad en el parénquima
    > 3 cm

    IV, Hematoma Hematoma central roto

    Laceración Destrucción del
    parénquima que incluye 25 a 75% del lóbulo
    hepático

    V. Laceración Destrucción del
    parénquima > 75% del lóbulo hepático
    Vascular Lesiones venosas yuxtahepáticas (cava
    retrohepática/venas hepáticas mayores)

    VI. Vascular Avulsión hepática

    Clínica
    Dolor Intenso en hipocondrio derecho que se irradia a fosa
    ilíaca derecha o región escapular derecha.
    Clínica de hemorragia interna (hipotensión,
    taquicardia, taquifignia).
    Si existe hematoma se va a encontrar Hepatomegalia.

    Diagnóstico
    Rayos x simple
    de abdomen (Aumento de la sombra hepática y aumento del
    hemidiafragma derecho)
    Laparotomía Exploradora.
    TAC y ECO.

    Tratamiento qx:

    Las hemorragias se controlan de manera provisional
    mediante compresión manual o
    taponamiento, goma de fibrina biológica , electrocauterio
    y oclusión temporal de los vasos mayores
    adecuados.

    El resurgimiento de la hemostasia con compresas
    perihepáticas ha sido un adelanto en el tratamiento de
    traumatismo hepáticos completos.

    El tratamiento definitivo:

    Drenaje solo: En casi la mitad de los pacientes ha
    cesado espontáneamente la hemorragia al momento de la
    intervención. No es necesario suturar las heridas
    hepáticas sin hemorragia, ya que la pueden provocar y
    traumatizar innecesariamente el tejido. El drenaje adecuado del
    espacio perihepático reduce de manera importante las
    acumulaciones infectadas de bilis, sangre y
    líquido tisular en los espacio subfrénicos y
    subhepáticos . Se encuentran los drenajes de Penrose y los
    drenes por aspiración.

    Sutura, técnicas
    hemostáticas y drenaje: Ligando directamente el vaso con
    hemorragia , la hemostasia definitiva se consigue al suturar el
    hígado. Se colocan puntos separados con crómico 2-0
    ó 0 unido a una aguja para hígado con punta
    roma 5 cm. Si
    bien con anterioridad se ligaba una rama mayor de la arteria
    hepática, hoy rara vez se aconseja

    Resección: se recomienda desbridamiento con
    resección o resección en cuña limitada para
    controlar hemorragias de lesiones hepáticas desgarradas.
    Los bordes del desbridamiento deben extenderse 2 a 3 cms,
    más allá del punto de lesión. No es
    necesario afrontar los bordes de la resección con puntos
    hepáticos si se controla la hemorragia de la superficie
    resecada.

    Aislamiento vascular: En grupo selecto
    de pacientes. Se colocan pinzas vasculares oclusivas a
    través de la aorta justo por debajo del diafragma, el
    hilio hepático, y en la vena cava inferior arriba y abajo
    del hígado. Si la lesión del hilio hepático
    abarca sólo la arteria hepática y la
    reparación no es fácil , habrá que hacer
    ligadura.

    Derivación uriculocaval:

    2. Vesícula
    Bililiar

    Rara vez se observan perforaciones por traumatismos
    contusos, pero los penetrantes suelen dañar este
    órgano.

    Las lesiones más frecuentes son: laceraciones,
    desgarros, perforaciones y desprendimiento o estallido de la
    vesícula biliar.

    Tratamiento:

    Las lesiones penetrantes o por arrancamiento son
    tratadas mejor por colecistectomía, pero en pacientes
    inestables con otras lesiones graves debe realizarse una
    colecistostomía con sonda, colocando drenes alrededor de
    la vesícula biliar y el espacio
    subhepático.

    En líneas generales no se recomienda la sutura
    simple de la perforación por la probabilidad de
    un escape de bilis.

    Después de cuatro semanas si el paciente en el
    que se realizó la colecistostomía con sonda
    evoluciona bien, se practica un colangiograma a través de
    esta última y si es normal ( con flujo libre de material
    de contraste hacia el duodeno) se extrae la sonda.

    Arbol Biliar Extrahepático

    Entre los métodos
    diagnósticos se encuentran la ecografía y la
    laparotomía exploradora.

    Lesiones penetrantes:

    Cuando están afectadas la arteria hepática
    y la vena porta, la mortalidad es muy alta por la hemorragia
    masiva casi imposible de controlar antes de que ocurra
    daño hipóxico cerebral irreversible.

    Tratamiento:

    La hemorragia se controla colocando los dedos en el
    hiato de Winslow y comprimiendo el ligamento hepatoduodenal
    (Maniobra de Pringle).

    El factor más importante para determinar el
    tratamiento es si la lesión es completa o incompleta. La
    transección total casi siempre termina en estrechez si se
    efectúa una reparación primaria terminoterminal del
    conducto, pero el resultado es favorable cuando si se practica
    una cierto tipo de anastomosis con el intestino. También
    se pude reparar con un parche (injerto venoso o de
    vesícula biliar).

    Si el conducto no se perforó en su totalidad se
    pude practicar con éxito
    una reparación primaria. Si el estado del
    paciente no lo permite, los defectos del mismo se puede reparar
    haciendo un puente con sonde T y la reparación secundaria
    se realiza tan pronto como sea posible.

    Traumatismo Contuso:

    Relativamente raros y difíciles de
    diagnosticar.

    Cuando el traumatismo es lo suficientemente grave para
    originar el flujo de bilis hacia la cavidad abdominal , ocurre el
    cuadro característico de una peritonitis
    biliar

    Historia usual es un traumatismo con lesión por
    aplastamiento que origina dolor intenso y choque. La peritonitis
    química se
    puede transformar en una bacteriana.

    Signos bastante constante ictericia al tercer
    día. Desde el segundo al quinto día puede notarse
    eliminación de heces color arcilla y
    la presencia de bilis en la orina.

    Incremento gradual del diámetro abdominal con
    signos progresivos de pérdida de volumen
    extracelular y pruebas de
    infección.

    Tratamiento:

    El drenaje simple no es adecuado por la alta mortalidad
    y frecuencia alta de estrecheces que acompañan a este
    tratamiento

    Se aconseja una coledocoduodenostomía cuando el
    conducto distal no es adecuado para una reparación
    primaria o no existe.

    El tratamiento postoperatorio, siendo una
    complicación importante la peritonitis biliar, debe
    incluir la restitución adecuada de los déficit de
    volumen de
    líquido extracelular.

    3.
    Estomago

    Los traumatismos contusos son raros, quizá por la
    relativa falta de fijación del órgano y su
    posición protegida; no ocurre lo mismo con las penetrantes
    por heridas por arma de fuego.

    Generalmente se puede encontrar: estallidos,
    laceraciones , contusiones (hematomas y equimosis) y
    perforación.

    Clínica:

    Si hay perforación encontraremos clínica
    de peritonitis; dolor abdominal difuso, hipersensibilidad,
    fiebre, deshidratación, taquicardia, aleteo nasal,
    distensión abdominal, ruidos hidroaereos ausentes o
    disminuidos, angustia,

    Diagnóstico:

    Trayecto del objeto penetrante,

    Presencia de líquido sanguinolento en el aspirado
    con sonda de Levin.

    Laparotomía: en todos los casos de lesión
    gástrica comprobada o posible es importante abrir la
    transcavidad de los epiplones a través del epiplón
    gastrocólico por la posibilidad de pasar por alto heridas
    en la pared gástrica posterior.

    Tratamiento:

    Sutura hemostática ( en punto de ojal con
    material 2-0) a través de todas las capas de la pared, es
    importante para controlas hemorragias extensas. Una vez cerrada
    esta capa interna se hace una hilera externa de inversión con puntos de colchoneros
    separados con material no absorbible. No se drenan al exterior ya
    que no hay posibilidad de escapes. Es muy importante irrigar la
    cavidad peritoneal, con especial atención de los espacios
    subhepáticos y subfrénicos y transcavidad de los
    epiplones. Después de intervenida se conserva
    aspiración con sonda nasogástrica durante varios
    días hasta que se reanude el peristalmismo activo y pase
    el peligro de dilatación gástrica
    posoperatoria.

    Complicaciones:

    Se puede presentar hemorragia o escape por la
    línea de sutura y abscesos subhepáticos,
    subfrénicos o en la transcavidad de los epiplones,
    secundarios al escape del contenido gástrico
    contaminado.

    Duodeno

    Casi tres cuartas partes de las lesiones duodenales se
    deben a traumatismos penetrantes y una cuarta parte son el
    resultado de lesiones contusas. Se sospechan en cualquier
    paciente que recibe un golpe contuso en abdomen alto o
    tórax bajo.

    Clasificación de las lesiones
    duodenales

    Grado I

    Solo serosa

    Grado II

    Serosa y muscular y perforación
    duodenal

    Grado III

    Estallido Duodenal

    (herida anfractuosa amplia)

    Grado IV

    Cualquiera de los anteriores
    asociados

    a lesión pancreática

    Clínica

    Cuadro de perforación de víscera hueca,
    mínimos o no se presentan debido a que con frecuencia la
    lesión consecutiva a un traumatismo contuso es
    retroperitoneal y el contenido duodenal escapa hacia esa
    área y no a la cavidad libre abdominal.

    No hay signos tempranos de peritonitis bacteriana debido
    que la contaminación por líquido duodenal y
    de intestino delgado puede ser mínima quizá no
    origine signos tempranos de peritonitis bacteriana, no sucediendo
    así con en las lesiones del duodeno intraperitoneal en las
    que el líquido duodenal fluye libremente hacia la cavidad
    abdominal.

    Dolor abdominal – localizado en región lumbar e
    irradiado a las fosas ilíacas.

    La presencia de dolor testicular debe hacer pensar en
    una rotura duodenal retroperitoneal.

    Diagnóstico

    Radiografía simple de Abdomen, hay presencia de
    aire
    intraperitoneal libre. El diagnóstico puede basarse en la presencia
    de una gran acumulación de aire arriba del
    riñón derecho o a lo largo de los bordes del
    músculo psoas.

    Debe cuantificarse la amilasa sérica ya que una
    elevación persistente de esta última o un aumento
    en la amilasa sérica indican lesión
    pancreática o duodenal.

    TAC con intensificación con medio de contraste
    oral o intravenoso.

    Laparotomía Exploradora, es importante observar
    la totalidad de este órgano durante la exploración.
    Esto en especial si se observa un hematoma retroperitoneal cerca
    del duodeno o una crepitación o líquido
    teñido de bilis a lo largo de los bordes laterales del
    duodeno retroperitonealmente. Si el duodeno tiene una
    contusión , se mueve ampliamente mediante la maniobra de
    Kocher, cortando el peritoneo a lo largo de su borde externo para
    permitir su liberación completa junto con la cabeza del
    páncreas

    A menudo las heridas retroperitoneales se pasan por alto
    en la exploración inicial, varios días
    después drena líquido teñido con bilis por
    la herida abdominal de un paciente que ha evolucionado mal en el
    postoperatorio.

    Tratamiento

    Depende más de su tamaño que de cualquier
    otro factor aislado. En general se intenta cerrar si es posible y
    sin disminuir la luz del
    órgano, desbridando los bordes de la herida y con una
    sutura simple.

    Si la perforación es tan grande que el cierre
    simple originaría estrechez debe considerarse: cortarlo
    por completo y hacer una anastomosis terminoterminal o
    seccionarlo, cerrar ambos extremos y practicar una
    gastroenterostomía.

    Las lesiones graves del duodeno o las combinadas con
    páncreas pueden tratarse con el procedimiento de
    diverticulización duodenal de Berne lugar de una
    resección pancreatoduodenal, a menos que la
    destrucción y desvitalización de ambos sean muy
    extensas.

    El procedimiento
    más eficaz y menos mórbido para las lesiones
    mayores es la exclusión pilorica.

    Prevención de fistulización duodenal
    después de un traumatismo de duodeno:

    Mediante la descompresión prolongada del duodeno
    después de cerrar la herida, este procedimiento puede
    estar indicado en especial en las lesiones más graves del
    duodeno. Se efectúa con sonda de gastrotomía y
    sondas de yeyunestomía gemelas. Cuando no existe
    lesión pancreática, el cierre seguro no
    requiere drenaje.

    Cuidados Postoperatorios

    La descompresión suele continuar hasta que se
    recupera la función
    intestinal. Si la fístula se forma se continua por
    tiempo
    prolongado y se inicia un drenaje por gravedad para
    aspiración activa. El apoyo nutricional que puede
    instuirse utilizando sondas de yeyunostomía

    Hematoma duodenal

    En general no requiere intervención
    quirúrgica.

    Se diagnostica mediante TAC, intensificada con
    contraste, o mediante una serie gastroduodenal. Después
    del examen inicial con Gastrografín, se llevan a cabo
    estudios con bario para detectar el signo del resorte o moneda
    apilada.

    Es necesario descartar lesiones concomitantes y prestar
    atención a lesiones pancreáticas.

    Tratamiento: succión gástrica continua e
    iniciar nutrición
    parenteral total. Se revalora al paciente mediante serie
    gastroduodenal a intervalos de cinco a siete
    días.

    Después de dos semanas de tratamiento
    conservador, se considerará la exploración
    quirúrgica y la evacuación del hematoma.

    4.
    Páncreas

    No es muy frecuente y no llega a constituir el 10% de
    todas las lesiones abdominales.

    Casi 70% de lesiones pancreáticas resulta de
    heridas penetrantes y 30% de heridas contusas. La mortalidad
    total es casi 20%. Tiene una alta morbilidad por una hemorragia
    concurrente o una lesión grave de la cabeza, en tanto que
    la ocurre 48 horas después suele ser secundaria a sepsis a
    menudo con una lesión de colon.

    Lesiones de Páncreas:

    Tipo I

    Contusión y laceración sin
    lesionar el conducto pancreático.

    Tipo II

    Transección distal, lesión
    parenquimatosa y/o lesión parenquimatosa del
    conducto.

    Tipo III

    Transección proximal o lesión
    parenquimatosa con probable lesión del
    conducto.

    Tipo IV

    Lesión pancreática y duodenal
    combinada; ampolla e irrigación
    intactas.

    Lesión masiva; ampolla destruida;
    desvascularización.

    Clínica

    Lesiones Leve: síntomas luego de varios
    días, dolor en hipogastrio irradiado al abdomen
    bajo.

    Lesiones del parénquima: Clínica de
    hemorragia interna (náuseas, vómitos,
    palidez, ruidos hidroaereos disminuidos, distensión
    abdominal, taquicardia, hipotensión).

    Contusión duodenal: cuadro de
    peritonitis

    Hematoma pancreático: dolor intenso en
    hipogastrio irradiado en banda (hemoglobina y baja).

    Método Diagnóstico

    Se basa en una historia clínica
    completa, incluyendo el mecanismo de lesión, un examen
    físico amplio, el valor
    sérico de la amilasa y, más importante la observación adecuada del páncreas en
    la exploración quirúrgica.

    No se define la función de la TC. En un paciente
    estable con TC positiva pueden practicarse colangiopancreatograma
    retrógrado endoscópico (CPRP) para comprobar una
    lesión ductal.

    Amilasa Sérica: hay un aumento preoperatorio.
    Estos enfermos se vigilan muy de cerca para pruebas de
    peritonitis o hasta que se normalice el valor. Se
    relaciona con mayor frecuencia con lesión de intestino que
    pancreática. Solo en un 50 – 65 % de los pacientes la
    amilasa se eleva en el preoperatorio después de un
    traumatismo contuso, incluso cuando hay una transección
    completa del páncreas.

    Exploración Quirúrgica: Un hematoma
    peripancreático capsular se considera como una prueba
    presuntiva de lesión pancreática y debe explorarse.
    Mas del 60% de los pacientes que sufren un traumatismo penetrante
    en páncreas tienen una lesión retroperitoneal
    retroperitoneal concurrente. Es importante identificar cualquier
    lesión del conducto pancreático a fin de tratarla
    de la manera correcta. El principal origen de morbilidad que se
    relaciona con una lesión pancreática es una
    lesión del conducto pancreático no
    tratado.

    Lesiones Concurrentes: Luego de un traumatismo
    penetrante, las lesiones concurrentes más comunes son de
    hígado, estómago y colon, en tanto que las del
    hígado y bazo se relacionan con mayor frecuencia con una
    traumatismo pancreático contuso.

    Tratamiento:

    Casi 75% los pacientes que sufren una lesión
    pancreática se trata con drenaje externo. Se instituye
    drenaje de abscesos intraabdominales . Los drenes se dejan por 10
    días La falta de drenaje puede originar complicaciones
    como seudoquistes y abscesos pancreático

    Pancreatectomía distal: El método
    más eficaz para tratar a una lesión
    pancreática con alteración obvia del conducto
    pancreático. Se practica para evitar una hemorragia. Si el
    paciente esta inestable, puede ser preferible cortar y ligar con
    rapidez los vasos esplénicos y hacer una
    esplenectomía que intentar salvar el bazo. Incluso cuando
    se sospecha una lesión ductal , el drenaje siempre es
    buena forma de tratamiento. La tendencia actual es el tratamiento
    conservador cuando no existe una lesión comprobada del
    conducto.

    Pancreatoyeyunostomia de Roux en Y. Se practicó
    para intentar insuficiencia pancreática, diabetes sacarina
    y una fístula pancreática. Solo se utilizó
    en pacientes que requieren una resección de 80% o
    más del páncreas.

    Tratamiento de las lesiones
    pancreatoduodenales

    La mortalidad por traumatismo pancreatoduodenal
    combinado es de 20% y se debe a lesiones concurrentes. Estas
    lesiones suelen tratarse mediante suturas del duodeno y drenaje
    del páncreas

    Exclusión Pilórica: Consiste en reparar o
    resecar y reanastomosar el duodeno, una gastrotomía con
    sobresutura del píloro seguida de una de una
    gastroenterostomía.

    Diverticulización: Resección
    gástrica, vagotomía, gastroentererostomía,
    duodenostomía, coledocostomía y drenaje por
    aspiración

    Pancreatoduodenectomía: las indicaciones incluyen
    lesiones pancreatoduodenales combinadas en las que no es posible
    reparar el duodeno o no es viable o hay hemorragia
    incontrolable.

    Complicaciones

    Fístula: la frecuencia varia con la
    definición de la duración de la fístula y el
    volumen de drenaje, casi siempre cierran solas. Sin embargo
    pueden contribuir a la sepsis y a la muerte. La
    nutrición
    parenteral más somatostatina disminuye el número de
    días de drenaje.

    Seudoquiste: es un quiste falso cuya pared está
    constituida por tejido fibroso inflamatorio que no contiene
    epitelio y formado por estructuras
    que rodean al páncreas en el retroperitoneo. Se
    diagnostica por sonografía o TC. El método
    terapéutico de preferencia es el drenaje interno mediante
    gastrotomía del quiste o yeyunostomía del quiste
    con Roux en Y

    Pancreatitis Hemorrágica: Es indicación
    para explorar y controlar el vaso que la causa.

    Insuficiencia pancreática y diabetes: cuando
    se reseca más del 80% del páncreas

    Sepsis: Constituye la segunda causa más
    común de muerte. EN 25%
    de los pacientes se forma un absceso que con frecuencia se
    acompaña de una lesión de colon. Se relaciona con
    un choque hemorrágico. Algunos abscesos pueden drenarse
    percutáneamente, en tanto que para otros se
    requerirá drenaje abierto

    Mortalidad: Es de 20% en lesiones penetrantes y 15% en
    traumatismos contusos. La clave para disminuir la morbimortalidad
    en estos traumatismos es identificar la lesión durante la
    exploración quirúrgica inicial.

    5. Bazo

    Es el órgano abdominal que se lesiona con mayor
    frecuencia en traumatismos contusos y constituye casi la cuarta
    parte de todas las lesiones contusas de las vísceras
    abdominales. También suele afectarse por un traumatismo
    penetrante del abdomen y relacionarse con lesiones
    toracoabdominales contusas y penetrantes.

    Clínica:

    Son los signos y síntomas sistémicos de
    hemorragias y pruebas locales de irritación peritoneal en
    la región esplénica.

    Alrededor del 40% de estas pacientes tienen una presión
    arterial sistólica menor de 100 mmHg, pero es posible que
    muchos con traumatismos esplénicos sufran
    hipotensión y taquicardia cuando se sientan.

    Mediante un antecedente de lesión en apariencia
    ligera seguida de dolor abdominal, con predominio del cuadrante
    superior derecho, dolor en el hombro del mismo lado y
    síncope, son muy significativos.

    Diagnóstico:

    Suele ser útil el Signo de Ballance , que
    consiste en la matidez fija a la percusión en el flanco
    izquierdo y matidez en el flanco derecho que desaparece al
    cambiar de posición el paciente (indica gran cantidad de
    coágulos en la cavidad periesplénica y aire libe en
    el resto de la cavidad abdominal.

    Hematocrito disminuido o decreciente, leucocitosis mayor
    de 15.000.

    Alteraciones radiológicas como fracturas de
    costillas inferiores izquierdas, desplazamiento gástrico,
    pérdida del contorno gástrico, aumento progresivo
    de la sombra esplénica, irregularidad de la curvatura
    mayor del estómago, pérdida del contorno externo y
    fijación o elevación del diafragma
    izquierdo.

    La paracentesis abdominal y el lavado peritoneal, aunque
    rara vez se utilice , tienen mucha utilidad en el
    establecimiento del diagnóstico.

    El procedimiento de elección es la TAC
    (Tomografía Axial Computarizada).

    Tratamiento:

    La mayor parte de las lesiones de grado I y II pueden
    tratarse sin intervención quirúrgica o mediante
    procedimientos
    de salvación del bazo. También es posible salvarlo
    en lesiones seleccionadas tipo III.

    Una conducta
    más adecuada para el problema es la conservación
    del bazo en pacientes seleccionados cuidadosamente durante la
    operación. Los procedimientos
    incluyen: ningún tratamiento de desgarros capsulares sin
    hemorragias, aplicación de colágena microfibrilar u
    otros agentes hemostáticos en laceraciones menores con
    hemorragias mínimas, reparación con sutura de
    lesiones más extensas y esplenectomía parcial en
    lesiones esplénicas que no afectan el hilio. Las
    contraindicaciones para los procedimientos de salvamento del bazo
    recomendados por Traub y Perry comprenden; la inestabilidad del
    paciente secundaria a lesiones concurrentes mayores,
    avulsión esplénica o fragmentación extensa,
    lesión vascular hiliar extensa y imposibilidad de lograr
    la hemostasia esplénica. Las contraindicaciones relativas
    son contaminación peritoneal importante por una
    lesión concomitante del intestino y rotura de un bazo
    enfermo.

    La sepsis posesplenectomía en ciertos trastornos
    hematológicos es muy frecuente, existe una
    alteración de la capacidad para depurar partículas
    sanguíneas, una depresión
    en la actividad fagocitaria de los macrófagos alveolares,
    disminución en la respuesta de anticuerpo a
    antígenos específicos, menores concentraciones de
    opsoninas en la circulación y alteraciones en las
    concentraciones de inmunoglobulinas así como
    disminución en los valores de
    inmunoglobulinas M. No está bien definida su frecuencia.
    El inicio es súbito con náusea , vómito cefalea y
    confusión , que dan lugar a come; el microorganismo
    infectante el es Pneumococcus en más de la mitad de los
    pacientes. La mayoría de los cirujanos
    traumatólogos recomienda que los pacientes sujetos reciban
    la vacuna neumocócica polivalente más actual poco
    después de la esplenectomía. Aún no se ha
    resuelto si se deben emplear antibióticos
    profilácticos en los pacientes asplénicos ni en
    qué momento.

    Intestino Delgado

    Son más comunes que las de duodeno o colon. El
    80% ocurre entre la unión duodenoyeyunal y el íleon
    terminal, con 10% tanto en duodeno como en intestino
    grueso.

    Mecanismos de la lesión:
    Traumatismo contuso (es su aplastamiento en contra la columna
    vertebral).
    Fuerzas de desgarro en la unión entre un segmento
    móvil y otro fijo de intestino.
    Elevación súbita de la presión intrabdominal
    intestinal con estallamiento debido a dicha presión.
    Traumatismos penetrantes del intestino delgado por herida con
    arma de fuego o punzopenetrante es común.

    Clínica:

    Clínica de perforación intestinal:
    sensibilidad a la palpación, náuseas,
    vómitos,
    palidez, dolor, shock, timpanismo, borramiento de la matidez
    hepática.
    Cuadro de hemorragia interna.
    Cuadro tardio : contusión – isquemia, perforación
    .

    Diagnóstico:
    Clínica.
    Rx simple de abdomen (aire libre subdiafragmático).
    Lavado Peritoneal.
    Laparotomía Exploradora.

    Tratamiento:

    Perforaciones aisladas y pequeñas: se cierran en
    su solo plano con puntos de colchonero separados (no se requieren
    puntos hemostáticos).
    Dos perforaciones pequeñas muy cercanas: se convierten en
    una y se cierra el defecto resulta como una herida lineal
    simple.
    Las laceraciones: lineales largas de la luz del intestino
    se deberán cerrar con una hilera de puntos.
    Proyectiles de alta velocidad:
    causan contusiones graves del tejido que rodea la
    perforación en sí. Debe desbridarse hasta encontrar
    intestino viable. Si la herida es muy grande o muy larga y
    longitunidal , se resecará el segmento
    dañado.

    Si hay múltiples heridas cercanas, es mucho
    más seguro resecar el
    segmento lesionado.

    Las perforaciones o desgarros del borde
    mesentérico son difíciles de reparar, se
    acompañan de deterioro vascular.

    Lesiones del mesenterio: se reseca todo el intestino
    necrótico o potencialmente necrótico y el
    mesenterio lesionado y se hace una anastomosis terminoterminal de
    intestino no lesionado unido a mesenterio sano.

    Las contusiones de intestino delgado son más
    peligrosas de los que parecen, debido a que pueden originar
    necrosis y perforación subsecuentes. Las contusiones hasta
    1 cm de diámetro pueden girarse hacia adentro con una
    hilera de puntos de colchonero con material fino. Las contusiones
    grandes deben resecarse.

    Es posible controlar temporalmente con rapidez un escape
    intestinal engrapando la perforación o ambos extremos de
    una transección en tanto se tratan problemas
    más importantes.

    El cuidado postoperatorio incluye conservar la
    aspiración nasogástrica y una ingestión baja
    hasta que se recupere la actividad intestinal
    adecuada.

    6. Colon Y
    Recto

    La morbimortalidad por lesiones agudas de colon y recto
    ha disminuido de manera importante.

    Causas:
    Se pueden dividir en heridas penetrantes y las que resultan de
    traumatismos contusos.
    Los actos de violencia son
    también fuente importante de lesiones de colon y ocasionan
    heridas penetrantes, o traumatismo
    contuso.
    Cuerpos extraños que pasan por el tubo digestivo hacia el
    colon.
    Caídas sobre objetos puntiagudos.
    Accidentes
    automovilísticos y otras formas de traumatismos.
    Sigmoidoscopia, administración de enemas o conducta
    sexual.

    Clasificación de heridas de colon:

    Grado I: lesiones aisladas de colon con mínima
    contaminación fecal, sin choque y retraso mínimo
    (son muy adecuadas para la reparación
    primaria).

    Grado II: perforaciones completas, laceraciones,
    contaminación moderada y lesiones concurrentes.

    Grado III: pérdida tisular grave,
    desvascularización del colon, contaminación
    intensa, hipotensión prolongada o retraso importante del
    tratamiento (esta heridas deben tratarse sistemáticamente
    por exteriorización como colostomía,
    reparación primaria y colostomía proximal,
    resección y colostomía con fístula mucosa o
    cierre de Hartmann del segmento distal del colon).

    Ubicación:

    Colon Ascendente
    Colon descendente
    Colon transverso
    Colon sigmoide

    Clínica:

    Peritonitis o perforación intestinal; dolor,
    hipersensibilidad abdominal , rigidez abdominal difusa.
    Hemorragia interna.
    Evacuación sanguinolenta, signo característico de la perforación de
    colon.

    Diagnóstico

    Clínico: en físico, tacto rectal.
    Rx de abdomen: escape de aire hacia la cavidad abdominal
    libre,
    Raras vez se emplean estudios de contraste de colon, deben
    efectuarse con gran cautela.
    Rectosigmoidoscopio, TAC, laparotomía exploradora, lavado
    peritoneal.

    Tratamiento

    Es importante reducir el tiempo desde la
    lesión hasta la intervención
    quirúrgica.

    Heridas primarias pequeñas en el borde
    antemesentérico que se ven temprano , la
    destrucción tisular es mínima, no hay despulimiento
    peritoneal o es muy leve , incluyendo las de colon izquierdo, sin
    lesiones concurrentes de otras vísceras abdominales, se
    pueden tratar con un cierre primario en dos planos.

    En lesiones agudas de colon intraperitoneal por
    proyectiles de alta velocidad que
    se acompañan de destrucción extensa de tejidos o son
    grandes, desgarradas y están cerca del borde
    mesentérico, o lo incluyen, no debe hacerse un cierre
    primario. Si se encuentran en colon ascendente, transverso o
    descendente, se exteriorizan con una colostomía, de igual
    manera si el tiempo que transcurre desde que se produce le herida
    hasta el cuidado definitivo es relativamente prolongado (mayor de
    6 horas) y permite la siembra de un gran número de
    bacterias en
    la cavidad abdominal.

    Las heridas de colon derecho y ciego que no causan
    destrucción extensa de intestino grueso y no se
    acompañan de contaminación masiva o lesiones
    importantes de otras vísceras con frecuencia se tratan con
    cierre primario y apendicostomía

    Las perforaciones extraperitoneales

    Si se atienden pronto desgarros limpios con escape
    mínimo, puede estar indicada una reparación
    intestinal primaria si la herida es accesible. Las lesiones
    perineales concurrentes se desbridan y, si están
    contaminadas se dejan abiertas.

    En todas las lesiones de recto es esencial derivar por
    completo la corriente fecal, lo cual se puede realizar llevando a
    cabo una colostomía de doble luz

    7. Hematoma
    Retroperitoneal

    La causa más común de hemorragia
    retroperitoneal es una fractura pélvica, (60% de todos los
    hematomas retroperitoneales traumáticos). El
    diagnóstico muy difícil después de
    traumatismo contuso, no penetrante, del abdomen y debe
    sospecharse en todo paciente que presenta signos y
    síntomas de choque hemorrágico postraumatismo sin
    una fuente obvia de hemorragia. Las hemorragias en el espacio
    retroperitoneal pueden ser masivas y exceder de

    2000 ml de sangre.

    Clasificación del Hematoma
    Retroperitoneal

    Clínica

    Dolor abdominal y en la espalda. El dolor en el
    abdomen suele ser vago y generalizado y en ocasiones se localiza
    sobre el hematoma.
    Hipersensibilidad local o generalizada y en aproximadamente 40%
    ocurre choque.
    En ocasiones es posible palpar una masa sensible a través
    del abdomen o en los flancos y, en algunos casos, una
    exploración rectal revelará una masa pastosa
    adelante o atrás del recto.
    Matidez a la percusión en los flancos o el abdomen que no
    varía cuando se cambia de posición al paciente.
    En otros casos, después de algunas horas se observa
    coloración en los flancos por hemorragia retroperitoneal
    (signo de Grey
    Tumer).
    La disminución progresiva de la hemoglobina y el
    hematocrito es una alteración constante y en 80% de los
    pacientes hay hematuria.

    Si se sospecha un hematoma pélvico grande, debe
    tenerse especial cuidado cuando se realiza el lavajo, a fin de
    que no se penetre en él accidentalmente ya que
    podría causar una hemorragia importante y difícil
    de controlar. En estos casos se sugiere un lavado abierto
    supraumbilical.

    Diagnóstico.

    Las radiografías pueden ser útiles. Casi
    dos tercios de los pacientes con hematoma peritoneal han tenido
    fracturas de la pelvis.

    Otros datos
    radiológicos : oscurecimiento de la sombra del psoas, masa
    abdominal e íleo paralítico se observa
    también desplazamiento de sombras de gas intestinal y
    vértebras fracturadas.

    La TC y, en ocasiones, la arteriografia pueden ayudar a
    establecer el diagnóstico de lesión
    retroperitoneal.

    Sin embargo, en pacientes cuyo estado se
    deteriora, la exploración debe realizarse de inmediato sin
    obtener dichos estudios a fin de intentar controlar con rapidez
    una hemorragia progresiva. Muchos hematomas retroperitoneales por
    fracturas pélvicas se taponarán si mismos en un
    tiempo corto y el paciente permanecerá estable. La
    vestimenta neumática antichoque, los fijadores
    externos y, ocasionalmente, una arteriografia con
    embolización controlarán una hemorragia
    pélvica o permitirán ganar tiempo tanto se
    proporciona el cuidado definitivo.

    Tratamiento

    La decisión de abrir un hematoma depende de la
    localización , mecanismo de la lesión y
    valoración intraoperatoria de su tamaño.

    Lesiones vasculares retroperitoneales.
    Aórticas suprarrenales; se abordan por un lado.
    Las infrarrenales se abordan mejor a través de la
    raíz del mesenterio.
    Las lesiones de la arteria ilíaca y de la vena cava se
    exponen y controlan abordándolas desde el lado
    derecho.
    Las lesiones de los flancos suelen individualizarse, las
    más comunes son las del pedículo renovascular y de
    colon posterior .
    Los grandes hematomas que se encuentran en la pelvis y se
    acompañan de fracturas pélvicas no deben
    explorarse

    Dependiendo de la clínica del paciente se puede
    emplear una conducta expectante, controlando hemoglobina y
    hematocrito) y si en 24 horas no hay elevación de los
    mismos, se practica laparotomía exploradora,
    drenándose y evacuando el hematoma, así como
    también corregir la causa del hematoma.

    No le molesta si la persona es del
    sexo
    opuesto.

    Las fracturas de recto, la mayoría de las veces,
    se acompaña de fractura de pelvis, por eso es bien
    importante descartar la presencia de esta
    última.

    8. Vías
    Urinarias

    Salvo que el individuo tenga hematuria evidente, pocas
    veces se sospecha inicialmente de una lesión de
    vías urinarias. Es particularmente probable cuando ha
    habido aplastamiento de la mitad superior del abdomen o de la
    pelvis, o si el paciente sufrió daño grave por
    aceleración o desacereleración, como la
    caída de una altura considerable

    Clínica: Entre los signos específicos de
    lesión se incluyen fractura de fémur y la pelvis,
    lesión por aplastamiento del tórax, equimosis
    intensas del abdomen y traumatismos craneoencefálicos
    grave.

    Entre los signos específicos de lesión de
    la parte alta de las vías urinarias son hematuria
    macroscópica o microscópica, fractura de la
    porción inferior de la caja costal o fractura de una
    apófisis lumbar. Los signos más positivos de una
    lesión de la porción baja de las vías
    urinarias son la presencia de sangre en el meato urinario, una
    próstata alta o desplazada que no puede palparse en el
    examen rectal , y retención urinaria, distensión de
    vejiga y tenesmo.

    Se necesitará el sondeo, particularmente en casos
    graves. Nunca se debe sondear a un paciente con sangramiento en
    el meato uretral antes de hacer una uretrografía. La
    imposibilidad de introducir con facilidad la sonda de Foley apoya
    la posibilidad de desgarro posterior de uretra. Si se requiere
    una operación de urgencia , se realiza una
    urografía excretora limitada de una placa.

    Diagnóstico: Las lesiones por aplastamiento de la
    pelvis o la sangre en el meato urinario señalan la
    posibilidad de obtener una cistouretrografía
    retrógrada.

    La urografía excretora y la Tomografía
    Axial Computarizada con medio de contraste intravenoso son
    métodos
    eficaces para evaluar las vías urinarias.

    Riñones: las lesiones penetrantes se deben a una
    herida de bala, una herida penetrante o impacción. La
    arteriografía preoperatoria es útil para definir
    rotura vascular y puede ser terapéutica cuando se realiza
    embolización.

    Casi todos los pacientes con traumatismos renales se
    exploran debido a la alta frecuencia de lesiones intrabdominales
    asociadas, aunque muchos pacientes con traumatismos renales
    contusos suelen tratarse por medios no
    quirúrgicos.

    Tratamiento:

    Las lesiones por arma de fuego requieren
    nefrectomías parciales por la imposibilidad de controlar
    la hemorragia y definir con exactitud el alcance de la
    lesión.

    Una maniobra quirúrgica decisiva es el control proximal
    del pedículo renal, antes de abrir la fascia de Gerota. Si
    la lesión afecta al hilio renal, se intentará la
    reparación de una lesión renal única, es
    mínima la función renal que se puede conservar.
    Toda lesión del sistema colector
    debe ser sujeta desbridamiento y a sutura
    hermética.

    Ureteres: las lesiones suelen deberse a traumatismos
    penetrantes. Las fístulas y la formación de
    estenosis son las secuelas inevitables de las lesiones no
    detectadas.

    Tratamiento: Los principios de la
    reparación son: desbridamiento adecuado, reparación
    sin tensión anastomosis en espátula, cierre
    hermético, ferulización del uréter y vejiga.
    Las lesiones del tercio superior y medio se tratan mediante
    ureteroureterostomía primaria. Las del tercio distal del
    uréter se tratan con
    ureteroneocistostomía.

    Vejiga: Órgano que con mayor frecuencia sufre
    daño en caso de fractura de pelvis. Sufre
    contusión, penetración o rotura en planos
    intraperitoneales o extraperitoneales. Los cistogramas con TAC
    son útiles para valorar lesiones sutiles.

    Tratamiento:

    Perforaciones aisladas de la vejiga extraperitoneal se
    tratan mediante sonda de Foley durante 10 días si no se
    planea intervención quirúrgica. Si la rotura es
    extraperitoneal y se desbrida y se cierra en dos planos. La
    rotura en plano intraperitoneal ocurre en pared posterior de
    vejiga , se reparan creando los bordes de las heridas, de modo
    que se despegue el peritoneo del desgarro y sea posible el cierre
    por planos.

    El sondeo de los orificios ureterales protege al
    uréter durante el cierre de la vejiga
    Vasos Abdominales Mayores
    La Mortalidad es del orden del 30 al 60%.
    Casi todas las muertes ocurren por desangramiento.
    1/3 de los pacientes entran a la emergencia en estado de
    shock.
    El control
    rápido de la lesión es el objetivo
    primario del tratamiento.
    Cuando el diagnóstico no es seguro, el lavado peritoneal
    revela hemorragia y presenta indicaciones claras para la
    exploración.
    Como alternativa diagnóstica , la TAC, en el paciente
    estable hemodinámicamente revelará un hematoma
    mesentérico o
    retroperitoneal.
    La arteriografía confirmará el diagnóstico,
    sin embargo los estudios diagnóstico nunca deben retardar
    la exploración quirúrgica de un paciente con
    shock.

    El tratamiento quirúrgico es distinto del
    correspondiente al sujeto estable que tiene una lesión
    penetrante o no del abdomen.

    Algunos cirujanos recomiendan abrir el tórax en
    el séptimo espacio intercostal y controlar la aorta antes
    de explorar el abdomen. Este enfoque se recomienda en pacientes
    con pacientes hipotensos en los que se sospecha lesiones
    aórticas suprarrenales.

    Por lo general se aplican compresas a las lesiones de
    órganos sólidos sangrantes y técnicas
    estándar de controlar la hemorragia

    En cualquier lesión de una arteria abdominal
    mayor suele requerirse compresión directa con los dedos o
    gasa, así como para heridas de venas.

    Reparación de heridas tangenciales con
    polipropileno 4-0 , 5-0.

    Los procedimientos específicos que se aplican en
    vasos intrabdominales individuales dependen de la
    ubicación del hematoma contiguo.

      

     

     

    Autor:

    Yenisey Carolina Ubieda Wasylkowski

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